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A todo señor, todo ho-

nor. Basta citar esa


obra ciclópea, que del ma-
Tacna 1903, Lima 1980 y erudita del gran bibliógra-
fo chileno José Toribio
Medina. ¡Si hasta se mo-

JORGE BASADRE,
gro tomo de 1939 engrosó tejaban unos a otros, con
hasta pesar 17 volúmenes anatoliana ironía, de “josé-
en la 6ª edición de 1969. toribios”!
Con pausas fructuosas al A esas ráfagas del tur-
asumir cargos públicos, sin
prisas inútiles y en benedic-
tino acopio y revisión
EL MAESTRO bión mundial se sumaban
vientos de fronda locales:
reforma universitaria, jorna-
Basadre pulía y ampliaba da obrera de las 8 horas,
con nuevas áreas, pesquisas Carlos Araníbar Z. promesa (¡tan pronto falli-
y lecturas frescas y cavila- da!) de la Patria nueva con
ciones maduras su magna Si el tiempo, que humilla y corroe toda vanidad, es piedra de Leguía, ‘maestro de la ju-
opus, que devino un vasto ventud’, centenarios de
repertorio crítico sin para-
toque de las creaciones del espíritu, el curso de los años remoza la 1921 y San Martín, 1924 y
lelo en el país. Lado a lado figura de Jorge Basadre Grohmann. Vivo en la memoria del Perú, Ayacucho. A estímulos ta-
la versión primitiva y la fi- exorna su efigie un buen billete de curso legal y una Universidad les responden los primeros
nal salta a los ojos un ge- del Estado, calles y centros culturales y educativos llevan el nombre frutos del Conversatorio:
nuino libro abierto, work in ensayos de Abastos sobre
progress, típica obra de lar- de quien es, con su ubicua Historia de la república, el autor clásico ideología de la independen-
ga paciencia de esas que, y más citado –y el más plagiado– de nuestra época independiente. cia, de Porras sobre Larriva
por definición, jamás con- y Sánchez Carrión, de
cluyen. Fue docente en el Leguía sobre Rodríguez de
Guadalupe, en San Marcos, gar, el obligado estudio de rar la caída estrepitosa de la mento y garbo literario en Mendoza y Vidaurre, de
en la Católica, en la Escue- los altos personajes, en la dinastía manchú, Sun Yat un discurso narrativo y Sánchez sobre poetas de la
la Militar y, si su magiste- robusta y prolífica tradición Sen y el Kuomintang en ameno, conato de síntesis colonia. Y los de Basadre,
rio no alcanzó los ribetes de del héroe carlyleano que en- China, defunción del vivaz a lo Henri Berr, con el Benjamín de aquel cená-
leyenda de su amigo Raúl tonces cobijó la fama de porfiriato, agrarismo y re- tono prospectivo y ánimo de culo.
Porras, su legado póstumo biógrafos sugestivos y livia- volución en México, liqui- exploración nacionalista
renace y se dilata en cada nos y por ello tan populares dación del zarismo, Ke- centrada en alguna figura LAS OBRAS DE JUVEN-
nuevo lector. Por harto como Lytton Strachey, rensky, Lenin y soviets en solar, exhumada del pan- TUD
tiempo más, aún sin adver- Dmitri Merejkovsky, André Rusia, ocaso del imperio teón de los próceres cano- Su afición a la historia
tirlo, cualquier estudioso de Maurois, Stefan Zweig, austro-húngaro, abdicación nizados. Con olfato de hu- toma cuerpo e imperio
nuestra biografía nacional Emil Ludwig. Y, luego, el del kaiser Guillermo y re- rón se husmeaba fuentes cuando, ingresado a San
seguirá siendo su discípulo. examen de la acción colec- pública de Weimar, fin de la nuevas en escondrijos anti- Marcos, se asocia a un gru-
tiva y de masas, oído el re- guerra de 1914 y los 14 pun- guos, se ponía en valor pa- po que inventa y comanda
EL CONVERSATORIO clamo de corrientes socia- tos de Wilson, Nobel de peles vírgenes, se hurgaba Raúl Porras, siete años ma-
DE 1919 Y LA HISTORIA listas que iban de la mano 1919 y abanderado ingenuo periódicos y revistas olvida- yor, para ordenar la caótica
Como todo quehacer con el ascenso de las clases de la paz mundial? das. Sin descuidar el culti- sección de Papeles del le-
humano la historiografía, el medias y populares -y tam- Nuestros jóvenes opta- vo de la forma galana en la gendario y palmino salón
modo de escribir historia, bién por influjo de hechos ron por un modelo históri- redacción final, se exaltaba América de la Biblioteca
tiene sus modas. Y sus ve- mundiales que pedían a gri- co con tinte sociológico pre- con honesto arrobo la pes- Nacional. Su primer traba-
leidades. La que sedujo a la tos entrar a la escena aca- ñado de cálida esperanza, quisa recóndita de archivo jo es sobre Vivanco (1924).
