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Periodo: 2010-2
Índice
Introducción
Conclusiones
Bibliografía
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Introducción
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T., 1999). Además, el enfoque de las publicaciones de la revista antes
mencionada se podía ubicar en el enfoque conocido como conductual; enfoque
que planteaba que el objeto de estudio de la psicología debía ser única y
exclusivamente la conducta de los organismos en lo individual y su relación con el
medio ambiente. Tanto los principios teóricos como los metodológicos que los
conductistas usaban ponían énfasis en la conducta manifiesta (observable) y en
los acontecimientos ambientales que influían en ella (Kazdin, A. E., 1996). De esta
manera la psicología clínica surge de la investigación aplicada de la psicología
experimental, cuyo máximo representante fue la psicología Conductual. Por lo
tanto, en las próximas páginas se tratará de hacer un recuento histórico acerca del
surgimiento de la psicología clínica; su origen, desarrollo pasando por las
derivaciones tecnológicas de estas terapias denominadas como 2ª y 3ª generación
de terapias clínicas así como sus principales aportaciones a la problemática social
relacionada con tendencias conductuales socialmente inaceptables que atañen a
las personas.
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La ciencia y su influencia en la estructuración cultural de las
sociedades
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principalmente en que es posible que el trabajo científico de trasfondo se
encuentre mal realizado, es decir, que la metodología o el problema principal en el
que se fundamentan se encuentren mal definidos o bien, realizados de una
manera inadecuada. Otro problema común en la realización del quehacer
científico es la confusión de contextos temporales y culturales del trabajo realizado
con anterioridad ya que en muchas ocasiones es común caer en anacronismos
surgidos del hecho de que se trata a un problema surgido en un contexto temporal
diferente como si fuera actual (Kantor, 1990).
Los problemas descritos anteriormente tienen que ver con el hecho de que
las perspectivas culturales pasadas influyen en la interpretación de los eventos
actuales y en especial, en la historia de la ciencia, influyen poderosamente la
cultura general y las perspectivas filosóficas de cada uno de los personajes que
colaboraron a formarla.
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Distinción entre investigación científica básica y aplicada en
psicología y la producción de tecnología como resultado de la
investigación científica
“He aquí un físico que estudia las interacciones entre la luz y las interacciones
entre la luz y los electrones, en particular el efecto fotoeléctrico. Principio de
la célula fotoeléctrica (o fotovoltaica). Esta persona hace ciencia básica, sea
teórica o experimental, si lo único que se propone es enriquecer el
conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la materia. En el
laboratorio contiguo otro físico estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas
sustancias particularmente sensibles, con el fin de comprender cómo
funcionan las células fotoeléctricas, lo que a su vez podrá servir para fabricar
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dispositivos fotoeléctricos más eficaces. Este investigador hace ciencia
aplicada (teórica o experimental) porque aplica conocimientos obtenidos en
investigaciones básicas.”
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Es importante señalar que distinguir tipos de actividad no implica separarlas
ya que en la época moderna hay un flujo incesante de la investigación básica a la
investigación aplicada y de ésta a la técnica. No obstante, es necesario recordar
que no hay investigación científica sin supuestos filosóficos ya que estos delimitan
la manera de conocer y transformar a la naturaleza; de la misma forma, no
existiría la técnica sin la ideología ya que esta fija valores y fines.
Filosofía
Cosmovisión
Enfoque Teorías
Problemas
Valores Valores
Metas Metas Problemas
Instrumental
Ideología Conocimientos
Valores Valores
Metas Metas
Industria Problemas
Comercio Técnica
Servicios Diseños
Planes
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Desarrollo científico de la psicología: La ciencia de la conducta
(Terapias de primera generación)
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mundo era la experiencia sensorial, es decir, aquello que llega a uno a través de
los sentidos o que se puede inferir de la relación entre tales hechos sensoriales.
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Dichos postulados promovieron la creación de un cuerpo de conocimientos
ordenados que en primer lugar: se lograron establecer como una ciencia
independiente encaminada al control y dinamismo de la conducta separadas de
otro tipo de conocimientos pertenecientes a otras ramas de la ciencia, tales como:
la neurología, la fisiología e inclusive de las especulaciones e inferencias
pertenecientes a la teoría cognitiva. En segundo lugar, logro crear un nexo entre la
conducta y la neurobiología a manera de integración comprensiva y no invaciba ni
inespecífica.
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Con relación a las diferentes técnicas que se han creado a partir de este
modelo teórico podemos encontrar a las siguientes:
Condicionamiento Clásico
Condicionamiento operante
Aprendizaje vicario u observacional
Control de estímulos
Entrenamiento en respuestas alternativas
Condicionamiento aversivo.
