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CUESTIONES PREVIAS
ARTÍCULO 346: ORDINALES 2º AL 8º.
Realizado por:
Abg. ELIANA ORTEGA
Prof. PAÚL APONTE
30 de octubre de 2007.
INDICE DE CONTENIDO
Introducción………………………………………………………………………………………3
Conclusión……………………………………………………………………………………... 29
Las cuestiones previas son medios de carácter procedimental, cuyo objetivo es depurar
los vicios implícitos en la demanda, persiguiendo por lo tanto, diferir o enervar la acción
del demandante, hasta la corrección de dichos vicios, refiriéndose sólo a los aspectos
formales, sin señalar el fondo del asunto.
De acuerdo a lo que el Código de procedimiento Civil derogado contemplaba como
excepciones, tanto dilatorias como de inadmisibilidad, pasan a ser sustituidas en el
nuevo procedimiento, mediante el tratamiento de las cuestiones previas, las cuales
engloban en una sola incidencia todas las posibilidades de excepción que antes tenían
tratamientos distintos, según fueran dilatorias o de inadmisibilidad.
Con el procedimiento relativo a las cuestiones previas, se establece una solución a la
dilación innecesaria del proceso, pues la característica de éste es la brevedad y la
celeridad.
El artículo 346 del Código de Procedimiento Civil, faculta al demandado a oponer las
cuestiones previas establecidas en el mismo, en el lapso de emplazamiento para la
contestación de la demanda (20 días contados a partir de que conste en actas la
citación practicada), razón por la cual deberá entenderse que si el demandado, en vez
de contestar la demanda, opta por promover las cuestiones previas, no está
contestando la demanda, con lo cual se está reservando la contestación al fondo o de
mérito para una oportunidad posterior.
Ahora bien, las cuestiones previas a desarrollar en el presente trabajo, como lo son las
contenidas en los ordinales 2º al 8º del artículo 346 del Código de Procedimiento Civil,
están referidas al campo de los sujetos, del proceso y de la pretensión.
Respecto a la interposición de dichas cuestiones previas, es importante resaltar que si
no se opusieron las cuestiones previas del ordinal 1º del artículo 346 del Código de
Procedimiento, o en el caso de que hayan sido opuestas y fueron decididas mediante
sentencia firme, las mismas no impiden la continuación al proceso, tendrá entonces
lugar el procedimiento incidental de las cuestiones previas de los ordinales 2º al 11º del
artículo 346 ejusdem.
CUESTIONES PREVIAS
Se corresponde ésta cuestión previa con la segunda excepción dilatoria del artículo 248
del código derogado.
La cuestión previa aquí prevista se refiere a la capacidad de las personas para actuar
en juicio; por lo tanto el demandante deberá ser persona que éste en pleno goce de sus
derechos civiles y en consecuencia pueda por sí mismo o por medio de apoderado o
representante que constituya, presentarse a juicio.
Conforme al artículo 18 del Código Civil, “es mayor de edad quien haya cumplido 18
años. El mayor de edad es capaz para todos los actos de la vida civil, con las
excepciones establecidas por disposiciones especiales”. Será incapaz por lo tanto,
quien no pueda ejercer por sí mismo los actos de la vida civil, como los menores de
edad, quienes serán representados por sus padres; los entredichos, equiparados a los
menores, quienes serán representados por su tutor; los inhábiles, quienes serán
representados por su curador.
Las personas jurídicas capaces de derechos y obligaciones conforme al artículo 19 del
Código Civil, pueden ser demandantes por intermedio de la persona que ejerza su
representación legal, designado conforme al documento que le da vida jurídica,
tratándose en este acto de una representación necesaria, no ya por incapacidad de la
persona, sino por necesidad de hacer corporal la representación; de modo que no
teniendo la persona que se presente en la demanda como representante de la
demandante la capacidad necesaria para comparecer en juicio, podrá el demandado
promover la cuestión previa relativa a su incapacidad procesal, no debiendo confundirse
esta falta de capacidad procesal con la ilegitimidad de la representación de que trata la
tercera cuestión previa.
En principio, para iniciar un proceso judicial, el demandante debe ser una persona
natural o jurídica, pero debe ser una persona que tenga capacidad de ejercicio, es decir
que pueda actuar por sí misma y que pueda asumir las obligaciones que surgen en el
proceso, como ejemplo de procedencia de esta cuestión previa: una demanda intentada
por las personas indicadas en el artículo 1144 del Código Civil: los menores de edad,
los entredichos y los inhabilitados.
