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LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO PREFACIO A la memoria de Angel Ma. Garibay K. AL ieuat que los arquedlogos han descubierto, durante las htimas déca- das, m4s numerosos testimonios del arte indigena y de lo que fue el flore- cimiento urbano en el México antiguo, también los fildlogos ¢ historiadores tienen ya a su alcance considerable caudal de textos con producciones lite- tarias, de origen prehispanico, en varios de los idiomas hablados en Meso- américa. A hallazgos en archivos y bibliotecas, sobre todo de México, Gua- temala, los Estados Unidos y Europa, se debe el rescate de un gran conjunto de obras, principalmente en néhuatl —la lengua de los toltecas y los aztecas-— y asimismo en varios idiomas de la familia mayense y, en menor proporcién, en otros como el otomi y el zapoteco. Desde los dias de 12 Conquista, hombres como Hernan Cortés y Bernal Diaz del Castillo, que expresaron admiracién ante ta suntuesidad de tem- plos y palacios, tuvieron también cierta noticia de los cantares y poemas, entonados por los nativos de México, como aquellos “‘a los que Moctezuma era aficionado”. ! Alusiones como ésta, y lo que el mismo Bernal consigné respecto de “las casas de los idclos, donde se guardaban muchos libros de papel, cogidos a dobleces, como a manera de pafios de Castilla”,? pueden citarse entre los mds tempranos testimonios acerca de las formas de que dispuso el hombre prehispdnico para consetvar el recuerdo de sus tradicio- nes ¢ historia, sus relatos y diversas formas de poesfa. En el concepto de literatura, en su més amplio sentido, cabe incluir esos textos preservados, por largo tiempo, a través de la tradicién oral y asimismo cuanto quedd redactado en las inscripciones, en monumentos y cédices, por medio de distintos tipos de escritura jeroglifica, 1 Bernal Diaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espata, edicign preparada por Joaquin Ramirez Cabafias, 2 v., México, Editorial Porria, 1935, . §, p. 272. 2 Op. city o Lp. 143. x Cierto es que la conquista espafiola afecté hondamente a todo el con- junto de instituciones culturales prehispdnicas, y socavé, por tanto, la vita- lidad de la tradicién oral y trajo consige la destruccién de los viejos libros natives, muchos de los cuales se convirtieron en cenizas. Mas la imposicién venida de fuera no logré, a la postte, la desaparicién total del universo de simbolos, pensamiento y expresién del alma ind{gena. Algunos de los sabios del México antiguo, sobrevivientes a la Conquista, se interesaron, por cuen- ta propia, en iniciar el rescate de lo que consideraban su invaluable herencia. Valiéndose de su propia lengua, pero empleando ya en ocasiones el alfabeto tecién aprendido, pusieron por escrito muchos textos que pervivian en la tradicién oral. De este modo habria de llegar hasta nosotros, para dar sdélo un ejemplo, la serie de documentos nahuas, transcritos en 1528, que hoy se conocen como Uvos anales bistéricos de la nacién mexicana. Y bubo otros genuinos humanistas, como los franciscanos Andrés de Olmos y Bernardino de Sahagin, que también participaron en Ia empresa de hacer ¢} rescate del legado de historia y cultura de Mesoainérica, Gracias, en consecuencia, al mismo hombre indigena —que no pocas veces trabajé al lado de frailes humanistas hispanos— no se perdieron para siempre muesttas extraordinarias de las que ahora llamamos litetatutas prehispdnicas de México, en néhuatl, en varias lenguas mayanses y en otras mas. EI gran conjunto de fuentes que hasta hoy se conservan —y de fas que hablaré a su debido tiempe— permiten acercarnos a los mitos y leyen- das, crdnicas y relatos histéricos, himnos tituales, otra gran variedad de poemas, discursos, composiciones para ser representadas, escritos de cardc- ter religioso, calendarico y econémico, en resumen, testimonios de primera mano que nos ponen en contacto con el pensamiento, ta cultura y la vida prehispdnicas. Estas producciones constituyen la literatura de pueblos que vivieron, durante milenios, aislados bdsicamente de contacto con el Viejo Mundo. Ofrecen la posibilidad extraordinaria de estudiar al hombre como creador de cultura, con historia, es decir con plena conciencia de sf mismo, en un dmbito diferente de aquellos en que se desartollaron las civilizaciones de Asia, Africa y Europa, El estudio y disfrute de estas literaturas conciernen, primotdialmente, al mexicano y a los pueblos todos de Iberoamérica porque, de un modo o de otto, tienen ellos en lo indigena una de sus raices culturales, en algunos casos, la de mayor profundidad. Por otta parte, cuantos se interesan por conocer toda manifestacidn de alta cultura —los estudiosos y humanistas de cualquier rumbo del planeta— podrén hallar en as creaciones literarias del México antiguo testimonios de gentes que, en términos de su propia visién del mundo, lograron atisbos en verdad dignos de valoracién y andlisis. Este libro viene a formar parte de la Biblioteca Ayacucho, que, seguin el propdsito de sus editores, aspira a convertirse en coleccién representativa de Ja cultura de Iberoamérica, desde sus origenes hasta el presente, En otros x tiempos —quizds hace tan sdlo cincuenta afios— no existia preocupacién semejante por dar su lugar, como parte del legado de nuestra América, a las culturas prehispdnicas. Entre las principales causas de ello estuvieron el prevalente raquitismo cultural; tal vez uaa suma de complejos de desdén hacia lo indigena y, desde luego, la ignotancia acerca de las fuentes para el estudio del universo de las creaciones prehispénicas. A varios investigadotes —algunes muy distinguidos, y que especificamente recibiran aqui el crédito que se merecen— debemos en buena parte el cambio de actitud. Fueton ellos los que de hecho abrieron el camino pata la serie de estudios que hoy se llevan a cabo. Por Io que toca al presente libro, diré que, hace ya varios afios, en 1964, con el titulo de Literaturas precolombinas de México, ofteci una pri- meta forma de acercamiento a este tema.? Amplié dicho trabajo, cuando preparé si traduccién al inglés, aparecida en 1969.4 Ahora, invitado por quienes tienen a su cargo la publicaciéa de la Biblioteca Ayacucho, mi pro- pésito es presentar, con sus correspondientes introducciones y notas, ua conjunto mucho mds amplio de textos, vertides todos ellos de Ia lengua néhuatl o azteca, que se hablé en ta regién central de México desde la época del florecer teotihuacano 0 sea desde principios de la era cristiana. La intencién es reunir aqui el micleo central de lo que cabe describiz como un Corpus de Jas producciones literarias del México antigua. Al emplear aqui la expresién México antiguo, lo hago con conciencia de que estoy introduciendo una forma de limitacién. Mi propésito es dar cabida en este volumen a testimonios procedentes basicamente def dtea en la que ejercieron pleno dominio los mexicas o aztecas, conodidos también como antiguos mexicanos. Incluiré desde luego materiales antes dispersos 0 del todo no tomados en cuenta, incluso algunos que se deben a gentes que vivieron mucho antes del florecimiento de los mexicas. En todos los casos, sin embargo, se trata de composiciones fiterarias que se conservan originalmente en idioma nahuatl, la lingua franca del México antiguo. A quienes no estén familiarizados con el gran conjunto de matetiales de que se dispone para conocer y valorar las creaciones literarias del hombre prehispanico, importard sin duda obtener respuesta a preguntas como éstas: 2Cémo pudieron los pueblos del México antiguo crear, preservar y transmitir su legado literario? ¢Cémo, después de la Conquista, pudo Megar tal herencia, al menos en parte, hasta nosotros? ¢Cudles son, y dénde se encuentran, fos principales documentos nativos de tema literario? sLlegaron !os sabios indi- genas a describir y conceptualizar de algun modo las diferentes formas de su exptesién lteraria? En Ja Introduccién general habré de ocuparme de estas y otras cuestiones afines. A ellas volveré también a veces, al hacer 3 Miguel Ledn-Portilia, Literatures precolombinas de México, México, Bdisorial Pormaca, 1964, 205 p. 4 Miguel Leéa-Postilla, Precolumbian Literatures of Mexico, translaced from the Spanish by Grace Lobanov and the Author, Oklahoma Press, 1969, VIII, 192 p. xt la presentacién de algunos de los textos en particular. Por encima de todo interesa volver fécilmente asequibles los que llamaré testimonios que inte- gtan el miicleo central de Ja herencia literaria ptehispdnica. Se abriré asf la puerta a mds hondas valoraciones desde un punto de vista literatio y asi- mismo a la luz de enfoques como el de Ia historia de las ideas y de la historia de Ja cultura en general. Sélo afiadiré, al sacar a luz esta obra, que considero de elemental justicia evocar aqui la inspiracién y ayuda que recibi de dos maestros extraordina- tios, con quienes laboré varios afios, los doctores Angel Maria Garibay K. y Manuel Gamio, a quienes todos debemos aportaciones fundamentales pata la cultura de Ibercamérica. Micuer Ledn-Portinia XII INTRODUCCION GENERAL LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO: ORIGENES, FUENTES DOCUMENTALES, SU REDESCUBRIMIENTO Y ESTUDIO La sucuencia cultural del México antiguo abarca milenios. Su florecimien- to sin contacto con las civilizaciones del Viejo Mundo —en el marco geo- gtéfico de las dreas central y sur de México y de buena parte de Centro- américa— dio lugar a transformaciones, muchas en verdad extraordinarias. La agticultura data aqui, por lo menos, del quinto milenio a.C. El arte de la cerdmica se origina hacia el milenio tercero. Sobresalen luego pueblos que, en la zona limitrofe de Veracruz y Tabasco, frente al golfo de México, dan comienzo a una alta cultura con perfiles propios. Surgen asi —desde el segundo milenio a.C_— los primeros recintos religiosos, vestigio ya de un protourbanismo. Ef milenio inmediato a la era cristiana es-testigo de creaciones de un arte magnifico, esculturas, bajorrelieves, trabajos en mo- saico, tallado del jade. Paralelamente se inventa el calendario y una manera de escritura jeroglifica. Sistemas de organizacién social, econdémica, religiosa y politica, mucho mds complejos y efictentes, prestan apoyo a los cambios que contintian pro- duciéndose. Aparecen formas diversificadas de tradicién cultural en el Ambito del México antiguo: Teotihuacdn en el altiplano central; los focos de irradiacién de los zapotecas de Oaxaca y los, quizds mds extraordinarios ain, de] mundo maya. En sucesién, que abarca momentos de esplendor y otres de decadencia, gran ndmero de pueblos, a veces de lenguas distintas, son portadores de Ia alta cultura que, por encima de diferencias regionales, ostenta un tostro caracteristico. El legado contimia enriqueciéndose. Las gentes del México antiguo —si se prefiere, de Mesoamerica, el drea de alta cultura— tienen a su aleance medios para preservar el recuerdo de su pasado, sus conocimientos acerca del hombre, la naturaleza y los dioses, cuanto en verdad importa por ser rafz de sabiduria. Existié asi una fiteratura. Las inscripciones en multiples monumentos y aun en objetos de cerdmi- ca, los eédices y la tradicién, son testimonio de la historia y de otras formas de composicidn. A lo largo de muchas cuentas de afios logs sacerdotes, sabios, XxIIt sehores, maestros, forjaron himnos y cantos, oraciones y relatos miticos o histdricos. La palabra se transmitié una y otra vez, Los mexicas o aztecas, al tiempo ya del enfrentamiento con Jos hombres de Castilla, eran herede- ros de milenios de cultura. A las antiguas tradiciones sumaron ellos la obta de su propia creacién. Su literatura —de la que algo ha Tlegado hasta nosotros— nos petmite aproximarnos un poco a lo real y lo Jegendario en su existencia. Encontraremos tonos y matices diferentes pero, a pesar de la distancia en el tiempo, seta posible el didlogo con los antiguos textos. Para acercarnos al origen de estas creaciones de la palabra, y al modo come ha podido hacerse su tescate, vamos a recordar lo mds sobresaliente en la evolucién cultural del México antiguo. Partiremos, para ello, de la realidad que encontraron los hombres de Castilla cuando Llegaron en 1519. Luego iremos mds alld del que es sélo el rostro més conocido, y tardio, en el México prehispdnico. En busca de las raices de la literatura en idioma néhuatl, hurgaremos un poco en las fuentes de las que recibié inspiracién y, en suma, rica herencia cultural. Testimonios de creacién literaria en Mesoamérica Tanto Cortés en sus Cartas de relacién y Bernal Diaz en su Historia ver- dadera como los otros ctonistas espafioles de la Conquista, hablan con ad- miracién de la grandeza de la capital azteca, México-Tenochtitlan, con sus grandes calzadas que atravesaban el lago, sus palacios y templos, sus mer- cados y cl extraordinario recinto central donde se levantaban los setenta y ocho edificios sagrados del Templo Mayor. Pero, no sdlo Ia traza de la ciudad, su arquitectura y sus incontables monumentos y pinturas, cautivaron la atenciéa de los conquistadores. Un mero acercamiento superficial a la organizacién religiosa, politica, social y educativa de Tenochtitlan, desperté también en ellos no poco interés, En particular, se refieren en sus escritos a las casas donde se guardaban los “muchos libros de papel, cogidos a do- bleces, como a manera de pafios de Castilla”, ! La existencia entre los aztecas de libros y escribanos dedicados a copiar sus mitos, historias y tradiciones habrfa de imptesionar mds atin que a los conquistadores, a los primeros frailes misioneros, como Jo tuestran Jos numerosos testimonios de sus crénicas y relaciones. Asi, por ejemplo, fray Toribio de Benavente, el célebre Motolinia, llegado a México en 1524, sefiala que “mucho notaron estos naturales indios entre las cuentas de sus afios, el afio que vinieron y entraron en esta tierra los espafioles... asimis- 1 Diaz del Castillo, Bernal, Hittoria verdadera de la Conquista de la Nueva B. spaiia, Editorial Porrée México, 1953, Vol. I, p. 143. xIV mo los indios notaron y sefalaron para tener cuenta el afio que vinieron los doce frailes juntos...” 0 sea el ya citado de 1524,? Pero, ademas de percatarse de la existencia de libros de papel hecho de Ja cotteza del amate (ficus petiolaris), en los que con formas de escritura indigena se conservaban la historia y las tradiciones, algunos conquistado- tes y sobre todo los primeros frailes misioneros descubrieton también que en el mundo azteca habia centros educativos, los Wlamados calarécac (hileras de casas) y los telpuchealli (casas de jévenes). Alli esos libros eran explica- dos y se hacfan aprender también de memoria a los educandos, de manera sistemdtica, largas crénicas, los himnos a los dioses, poemas, mitos y le- yendas. Igualmente, tomando como base antiguos textos y discursos de los sacerdotes y los sabios, se enscfiaba a los muchachos a hablar bien. “Les ensefiaban, como dice fray Bernardino de Sahagtin, todos los versos del canto pata cantat, que se Ilamaban cantos divinos, los cuales versos estaban esctitos en sus libros por caracteres... la astrologfa indiana y las interpre- taciones de los suefios y la cuenta de los afios...”.* Asi, por este doable procedimiento, transmisi6n y memorizacidn sistemética de las crdnicas, los himnos, poemas y tradiciones y cl de Ja transcripcién de las ideas funda- mentales sobre la base de Ja escritura y el calendario prehispdnicos, preser- yaban y difundian los sacerdotes y sabios su legado religioso y literario. Pero, antes de explicar con algtin detenimiento en qué consistia esa forma de escritura azteca, asi como cl modo de memorizacién sistemdtica en Jos centros de educacién, conviene plantearse una pregunta; ¢Habjan sido los aztecas los creadotes de ese sistema educativo y de la escritura de sus cédices? Esta pregunta es obvia, ya que como se dijo arriba el mundo azteca, rostro ef mds conocido del México antiguo, Ilevaba relativamente poco tiempo de ser amo y sefior entre los pueblos prehispdnicos. De hecho los aztecas habian Ilegado al Valle de México tan sdlo a mediados del siglo XIII d.C. En 1325 se habian establecido en la isla de México-Tenochti- tlan. Hasta 1428 habian obtenido su independencia de los antiguos domi- nadores tecpanecas de Azcapotzalco. Finalmente, en menos de un siglo ha- bian logrado la hegemonia en Ja regién central y metidional de lo que hoy es la Republica Mexicana. La respuesta a la pregunta que se ha formulado nos le da la arqueotogia y las propias fuentes histéricas indigenas. Los aztecas, y al igual que ellos otros muchos pueblos, como los tezcocanos y tlaxcaltecas, todos de idioma nahuatl, eran herederos de una cultura mucho mds antigua, Buena parte de sus ideas religiosas, de su organizacién social y politica, y de sus otras instituciones, en particular sus artes pldsticas, la base de su sistema de es- 2 Benavente, Fray Toribio de (Motolinfa), Historia de los indios de la Nueva Espatia, Editorial Salvador Chavez Hayhoe, México, 1941, pp. 161-162. 2 Sahagun, Fray Bernardino de, Historia general de fas cosas de la Nueva Espatia, edicién preparada por Angel Ma, Gatibay K. Editorial Porséa, 4 v., México, 1956, T. | p. 307. xv critura y de sus métodos de ensefanza, los habian recibido, principalmente a través de Jos culhuacanos, de la antigua cultura tolteca. Los toltecas. — De acuerdo con las crénicas indigenas y los hallazgos arqueoldgicos, Tula, le capital tolteca, florecié entre los siglos IX y XI d.C. Los toltecas, como los mixtecas de Oaxaca y los mayas de Yucatan, poseian ya diversas formas de escritura, segiin lo muestran, entre ottas cosas, sus glifes e inscripciones en piedra, al igual que algunos cédices de diversas €pocas en los que se manifiesta la influencia de esas tres antiguas culturas. Se sabe de hecho que fueron algunas gentes de origen tolteca, los famosos Hailotlaque, “los regresados”, quienes, procedentes de la Mixteca, vinieron a ensefiar a los tezcocanos el arte de la esctitura. Ademids existen numerosas referencias en los textos aztecas donde se afirma de los toltecas que, gtacias al sabio sacerdote Querzaledatl, habian tenido centros de educacién supe- tior en los que se ensefiaba la doctrina contenida en wn gran libro, ama- do Teoamoxtli, o libro divino. Ozro tanto sabemos acerca de los mayas de Yucatan, de cuyos centros de educacién hablan también abundantemente los cronistas. Pero, si gracias a los testimonios que se poseen acerca de los toltecas, mixtecas y mayas de los siglos IX a XI d.C., sabemos que Ia escritura de los eddices, las inscripciones en piedra y los centros de educacidn se temon- tan a un perfodo mucho més antiguo que el de los aztecas, es posible for- mular una nueva pregunta: ¢fueron estos pueblos los creadores de los me- dios para preservar el pensamiento y la palabra? 