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Lacán Quesalid
∗
Hugo Muñoz Jaramillo
Asistente Social, Licenciado en Servicio Social, Universidad de Valparaíso; Director Programas
Ambulatorios Intensivos (Rehabilitación Drogas) para Adolescentes Infractores de Ley, CPL Limache
y Valparaíso, Corporación PRODEL; Estudiante de Magíster del Instituto de Filosofía de la PUVC.
E-mail: hugocentrico@gmail.com.
1
Resumen
El presente texto vendrá a ser el rastro sobre papel que una sospecha nos ha
conducido a producir. Sospecha que surge al pensar interdisciplinariamente el
asunto de la cura, tanto desde aspectos de la obra de Claude Lévi-Strauss, como de
Jacques Lacán.
A través de este sendero intentamos dar cuenta de parte de un diálogo posible entre
ambas perspectivas. Centrando nuestra atención en tópicos tales como el lenguaje y
el orden simbólico, llegaremos finalmente al momento en el cual tentaremos articular
nuestra sospecha en torno al complejo shamanístico y sus relaciones con los
desarrollos de la perspectiva psicoanalítica lacaniana.
2
Presentación
Intentaremos entonces que ella sea la que inscriba con su fantasma en la insistencia
del intento la historia de, esperamos, nuestro éxito, ya que compleja nos parece la
tentativa de un texto en materias de tanta cercanía a la labor cotidiana que pudiese
desenfocar por efecto de proximidad o enceguecer por acostumbramiento. Bien
probable es que nada nos acerque a la sensación de certeza, de quizá haber expresado
nuestras ideas en el estilo y la forma adecuada a la pregunta y sus implicancias.
La segunda intersección será quizá una forma de cercanía a la vez que de distancia,
un campo de atracción y rechazo, enclave en el cual se anudan y, al menos desde una
de las dos perspectivas, se podría ensayar unos desvaríos: el complejo shamanístico.
1
Lévi-Strauss, C., “Lingüística y Antropología”, en Antropología Estructural, Universitaria de
Buenos Aires, Bs. As., cuarta edición: Abril 1972, p 63.
3
Sujetos en el lenguaje
Pareciese que ya nos hubiésemos adentrado en el tema cuando aún sólo estamos
intentando fijar unas coordenadas desde las cuales asir esta forma de concebir el
orden simbólico y la forma en que estaría estructurado. Pero aún falta recordar una
distinción crucial para Lévi-Strauss y es que la posibilidad de formalización parece
no agotarse, debido principalmente a que esta refiere a la relación individuo-
colectivo, entre el lenguaje y la cultura, así como en un plano más general, las
relaciones entre lenguajes y culturas. Por otra parte, encontraremos en Lacán la
preocupación por el desarrollo de un objeto de estudio quizá más particular (pero no
menos complejo por cierto), ya que el problema a observar estará tendido o asentado
más bien en la relación entre el sujeto y lo Otro. Esta pequeña distinción que más
bien es ejercicio de forzar los hechos a través de la palabra (ya que se podrá bien
asentir o disentir largamente con esta distinción), será adecuada para asentar un vaso
comunicante entre ambos.
4
del lenguaje: la poética, que incluiría la técnica, dejada en la sombra, del chiste” 2.
Ello en vistas a que complete la formación del hombre de ciencias que supone debe
ser.
2
Lacán, J., “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos 1, Siglo XXI,
2º edición argentina, revisada, 2008, p278.
3
Ibíd., p. 275.
4
Lacán, J., “Posición del inconsciente en el congreso de Bonnevai reanudada desde 1960 en 1964”,
Escritos I1, Siglo XXI, 2º edición argentina, revisada, 2008, p794. Para el paréntesis nuestro, véase la
nota 5 del texto “Función y campo de la palabra…”, p. 240, ed. cit.
5
Ibíd., p. 795.
6
Ibíd., p. 795.
7
“Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, ed. cit., p290.
8
Ibíd., p. 289.
9
Ibíd., p. 309.
5
ley. Ley del intercambio, que –nuevamente- se introduce en el sujeto a través de la
metáfora del padre debido a que sería “el sostén de la función simbólica que, desde
el albor de los tiempos históricos, identifica su persona con la figura de la ley”10.
Según Lacán el nombre del padre permitiría la instauración de la prohibición de la
endogamia, prohibición que sería el hito que instaura la cultura ya que al regular la
alianza “sobrepone el reino de la cultura al reino de la naturaleza entregado a la
ley del apareamiento”11, lo cual vendría a separarnos de nuestro estado de
naturaleza.
