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Derecho Informático Penal

Paul G. Rivero Alvarez

10-0176

Informática Jurídica

Universidad Iberoamericana

7 de junio, 2010
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Inicio del Derecho Informático

El término de "Derecho Informático" fue creado por el Prof. Dr. Wilhelm

Steinmüller, académico de la Universidad de Regensburg de Alemania, en los años

1970. No es un término particular, pues también se han buscado una serie de términos

para el Derecho Informático como Derecho Telemático, Derecho de las Nuevas

Tecnologías, Derecho de la Sociedad de la Información, Luscibernética, Derecho

Tecnológico, Derecho del Ciberespacio, Derecho de Internet, entre otros. Se considera

que el Derecho Informático es un punto de inflexión del Derecho, puesto que todas las

áreas del derecho se han visto afectadas por la aparición de la denominada Sociedad

de la Información, cambiando de este modo los procesos sociales y, por tanto, los

procesos políticos y jurídicos. Es aquí donde hace su aparición el Derecho Informático,

no tanto como una rama sino como un cambio.


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Antecedentes del Principio de la Legalidad de los Delitos y las Penas

En la mayoría de los sistemas de Derecho a nivel mundial, la responsabilidad

para la creación del catálogo delictual y sus penalidades (Códigos y Leyes Penales) se

deja al Poder Legislativo que, por su acción de “lege ferenda”, determina los tipos

penales, es decir, las conductas humanas reñidas con la moral, la ética, los derechos y

deberes del hombre y el ciudadano que cada sociedad entiende que lesionan de

manera importante y con trascendencia social a la persona y sus bienes considerado

desde las ópticas del individuo, la familia, las colectividades y el Estado.

Es la materialización del inveterado principio de Derecho: “Nullum Delictum,

Nulla Paena sine lege Praevia” (no hay delito ni pena sin ley previa), principio conocido

como el de la “Legalidad de los Delitos y las Penas” y que se traduce en que para que

el Estado pueda ejercer su Derecho Punitivo por vía de los tribunales penales sobre

cualquier ciudadano, debe existir una ley anterior a la comisión del hecho delictivo

imputado que lo incrimine y penalice, razón por la cual cualquier hecho por dañino que

sea a nivel social o particular y que no esté considerado en la ley penal, no podrá ser

perseguido por los tribunales represivos.

Dicho principio se encuentra consagrado legalmente en nuestro medio por el

artículo 4 del Código Penal Dominicano cuando dice taxativamente: “Las

contravenciones, los delitos y los crímenes que se cometan no podrán penarse, sino en

virtud de una disposición de ley promulgada con anterioridad a su comisión”, precepto

que se encuentra reforzado por el principio constitucional de la “Irretroactividad de la

Ley en el Tiempo”, que en la República Dominicana se encuentra ubicado en el artículo


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110 de nuestra Carta Magna cuando dice textualmente: “La ley solo dispone para el

porvenir, no tiene efecto retroactivo, con excepción de cuando beneficia a quien se

encuentra sub-judice o cumpliendo condena” y el artículo 5 del Código Civil Dominicano

que establece la prohibición a los jueces de fallar por vía de disposición general y

reglamentaria los asuntos sometidos a su decisión, disposición ésta que tiene dos

efectos, primero el de mantener la separación entre el Poder Legislativo y el Judicial,

evitando la injerencia del segundo sobre el primero, y en segundo lugar establece el

carácter relativo de los fallos judiciales haciéndolos oponibles única y exclusivamente a

las partes en conflicto.

Pero esto no siempre fue así, en la antigüedad y muy especialmente en la época

de los sistemas de la Ley Oral, la regla de Derecho y los procesos judiciales, si así

podía llamárseles, eran manejados de manera totalmente discrecional por los Poderes

Públicos de entonces, que omitían muy recurrentemente y de manera selectiva, reglas

existentes que no les eran convenientes, desnaturalizaban con facilidad las que se

argüían o las creaban con un criterio “Ad-Hoc” (para el caso específico) según el

interés del momento o su mejor provecho; eran momentos de una inseguridad jurídica

rampante en los que los “jueces” regularmente creaban la norma y la pena para cada

caso “in-situ”, “sur les champs”, desde el estrado.

Este desordenado proceder de la justicia en épocas de ostensible violencia

humana evidenciada por las frecuentes y cada vez más encarnizadas guerras que

anulaban a miles de hombres en un solo campo de batalla y el desorden social que

caracterizaba la vida en los primeros ensayos de convivencia urbana en las ciudades o

Burgos, llevaron al todopoderoso hombre “Juez” (no importa quién ejerciera esta
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función) a una esquizofrénica apatía humana que le guiaba de manera irreflexiva y

morbosa a la incriminación penal de los hechos más nimios, anodinos, triviales, fútiles e

insignificantes y a la imposición de las penas más atroces, crueles, brutales y

desalmadas que la crónica humana haya registrado jamás.