generación de 1919 (la de démica. ¿Era posible igno- que fusionó amor al docu- a la sombra paradigmática En días de fiebre chauvi-
Raúl Porras, Jorge Basadre, nista y del frustráneo plebis-
Jorge G. Leguía, Luis A. cito, a medias con José
Sánchez, V.R. Haya de la Jiménez Borja publica El
Torre, Manuel G. Abastos, alma de Tacna (1926) y, en
José F. Valega, Ricardo Ve- libro al alimón con Luis.A.
gas García, Guillermo Luna Sánchez, Equivocaciones,
Cartland …¡vaya nom- ensayos de crítica literaria
bres!) era fiel a su época. (1927). Acusado de conspi-
Privilegiaba los sucesos po- rar contra el régimen de
líticos y la guiaban un faro Leguía pasa unos meses
positivista, un acentuado encerrado en la isla de San
tropismo documental a lo Lorenzo. Llena las horas
Ranke, un escepticismo sa- muertas con intensas lectu-
ludable a lo Renán y una ras –como una recién llega-
discreta heurística a lo da traducción de Proust– y
Seignobos. Pero surgía con algún ejercicio de gimnasia
bríos un modelo ecléctico literaria en creación conjun-
que, sin repudiar la onda ta con Hildebrando Castro
biográfica en boga, rotura- Pozo, camarada de prisión.
ba áreas inéditas: conjuntos, Basadre ha dicho: “Inicia-
pueblos, nacionalidades, mos una novela fantástica
atisbos de análisis económi- de ambiente peruano que,
co y hasta geografías y pai- por cierto, no avanzó mu-
sajes. cho”. Fue un cuento de cor-
Disciplina bifronte, ubi- te afrancesado y ambiente
caba en una sola matriz dos cosmopolita, en la línea dul-
magnitudes. En primer lu- zona de Bourget, Dekobra,

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Mirbeau y hasta de LA BÚSQUEDA DE UN ca exultante y locuaz, de atmósfera en blanco y ne- pliendo el consejo sabio de
Zamacois y de la Pardo y ESTILO frenesí y hervor polémico, gro y los personajes, algo Marc Bloch para quien,
Bazán, inconcluso y algo Así, en un corto lustro, de ensayos frustráneos y grises y con leve vaguedad como el ogro fiero de los
exótico, La que se olvidó de indefinido su metier profe- banderías enconadas y de de esfumino, ceden los pri- relatos infantiles que huele
amar. En la copia fotos- sional ensaya estilos bus- bizarros caudillos de meros planos a grupos de la carne humana, el historia-
tática que me dio a conocer cando uno propio. ¿Lo ve- entorchados y bocamangas presión y otros conjuntos, dor nunca debe olvidar que,
mi buen amigo Fernando mos más de cerca? La ini- de colores que fingen rotar poniendo bajo lupa el turba- en fin de cuentas, es el hom-
Lecaros, los pasajes autó- ciación de la república re- en carrusel haciendo dor fenómeno de las masas bre concreto el que padece
grafos de Basadre, colma- vela pericia en el manejo de carantoñas. Una ‘satiritra- que de antuvión irrumpen y vive y hace la historia.
