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Teórico-Práctico Nº 1 - Introducción a la Historia

Marcos Eduardo Ferreyra

Actividad Nº1:

Moradiellos, Enrique, Las Caras de Clío. Una Introducción a la historia.

¿A qué se refiere el autor cuando dice: “El pasado no existe y no puede ser confrontado ni abordado por ningún historiador”?

El autor plantea que el objeto del conocimiento histórico es un tiempo pasado y como tal, es incognoscible debido a su inexistencia, a su
ausencia física, a su no-corporeidad y no-materialidad en el presente.
En virtud de esto dice que como el pasado no existe en la actualidad no puede haber conocimiento científico de algo que no tiene presencia ni
existencia, porque dicho tipo de conocimiento requiere una base material, física, tangible, corpórea y presente para poder constituirse una
ciencia en su entorno. Como se verá más adelante, el pensamiento positivista sostiene que una ciencia y la fundamentación de su método
legitiman su razón de ser sólo si existe previamente un hecho empírico específico, distinguible e irreductible a cualquier otro.
Por tanto la disciplina de la historia no tiene como objeto el estudio de los hechos humanos del pasado, porque el pasado no es un ámbito
temporal real.
O sea que el pasado no tiene una existencia independiente de las disciplinas que lo investigan. Tampoco existe como ámbito, con una
estructura cronológica, que espera a ser descubierto y reconstituido.
No es un territorio en el que los acontecimientos ocurridos están situados aguardando a que el historiador los devele.
Las disciplinas históricas no pueden conocer el pasado tal y como fue porque no existen en el hoy y el pasado es inabordable e incognoscible
desde el presente.
Solo podemos conocer el pasado a través de los restos que perviven en el presente en forma de residuos materiales, huellas corpóreas,
vestigios y trazas físicas a los que el autor denomina “reliquias” y que nos permiten inferir o deducir la existencia en el pasado de los hechos.
Dice: “Son la presencia viva del pasado en el presente y que hacen posible el conocimiento histórico”.
Estas reliquias son el material sobre el que trabaja el historiador y conforman las “fuentes informativas” del conocimiento histórico, ya sean
textos, documentos, objetos o hechos de los cuales se puede obtener algún tipo de información del pasado.
Por consiguiente Moradiellos afirma que solo puede lograrse conocimiento histórico de aquellos sucesos, acciones, estructuras y procesos de
los que se conservan señales, trazas y vestigios en la actualidad.

¿Qué tareas implica la labor del historiador?

De acuerdo con el texto del autor, la primera tarea del historiador es determinar qué partes de nuestra realidad constituyen una reliquia,
con el fin de utilizarlas en su reconstrucción del pasado.
Como esas reliquias no se presentan ante el historiador en estado puro y coexisten con otros elementos materiales en nuestro presente, la
tarea del historiador también consiste en descubrir, identificar y discriminar los elementos materiales asignándoles el carácter de
reliquias legadas del pasado, que se constituirán en pruebas y evidencias sobre las que el historiador hará su construcción narrativa del pasado.
Esta labor del historiador es llamada Heurística, e impone la necesidad de buscar y examinar críticamente todas las fuentes informativas que
haya sobre un tema de estudio.
Tal capacidad del historiador de saber identificar las reliquias supone la existencia de una homogeneidad entre el historiador y el causal del
pasado. Y esta es su condición específica de hombre, dotado de inteligencia y razón, la cual le permite reconocer las huellas de acciones y
conductas humanas llegadas hasta hoy desde el pasado.
Por tal motivo el campo de la historia se reduce al dominio de los actos y comportamientos humanos.