Pero además, también tienen legitimación para iniciar un proceso judicial, en los casos
expresamente previstos por la ley, entidades y comunidades que carecen de
personalidad jurídica, como ej podemos señalar los indicados señalados en el artículo
139 del Código de procedimiento Civil: Sociedades irregulares, asociaciones y comités
sin personalidad jurídica, los Condominios regidos por la ley de propiedad horizontal,
entre otros.
El asunto a dilucidar en este caso, consiste en determinar si el demandante tiene o no
capacidad procesal, es decir, si puede iniciar un proceso judicial, independientemente
de que tenga o no fundamento legal su pretensión.
La capacidad procesal del demandante es un asunto meramente formal y solo
constituye un presupuesto procesal del derecho de acción, para asegurar la regularidad
de la relación jurídico procesal que surge en el proceso; sin que tenga nada que ver con
la relación jurídico material que pretenda hacerse valer en esta causa.
La falta de capacidad procesal: concierne a la ilegitimidad al proceso del demandante, y
la norma que juzga sobre su procedencia es el artículo 136 del C
“Artículo 136: Son capaces para obrar en juicio, las personas que
tengan el libre ejercicio de sus derechos, las cuales pueden
gestionar por sí mismas o por medio de apoderados salvo las
limitaciones establecidas en la ley.”
Ahora bien, según Sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 19 de noviembre de 1992, es un presupuesto procesal, el que tanto el
sujeto activo como el sujeto pasivo de la relación procesal tenga “legitimación ad
procesum”, sin el cual el juicio no tendría existencia jurídica ni validez formal.
Entendiéndose por legitimidad procesal, a la posibilidad que tiene un sujeto de ejercer
en juicio la tutela de un derecho constituyendo tanto el petitorio como el contradictorio.
Mientras que la “legitimidad ad causam”, se refiere a ser titular del derecho que se
cuestiona, el cual no es un presupuesto procesal para la existencia y validez del
proceso, sino como señala coutore, a lo sumo sería un presupuesto para una sentencia
favorable.
De esto se desprende que no todo sujeto procesal tiene legitimación ad causam, pero
sin embargo, el proceso existe y es válido, o es en este donde se declara a favor o no
su legitimidad sustancial; pero siendo impretermitible para la validez del proceso y por
ende de su decisión y efectos, el que los sujetos procesales tengan legitimidad
procesal.
Ahora bien, respecto a la cualidad, ésta debe entenderse como la idoneidad de la
persona para actuar en juicio, la cual debe ser suficiente para que el Órgano
Jurisdiccional pueda emitir un pronunciamiento de mérito a favor o en contra; esta
cuestión previa no debe confundirse jamás como desafortunadamente ocurre en la
práctica forense con la falta de cualidad en el demandante, (legitimatio ad causam), la
cual según el Código de Procedimiento Civil Venezolano vigente, no es una cuestión
previa, sino una excepción procesal perentoria, al contrario de cómo la consideraba el
CPC derogado.
Según Chiovenda la legitimación a la causa consiste en la identidad del actor con la
persona a cuyo favor está la ley y en la identidad de la persona del demandado con la
persona contra quien se dirige la voluntad de la ley, por tanto puede decirse que la
legitimación es, la cualidad necesaria de las partes; y que por ello el proceso no debe
instaurarse indiferentemente entre cualesquiera sujetos, sino precisamente entre
aquellos que se encuentran frente a la relación material o interés jurídico controvertido
en la posición subjetiva de legítimos contradictores, por afirmarse titulares activos y
pasivos de dicha relación.
En cuanto a la forma de subsanar los defectos u omisiones, ésta debe realizarse
mediante la comparecencia del demandante incapaz, legalmente asistido o
representado.
3. Tercera cuestión previa:
Correspondiente con la tercera excepción dilatoria prevista en el artículo 247 del Código
derogado.
Se refiere ésta cuestión previa al apoderado o representante del actor o demandante, y
los supuestos de su procedencia son: la falta de capacidad para ejercer poderes en
juicio, la carencia de la representación que se atribuya y la ilegalidad o insuficiencia del
poder.
Conforme al artículo 166 del Código de procedimiento Civil:”Sólo podrán ejercer
poderes en juicio quienes sean abogados en ejercicio, conforme a las disposiciones de
la Ley de Abogados”. De modo que quien no sea abogado en ejercicio no tiene
capacidad para ejercer la representación de terceros como apoderado.
