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Zenn
estaba
pesca que pesca
en la soledad
quemada de sol,
ningn tiro era
perdido,
tanto
que ya tena casi
cubierta
de
peces de toda
clase y tamao
la ramita de ms
de un metro de longitud De pronto el muchacho se fij en
unos montoncitos de arena y hojarasca que se levantaban en
la playa no muy lejos de l. Huevos de caimanes, se dijo y
sigui pescando, sin hacer caso del fuerte sol de la media
maana, ni de las mariposas que se posaban en su desnuda
cabeza de pelos erizados, ni de los tbanos que le picaban
en los pies descalzos y en las manos. Pero esos montoncitos
de hojas y arena, que encerraban huevos de caimanes, le
fascinaban; haba odo contar que los huevos de caimn
sonaban como campanilla al ser tocados y que ante ese
sonido aparecan furiosos los caimanes, sobre todo las
caimanas. Sera cierto? Sin embargo, dnde estaban los
caimanes? No los vea en el ro. Solo haba visto pasar por la
otra orilla una boa Los caimanes estaran cerca,
indudablemente, andando en el bosque o descansando bajo
los rboles.
No, no!, de ninguna manera tocara l esos peligrosos
montoncitos Si hubiera trado la carabina!
Ya tena una gran sarta de pescados. Ya era hora de volver
Enrosc su sedal en la caa, sumergi dos veces la sarta en
el agua y se iba, pero esos montoncitos de hojas y arena,
bah!, por qu no hacer la prueba? Despus correra,
correra, acaso no saba correr? Los caimanes no lo
alcanzaran Y el atrevido Zenn toc rpidamente con la
punta de su caa no solo un montoncito, sino tres, de modo
que se produjo un simultneo campanilleo y muchos
caimanes, los ojos chispeantes y con tremendo ruido, se