A su vez, la siguiente tarea del historiador será ubicarse en el lugar del sujeto(o sujetos) pretérito y reactualizar las acciones y operaciones del
agente. Esto es, buscarle un sentido, atribuyéndoles una razón o propósito. Este procedimiento se conoce con el nombre de Reactualización
Hermenéutica y se trata de encarnarse el historiador por su cuenta en la situación pretérita como si fuera suya propia para dilucidar él mismo
las posibles alternativas de cómo podría resolverse esa misma situación. Es pasar el historiador por el mismo proceso particular del pasado para
recrear en su mente la experiencia. Collingwood cataloga esta labor como la base de la historia como disciplina científico-humanista.
Una derivación de esto es que el historiador debe discriminar entre el aspecto exterior e interior de un acontecimiento. El aspecto exterior es
lo que se puede describir en términos positivos materiales, (por ejemplo el cruce de Cesar del Rubicón). El aspecto interior es todo lo que solo
puede describirse del hecho en términos de pensamiento. Estamos hablando de su “significación” (por ejemplo el desafió de Cesar a la ley
republicana y las órdenes senatoriales que significaría el paso del Rubicón)
Concluye el autor en que las acciones son la conjugación del interior y el exterior de un acontecimiento por tanto tendrá que tener presente
siempre esta unidad en su investigación.
De este modo, la labor del historiador no consiste, según la tradición positivista, en la mera descripción de los sucesos, si no que el
historiador reconstruye el pasado histórico a partir de reliquias, mediante un método inferencial e interpretativo del cual es imposible eliminar
la subjetividad del propio sujeto que investiga, ya que el historiador no puede prescindir de su propio sistema de valores ideológicos,
filosóficos, de su cultura y de su experiencia de vida, es decir, de su cosmovisión.
Pero esta incapacidad de neutralizar el componente subjetivo no conduce necesariamente al escepticismo (todo vale - relativismo extremo) ni
al nihilismo (nada se sabe) porque hay una toma de conciencia de que las decisiones del historiador están presentes en todo el proceso de
construcción y que constituyen una mediación al abordar el estudio de un suceso. Por tanto ahora la subjetividad del historiador no se
considera como un peligro sino como una virtud.
El relato histórico no será arbitrario ni caprichoso ni ficticio, sino que será justificado, apoyado, soportado y contrastado por las
pruebas y evidencias, por las reliquias que existen del pasado.
Pero a su vez, a esa construcción del pasado, que gnoseológicamente es reflejo de una experiencia del presente, no se le puede
observar como una realidad congruente con las reliquias, sino como una irrealidad (por cuanto no existe en el presente) revestida por
la imaginación del historiador. Es una proyección imaginaria (pero no arbitraria ni ficticia) del pasado que seria inaccesible de otra
forma. Esta forzosa construcción racional e imaginaria que sirve como justificativo de las reliquias del presente está en mismo núcleo
del proceso de la labor científico-histórica.
En virtud de esto, según David Cannadine, los historiadores adoptan el papel de “mediadores entre pasado y presente”

¿Qué diferencia al conocimiento histórico verdadero del conocimiento mítico, legendario o novelesco?

Los mitos, constituidos por leyendas y muchas veces por historias fantásticas, tenían su razón de ser no solo por la necesidad social de
explicar el orden actual, o de contar con un referente del pasado, sino que su función servia en el presente para legitimar por ejemplo la
posición privilegiada de una cierta elite de una sociedad o como herramienta de legitimación del poder de un faraón o emperador.
Los mitos se refieren a un pasado atemporal y fabuloso que esta más allá del tiempo, donde las reglas de la época actual no se aplican.
Como se dijo la función de los mitos servían en el presente para legitimar, por tanto representan una visión del mundo al servicio de los
intereses dominantes de una sociedad.
En los mitos no hay causas ni efectos para explicar los hechos ni tampoco están la razón ni el espíritu crítico que investigan.

La concepción que ofrece la investigación histórico-científica pretende ser verdadera y no ficticia ni arbitraria ni caprichosa, como los
mitos.
Se fundamenta en ser verificable materialmente y no incomprobable, causalista e inherente al campo de las acciones humanas y no fruto del
azar o de fuerzas inexplicables e insondables. Racionalista y no ajena a toda lógica. Crítica y no incuestionable.
En consecuencia la Historia científica permite explicar los orígenes del presente mediante un método gnoseológico y pragmático. Por
ejemplo el principio semántico exige pruebas materiales verificables (existentes en las reliquias) para sustentar una afirmación. Otro principio
es el de significación temporal que nos permite detectar un anacronismo en los relatos.

Actividad Nº2:

Aróstegui, Julio, La Investigación Histórica: Teoría y Método.

Según Aróstegui “Los profesionales de la historia rara vez han hecho teoría de la historia”.

¿Cuáles son, según el autor, las cuestiones teóricas que deberían interesar al historiador?

En principio una teoría es el conjunto de ideas o supuestos generales para entender cómo funciona un fenómeno o un aspecto de la
realidad. De ahí surge un modelo de análisis.
Puntualmente la “teoría de la historia” reflexiona sobre principios elementales como el objeto, la finalidad y el método de la
historiografía.