Ahora bien, la representación no necesariamente comporta el ejercicio de un mandato
mediante poder conferido para ello, pues puede significar el ejercicio de un mandato
legal o convencional, como en el caso de la representación de menores, de compañías,
etc., casos en los cuales no se requerirá que tal representante sea abogado, pero sí
será necesario que tal representación sea ejercida con la asistencia debida de abogado
en ejercicio, conforme a la misma Ley de Abogados.
La representación del actor, por mandato legal o convencional, trátese de menores, de
entredichos o de inhábiles, sea de personas naturales o jurídicas, debe derivar
expresamente de la norma que instuya tal representación o de la expresión del contrato
social, de una manera expresa y precisa, pues de no haber tal señalamiento, puede dar
lugar a la promoción de la presente cuestión previa, por no tenerse la representación
atribuida.
En lo que respecta a la representación convencional, por ser de orden privado,
debemos señalar que si no se alegan como cuestión previa los defectos que pudieren
existir, en principio, se convalidan, es decir, ya no se podrán alegar posteriormente,
como lo afirma la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia
de fecha 23 de octubre de 1996: “la materia de representación por vía contractual,... no
es asunto de orden público, y es evidente que al no haber sido ella impugnada por el
actor en la forma arriba explicada, los supuestos vicios de la misma quedaron
subsanados”
Sin embargo, por tratarse de un vicio subsanable, por estrategia procesal, el
demandado en lugar de alegarla como cuestión previa, podría alegarla como una
excepción procesal perentoria, para que sea resuelta en la sentencia definitiva, la cual
en caso de ser acogida, impediría un pronunciamiento sobre el fondo de la demanda;
como lo reconoce la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, en
sentencia del 22 de octubre de 1992: “De igual forma.., la referida excepción puede
oponerse también - no como cuestión previa - sino como defensa perentoria en la
oportunidad de contestar la demanda, tal como lo permite el artículo 361 del Código de
Procedimiento Civil”
Cuando la representación deriva de poder conferido por el actor, el mismo debe ser
otorgado cumpliendo todas las formalidades establecidas en la ley. Conforme al artículo
150 del Código de Procedimiento Civil, se requiere que el poder sea otorgado en forma
pública o auténtica, no siendo válido el otorgado por vía de reconocimiento, aunque
después se registre (Art. 151 ejusdem).
Las disposiciones legales que regulan la forma y el otorgamiento de poderes, se
encuentran contenidas en los artículos 151, 152, 153, 154, 155, 156 del Código de
Procedimiento Civil, los cuales establecen textualmente lo siguiente:
“Artículo 151 El poder para actos judiciales debe otorgarse en forma pública o
auténtica. Si el otorgante no supiere o no pudiere firmar, lo hará por él un
tercero, expresándose esta circunstancia en el poder. No será válido el poder
simplemente reconocido, aunque sea registrado con posterioridad.”
“Artículo 152 El poder puede otorgarse también apud acta, para el juicio
contenido en el expediente correspondiente, ante el Secretario del Tribunal,
quien firmará el acta junto con el otorgante y certificará su identidad.”
“Artículo 154 El poder faculta al apoderado para cumplir todos los actos del
proceso que no estén reservados expresamente por la ley a la parte misma; pero
para convenir en la demanda, desistir, transigir, comprometer en árbitros,
solicitar la decisión según la equidad, hacer posturas en remates, recibir
cantidades de dinero y disponer del derecho en litigio, se requiere facultad
expresa.”
Según el autor Leoncio Cuenca, el criterio sostenido por la Sala de Casación Civil es
adecuado, pues está acorde con las normas que en Derecho Civil regulan el contrato
de mandato, dando preeminencia a la voluntad del mandante y limitando la actividad del
mandatario a ejercer el mandato tal y como ha sido conferido, por tener el contrato
fuerza de ley entre las partes.
Sin embargo, la Sala de Casación Social, expresamente, ha desestimado los criterios
de la Sala de Casación Civil antes citados, en sentencia deI 1 de junio de 2000, con el
siguiente argumento:
“En el poder judicial, el sentido de la designación de múltiples
apoderados no puede ser otro que obtener una mejor representación en
juicio, lo que se vería frustrado si se exigiera la actuación conjunta de
los apoderados, porque se podría hacer imposible la oportuna actividad
procesal, por existir algún impedimento de hecho o de derecho, para
que intervenga alguno de los profesionales designados.” (Pierre, 2000,
No. 6, 439).
