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Michel Foucault, consideraciones bio-bibliográficas [1]:

1926
Nace en Poitiers. Tanto por línea paterna como materna su familia se
encontraba sumergida en el ambiente médico. El padre de Foucault era
anatomista, su abuelo y su bisabuelo eran médicos. Su madre también era
hija de un médico.

1945
Inmediatamente después de la guerra y luego de haber fracasado en el
examen de ingreso a la Escuela normal, entra en la clase de Khâgnes [2] del
Liceo Henri-IV de París. Aquí frecuenta los cursos de Jean Hyppolite,
traductor de Hegel.

Posteriormente, a partir de 1970, Foucault sucederá a Jean Hyppolite en la


cátedra del Collège de France dedicada a la historia de los sistemas de
pensamiento. En la lección inaugural, Foucault expresa en estos términos su
deuda intelectual con Hyppolite:

“Ahora bien, si somos más de uno los que estamos en deuda con J.
Hyppolite, es porque infatigablemente él ha recorrido para nosotros y antes
que nosotros este camino por el cual uno se aleja de Hegel, toma distancia,
y por el cual uno es conducido hacia él de otra manera y luego es obligado a
abandonarlo de nuevo.” [3]

1946

Ingresa a la Escuela normal superior, de la rue d’Ulm; donde, a partir de


1947, M. Merleau-Ponty enseña psicología. Foucault se interesa
especialmente por su curso acerca de la unión entre el alma y el cuerpo.
Otro importante filósofo que se desempeña por estos años en la Escuela
normal es L. Althusser.

“Quien contaba para nosotros cuando éramos jóvenes no era Sartre, sino
Merleau-Ponty. Ejercía sobre nosotros una verdadera fascinación.” [4]

1948
Aprueba su licencia en filosofía en la Sorbonne y, al año siguiente, la licencia
en psicología.

1950
Adhiere al partido comunista, pero en agosto de 1951 confiesa de no
sentirse más comunista desde hace tres meses. Abandonará formalmente el
partido en octubre de 1952.

“Hay una etiqueta política sobre la que todo el mundo está de acuerdo:
Foucault era violentamente anticomunista. Desde que abandonó el partido y
sobre todo después de lo que vivió en Polonia, Foucault desarrolló un odio
feroz hacia todo lo que podía evocar el comunismo de cerca o de lejos.” [5]

1951
Comienza a enseñar la psicología en la Escuela normal y, también, a
estudiar minuciosamente Husserl y Heidegger.

1952
Obtiene un diploma de psicopatología en el Instituto de psicología de París.

1954
Aparecen Enfermedad mental y personalidad y la larga introducción a la
traducción francesa de la obra de L. Binswanger, El sueño y la existencia.
Durante los años en la Escuela normal, Foucault se interioriza con las dos
grandes corrientes de pensamiento que dominan el panorama intelectual de
la post-guerra: la fenomenología y el marxismo. Son las tradiciones de
pensamientos que se reflejan en estas dos publicaciones de Foucault.

En Enfermedad mental y personalidad, pone de relieve los obstáculos con


que se encuentra tanto la psiquiatría positiva como la existencial cuando se
trata de explicar, no simplemente de describir, las enfermedades mentales.
Foucault encuentra en la historia las condiciones de posibilidad de las
estructuras psicológicas. [6] Las condiciones históricas concebidas en
términos marxistas y la teoría de los reflejos de Pavlov son los referentes
teóricos de Foucault para explicar la constitución de las enfermedades
mentales.

Si Enfermedad mental y personalidad está más cerca del marxismo que de


la fenomenología, en la introducción a Binswanger nos encontramos con la
situación inversa. Aquí se trata sobre todo del modo en que una antropología
contemporánea puede surgir a partir de la conjunción del análisis existencial
(Heidegger) y el psicoanálisis de Freud. El punto II de la introducción
concede un amplio espacio a la distinción husserliana entre índice y
significación (de las Investigaciones lógicas) en relación con la noción
psicoanalítica de síntoma. [7]

“En la antropología contemporánea, nos parece que el recorrido de


Binswanger sigue el mejor camino. Toma de rodeo el problema de la
ontología y de la antropología yendo directamente a la existencia concreta, a
su desarrollo y a sus contenidos históricos. Desde aquí, y por un análisis de
las estructuras de la existencia –de esta existencia que toma un nombre
determinado y atraviesa una historia determinada– recorre un camino que va
y viene de las formas antropológicas a las condiciones ontológicas de la
existencia.” [8]
1955
Se traslada a Uppsala, Suecia, como “lector de francés”. Aquí dará varios
cursos sobre literatura francesa y recibirá a Hyppolite y Camus.