Pero además de esta función simbólica en tanto pacto, la palabra por “medio de
aquello que no toma cuerpo sino por ser el rastro de una nada y cuyo sostén por
consiguiente no puede alterarse, el concepto, salvando la duración de lo que pasa,
engendra la cosa”15. Y ahora es entonces que la dimensión simbólica de las palabras
será desde donde el mundo será constituido, y es que según él, “es el mundo de las
palabras el que crea el mundo de las cosas”16 y si el hombre habla pues, es “porque
el símbolo lo ha hecho hombre”17 . Y es aquí el concepto el que finalmente le dará
vida al símbolo, al matar la cosa; “así el símbolo se manifiesta en primer lugar como
asesinato de la cosa, y esta muerte constituye en el sujeto la eternización de su
deseo”18.
En este sentido podría aventurarse que la condición para que el uso del símbolo, en
el discurso concreto o en la letra, en el estudio matemático o mítico sea posible tanto
en el caso del mitema como parte irreductible en la ecuación mito, así como en el
matema, como expresión formalizada de una idea dentro de un esquema teórico, en
este caso psicoanalítico, es que éste se encuentre no sólo disponible como un
territorio que explorar o en el cual asentarse y hacer polis; sino que además, haya
agusanando el deseo primo del sujeto, con lo cual le haga abandonar su condición
animal, y así adentrarse vestido de hombre en la ordenación de la civitas humana en
la cual, desnudo, sería atentado.
Ahora bien, se habría fundado entonces un sujeto, un sujeto tachado por el lenguaje
y su deseo, un sujeto que es “ser-para-la-muerte”19. La simbolización del ser sujeto,
10
Ibíd., p. 269.
11
Ibíd., p. 268.
12
Ibíd., p. 268.
13
Ibíd., p. 263.
14
Ibíd., p. 263.
15
Ibíd., p. 267.
16
Ibíd., p. 267.
17
Ibíd., p. 267.
18
Ibíd., p. 306.
19
Ibíd., p308.
6
como descubrimiento de Freud, es el del “campo de las incidencias, en la
naturaleza del hombre, de sus relaciones con el orden simbólico, y el escalamiento
de su sentido hasta las instancias más radicales de la simbolización de ser” 20.
Objeto simbólico del cual -ser evanescente- encuentra la permanencia del concepto;
presencia hecha de ausencia, que viene a nombrarse en un juego de niño 21. Y es a
través del don de la palabra, que el analista tendría un tal acceso privilegiado a quien
es sujeto por el lenguaje.
Pero volvamos por un momento a una segunda intersección notable entre Lacán y
Lévi–Strauss, considerando sobretodo que eventualmente Lacán habría también
bebido de esta fuente, con el fin de lograr desplegar algunos antecedentes que
arrojarán luz en aquellos terrenos donde intentamos dirigirnos. Particularmente,
desde el complejo shamanístico, realizaremos algunas tachaduras en los textos,
haciendo mímica del efecto de puntuación afortunada22 de la técnica psicoanalítica;
para lo cual agradeceremos al lector en cuanto a lo que le toca poner de su parte, en
cuanto a vuelo de la letra23 que viene a ser este ejercicio:
20
Ibíd., p265.
21
Ibíd., p266. Nótese que en esta referencia Lacán alude al fort-da, que Freud trabaja en “Mas allá
del principio del placer”, ver Obras completas, Amorrortu editores, Bs. As., tomo nº 18, 1976.
22
Ibíd., p. 242.
23
Lacán, J., “Obertura de esta recopilación”, en Escritos 1, ed. cit., p22.
24
Lévi-Strauss, C., “El hechicero y su magia”, Antropología Estructural, ed. cit., p 152. Reiteramos
que, en adelante, las citas de Lévi-Strauss, se encuentran intervenidas, mediante una cierta
puntuación afortunada. Cual mímica de la técnica psicoanalítica, se puntúa el texto en orden de
realzar algunos aspectos que nos interesan. Se agradece nuevamente complicidad al amable lector.
7
debido a que en ella se sitúan y definen estas relaciones. Desde el aspecto de la
creencia, es desde donde se interpelará al psicoanálisis.
25
Ibíd., p 167.
26
Lévi-Strauss, C., “El Hechicero y su Magia” en Antropología Estructural, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, Bs. As., 1972, p 167.
8
a una causa objetiva, sino de articularlos bajo forma de totalidad o de
sistema; y el sistema es válido precisamente en la medida que permite la
precipitación o la coalescencia de estados difusos (y también penosos, en
razón de su discontinuidad). La conciencia confirma este último fenómeno
por una experiencia original, que no puede ser aprendida desde afuera.