Esta cuestión previa tiene una doble finalidad, por un lado procurar los vicios del libelo
en la fase introductoria del proceso, a los fines de que el demandado puede ejercer
cabalmente su derecho a la defensa, y por otra parte, para que el juez al momento de
sentenciar pueda deducir a quien, por qué y qué condena o absuelve.
A diferencia del artículo 340 del Código de Procedimiento Civil vigente, el artículo237
del Código derogado, establecía que debía indicarse sólo: el tribunal ante el cual se
proponga la demanda, la denominación o razón social y los datos relativos a la creación
y registro de las personas jurídicas que obren como demandantes o demandadas, la
relación de los hechos y fundamentos de derecho en que se basa la pretensión, con
sus conclusiones, la producción de los documentos fundamentales de la acción, el
nombre y apellido del mandatario y la consignación del poder, y la indicación de la sede
o dirección del demandante.
Los defectos de forma que se le imputen a la demanda deben tener relevancia jurídica,
que no se trate de simples errores materiales en la elaboración de la demanda como
documento; sin embargo, debemos tener en cuenta que la demanda en forma es un
presupuesto procesal, cuya falta de subsanación puede dar lugar a la desestimación de
la demanda, como lo acota Canosa (1993), la “demanda en forma, es uno de los
presupuestos procesales, cuya ausencia conduce a una sentencia inhibitoria” (p. 100),
según la gravedad del defecto formal de la demanda.
En conclusión, el defecto de forma, se centra, básicamente, en que el actor no haya
explanado suficientemente los fundamentos de hecho y de derecho en que apoya su
pretensión. Esta omisión afecta no sólo el derecho del demandado, sino que también
obstaculiza la labor del Juez al momento de dictar sentencia (Art.12 C.P.C).
FORMAS DE SUBSANAR: Corrección de los defectos señalados en el libelo (Art.350
C.P.C), bien por diligencia o escrito.
Respecto a la indebida acumulación de pretensiones, establecida dentro de éste ordinal
6º, es necesario señalar lo establecido en los artículos 77 y 78 del Código de
Procedimiento Civil, los cuales establecen lo siguiente:
“Artículo 77 El demandante podrá acumular en el libelo cuantas pretensiones le
competan contra el demandado, aunque deriven de diferentes títulos.
Artículo 78 No podrán acumularse en el mismo libelo pretensiones que se
excluyan mutuamente o que sean contrarias entre sí; ni las que por razón de la
materia no correspondan al conocimiento del mismo Tribunal; ni aquéllas
cuyos procedimientos sean incompatibles entre sí.
Sin embargo, podrán acumularse en un mismo libelo dos o más pretensiones
incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra, siempre
que sus respectivos procedimientos no sean incompatibles entre sí.”
CUESTIÓN PREJUDICIAL
Correspondiente con la sexta excepción dilatoria prevista en el artículo 248 del Código
procesal derogado.
La prejudicialidad la determina la subordinación de una decisión a otra. Según el autor
Arminio Borjas, es prejudicial toda cuestión que requiere o exige resolución anterior y
previa a la sentencia principal, por estar subordinada.
Sin embargo debe señalarse que si bien toda cuestión prejudicial es previa, no toda
cuestión previa es prejudicial. Para que opere la prejudicialidad es necesario que la
cuestión que se discuta en otros procesos influya determinantemente en aquél en que
se opone, de modo que la sentencia que se dicte en aquéllos supedite la suerte de
éste.
En opinión del autor Hernando Devis Echandia, se pude decir que desde un punto de
vista puramente lógico, una cuestión es prejudicial a otra desde el momento en que
debe ser examinada para llegar a la conclusión perseguida. Jurídicamente pude
hablarse de prejudicialidad, en un sentido muy general, en todos los casos en que el
praeiudicium puedan encontrarse elementos esenciales de todo indicium.
Esta amplia noción de la prejudicialidad debe ser restringida en el terreno estrictamente
procesal, para un buen entendimiento de la materia. Sin Embargo, la doctrina no es
uniforme en este particular, y esto es así, porque los autores al tratar de definir y
delimitar el alcance de la cuestión prejudicial, lo hacen refiriéndose a los sistemas
legislativos de sus respectivos países, sin tener en cuenta los vigentes en otros, y así
mientras para algunos comprende todas las cuestiones que el Juez debe resolver en el
curso del proceso, incluso las excepciones, para otros se limita a las que deben ser
materia de pronunciamiento previo a la sentencia por el mismo juez o por otro tribunal
distinto, mientras que con un criterio más restringido una tercera dirección admite que
sólo son prejudiciales las cuestiones cuya previa resolución corresponde privativamente
a otro tribunal con efecto de cosa juzgada.