dos de enmiendas, añadidos fuentes, información copio- gicomedia’, por usar una en la vida política desde los Casi en cada página del
y tachaduras, confiesan un sa sin desborde, visión ana- voz de Lope. Libro en mo- albores de la historia colo- libro hallan cabida una re-
temprano y vigilante cuida- lítica del período caudi- vimiento, diríamos. Y libro nial. flexión, un retrato, un afo-
do por la forma literaria. llesco y soltura elegante en ameno. Y, parodiando a Y en un peldaño más rismo. Se echa de ver que
De vuelta a la historia, el autor marcha por el ca-
elude el pie forzado del re- mino de aventura y riesgo
lato biográfico y tienta for- “Basadre reiteraba mucho su fe en el porvenir. Y, cumplida la que desemboca en la madu-
tuna en contextos más am- hora que les fuera asignada, full of sound and fury, viven y rez. Tal, cuando asocia la
plios. El discurso de orden sensibilidad histórica a “la
en San Marcos en 1929, La
vencen todavía como el Cid, porque en la carrera fugaz de la ciencia de la serenidad y la
multitud, la ciudad y el vida supieron ceder a las nuevas generaciones, como los paciencia”. Tal, su afirma-
campo en la historia del lampadóforos de la Grecia clásica, la antorcha del ción jocosa y válida: “en el
Perú, en forma parcial ve la entusiasmo, de la ilusión y de la esperanza”. Perú la política es una con-
luz en Mercurio Peruano tradanza en donde en poco
(Lima, nos. 129-130). Sigue tiempo se está al lado de
La iniciación de la repúbli- el diseño de escenarios y Voltaire, cupiera añadir que alto Perú: Problema y po- quien se tuvo al frente y vi-
ca (Lima, 1929-30, 2 vol.), actores puestos aquí o allá su mayor defecto es ser sibilidad. Prosa alígera, re- ceversa”. Tal, si condensa el
punta de lanza de la futura en solfa por la anécdota ameno en demasía. curso al esquema didáctico empirismo cazurro de Ra-
Historia de la República, tempestiva y risueña, que ni Antes que en Madrid el y frugales notas patentizan món Castilla en su tácito
que confirma el sesgo social excluye ni empaña el juicio ensayo La rebelión de las la voluntad de renuncia a breviario doctrinal: “subir,
de su producción ulterior. crítico. Por sus páginas, masas de Ortega y Gasset, toda gimnasia erudita. durar”. Tal, si señala los fre-
La otra pièce de résistence, bajo perfil erudito y plétora aparece en Lima La multi- Basadre huye de ser “mez- nos y límites burgueses del
su libro más lúcido y fino, de envíos librescos y de no- tud, la ciudad y el campo en cla de notario y de ratón”, radicalismo de Gonzales
es Perú: Problema y posi- tas al pie, cabalga una ima- la historia del Perú. Obra elabora una visión de sínte- Prada o las carencias de las
bilidad (Lima, 1931), que gen colorida y cinética del pionera de rastreo en vena sis y revisa el pasado con Tradiciones. Tal, cuando sin
de golpe lo sube al nivel de Perú independiente monta- sociológica, analiza el papel criterio genético, ora con alardes jeremíacos decide
Le Pérou contemporaine de da sobre personajes, ímpe- de las masas desde la inva- finura y agudeza, ora con que “la política es movedi-
F. García Calderón, Tem- tus y humores enfocados en sión española en el XVI, empaque de profeta o refor- za, sucia e ingrata”. Etcéte-
pestad en los Andes de zoom. En un tapiz historia- rompe la plantilla histórica mador, ora con crudeza de ra. Cierra el libro un diáfa-
Valcárcel o los 7 ensayos de do y mercurial campean ci- de rutina y hace cómodo si- escalpelo y autopsia. Su no examen de la realidad
Mariátegui. Si algo enlaza tas textuales, letrillas tio al nuevo e inquietante gusto por las ideas abstrac- peruana, tan pugnaz, tan ilu-
sus discrepantes obras juve- satíricas, bandos y mani- factor social, el ser colecti- tas y generales y su afán de so. “Pero el socialismo ven-
niles es su tono de áspero fiestos ardidos, papeles de vo como lozana categoría calibrar las fuerzas colecti- drá”, augura en la página
inventario del Perú de ayer, Estado, sueltos periodísti- de análisis. Ahora es más vas en la dinámica social no final. Con todo y eso, no
con ojo avizor atento a lo cos de libelo y combate. Se académico el tono, más le vedan recurrir a la sem- vislumbra el de dialécticas
que viene y una dosis convoca y revive una épo- caballera la perspectiva, la blanza individual, cum- y dogmas sino el que “es,
homeopática de optimismo ante todo, un modo de abor-
y fe algo panglosiana. A ra- dar los problemas y un es-
tos se endilga a la historia píritu”, ese que comporta
función de catarsis colecti- una “marcha hacia una ma-
va con riesgo de confinar- yor justicia social”. Con leal
la, en incivil ajuste de cuen- sindéresis, a los 74 años de
tas, a mero preámbulo de la su edad compendia su mí-
acción social. Y en más de nima definición como un
un pasaje catoniano, que exégeta que glosa y escolia
evoca las poses de dómine un axioma tomista: “Enten-
iracundo de Bilbao y demos por socialismo el
Lastarria o de Prada, la pes- movimiento hacia una so-
quisa toma aires de instruc- ciedad donde el interés y el
tiva judicial. Reo de culpa, beneficio comunes predo-
se sienta al pasado en el minen en las cosas esencia-
banquillo, se le acosa y con- les sobre los de carácter in-
mina. Y se le explora y se dividual o de grupo”.
bucea en él como cuando Uno siente que acuña el
uno, diría Pascal, retrocede joven autor un puñado de
y toma carrerilla para saltar ideas sustantivas que han de
con ventaja a un futuro lu- operar como ejes de su obra
minoso. Casi 50 años más futura. Vgr. la noción ética
tarde resume Basadre su de una pauperización de la
profesión de fe: “Somos espiritualidad colectiva, en
pesimistas ante el presen- la línea de Eugenio d’Ors,
te y optimistas ante el fu- el arielismo de Rodó y el
turo”. esteticismo de Vasconcelos.