2O ellos mismos, toltecas, mixtecas y mayas habian recibido el arte de Ja eseritura y los sistemas de educacién oral de tiempos més antigues? La pregunta, en lo que se refiere a los mayas de Yucatdn, tiene inmediata respuesta. Los mayas de Yucatén sin duda alguna habian recibido el calendario y [a escritura de un periodo mucho mds antiguo conocido por los arquedlogos como etapa clasica, que comprende desde principios de la era cristiana hasta el siglo IX d.C., poco mds o menos. Prueba de esta afirmacién la ofrecen las incontables estelas con inscripciones, a base de una esctitura principalmente ideogrdfica y pro- bablemente en parte también fonética. Las teotibuacanos. En la regién central de México donde vivieron las gentes de Tula, habia florecido antes otra cultura, la de los teotihuaca- nos, poco mds o menos durante el mismo tiempo del esplendor cldsico de los mayas, o sea, de acuerdo con los mds recientes descubrimientos, desde principios de la era cristiana hasta el siglo VIII 0 IX d.C. En la gtan civ- dad de los dioses, Teotihuacdn, han encontrado varios arquedlogos vesti- gios indudables de esctitura. Asi, entre otros, Alfonso Caso ha demostrado que los teotihuacanos se sirvieron de diversos glifos ideogrdficos y poseye- ron asimismo medios para representar el foaalpobualli o cuenta de los dias. Otros investigadores han identificado a su vez algunos de los glifos del SVL xiubpobualli o cuenta de los aiios, que servia de base para el calendario y para tedactar los anales. También algunos de los textos indigenas de la época azteca se refieren al perfodo de Teotihuacdn, afirmando que alli vivicron los sabios, los conocedores de las cosas ocultas, los poseedores de la tradicién. Gracias a ellos, se preservaron mitos y cteencias, que hereda- dos después por la gente de Tula, habrfan -de volverse patrimonio comin de todos los pueblos de idioma néhuatl, entre ellos los aztecas, los tezco- canos, los tlaxcaltecas y otros més. Parece posible afirmar, por consiguiente, que la transmisién sistemati- ca de una antigua tradicién cultural, asi como el descubrimiento de diversas formas de escritura, existlan ya desde los tiempos cldsicos de las culturas precolombinas, principalmente entre Sos teotihuacanos, y en centros mayas como Tikal, Uaxactén, Copan, Palenque y otros. Pero, de nuevo es posible volver a formular la misma pregunta: ¢fueron estos pueblos de 1a etapa clisica log descubridores de sus antiguas formas de escritura y de esos sis- temas para presetvar la tradicién? La arqueologia nos da una respuesta que parece apuntar ya al origen mds remoto de las primeras formas de escritura en el México precolombino. Los olmecas. — En las costas del Golfo, en los limites de los actuales estados de Veracruz y Tabasco, regién conocida por los aztecas como “pais del hule”, es decir del caucho, 0 “‘tierta de los olmecas”, florecié probable- mente desde mediados del primer milenio antes de Cristo, un pueblo todavia enigmético que sé extendié por otras regiones de la Amética media, dejan- do siempre huellas de su paso. Entre esos vestigios se encuentran las mds antiguas insctipciones que hasta ahora han sido descubiertas en el México antiguo. Vale Ja pena recordar la estela “C” de Tres Zapotes, la inscrip- cidn hallada en una figurilla de jade y los glifos, todavia mds antiguos, en- contrados en Monte Albdn, Oaxaca, en las estelas del grupo conocido como “Log Danzantes”. Todas esas insctipciones que hasta ahora se reconocen como las més antiguas del México precolombino, dan testimonio de una antiquisima invencién de la escritura, de la que los mismos aztecas parecen haber tenido canciencia, ya que en un antigno texto que habla de sus orige- nes culturales m4s remotos, sefialan precisamente las costas del Golfo de México, como el lugar donde por primera vez hubo grupos de sabios, cus- todios de la tradicién y poseedores de libros de pinturas. Transcribirnos a continuacion algunos partafos, traducidos del néhmatl, en los que aztecas y tezcecanos se refieren a esto: En un cierto tempo que ya nadie puede contar, del que ya nadie ahora puede acordarse Quienes aqui vinieron a sembrar a los abuelos, a las abuelas.. , XVH por el agua én sus barcas vinieron en muchos grupos, y alla arribaron a la orilla del agua, a la costa del Norte, y alli donde fueron quedando sus barcas, se Jlama Panutla Enseguida siguieron ja orilla del agua, iban buscando Jos montes, algunos Ios montes blancos, y¥ los moates que humean Sus sacerdotes los guiaban, y les iba mostrat:do el caming su dios. Después vinierop, alli iegaron, al lugar que se llama ‘Tamoanchan, que quiere decic “nosotros buscames nuestra casa” Y alli en Tamoanchan estaban los sabedores de cosas, los ilamados poseedores de cddices los duefios de Ja tinta negra y rojas 4 Es imposible afitmar aqui que “esos sabedores de cosas” hayan sido precisamente los misteriosos olmecas, autores de las mds antiguas inscrip- ciones a que nos hemos referido. Lo que si es cietto es que la arqueologia muestta inscripciones anteriores a la era cristiana y los aztecas afirman en el texto ya citado que en tiempos anteriores a Teotihuacdn, por las costas del Golfo, habia hombres de grande sabiduria, duefos de la tinta negra y toja con que escribfan sus libros. El veloz recorride que hemos hecho, omitiendo intencionalmente los testimonios dejados por otros pueblos, como, por ejemplo, los huastecos, tiene el fin de mostrar que cl descubrimiento de formas para presetvar el pensamiento, por medio de los libros de pinturas y la ensefianza sistemd- tica de la tradicién, tiene sus raices muy hondas en el pasado precolombino de México. Vale la pena repetirlo, los aztecas, los tezcocanos y tlaxcaltecas, de quienes conccemos numerosos textos literarios en idioma ndhuatl, al igual que los mayas, eran herederos de antiguos pueblos que habfan cteado instituciones milenarias de cultura superior. Siendo los cddices y la memorizacidn sistemdtica de los textos los dos medios fundamentales para preservar el pensamiento literario precolombi- no, los estudiaremos a continuacién con mayor detenimiento, tal como exis- tieron entre los pueblos de idioma ndhuatl y maya al tiempo de fa Ilegada de los espafioles, o sea en 1519, 4 Informantes Indigenas de Sahagin, Codice Matritense de ia Real Academia, Fol, 192 v. XVI Cédices y memorizacion sistematica de textos Varios de los cronistas indigenas y de los frailes historiadores llegados a raiz de la Conquista, se tefieren al modo come Ia ensefianza otal y la me- morizacién de textos en las escuelas prehispdnicas servia de complemento insustituible en Ja transmisién y preservacién de las historias y doctrinas contenidas en los cédices indfgenas. Asi, por ejemplo, fray Diego de Durdn afirma que los maestros nahuas en esos centros de educacién “tenian gran- des y hermosos libros de pinturas y caracteres de todas las attes por donde las ensefiaban...”* a los estudiantes. A la par que existian los cédices, la tradicién, no sélo ta que llamaremos popular, sino la que se tecibia en Jas escuelas sobre la base de una me- morizacién sistemdtica, era medio para preservar conocimientos. En ocasio- nes los maestros hacian aprender a les estudiantes cantares, poemas y discur- sos, en los que se contenia el comentario explicativo de lo que representaban los cédices. Quienes habian memorizado los textos, concebidos como co- mentario de los cédices, podian repetir fielmente la doctrina aprendida; pedian hacer suyas las palabras del poeta ndhuatl que dijo: Yo canto las pinturas del libro, lo voy desplegando, soy cual florido papagayo, hago hablar a los cédices, en el interior de Ja casa de las pinturas. © Los cédices o libros de pinturas eran siempre la base de la ensefianza. En ellos, como se indica en otro texto indigena, “estan escritos vuestros cantos, por eso los desplegdis junto a los atabales...” Y es que, como veremos a continwacién, valiéndose de sus formas de escritura, los maestros indigenas podian consignar de manera inequiveca numerosos datos acetca de cualquier hecho o dectrina. Podian indicar las fechas, afio y dias pre- cisos de cualquier acontecimiento. Eran capaces de simbolizar conceptos abstractos acerca de sus doctrinas religiosas, mitos y ordenamientos jurt- dicos. En una palabra, podian trazar algo asi como cuadros esquemiaticos fundamentales acerca de sus doctrinas y hechos histéricos. Para mostrar la forma como practicaban esto Ios pueblos de idioma nahuatl, entre ellos, los aztecas, tezcocanos y tlaxcaltecas, indicaremos brevemente cudles eran jos tipos principales de escritura de que se sirvieron en los tiempos inme- diatamente anteriores a la conquista. Tres eran sus formas fundamentalcs de representacidn: pictografica, ideogrdfica y parcialmente fonética. 5 Duran, Fray Diego de, Historia de las Indias de Nueva Espana e Islas de Tierra Firme, 2 Vols. y atlas publicados por José F. Ramirez, México, 1867-1880, ¢. Il, p. 229. 6 Manuscrito de Cantares Mexicanos. (Biblioteca Nacional de México}. Repro- duccién facsimilar de Antonio Pefafiel, México, 1904. ix La pictogratica, o sea la meramente representativa de cosas, es la forma de escritura precolombina més elemental. Ast, por ejemplo, en casi todos los eddices en los que se menciona Ia peregrinacién de las siete tribus ve- nidas del norte, se pintan de modo. esquemdatico los teonramas o sacerdotes, que llevan a cuestas a sus dioses protectores. Otros numerosos ejemplos podrian aducirse. Entre ellos estén las pinturas esqueméticas de las calli © casas, de los Nachrli o juegos de pelota, de los slatogue o sefiores, senta- dos en sus icpalli o sillas reales, de los diversos tributos, como mantas, plumas, cacao, bultos de maiz, ete. Pero, al igual que en otras culturas antiguas, los escribanos del mundo ndhuatl pasaron de la etapa meramente pictografica a la de los glifos ideo- gtdficos, que representan simbélicamente ideas. Los ideogramas indigenas pueden dividirse en tres grupos principales: los de cardcter numeral, [os calendaticos y los que representan otras diversas ideas, algunas de ellas abs- tractas y metdfisicas, tales como la de movimiento (ollin), Ja vida (yoldizeli), la divinidad (teodl), etc. Debe notarse que los colores de las pinturas tenian también valor simbélico. Asi, por ejemplo, en una figura humana el amarillo designaba casi siempre el sexo femenino, el color morado la realeza del dlatoani o setior principal, el azul el rumbo del sur, el negro y el rojo, la escri- tura y la sabiduria, . El conocimiento e interpretacién de los diversos glifos ideogrdficos su- pone un largo y paciente estudio, que ciertamente no es de este lugar. Bastard con subtayat que la escritura a base de ideogramas, especialmente en lo que se tefiere a los ntimeros y al calendario, tuvo entre los pueblos de idioma néhuatl enorme vigencia, como forma de representacién en ex- tremo precisa y también expresiva, aun desde un punto de vista meramente estético. En la imposibilidad de entrar aqui en una exposicidn detallada, optamos por referir al lector a trabajos mds amplios sobre este punto. 7 Ademés de los glifos pictograficos e ideogrdficos, hubo en Ja escritura de los antiguos mexicanos tepresentacién de sonidos, o lo que es lo mismo, el principio de una escritura fonética. Ante todo debe notatse que la escri- tura fonética ndhuatl, conocida por algunos pocos cédices que se conservan, se empled principalmente para representar nombres de personas y de lu- gares. Sabemos que los escribanos indigenas desarrollaron un sistema de elifos de cardcter sil4bico, que representaban desinencias indicadoras de hugar, como las muy conocidas -ta (lugar de), -pant (encima de), Finalmente, Ile- garon los nahuas al andlisis de algunas letras como la a, representada por medio de la estilizacién del glifo pictogrdfico de @-#! (agua); la e, det glifo de e-¢ (frijol) y la o del de o-#i (camino). 1 Yéase Dibbie, Charles BE “El antiguo sistema de escritura en México”, en Revista Mexicana de Estudios Antropoldgicos, T. IV, p, 105 y siguientes. Leén-Portilla, Miguel, Los entigwos mexiganos, a través de sus crdmicas y can- fares, Fondo de Cultura Econémica, México, 1961, pp. 48-75. XX Valiéndese los antiguos mexicanos de esta dltima forma de escritura, asi como de sus otros glifos representativos de cosas, de ideas abstractas, numéticas © calendaricas, confeccionaron numerosos cddices en muchos de los cuales, como lo nota fray Diego de Durdn, “conservaban sus memora- bles hechos, sus guerras y victorias... todo lo tenian escrito... con glifos de afios, meses y dias en que habian acontecido”.* Y para valorar mejor ef grado de desarrollo cultural que significa la invencién y empleo de la es- cricura de jos pueblos nahuas, convendra recordar el parecer del conocido antropélogo norteamericano Alfred Kroeber, quien, al tratar del otigen de las diversas escrituras inventadas por la humanidad, dice: Si se piensa en la imtencién de ja primera idea de la escricura parcialmente fo- nética, es concebible que todos Jos sistemas del Viejo Mundo deriven de una sola invencién, aunque aun en ese caso, el sistema maya-azteca (maya-nahuarl), se mantendria como un desarrollo totalmente separado. ® Pero si en el mundo nébuatl prehispénico, se leg6, aprovechando Ja antigua herencia tolteca y teotihuacana, a estas formas de escritura, es ne- cesario recordar que los pueblos de la familia maya posefan también sus propios sistemas, todavia mds perfectos que los de la regién central de México. De los mayas, tanto cldsicos, como del periodo posterior, se con- servan un sinmimero de inscripciones en éstelas de piedra, en dinteles, en escalinatas, en el interior de algunos templos y palacios, y aun piezas de cerémica. De tiempos més recientes, aunque también anteriores a la con- quista, proceden los tres eddices mayas que hasta la fecha se conocen, el de Dresden, el de Paris y cl Hamado Tro-Cortesiano que se conserva en Madrid. De Ja escritura maya se han podido descifrar hasta ahora los plifos de carécter numérico, calend4rico y algunos otres también ideogrdficos, te- presentativos de divinidades o de sus atributes. Descubridores, antes que ninguna otra cultura humana del concepto de cero y de un calendario un diezmilésimo mds cercano del afio astronédmico que el propio calendario gregoriano actual, los mayas, fueron ciertamente maestros extraordinarios en el arte de Ja escritura. Por desgracia, a pesar de los varios intentos de no pocos investigadotes, queda un sinnimero de glifos mayas, cuyo significade no ha podido ser descubierto. Se considera que esos glifos son en su mayoria de carécter ideografico, aunque se acepta también que en muchos de ellos hay elemen- tos fonéticos, o sea representativos de sonidos. Indudablemente que, si al fin llega a descifrarse en su integridad Ja escritura de los mayas prebispé- nicos, al poder leerse las inscripciones de fas estelas, de los templos y pa- lacios, se tendrén otros numerosos textos, muchos de ellos de posible valor 8 Duran, Fray Diego de, of. c#, T. I, p. 257. 9 Kroeber, Alfred, Antropologia general, 1° ed. espafiola, corcegida por el autor, Fondo de Culrura Economica, México, 1945, p. 278. xx literario. Esto mismo puede afirmarse respecto de otras insctipciones dejadas por pueblos como los mixtecas y los enigméticas olmecas. No debe olvidarse que también entre los mayas, al igual que entre [os pucblos de la regién central de México, existieron centres de educacién, en los cuales, por medio de una memorizacién sistemética, se transmitfa y pre- servaba, sobre la base de los libros de pinturas, la antigua sabiduria, Tex- tualmente afirma fray Diego de Landa que “usaban también esta gente de ciertos caracteres o letras con las cuales esctibian en sus libros sus cosas antiguas y sus ciencias, y con estas figutas y algunas sefales de las mismas, entendian sus cosas y las daban a entender y ensefiaban”. '° Fue precisamente gracias a esos métodos de ensefianza como se salva- ton y Hegaron hasta el presente importantes textos literarios, legado de los pueblos que, en sucesivas etapas, poblaron el México antiguo. Como vere- mos, algunos de los sabios indigenas supervivientes a [a conquista, recor- dando las ensefianzas prehispdnicas y tal vez valiéndose de algunos antiguos cddices que pudicron conservar, pusieron por escrito, sirviéndose del alfa- beto traido de Europa por conquistadores y misioneros, numerosos textos en su propio idioma indigena, que apenas desde mediados del siglo XIX, comenzaron a ser descubiertos y traducidos por algunos investigadores. Mas, el proceso por el cual esos antiguos textos literarios, principalmente en la lengua ndhuatl o azteca, han Megado hasta nosotros, merece especial atencién. De ello trataremos en seguida con algiin detenimiento. El rescate de las literaturas prebispanicas de México La Conquista trajo consigo la destruccién de fa mayor parte de los antiguos cédices indigenas. Sin embargo, si hubo quienes se empefiaron en destruir la herencia cultural de los pueblos prehispanicos, hubo también quienes se ¢esforzaron por salvarla, hasta donde tes fue posible. Entre estos ultimos estavieron algunos frailes eximios como Andrés de Olmos, y sobre todo, Bernatdino de Sahagiin. Comparando éste la herencia literaria de griegos y latinos, con los textos indigenas que empezé a conocer, escribié que “esto mismo se usaba en esta nacién indiana y mas principalmente entre los_mexi- canos, entre los cuales los sabios retdricos y virtuosos y esforzadas eran tenidos en mucho..." 7 EI primer intento por preservar textos literarios del mundo indigena de Ja regién central de México data de los aiios comprendidos entre 1524 y 1530. Durante ese tiempo, algunos sabios nahuas que habian aprendido ya el alfabeto latino, gracias tal vez a las ensefianzas de los doce primeras 10 Landa, Fray Diego de, Relacién de las cosas de Yucatdn, México, 1938, p. 207. Tl Sahagin, Fray Bernardino de, op. cit, t. I, p. 53. XXII frailes venidos a la Nueva Espafia, redujeron a letras la explicacién y co- mentario de varios cédices o anales histéticos. Estos textos, escritos en papel indigena, se conservan actualmente en la Biblioteca Nacional de Paris, bajo el titulo de Asales de Tlatelolco o Unos Anales Histéricas de la Nacion Mexicana. Se contienen alli las genealogias de los gobernantes de Tlatelolco, México-Tenochtitlan y Azeapotzalco, asi como la mds antigua visién indi- gena de la Conquista espafiola, Por su parte fray Andrés de Olmos, Ilegado a la Nueva Espafia en 1328, recogié también —pocos afios despu¢s— considerable mimeto de duebuetta- toll, platicas o discursos de los ancianos, segiin la tradicién de los tiempos anteriores a la conquista. Se trata de los discursos que se decian en las grandes ocasiones: af morit el rey o flutoani, al ser electo un nuevo gobernante, con motivo del naci- miento de un nifio, ante los ecién casados, los consejos que daban los padres y madtes a sus hijos ¢ hijas, las platicas morales de los maestros a los educandos en fas antiguas escuelas. Recogidos estos textos de labios de ancianes supervivientes, que los habian memorizado sobre la base de sus cédices y los habian repetido en la época prehispénica, su valor resulta fun- damental para cl estudio de lo mds elevado del pensamiento ndbuatl. Se conservan estos textos, una parte en la Biblioteca del Congreso de Washing- ton y otra en las Bibliotecas Nacionales de México, Paris y Madrid. Pero, atin mds importante que la labor recopiladora de Olmos, fue la magna empresa de investigacién Ilevada a cabo por fray Bernardino de Sahagin. Habia Iegado éste a México en 1529. Interesado por penetrar en la conciencia indigena, preparé pocos afios después una “minuta” o cues- tionario de todos los puntos sobre Ios que se propuso obtener infotmacién. Entre los temas principales estaban los himnos de los dioses, los cantares profanos, los antiguos discutsos, los proverbios y refranes indigenas, las doctrinas religiosas, mitos y leyendas, el calendario, [as costumbres de los sefiores, los textos en los que se describen las diversas profesiones de los sacerdotes, los sabios, los artistas, los mercaderes y la gente del pueblo. Como él mismo lo dijo, le interesaba conocer todas “‘las cosas divinas, 0 por mejor decir idolatricas y humanas y naturales de esta Nueva Espafia”. 