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LA MUERTE EN LA CALLE
Sylvia Natalia
¿qué es la vida?
El mismo día en que se murió una hijita de Celedonio estiró las patas un ternero
del doctor.
—Tampoco se lo he dado a Celedonio, doctor— le dije. Vea, doctor, yo conocí a una gente
de esas de ustedes, que por cualquier cosa ya estaban con que castigo y Dios mío yo que te
he hecho. Nosotros no somos de penas palabreras, doctor, estamos enseñados a ser tristones
cuando sufrimos, pero callados. No vaya a creer que no hemos sentido la muerte de la niñita
de Celedonio. Sí, nos ha dolido; y la de su ternero también, doctor.
Estábamos parados en la vuelta del jagüey, porque todavía el doctor no le había
cogido gusto a su silla mariapalito con botella.
—Me has avergonzado — dijo el doctor; debí pensar más en el pobre Celedonio.
Lo de él es un gran dolor, lo mío es un disgusto y pequeño si lo compare.
—No, doctor —dije— las dos desgracias: todo lo que a uno le sale mal es
desgracia para uno, y no sirve comparar. Mídale, si quiere, el tamaño a la de usted
y deje a Celedonio medir el de la suya si en eso se pone. Desgracias, doctor, por
un tiempo o por un tiempecito. Después, nada; y vamos a lo mismo con otras. Así
es la vida, doctor.
—Cómo no voy a saberlo, doctor —dije— si la tengo en el cuerpo y todos los días
por todas partes estoy viéndola.
—No has contestado la pregunta —dijo. La vida está en lo vivo, claro; pero, ¿qué
es?
—Esa es otra pregunta, doctor. Vea, le pongo por caso, mi mujer me hace unos
pantalones. ¿Quién los hizo? Ella. ¿Quien le enseño a hacer pantalones? Esa es
otra pregunta. Y podría ser que nadie le hubiera enseñado y ella hubiera
aprendido sola. ¿No será, doctor, que la vida con leccioncita y todo se hace ella
misma?
—Mira —dijo en serio. Tú quieres decir, aunque no te des cuenta de ello, que la
vida no es más que la rutina de un fenómeno común no trascendental. Y no creo
que la cosa sea así. La leccioncita, pase. Pero en la vida —por lo menos en la
vida humana— hay algo mas, algo que llamamos espíritu.
—Entonces, doctor —dije— el espíritu es una cosa que le entra o no le entra a la vida;
una cosa aparte. No es vida, doctor; como la gusanera —perdone la mala comparación—
que le cae a un caballo, pero no es caballo. Vea, doctor: Usted hace un juguete —un carrito,
le pongo por caso. Usted lo hace. El carrito queda hecho y ya no tiene nada que ver con us-
ted. Llego yo y le doy cuerda y el carrito echa a correr. Va corriendo el carrito y conmigo
ya nada tiene que ver. Ahora, doctor, si al carrito hecho y andando se le meten unos
cocuyos y lo alumbran por dentro, eso no es cosa de usted, ni mía, ni del carrito. Eso es otra
cosa.
Galapa- 1.962
Copia realizada el domingo 23 de marzo por Guillermo Aníbal Gärtner Tobón, de una
publicación de fecha octubre 16 de 1967 “Carpel-Antorcha”, Medellín, el cual recibí de mi ex
esposa, madre de Anneli y nieta del escritor, Silvia Fuenmayor Gómez, 30 años atrás
aproximadamente.
Conservé ese texto entre otras razones para cumplir el objetivo presente. Que sea este un
motivo para desatar una comunicación rica, positiva, alegre y objetiva sobre ese campo
complejo de la vida y la muerte, su complementariedad y pare de contar ….