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Dina Fisman
Museo de las Escuelas GCBA
Licenciada en Educación FFyL UBA.
dinafisman@gmail.com
Introducción
En general, cuando alguien tiene que describir su idea de lo que es un museo, lo primero
que aparece es la imagen de un antiguo edificio, oscuro y silencioso, que guarda una
colección de objetos preciados en vitrinas de cristal. Y dentro de las vitrinas junto a cada
tesoro, un cartelito que lo identifica, lo explica y lo cuenta. Asumimos que en los museos
los objetos deben ser descriptos y explicados, si no es por una persona (el guía) debe ser
al menos con un cartel.
Las paredes de la escuela y del aula suelen tener carteles. Para informar “10 de Junio
desinfección”. Para celebrar “Feliz primavera”. Para contar historias “Los chicos de 1ro C
Visitamos el Planetario”. Muchas veces en las escuelas se exhiben cosas, como en los
museos, aunque no siempre se lo llama “exhibiciones”. En general se muestran las
creaciones de los alumnos: dibujos, maquetas, títeres de papel maché. Algunas veces se
muestran objetos que los chicos trajeron desde el exterior: muestras de hojas secas, fotos
de los abuelos, juguetes de la infancia, caracoles de la playa. Algunas escuelas tienen
verdaderos museos escolares, que incluyen fósiles y animales embalsamados. Y en
algunas escuelas, se hacen exhibiciones temáticas que combinan fotos y objetos, por
ejemplo en el caso de escuelas que cumplen aniversarios o festejan a su patrono se
muestran fotos de la historia de la escuela y objetos traídos por los ex alumnos
especialmente.
Cuando en las escuelas se hacen exhibiciones con objetos, se escriben, para describirlos
y explicarlos, carteles que imitan los de los museos.
La reflexión sobre los textos en los museos, entonces, aporta a la reflexión sobre los
textos que se usan en las exhibiciones escolares. Carteles, que los hay los hay. Pero…
¿Se leen? ¿Se entienden? ¿Es mejor poner muchos o pocos o ninguno? ¿Cómo se
escribe un buen cartel?
Carteles amigables
Si decidimos utilizar esta forma de comunicación, es importante tener presente que si
escribimos carteles, es para que sean leídos. Parece una obviedad, pero muchas veces
esto se deja de lado. El cartel no es para nosotros, es para los otros y debe ser pensado
en función de las necesidades de los lectores. No escribimos carteles para que nuestra
exhibición sea más linda o más completa, o porque no puede haber exhibición sin carteles.
Escribimos porque queremos que los visitantes lean para sí mismos, lean en voz alta para
otros, lean hasta el final y entiendan lo que leyeron. Los carteles tienen que llegar a los
visitantes de nuestra exhibición, a los que entren al aula, a los que caminen a lo largo de
un muro escolar.
Los textos que tienen en cuenta las necesidades de los visitantes muchas veces son
llamados “textos amigables”. Para que un cartel sea “amigable” debe ser legible, debe ser
comprensible y debe apelar a motivaciones intrínsecas del lector. Es decir:
Carteles legibles: Las condiciones de legibilidad tienen que ver con el confort visual. Hay
que tener en cuenta factores como la iluminación, la posición del cartel en relación a los
ojos del visitantes, el tamaño y forma de la letra, el color y el contraste del texto con el
fondo, el formato de los párrafos, pensando en una persona que lee de pie. Si el visitante
no puede ver bien el cartel, no va a leerlo.
Carteles entendibles: La facilidad de lectura, tiene que ver con el contenido, con cuán
complejo es el texto, o con la facilidad con la que el lector puede comprenderlo. Factores
que influyen son la familiaridad del lector con el tema, el estilo de escritura, el largo de las
oraciones y el vocabulario. Para hacer carteles entendibles se recomienda:
• Hacer oraciones y párrafos cortos: Oraciones y párrafos largos hacen que el lector
pierda fácilmente el sentido de lo leído, ya que la memoria a corto plazo es altamente
volátil y frágil. Agrupar información en pequeños párrafos expande la cantidad de
información que la persona puede retener en la memoria a corto plazo. La
recomendación general es que haya una idea por párrafo y que las líneas terminen
donde termina la frase. Los buenos carteles parecen poemas:
• Mantener una estructura clara: La señalización dentro del texto posibilita la selección
de información, esto reduce la fatiga, mejora la comprensión y el recuerdo. Se
recomienda el uso de:
- títulos y subtítulos
- distintos tamaños y tipos de letra para resaltar conceptos importantes
- numeración y viñetas
- entradas y salidas del margen, colores
• Usar un vocabulario accesible: Debe ser apropiado para un rango amplio de edades y
las palabras deben ser lo más familiares posibles. En los museos en general se toma
como referencia a un público de 16 años. Es importante evitar un registro formal,
impersonal o académico y también un registro demasiado escolar.
• Mantener las frases simples: La complejidad de una oración puede detectarse si se lee
en voz alta. Es preferible no usar voz pasiva. Si es posible lo mejor es comenzar con
información concreta y visual, lo que el visitante puede ver y sentir desde donde está
parado. Evitar usar muchos conceptos abstractos. Los sujetos de las oraciones deben
ser las personas (no los objetos).
Bananas
Carteles que motivan la lectura: Todos leemos por una razón. Leer no es un acto al
azar, es deliberado. La lectura sirve siempre a un propósito, satisface una necesidad o un
deseo. La visita al museo es auto-dirigida, define su propia velocidad, es no-lineal,
exploratoria y generalmente social. Las condiciones de lectura en una exhibición son
difíciles, el visitante está de pie, acompañado de otros, con muchos estímulos que llaman
su atención. Por lo tanto, si queremos que los visitantes lean, debemos darles una razón
para hacerlo. La motivación puede ser extrínseca (un premio o un castigo si no se realiza
la acción). Pero los carteles amigables buscan satisfacer deseos internos, por ejemplo la
curiosidad.
Los buenos carteles pueden hacer mucho más. Los mejores carteles en mi opinión son
aquellos que buscan la interacción con el visitante. Un buen texto hace que los visitantes
interactúen con él “como si alguien estuviera hablándoles”, se relacionan de manera
conversacional. Los carteles también pueden ser un punto de partida para que los
visitantes hablen entre ellos.
Conclusión
Si bien hay mucho escrito sobre cómo hacer mejores textos para los visitantes, la
adopción y aplicación de estas ideas progresa lentamente en nuestro país.
Hacer carteles amigables no es nada fácil y requiere constante reevaluación y
modificación para ir adaptándose cada vez mejor a las necesidades de los destinatarios.
La escuela maneja tiempos y objetivos muy diferentes que el museo, sin embargo
comparten una preocupación comunicativa.
Las ideas que vimos hoy buscan ser un ejercicio para mirar los textos de la escuela de
otra manera, hacerse nuevas preguntas y encontrar nuevas fuentes de ideas.
BIBLIOGRAFÍA