1° Comenzé entonces Sahagin a reunir, con Ja ayuda de sus discfpulos in- digenas de Tlatelolco, centenares de textos en diversos lugares de la regidn central de México. El mismo describe ef modo como fue recogiendo ese material: “todas las cosas que conferimos, me las dieron los ancianos (indi- 32 La traduccién al castellano de Ja crémica indigena de la Conquista contenida en este documento, ha sido publicada en el libro Visidn de tor vencidos, edicién de Miguel Leén-Portiila, version de textos nahuas de Angel Ma. Garibay K. Imprenta Uni- versitaria, 1* edicién, 1959; 74 edicién, México, 1976. 23° Sahagun, Fray Bernardino de, op. cit, T. I, p. 28. XXUI gcnas) por pinturas que aquella era la escritura que ellos antiguamente usaban”. 4 Acompafiado por sus discipulos, antiguos estudiantes indigenas del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, tray Bernardino dedicé asi varios afios a esta cmpresa. Cuando al fin lograba ganarse la confianza de quienes iban a ser sus informantes, les proponia los temas de su “minuta” o cuestionario. En tanto que fos indios viejos repetfan para l las antiguas doctrinas, los jévenes estudiantes de Tlatelolco iban escribiendo todo en su propia lengua, pero con caracteres latinos. Hasta donde fue posible se copiaron también no pocas de las figuras y glifos de los cédices que celosamente guardaban fos ancianos, Con un sentido critica poco comin en su época, Sahagin re- pitié varias veces su investigacién, pasando como él dice, “por un triple ce- dazo” el material recogido, hasta estar cierto de su autenticidad. El fruto de esta larga y bien planeada investigacién, a la que consagré Sahagiin la mayor parte de los sesenta afios que vivid en la Nueva Espafia, fue un ciimulo enorme de cerca de mil folios, por los dos lados, con pin- turas y textos en ndhuatl, acerca de los aspectas fundamentales de la cultura de los antiguos mexicanos. Este material de valor inapreciable, cotrid. vici- situdes que seria largo enumerar. A Sahagin Je sirvid de base, para redactar en castellano su Historia general de las cosas de Nueva Espafia, obra que no es una traduccién de los textos nabuas, sino mas bien un resumen co- mentado de ellos. La documentacién en ndhuatl, quitada a Sahagdn por orden de Felipe IT, fue a parar a Espafia. Una copia de ella se encuentra hoy dia en la Biblioteca Laurenciana de Florencia y se conoce con el nombre de Cédice Florentino. Los matuscritos mds antiguos se canservan en Madrid; son los Cédices Matritenses del Real Palacio y de la Academia de la Historia. En la biblio- gratia final indicaremos cudles son las ediciones bilingiies, todas ellas par- ciales, que hasta ahora se han preparado y publicado de los textos en idio- ma ndhuat] recogidos por Sahagtin. Pero, la obra de Sahagdn tuvo todavia otras consecnencias. Varios de sus discipulos indigenas, en quienes él supo avivar el interés por la antigua cultuta, continuaron también por cuenta propia este tipo de trabajos de transcripcién y conservacién de textos. Fueron Antonio Valeriano, de Az- capotzalco; Martin Jacobita y Andrés Leonardo, de Tlatelolco; Alonso Be- gerano y Pedro de San Buenaventura, de Cuauhtitlan, quienes redujeron a escritura latina, pero en idioma indigena, varias colecciones de cantares y toda una serie de anales histdricos. Entre estes documentos estan los Anales de Cuaubtitlén, asi como otros textos transcritos en 1558. En ambos manuscritos se conservan mitos como los de las edades o soles cosmogénicos, una de las versiones de la leyenda de Quetzaleéatl, asi como anales histéricos de los principales pueblos de la regién central de México. 14 Op. ot, T. i, p. 106. XXIV En el campo de la poesia se encuentran dos importantes textos; La Colec- cién de Cantares Mexicanos, que hoy dia se conserva en la Biblioteca Na- cional de México y el Namado Manuscrito de los romances de los sefores de la Nueva Espafia, que se guarda en la Colecciéa Latincamericana de la Universidad de Texas. Son varios centenares los poemas, en su mayoria de origen prehispénico, que pueden estudiatse en estos documentos, Algunos de ellos son composiciones de poetas tan célebres como Nezahualcdyotl, de Tetzeoco, y Tecayehuatzin, de Huexotzince y otros mds. Debe mencionarse también el Libro de tos cologuios, en el que s¢ trans- criben Jos diglogos que tuvieron lugar en el atrio del convento de San Francisco de la ciudad de México, en 1524, entre los primeros frailes venidos a la Nueva Espaiia y algunos de los principales sabios y sacerdotes indigenas que defendieron su manera de pensar y creer. Importantisimos como son todos estos textos en lengua indfgena, las colecciones de cantares y poemas en ndhuatl, revisten particular interés. De esos tepertorios procede la mayor patte de las composiciones que habremos de presentar a lo largo de nuestro estudio. Existen ademds otros importantes documentos indigenas, entre los que mencionaremos La historia tolteca-chichimeca, preservada en la Biblioteca Nacional de Paris; el Cédice Aubin, redactado en parte con el antiguo sis- tema de esctitura y en parte con anotaciones en néhuatl, escritas ya con el alfabeto latino. No siendo posible incluir en esta enumeracién ottos varios manuserites de cardcter en parte literario, referimos al tector al catélogo que de ellos hace en su magistral Historia de la literatura ndbuat! el doctor Angel Marfa Garibay K. ® Sédlo resta afiadir, que desde fines del siglo XVI y principios del XVII, varios indigenas o mestizos, como don Fernando Alvarado Tezozémoc, Chi- malpain e Ixtliladchitl, esctibieron en idioma néhuatl o en castellano sus propias historias, basadas principalmente en documentos de procedencia prchispanica. Imbuidos ya en Ia manera europea de escribir la historia, consetvaton humerosos textos netamente precolombinos, en su empefio de defender sus tradiciones y antigua forma de vida ante el mundo espajfiol. Tales son, descritas asi con brevedad, las principales fuentes de 1a fitera- tura ind{gena ndhuatl que han llegado hasta el presente. 18 Garibay K., Angel Ma., Historia de la liseratera ndbuatl, 2 Vols., México, Edi- torial Porria, 1953-54, T. [, pp. 51-56. Mencionaremes también aqui los principales cddices o libros de pinturas, en su mayeria copias de cédices prehispanicas, hechos durante el siglo XVI Entre ellos estin la Tira de la peregrinacidn y la Matricula de iributos, re- lacién histérica e! primeco y de los tribucos que se pagaban a México-Tenochtidan, el segundo. El Codice Borbduico, de contenido caleadasice y religioso, el Cédice Mendocino, rico en informacidén sobre las principales instituciones culrurales del mundo nahuatl, el Azcatlitlan y el Mexicenes, ambos acerca de la peregrinacién de los aztecas, etc. Ademés de estos codices, se conservan orres seis de origen claramente prehispani- co y estrechamente rclacionados con las instituciones y cultura del mundo nahuatl. Nos referimes a los cédices Borgia, Cospi, Fjervary-Mayer, Laud, Pintura 20 de la coleccién Goupil-Aubin y Vaticano B-3773. De todos estos cédices se dara referencia precisa en la bibliografia sobre documentacién indigena al final de este libro. xxv Formas de composiciin de acuerdo con su designactén en ndhuatl Con el propdsito de distribuir en distintas categorfas literarias las produc- ciones nahuas prehispénicas se ha empleado en ocasiones una terminologia derivada de contextos culturales per completo ajenos. Obviamente, més adecuado es atendet a los conceptos y vocablos de que se valieron los tlama- tinime y los cuicapicque (sabios y foriadores de cantos) para caracterizar sus propias formas de expresién. Para ellos, que mantenian también en esto antiguas tradiciones, toda composicién se situaba o en la rica gama de los cuicail, cantos y poemas, o en la de los #latolli, relatos y discursos. Estas dos categorias, tal vez hasta cierto punto afines a las de poesia y prosa, daban luego cabida a gran ntimero de variantes. De ellas precisamen- te se tratara enseguida. ‘ Los cuicatl, como lo dijo el farjador de cantos Ayocuan Cuetzpaltzitzin, “del interior del cielo vienen”; son inspiracién y también sentimiento. En ellos afloran los recuerdos y el didlogo con el corazén. El ritmo y la me- dida, y a veces asimismo Ja entonacién acompafiada por la miisica, son sus atributos exteriores. En las culturas antiguas fue frecuente que las compo- siciones sagtadas, conservadas por tradicién oral, tuvieran en la medida y en el ritmo anxiliares poderosos que facilitaban su retencién en la memoria. Entre los mahuas fue muy amplia la gama de creaciones con estas caracte- risticas, implicitamenie evocadas por la voz cuicatl. En primer lugar deben mencionarse los miiltiples teocuicatl, cantos di- vinos o de los dioses. De ellos se dice que constituian materia principal en la ensefianza que se impartia en los calmécac. Atendiendo a los textos que han Ilegado hasta nosotros, puede afirmarse que fueron auténticos teocuicatl los antiguos himnos en honor de los dioses, como los veinte que recogié Bernardino de Sahagun. Se conservan otros feocuicatl —himnos sagrados— que se entonaban, con acompafiamiento de nmisica, en las correspondientes fiestas religiosas. El anélisis literario de estas composiciones pone de manifiesto algunas de sus caracteristicas: ademas del ritmo y el metro, existe en ellos el paralelis- mo, la repeticién con variantes de un mismo pensamiento. La expresién propia del teocuicail es de necesidad solemne, muchas veces esotérica. Podria decirse que en ellos no hay palabras que estén de mds. Son la recordacién de los hechos primordiales o la invocacién por excelencia que se dirige a la divinidad. Aunque en la mayor parte de las composiciones que genéricamente re- cibian el nombre de cuicatl solia estar presente cl tema de las realidades divinas, de ninguna manera debe pensarse que todas ellas eran himnos sa- grados, teocuicatl, en sentido estricto. La serie de designaciones que se con- servan, y el contenido mismo de muchos cantares y poemas, confirman la variedad de expresiones. Asi, fepowazcuicatl era vor que designaba, tam- bién en forma general, a los cantos que necesariamente requerian el acom- XXVI pafiamiento musical. Precisamente en muchos de ellos estuvo el germen de las primeras formas de acmacién o representacién entre Jos nahuas. Cuaubcuicatl, cantos de aguilas; ocelocwicatl, cantos de ocelotes; yaoenicatl, cantos de guerra; eran diversas maneras de nombrar a las producciones en las que se enaltecian los hechos de capitanes famosos, las victorias de los mexicas o de otros grupos en contra de sus enemigos. También estos poe- mas eran a veces objeto de actuacién, canto, misica y baile, en Jas conme- moraciones y fiestas. En contraste con estas formas de poesia, eran asimismo frecuentes los conocidos como xochicwicatl, cantos de flores; xopancuicatl, cantos de pri- mavera; icrecuicadl, cantos de tristeza; todas composiciones de tono Iirico. Unas veces eran ponderacién de lo bueno que hay en la tierra, la amistad de los rostros humanos, la belleza misma de las flores y los cantos; otras, reflexién fatima y apesadumbrada en torno a fa inestabilidad de la vida, la muerte y el més alld. Precisamente la existencia de estos poemas, en los que, no una sino muchas veces, se plantean preguntas semejantes a las que formularon, en ottos tiempos y latitudes, los primeros filésofos, ha [leva- do a afirmar que, también entre los ilamatinime prehispanicos, hubo quienes cultivaron parecidas formas de pensamiento al reflexionar sobre los enig- mas de! destino humans, la divinidad, y el valor que debe darse a la fuga cidad de Io que existe. ¥Y como en los mannscritos en ndhuatl se ofrecen en ocasiones los nombres de quienes concibieron estas Jucubraciones o aquellas otras mds despreocupadas y alegres, ha sido posible relacionar al- gunos poemas con sus autores, desterrando asi un supuesto anonimato universal de la literatura prehispdnica. La dicho acerca de las distintas for- mas de cuicatl, cantos y poemas, deja ver algo de la riqueza propia de esta expresién en la época prehispdnica: Categoria literaria distinta es la que, con otro concepto también gené- rico, describieron los nahuas como Hatolli: palabra, discurso, relato, his- toria, exhortacién. En el término fatolli se comprendia todo aquello que, no siendo pura inspiracién o recordacién poéticas, se ofrecia como fruto de inquisicién y de conocimiento en diversos grados sistemdtico. Entre las principales maneras de Natolli que cultivaron los nahuas pueden percibirse tmarcadas diferencias, expresadas por ellos con vocablos distintos: los bue- buetlatolli, palabras 9 discursos de los ancianos; los feotlatolli, disertacio- nes divinas 0 acerca de la divinidad, incluidas muchas veces en los mismos huchenilatolli; Jos ye wecauh tlatolli, relatos acetca de las cosas antiguas, o también itolfoca, “lo que se dice de algo o de alguien”, version nativa de lo que Lamamos historia; los damachilliz-tlatol-zazanilli, que literalmente significa “relaciones orales de lo que se sabe”, es decir leyendas y narracio- nes ligadas muchas veces con tradiciones de contenido mitoldgico; les in tonalli itlaflatollo, conjunto de palabras acerca de los destinos en fancién del tonaldmatl y, finalmente, los nabuallatol (de aabualli y tlatolli), conju- ros, aquello que pronunciaban los que se dedicaban a la magia. XXVIL Numerosos son los “discursos de los ancianos” que han Ilegado hasta nosotros. Las transcripciones que de ellos hicieron principalmente Olmos y Sahagiin permiten valorar esta peculiar forma de expresién néhuatl. En opinién del mencionado fray Bernardino, aqui podia hallarse el mejor tes- timonio “de la retérica y filosoffa moral y teologia de la gente mexicana, donde hay cosas muy cutiosas, tocantes a los primotes de su lengua, y cosas muy delicadas tocantes a fas virtudes morales”. En varios de los buchuetlatolli hay exhortaciones paternas o maternas, henchidas de ensefianzas para los hijos que han Tlegado a la edad de discrecién. También se conservan diversas formas de pliticas como las que se dirigian al ilatoani recién electo, “‘demandandole, como esctibe Sahagin, favor y lum- bre para hacer bien su oficio”, al igual que otros discursos cldsicos de [os mismos flafogue que, como modelo de expresidn, conservd el recuerdo. Los consejos e invacaciones de Ja partera ante el nifio recién nacido, Jas palabras de enhorabuena con motivo del nacimiento, las consultas de los padres con los tonalpoubgue que deblan interpretar los destinos del nuevo ser, la promesa de llevar a los nifios, cuando tengan edad para ello, al felpuchcalli o al calmécac, los discursos de los maestros, de tono moral o ditigidos a ensefiar las artes del bien hablar y de Ja cortesfa, las palabras de preparacién para el matrimonio y, finalmente, detetminadas formas de oracién o imprecacién a modo de discutso, todo esto integraba ef contenido de los distintos Auehwetlatolli. Atendiendo ahora a la peculiaridad misma de los Auehuetlatolli, a aque- flo que muestra, como dice Sahagun, “los primores de su lengua”, aparecen varios rasgos dignos de ser notados, Primeramente puede afirmarse que, de todas las formas de tlurolli, es esta una de las mas tefinadas, que en rigor podia merecer el titulo de secpillatolli, “lenguaje propio de gente noble”. Toda la gama de las formulas de respeto, en las gue abundé tanto esta cul- tura, se hacen presentes en los buchuedlatolli, Hay en ellos proliferacién extraordinaria de metéforas: al ser humano se le nombra casi siempre “due- fio de un rostro y de un corazén”; para aludir al peder y al mando se men- ciona el icpalli y el pétlatl, “la silla y la estera”; de la suptema deidad se dice siempre que es YoAuall?, Ebécatl, como la noche y el viento; la nifia pequefia es chatchiuhcdzcatl, quetzalli, “collar de piedras finas, plumaje de quetzal”. Y también en los bueAuetlatolli, como en el caso de muchos de los cuicatl, es frecuente el patalelismo o sea la repeticién de un mismo pen- samiento con ligeras variantes; indicio del propdsitoe de que estas palabras més facilmente pudieran conservarse en ia memotia, A no dudarlo, el es- tudio de los buehuetlatolli es uno de los mejores caminos para acercarse a fa cultura intelectual del hombre prehispanico. Se conecen asimismo otros discursos a los que, por su contenido, debe aplicarse la designacién mds especifica de seotlerolli, disertaciones acerca de la divinidad. Tal es el caso de varios de aquellos que, a modo de oracién, se dirigen a Tlogue Nabuague, el dios supremo, Duefio de Ia cercanfa y Ja XXVIIT proximidad, y en los que se précisan sus distintas advocaciones y atributos. Teotlalli —con ritmo y medida— fueron aquellos textos que recordaban la serie de creaciones de las distintas edades o soles. Igualmente ¢l muy conocido acerca del origen del quinto sol en Teotihuacan o aquellos en los que se refieren las actuaciones de Quetzalcéaii, el dios o el sacerdote entre fos toltecas. Relativamente abundantes son, los testimonios nahuas de contenido his- térico. Por una parte existian, como es sabido, determinados libros, prin- cipalmente los xizhémati, “papeles de los aiios”, en los que, en forma de anales, se inscribfan y pintaban en la correspondiente fecha los sucesos mds dignos de recuerdo. Algunos de esos manuscritos han Ilegado hasta ef pre- sente, bien sea de origen prehispdnico o en copias que datan de los primeros tiempos de la Nueva Espafia. Pero, una vez més, también la relacién oral fue complemento esencial de lo que se consignaba en los cddices. En los centros de educacién, sobre todo en los cafwtécac, tenia lugar importante la memotizacién de los ye wecanh tlatolli, relatos sobre lo que sucedié en tiempos antiguos. En ellos se fijaba, a modo de itoloca, “lo que petmanen- temente se dice de alguien o de algo”, el gran conjunto de los fatdllotl, la esencia de la palabra, tecordacién del pasado. Y como hasta hoy se conser- van algunos ¢édices nahuas de contenido histérico, lo mismo puede decirse respecto de varios textos que, memorizados en la antigtiedad prehispdnica, se transcribieron mds tarde con el alfabeto latino. En contraste con lo escueto de anales como éstos, los ye uecauh Hatolli sé entiquecieron tambiéa muchas veces con narraciones y leyendas, verda- deros #lanachilliz-tlatol-zazanilli, “relatos de lo que se sabia”, que permi- tian conocer con mds detalles la vida y la actuacidn de los gobernantes y lo que habfa acontecido a la comunidad entera en las distintas ¢pocas. Ejemplo de esto son las célebres leyendas acerca de Querzalcéatl, incluidas en el Cédice Matritense de Sahagin y en los Anales de Cuanbtitlin, 0 lo que refiere esta Ultima fuente acerca de la vida del sefior de Tetzcoco, Nezahualcéyoil. Otras fotinas de tlatolli, ademas de las que se han mencionado, hubo en el mundo prehispdnico. Entre las més importantes estuvieron los ix tonalli itlatlatollo, “discursos de los tonalpoubgue o astrélogos”, que hacian Ja lectura de los destinos. A esta materia se dedica integramente el libro IV del Cédice Matritense de ia Real Academia, donde aparecen los testimonios en ndhuatl que recogid Sahagin de sus informantes. Hay asi- mismo vestigios de otra forma de expresidn esotérica que se designdé con el vocablo nabuallatolli, el tlatolli de los xahualli, lengnaje encubierto 9 magico, propio de brujos. Material para su estudio Jo ofrece el Tratado de las supersticiones de ios naturales de esta Nueva Espaiia de Hernando Ruiz de Alareén (1954), Alli se conservan en su original algunos de los conjuros