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Lamentablemente durante las últimas décadas la creencia en el poder
explicativo de los paradigmas clásicos del condicionamiento se ha debilitado
considerablemente, dando paso a nuevos procedimientos generados a partir de
conocimiento ya existente al interior de este modelo y que se conocerán como las
terapias de segunda generación.
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La Psicología Clínica cognitivo-conductual
(Terapias de segunda generación)
Con relación a las diferentes técnicas que se han creado a partir de este
modelo teórico podemos encontrar a las siguientes:
Terapia racional emotiva
Autoinstrucción
Solución de problemas
Autoobservación
Autorefuerzo
Autocastigo
Desensibilización sistemática
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Al respecto, todas las técnicas mencionadas anteriormente responden a un
grupo de demandas sociales que la primera ola de terapias conductuales fue
incapáz de satisfacer. En palabras de Mañas (2007):
“… a pesar del avance que supuso esta primera ola de la terapia de conducta,
ni el modelo del aprendizaje asociacionista o paradigma estímulo-respuesta (el
conductismo inicial watsoniano) ni el análisis experimental de la conducta (el
conductismo radical skinneriano) fueron eficaces en el tratamiento de
determinados problemas psicológicos que presentaban los adultos.” (Pp. 27).
En esta tónica surge una pregunta bastante lógica: ¿Por qué se le llaman
terapias conductistas de segunda generación si todas las técnicas generadas a
partir de este enfoque parecen enmarcarse en el umbral de las denominadas
terapias cognitivo-conductuales? La respuesta a esta pregunta resulta sencilla
siguiendo la lógica descriptiva y lineal que adopta el presente trabajo. Se les
puede enmarcar en el rubro de terapias conductistas de segunda generación
debido a todas estas terapias formularon, y aún mantienen, sus parámetros de
efectividad centrados en el cambio por contigencias (en el que el cambio solo es
observable a través de la conducta del individuo) y en las que, las variables de
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interés, fueron trasladadas a los eventos cognitivos; eventos considerados ahora
como los principales causantes de la conducta y, por tanto, los que transforman al
pensamiento como objetivo principal de la intervención.
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“Aunque estas terapias han resultado efectivas en el tratamiento de múltiples
problemas psicológicos, lo cierto es que aún quedan muchos problemas sin
resolver. Algunos de estos problemas giran en torno a lo que realmente es
efectivo dentro del conjunto de técnicas que emplean las terapias de segunda
generación. […] Es más, la efectividad de estas terapias se ha relacionado más
con los componentes conductuales que con los componentes cognitivos
propiamente dichos.” (Pp. 28).
“Our findings suggest that for negative emotions such as sadness, inhibiting
emotional expressive behavior does not provide relief from the subjective
experience of that emotion. Thus, as a route to the alleviation of negative
feelings, hiding one's emotions is unlikely to help one feel better.” (Pp. 102).
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Nuevas aproximaciones al problema (Terapias de tercera
generación)
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Esta nueva generación de terapias parece encontrar concordancia con las
nociones de complejidad (Montgomery, 2007) que se ciñen al supuesto de que la
estructuración de los fenómenos se efectúa de manera compleja al interior de una
red de nexos y relaciones que mantienen entre sí. Esto es, no se cree que el
objeto de estudio se dimensione en la única parte de que es materia de estudio;
simplemente se le reduce a medidas manipulables, establecidas por la ciencia en
cuestión con la que es tratado, con fines pragmáticos. Un ejemplo claro de ésta
concordancia se muestra en que, el científico de la conducta, dimensionará o
segmentará un evento en categorías de interés; es decir, un conductista
skinneriano no será capaz de analizar un evento más allá del paradigma de
estímulo-respuesta (planteamientos mecanisístas). Por otra parte, un científico de
la conducta perteneciente a la tercera ola de terapias conductuales acepta el
carácter múltiple de un evento teniendo en cuenta que existe una gran cantidad de
fenómenos que pueden estar afectándolo y, a su vez, realizará un análisis de los
eventos a través de metodologías prácticas que acepten que, tanto el
conocimiento como el ser sólo tienen significado en relación con un entorno social
e histórico. En este tipo de análisis es indispensable realizar las interconexiones e
interpretaciones de un evento con otros en conjunción con nociones espacio-
temporales del aquí y el ahora.
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una persona. En este sentido, las terapias de tercera generación se centran en el
cambio o alteración de la función psicológica del evento en particular a través de la
alteración de los contextos verbales en los cuales los eventos cognitivos resultan
problemáticos.
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(a través de metáforas, paradojas, ejercicios experienciales, entre otras
técnicas) que los intentos de control que mantiene sobre sus eventos privados,
lo que cree que ha de hacerse -lo que socialmente está considerado como
correcto-, no es la solución de su problema sino que, y paradójicamente,
dichos intentos de control forman parte intrínseca del problema mismo.” (Pp.