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O, de modo concurrente, el proustiana y tierna recupe-
concepto sociológico de la ración de lo perdido la me-
deserción de las elites, por moria se interna en las bru-
influencia de la trahison des mas del pasado. Y el recuer-
clercs de Julien Benda y del do, despejando sombras an-
Pareto premussoliniano. O, tiguas, se vuelve tibio claror
bajo la impronta del ago- y destello de penumbra ilu-
nista Charles Péguy, el minada en bruñidas visiones
crucial hallazgo de un hon- de gentes, lugares y tiempos
do abismo entre el ‘país le- bañadas de insinuante y áti-
gal’ y el ‘país profundo’. O, co lirismo, como si el análi-
cercano a Mariátegui, la sis se batiera en derrota ante
idea-fuerza en que tanto in- la síntesis, como si la inte-
sistió y que es un leit motiv ligencia del mediodía hicie-
del pensamiento de Basa- ra las paces, al fin de la jor-
dre: a la luz de la historia, nada, con una poesía cre-
el Perú es un enorme pro- puscular y pungente. Dije
blema que heredamos del alguna vez que quien oyó
pasado, pero también una una clase de Porras no olvi-
bella promesa abierta al por- da que la oyó. Y creo, asi-
venir. mismo, que quien lee algu-
nas de estas páginas de
TRAYECTORIA Y PRO- Basadre no las olvida más.
DUCCIÓN Mi alusión a Porras no es
Queda ya formado un casual. Claro que no. La
estilo. Uno que alivia la ten- hago a sabiendas de que es-
sión narrativa con el reman- cribo sobre Basadre, que
so eventual y plácido de la otro sería el sitio, etc. Pero
anécdota y el recurso a la recordarlo es, también, re-
inflexión sociológica o éti- teratura inca (1938), La que se trasfiere al historia- imágenes que insertan la cordar a los mejores de su
ca, a veces en tono colo- promesa de la vida perua- dor francés Charles Morazé. fina trama del recuerdo en generación. Y Porras fue de
quíal que, por sistema, re- na (1943), El conde de Alejado de San Marcos la urdimbre inquieta de un los mejores. Si algún lector
huye o esconde esa plúm- Lemos y su tiempo (1945), desde 1954, salvo su breve cuadro histórico que com- valiente me soportó hasta
bea erudición que es la más Meditaciones sobre el des- recaída en 1956-58 en el prime, como en miniatura o aquí, absuélvame ahora si
temprana y pecaminosa ten- tino histórico del Perú despacho ministerial de en epítome, su visión retros- evoco ambas figuras como
tación del historiador en (1947), Chile, Perú y Boli- Educación que acepta a des- pectiva de una persona, una las guarda mi memoria.
agraz. Formado su estilo, sí. via independientes (1948), gano –“sin duda cometien- ciudad, un país, una época. Quiero contar dos cortos
Los contenidos han de ma- Notas sobre la experiencia do un error”, dirá después–, Se agolpan y desfilan remi- viajes: uno con Porras a su
durar como la fruta en el histórica peruana (1952), rehuye todo cargo y función niscencias de su infancia Pisco natal, otro con
árbol, por el tesón germáni- mientras se renueva y crece pública y se aboca a inves- tacneña, su juventud y la Basadre a su Tacna natal.
co de un joven talentoso la Historia de la república tigar y producir. Sin las turbulencia reformista, las
cuya avidez se abre a múl- en ediciones que se agotan obras que actualiza (vgr. prisas y fulgores de San RAÚL PORRAS VUELVE
tiples inquietudes y corrien- muy pronto. Perú: Problema y posibili- Marcos en el oncenio de A PISCO
tes y coge en todas partes Por entonces, en una dad “con algunas conside- Leguía, sus tribulaciones En 1954 tuve la suerte
algo para una vasta siembra. suerte de rito consagratorio, raciones 47 años después”), por la chilenización de las de acompañar a Porras en
En el camino a la plenitud se le invita a participar en publica Los fundamentos de provincias en cautiverio y una breve visita a Pisco, la
su actividad no se da repo- un programa de la UNESCO la historia del derecho el plebiscito. También cuen- villa en que nació y a la que
so. Cátedras en San Marcos, nacido bajo la alta inspira- (1956), Infancia en Tacna ta de su viaje a Europa, tras- no había vuelto. Era su se-
dirección de la Biblioteca ción de Lucien Febvre, Carl (1959), Materiales para mite su visión de la Alema- cretario entonces. Su ancia-
de la Universidad, stage en J. Burckhardt, Joseph Need- otra morada (1960), Histo- nia de 1932 y del nazismo, na madre, la bondadosa se-
USA en 1931, viaje a Ale- ham, Paul Rivet, Julian ria de la Cámara de comer- ya una juggernauth arrolla- ñora Juanita Barrenechea, le
mania en 1932, indagacio- Huxley, Tata Husein, Jean cio de Lima (1963), Ante el dora un año antes de que anotó algunos nombres y
nes en el Archivo de Indias Piaget y otros. Se pide a es- problema de las elites Hitler empuñase el poder una que otra dirección im-
sevillano y en el Histórico pecialistas de fama compo- (1968), Introducción a las total y arrastrase al planeta precisa. ¿Para qué? La in-
de Madrid en 1933-34 –que ner una Historia de la hu- bases documentales para la al borde del abismo. Nostál- fancia de Porras fue limeña,
llamó su época del “sueño manidad en 6 volúmenes, historia de la república del gico, rememora su gozosa no había ataduras, pensé.