que recogié éste entre los brujos nahuas que ain ejercian sus funciones a XXEX principios del siglo XVII, Aunque literatura por esencia esotérica, el nabua- ilatoll? encierra sorpresas del mayor interés. Variada y rica, mds de Jo que pudiera sospecharse, fue la produccién lite- ratia en néhvatl. Mucho es [o que de ella se perdié pero también son nume- rosos los textos que se conservan. La mencién de las fuentes en las que se conservan antiguos textos litera- tios de los pueblos del México antiguo, pone de manifiesto que no es fantasia hablar de una rica tradicidn literaria, o si se prefiere, de literatura en. los tiempos prehispdnicos. Aspectos sobresalientes en la Hteratura nabuatl La descripcién de los textos que se conservan en idioma ndhuatl deja ver ya cudles son los grandes temas de esta literatura indigena. Hay en ella mitos y leyendas, himnos sagrados, diversas formas de poesia pica, lirica y religiosa, una a manera de teatro, crénicas ¢ historia, prosa diddctica, doctrinas acerca de los dioses y aun los principios de lo que puede Jamarse una filosofia pre- hispdnica. Existen también textos, redactados a rafz de la Conquista, en los que es posible estudiar la visién de los vencidos, el testimonio dejado por quienes contemplaron y tuvieron conciencia de la destruccién de su antigua cultura y maneta de vida. Por lo que toca a los idiomas en que se redactaron esos textos, tanto ef ndhuatl como los otros, fueron medio, no sdle adecuado, sino también rico y de expresién elegante. Gracias a la yuxtaposicién de rafces y de numerosos sufijos y prefijos, es posible expresar en esas lenguas cualquier idea pot abs- tracta y dificil que se suponga. Los mismos indigenas tuvieron conciencia de los recursos literarios de las lenguas que hablaban. Por esto, se esforzaban en cultivar y transmitir el arte de Ia palabra, Asi, entre los nahuas, en sus centros de educacidn se daba especial importancia al arte del buen decir, al cultivo del tecpillatalli, o forma de expresién noble y cuidadosa. Esos pueblos, que tanto se destacaton en Jas artes pldsticas, tuvieron tam- bién maestros y artistas de la palabra. Se conacen los nombres de varios de sus mds extraordinarios poetas ¢ histotiadores. De ellos nos ocuparemos en los capitules siguientes. Aqui'tan sdlo transcribiremos un breve texto en el que se pinta la figura ideal del Haguetzqui, o narrador, “‘aquel que, al hablar, hace ponetse de pie a las cosas”, En este texto se muestra ya, al contrapo- nerse las figuras del buen y del mal narrador, cudles eran los ideales indi- genas en el arte del bien decir: EI narrador: donaitoso, dice {as cosas con gracia, attista del fabio y 1a boca. p.0.9.4 El buen narrador: de palabras gustosas, de palabras alegres, flores dene en sus labios. En su discurso Jas consejas abundan, de palabra correcta, brotan flores de su boca, Su diseurso: gustoso y alegre come las flores; de él es el lenguaje noble y la expresién cuidadosa. Ei mal narrador: lenguaje descompuesta, atropella las palabras; labio comido, mal hablado, Narra cosas sin tino, las describe, dice palabras vanas, no tiene vergiienza, 16 Verdadero artista del labio y la boca era el buen narrador. De él se dice que se esforzaba por lograr un lenguaje noble y una expresién cuidadosa. Finalmente, se repite también que las flores o sean las metéforas y los sim- boles, brotaban de sus labios. Todas esas metdforas caracteristicas de las lenguas indigenas, daban a sus expresiones literarias un cardcter inconfun- dible, Gracias a ellas y a ottos recursos propios de estos idiomas, como son el difrasismo o expresién paralela que repite dos veces de manera dis- tinta una misma idea, la yuxtaposicién de palabras, las “frases broche”, con que se abre y cierra un texto determinado, los antiguos poetas, oradores, historiadores y sabios pudieton crear cuadros extraordinarios en los que lo abstracto y lo concteto parecen aunarse para dar nueva vida a los mitos, las leyendas, las historias y doctrinas. Tan elevada fue [a estima que tuvieron esos pueblos por sus creaciones literarias que Iegaron a concebir, como vercmos més adelante, toda una visién estética de Ia vida fotmulada por medio de la poesia, “las flores y los cantos’’, como ellos la Ilamaban. No serf pues extrafio encontrar textos en los que los mismos poetas hablan de su angustia por encontrar la forma capaz de expresar su intuicién y pensamiento. Asi, el sefior Ayocuan, poeta otiundo de Tecamachalco, en el actual estado de Puebla, afirma que el origen de sus cantos estd en el interior del ciclo, pero que él, a pesar de su anhelo, es incapaz de decir lo que quiere: Del interior del cielo vienen las bellas flores, los bellos cantos. Los afea nuestro anhelo, nuestra inventiva los echa a perder. 17 18 Cédice Matritense de ia Real Academia, fol. 122. 17° Colecesin de Cantares Mexicanos, fol. 9 v. XXXI Inspiracién 0 intuicién, anhelo o inventiva, flores y cantos, o sea, meta- foras y simbolas, son el alma de las literaturas indigenas. En vez de tratar de reducir a reglas o principios més 0 menos arbitrarios sus distintas formas de expresidn, invitamos a quien esto lee a descubtir por si mismo el valor literario y humano de tas composiciones indigenas. A continuacién estudia- retmos muchas de ellas, traducidas en su mayorla por el autor de este libro. Para quien desee acercatse a los textos en la propia lengua indigena, se oftecen al final de este trabajo las correspondientes teferencias bibliogréfi- cas. Afiadiré tan séle que, en cada capitulo, al incluirse en él una determi- nada forma de produccién literaria del México antiguo, se ofrece una intro- duccién especificamente relacionada con el texto correspondiente, Por de- mids esta decir que tales pérrafos introductorios buscan facilitar el acerca- miento a creaciones literatias alejadas en el tiempo pero, por humanas, en fin de cuentas para aosotros también portadoras de significacidn. XXXIT LITERATURA DEL MEXICO ANTIGUO CAPITULO I TEOTLATOLLI: LAS PALABRAS DIVINAS ACERCA DE LOS ORIGENES INTRODUCCION NumeErosos son fos textos en ndbuatl y otras lenguas indigenas, ejemplos de teotlatolli, “palabras divinas”, ajines en cierto grado a los relatos épicos, en los que se conservan los grandes mitos del México antiguo. Si se re- cuerda que en las cuituras del mundo prebispanico existe una base comin, debida probablemente a la influencia de los misteriosos olmecas de las costas del Golfo, no serd de extrafiar que encontremos mitos y leyendas muy parecidas en textos redactados en distintas lenguas. Ast, por ejemplo, tanta entre los iayas Como entre los nabuas, existen relaciones acerca de las edades edsmicas, del béroe cultural Quetzalcéatl o Kukuledn, conto lo llamaban los mayas, del origen del maiz. Seré pues posible establecer una temdtica general de los principales mitos del México antiguo. TEMATICA DE LOS MITOS a) Poemas de la creacién, Varios manuscritos en idioma nébuail, algu- nos de ellos transmitidos por los informantes indigenas de Sahagrin, conser- van la narracién de las varias edades o soles cosmogénicos que sucesivamente existieron antes de la época actual En esas edades aparecieron diversas formas de animales, de seres huma- nos bechos de barro, de ceniza, de madera y al fin de maiz, diversas clases de mantenimientos, muy pobres al principio, pero que fueron alcanzando carac- teristicas cada vex mejores. De acuerdo con algunas fuentes nabuas, habia ha- bido cinco de estas edades, regidas por los “soles” de agua, tierra, fuego, viento y movimiento, Otros textos también nabuas, el Popol Vuh de los guichés y el Chilam Balam de Chumayel, se refieren en cambio solamente z cuatro perlodos cdsmicos. Mas, a pesar de esta diferencia, hay coinciden- cia en la concepcién de una evolucién hacia formas mejores en las distintas versianes del mito. Tanto ef Popol Vuh, como algunos [teotlatolli] en nébuatl, al hablar de la primera organizacién del mundo, la atribuyen a un supremo principio dual, “nuestra madre, nuestro padre”, que da origen 4 todo cuanto existe. Esta misma idea aparece también en varios cédices mixtecos y en otros documentos de esa cultura. El supremo principio dual, madre y padre, designado posteriormente por los pueblos nabuas con el término de Ometedtl, que significa ‘Dios de la dualidad’”, fue considerade como origen de los otros dioses, En su aspecto masculino engendrd y en el femenino concibié todas las fuerzas césmicas, consideradas por los humanos como los dioses innumerables de los rumbos del universo, de la Unvia, del viento, del fuego, de la regidn de los muertos. Varios de esos dioses, viendo que el universo habia terminado en forma violenta cuatro veces cousecuitvas, se preocuparon por poner fit @ tanta desgracia. Fueron ellos quienes reanidos en Teotihuacda, se empefaron de comtin acuerdo en dar origen ala quinta edad cdsmica, ésta en la que abora vivimos. La quinta edad que recibiria el nombre de “Sol de movintiento” iba @ ser el resultado de la intervencién y el sacrificio voluntario de todos los hijos del Dios dual. En el sangriento sacrificio del juego, al que sé arro- jaron los dioses para dar origen al Sol y a la Luna, qtedaba la semilla que mucho mds tarde babria de fructificar en el ritual religiosa de los aztecas. Si por ia muerte de los dioses fue posible el movimiento y la vida del Sol, tan slo por el sacrificio de los hombres, que desempefian en la tierra el papel de los dioses, podrdé preservarse su vida y su movimiento. Sélo ast se evilard el cataclismo que, conto en las edades antiguas, podria poner fin a este Sol y a este tientpo en que viven los seres humanos. Tales son algunos de los més antiguos mitos acerca de los origenes de fa tierra, el Sol y la Luna, que refieren los antiguos mexicanos en las que pueden llamarse sus pritmeras expresiones de poesia épica, sus teotlatolli. b) Los héroes cedturales. Figura central en el pensamiento del México antiguo fue Quetzalcéatl. Concebido unas veces como un dios, un titulo de la suprema divinidad, y otras, como un héroe cultural, desempend sient- pre papel ineportantisimo en el desarrollo de las antiguas culturas. Quetzal- céatl fue conocido también por los mayas can el nombre de Kukulkdn y por los quichés con el de Gucumatz, voces todas que significan “serpiente de plumas de quetzal”, Entre los mitos nabuas, se encuentran los que atribuyen al dios Quet- zaledatt el ovigen del maiz y de los actuales seres humanos. Fue Quetzal- céatl, simbolo de la sabiduria divina, quien acepté ir a la regidn de tos muertos en pos de los buesos preciosas de los hombres de otras edades. Acompafiada tan sdio por su nahual, especie de doble o “alter ego”, des- ciende Quetzaledatl al mundo de los muertos, donde tiene que hacer frente @ una serie de pruebas y dificultades que le pone Mictlantecuhtli, “Sevor de la regidén de los descarnados’. Al fin Quetzalcéatl reine los buesos de hombre y mujer y los Heva al mitico lugar de Tamoanchan. Ali se rednen 4 los dioses y después de moler los buesos en un barreiio preciosa, Quetzal- eéatl sangra sobre ellos su miembro para comunicarles la vida. Una vex rads el sacrificio sangriento vuelve a ser el origen del movimiento y la vida. Los hombres, como refiere el mito, se lHamtaron entonces maceluales, que quiere decir “los merecidos”, porque con el sacrificio de Quetzalcéatl fue posible merecer su existencia en esta quinta edad. Fue también Guetzalebatl el encargado de ir en busca del ntatz, el cereal americano por antonomasia. Marché para esto al encuentro de la hormiga roja que vivia junto al “Monte de nuestro sustento”, donde tenta escondi- do el maiz. Quetzaicéatl se convirtid en hormiga negra, y después de un largo didlogo, logré que la hormiga roja le permtitiera sacar algunos granos de maiz. Intervienen entonces otros varios dioses que van haciendo su apa- ricin en ef mito. San ahora los tlaloques, los dioses de la luvia, que apa- recen desde los cuatro rumbos del universo para consumar el robo del maiz y bacer posible sw fecundacién en la tierra. El dios Quetzalcdatl iba a en- tregar al fin a los hambres las semillas preciosas. Tomando algunas de ellas, das mascaron los dioses y las pusieron después en Ia boca de los primeros seres bumanos, para que se bicieran fuertes y pudieran vivir. Al lado de los mitos de Quetzalcéatl en su cardcter de dios, aparecen también otros textos sobre Quetzalcdatl, el gran sacerdote de los toliecas, bévoe cultural del mundo precolombino. El cuadro del reinado de Quet- zalcéail es la descripcién de una vida de abundancia y riqueza en todos Tos érdenes. Los toltecas habian vecibido de él su sabiduria y el conjunto de las artes. Quetzalcéatl habitaba en sus palacios de diversos colores, orien- tados hacia los cuatro rumbos del universo. Vivia alli en abstinencia y cas- tidad. Pero sobre todo estaba consagrado a la meditacién y a la bdsqueda de nuevas formas de concebir a la divinidad, Pero esa edad dorada de los toltecas tuvo también un término, El sabia sacerdate tuvo que buir hacia el oriente forzado por tres hechiceros que habian Hegado a Tula para persuadirlo a introducir el rito de los sacrificios bumanos. Los hechiceros le trastornaron el corazén y provocaron sa ruina, Hablando con el gran sacerdote que aparece ya anciano y enfermo, los he- chiceros le mostraron un espejo para que se contemplara a si mismo car gado de afios. En un largo didlogo trataron de persuadirlo a beber una be- bida embriagante, que segin ie dijeron, habian traido para sanarlo. Tras larga resistencia, Quetzalcdatl probé la bebida, la consumid y quedd al fin embriagado. Los bechiceros se dedicaron entonces a practicar maleficios en Tula. Cuando Quetzaleéatl tuvo conciencia de lo que babia sucedido, de- cidid marcharse hacia la regidn de la luz, al oriente, en donde esté la Tierra del Color Negro » Rojo, de la sabiduria. Llegado a ta orilla del mar, en las costas del Golfo, allt desaparecié Quetzalcdatl para siempre. Seguin una versiin, se embarcé en una balsa magica becha de serpientes. Segdn otra, se arrojé a una hoguera para salir de ella convertida en astro. Los textos indigenas del mundo maya, bablan entonces de la Hegada de Quetzaicdatl. Conacide como Kukulkdn entre los mayas 0 Gucumatz entre los quichés, aparece también coma héroe cultural en esas apartadas regiones. Los mitos repiten que, a pesar de que Quetzalcoatl habla tenido que partir, al fin, babria de volver. El dios y el sacerdote, confundidos mu- chas veces en el pensamiento indigena, siguieron sinbolizando en todos los tiempos lo mds elevado del espiritualismo del México antigua. ¢) Mites relacionados con otros dioses. Bajo este rubro pueden incluir- se un sinutimero de textos que tratan acerca de los dioses de la luvia, del viento, de las sementeras, etcétera. También pueden incluirse aqui algunas doctrinas populares acerca del mas alld, la regién de los muertos, el érbol nodriza, el paraiso del dios de la luvia y el cielo del sol, los rumbos del universo, los pisos celestes, Varios manuscritos en nahuatl se conservan con relatos de esta indole. Uno de ellos particularmente significativo, es el que se conoce como Leyenda de los soles o Manuscrito de 1558. Ex él, ademds de ineluirse otra versién del mito cosmogénico de las edades o soles que han existido, se recogen arraciones antiguas como las referentes a Mixcdatl, a Tliloc y a Huémac. Dada la importancia de este texto —auténtico teotlatolli, palabra divina sobre los origenes y el universo de los dioses— lo ofrecemos integramente en este capitulo. Muebos de estos mitos recuerdan, en su exprestén ritmica, narraciones de otros pueblos y culturas, Esa forma de expresién que sigue un ritmo 3 que repite con frecuencia dos veces la misma idea, en forma de difrasismo paralelo, deja entrever que estos textos, menorizados desde tiempos arti- guos, se repetian ew los centras prebispdnicos de educacién y en las grandes fiestas religiasas. Desde un punto de vista estilistico saltard a la vista en estos textos el sentido del pormenor, que lleva a describir detalles, a repetir o tratar de expresar un hecho o idea por todos sus dngulos, desde los més distintos puntos de vista. Pero al lado de ese sentido indigena del pormenor, apa- rece también en los textas la concepcién de conjunto, dentro de la cual los detalles adquieren su significado. Tanto en los mitos, como en otras formas de expresidn poética, podrd descubrirse la extraordinaria fantasia indige- na que llega muchas veces a sutiles abstracciones, maravillosamente expre- sadas a base de elementos concretos, de flores y cantos, plumaies de quetzal, jades y piedras preciosas. Ast, los poemsas miticos de los nabuas, o de los pueblos del mundo maya, evocan, en su misma manera de expresion, el arte de esas culturas donde también se auina lo abstracto » lo concreto, los de- talles infinitos y la fantasia para dar expresion plastica al wtisterioso mundo de los dioses, a las doctrinas acerca del mundo, del hombre y de la existencia en general, Varios de esos poemas gue constituyen prabablemente la parcién més antigua del legado literario precolombina serin ofrecidos a continuacién. 6 CICLOS DE LOS MITOS COSMOGONICOS LOS SOLES Q EDADES QUE HAN EXISTIDO' Se referia, se decfa que asi bubo ya antes cuatro vidas, y que ésta era la quinta edad. Como lo sabian los viejos, en el afio 1-Conejo se cimenté la tierra y el cielo. ¥ asf lo sabian, que cuando se cimenté Ja tierra y el cielo, habfan existido ya cuatro clases de hombres, cuatro clases de vidas. Sabian igualmente que cada una de ellas habia existido en un Sol (una edad). Y decfan que a los primeros hombres su dios Ios hizo, los forjé de ceniza, Esto lo atribuian a Quetzaledatl, cuyo signo es 7-Viento, él los hizo, é los invent. El primer Sol (edad) que fue cimentado, su signo fue 4-Agua, se llamé Sol de Agua. En él sucedid que todo se lo Ievé el agua. Las gentes se convirtieron en peces. Se cimenté luego el segundo Sol (edad). Su signo era 4-Tigre. Se llamaba Sol de Tigre. En &i sucedié que se oprimié el cielo, el Sol no seguia su camino. Al llegar el Sol al mediodia, luego se hacia de noche 1 Para e] peasamieato ndhuatl, el mundo habia existide no una, sino varias veces consecutivas. La primera fundamentaciéa de ia tierra habia tenido lugar hacia muchos milenios, Otros cuatro soles o edades habian existido antes de Ja época presente. Durance todo ese tiempo habia habido una cierta evolucién en espiral en Ja que aparecieron for- mas cada vez mejores de seres humanos, de plantas y de elementos. 7 y cuando ya se oscutecia, los tigres se comian a [as gentes. Y en este Sol vivian los gigantes. Decfan los viejos, que los gigantes asi se saludaban: “no se caiga usted”, porque quien se caia, s¢ Cala para siempre. Se cimenté luego el tercer Sol. Su signo era 4-Lluvia. Se decia Sol de Lluvia (de fuego). Sucedid que durante él llovié fuego, los que en él vivian se quemaron. ¥ durante é Ifovié también arena. Y¥ decfan que en él llovieron las piedrezuelas que vemos, que hirvid fa piedra tezontle ¥ que entonces se enrojecieron los pefiascos. Su signo era 4-Viento, se cimenté luego el cuarto Sol. Se decia Sol de Viento. Durante él todo fue Nevado por el viento. Todos se volvieron mones. Por los montes se esparcieron, se fueron a vivic los hombres-monos. El quinto Sol: 4-Movimiento su signo. Se llama Sol de Movimiento, porque se mueve, sigue su camino. Y como andan diciende los viejos, en él habr4 movimientos de tierra, habré hambre y asi pereceremos. En el afio 13-Caria, se dice que vino a existiz, nacié el Sol que ahora existe. Entonces fue cuando ilumind, cuando amanecié, el Sol de movimiento que ahota existe. 