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My Man Godfrey (Gregory La

Cava, 1936)
(6/10)

William Powell es uno de esos rostros que, junto al de contemporneos suyos como
Cary Grant o James Stewart, siempre da gusto ver. An en films no del todo logrados
que no llegan a arruinar el encanto y talento del actor. Tal es el caso de My Man
Godfrey, considerada por muchos una de las pelculas cabeceras de la Screwball
Comedy pero que en verdad no est a la altura de otras como The Thin Man (tambin
protagonizada por Powell) o To Be or Not to Be.
Si bien el film de Gregory La Cava hace un buen uso de los escenarios (desenvuelve y
resuelve muy bien gran parte de la narracin dentro de la mansin donde trabaja el ex
burgus/ex vagabundo Godfrey) y entrelaza por igual la trama amorosa junto con su
crtica de la frivolidad burguesa, es en el humor donde termina fallando. La Cava se
mofa de la locura de los Bullock, principalmente de las tres mujeres de una familia que
pertenece a la alta sociedad. El director llega a la fiesta con Carole Lombard y William
Powell, la atencin est puesta sobre l, no puede arriesgarse a perder la atencin de
los invitados. Qu hace? Se propone contar una sofisticada ancdota que har temblar
a carcajadas las mandbulas de su pblico. La seguridad al narrar la tiene y tambin el
encanto para atrapar a todo aquel quien lo escuche. Desgraciadamente, al llegar al
remate, la respuesta del pblico es un rostro serio y la decepcin de quienes esperaban
que la gracia, tarde o temprano, llegara a ellos.
Al igual que la situacin financiera del 29, y la inminente crisis que parece acechar a
los Bullock, el film parece sufrir su propio derrumbe. La esperanza del xito y la alegra
que la historia brinda a sus protagonistas se haya en el guin ms no en sus dilogos.
Powell, como si fuera uno de los peces que observaba encantado el chico de la
motocicleta (Mickey Rourke en Rumble Fish), le da color a un film que no lo tiene tanto.

Un atisbo de alegra que no llega a durar. Al igual que su monocromtico blanco y

negro, My Man Godfrey es una obra cuasi opaca. Con el correr de los aos, parece
haber ido perdiendo cada vez ms su brillo, ms no la esperanza. Las risas que
resuenan a la distancia, con la ayuda de Powell, quizs lleguen a oirse ms fuerte.
Por Nicols Ponisio