de opio erudito”–. Y en centrada en el desarrollo Perú (1971), El azar en la inmersión en los archivos No más llegar, se dio a re-
1943 refunda la Biblioteca cultural y científico mun- historia y sus límites (1971), españoles, su vuelta al Perú, correr calles como buscan-
Nacional herida de muerte dial. En el manojo de elegi- La vida y la historia. Ensa- su retorno a San Marcos. Y do un sitio que aún aroma-
en el incendio ominoso, dos están los británicos yos sobre personas, lugares evoca la vieja y querida Bi- sen efluvios de medio siglo
crea la revista Historia, or- Leonard Woolley y Jacque- y problemas (1975). blioteca Nacional que des- atrás y visitamos viejas y
ganiza una Escuela de bi- tta Hawkes, el norteameri- truyó el fuego en 1943 y su extrañas gentes de las que
bliotecarios, asume el des- cano Louis Gottschalk, el LOS ÚLTIMOS ESCRI- tarea de salvataje y resurrec- Porras inquiría detalles ni-
pacho de Educación bajo el francés René Grousset, el TOS ción. mios. Creo que preguntar le
gobierno de Bustamante en hindú K. Zachariah y el pe- Como el vino de solera En estas páginas mne- importaba tanto o más que
1945, conduce el departa- ruano J. Basadre, a quien que con el tiempo descubre mosíneas hay trozos que las respuestas borrosas y
mento de asuntos culturales toca el volumen sobre el si- su mejor nobleza, sus escri- respiran calidez y tre- distantes con que aquellos
en la Unión Panamericana glo XIX, penúltimo de la tos últimos ganan densidad mulación que conmueve. perplejos vecinos premia-
(1948-50), edita la serie Bi- serie. En 1956, por obliga- y señorío. Hay páginas que Nunca, como en ellos, su ban una curiosidad ajena
blioteca de la república. Y ciones del Ministerio de son mezcla armoniosa de prosa alcanzó registro tan que no entendían mucho.
se suceden Historia del de- Educación que asume, re- autobiografía o memorias y amplio y resonancias tan Cierta dama, que recluía su
recho peruano (1937), Li- nuncia al honroso encargo, ensayo literario, con buídas íntimas. Como en una senilidad trémula en un ca-

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serón de provincia de altos había vuelto desde la déca- de su comprensiva esposa, acompañarlo, un poco, a re- do convoca radiosas imáge-
techos y muro enjalbegado, da de 1920, en los durísimos la señora Chabuca Ayulo, correr la ciudad. nes de infancia y acuden
de esos que el vendaval del años de zangoloteo y albo- cedió al fin. Lo iba a tomar, Era notable la nitidez de esas “formas aéreas flotan-
tiempo aún no echó abajo, roto por los problemas con dijo, como un corto viaje de sus recuerdos. Distinguía no do ante la vista entre la luz
con esa añoranza lúcida que Chile y el plebiscito. Crea- descanso: ver a unas cuan- ya nuevos barrios, zonas y y el oro” que añoraba el an-
en el anciano es la presbi- da por el gobierno de tas personas, visitar uno que edificios, el normal creci- ciano Goethe, halló Basadre
cia del afecto, dio cuenta Velasco en 26-VIII-1971, otro lugar, evitar el trajín de miento de la ciudad moder- lo que había ido a buscar.
clara y razón menuda del iba a entrar en funciones la paneles, entrevistas y parlo- na, sino el menor cambio en (Quizá un día vuelva sobre
solar en que nació Porras, de Universidad Nacional que teos. Le prometí que sería el trazo de calles, fachadas, nuestras charlas. ¡Qué digo
pisqueños de entonces, de hoy lleva el nombre de como él deseaba. Que ten- tiendas de comercio, cote- charlas: él hablaba, yo oía!