8 4-Movimiento es su signo. Es éste el quinto Sol que se cimentd, en él habrd movimientos de tierra, en él habré hambres. * EL NUEVO SOL EN TEOTIHUACAN * Se dice que cuando atin era de noche, cuando ain no habia luz, cuando atin no amanecfa, dicen que se juntaron, s¢ llamaron unos a otros los dioses, allé en Teotihvacdn, Dijeron, se dijeron entre si: —iVenid, oh dioses! ¢Quién tomard sobre sf, quiéa llevard a cuestas, quién alumbrard, quién hard amanecer? Y en seguida aili hablé aquel, alli presentd su rostro Tecuciztécatl. Dijo: -—jOh dioses, en verdad yo seré! Otra vez dijeron los dioses: —¢Quién otro mds? En seguida unos y otros.s¢ miran entre si, unos a otros se hacen ver, se dicen: —¢Cémo ser4? ¢Cémo habremos de hacerlo? Nadie se atrevia, ningtin otro presenté su rostro. Todos, grandes se- fiores, manifestaban su temor, retrocedian. Nadie se hizo alli visible. Nanahuatzin, uno de esos sefiores, alli estaba junto a ellos, petmanecia escuchando cuanto se decia. Entonces los dioses se dirigieron a él, y Ie dijeron: —jTu, té& seras, oh Nanahuatzin! El entonces se apresuré a recoger la palabra, la tomdé de buena gana. Dijo: —Esid bien, oh dioses, me habéis hecho un bien. En seguida empezaron, ya hacen penitencia. Cuatro dias ayunaron los dos, Nanahuatzin y Tecuciztécatl. Entonces fue cuando también se encen- did el fuego. Ya arde éste all en el fogdn. Nombraron al fogdn roca divina. Y¥, todo aquello con que aque! Tecuciztécatl hacia penitencia era pre- cioso: sus tamas de abeto exan plumas de quetzal, sus bolas de grama eran de oro, sus espinas de jade. Asi las espinas ensangrentadas, sus sangramien- tos eran coral, y su incienso, muy genvino copal. 2 Anales de Cuaublitién, fol. 2. Version del nahuat] de M. Leén-Portilla. 3 Los infermantes de Sahagiin —segiin el texte en nahuatl del Cédice Matritense— hicieron rescate de la “palabra divina”, seoslasolli, relative a ia aparicién del nuevo Sol, el quinto de la serie, que ilumina al mundo en el que ahora vivimos. El dios Nanabuaizin, “el buboso”, en competencia con ¢l arrogante Tecuciztécati, “Sefior de les caracoles” se arrojé a la hoguera y fue él quien se convirtié en el Sol. Tecuciztécatl ruvo que con- formarse con su tardia transmutacién en la luna. 9 Pero Nanahuatzin, sus ramas de abeto todas etan solamente cafias ver- des, cafias nuevas en manojos de tres, todas atadas en conjunto eran nueve. ¥ sus bolas de grama sélo eran genuinas barbas de ocote; y sus espinas, también eran sélo verdaderas espinas de maguey. ¥ lo que con ellas se san- gtaba era realmente su sangre. Su copal era por cierto aquello que se tata de sus Iagas, A cada uno de éstos se le hizo su monte, donde quedaron haciendo penitencia cuatro noches. Se dice ahora que estos montes son las pirdmi- des: la pirdmide del sol y la pirémide de la luna. Y cuando terminaron de hacer penitencia cuatro noches, entonces vi- nieron a arrojat, a echar por tierra, sus ramas de abeto y todo aquello con lo que habfan hecho penitencia. Esto se hizo. Ya es el levantamiento, cuando atin es de noche, para que cumplan su oficio, se conviertan en dio- ses. ¥ cuando ya se acetca la medianoche, entonces les ponen a cuestas su catga, los atavian, los adornan. A Tecuciztécatl le dieron su tocado redondo de plumas de garza, también su chalequille, ¥ a Nanahuatzin sélo papel, con ét cifieron su cabeza, con el cifferon su cabellera; se nombra su tocado de papel, y sus atavios también de papel, su braguero de papel. Y hecho esto asf, cuando se acercé la medianoche, todos los dioses vinieron a quedar alrededor del fogén, al que se nombra roca divina, don- de por cuatro dias habia ardido el fuego. Por ambas partes se pusieran en fila los dioses. En el medio colocaron, dejaron de pie a los dos que se nom- bran Tecuciztécatl y Nanahuatzin. Los pusieron con ef rostro vuelto, los dejaren con el rostro hacia donde estaba el fogdn. En seguida hablaron los dioses, dijeron a Tecuciztécatl: —iTen valor, oh Tecuciztécatl, ldnzate, arréjate en el fuego! Sin tardanza fue éste a arrojarse al fuego. Pero cuando le alcanzé el ardor del fuego, no pudo resistirlo, no le fue soportable, no le fue toleta- ble. Excesivamente habfa estado ardiendo el fogén, se habia hecho un fue- go que abrasaba, bien habla ardido y atdido el fuego, Por ello sélo vino a tener miedo, vino a quedarse parado, vino a volver hacia atrd4s, vino a retroceder. Una vez mds fue a intentarlo, todas sus fuerzas tomé para arrojarse, pata entregarse al fuego. Pero no pudo atreverse, Cuando ya se acercd al reverberante calor, sélo yino a salir de tegreso, s6lo vino a huir, no tuvo valor. Cuatro veces, cuatto veces de atrevimiento, asi lo hizo, fue a intentarlo. Sélo que no pudo arrojarse en el fuego, El compromiso era sdlo de intentarlo alli cuatro veces. Y¥ cuando hubo intentado cuatre veces, entonces ya asi exclamaron, dijeron los dioses a Nanahuatzin: —iAhora vi, ahora ya ti, Nanahuatzin, que sea ya! ¥ Nanahuatzin de una vez vino a tener valor, vino a concluir Ja cosa, hizo fuerte su corazén, cerré sus ojos para no tener miedo. No se detuvo una y otra vez, no vacil6, no se regresé. Pronto se artojé a si mismo, se 10 lanzé al fuego, se fue a él de una vez. En seguida alli ardié su cuerpo, hizo ruido, chisporroteé al quemarse. Y¥ cuando Tecuciztécatl vio que ya atdia, al momento se arrojé también en el fuego. Bien pronto él también ardié. ¥ segun se dice, se refiere, entonces también remonté el vuelo un Aguila, los siguid, se arrojé siibitamente en el fuego, se lanzé al fogén cuando to- davia seguia ardiendo. Por eso sus plumas son obscuras, estén requemadas. Y también se lanzé el ocelote, vino a caer cuando ya no ardia muy bien el fuego. Por ello sélo se pinté, se manché con el fuego, se requemé con el fuego. Ya no ardia éste mucho. Por eso sélo esté manchado, sdlo tiene manchas negras, sdlo estd salpicado de negro. Por esto dicen que alli estuvo, que alli se recogié la palabra; he aqui lo que se dice, lo que se refiere: aquél que es capitén, varén esforzado, se le nombra éguila, tigre. Vino a ser primero el dguila, segén se dice, porque ella entré primero en el fuego. Y el ocelote vino después. Asi se pronun- cla conjuntamente, dguila-ocelote, porque este ultimo cayd después en el fuego. Y¥ asi sucedié: cuando los dos se atrojaron al fuego, se hubieron que- mado, los dioses se sentaron para aguardar por dénde habria de salir Nanahuatzin, el primero que cayé en el fogén pata que brillara la luz del sol, para que se hiciera el amanecer. Cuando ya pasdé largo tiempo de que asi estuvieron esperando los dioses, comenzd entonces a enrojecerse, a circundar por todas partes la aurora, la claridad de la tuz. Y como se refiere, entonces Ios dioses se pusieron so- bre sus rodillas para esperar por donde habria de salir ef sol. Sucedié que hacia todas partes miraron, sin rumbo fijo dirigian la vista, estuvieron dan- do vueltas. Sobre ningin lugar se puso de acuerdo su palabra, su conoci- miento. Nada coherente pudieron decir. Algunos pensaton que habria de salir hacia el rumbo de [os muertos, el norte, por eso hacia allé se que- daron mirando, Otros, del rumbo de las mujeres, el poniente. Otros més, de la regién de las espinas, hacia alld se quedaron mirando. Por todas par- tes pensaron que saldrfa porque Ia claridad de Ja inz lo cireundaba todo. Pero algunos hacta alld se quedaron mirando, hacia el rumbo del color rojo, el oriente. Dijeron: —En verdad de alld, de alld vendrd a salir el sol. Fue verdadera la palabra de éstos que hacia alla mitaron, que hacia all4 sefialaron con el dedo. Como se dice, aquellos que hacia allé estuvie- ron viendo fueron Quetzalcéatl, el segundo nombrado Ehécatl y Tétec o sea el sefior de Andhuatl y Tezcatlipoca rojo. También aquellos que se lla- matt Mimixcoa y que no pueden contarse y las cuatro mujeres Hamadas Tiacapan, Toieu, Tlacoiehua, Xocdéiotl. Y cuando el sol vino a salir, cuan- do vino a presentarse, aparecid como si estuviera pintado de rojo. No podfa ser contemplado su rostrq, herfa los ojos de la gente, brillaba mucho, lanza- 11 ba ardientes rayos de luz, sus rayos Wegaban a todas partes, la irradiacién de su calor por todas pattes se metfa, ¥ después vino a salir Tecuciztécatl, que lo iba siguiendo; también de allé vino, del rambo del color rojo, el oriente, junto al sol vino a presentar- se. Del mismo modo como cayeron en el fuego asi vinieron a salir, uno si- guiendo al otro. Y como se refiere, como se narra, como son Jas consejas, era igual su apariencia al iluminar a tas cosas. Cuando los dioses los vie- ron, que era igual su apariencia, de nuevo, una vez mds, se conyocaron, dijeron: —~¢Cémo habrén de ser, oh dioses? ¢Acaso los dos juntos seguirdén su camino? ¢Acaso los dos juntos asi habran de iluminat a las cosas? Pero entonces todos los dioses tomaron una determinacién, dijeron: —Asi habrd de ser, asi habrd de hacerse. Enionces uno de esos sefiores, de los dioses, salié corriendo. Con un conejo fue a herir el restto de aquel, de Tecuciztécatl, Asi oscutecié su rostro, asi le hirid el rostro, como hasta ahora se ve. Ahora bien, mientras ambos se seguian ptesentando juntos, tampoco podian moverse, ni seguir su camino. Sdlo alli permanecfan se quedaban quietos. Por esto, una vez més, dijeron los dioses: —¢Cémo habremos de vivir? No se mueve el sol. gAcaso induciremos a una vida sin orden a los macehuales, a los seres humanos? ;Que por nuestra medio se fortalezca el sel! jMuramos todos! Luego fue oficio de Ehécatl dar muerte a los dioses. ¥Y como s¢ tefiere, Xélotl no queria morir, Dijo a los dioses: —jQue no muera yo, oh dioses! Asi mucho lloré, se le hincharon los ojos, se le hincharon los pdrpados. A 4 se acercaba ya la muerte, ante ella se levant6, huyd, se metié en la tietra del maiz verde, se le alargé el rostro, se transforms, se quedé en forma de doble cafia de maiz, dividido, la que Ilaman los campesinos con el nombre de Xélotl. Pero allé en Ja sementera det mafz fue visto. Una vez mas se levanté delante de ellos se fue a metet en un campo de imagueyes. También se convirtié en maguey, en maguey que dos veces permanece, el que se {lama maguey de Xdlotl. Pero una vez mds también fue visto, y se metié en el agua, y vino a convertirse en ajolote, en axélotl. Pero alli vi- nieton a cogerlo, asf le dieron muerte. Y dicen que, aunque todos los dieses murieron, en verdad no con esto sé movid, no con esto pudo seguir su camino el dios Tonatiuh. Entonces fue oficio de Ehécatl poner de pie al viento, con él empujar mucho, hacer andar el viento. Asi éi pudo mover el sol, luego éste siguié su camino. Y cuando éste ya anduvo, solamente alli quedé Ia luna. Cuando al fin vino a entrar el sol al lugar por donde se mete, entonces también la luna comen- 26 a moverse. Asi, alli se separaron, cada uno siguié su camino. Sale una vez el sol y cumple su oficio durante el dia, Y Ja luna hace su oficio noc- turno, pasa de noche, cumple su labor durante ella. i2 De aqui se ve, lo que se dice, que aquél pudo haber sido el sol, Tecu- ciztécatl-la luna, si primero se hubiera arrojado al fuego. Porque él primero sé presentd para hacer penitencia con todas sus cosas preciosas. Aqui acaba este relato, esta conseja; desde tiempos antiguos la teferfan una y otra vez los ancianos, los que tenfan a su cargo conservarla. * EL NACIMIENTG DE HUITZILOPOCHTLI, EL SOL, EN EL PENSAMIENTO MEXICA* Muche henraban los mexicas a Huitzilopochtli, sabfan ellos que su origen, su principio fue de esta manera: En Coatepec, por el rumbo de Tula, habfa estado viviendo, alli habitaba una mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los cuatrocientas Surianes y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui. Y esta Coatlicue alli hacia penitencia, barrfa, tenia a su cargo el batter, asi hacia penitencia, en Coatepec, la Montaiia de la Serpiente. Y una vez, cuando barria Coatlicue, sobre ella bajé un plumaje, como una bola de plumas finas. En seguida lo recogié Ceatlicue, lo colocé en su seno. Cuando termind de barrer, bused la pluma, que habia colocado en su seno, pero nada vio alli. En ese momento Coatlicue quedé encinta. 4 Cddice Matritense del Real Palacio, Texto; de los Infermantes de Sabegen, fols. 161 v. y ss. Version del nahuat] de M. Leén-Portilla. 5 Es este un gelato mitico muy distinto de los anteriores. Se habla en él de la portentosa concepcidn del dios mexica Huitzilopochtli. Segin una interpretaciéa, su Hacimiento marca el enfrentamienwo del sol con Ia luna y las estrelfas, “los cuatrocientos guerreros del sur’. 13 Al ver los cuatrecientos Surianos que su madre estaba encinta, mucho se enojaron, dijeron: —“eQuién le ha hecho esto? equién la dejé encinta? Nos afrenta, nos deshonra’’. Y su hermana Coyolxauhqui les dijo: —‘Hermanos, ella nos ha deshontado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya encinta. éQuién le hizo lo que lleva en el seno?” Cuando supo esto Coatlicue, mucho se espanté, mucho se entristecid, Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno, la confortaba, le decia: —‘“No temas, yo sé Io que tengo que hacer’. Habiendo ofdo Coatlicue las palabras de su hijo, mucho se consold, se calmé su corazén, se sintié tranquila. ¥ entretanto, los cuatrecientos Surianos se juntaron para tomar acuerdo, y determinaron a una dar muerte a su madre, porque cella los habia infamado. Estaban muy enojados, estaban muy irtitados, como si su corazén se les fuera a salir. Coyolxauhqui mucho los incitaba, avivaba la ira de sus hermanos, para que mataran a su madre. Y los cuatrocientos Surianos se aprestaron, se ataviaron para la guerra. Y estos cuatrocientos Sutianos eran como capitanes, i4 torcfan y enredaban sus cabellos, como guettetos atreglaban su cabellera. Pero uno flamado Cuahuitlicac eta falso en sus palabras. Lo que decian los cuatrocientos Surianos, en seguida iba a decirselo, iba a comunicdrselo a Huitzilopocheli. ¥ Huitzilopochtli le respondia: —Ten cuidado, estd vigilante, tio mio, bien sé lo que tengo que hacer"’. Y cuando finalmente estuvieron de acuerdo, estuvieron resueltos los cuatrocientos Surianos a matar, a acabar con su madre, luego se pusieron en movimiento, los guiaba Coyolxauhqui. Iban bien robustecidos, ataviados, guarnecidos pata la guetta, se distribuyeron entre si sus vestidos de papel, su anecuyotl, sus ortigas, sus colgajos de papel pintado, se ataron campanillas en sus pantorrillas, las campanillas Hamadas oyobwalli. Sas flechas tenian puntas barbadas. Luego se pusieron en movimiento, iban en orden, en fila, en ordenado escuadrén, los guiaba Coyalxanhqui. Pero Cuahuitlicac subié en seguida a la montafia, para hablar desde alli a Huitzilopochtli, le dijo: “Ya vienen’’. Huitzilopochtli le respondis: —Mira bien por dénde vienen”’. Dijo entonces Cuahuitlicac: —Vienen ya por Tzompantitlan”’. Y una vez mds le dijo Huitzilopochtli: —“ Por dénde viene ya?” Cuahwitlicac le respondis: —"Vienen ya por Coaxalpan”. ¥ de nuevo Huitzilopochtli pregunté a Cuabuitlicac: —-Mira bien por dénde vienen”. En seguida le contesté Cuahuitlicac: 15 —Vienen ya por la cuesta de la montafia”’. Y¥ todavia una vez mas le dijo Huitzilopochtli: —"Mira bien por dénde vienen”, Entonces le dijo Cuahuitlicac: —Ya estan cn la cumbre, ya Iegan, los viene guiando Coyolxauhqui”. En ese momento nacié Huitzilopochtli, se vistid sus atavios, su escudo de plumas de dguila, sus dardos, su lanza-dardos azul, el llamado lanza-dardos de turquesa. Se pintd su rostro con franjas diagonales, con el color Ilamado “pinta de nifio”. Sobre su cabeza colocé plumas finas, sc puso sus orejeras. Y uno de sus pies, el izquierdo era enjuto, Ilevaba una sandalia cubierta de plumas, y sus dos piernas y sus dos brazos los Ilevaba pintados de azul. ¥ el llamado Tochancalqui puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhedatl, que obedecia a Huitzilopochtli. Luego con ella hirié a Coyolxauhqui, Te corté la cabeza, la cual vino a quedar abandonada en la ladera de Coatépedl, El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayd hecho pedazos, por diversas partes cayeron su manos, sus piernas, su cuerpo. Entonces Huitzilopochtli se irguid, persiguid a los cuatrocientos Surianos, los fue acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre del Coatépetl, la montafia de la culebra. Y cuando los habia seguido hasta el pie de Ia montafia, los persiguid, los acosé cual concjos, en torno de la montafia. Cuatro veces los hizo dar vueltas. 16 En vano trataban de hacer algo en contra de dl, en vano se revolyian contra él al son de los cascabeles y hacian golpear sus escudos. Nada pudieron hacer, nada pudieron lograr, con nada pudicron defenderse, Huitzilopochtli los acosé, los ahuyents, los destruyé, los aniquild, los anonads. Y ni entonces los dejé, continuaba persiguiéndolos. Peto, ellos mucho le rogaban, le decian: —;Basta ya!”’ Pero Huitzilopochtli no se contenté con esto, con fuerza se ensafiaba contra ellos, los perseguia. Sélo unos cuantos pudieron escapar de su presencia, pudieron librarse de sus manos. Se dirigieron hacia el sur, porque se dirigieron hacia el sur, se llaman Sutianos, los pocos que escaparon de [as manos de Huitzilopachtli. ¥ cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les quité sus atavios, sus adornos, su aveciyati, se los puso, se los apropié los incorpord 2 su destino, hizo de ellos sus propias insignias. ¥ este Huitzilopochtli, segun se decia, era un portento, perque con sdlo una pluma fina, que cayé en el vientre de su madre, Coatlicue, fue concebido. Nadie aparecié jamds como su padre. A él lo veneraban los mexicas, le hacian sacrificios, lo honraban y servian. Y Huitzilopochtli recompensaba a quien asi obraba. 17 Y su culto fue tomado de allf, de Coatepec, Ja montafia de la serpiente, como se practicaba desde los tiempos mis antiguas. ® TEXTOS MITICOS: MANUSCRITO DE 15587 Aqui estén las consejuelas de la platica sabia. Mucho tiempo ha sucedié que formé los animales y empez6 a dar de comer a cada uno de ellos: sélo asi se sabe que dio principio a tantas cosas el mismo Sol, hace dos mil quinientos trece afios, hoy dia 22 de mayo de 1558.8 Este Sol nabui ocelot! (4 tigre) fue de 676 afios, Estos que aqui mo- taron Ja primera vez, fueron devorados de tos tigres en el nabui ocellorl del Sol; comian chicome vialinalli,® que era su alimento, con el cual vivieron 676 afios, hasta que fueron devorados en trece afios; hasta que perecieron y se acabaron. Entonces desaparecié el Sol. El afio de éstos fue ce dcatl (1 cafia). Por tanto, empezaron a ser devorados en un dia del signo nabti ocelotl, bajo el mismo signo en que se acabaron y perecieron. E] nombre de este Sol es nanhuecatl (4 viento). Estos que por segunda vez moraron, fueron Ilevados del viento: fue en el nabuecatl del Sol. En cuanto desaparecieron, llevados del viento, se volvieron monas; sus casas y también sus drboles, todo se llevé el viento; a este Sol asimismo se lo Hevé el viento. Comian matlactlomome cohuatl (12 culebra); 1° era su ali- mento, con que vivieron trescientos sesenta y cuatro afios, hasta que desa- patecieron en un solo dia que fueron Ilevados del viento; hasta que pete- cieron en un dia del signo nauhecafl. Su afio fue ce teepatl (1 pedernal}. Este es el Sol nabui qutyabuitl (4 Huvia); y éstos los que vivieron en el Sol nabui quiyabuiel, que fue el tercero, hasta que se destruyeron porque les llovié fuego y se volvieron gallinas. También ardié el Sol; y todas las casas de ellos ardieron. Por tanto, vivieron trescientos dace afios, hasta que se destru- yeron en un solo dia que Hovis fuego. Comfan chicome tecpat! (7 pedernal), que era su alimento. '' Su afio es ce tecpafl (1 pedernal); y hasta que se des- trayeron en un dia del signo nabui quiabuitl, fueron pipiltin (ninos): por eso ahora se Hama a los nifios pipilpipif (muchachitos). 