Hacia fines del siglo XIX en Europa, todavía no estaba en cuestión la tarea del historiador ni estaban en crisis las formas de hacer
historia.
La escuela positivista no contemplaba estas cuestiones a las que llamaba “filosóficas” por creerlas ajenas al trabajo del historiador,
que hasta ese momento solo cumplía una función de “recolector de hechos históricos” y se limitaba a su descripción.
Era la época de la historiografía al servicio de las historias nacionales con el objeto de crear ciudadanos. Recién comenzaba a
adoptar un papel de ciencia y se disputaba el mismo campo de conocimiento con la Filosofía y la sociología que había surgido en
Francia como una nueva ciencia.
Por eso el autor manifiesta que “los profesionales de la historia rara vez han hecho teoría de la historia”.

Pero en rigor de una disciplina científica el autor plantea que hay dos cuestiones teóricas esenciales a tener en cuenta que componen
la teoría de la historiografía:
Una constitutiva y otra disciplinar.
La teoría historiografía constitutiva es la que se ocupará de analizar el objeto de estudio, es decir, aquello que la historiografía
pretende conocer. Es la que establecerá “qué es lo histórico”, y tratará la cuestión elemental de “qué es la historia” proponiendo su
definición.
De allí surgirán las preguntas: ¿Cómo se analiza la historia, dónde se la capta, cómo se conceptualiza el movimiento histórico? A su
vez tratará de clarificar qué significa la existencia de la historia y cuál es su realidad ontológica (ser en cuanto ser, primeros
principios) y su realidad empírica (la que nace de la simple percepción sin recurrir a ninguna ciencia para crear un concepto de su
realidad). Finalmente abordará los temas de cómo capta realmente el historiador lo histórico, cómo lo explica y cómo lo escribe.

La teoría historiográfica disciplinar es propiamente la teoría del conocimiento de lo histórico que se ocupará de preguntas como:
¿En qué grado es posible un conocimiento del campo de la historia de las sociedades y hasta qué punto esa posibilidad se encuentra
realizada en el estado actual de la disciplina?
¿Qué es exactamente esa realidad que el historiador investiga y a la que se dirige en su búsqueda?
¿Dónde y cómo se nos manifiesta lo histórico en la experiencia?
¿Cuál es el objeto teórico de la historiografía?

Intentará delimitar el campo y el objeto del conocimiento historiográfico determinando la realidad concreta en la que hay que
buscar lo histórico.
Finalmente procurará establecer qué es lo que el historiador presenta como resultado de su investigación sobre esa historia.

¿Cómo define y relaciona el autor estas dos ideas: historia y sociedad?


El autor encuentra ligadas estas dos ideas partiendo de las siguientes observaciones:
La historia es la cualidad temporal de todo lo que existe y “ser” o “tener” historia es algo que caracteriza a todo ser humano.
Las sociedades están conformadas por seres humanos.
Entonces la investigación sobre la naturaleza de la historia esta ligada al estudio de la naturaleza de las sociedades.
Se deduce que Sociedad e Historia son realidades inseparables, pero no idénticas, por lo que pueden ser diferenciadas en el análisis.
Esto explica porque en un principio la historia y la sociología se disputaban el mismo campo de estudio.
A la vez subraya la importancia de definir los conceptos de “sociedad” y “tiempo”, ya que la confluencia de estas dos realidades es la
que configura la historia.
La historia se encuentra plasmada en las sociedades humanas. La historia es algo que le ocurre. Por tanto la sociedad es el sujeto (el
ser que tiene la experiencia) de la historia.

Al analizar esta dimensión histórica de lo social surgen tres connotaciones:

El hombre es una parte característica de la naturaleza y recíprocamente la sociedad es entonces un hecho natural.
El movimiento es inherente al mundo de la naturaleza. Por tanto la existencia de movimiento es la fundamentación del cambio social.
Las sociedades funcionan como un sistema o como un todo en el que al modificarse alguno de sus elementos constitutivos se modifica
el conjunto de relaciones que las unen. Por esto puede hablarse de Sistema Social

En consecuencia se utiliza la palabra historia para designar el contenido y el comportamiento temporal de las sociedades humanas y
en este sentido la historia es algo que se realiza sólo en sociedad.
Pero sociedad e historia pertenecen a distintos órdenes de la realidad. La idea de sociedad tiene aspectos de su contenido que son
materiales, como las instituciones que si bien no son cosas tangibles, en su funcionamiento si pueden ser entendidos como cosas.
En cambio la historia no tiene materialidad. No puede ser entendida como cosa.
De esto se deduce que la historia es una dimensión o cualidad de las sociedades y no puede ser concebida fuera de ellas. A si mismo la
historia reside en la naturaleza humana pero no es ella misma una “naturaleza”.
La historia pasa a ser entonces un “atributo” que afecta a las sociedades y se manifiesta a través del cambio de las formas sociales.
La sociedad es el sujeto real de la historia en cuanto que experimenta el proceso histórico.
Como consecuencia la teoría de la historia debe establecer primero cual es la propia naturaleza de lo social y cuales son las formas y
mecanismos observables de ella. Por eso la teoría de la historia comienza por la teoría de la sociedad.