costumbres y ritos locales Basadre. La organizó una dería un cordón sanitario en jándolo todo con sus viven- Sé que no es importante ha-
que se desvanecen, de fami- comisión que integraban su alojamiento del hotel. cias de su vieja Tacna. Era cerlo, ya contamos con sus
lias que se extinguen, de Werner Gorbitz, ex-Rector Sin remedio, su emoti- un rencuentro vital. Con la valiosos diálogos con Ma-
casonas que ya no hay más. de Trujillo, y miembros de vo discurso fue uno de esos Alameda de palmeras airo- cera … ¡pero aquella vez
Ví a Porras profundamente las universidades madrinas: éxitos sociales que caminan sas, evocativa y señorial habló Basadre de tantas co-
conmovido. Lo rozaba ese Arturo Flores por la Agra- solos. Puesto en el foco de pese a los cambistas de mo- sas!)
tenue soplo de melancolía ria, Francisco Sotillo por la atención local, por el neda chilena, con la plaza Lector de los ávidos e
de los desencuentros, cuan- Ingeniería, yo por San Mar- Hotel de Turistas desfilaron Colón, una de cuyas esqui- incurables, siempre tenía a
do la razón no admite que cos. Pues había charlado autoridades, vecinos de los nas albergó su solar fami- la mano un caudal asombro-
el paisaje real sea distinto a varias veces con Basadre notables y de los otros, an- liar, con su catedral de pin- so de lecturas frescas. Cuan-
la imagen déjà-vu que el co- para contarle cómo iban las tiguos y nuevos tacneños, toresco sillar rosado incon- do fui estudiante, a menudo
razón imaginó. cosas y pedirle sugerencias jóvenes estudiantes, cole- clusa en los días de su in- una mera alusión deslizada
Hicimos en silencio ca- para enrumbar las faenas de giales. Todo el mundo tenía fancia, con la hermosa pila en sus escritos o encubierta
mino a casa del señor la comisión ¿qué mejor cuenta con Basadre. Que- monumental y sus chorrillos en nota a pie de página me
Carcelén, notario jubilado idea, para el discurso inau- rían verlo, invitarlo, solici- de agua sutiles, con el gi- orientó hacia lecturas que
que se reponía de una deli- gural, que invitar al más tarle conferencias, reporta- gante mercado de abastos – hubiera tardado en descu-
cada lesión. Conocía de ilustre de los tacneños vi- jes, artículos. Aunque me la ‘recova’ de su niñez- y la brir por mi cuenta. Por él
nombre y admiraba a Porras vos? De inmediato conven- esforzaba en filtrar las co- extensa franja abigarrada conocí a autores como J.M.
y en una añosa vida acumu- cí a mis colegas, qué va. sas la marea me vencía y donde mil ‘pacotilleras’ am- Romein, Pietr Geyl, Mario
ló papeles que dormían en Pero faltaba lo otro, lo difí- fracasé en mi torpe rol de bulantes ofrecían baratijas Praz, J-P. Faye, Eric Dardel,
un enorme y envejecido ar- cil: convencer a Basadre. cancerbero. Fue el propio del contrabando de hormi- Egon Friedell. Pero en esas
cón repleto de ellos, que De temple un poco huraño Basadre quien, con arte y ga del cotidiano cerrojo co- calmas horas tacneñas, no
hoy abría generoso. Nona- y algo huidizo, con esa ‘or- solercia que nunca rayó en mercial Arica-Tacna. En un motivado de ningún modo
genario, alto y cenceño, gullosa modestia’ de espíri- descortesía, supo ser dueño restaurante campestre a car- por mi presencia sino bajo
apoyado en su bastón nudo- tu tan suya, muy poco y absoluto de su tiempo, usar- go de un hijo del difunto el acicate del rencuentro con
so, la mirada algo perdida e nada le tentaba la idea de lo a voluntad y hurtar el señor Bocchio, al que cono- sus más hondas raíces, ha-
inmóvil, tal un testigo so- enfrentar en su tierra natal cuerpo a lazos y zalamerías ció medio siglo antes, gus- blaba de todo. De novelas
breviviente llamado a dar fe los acosos y fatigas que apa- o agasajos superfluos. En tó el pastel de choclo y el de detectives, de autores
de una época que se esfu- reja la fama y apenas si con- los breves días de su estada delicioso queso de Pachía antiguos y libros últimos, de
ma, con frases cortas y pau- sintió en enviar un texto tuve por muchas horas, que aún recordaba. Sí. sus poetas predilectos, de
sas muy largas absolvía las para leerlo en su nombre. como premio inesperado, el Como en un aura de ama- sus novelistas de cabecera,
preguntas retóricas que más Pero era su presencia lo que beneficio de su trato y el ble sortilegio en que el he- de su afición a la música
que a él lanzaba al aire Po- importaba. Sólo a instancias placer de su charla y pude chizo de un aroma olvida- clásica, de sus pininos en
rras, de cuclillas ante el ar- San Marcos cuando era el
cón de prodigio. Y vi bañar- catedrático más joven, de
se en luz el rostro del pro- roces con el temible deca-
vecto notario cuando mi no Urteaga, ese a quien Po-
maestro, ardoroso lector de rras nunca se cansó de va-
tantos años, acercando a es- pulear, de sus afanes cuan-
casos centímetros de los do colectaba libros para re-
ojos cansados un papel y sucitar la Biblioteca Nacio-
luego otro agitaba uno de nal, de sus desengaños en el
ellos, cualquiera, qué im- Ministerio, en heroica lid
porta ahora, diciendo jubi- contra burócratas imper-
loso: ¡Mire Ud. esto, Ara- meables al cambio.
