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JORGE BASADRE,
gro tomo de 1939 engrosó tejaban unos a otros, con
hasta pesar 17 volúmenes anatoliana ironía, de “josé-
en la 6ª edición de 1969. toribios”!
Con pausas fructuosas al A esas ráfagas del tur-
asumir cargos públicos, sin
prisas inútiles y en benedic-
tino acopio y revisión
EL MAESTRO bión mundial se sumaban
vientos de fronda locales:
reforma universitaria, jorna-
Basadre pulía y ampliaba da obrera de las 8 horas,
con nuevas áreas, pesquisas Carlos Araníbar Z. promesa (¡tan pronto falli-
y lecturas frescas y cavila- da!) de la Patria nueva con
ciones maduras su magna Si el tiempo, que humilla y corroe toda vanidad, es piedra de Leguía, ‘maestro de la ju-
opus, que devino un vasto ventud’, centenarios de
repertorio crítico sin para-
toque de las creaciones del espíritu, el curso de los años remoza la 1921 y San Martín, 1924 y
lelo en el país. Lado a lado figura de Jorge Basadre Grohmann. Vivo en la memoria del Perú, Ayacucho. A estímulos ta-
la versión primitiva y la fi- exorna su efigie un buen billete de curso legal y una Universidad les responden los primeros
nal salta a los ojos un ge- del Estado, calles y centros culturales y educativos llevan el nombre frutos del Conversatorio:
nuino libro abierto, work in ensayos de Abastos sobre
progress, típica obra de lar- de quien es, con su ubicua Historia de la república, el autor clásico ideología de la independen-
ga paciencia de esas que, y más citado –y el más plagiado– de nuestra época independiente. cia, de Porras sobre Larriva
por definición, jamás con- y Sánchez Carrión, de
cluyen. Fue docente en el Leguía sobre Rodríguez de
Guadalupe, en San Marcos, gar, el obligado estudio de rar la caída estrepitosa de la mento y garbo literario en Mendoza y Vidaurre, de
en la Católica, en la Escue- los altos personajes, en la dinastía manchú, Sun Yat un discurso narrativo y Sánchez sobre poetas de la
la Militar y, si su magiste- robusta y prolífica tradición Sen y el Kuomintang en ameno, conato de síntesis colonia. Y los de Basadre,
rio no alcanzó los ribetes de del héroe carlyleano que en- China, defunción del vivaz a lo Henri Berr, con el Benjamín de aquel cená-
leyenda de su amigo Raúl tonces cobijó la fama de porfiriato, agrarismo y re- tono prospectivo y ánimo de culo.
Porras, su legado póstumo biógrafos sugestivos y livia- volución en México, liqui- exploración nacionalista
renace y se dilata en cada nos y por ello tan populares dación del zarismo, Ke- centrada en alguna figura LAS OBRAS DE JUVEN-
nuevo lector. Por harto como Lytton Strachey, rensky, Lenin y soviets en solar, exhumada del pan- TUD
tiempo más, aún sin adver- Dmitri Merejkovsky, André Rusia, ocaso del imperio teón de los próceres cano- Su afición a la historia
tirlo, cualquier estudioso de Maurois, Stefan Zweig, austro-húngaro, abdicación nizados. Con olfato de hu- toma cuerpo e imperio
nuestra biografía nacional Emil Ludwig. Y, luego, el del kaiser Guillermo y re- rón se husmeaba fuentes cuando, ingresado a San
seguirá siendo su discípulo. examen de la acción colec- pública de Weimar, fin de la nuevas en escondrijos anti- Marcos, se asocia a un gru-
tiva y de masas, oído el re- guerra de 1914 y los 14 pun- guos, se ponía en valor pa- po que inventa y comanda
EL CONVERSATORIO clamo de corrientes socia- tos de Wilson, Nobel de peles vírgenes, se hurgaba Raúl Porras, siete años ma-
DE 1919 Y LA HISTORIA listas que iban de la mano 1919 y abanderado ingenuo periódicos y revistas olvida- yor, para ordenar la caótica
Como todo quehacer con el ascenso de las clases de la paz mundial? das. Sin descuidar el culti- sección de Papeles del le-
humano la historiografía, el medias y populares -y tam- Nuestros jóvenes opta- vo de la forma galana en la gendario y palmino salón
modo de escribir historia, bién por influjo de hechos ron por un modelo históri- redacción final, se exaltaba América de la Biblioteca
tiene sus modas. Y sus ve- mundiales que pedían a gri- co con tinte sociológico pre- con honesto arrobo la pes- Nacional. Su primer traba-
leidades. La que sedujo a la tos entrar a la escena aca- ñado de cálida esperanza, quisa recóndita de archivo jo es sobre Vivanco (1924).
generación de 1919 (la de démica. ¿Era posible igno- que fusionó amor al docu- a la sombra paradigmática En días de fiebre chauvi-
Raúl Porras, Jorge Basadre, nista y del frustráneo plebis-
Jorge G. Leguía, Luis A. cito, a medias con José
Sánchez, V.R. Haya de la Jiménez Borja publica El
Torre, Manuel G. Abastos, alma de Tacna (1926) y, en
José F. Valega, Ricardo Ve- libro al alimón con Luis.A.
gas García, Guillermo Luna Sánchez, Equivocaciones,
Cartland …¡vaya nom- ensayos de crítica literaria
bres!) era fiel a su época. (1927). Acusado de conspi-
Privilegiaba los sucesos po- rar contra el régimen de
líticos y la guiaban un faro Leguía pasa unos meses
positivista, un acentuado encerrado en la isla de San
tropismo documental a lo Lorenzo. Llena las horas
Ranke, un escepticismo sa- muertas con intensas lectu-
ludable a lo Renán y una ras –como una recién llega-
discreta heurística a lo da traducción de Proust– y
Seignobos. Pero surgía con algún ejercicio de gimnasia
bríos un modelo ecléctico literaria en creación conjun-
que, sin repudiar la onda ta con Hildebrando Castro
biográfica en boga, rotura- Pozo, camarada de prisión.
ba áreas inéditas: conjuntos, Basadre ha dicho: “Inicia-
pueblos, nacionalidades, mos una novela fantástica
atisbos de análisis económi- de ambiente peruano que,
co y hasta geografías y pai- por cierto, no avanzó mu-
sajes. cho”. Fue un cuento de cor-
Disciplina bifronte, ubi- te afrancesado y ambiente
caba en una sola matriz dos cosmopolita, en la línea dul-
magnitudes. En primer lu- zona de Bourget, Dekobra,