La cuestión prejudicial, definida por el Doctor Hernando Devis Echandia, establece que:
“existe prejudicialidad cuando se trata de una cuestión sustancial, diferente, pero
conexa, que sea indispensable resolver por sentencias en proceso por separado, bien
ante el mismo despacho judicial o en otro distinto, para que sea posible decidir sobre la
que es materia del litigio o de la declaración voluntaria en el respectivo proceso, que
debe ser suspendido hasta cuando aquella decisión se produzca y sin que sea
necesario que la ley lo ordene.”
Ahora bien, la característica central de todo elemento prejudicial, es que no puede ser
producido por el juez dentro del ámbito del proceso en el cual ese elemento tiene
influencia determinante; la producción de ese elemento puede estar dada por la
administración pública o por el propio poder judicial, siempre y cuando se trate de
competencias distintas, vale decir, a veces lo que va a necesitar el juez para resolver la
causa es un acto administrativo y otras veces va a necesitar una sentencia, sentencia
que él mismo no puede dictar por razones de incompetencia material.
La prejudicialidad procede únicamente frente a otro proceso judicial, pues son las
sentencias judiciales dictadas en procesos contenciosos las susceptibles de adquirir el
carácter de cosa juzgada, como lo señala la Sala de Casación Social del Tribunal
Supremo de Justicia en sentencia número 323 del 14 de mayo de 2003:
“Ahora bien, la existencia de una cuestión prejudicial que deba
resolverse en un proceso distinto exige: a) La existencia efectiva de una
cuestión vinculada con la materia de la pretensión a ser debatida ante la
jurisdicción civil; b) Que esa cuestión curse en un procedimiento judicial
distinto de aquel en que se ventilará dicha pretensión; y, c) Que la
vinculación entre la cuestión planteada en el otro proceso y la
pretensión reclamada en el presente proceso influya de tal modo en la
decisión de ésta, que sea necesario resolverla con carácter previo, a la
sentencia del juez civil, sin posibilidad de desprenderse de aquélla. (Vid.
Sentencias de la Sala Político- Administrativa de 9 de octubre de 1997,
28 de mayo de 1998 y 10 de junio de 1999, entre otros numerosos
fallos).
En el caso concreto si bien es cierto que está demostrada la existencia
de un procedimiento administrativo, esta clase de procedimientos no
constituye de acuerdo con la jurisprudencia pacífica y reiterada de este
alto Tribunal, una cuestión prejudicial que deba resolverse en un
“proceso distinto”, pues para que se declare procedente esta cuestión
previa y que el proceso continúe su curso hasta llegar al estado de
sentencia y se suspenda hasta que se resuelva la cuestión prejudicial
que deba influir en él, es necesario que se trate de una controversia
tramitada ante otro tribunal, cuya decisión con efectos de cosa juzgada
debe influir en forma determinante en la decisión final a dictarse, lo cual
no es el caso, porque lo pendiente es un procedimiento administrativo,
razón por la cual esta Sala considera que no existe tal cuestión
prejudicial que deba resolverse en un proceso judicial distinto y ello
hace improcedente la cuestión previa”.
El análisis realizado sobre las cuestiones previas objeto del presente trabajo, respecto a
las excepciones que preveía el Código derogado, varían en su tratamiento y forma de
tramitar, sin embargo, básicamente poseen semejanzas en cuanto a su fondo y
contenido, los cuales han sido desarrollados por la doctrina, así como también las
diferentes soluciones y aportes que la Jurisprudencia ha dado en torno a la presente
materia.
Así tenemos, que cuando el demandado en vez de contestar la demanda opone alguna
de estas cuestiones previas, está aseverando que existe un impedimento legal para que
sea dilucidada en el proceso la petición del demandante, postulado en el libelo.
Las cuestiones previas analizadas en la presente investigación, deben ser alegadas
dentro del lapso de emplazamiento, no pudiendo ser opuestas como defensas de fondo
en el acto de contestación a la demanda.
De manera que el procedimiento incidental de las cuestiones previas, establecido en el
Código de Procedimiento Civil Venezolano Vigente, busca no sólo depurar el proceso
de los vicios contenidos en el libelo de la demanda, sino que también, garantizarle el
derecho a la defensa al demandado, a través de la tramitación de dichas defensas o
excepciones, previamente al juicio que se pretende dilucidar.
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