níbar! … Quizá entonces Como cualquier mortal
Raúl Porras no recobrara el tenía sus pequeños kobolds,
escondido pueblo del sueño esos fastidiosos duende-
infantil que cada uno lleva cillos invisibles que sin
oculto, pero se recobraba a haberlos llamado nos ase-
sí mismo al conjuro mágico dian un día, rondan la casa,
de una humilde y efímera se instalan y no se quieren
huella del pasado. ir más. Por ejemplo, pese a
su enemiga contra Carlos A.
JORGE BASADRE VUEL- Romero lo exculpaba del
VE A TACNA todo, pero insistía en que la
En mayo de 1972 tuve quema de la Biblioteca en
la suerte de acompañar a 1943 fue adrede o ‘culposa’
Basadre en una breve visita y le daba al asunto un halo
a Tacna, la ciudad en que de misterio policíaco, des-
nació y a la que, aparte una cartando de plano la tesis
breve estada en 1931, no del ‘incendio inocente’ que

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primó en su época. Recha- ronda tras el éxito, la ingra-
zaba, enérgico, la especie titud que cosecha el dadivo-
ruin de haber maquillado de so, las celadas y zancadillas
una edición a otra y por ra- que tiende la mediocridad al
zones políticas su relato del talento, al que tanto odia y
viaje de Prado en 1879. teme. Y supieron perdonar
Desconfiaba de San Marcos -y olvidar, ya que el olvido
cuando el calor del recuer- es el grado más alto del per-
do reabría alguna vieja he- dón. Por legítimo derecho
rida, pero le dolía ver la vie- que les asistiese, por ejem-
ja Casa hecha un campo de plo, ninguno de ellos alcan-
Agramante donde disputa- zó nunca a ser rector de San
ban fieros los partidos polí- Marcos. Ni siquiera decano
ticos en pugna … de la Facultad de Letras,
como no llegó a serlo otro
BASADRE Y PORRAS, gran peruano, Julio C. Tello.
DOS MAESTROS Y como no ha podido serlo
En el Perú del siglo XX jamás Pablo Macera, el más
dos historiadores llevaron al talentoso y sagaz de los his-
límite la probidad y el de- toriadores de hoy.
coro profesional. Si las Basadre y Porras trata-
obras de Porras lucen una ron de ser hombres justos.
erudición limpia de fatuidad Ninguno albergó rencor que
o maquillaje y una elegan- durase hasta el encono e hi-
cia y brillantez que en su gé- cieron de la enseñanza, oral
nero nadie ha superado to- Menos, aún, por su dis- rigor y disciplina envidia- do los márgenes libres y dic- o escrita, un apostolado. Tu-
davía, las de Basadre reve- ciplina en el trabajo. Po- bles y, sin prisa ni pausa, tando a prisa los últimos vieron el ascetismo moral y
lan una voluntad de análi- seían con largueza honesti- con tenacidad teutónica, párrafos de lo que fue una el don munificente del
sis y un raro don de síntesis dad y escrúpulo profesional, por sus horas contadas y charla sápida y radiante so- maestro auténtico que, sa-
y profundidad que tampoco pero de índole muy diver- como a paso medido llega- bre la vieja ciudad del río biendo cuán liberalmente
se han repetido en nuestro repartidos y cuán ubicuos
medio. en el tiempo y el espacio son
Traté a Basadre relati- el egoísmo y la mezquin-
vamente poco. En todo “La idea-fuerza en que tanto insistió y que es un leit motiv dad, frente a los discípulos
caso, mucho menos de lo del pensamiento de Basadre: a la luz de la historia, el Perú es un juega al noble juego del al-
que hubiese querido. En enorme problema que heredamos del pasado, pero también quimista que purifica la es-
cambio tuve a Porras como coria y la muda en metal
profesor de historia en el
una bella promesa abierta al porvenir”. precioso. Sabía y dijo siem-
colegio Anglo Peruano y en pre Porras que la historia
San Marcos y fui su secre- “abre vastos capítulos de es-
tario unos cuantos años. sa. Porras, desde el colegio ba hasta donde quería llegar. hablador, que tituló El río, peranza”. Basadre reiteraba
Solía asociar la figura de formado a la francesa, con Inició su Historia en 1939 el puente y la alameda y que mucho su fe en el porvenir.
