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Proyectos como la segunda etapa de Zuana, en Santa Marta, y nuevos hoteles en esta
ciudad, así como torres de apartamentos en San Andrés y Bogotá se desarrollan bajo el
esquema de tiempo compartido.
La euforia generada en los últimos años por el crecimiento del turismo en Colombia le
está inyectando un segundo aire al negocio de tiempo compartido en el país. Esta
industria, que el año pasado movió a nivel mundial unos US$15.000 millones,
generados por cerca de diez millones de familias vinculadas, ha tenido un desarrollo
tímido en el país, donde unas 40.000 familias están vinculadas.
Pero los vientos de cambio comienzan a soplar con fuerza, con estrategias agresivas y
nuevos proyectos turísticos de las empresas que buscan impulsar nuevamente este
negocio. Mientras el turismo en el país reportó un crecimiento del 5% en los cuatro
primeros meses de 2010, la mayoría de las compañías que hacen parte de este negocio
se han fijado metas de ventas para este año que incluso llegan al 20%, y dan cuenta de
la ambiciosa apuesta que están haciendo.
La construcción y venta de una segunda etapa de 80 suites del Zuana Beach Resort, un
hotel de lujo denominado Studio 59 en Bogotá, un complejo de apartamentos bajo la
marca Sunrise en San Andrés y nuevos proyectos en Anapoima y Santa Marta, hacen
parte de la oferta que se viene desarrollando en el país bajo el formato de tiempo
compartido.
¿Cómo opera y cuál es su perspectiva? Esta industria nació a nivel mundial hace más de
40 años en Europa, pero ha tenido su mayor desarrollo en Estados Unidos, México y el
Caribe. A Colombia, el sistema llegó en 1994 con el inicio de operaciones de hoteles
dedicados a vender una propiedad vacacional que otorgaba el derecho a disfrutar en una
temporada específica del año, a perpetuidad o por un periodo.
Del negocio de tiempo compartido hacen parte los desarrolladores -constructores de los
proyectos-, los promotores, las empresas de intercambio y las cadenas de hoteles,
condominios o resorts. Un cliente ingresa al tiempo compartido cuando compra a un
desarrollador una propiedad vacacional que ofrece semanas o puntos que permiten a los
clientes disfrutar de vacaciones a perpetuidad o por un periodo específico, durante una
época del año. También lo puede hacer si adquiere una propiedad fraccional; es decir,
una parte de un inmueble turístico que le da derecho a disfrutar un periodo del año allí y
obtener una rentabilidad. En el caso de propiedad vacacional, esta se consigue en
Colombia desde US$4.000, mientras que la propiedad fraccional arranca desde
US$25.000.
En el negocio también están las empresas de intercambio, dos a nivel mundial, RCI e
Interval, que llegaron al país hace 15 años. Estas permiten a los clientes de la propiedad
vacacional o fraccional intercambiarlas para visitar otras propiedades de similar nivel en
el mundo. En el caso de RCI, son 4.000 propiedades para intercambiar en el mundo
mientras que Interval ofrece 2.500.
Cortesía Ing. MSc. Luis Fernando Restrepo G.
Entre los desarrollos que manejan este esquema están los hoteles Zuana Beach Resort,
Decameron, Irotama, GHL -con las marcas Sheraton y Howard Johnson-, y Germán
Morales e Hijos que han incursionado con éxito en este negocio. En el mundo, las
cadenas Marriot, Hyatt y Disney Vacations hacen parte de este sistema.
Frente a la perspectiva, los empresarios del sector son optimistas. "El potencial en
Colombia es gigantesco", asegura Claudia Piña, gerente de desarrollo de negocios para
Colombia y Ecuador del Grupo RCI, una de las empresas de intercambio más grandes
del mundo.
De acuerdo con datos de Interval, entre 2008 y 2009 la base de socios con tiempo
compartido en el país registró un crecimiento de 6%, lo que muestra que existe un
interés muy marcado por viajar y aprovechar los productos de vacaciones. "El trabajo
que tenemos que hacer este año es estimular a los clientes para que aprovechen más este
producto", agrega Agostini.
RCI, por su parte, tiene como meta para este año gestionar el ingreso de entre 5.500 y
6.000 clientes a través de compra de proyectos vacacionales o fraccionales.
Las expectativas del negocio son muy favorables en el país. Sin embargo, esto no debe
llevar a los clientes a perder la perspectiva y dejarse deslumbrar por empresas que no
tienen el respaldo adecuado o no son claras en sus contratos.
Cortesía Ing. MSc. Luis Fernando Restrepo G.