Ya en la primera mitad del Siglo XVI, en la narración de sus conversaciones con

Rafael Hythloday y Peter Giles, Tomás Moro escribe su obra cumbre “Utopía” y se

queja de manera vehemente argumentando la irracionalidad de la pena de tortura y

muerte para los simples ladrones.

Otras voces antes, durante y después, clamaban por una reforma de la justicia,

pero ninguno llegó a hacerlo de un modo tan preclaro y coherente, como Beccaria lo

cual conllevó la fama y éxito de este autor en la asimilación y aplicación de sus ideas

para el logro de un mundo realmente civilizado y que salvaría tantas vidas. “Salve

maese Cesare Beccaria”, dos siglos y medio después de tu obra los hombres del

mundo te saludamos.

Es en medio de una ausencia total de Estado de Derecho que aparece en el año

de 1764 (Siglo XVIII) este verdadero paladín de la justicia, que le da origen, nombre y

apellido al Principio de la “La Legalidad de los Delitos y las Penas”. Mejor conocido

como el Marqués de Beccaria, escribe su trascendental obra del Humanismo: “De los

Delitos y la Penas” con la que se inaugura de manera identificable el enrrumbamiento

de la humanidad hacia las formas, hoy conocidas como civilizadas, de persecución

penal.
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Beccaria fue aceptado y aplaudido por toda la sociedad pensante de la época

por la elocuencia, claridad y valentía en la exposición de sus pensamientos, en una

época en que sus teorías podían bien ser consideradas por el Poder como heréticas,

anárquicas o atentatorias al férreo “status quo”.

La gallardía de este hombre se evidencia con la lectura de un pasaje de los

cometarios de Voltaire al mencionado libro en 1766 (dos años después de su

publicación) cuando dice: “Esta desgracia y esta ley tan cruel, que han conmovido mi

sensibilidad, me han hecho echar la vista sobre el Código Criminal de las naciones.” El

humano autor de: De los Delitos y Las Penas, tiene demasiada razón en quejarse de

que el castigo es muy a menudo superior al crimen, y no rara vez pernicioso para el

Estado, cuyo bien debe ser su único objeto. Los suplicios refinados que el

entendimiento humano ha inventado para hacer la muerte horrible, parecen haber sido

inventados más bien por la tiranía que por la justicia.


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La Teoría de los Hermanos Mellizos

Existen comportamientos antisociales, los que no han sido todavía reconocidos

como delitos por la ley, y delitos legalmente reconocidos que, diferentes en el método

utilizado para su comisión, se hermanan en los resultados.

Existen algunos doctrinarios que van aún más allá y pretenden llevar a ultranza

el comentado principio de legalidad de los delitos, las penas y su interpretación estricta

o literal, enarbolando una teoría de fidelidad histórica al momento de redacción del

texto penal queriendo reconocer como verdadera y única interpretación del cuerpo legal

discutido el sentido que en la época de su creación le dio el legislador, haciendo

exégesis de las realidades del momento en que fue elaborada la ley y recurriendo a los

trabajos preparatorios si fuere necesario.

Bajo este estado de cosas, por ejemplo, la totalidad de los crímenes y delitos de

computadora y alta tecnología, quedan fuera de la posibilidad de incriminación y

subsiguiente penalización en las jurisdicciones que, estando desactualizadas, aplican el

principio de interpretación estricta de la ley penal en el plano histórico, lo mismo que en

los países que, aunque con legislaciones de rotulo muy moderno, van a entender por el

peso de la experiencia que la dinámica delictual desbordará rápidamente su noble

esfuerzo.

Es por la realidad de la desactualización sistémica de las legislaciones, en

contraposición al carácter altamente creativo, dinámico, y evolutivo de los crímenes y

delitos de computadora y alta tecnología entre otros, que se entiende prudente la

evolución de nuestro sistema penal a un nuevo estadio en el que la justicia penal


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reconozca y adopte a “Los Hermanos Mellizos”, es decir, aquellos tipos criminales

intencionalmente nocivos para la víctima en su integridad física, moral y material que se

hermanan en los “Resultados” aún no sean idénticos en su estructura operativa; son los

que consiguen el mismo fin por diferentes vías. Como los hermanos mellizos que aún

siendo hermanos de gestación concurrente, presentan diferencias estéticas que

pueden ser mayores o menores según el caso, pero siempre serán y se les tratará

como lo que realmente son “hermanos”.

No importa el país de que se trate, en los casos ocurrentes, la teoría de

hermanos mellizos debe ser reconocida para que todo comportamiento antisocial

intencional, que cause un daño a la víctima y no esté literalmente descrito en la ley,

pueda ser incriminado y penalizado por la disposición legal que rige a su hermano

mellizo que sí lo está.