uno a la del otro, pero eran aire engañoso y algo pícaro y la concluyó 30 años des- inspiró, a una oyente em- Y, cumplida la hora que les
tan opuestos en rasgos esen- de nonchalance que ya en pués. Porras murió sin ter- brujada, el vals triunfante y fuera asignada, full of sound
ciales de personalidad y de sus años mozos confundían minar una biografía de evocativo que ningún lime- and fury, viven y vencen
carácter que sólo con el muchos con indolencia, so- Pizarro empezada 25 años ño ignora. todavía como el Cid, porque
paso del tiempo intuyo por lía trabajar a voluntad, al atrás. No. Otras son las raras en la carrera fugaz de la vida
qué lo hacía. No por el esti- ralentí. Pero se trasfiguraba Recuerdo que en mayo virtudes que compartían supieron ceder a las nuevas
lo, al que ya aludí: brillante lo indecible bajo presión y de 1972, antes del viaje que Basadre y Porras, ahora lo generaciones, como los
el uno, profundo el otro. No urgencia: una lección nue- narré, en su tranquila casa sé: la autenticidad, la recti- lampadóforos de la Grecia
por su trato: abierto al diá- va, un artículo periodístico, de Orrantia me hizo ver tud moral, la nobleza de an- clásica, la antorcha del en-
logo, espontáneo y sociable, una charla o ponencia, un Basadre ya concluído y tiguo estilo y, sobre todo, la tusiasmo, de la ilusión y de
conversador agudo y chis- folleto o libro a punto de puesto en limpio, en esa le- bondad del corazón. En uno la esperanza.
peante Porras, reservado y pasmarse en la imprenta. En tra suya redonda y clara y de sus Hefte de conversa- Es invariable mi honda
huidizo y más pronto a oír esos casos, dijéramos a pla- tan legible, el original del ción dijo el músico genial gratitud a Raúl Porras. Y a
que a platicar Basadre, que zo vencido, mostraba una discurso que leería en la que no reconocía otra mues- Basadre le debo algo más
recomendaba “en las ideas, sorprendente energía para Universidad dos o tres se- tra de superioridad humana que estas pobres líneas. Por
rumiar y rumiar siempre lo fichar, resumir, redactar, manas después. Que fue que la bondad. Talvez, eso, próximo a cumplirse un
que se piensa y lo que se dictar. Pasaban las horas y excelente, ya lo he dicho. como creía lord Bacon, siglo de su nacimiento,
escribe”. Ni por sus violines las horas y seguía incansa- Recuerdo, también, que “histories make men wise” cuando en la futura Plaza
de Ingres: le gustaban a ble, rehaciendo, puliendo, cierta vez en la casa-biblio- o, como pensó Santayana, Cívica de San Marcos su
Basadre la música, los cortando –echando el lastre teca de Porras en Miraflores “wisdom comes by disilliu- busto no sea un mero busto
thrillers policiales, el buen por la borda, decía. Basadre, el reloj alevoso acusaba las sionment”. Pero quizá el recién inaugurado sino la
cine, cálidas aficiones todas formado en la Deutsche 7 de la noche recordándole otro camino que lleva a la vigilante presencia, amiga y
que hubiesen congelado a Schule, el antiguo colegio que debía sustentar una con- sabiduría, el más sencillo y luminosa, del viejo profesor
Porras, habitúe de lujo de la alemán, en una disciplina ferencia en Lima justamen- el más difícil, es la bondad. que vuelve a su antigua Casa
Pizzería miraflorina en un estricta y kaiseriana, era te a las 7 de la noche. Y Po- Por eso creo que Porras y para quedarse en ella, enton-
cenáculo en que, como en más circunspecto y conteni- rras, en su deporte favorito Basadre, aun quitados sus ces iré a saludar a quien me
casa y entre amigos, a dia- do en las formas. Dueño de de luchar contra el tiempo, talentos y sus obras, fueron honró una vez llamándome
rio derrochaba a mano un método y un orden más añadía al texto nuevas fra- hombres superiores porque su amigo. Y, sin palabras, le
abierta su bonhomía y su sistemáticos, en el trabajo ses, con una letra diminuta fueron hombres buenos. diré sencillamente: ¡Gracias,
ingenio sin par. intelectual se imponía un y peligrosa que iba copan- Conocieron la insidia que maestro!

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