Gracias a sus trastornos complementarios, la pareja hechicero-enfermo
encara para el grupo, de manera viva y concreta, un antagonismo que es
propio a todo pensamiento, pero cuya expresión normal sigue siendo
vaga e imprecisa: el enfermo es pasividad, alienación de sí mismo, como
lo informulable es la enfermedad del pensamiento; el hechicero es
actividad, desborde de sí mismo, como la efectividad es la nodriza de los
símbolos. La cura pone en relación estos polos opuestos, asegura el
pasaje de uno a otro y manifiesta, en una experiencia total, la coherencia
del universo psíquico, proyección a su vez del universo social”27.
E importa aquí, la relación, porque es ella la que pone en marcha estos polos (la
dinámica entre opuestos engendraría la acción de la cura). Y de ello se desprenderá
no sólo la necesidad de un sanador para el enfermo, así como inversamente, la
necesidad de un enfermo para el sanador. Relación que será la clave para que el
universo social reproyecte su coherencia en el universo psíquico del paciente, como
experiencia total que mantiene la continuidad entre lo social y el individuo. Es aquí
donde aparece la confianza y las exigencias de la opinión colectiva, en tanto interés
del colectivo, en tanto norma social.
27
Ibíd., pp. 165-166.
28
Lévi-Strauss, C., “El Hechicero y su Magia” en Antropología Estructural, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, Bs. As., 1972, p 167
9
refiere (y para muchas personas aún actualmente), pareciese bastar con el
pensamiento mágico. Pero por otra parte, sería deseable retener cuidadosamente sólo
uno de los dos sistemas de referencias y profundizarlo hasta el punto en que
permitiese absorber al otro; edificación que no sería contraria al progreso del
conocimiento. El pronunciarse sobre el primado del significado por sobre el
significante o a la inversa, ambos como posibilidad ¿será labor para la comunidad o
tarea de hechicero? En ambos casos sería, desde el punto de vista de Lévi-Strauss,
materias sobre las que el colectivo debiese mantener su consideración.
Ahora bien, por su parte Lacán demandará al psicoanálisis una “justa vuelta al
estudio en el que el psicoanalista debería ser maestro, el de las funciones de la
palabra”31. Esta solicitación de ser maestro de las funciones de la palabra, realizada
al analista al cual alude -como héroe moderno en situación de extravío ¿habrá sido
formulada para cumplir el cometido de responder a la solicitud de, al menos, la
fabulación apta para la traducción de fenómenos cuya naturaleza se ha vuelto ahora
oscura para, también, el analista extraviado? Para ello se necesitaría no sólo de una
fabulación sino que más bien de un sistema que integre este desgarramiento entre el
significado y el significante. Esto porque finalmente:
29
Ibíd., p 152.
30
“El Hechicero y su Magia”, ed. cit., p 167.
31
“Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, ed. cit., p237.
10
le es propio, donde adquieren valores desiguales, teórica y
prácticamente?”32.
En este punto será posible, habiendo dado debida cuenta de nuestro incierto avance,
de nuestro probable tartamudeo conceptual −quizá de nuestra dificultad de
aprehender el giro completo de la circunvolución y las intersecciones entre el
pensamiento de nuestros autores en cuestión- formular la palabra que asedia nuestro
pensamiento acerca del trabajo de Lacan: sospecha. –¿Sospecha de que? De la tarea
que este se impone: la estructuración de lo simbólico, o, la formulación de una
teoría general del símbolo ¿A raíz de qué deseo alguien quisiera tentar la realización
de una tarea con esas características?
Ya que si el sujeto está tachado por el lenguaje y su deseo, en tanto que es “ser-
para-la-muerte”, es conjunto vacío, así como lo será el Otro que es objeto de su
deseo. Pero ello implicará que ese Otro que es Estado, Mercado, Naciones Unidas, la
Universidad, la Filosofía, pero además y muy especialmente el Psicoanálisis, es y
será conjunto vacío. Y por ello estará tachado no sólo el analista, sino que además
quien observa al observador del analista en sesión: el sujeto que formaliza la
teorización. Entonces todas las disciplinas o sea, cada disciplina en tanto institución,
será conjunto vacío al no existir la posibilidad de un metalenguaje Otro de Otro. Por
ello, finalmente sería vacua la realización de una “teoría general del símbolo” desde
la cual reorganizar todas las ciencias del hombre, ya que no podría esta entenderse
como un metalenguaje o, como el metalenguaje. Nuevamente entonces −¿Por qué?