8 Cédice Florentino, libro I, capinlo 1 Versién del adhuat! de M. Leén-Portilla. 7 La versién castellana de este texto procede de la edicién preparada por don Pri- mo Feliciano Velasquez, Codice Chimalpopoca Instituto de Investigaciones Histéricas, Universidad Nacional, 1945; segunda edicién, 1975, p. 115-128, EI autor anénimo de este testimonio en nahuad, hacia transcripcién de lo con- signado en los antignos cddices indigenas precisamenre en Ia fecha que aqui sefala: 22 de mayo de 1558. En funcién de esta fecha se conece este texto como el "Manuscrito de 1538". ® Chicome malinalli: siece yerba. Es esta una fecha de Ia cual se dice en otta fuente que era el tiempo en que sélo habia como alimento la bellota. 10 Oua fecha. El alimento cortespondiente era el fruto del mbuqusel. 11 El alimento era el dcrcintii, “maiz del agua”, 18 El nombre de este Sol es zabui afl (cuatro agua), porque hubo agua cin- cuenta y dos afios, Estes son los que vivieron en el cuarto, que fue el Sol nabui atl; que vivieron seiscientos setenta y seis afios, hasta que se destruye- ron, se anegaron y s¢ volvieron peces. Hacia acd se hundié el cielo y en sdlo un dia se destruyeron. Comian #abui xochitl (cuatro flor), era se alimen- to, !? Su afio fue ce calli (1 casa). En un dia del signo nabwi afl, en que se destruyeran, todos los certos desaparecieren, porque hubo agua cincuenta v dos afios, Acabando el afio de ellos, Titlacahuan Ilamé al que tenfa el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene, ' y Jes dijo: “No querdis nada mds; agu- jeread un ahwehuesl * muy grande, y ah{ os meteréis cuando sea la vigilia (tocotli) y se venga hundiendo el cielo”. Ahi entraron; luego Jos tapé y les dijo: “Solamente una mazorca de mafz comerds ti y también una tu mujer”. Cuando acabaron de consumir los granos, se noté que iba disminuyendo el agua; ya no se movia el palo. Luego se destaparon y vieron ua pescado; sacaron fuego con los palillos (arrojaton el tizén) y asaron para si los pescados. Miraron hacia acd los dieses Citlallinicue y Citlallaténac y dijeron: © “jDioses! gquién ha hecho el fuego? ¢quién ba ahumade e! cieloe” Al punto descendié Titlacahuan, Tezcatlipoca, los rind y dijo: “eQué haces, Tata? qué hacéis yosotros?” Luego les cortd los pescuezos y les remendé su cabeza en su nalga, con que se volvieton perros, Por tanto, se ahum6 el cielo en el afio 2 deatl. He aqut que ya somos nosotros, que ya vivimos; que cayé el tizén y que se estan- 06 el cielo en el aiio 1 sochili. He aqui que cayé el tizén y entonces aparecidé el fuego, porque veinticinco afios habia sido noche. Por tanto, se estancd el cielo en el afio 1 tocheii; después que se estancd, lo ahumaron los perros, asf como se ha dicho; y a la postre cayd el tizén, sacé el fuego Tezcatlipoca, con que otra vez ahumé al cielo en el afio 2 dcadl. Y¥ en seguida se convocaron los dioses \* Dijeron: ——“ eQuién vivird en la tierra? porque ha sido ya cimentado el cielo, 12 Ei sustento durante la cparta edad fue asimismo mejor: cisecocopi, “algo muy semejante al maiz”. 18 Titlacabuan es otro de los nombres del dios Tezcatlipoca, “el Espejo que atiu- ma”; Tata de Tabsli, padre; y Nene de Nenese, “la natura de Ja mujer", evocacién de la deidad madre. 14 Abuebuete: arbel de gran tcence y copiose follaje. 18 Cishallinscwe, Citlallaténac, “La del faldetlia de estrellas’, “El astro que re- fulge”: advocaciones de la suprema deidad dual masculing-femeniaa. 18 Esta parte del Manuscrito de 1558 se presenta en la traduccién preparada por Miguel Leéo-Poruilla. En este Quinte Sol, cuyo principio tuvo lugar en Teotihuacan, los dioses, como se dice en el viejo texto nahuat!, se preocuparon por establecer una eueva especie humana sobre Ja tierra, Reunidos [os dioses, es Quetzaicdacl quien acepta el encargo de cestaurar a los séces humanos. Para esto hace Quetzaledatl un viaje al Micélanz en busca de fos “huesos preciosos’” con los que ha de formar a los hombres. 19 y ha sido cimentada fa tierra. éQuién habitard en [a tierra, oh dioses?” Estaban afligidos Citlalinicne, Citlalténac, Apantecuchtli, Tepanquizqui, Quetzaledatl y Tezcatlipoca. Y luego fue Quetzalcéacl al Mictlan, se acercé a Mictlantecuhtli y a Mictlancihuatl y en seguida les dijo: —Vengo en busea de los huesos preciosos que tu guardas, vengo a tomarlos”. Y le dijo Mictlantecuhtli: —* ¢Qué hards con ellos, Quetzalcdail?” Y una vez mas dijo (Quetzaledatl): —"Los dioses se preocupan porque alguien viva en la tierra”. Y respondié Mictlantecuhtli: —Est4 bien, has sonar mi caracel y da vueltas cuatro veces alrededor de mi circulo precioso”’. Pero su caracol no tiene agujeros; llama entonces (Quetzalcéatl) a los gusanos; éstos le hicieron fos agujeros y luego entran allf los abejones y las abejas y lo hacen sonar, Al oitlo Mictlantecuhtli, dice de nuevo: —“Est4 bien, toma los huesos”. Peto dice Mictlantecuhtli a sus servidores: —Gente del Mictlan! Dioses, decid a Quetzalcdatl que Jos tiene que dejar”. Quetzaicéatl repuso: —Pues no, de una vez me apodero de ellos”. Y dijo a su nahual: —"Ve a decirles que vendré a dejazlos”, Y éste dijo a voces: —"Vendré a dejarlos”’. Mictlantecubel, sefioc de la regidn de los muertos, pone una secie de dificaltades a Quetzalcoat] para impedir que se leve los huesos de las generaciones pasadas. Pero Queizalcéatl, ayudado por su doble o nabuai, asi como por los gusanos y las abejas sil- vestrés, logra apoderacse de los huesos paca llevarlos luego a Tamoanchan, Alli con la ayuda de Quilaztli, molié ios tuesos y los puso después en un barrefio preciosa. Sangrén- dose su micmbro sobre ellos, les infundié Ja vida. 20 Pero, luego subid, cogié los huesos preciosos. Estaban juntos de un lado los huesos de hombre y juntos de otro lade los de mujer y los tomd e hizo con ellos un ato Quetzalcdéatl. Y¥ wna vez més Mictlantecuhtli dijo a’ sus servidores: —*Dioses, de veras se Ieva Quetzalcdéatl los huesos preciosos? Dioses, id a hacer un hoyo”. Luego fueron a hacerlo y Quetzaledatl se cayd en el hoyo, se tropezé y lo espantaron las cadornices. Cayé muetto y se esparcieron all{ los huesos preciosos, que mordieron y royeron las codarnices. Resucita después Quetzalcdatl, se aflige y dice a su nahual: —*¢Qué haré, nahual mio?” Y éste le respondid: —Puesto que la cosa salié mal, que resulte como sea”. Los recoge, los junta, hace un lio con ellos, que luego Ilevé a Tamoanchan. Y tan pronto llegs, Ja que se lama Quilaztli, que es Cihuacéatl, los molié y los puso después en un barrefio precioso. Quetzalcdatl sobre él se sangré su miembro. Y¥ en seguida hicieron penitencia los dicses que se han nombrade: Apantecuhtli, Huictolinqui, Tepanquizqui, Tlallamdnac, Tzentémoc y el sexto de cllos Quetzalcéatl. Y dijeron: —Han nacido, oh dioses, los macehuales (los merecidos por ta penitencia). Porque, por nosotros hicieron penitencia (los dioses) » 21 Asif pues de nuevo dijeron (los dioses): '7 —“eQué comerde (los hombres), oh dioses? ique descienda el maiz, nuestro sustento! Pero entonces la hormiga va a coger el maiz desgranado, dentro del Monte de nuestro sustento Quetzalcéatl se encuentra a la hormiga, le dice: —*sDénde fuiste a tomar el maiz? dimelo”” Mas la hormiga no quiere decirselo. Quetzaledatl con insistencia le hace preguntas. Al cabo dice la hormiga: —“En verdad alli”. Entonces gufa a Quetzalcéail, éste se transforma enseguida en hormiga negra. La hormiga roja lo guia, lo introduce luego al Monte de nuestro sustento. Entonces ambos sacan y sacan maiz, Dizque la hormiga roja guid a Quetzalcdatl hasta la orilla del monte, donde estuvieron colocando el maiz desgranado. Luego Quetzaledatl Io Hevd a cuestas a Tomoanchan. Alli abundantemente comieron fos dioses, después en nuestros labios puso mafz Quetzalcdai], para que nos hiciéramos fuertes. Y luego dijeron los dioses: —“2Qué haremos con el Monte de tuestro sustento?” Mas cl monte alli quiere quedarse, Queizalcédatl lo ata, pero no puede jalatlo. Entre tanto echaba suertes Oxomoco, y también echaba suettes Cipacténal, la mujer de Oxomoco, 17 Uaa vez mas Quetzalcéatl, simbolizando la sabiduria de Tlogue Nahuaque, el dios supremo, Dueno del cerca y del junto, hace su intervenciéa. Apareciendo con fre- cuencia em otros mitos en contacto con diversos animales, codornices, abejas, serpientes y tgres, conoce también que la hormiga cs la que sabe ddnde se halla escondido ef que va a ser fnuesero sustento. Haciéndose encontradizo con Ja hormiga, Quetzatesatl con gran insistencia fe pregunta acerca del sitio donde s¢ encucatza el maiz. Al fin Ja hormi- ga se rinde y guia a Quewzalcéat! hacia el Tonacatépetl que literalmente significa “Mon- te de nuestro sustento”. 22 porque era mujer Cipactonal. Luego dijeron Oxomoco y Cipacténal: —Tan sdlo si lanza un tayo Nandhuatl, quedara abierto el Monte de nuestro sustento”. Entonces bajaron los tlaloques (dioses de la fluvia), los tlaloques azules, los tlaloques blaneos, los tlaloques amarillos, los tlaloques rojos. Nanéhuwatl lanzé enseguida un rayo entonces tuvo lugar el robo del mafz, nuestro sustento, por parte de los tlaloques. EI maiz blanco, el obscuro, el amarillo, el maiz soja, los frijoles, la chfa, los bledos, los bledos de pez, Nuestro sustento, fueron robades para nosotros. El nombre de este Sol es aollin (4 movimiento). Este ya es de nosottos, de los que hoy vivimos. Esta es su sefial, la que aqui estd, porque cayé en el fuego el Sol en el horne divino de Teotihuacan. Fue el misma Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzaledhuatl. Antes de set este Sol, fue su nombre Nanghnatl, que era de Tamoanchan. Aguila, tigre, gavildn, lobo; chiewacon ecall (6 viento), chicuacen xochitl (6 flor); ambos a dos son nombres del Sol. Lo que aqui estd se nombra featexcalli (horno divino}, aus enatro afos estavo ardiendo. Tonacateuctli (el Sefior de nues- tra carne) y Xiuhteuctli (el Sefior del afic) Mamaron a Nandhuatl y te dije- ron; “Ahora ti guardards el cielo v Ja tierra”. Mucho se entristecié él y dijo: “Qué estin diciendo los dioses? Yo soy un pobre enfermo”. También Vaman all4 a Nahuitécpatt: éste es la Luna. A éste [o cité Tlalonteuctli (el Sefior del Paraise), y asimismo Napateuctli (cuatro veces Sefior). Luege ayuné Nandhuatl. Tomé sus espinas y sus ramos de laurel silvestre (acxoyatl); consigue que la Luna le provea de espinas. Primeramente Nanéghuatl se sacé sangre en sacrificio. Después se sacrificé ta Luna: sus ramos de laurel son plumas ricas (quetzalli); y sus espinas, chalchihuites, que inciensa, Cuando pasaron cuatro dias, barnizaron de blanco y emplumaron a Nan& huatl; luego fue a caer en el fuego. Nahuitécpat] en tanto le da miisica con 18 Volvemos aqui a la version tomada de la edicién ya citada del Cédice Chimal- popeca. 23 el tiritén de frio. Nandhuatl cayé en el fuego, y la Luna inmediatamente fue a caer slo en la ceniza. Cuando aquel fue, pudo el Aguila asirle y Me- vatle. El tigre no pudo Ilevarle, sino que le salté y se paréd en el fuego, por lo que se manché; después ahi se ahumo el gavilén y después se chamuscé el lobo: estos tres no pudieron Ilewarle. Asf que llegé al cielo, le hicieron al punto mercedes Tonacateuctli y Tonacacthuatl: '” le sentaron en un trono de plumas de quecholli® y |e liaron la cabeza con una banda roja. Luego se detuva cuatro dias en el cielo; vino a pararse en el (signo) aollin. Cuatro dias no se movid; se estuvo quieto. Dijeron los dioses: “¢Por qué no se mueve?” Enviaron luego a Tatlotli (el gavildn de obsidiana), que fue a hablar y preguntar al Sol. Le habla: “Dicen los diases: pregyintale por qué no se mueve”. Respondid el Sol: “Porque pido su sangre y su reino’. Se consultaron los dioses y se enojé Tlahuizcalpanteuetli, que dijo: “¢Por qué no le flecho? Ojala no se detuviera”. Le disparé y no le acerté. jAh!, jah!, le dispara y flecha el Sol a Tlahuizcalpanteuctli?! con sus saetas de cafones de plumas rojas, y en seguida le tapé Ia cara con los nueve cielos juntos. Porque Tlahuizealpanteuctli es el hielo. Se hizo la junta por los dioses Titlacahuan y Huitzilopochtli y las mujeres Xochiquetzal, Yapaliicue y Nochpaliicue; e inmediatamente hubo mortandad de dioses jah! jah! en Teotihuacén. Cuando fue el Sol al ciclo, fue luego Ia Luna, que solamente cayé en la ceniza, y no bien llegé a la orilla del cielo, vino Papdztac a quebtantarle la cara con una taza de figura de conejo, Luego vinieron a encontrarla en la encrucijada de caminos los duendes y ciertos hechiceros que le dijeron: “Sé bienvenida por ahi”. En tanto que ahi la detuvieron, Ie ajustaron al cuerpo pures andrajos; y vinieron a hacerle esa ofrenda, al mismo tiempo que el Sol se paré en el nah ollin, ya de tarde, Por tanto, habia vivido Mixcéuatl treinta y nueve afios, El nombre de su mujer es Chimalman. Duré Topiltzin cincuenta y seis afios. En el mis- mo afio 1 dca#l que se mowvid, se fue y dejd su pueblo de Tollan; y mutié el 4 tochili en Tlapalan. En el afio 1 fecpati nacieron los mixcohua, en cuanto los engendraron. iztacchalchiuhtliicue engendré a les cuatrocientos mixcohua. Luego en- traron en la cueva; y cuando entraron en la cueva, otra vez parié la madre de ellos. Nacieron cinco, también mixcoa: el primero, Iamado Quauhtliico- huauh; el segundo, amado Mixcéhuad: el tercero, mujer, [amada Cuitla- chcihyatl; el cuarto, llamado Tlotepe; y el quinte, Hamado Apanteuctl Cuando nacieron, se metieron en el agua, se echaron en el agua; luego salie 19 Tonacatecuhtli, Tonacacibnatl, “Senor y Sefora de Nuestra Carne”. Ocros das titulos de la deidad dual. 20 EI pajaro quechol. 21 Tiahuizcalpantecuhtli: “Sefior de Ja casa del alba”. 22 Concluye aqui esta versién del mito de Ja creacién del quinto sol en Teotihuacda. Se inicia lucgo el relato acerca del dios Mixcéhuatl, protector de la caceria. 24 ren hacia acd y les dio de mamar Megitli. Este Megitli es cl Sefior de la tierra. Por eso hoy somos mexicanos; pero no mexica, sino rmecitin. Luego Iamé el Sol a los cuatrocientos mixcobua, les enttregd flechas y les dijo: “He aqui con qué me serviréis de comer y me daréis de beber’’. También (les entregd) rodelas. Las flechas preciosas, con cafiones de plu- mas de guetzalli, con cafiones de plumas de garza, con cafiones de plumas de zaquan, con cafiones de plumas de teoguechol, con cafiones de plumas de anbguechol y con cafiones de plumas de xivbfototl. Asimismo (les dijo): “Vuestra madre es Tlalteuctli”, Pero no hicieron su deber; y porque sdlo flecharon aves y se divirtieron, después se llamd aquel lugar Totémitl (flecha de ave). A veces cogen un tigre y no lo dan al Sol. Asi que cogieron al tigre, se bizmaron con plumas, se tendieron emplumados y durmieron con mujeres y bebieron vino de ¢zihuacili y anduvieron enteramente beodos. Llamd también el Sol a los cinco que nacieron a la postre; les dio flechas de fzibuactli, les dio escudos fuertes y les dijo: ‘‘Mirad, hijos mics, que ahora habéis de destruir a los cuatrocientos mixcohua, que no dedican alga a nuestra madre y a nuestro padre’. En seguida se agruparon sobte un mezquite, de donde los vieron y dijeron: “gQuién son estos que son tales como nosotros?” Y fue la oportunidad de que se hicieran guerra, Quauht- liicohuauh se metid dentro del dtbol; Mixcéhuat] se metié debajo de Ia tierra; Tlotdpetl se metid dentro de un cerro; en el agua se paré Apanteuctli; y su hermana mayor, Cuetlachcihuatl, se pard en el juego de pelota, Cuan- do los cetcaron, ya ninguno estaba en la red de huacales en que se habjan juntado encima del mezquite. Crujid el drbol, se desgajé sobre ellos y salid Quauhtliicohuauh, de adentro del arbpl; tembié la tierra y salié Mixcchuadl, que se habia metido debajo de tierra; se reventé y dertumbo el certo y salié Tlotépetl; hirvié el agua y salié Apanteuctli. Luego los vencieron y los destruyeron (a Jos cuatrocientos), y entonces sirvieron de comer y de beber al Sol. Otros, que quedaron, vinieron a suplicarles para aplacarlos y dije- ron: “Nosotros os hemos afligido. Id a Chicomdéztoc, que ya es vuestra cueva, y entrad, que ya es vuestra casa. gPor ventura habéis echado a per- der poco ha nuestra cueva, que antes era, nuestra cueva y nuestra casa? So- lamente nos sentaremos a la boca de Ja cueva”. Luego bajaron dos venados, cada uno de dos cabezas; y también estos dos mixcohua, el primero Hamado Xiuhnel y el segundo Wamado Mimich, que cazan dentro del valle. Xiuhnel y Mimich persiguieron a los venados; quieren flecharlos. Una noche los persiguieron y lo mismo un dia; y ya a Ja puesta del sol los cansaron. Luego se consultaron entre si: “jOye! Hazte all4 una choza; aquf hago la mia”. No vinieron los bellacos. Luego fueron a pasearse los que eran yenados y que ya se convirtieron en mujeres. Van dando voces y diciendo: ‘“Xiubneltzin, Mimichtzin, gddénde estdis? Venid a comer y a beber”. Cuando eso oyeron, se consultaron entre si: ‘‘jOye! éNo les hablas?” Luego les habl6é no mds Xiuhnel y les dijo: “;Ven acd, 25 hermana mia!” Y ella dijo: ‘“Xiuhneltzin, bebe’. Bebid Xivhnel la sangre, y al punto se acosté junto a ella. Después que se echd con ella, se volvid boeabajo sobre ella, la mordié y la agujereé. Luego difo Mimich: “jGuay! Ya fue comida por mi hermano mayor”. La otra mujer atin est en pie, lla- mdndole y Ie dice: “Nifio mio, come”. Pero Mimich no le habla. Luego artojd Mimich el tizén, hizo lumbre, y asi que la hizo, entré ahi corriendo, persiguiéndole, entré en el fuego; le persiguié una noche y en él otra vez al mediodia le persiguis, hasta que, finalmente, él bajd en medio del es- pino grande, sobre el cual fue a caer la mujer: asi que cayd en las espinas. Cuando la vio el ¢zitzimit! (nombre de deidad nocturna y adversa) que esta- ba echada, le disparé varias flechas, y ella no mds se volvid de un I[ado. Luego vino la que fue comida por su hermano mayor: viene apartando y atando algo a los cabellos y arreglandolos y Worando. La oyeron los dioses Sefiores del afio y fueron a traer a la mujer Itzpapdlotl: iba guiando Mi- mich. No bien la trajeron, la quemaron, y estallé varias veces. Primero broté el pedernal azul celeste; la segunda vez brotd el pedernal blanco. Tomaron el blanco y lo envolvieron en una manta. La tercera vez broté el pedernal amarillo; tampoco jo tomaron, solamente lo vieron. La cuarta vez broté e] pedernal rojo; tampoco lo tomaron. La quinta vez brotd el pedernal negro; tampoco lo tomaron. Mixcéhuatl adoré por dios al peder- nal blanco, al cual envolvieron; lo catgé a cuestas y se fue a combatir en el lugar nombrado Comallan: va cargando su dios de pedernal, Itzap4palotl. Cuando lo supiergn fos comalteca, vinieron al encuentro de Mixcéhuatl y le pusieron la comida; sdlo con eso le aplacaron. Seguidamente fue a Te- conma, y de igua! manera !e aplacaron. Dijeron: “Qué hace el sefior? Sea bienvenido. Id a traerle su tzibuaceli, para que yo aqui lo desmenuce”, Luego fue a Cocyama, donde combatié; y después de haber peleado en Cocyama, se fue a Huehuetocan, y también combatid; después que com- batié en Huehuetocan, fue a Pochtlan y también peled. Luego fue Mixcéhuatl a conquistar en Huiznéhuac: a su encuentro salié la mujer Chimalman, que puso en el suelo su rodela, tiré sus flechas y su lanzadatdos, y quedé en pie desnuda, sin enaguas ni camisa. Vigndola, Mixcdhuatl le dispard sus flechas: la primera que le disparé, no mds le