Respecto al objeto de la historiografía, Aróstegui dice: “Aquello que define una disciplina no es su campo sino su objeto”

¿Qué significa la conceptualización de lo histórico?

Cuando hablamos de conceptualización de lo histórico estamos haciendo referencia al objeto mismo de la historiografía y las operaciones
teóricas que lleva a cabo el historiador.
La conceptualización es la construcción de ideas abstractas a partir de la experiencia, partiendo de las características que son regulares a un
objeto, ubicándolo en cierta categoría. El conjunto de conceptos respecto de algo compone su definición.
Ahora bien, no es fácil establecer cual es el objeto de la historiografía debido a la extraordinaria globalidad que tiene la historia. No
está claro si aquello que el historiador busca y que debe presentar como historia es llevado a cabo por individuos, colectividades,
líderes, masas, etc. Por consiguiente no esta definido “quien hace la historia” ni “qué se debe contar de ella”.
Aróstegui plantea la necesidad de un método de análisis y una teoría para construir conocimiento histórico.
Cito: “la construcción de una historia solo puede basarse en la experiencia investigadora y en la reflexión critica sobre ella”
De la perspectiva analítica del método histórico se resalta la importancia del problema de la investigación:
¿Qué es lo que se va a problematizar? ¿Desde que punto de vista se va a abordar el tema?
Marc Bloch sostiene la conveniencia de construir un programa de preguntas, ya que si no hay delimitación de una problemática no
se puede hacer investigación.
Por tanto el objeto de la historia dependerá del tipo de contribución historiográfica que una investigación pretenda dar. Dice
Aróstegui: “Objeto de la historiografía no hay más que uno, pero tiene muchas caras.”

Para abordar estas cuestiones es preciso primero delimitar el campo del objeto de estudio determinando la realidad concreta en que
hay que buscar lo histórico para luego atender a las cuestiones de ¿cómo se construye ese conocimiento histórico? ¿En qué se basa?
¿Qué es lo que debe entenderse por hecho histórico?
El campo de la historiografía, o sea el ámbito donde se observa la experiencia histórica, son las sociedades humanas, por lo que el
campo de la historiografía coincide con el de las ciencias sociales donde ocurren los fenómenos humanos.
Pero, como el autor plantea, aquello que define una disciplina no es su campo sino su objeto, puesto que no todos los tipos de
conocimiento pretenden saber las mismas cosas de un campo, o sea que no persiguen el mismo objeto de conocimiento. La identidad de
una disciplina científica esta dada en realidad por su objeto de estudio y por su metodología.
El problema de definir el objeto concreto de estudio radica en la complejidad de las relaciones y las actividades humanas ya que en
su observación, de cómo se comportan estas en el tiempo, el historiador no puede excluir ninguna.

¿A qué se refiere el autor con “falacia del hecho histórico” y qué alternativas plantea para realizar la conceptualización de lo
histórico?

Existe un problema en la teoría de la historia en torno a qué es lo que debe entenderse por hecho histórico, problema que en un
principio tuvo su inquietud en la tradición positivista debido a la necesidad de “seleccionar” los hechos históricos.
En ese entonces, fines del s.XIX, se estaba fundamentando la metodología historiográfica y se intentaba dar el carácter de ciencia a la
historia, intento paralelo al de la sociología.
En el pensamiento positivista una ciencia y la fundamentación de su método legitima su razón de ser sólo si existe previamente un
hecho empírico específico, distinguible e irreductible a cualquier otro.
Durkheim expuso en su teoría la existencia de los hechos sociales, como un estado del grupo que se impone a los individuos. Afirmó: «si
existían antes es que existen fuera de nosotros» por ejemplo, la lengua natal, la escritura y el sistema monetario.
En 1898 en el manual Introducción a los Estudios Históricos de Langlois y Seignobos fue un intento de fundamentar la historiografía. Sin
embargo dieron con que en si mismo no existe el “hecho histórico” materialmente. A un hecho se le adjudica la categoría de histórico según la
manera en que se lo conoce. Por este motivo sólo existen procedimientos históricos y el carácter de histórico no esta en los hechos si no en el
modo de conocerlos.
No hay ningún tipo de hecho que sea histórico por su propia naturaleza específica. “Los hechos humanos son todos históricos” según el
autor. Sólo hay conocimientos históricos.
En virtud de esto, a falta de un hecho empírico que justifique una disciplina de estudio, vieron su imposibilidad de fundamentar a la historia
como ciencia por
Lo que justificaron su argumentación en un equívoco:
No hay hechos históricos por su naturaleza sino por su posición en el tiempo o sea que la caracterización de históricos esta dada por su
condición de temporal.
En consecuencia se asoció la idea de hechos históricos a acontecimientos y cambios.