29).
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Ejemplo hipotético del uso de herramientas tecnológicas formuladas
bajo los preceptos usados en las terapias de tercera generación
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denominadas conductas clínicamente relevantes (CCR). Las CCR pueden ser de
tres tipos: CCR1, CCR2 y CCR3 (Kohlenberg y Tsai, 1991).
Por un lado, las CCR1 son las conductas problemáticas que ocurren en la
sesión, y cuya frecuencia se trata de reducir en terapia; mientras que las CCR2
por el contrario son mejorías que tienen lugar en el contexto de la sesión; y por
último, las CCR3 constituyen toda conducta verbal del cliente en la que el paciente
o usuario del servicio describe o establece relaciones causa-efecto entre su
conducta y los factores ambientales con los que se ésta se relaciona. En la
aplicación de la FAP se considera que estos tres tipos de CCR’s del cliente forman
amplias clases de respuesta basadas en las funciones de dichas clases. Es
importante aclarar que ninguna CCR es una clase genérica que pueda definirse
con base en la topografía de respuestas concretas.
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Concerniente a lo anterior, el terapeuta se enmarca como un factor crucial
de cambio al interior de la terapia. Es por ello que Kohlenberg y Tsai (1991)
proporcionan una serie de 5 reglas que permiten orientar al terapeuta en la tarea
de identificar y modificar las CCR’s:
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pegarles a sus amigos o a alguien, es una sensación de mucho coraje y no sé que
hacer […] no la quiero perder porque ella fue mi primera vez en todo y pues ya
llevamos bastante tiempo juntos…”
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enfrente… entonces si se presenta la oportunidad pues me rifo”. (En este punto
es posible detectar una CCR1 en relación a un repertorio inadecuado de
descripción de su conducta y las variables de control).
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de contenido siempre relacionado con dudas y desconfianza sobre la fidelidad de
su novia, solían ocurrir cuando DL se encontraba desocupado o al escuchar
comentarios de contenido sexual de sus compañeros en Karate o en la TV. Sin
embargo, la actividad física de DL realizada durante sus prácticas no parecía
alterada. Se desempeñaba en su deporte y en otras ocupaciones diarias
correctamente. Sólo el área interpersonal se encontraba claramente afectada por
los celos desde los tres meses posteriores en que inició su relación con su novia.
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DL juzgaba sus celos como absurdos: “Es que nos sé porque ando
pensando eso (sus ideas de celos). Luego resulta que esas cosas no son ciertas,
son absurdas, pero no puedo evitarlo”. Pero este juicio no parecía ayudarlo a
modificar su problema. Podía imaginarse que su novia miraba a alguien, y a
continuación desencadenarse las conductas descritas más arriba, junto a una
intensa emoción que DL denominaba desesperación, consistente en una gran
inquietud subjetiva, expresión facial de ira y una respiración acelerada y fuerte y
una gran tensión en hombros y puños. Habitualmente, si evitaba o escapaba de
las situaciones que habían evocado los celos o si llamaba por teléfono a su novia,
esta emoción disminuía. Juzgar los celos como absurdos no se traducía en una
lucha sistemática contra los pensamientos de celos. DL simplemente actuaba en
congruencia con ellos o las emociones evocadas en las situaciones recién
descritas. Sólo tras un episodio, y cuando su novia se echaba a llorar, DL criticaba
sus pensamientos de celos y su conducta, sintiéndose además muy culpable por
haber hecho sufrir a su novia. En este sentido, reconocía que a menudo
provocaba a su novia para que llorara “porque así sé que no me está engañando y
sí me quiere”. Aunque refería encontrarse nervioso con cierta frecuencia, DL
apenas hablaba sobre sus emociones, y sólo cuando se hablaba sobre los celos
durante las entrevistas iniciales.
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exclusión de la plática a DL todo ello para detectar CCR’s relacionadas con los
celos.
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Conclusiones
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De forma general, podría decirse que la característica esencial o definitoria
de este nuevo grupo de terapias es el énfasis que le otorgan a variables,
cuestiones o asuntos que tradicionalmente han sido menos investigados, en la
mayoría de los casos obviados totalmente y, en otros muchos, rechazados de
forma directa desde el tradicional análisis clínico y experimental del
comportamiento.
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es bastante difícil cambiar el quehacer terapéutico al que se estaba acostumbrado
y bajo el cual se forman la mayoría de los psicólogos.
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Bibliografía:
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Kohlenberg, R. J. y Tsai, M. (1991). Psicoterapia Analítica Funcional: Una guía
para crear relaciones terapéuticas intensas y curativas. New York: Plenum.
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