pasé por encima y ella sdlo se incliné; la segunda que le dispard, le pasd junto a! costado, y no mds doblegé la vara; la tercera que le disparé, sola- mente la cogié ella con la mano; y la cuarta que le dispard, la sacé por entre las piernas. Después de haberle disparado cuatro veces, se volvié Mixcéhuatl y se fue. La mujer inmediatamente huyé a esconderse en la caverna de Ja barranca grande. Otra vez vino Mixcdhuatl a aparejarse y proveerse de flechas; y otra vez fue a buscarla, y a nadie ve. En seguida maltraté a las mujeres de Huitzndhuac. Y dijeron fas mujeres de Huitznd- huac: “Busquémosla”. Fueron a traerla y le dijeron: “Te busca Mixcéhuatl; por causa tuya maltrata a tus hermanas menores”’, Luego que fueron a traerla vino a Huitzndhuac. Nuevamente fue Mixcéhuatl y otra vez ella le sale al 26 encuentro: est4 de igual manera en pie, descubriendo sus vergiienzas; de igual manera puso en el suelo su rodela y sus flechas, Otra vez con repeticién le dispara; lo mismo pasé por encima la flecha, una junto a su costado, una la cogié con la mano, una salié por entre sus piernas. Después de que esto pasd, la toma, se echa con la mujer de Huitzndlwac, que era Chimalman, la que luego se emprefid.. * Cuando nacié Ce Acatl, cuatro dias afligié mucho a su madre; y asf que él nacié, inmediatamente murié su madre. A Ce Acatl le crié Quillaxti, Cihuacdhuatl; ya algo ctecido, acompafid a su padre, conquistando, y en cuanto se ensayé para la guerra en el lugar nombtado Xihuacaa, hizo alli cautivos. Los cuatrocientos aixcohua son tios de Ce Acatl, a cuyo padre aborrecieron y mataran, y después que le mataron, fe fueron a enterrar en la arena (xaltitlen). Ce Acatl buscé a su padre y dijo: “gQué es de mi padre?” Cozcaquauhtli (dguila de cabeza bermeja} le respondié: “Mataron a tu padre; yace allé donde fueron a sepultarle”. El fue a desenterrarle y le puso dentro de su templo, el Mixcoatépetl. Los que a su padre mataron, sus tios Namados Apanécatl y Zolton y Cuilton, dijeron luego: “gCon qué dedicard su templo? $i solamente con un conejo; si solamente con una cu- lebra, nos enojaremos; est4 bien que con un tigre, un dguila y un lobo”. Luego se lo dijeton, y Ce Acatl les dijo: “Estd bien, eso sera”. Llaméd al tigre, al dguila y al lobo, y les dijo: “‘Venid acd, tios mios. Diz que con vosotros dedicaré mi templo”, En vano se les até el pescuezo. Luego Iamd Ce Acatl a los topos y les dijo: “Venid, tios mios; horadaremos nuestro templo”. En seguida los topos escarbaron la tierra y lo agujerearon por den- tro; por lo cual entré alli Ce Acatl y fue a saliz por arriba de su templo. Después que sus tios dijeron: “nosotros arriba sacaremos el fuego”, mucho se alegran de verlos el tigre, el dguila y el lobo, que atillan todos. Pero cuando hacia acd volvieron en sf, ya Ce Acatl saca el fuego. Mucho se enojaron sus tios, y luego se fueron, yendo por delante Apanécatl, que su- bid de prisa. Ce Acatl se levantd y le hendié Ja cabeza con un vaso hondo y liso; por lo que cayd hasta abajo. En seguida agarré a Zolten y Cuilton: soplaron ¢] fuego las fieras; y les hizo morir prestamente: van a amonto- narlos, cottan un poco de su carne, y después que los atormentaron, les cortan el pecho. Otra vez conquista Ce Acatl el lugar nombrado Ayotlan. Luego que conquisté, se fue a Chalco y a Xieco, y también conquisté. Después que conquisté, se fue a Cuixcac, y también conquisté. Luego fue a Zacanco, y también conquisté. Luego fue a Tzonmolco, y también conquisté. Luego fue a Mazatzonco, y también conquistd. Luego fue a Tzapotlan, e iguaimen- te conquisté bien. Luego fue a Acallan, por donde pasé el rio, y asimismo 23° Se imicia aqui una de las variantes que conservan los textos acerca del célebre personaje Ce Acatl: 1-Cafa Era éste el nombre calendérico de Quezzalcéatl, el sabio senor qne goberné a los toltecas en Tula. Puede compararse este texto con el que, sobre igual asunto, s¢ oftece mds adelante. 27 conquist6 bien, hasta que llegé a Tlapallan. Ahi se enfermd, cinco dias estuvo enfermo, y en seguida murié. Luego que murié, le quemaron: estuvo ardiendo, En Tollan ya no hay gente ninguna. ** Se hizo rey el Hamado Huémac; el segundo llamado Nequdmetl; el tercero Tlatlacatzin, y el cuarto llamado Huitzilpopoca. Estos son los nombres de los cuatro que sucedieron a Topiltzin. *® El rey de Nonohualeo es de nombre Huetzin. Se espantaron, vieron al hombre largo, al Hacanexquimilli (fantasma que apatecia de noche); este era el que comia gente; y dijeron los toltecas: “Toltecas, zquién es este comegente?” Le espiaron, fe prendieron, y Imego que prendieron al mo- zuelo sin dientes, de la boca Ilena de suciedad, le mataron. Después que le mataron, le observaron por dentro: nada de corazén, nada de ttipas, nada de sangre. Hiede: el que lo huele, se muere por eso: y también quien no lo huele y pasa junto a él. Hubo, por tanto, gran mortandad. Luego le arrastraron y no pudo moverse, se rompié la soga, y cuantos cayeron, ahi murieron; al moverse, mueren tantos cuantos encuentra al paso, a tantos devora. Asi que pudo moverse, le apatejaton todos, el mancebo, el vieje- cito, el nifio y las mujercitas; le amarraron con ocho sogas y luego le arrastraron y condujeron a Itzocan. Se fevanté del suelo; los que le arras- traban, no soltaron las sogas, sino que de ellas se fueron colgados; y al que no inds cogid la soga y se colgé de ella, Jo llevé en alto. Jugé Huémac a Ia pelota, y jugé con los dalogue. Luego dijeron los falogue: “¢Qué ganamos en el juego?” Y¥ dijo Huémac: “Mis chalchihui- tes 7° y mis plumas de guetzalli”. *7-Otra vez dijeron a Huémac: “Eso mis- mo ganas tu: nuestros chalchihuites y nuestras plumas de quetzalli’”. Jud Huémac y les gand. Fueron en seguida los #Halogue a trocar lo que hab{fan de dat a Huémac, esto es, elotes (mazorcas de maiz verde) y las preciosas hojas de maiz verde en que el elote * crece. Pero é1 no los recibid, y dijo: “Por ventura eso es Io que gané? gacaso no chalchihuites? gacaso no plu- mas de quefzalli? Llevaos esto”. Dijeron los Halogue: “Est4 bien. Dadle chalchibuites y plumas de guetzalli, y tomad nuestros chalchibuites y nues- tras plumas de quetzalli”. Luego los tomaron y se fueron. Dijeron en se- guida: “Bien esté; por ahota escondemos nuestros chalchihuites, ahora pa- decera trabajos el tolzeca; pero no mds “cuatro afios”. Luego held, y en cuanto cayé el hielo, hasta la rodilla, se perdieron los frutos de la tierra. Held en el (mes) Teucilhuitl: solamente en Tollan hizo 24 Tras la muerte de Cc Acatl se inicia la decadencia de ios toltecas. Este es el tema de los siguientes relacos. 26 Topilizin: “Nuestro Principe”. Otro de los tirulos de Quetzalcéarl. 26 Chalchibustes: jades. 27 Quetzalli: ave de fino plumaje. 28 Elote; “chocio”", mazorca tierna de maiz. 28 calor de sol; todos los drboles, nopales y magueyes 2° se secaron; todas las piedras se deshicieron, todo se hizo pedazos a causa del calor. Cuando pa- dectan trabajos los toltecas y se morfan de hambre, un cautivo de guerra destinado al sacrificio, que estd por acaso y posee alguna cosilla, compré una gallinita, hizo de ella tamales (pan de maiz, envuelto en hojas y cocido en olla}, y comié. En Chapoltepecuitlapilco (el poblacho del certo de Ia langosta) estd sentada una vejezuela que vende banderas, le compré una bandera y luego fue a morir en la piedra del sacrificio. Al cumplirse los cuatro afios que tuvieron hambre, se aparecieron los talogue *° en Cha- poltépec, donde hay agua. Debajo del agua salié un x#lotl (mafz tierno) mascado, Ahi est4 viéndolo un sefior tolteca, que luego cogid el xdlot mascado, y lo mascé. Debajo del agua salié un sacerdote de Tlaloc, que le dijo: ‘“Villano, ghas conocido aqui?” Dijo el tolteca: “Si, amo nuestro, ha mucho tiempo que nosotros Jo perdimos”. Y dijo (aquél): “Estd bien, signtate, mientras yo hablo al sefior”. Y otra vez se metidé en el agua, mas no tardé; volvié a salir y ttajo una brazada de buenos elotes. Luego le dijo: “Villano, toma esto y daselo a Huémac. Piden los dioses a los mexicanos la hija de Tozcuecuex; entretanto la comen, ird el tolteca comiendo un poquite de ella, pues ya se acabard el tolteca y ya se asentard el mexicano. Trdn a entregarla cn Chalchiuhcolinhyan, en Pantitlan”. Fue aquél luego a informar a Huémac y le dijo asf como le mandé Tldloc. Huémac se afligié, tloré y dijo: “;Conque asi es! jconque se ird el tolteca! jconque se acabatd Tollan!”” Luego despaché a Xicécoc dos de sus mensajeros, el Hamado Chiconcdhuatl y Cuetlachcdhuatl, que fueron a pedir Ja doncella de los mexicanos nombrada Quetzalxotzin, Ja cual ain no era grande, era todavia nifia. Fueron a Xicécoc y dijeron; ‘‘Acd nos envia Huémac, que dice que se aparecieron los tlalogue y piden una doncella de los mexicanos”’. Luego los mexicanos ayunaron cuatro dias y trajeron Into por muerto. Asf que transcurrieron los cuatro dias, Ja Ilevaron a Pantitlan: la acompafid su padre; y luego la sacrificaron, Otra vez se aparecieron abi los tlatogue a Tozcuecuex y le dijeron: “Tozcuecuex, ao tengas pesadum- bre, sélo tu acompafias a tu hija, Destapa tu calabacilla”. Abi pusieron el coraz6n de Ia hija y todos los diferentes alimentos; y le dijeron: “Aqui esta Jo que han de comer los mexicanos, porque ya se acabard el tolteca”. Al punto se nublé ¢ inmediatamente llovid y Hovid muy recio: en cuatro dias que Hlovié, cada dia y cada noche, fue sorbida el agua. Brotaton luego las diferentes hierbas comestibles y todas las hierbas y el zacate, #4 y nacieron por demds y se criaron los frutos de la tierra. Sembré el tolteca, y cuando legamos a los veinte y los cuarenta (dias), se hizo redonda Ja mata del mafz y temprano se dio el humano mantenimiento. Cuando se dio el manteni. 28 Nopal: higo chumbo; maguey: pita, 30 Tlalague: los acompaiantes de Tidloc, ¢l dios de 1a lluvia. 31 Zacate: vor néhuatl, “grama". 29 tmiento humano fue en el signo anual 2 dcatl, En 1 tecpatl desaparccid el tolteca; entonces entré Huémac en Cincalco; algunos se volvieron, ottos se fueron hasta diseminarse por tcdos rumbos. Luego vinieron los mexicanos, que se movieron hacia acd. *? 1, Tezca- coath Huémac. — 2, Chiconcdhuat!. — 3. Cohuatlayauhqui. — 4. Cuitlach- céhuatl, — 13 afios. 1 dead! Y Jos nombres de fos cuatro guardianes que a éstos fucton dejando, son: el nombre del primer sefior, Cohuatlayauhqui; el nombre del segun- do, Cuitlachcébuatl; el nombre del tercero, Chiconeéhuatl; el nombre del cuarto, Tezcacéhuatl. Este es Huémac. Asi como guardianes vivieron trece afos. Desde que partieron hacia acd los mexicanos, desde que vinieron de Colhuacan, de Aztlan, 58 afios. 1 ¢ecpatl. He aqui que moraron en Chapol- tépec todavia en tiempo de Huitilihuitl, moraron ahi 40 afies. 13 fochdli, He aqui que moraron en Colhuacan, en Ticaapan, 25 afios. Cuando se fueron los toltecas en I teepati, al mismo tiempo se movie- ron hacia acd los mexicanos, de alld, de Xicdeoc, y (pasaron) 37 aiios hasta que llegaron a Chapoltépec. En Chapeltépec permanecieron 40 afios. Luego los dio en alquiler el colbua, fue a tomarlos en alquiler el xaltocameca, y ahi vinieron a establecetse algdn tiempo los mexicanos, segtin lo que dicen: “No mds aqui dormiré con vosotras, porque me voy acullé”, Durmieron con él, de manera que parecié que sdlo fueron a guardarle. Luego partid hacia acé el colbua, y le cuadré entrar corriendo a la casa de ellos: el xalto- cameca y el cuauhtitlanense y cl acolhua y el tenayo y el azcapotzalca y el cuahuaca y el mazahuaca y el xiquipilca y el matlatzinca y el ocuilteca y el cuitlahuaea y cl xochimilca y otros ahi puardaban, Estos colhuas alcan- zaron a Huitzilihuitl; y luego fueron robados el nifio y la mujer de los mexicanos. Otros mexicanos, que se escaparon por el tular, fueron a esta blecerse en Acocoleo, donde estuvieron seis dias. 24 He aqui que Ilegaron a la tierra, aqui a Tenochtitlan, que no era mds que tular y cailaveral, donde padecieron trabajos cincuenta afios. Nadie era su rey, sino que aun por sf solos entendian los mexicanos en lo que les tocaba. Afi 2 calli, Colhuacén. Tenayocan. He aqui lo que fue Ja conquista de los mexicanos: solamente dos lugares, Colhuacdn y Tenayocan, Allf después se entronizd el sefior Acamapichtli; reiné veintiin afios. #4 J tecpail. Xochmileo, Cuitlahuac, Cuauhndhuac, Mizquic. He aqui su con- quista: conquisté a Xochmilco, Cuitladhuac, Mizquic y Cuauhndhwac. Cuatro lugares conquist6 Acamapich. 82° Se inicia aqui el relato legendarico-histérico acerca de Ja petegrinacién de los aztecas @ mexicas, 33 A continuaciéa se habla de la Megada 2 Tenochtitlan, donde se erguiria la ciu- dad de México. 34 Acamapicheli fue el primer soberano azteca. 30 He aqui que reindé el hijo de Acamapichtli, su nombre Huitzilthuid; reiné veintitin afios. 9 calli. Xaltocan, Acolman, Otompan, Chalca, Tetzco- co, Tollantzinco, Cuauhtitlan y Toltitlan: he aquf lo que fue su conquista. A ocho pueblos conquisté Huitzilihuitl. * He aqui que reind el hijo de Huitzilihuitl, sa nombre Chimalpopocatzin; reind diez afos. Chaleo, Tequixquiac. 20 afios. 4 tochtli. He aqui su con quista, Dos pueblos conquisté Chimalpopocatzin. He aqui que reind el hijo de Acamapichtli, su sombre Ttzcohuatzin; reind trece afios. 13.1 tecpail. La conquista de Itzcohuatzin fue de todos estos lugares: Azcapotzalco, Tlacopan, Atlacuihuayan, Coychuacan, Mixcéhuac, Cuauhximalpan, Cuahuacan, Teocalhuiyacan, Tecpan, Huitzitzillapan, Cu.ub- ndhuac, Tetzcoco, Cuauhtitlén, Xochmilco, Cuitléhuac, Mizquic, Thatilolco, Itatépec, Xiuhtépec, Tzaqualpan, Chalco, Yohuallan, Tepequacuileo y Cuezallan, He aqui que reind el hijo de Huitzilfhuid, su nombre Ihuicaminatzin Moteuccomatzin e] viejo; reind veintinueve afios que estuvo. I calli. He aqui lo que fue la conquista de Moteuccomatzin el viejo: Coaixtlahuacan, Chalco, Chiconquiyauhco, Tepoztlan, Yauhtépec, Atlatlashcan, Totollapan, Huaxtépec, Tecpatépec, Yohualtépec, Xiuhtépec, Quiyauhteopan, Tlalcozauh- titlan, Tlachco, Cuauhnéhuac, Tepequacuilco, Cohuatlan, Xillotépec, Itzcuin- evitlapileo, Tlapacoyan, Chapolicxitla, Tlatlauhquitépec, Yacapichtlan, Cuau- htochco y Cuetlaxtlan. He aqui que reiné el nieto de los dos reyes Moteucgomatzin el viejo € Ttzcohuatzin, su nombre Axayacatzin; reind doce afios. 4 toch#li. Estas son todos los lugares de la conquista de Axayacatzin: Tlatilolco, Matlatzinco, Xiquipilco, Tzinacantépec, Tlacotépec, Tenantzinco, Kochiyacan, Teotenanco, Caliimayan, Metépec, Ocoydcac, Capolloac, Atlapolco, Qua... ** CICLO DE QUETZALCOATL Y¥ LOS TOLTECAS * EL ESPLENDOR DE TULA Quetzaledath reinaba en Tula... Todo era abundancia y dicha, no se ven- dian per precio los viveres, todo cuanto es nuestro sustento. Es fama que eran tan grandes y gruesas las calabazas y tenian tan ancho su contorttio que 45° Huiezilihuitl sucedié, como segunde sefior, en el trono de los aztecas. 80 Aquf concluye el Mansscrito de 1558. Dado que el texte aparece violentamence imterrumpido, cabe suponer que se perdié la porcién final en Ja que, probablemente, se continuaba el relato de la historia de los aztecas. 37 Los siguientes textos provienen, tance de fos Anales de Cuashiitlén, como del Cédice Masritense. Son algo asi como ua poema épico en el que con los mis vivos colores se refieren cudles fueron los hallazgos y los dones dei sacerdote Quewalcéad. Su forma de expresién, asi como su contenido, pueden compararse con Io incluide en el 31 apenas podian cefiirlo les brazos de un hombre abiertos. Bran tan gruesas y largas las mazorcas de] maiz, cual la mano del metate. Por todas partes rodaban, caidas cual cosa indtil. Y las matas de los bledos, semejantes a Jas palmas, a las cuales se podia subir, bien se podfa trepar en ellas. Tam- bién se producta el algodén de mil colores teftido: rojo, amarillo, rosado, morado, verde, verdeazulado, azul marino, verde claro, amarillo rojizo, mo- reno y matizado de diferentes colores y de color de len. Todos estas colo- res los tenia por su naturaleza, asi nacian de la tierra, nadie tenia que pin- tarles. También se criaban alli aves de rico plumaje: color de turquesa, de verde reluciente, de amarillo, de pecho color de Hama. Y aves preciosas de todo linaje, las que cantan bellamente, las que en las montafias trinan, También las piedras preciosas y el oro era visto como si no tuviera precio: tanta era el que todos tenfan, Tarmbién se daba el cacao, el cacao mds rico y fino, y por todas partes se alzaban las plantas del cacao. Todos los mo- radores de Tula eran ricos y felices, nunca sentian pobteza o pena, nada en sus casas faltaba, nunca habia hambre entre ellos, y Jas mazorcas mal dadas s6lo servian para calentar el bafio. Alli edificd Quetzalcéatl un templo con columnas en forma de serpien- tes, y lo dejé sin concluir para alarde de grandeza. El nunca se veia en publico, sino que vivia en silencio en las sombras de su templo. A las puer- tas habia pajes que a nadie dejaban pasar. Tenfa palacios de sombta y pe nitencia, en donde se escondia apartado de todos. Uno tenia el pavimento hecho de losas de jade, otro tenfa el pavimento hecho de plumas de quetzal, otro tenia el pavimento hecho de ldminas de ora, y en medio de todos ellos estaba Ja casa del ayuno y la penitencia. Pero fueron negligentes Quetzaledatl y sus vasallos. Y fue entonces cuando vinieron tres magos con sus prestigios Un dia vino a él el mago Tezcatlipoca y envuelto en telas traia un espejo de doble faz. Por ambos lados tenia la figura de un conejo, Como hubo Ilegado al palacio dijo a los pajes de Quetzalcdatl: —Id y decid al sefior que ha venido un joven para mostrarle su imagen. Van ellos con el mensaje al rey y el rey les respondié: —Cudl es mi imagen? |Que diga! Vienen con la respuesta al mago y Je dicen: —Dice que muestres su imagen. Pero el mago les responde: —No vine a mostrarla a todos, vine a mostrarla al rey. Debo llegar hasta él para mos- trarle su imagen. Van una vez més al rey llevando esta respuesta: ~-No quiere mostrar tu imagen, dice que ha de entrar él mismo y lleno de re- verencia te ha de hablar de lo que intenta. Dijo entonces Quetzaledatl: Que entre, que Jegue hasta mf. Llegé el mago a su presencia y después de saludarle diciendo: —Sefior, rey y sacerdote, vengo a mostrarte a Quetzalcdatl 1-Cafia: tu cuerpo, to Mannsertto de 1558, La relativa abundancia de cextos acerca de Quetzalcdéael confirma su prescocia en el pensamicnto prehispénico en cuanto hétoe cultural del México antiguo. El primer texto esté tomado del Cddice Matritense. 