11
Lacán su perspectiva simbólica en el orden simbólico y sus efectos, no sólo se tacha
a sí mismo como sujeto y como analista, sino que además realiza una gran tachadura
sobre la disciplina misma, levantando además en aquel movimiento una tachadura y
una sospecha sobre todas las disciplinas e instituciones humanas. Ya que este sujeto
del cual se provee a través de la estructuración del orden simbólico en el que la ley
del significante se impone sobre él y lo sujeta para sí, es el sujeto del psicoanálisis,
así como el sujeto creador de toda disciplina posible. Reformulando, Lacán a través
de los materiales de los cuales se provee, habría formulado un mito del (y para el)
sujeto, así como un sujeto para el psicoanálisis, a la vez que una relación para (y
entre) un sujeto enfermo y un analista. Sería esta perspectiva psicoanalítica un
pequeño objeto a que resultaría del plus de goce de su propio movimiento
sincrónico, que eventualmente se detendría en la cura.
Pero ¿es entonces una tarea vacía el seguir construyendo complejidades crecientes
en cuanto una perspectiva que sólo serviría para re-situar tanto al “sujeto enfermo”
como al “sujeto analista” dentro de esta relación de poder en la cual sólo a través del
engaño puede darse la cura? Ello, si toda perspectiva posible es finalmente un vacío
(nunca lleno) de deseo, especialmente el psicoanálisis; pero entonces ¿Por qué
convertirlo en una gran teoría del símbolo? ¿O es ello lo que constituye la fineza de
la tarea de Lacán, finalmente y como humorada, el refinar (formalizar) este engaño?
Porque se debe el analista a su tarea socialmente definida de sanar, y esto sólo es
posible cuando este tiene confianza en psicoanálisis y cuando el analista a su vez
confía en la efectividad de su propio desarrollo teórico y técnico (del psicoanálisis);
pero además, cuando tanto el analista como el psicoanálisis, responden
adecuadamente a las exigencias de la opinión colectiva. Lo cual, especialmente en
Francia, estaría aparentemente constituida, en el caso de los sistemas de pensamiento
y de la técnica, por la ciencia y/o por la filosofía.
34
Lacán, J., “El seminario sobre “la carta robada””, en Escritos I, ed. cit., p23
35
“Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, ed. cit., p258.
36
Ibíd., pp.271-272.
37
Ibíd., p274.
38
Ibíd., p276
12
“física no es sino una fabricación mental, cuyo instrumento es el símbolo
matemático”39. Creación, porque finalmente su definición dependerá de “la medida
que introduce en lo real”40.
Debemos precisar que esta supuesta agenda que hemos atribuido a Lacán debido a
una sospecha, en gran parte está centrada sólo sobre pequeños rastros e indicios de
su labor, que pudiese ser considerada como parte de un proyecto de restitución de
privilegios que, a través de la autoridad de la letra, le debiesen ser devueltos al
psicoanálisis; derechos que restituirían su posición de privilegio en el mapa político,
entre las potencias de las ciencias humanas. Pero por sobre todo, un reclamo de estas
conquistas de la disciplina, como un medio para lograr mayor efectividad en el
trabajo de la cura. Lacán reclama el poder que la comunidad le debe al que realiza el
trabajo de sanación, que conoce sus secretos y ha perfeccionado su técnica.
Jugando con la lógica del sentido, utilizando esa “gracia malvada del espíritu
libre”41 a través de la confección simbólica de un chiste a modo de rébus, podríamos
ver ante las puertas de la ley42 del significante a Lacán queriendo entrar y, como si
fuese un espejo, un guardia Lacán impidiendo su entrada. O en otro cuadro,
podríamos en el registro de lo imaginario, imaginarnos al analista preguntando a la
pequeña Alicia “−¿Quién eres Tú?”, y claro que Alicia sería nuevamente Lacán
mirándose a sí mismo, en el pacífico fumar su narguile sobre su seta-diván, en ese
lugar-otro que es el país de las Maravillas43.
13
visto un analista de verdad en “aquel que no permitía que aquellos a quienes curaba
le pagaran”46 y por sobre todo “que ejerce su profesión a conciencia, que está
orgulloso de sus éxitos, y que defiende calurosamente contra todas las escuelas
rivales la técnica del plumón ensangrentado, cuyo carácter engañoso, del que tanto
se había burlado en un comienzo, parece ahora haber olvidado completamente”47.
46
“El Hechicero y su Magia”, ed. cit., p 162
47
Ibíd., p 162
48
“El seminario de la carta robada”, ed. cit., p53.
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Bibliografía
IMAGEN:
http://1.bp.blogspot.com/_qVQy7lh8ug0/SDjFD0_7nm
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