Todo esto no tiene, según el autor, ninguna consistencia y constituye lo que llamó la Falacia del hecho histórico.
Esta idea de “hecho histórico” de tradición positivista no definía ninguna realidad inteligible y valida, como expresión de lo histórico. Al
decir que “los hechos humanos y sociales son todos históricos”, no hay nada que podemos aislar y caracterizar de histórico o no.
La concepción positivista del hecho histórico es estática, porque no es visto como agente de cambio. Y esto porque los positivistas
tomaban como modelo los fenómenos naturales estáticos. Podían ver muchas veces detrás de un microscopio las experiencias que
podían repetir porque no cambiaban. Esto mismo trasladaron a los fenómenos sociales, que entonces eran estáticos. Ellos hablaban de
“hecho en bruto”.
De la afirmación de que un hecho sólo puede calificársele de histórico según su posición en el tiempo se dedujeron dos conclusiones
erróneas:
Primero que una posición histórica remitía únicamente a la cronología sin otro sentido de lo que significa lo temporal. Y segundo que el
hecho histórico, que no tiene naturaleza específica, se confundía con acontecimiento, suceso, evento, o simplemente cambio.
Si se entiende lo histórico sólo como “acontecimiento” y nada más se cae en un error, ya que los acontecimientos pueden ser descritos pero
no pueden ser explicados por si mismos sino asociándolos a la red de relaciones sociales.
O sea relacionándolos con los estados sociales y con el análisis del cambio.

Conceptualización de lo histórico:

Lo primero expuesto por Aróstegui es que para justificar la existencia de una ciencia no tiene que haber necesariamente un hecho
específico o lo que es lo mismo no sólo tiene que haber ciencias de hechos materializables.
El comportamiento de lo social en el tiempo es uno de esos hechos que no tienen sustancia material aunque si son inteligibles.
El autor plantea la forma de conceptualizar lo histórico a través de la fijación de la naturaleza de los estados sociales y a través de su
dialéctica que se desarrolla en ellos entre cambio y continuidad.
Según Malinowski en la verdadera ciencia el hecho es la relación (enfoque funcionalista) y no pueden definirse los hechos sin las
relaciones.
La vieja noción de hecho histórico de la escuela positivista carecía de realidad valida e inteligible por sí misma como expresión de lo
histórico, ya que no tenía relación (ni funcionalidad).

La nueva conceptualización responderá a los interrogantes: ¿Cómo y donde se capta lo histórico y como se conceptualiza? ¿Qué es
eso que el historiador escribe?
Lo histórico se capta en la observación del comportamiento temporal de las sociedades y se manifiesta a través del cambio del
acontecimiento, aunque estos acontecimientos no describen por si mismos el cambio ni revelan las transformaciones operadas en la sociedad o
mejor dicho, en la red de relaciones sociales preexistentes. El acontecimiento es lo que media entre el estado social y el nuevo estado social.
El proceso histórico se expresa verdaderamente en el nuevo sistema de relaciones sociales creado por un cambio.
Por lo tanto el verdadero objeto del historiador son los estados sociales pero para dar cuenta de ellos tiene que describir y explicar el
paso de unos a otros. Tiene que explicar estado, cambio y continuidad.
Para conceptualizar lo histórico da una respuesta: Lo histórico es el movimiento de los estados sociales.

En síntesis:
¿Cómo se manifiesta lo histórico? - El acontecimiento
¿Dónde se lo investiga? – Los estados sociales
¿Cuál es el concepto de ello? – El cambio de los estados sociales.
Mecanismo:
Estado social – Cambio/Acontecimiento/Movimiento – Nuevo Estado

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