32 propia carne. Respondié el rey: —¢De dénde vienes? Cansado estas y ren- dido. ¢Cudl es mi imagen? Muéstrala, déjame que yo la vea. Dijo el mago: —Vengo de la montafia de los extranjeros, soy yo tu siervo y esclavo. Esta que ves es tu imagen. Entonces le dio el cspejo. Dijo: —Mira bien tu ima- gen, cual ella del espejo sale, asi has de salir ti en tu propia figura corpo- ral. Vio Quetzaledatl el conejo que en el espejo estaba y lleno de ira arrojé de sf el espejo, Dio gritos leno de enojo: —gEs posible que me vean, que me miren mis vasallos, que me vean sin alzerarse, sin que se alejen de mi? Feo es mi cuerpo: ya estoy viejo, ya tengo de arrugas surcado el rostro, todo ef cuerpo acancerado y mi figura espantosa, Aqui me quedaré oculto para siempre, no volveré a salir, para que no me yean mis vasallos, Aqui viviré para siempre. Una vez mas vienen los magos. Llegan al palacio real, piden ser intro- ducidos. Y por una y por dos veces, hasta por tres son rechazados. Al fin los pajes indagan de qué regiéa vienen. Responden que del Monte de los Sacerdotes y del Monte de los Artifices. Cuando Quetzalcdatl lo sabe, deja que Ileguen a él, Entraron, le saludaron, le ofrecieron la comida que le llevaban preparada. Cuando el rey hubo comido, le rogaban que bebiera. No queria beber el rey; —Enfermo estoy, les decia, esa bebida que tradis me hard acaso perder el juicio, me hard acaso morir. Elles insistfan en que al menos con el dedo la probara. Probé Quetzaledatl con el dedo y quedo incitado a beber, Bebié él y mandé a sus guardias que tambicn con él bebieran. Cuatro veces le dio el mago y le rogaba la quinta. Se le sirvié la quinta en honor de su grandeza, y cuando fa hubo gustado, bebié en mayor cantidad. Entonces se desvanece y se pone como muerto; se ensimisia y siente en su alma los mds sabrosos deleites. Lleno de gozo bebia y queria que todos bebieran. Asi que todos estén ebrias, le dijeron: —-Quetzaledatl, canta, Oigamos cudl es tu canto; alza el canto, Quetzaicdatl. Quetzalcéatl entonces canta: “Mis casas de ricas plumas, mis casas de caracoles, dicen que yo he de dejar”. Lleno entonces de alegria, manda traer a la feina, a la Estera Preciosa: —Id y traed con vosotros a la reina Quetzalpétat!, la que es deleite en mi vida, para que juntos bebamos, bebamos hasta em- briagarnos. Fueron entonces los pajes hasta el palacio de Tlamachhuayan y de alli a la reina trajeron: —Sefiora reina, hija mia, nos manda el rey Quetzaledatl, que te Ievemos a él: quiere que con él te goces. Y ella les responde: —Iré, Cuando Quetzalpétatl lega, va a sentarse junto al rey y fe dieron de beber cuatro veces, y la quinta en honor de su grandeza. ¥ cuando estuve embriagada, comenzaron a cantar los magos y se levanté titu- beante el mismo rey Quetzalcdarl y le dijo a la princesa en medio de cantos: —Esposa, gocemnos bebiendo de este licor. Como estaban embria- gados, nada hablaban ya en razén. Ya no hizo el rey penitencia, ya no fue al bafio ritual, tampoco fue a orar al templo. Al fin el suefio les rinde. ¥ al despertar otro dia, los dos se pusieron tristes, se les oprimié el corazén. Dijo entonces Quetzaledatl: --Me he embriagado; he delinquido, nada po 33 dtd ya quitar la mancha que he echado en m{, Entonces con sus guardianes se puso a cantar un canto. A la multitud que esperaba fuera, se la hizo esperar mds. —Dejad que me alivie un poco, les decia Quetzaleéatl. Al fin en un alto trono se fue a sentar el rey. Mortificado y Moroso, Hleno de pena y angustia al ver que sus malos hechos eran conocidos ya, y sin que nadie le consolara, ante su diog se puso a llorar. Un nuevo prestigio hizo aquel mago. Después de ataviarse de plumas color de oro, cual si viniera de conquistar, determina que se haga un canto, que se cante y que se baile, que haya danza al son de misica. Ya va a anuneciarlo el heraldo desde el monte del ptegon; grita e intima a todos cuantes en el pais moran: por todas partes Negaban los gritos de aquel pregén. De alld en ia regién de las rocas se ofa la voz. Van legando les vasallos, se juntan en una todos los mancebos y doncellas: no era posible contarlos, eran tan numerosos. Su ntimero eta sin fin. Ya comienza el can- to, tafie el mago su atabal. Luego el baile comienza: ya van saltando y dan- zando, alzan y bajan las manos, se hacen giros mostrando unos a otros las espaldas; hay una inmensa alegria, Suena el canto, sube el canto, hace oleadas el canto, se eleva alternando el canto, Y el canto que se cantaba el mago lo dirigfa, y si el canto desentonaba, él luego lo armeonizaba: de sus labios todos tomaban el tono de aquel canto. Comenzaba el canto junto con Ia danza al Uegar la sombra de la noche y sdlo venia a tener fin cuan- do eta la hora de tafier las flautas. Y cuando la danza se hacia mds frené- tica, cuando mayor ardor habia en el vaivén de los gitos del baile, inna- merables gentes se precipitaban por los riscales al abismo y muchos alli morfan y quedaban en piedras convertidos. Mas adn, en Ja barranca el mago quebré los puentes, aunque eran de piedra Jos Puentes: con lo cual todos al agua cayeron alli donde el puente habfa estado, y todos en piedras quedaron mudados. Y todo esto lo hactan los motadores de Tula cual si les hubiera invadido la embriaguez. Muchas veces habla canto, muchas veces habfa danza alld entre los pefiascales, y cuantas veces bailaban al son del canto, otras tantas motian: se precipitaban las gentes por aquellos roque- dales, entre los riscos rodaban, atropellindose unos a ottos, y asf muchos perecian. Otra vez el mago funesto se disfrazd de capitdn guerrero. Dio voces el heraldo convocando a todos los motadores del pais, mandé venir a tedo el mundo. Su pregén asf decia: —Hombres todos, en movimiento, los vasallos tenéis que ir a la region de los jardines, a hacer jardines flotantes, a trabajar en ellos. Acudieren Jos vasallos y legaron a la regién de los jardines. Estos eran los jardines que para si tenfa Quetzalcdatl, Cuando era la salida general, cuando todos se reunian pata ir juntos los moradores de Tula, el mago hecho capitén los mataba, los majaba con la maza, con la maza les quebraba la cetviz: muchos, mochos a su mano, innumerables morian, con ellos acababa, Y los que por huir de él se alejaban precipitados 34 unos 4 otros se atropellaban y también asi morian, magullados, pisoteados, contundidos unos con otros, Y ved atin otro prodigio que Tlacahuepan Cuexcoch hizo: Se fue a sentar en Ja mitad del mercado y en su mano hacia bailar un manequi: en su mano lo paraba y en su mano lo hacia bailar, Cuando Jo vieron los moradores de Tula, hacia él corriendo vinieron, se [legaron 2 él en tropel para verlo. Y por venir en tal confusidn, unos a otros se pisoteaban, se magullaban hasta morir. Con este solo portento a todos el mago hace morir. Una voz en los aires dice —diz que el mago mismo la dio: —2Qué significa esto, toltecas? Un mago hace bailar a ese manequi. Oprimdmosle alli a pedradas. Al momento le lapidaron, al empuje de las piedras sucum- bid. Pero tan pronto como fue muerto, su cuerpo comenzdé a heder. Con horrible fetidez apestaba, las cabezas abrumaba con la hediondez. Y por doguiera que el viento Ilevaba el hedor de aquel cadéver, todos con sdélo el hedor morfan. Otra vez, tras haber muerto muchos, en el aire se oyd una voz —-diz que el mage mismo la dio: —Es preciso sacar este muerto, es necesario lejos [evarlo, pues causa muerte y ruina su fetidez. Sea arras- trado. Ya los toltecas con cuerdas Je atan, ya hacen impulsos para arras- tratle. Peto por muchos esfuerzos que hacen, no.es posible: pesaba enor- memente. Muy facil les habia parecido arrastrar aquel cadaver, pero al ver que esto es imposible, el pregonera voces da: —Venga acd el mundo entero, vengan todos a tomarlo y con cuerdas arrastrarlo, vamos a echar lejos al muer- to. Y se congregan todos los moradores de Tula, con cuerdas atan aquel cadé- ver, y entre gritos se animan: —;Ea, toltecas, tirad con fuerza! Y nada pue- den, no le arrastran, pero ni siquiera le mueven. Y alguna vez la cuerda se rempe y los que de ella tiraban, ruedan atropellandose unos a otros y en la confusién mueren, Caen y tuedan enredados unos a otres y todos mueren en el tropel. Por mucho que hicieron, no pudieron moverlo. ¥Y una vez en los aires suena la voz —diz que el mago mismo la dio: —Toltecas, para que el muerta sea levado, es preciso cantarle su cantar. Al momento elevan el canto, al momento alzan Ia cancién; —jLlevad a tastras a Tlacahuepan, al mago Tlacahuepan! Y a fuerza de cantos, le mueven al fin. Ya van rodan- do, ya van levando, ya van haciendo redar al muerto, ya lo Devan a arrojar lejos. Pero la cuerda se rompe al fin, y sobre todos cae el madero, sobre todos se precipita, y muchos curiosos que lo veian, alli apifiades ante su paso, con su caida muertos quedan. Al fin, lejano le levaron, al fin regre- san, como embriagados, como sobrecogidos de extraiio mal. Nada saben de si mismos, como si estuvieran enajenados. 35 LA HUIDA DE QUETZALCOATL Y asi Huémac Quetzalcéatl lleno estaba de zozobra y se sentia apesadum- brado, y luego pensd en irse, en dejar la ciudad abandonada, su ciudad de Tula. Y¥ asi se dispuso a hacerlo. Dicen que entonces quemé todas sus casas de oro y plata y de conchas rojas y todos os primores del arte tolteca. Obras de arte maravillosas, obras de arte preciosas y bellas, todo Io enterré, todo lo dejd escondido alld en lugares secretes, o dentro de las montajias, © dentro de los barrancos. De igual manera los drboles que produeian el cacao, los mudd en acacias espinosas, y a todas las aves de ricas plumas, las de pechn color de Ilama, todas Jas que consigo habia traido primero, delante de él se encaminaran y tomaron la direccién de las costas de la mat. ¥ hecho esto, emprendié él su viaje y comenzé su camino. Llegé luego a otra parte que Ilaman Junto del Arbol: muy corpulento es el drbo! y tam- bign muy alto es. Junto de ¢f se pard y entonces se vio a si mismo y se miré en el espejo, y dijo: —Si, viejo soy. Desde entonces este sitio se lama el Arbol de la Vejez. Entonces hiere el dtbol con piedras, abruma con piedras el arbal y las piedras con que le apedreaba se iban incrustando en él y a él quedaban adheridas: es cl Arbol de Ia Vejez. Aun ahora puede verse cémo en dl fijas estan; comenzaron desde el pie y suben hasta la copa. Siguiéd su marcha y en tanto que él marchaba con las flautas le iban acompaiiando. Liegé otra vez a otro sitio y se puso a descansar; se senté sobre una piedra y en ella apoyé las manos. Se quedé mirando a Tula y con esto se eché a Morar: Horaba con grandes sollozos: doble hilo de gotas cual granizo escu- trian, por su semblante ruedan las gotas y con sus ldgrimas ta roca perford, las gotas de su Ilanto que cafan la pledra misma taladraron. Las manos que en la roca habia apoyado, bien impresas quedaron en la roca, cual si la roca fuera de lodo y en ella imprimiera sus manos. Igualmente sus po- saderas: en la piedra en que estaba sentado, bien marcadas e impresas queda- ton. Ain se miran los huecos de sus manos alii donde se llama Temacpalco. Llegé en su huida a un sitio que se Hama Puente de Piedta. Agua hay en ese lugar, agua que se alza brotando, agua que se extiende y se difunde. EI desgajé una roca e hizo un puente y por él pasé. Reanudd su camino y llegé a un sitio que se Ilama el Agua de Serpientes. Estando alli, los magos se presentan y quieren que desande su camino, quieren hacer que vuelva, que tegrese. Le dijeron: —¢A dénde te encaminas? gpor qué todo lo dejas en olvido? gquién dard culto a los dioses? El responde a los magos: —De ningin modo me es ahora posible regresar. [Debo irme! —¢Ddénde irds, Quetzaledatl? —Voy, les dijo, a la tierra del Color Rojo, voy a adquirit saber. Ellos le dicen: —¥ alli, ¢qué hards? —Yo voy Iamado: el Sol me llama. Dicen ellos al fin: —-Muy bien estd: deja entonces toda la cultura tolteca, (Por esto dejé allf todas las artes: orfebreria, tallado de piedras, ebanisteria, labrado de Ia piedra, pintura tanto de muros, como de cédices, Ia obra de mosaico de plumas). De todo los magos se aduefiaron. Y él 36 entonces alii artojé al agua sus collares de gemas, que al momento en el agua se hundieron. De aquel tiempo se llama aquel ugar Agua de Ricos Joyeles. Avanza un punto mds, flega a otro sitio que s¢ Jlama Lugar en Donde Duermen. Alf sale a su eticuentro el mago y dice: —¢Dénde vas? Dijo él; —Voy a la tierra del Color Rojo, voy a acquirir saber. Dijo el mago: —Muy bien: bebe este vino, yo he venido a traerlo para ti. Dijo el rey: —-No, no puedo, ni siquiera puedo un poco gustar. Pero el mago res- pondié; —De fuerza habrés de beber; tampoco yo puedo dejar pasar, ni permito que siga su camino sin que beba. Yo tengo que hacerlo beber, y aun embtiagarle, ;Bebe, pues! Entonces Quetzalcdatl con ana cafia bebid vino. Y wna vez que hubo bebide, cayé rendido del camino, comenzd a toncat en su suefio y su ronquido se ofa resonar lejos. Cuando al fin des- pertd, miraba a un lado y a otro, se miraba a si mismo y se alisaba ef cabello. De esta razon el nombre de aquel sitio: Lugar en Donde Duermen. De nuevo emprendié el viaje; tlegé a la cima que estd entre el Monte Humeante y la Mujer Blanca, y alli sobre él y sobre sus acompafiantes, que consigo Ilevaba, sus enanos, sus bufones, sus tullidos, cayé la nieve y todos congelados se quedaron alli muertos. El, leno de pesadumbre, ya cantaba, ya lloraba: largamente Word y de su pecho lanzaba hondos suspiros. Fijé la vista en la Montafia Matizada y alld se encamind. Por todas partes iba haciendo prodigios y dejando sefiales maravillosas de su paso. Al llegar a la playa, hizo una armazén de serpientes y una vez formada, se senté sobre ella y se sirvié de ella como de un barco. Se fue alejando, se desliz6 en las aguas y nadie sabe como llegé al lugar del Color Roje, al lugar del Color Negro, a Tlilen, Tlapalan, el pais de la Sabiduria. 38 VERSION DE LOS ANALES DE CUAUHTITLAN Ajio i-Caiia, En él, segiin se dice, se refiere, nacié Quetzalcdatl, el que fue Hamado nuestro principe, el sacerdote 1-Cafia Quetzalcdatl. Y¥ se dice que su madre fue Ja llamada Chimalman. Y asf se refiere, cémo se colocd Quetzalcdatl en el seno de su madre: ésta se tragd una piedra preciosa. Vienen los afios 2-Pedernal, 3-Casa, 4-Conejo, 438 Cédice Matritense del Real Palacio, fols. 132v.-134v. La versién al castellano de este texto se debe al doctor Angel Ma. Garibay. 37 5-Cafia, 6-Pedernal, 7-Casa, 8-Conejo. En el afio 9-Cafia bused a su padre Quetzalcdatl, cuando ya tenia un poco de discernimiento, tenia ya nueve afios. Dijo: gcémo era mi padre? gacaso puedo verlo? gacaso puedo mirar su rostro? En seguida le fue dicho: En verdad se murid, allf fue enterrado, iven a verlo! Luego fue all4 Quetzalcéatl, en seguida escarbd y escarbé, buscé sus huesos. Y cuatido hubo sacado sus huesos, alld los fue a enterrar en el interior de su templo, en el que se nombra de fa diosa Quillaztli.. . En el afio 2-Conejo vino a Hegar Quetzaledatl alla a Tollantzinco, donde estuvo cuatro afios, hizo alli su casa de ayunos, su casa de travesafios verdes... Afios 3-Cafia, 4-Pedernal, 5-Casa. En este afio fueron a traer los toltecas a Quetzalcdatl para que fuera a gobernarlos, alla en Tula y fuera también su sacerdote. En el afio 2-Cafia hizo en Tula su casa de ayunos, su casa de penitencia, el lugar donde una y otra vez hacia siiplicas Nuestro principe 1-Cafia Quetzaledatl edificé sus cuatro palacios, su casa de travesafios verdes, su casa de coral, su casa de caracoles, su casa preciosa de quetzal. 38 Alli una y otra vez hizo sdplicas, hacia merecimiento, alli vivia en abstinencia. Y justamente a la mitad de la noche, bajaba af agua, alli donde se nombra paiacio del agua, en Amochco. Alli colocaba sus espinas de penitencia, en lo alto del monte Xicécoc y en ef lugar mismo de las espinas, en Huitzco, también en Tzintoc y en el Nonohualtépec, en el monte de los nonohualeas. Y sus espinas las hacta de jades, plumas de quetzal eran sus ramas de abeto, también hacia ofrenda de fuego con turquesas genuinas, jades, corales, También eran oftendas suyas serpientes, aves, mariposas que él] sacrificaba, Y se refiere, se dice, que Quetzalcéatl invocaba, hacta dios para si, a alguien que estd en el interior del cielo. Invocaba a la del faldellin de estrellas, al que hace lucir las cosas; Sefiora de nuestra carne, Sefior de nuestra carne; la que da apoyo a la tierra, el que la cubre de algodén. Hacia alld dirigia su voz, asf se sabia, al Lugar de la Dualidad, el de fos nueve travesafios con que consiste el cielo. Y como lo sabian los que all4 vivian, hacia una y otra vez invocaciones, vivia en meditacién y retiro. Y¥ en su tiempo, descubrid él ademas muy grandes riquezas, jades, turquesas genuinas, el metal precioso, amarillo y blanco, 39 el coral y los caracoles, las plumas de quetzal y del ave turquesa, las de Jas aves roja y amarilla, las del tzinitzcan y del ayocuan. ¥ también descubrid él toda suerte de cacao, toda suerte de algoddn, Muy grande artista era el tolteca en todas sus creaciones, en lo que sirve para comer, para beber, objetos de barro verdeazulados, verdes, blaneos, amarillos, rojos, y todavia de otros colores mas. Y cuando allf vivia Quetzalcdatl dio principio, comenzé a edificar su casa de los dioses. Levanté columnas en forma de serpiente peto no Jas termind, no les dio remate. Y cuando alli vivia, no se mostraba ante el rostro de la gente, en el lugar oculto, en el interior de su palacio, alli estaba custodiado. Y los que fo guardaban, sus servidores, en muchos lugares fo mantenian oculto. En todas partes, en grupos, alli estaban sus servidores, El estaba sobre esteras de jades, de plumas de quetzal, de oro y plata. ¥ se dice, se refiere que cuando vivia Quetzalcdatt, muchas veces los hechiceros quisieron engafiarlo, para que hiciera sacrificios humanos, para que sacrificara hombres, pero él nunca quiso, porque querfa mucho 4 su pueblo que eran los toltecas. Sus ofrendas eran siempre setpientes, aves, mariposas, que él sacrificaba. a 40 Y se dice, se refiere que esto enojd a los hechiceros. Asi empezaron éstos a escarnecetlo, a hacer burla de él. Decian, deseaban los hechiceros afligir a Quetzalcéatl, para que éste al fin se fuera, como en verdad sucedié. . . Se convocaron entonces los hechiceros, los que se llamaban Tezcatlipoca, Thuimécatl, Toltécatl. Dijeron: es necesario que deje su ciudad Quetzalcéatl, allf habremos de vivir nosotros. Dijeron: ofrezcamosle fuerte bebida embriagante, con ella habremos de perderle, asi no hard mds penitencia. Entonces hablé Tezcatlipoca: yo digo, yo, hagdmosle saber qué apariencia tiene su cuerpo. En seguida confirieron entre si, eémo habrian de hacerlo. Primeramente ya va Tezcatlipoca, consigo lleva un espejo, pequeiio, reluciente por ambos lados, Jo Heva envuelto. Cuando legé alli, donde vivia Quetzalcéatl, dijo a los servidores que lo guardaban: jid a decir al sacerdote que ha venido un joven que viene a mostrarle, que viene a hacerle ver cémo ¢s su cuerpo! Entraron luego los servidores, lo que habian ofdo fueron a decirlo a Quetzalcdatl. Respondid éste: ¢qué cosa, oh abnelo, servidor, qué tiene mi cuerpo? Ved lo que ha traido, luego podra entrar. 41 Pero Tezcatlipoca no quiere mostrarlo, dice: en verdad yo mismo lo haré ver al sacerdote, id a decirselo. Los servidores fueron a decfrselo: No Io permite, mucho quiere él hacértelo ver. Quetzaledatl respondis: dejadlo pasar. Fueron a lamar a Tezcatlipoca; entré, hizo reverencia, dijo: ich principe, sacerdote, aqui estay yo, yo, hombre del pueblo, he venido, Y he venido a saludarte, oh Sefior 1-Cafia Quetzaledatl he venido a mostrarte cémo es tu cuerpo. > Quetzaledatl respondis: te has fatigado, ede dénde vienes pata que yo vea cémo es mi cuerpo? Dijo Tezcatlipoca: joh principe, sacerdote! Sdlo soy un hombre del pueblo, aqui he venido desde las faldas del monte de los nonohualcas, mira ya cémo es tu cuerpo! Entonces le dio el espejo, le dijo: jconécelo por tus propios ojos, initala con tus propics ojos, oh principe, allf en el espejo, te verds a ti mismo! Y cuando se hubo visto Quetzalcdarl, tuvo gran pesar de si mismo, dijo: si me yen las gentes del pueblo mio, eno habran de correr? Porque muy grandes eran sus ojeras, estaban muy hundidos sus ojos, por todas partes tenfa bolsas en el rostro, su rostro no era ya como el de un hombre. Cuando se hubo mirado en el espejo dijo: ique nunca me mire mi pueblo, sdlo aqui habré de quedarme! Entonces salid, le dejé Tezcatlipaca. . . Luego vinieron a acercarse, vinieron a dirigirse los hechiceros Ihuimeécatl y Toltécatl 42

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