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La Paradoja

“La Paradoja del Principio de la Legalidad de los Delitos y la Teoría de los

Hermanos Mellizos” propone que ambos pueden coexistir bajo un nuevo esquema en el

que el primero se matiza y le da cabida al segundo, que ambos no son excluyentes,

sino complementarios y conllevan un paso de avance para el Derecho, porque si bien

es cierto que de ninguna manera renunciamos al logro histórico del Principio de

Legalidad en los fallos de nuestros tribunales, éste será entendido de ahora en

adelante desde otra óptica cuando planteamos que en todos los casos ocurrentes, de

no existir una ley que describa textualmente el fenómeno antisocial que queremos

perseguir, resultará mandatorio relacionar el referido comportamiento con su “hermano

mellizo” que sí lo está, aquel delito que esta descrito perfectamente por la ley y que le

sirve de base al juez para enmarcar en su texto los comportamientos antisociales que

quedarían impunes por un tecnicismo que no tiene razón de ser en los casos de

parentesco criminal más evidentes; una vez hecho esto, le estamos dando la

posibilidad a los tribunales de justicia a defender más eficientemente a la sociedad a la

cual se deben, incriminando y castigando a todos los hermanos mellizos de los tipos

criminales que sí están descritos en la ley.

Los delitos seguirán siendo determinados por el Poder Legislativo bajo la

emisión de leyes adjetivas, pero estas serán redactadas de ahora en adelante con un

nuevo enfoque haciendo énfasis en el resultado de la actividad criminal: Pérdida de la

vida, golpes, heridas, desmedro de la salud en general, pérdida o degradación de los

bienes de la víctima, manipulación o destrucción de la información y olvidando la

antigua práctica de redacción legal que hace énfasis en los listados de métodos
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criminales utilizados y bienes jurídicos atacados, para que así podamos incluir a todos

los hermanos mellizos delictuales que, desde el punto de vista criminológico, sieguen la

vida de una persona, le provoquen heridas o contusiones, la separen fraudulentamente

de sus bienes o los desmedren, la degraden moralmente o dañen sus datos, entre

otros efectos perniciosos para el individuo y la sociedad en la que vive.

Por otro lado los sistemas jurídicos deberán admitir por disposición legal y con

carácter general que todo tipo de actividad antisocial que reúna los requisitos

pertinentes, sufra la aplicación en los tribunales de la Teoría de los Hermanos Mellizos.

Resulta evidente que con el nuevo sistema el Principio de Legalidad de los “Delitos” no

desaparece sino que adquiere una nueva dimensión guiada a la eficiente persecución,

incriminación y penalización de eventos delictuales de alto dinamismo genético-

criminoso.

Por otro lado, el Principio de Legalidad de las “Penas” se mantiene inalterado y

el principio de la interpretación estricta de la ley penal se eleva a una nueva dimensión

en la que el juez deberá estar más pendiente a los resultados del evento que se le

presenta como delictuoso que al “modus operandi” que intervino en el suceso, sin que

por ello deje de evaluar como norte de la persecución penal, la intención delictiva del

autor de los hechos. En todos los casos la convicción del primer juez de fondo estará

sujeta al escrutinio y valoración de los jueces de alzada en los diferentes recursos que

pueden interponerse contra los fallos resultantes, lo que sirve de garantía sistémica a

los imputados.
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Cualquiera pudiera reprocharle a la presente propuesta el peligro del uso

abusivo de esta nueva regla de Derecho por parte de los tribunales de justicia, los que

podrían adherir medalaganariamente cualquier actuación de un ciudadano a un tipo

penal preexistente; es el momento en que debemos recordar los elementos de

seguridad que son los componentes de la “Teoría de los Hermanos Mellizos”: Se debe

tratar de un comportamiento antisocial; dicho comportamiento debe ser intencional;

debe haberle causado un daño a la víctima o haberlo intentado; dicho comportamiento

debe ser relacionado con un tipo delictual legalmente establecido (su hermano mellizo)

por su semejanza; debe ser penalizado de acuerdo con las previsiones establecidas en

el tipo delictual con el cual ha sido relacionado y que está legalmente establecido (su

hermano mellizo).
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Bibliografía

Concepto de Derecho Informático. http://hechoencu.wordpress.com/2008/05/27/el-


concepto-de-derecho-informatico-como-rama-autonoma/

Derecho Informático. http://kena.blogcindario.com/2008/10/00004-derecho-


informatico.html

Vásquez Perrota, M. Discusión sobre el Enfoque de la Persecución Penal por el


Resultado y Matización del Interés por el Método.
http://www.iaba.org/Law%20Review_Vol%206/Law_Review_6_MVasquezPerrott
a.htm

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