1958
Abandona Suecia y se traslada a Varsovia para ocuparse en la universidad
de esta ciudad del Centro de civilización francesa.

Consigna el manuscrito de su tesis de doctorado a G. Canguilhem, Folie et


déraison, que se convertirá posteriormente en la Historia de la locura en la
época clásica.

1959
Nuevo traslado, esta vez a Alemania, para dirigir el Instituto francés de
Hamburgo.

Comienza a redactar su tesis secundaria para el doctorado, Génesis y


estructura de la Antropología de Kant y traduce la Antropología desde el
punto de vista pragmático.

1960
Es elegido profesor en la universidad de Clermont-Ferrand. Se traslada a
París. En Clermont-Ferrand conoce a Jules Vuillemin y Michel Serres.

1961
Aparece la Historia de la locura en la época clásica, editada por Plon.
Obtiene su doctorado en la Sorbonne. Hacia fines de este año termina la
redacción de El nacimiento de la clínica.
La Historia de la locura es el primer gran libro de Foucault. Una que historia
comienza a finales de la Edad Media, cuando desaparece la lepra, pasa
luego al Renacimiento, época de su libre circulación, de la que la Nave de
los locos, tema literario y pictórico, será el emblema. Con la Época Clásica,
con el advenimiento del racionalismo comienza, en cambio, su encierro. Dos
hechos casi contemporáneos marcan esta ruptura, las Meditaciones de
Descartes y la creación del Hospital General (1656). La tercera parte de la
obra, narra la situación de la locura en el siglo XVIII y los primeros años del
siglo XIX; pasaje de la experiencia clásica de la locura como déraison y no-
ser, una experiencia ontológica, a una experiencia antropológica de la locura,
como alienación de una verdad humana. Comienza la época de la
medicalización.

“El estudio que se va a leer no es sino la primera, y la más fácil sin duda, de
una larga investigación que, bajo el sol de la gran búsqueda nietzscheana,
quisiera confrontar las dialécticas de la historia con las estructuras inmóviles
de lo trágico.” [9]

“En la reconstrucción de esta experiencia de la locura, una historia de las


condiciones de posibilidad de la psicología se ha impuesto por sí misma.”
[10]

1962
Reelabora el texto de Enfermedad mental y personalidad que aparecerá,
ahora, como Enfermedad mental y psicología.

“En la reedición de esta obra, el capítulo consagrado a Pavlov desaparecerá


y, a la luz de los resultados de Historia de la locura en la época clásica, el
carácter histórico de la patología mental adquirirá otro sentido. En efecto, ya
no se tratará de explicar cómo se originan las enfermedades mentales a
partir de las condiciones históricas y materiales de la existencia, sino de
definir las relaciones históricas entre el discurso de la sicopatología y las
prácticas sociales. La cuestión planteada se desplaza de la objetividad a la
objetivación, de la realidad patológica a la patología, de la historicidad de la
enfermedad a la historicidad de la ciencia. Y paralelamente a esta
desesencialización de la enfermedad mental, puesto que ésta es
primariamente un producto de la objetivación y no una realidad objetiva,
Marx y la psicología marxista ceden el lugar a Nietzsche y a Heidegger.” [11]

1963
Aparecen El nacimiento de la clínica y su Raymond Roussel.

El nacimiento de la clínica es una arqueología de la mirada médica, se


pregunta: ¿cómo comprender la emergencia de la clínica?:

“La investigación aquí emprendida implica pues el proyecto deliberado de ser


a la vez histórica y crítica, en la medida en que se trata, más allá de toda
intención prescriptiva, de determinar las condiciones de posibilidad de la
experiencia médica como la conoció la época moderna.
De una vez por todas, este libro no ha sido escrito por una medicina en
contra de otra o contra la medicina, por la ausencia de medicina. Aquí, como
en otros lados, se trata de un estudio que quiere despejar en el espesor del
discurso las condiciones de su historia.
Lo que cuenta en las cosas dichas por los hombres no es tanto lo que
habrían pensado más acá o más allá de ellas, sino lo que desde un primer
momento las sistematiza, las vuelve indefinidamente accesibles, por el resto
del tiempo, a los nuevos discursos y abiertas a la tarea de transformarlas.”
[12]

1966
Gallimard publica Las palabras y las cosas. El libro que pondrá a Foucault en
el centro del debate intelectual. Foucault se instala en Tunes.
“En todo caso, una cosa es cierta: el hombre no es el problema más viejo ni
el más constante que se haya planteado al pensamiento humano. Tomando
una cronología relativamente corta y un corte geográfico restringido –la
cultura europea después del siglo XVI– podemos estar seguros de que el
hombre es una invención reciente. No es en torno a él y sus secretos que,
durante mucho tiempo y oscuramente, ha merodeado el saber. De hecho,
entre todas las mutaciones que han afectado el saber de las cosas y su
orden, el saber de las identidades, de las diferencias, de los caracteres, de
las equivalencias, de las palabras –brevemente, en medio de todos los
episodios de esta profunda historia de lo Mismo– uno sólo, el que comenzó
hace un siglo y medio y que quizás está por cerrarse, ha dejado aparecer la
figura del hombre. Y no es para nada la liberación de una preocupación
milenaria, acceso a la objetividad de lo que durante mucho tiempo había
permanecido atrapado por las creencias o las filosofías; es el efecto de un
cambio en las disposiciones fundamentales del saber. El hombre es una
invención reciente, de ella la arqueología de nuestro pensamiento muestra
fácilmente la fecha reciente. Y, quizás, el fin próximo.” [13]

A partir de la publicación de Las palabras y las cosas se ha identificado el


pensamiento de Foucault con dos conceptos: la muerte del hombre y la
episteme; ambos estrechamente solidarios. El subtítulo de la obra es Una
arqueología de las ciencias humanas. El tema de la muerte del hombre tiene
que ver precisamente con la disolución de las condiciones histórica de
posibilidad de las ciencias humanas (la psicología, la sociología, las teorías
de los mitos y de la literatura), con la aparición de las contra-ciencias
humanas (el psicoanálisis, la etnología, el estructuralismo). El término
episteme hace referencia a las condiciones de posibilidad históricas de los
saberes, a una región intermedia entre los códigos fundamentales de una
cultura, los que rigen su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus valores, y
las teorías filosóficas o científicas que dan cuenta de ellos; a una región
intermedia que instaura el orden de las cosas. [14]

La arqueología muestra cómo desde el siglo XVI los saberes han respondido
a tres epistemes, en una sucesión discontinua, la renacentista, la clásica y la
moderna. En el contexto de Las palabras y las cosas, la modernidad
equivale a la edad del hombre, a la episteme que domina nuestro
pensamiento a partir de fines del siglo XVIII.

1967
Termina la redacción de La arqueología del saber.

1968
Es nombrado profesor de filosofía en el Centro universitario experimental de
Vincennes, cerca de París.

1969
Aparece La arqueología del saber.

“Este trabajo no es la repetición y la descripción exacta de lo que se puede


leer en la Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, o Las palabras y
las cosas. En un buen número de puntos es diferente. Comporta también no
pocas correcciones y críticas internas. De una manera general, la Historia de
la locura concedía una parte bastante considerable, y por lo demás bastante
enigmática, a lo que en ella se designaba como una "experiencia",
mostrando con eso hasta qué punto se estaba cerca de admitir un tema
anónimo y general de la historia; en El nacimiento de la clínica, el recurso,
intentado varias veces, al análisis estructural amenazaba esquivar lo
específico del problema planteado y el nivel propio de la arqueología;
finalmente, en Las palabras y las cosas, la ausencia de abalizamiento
metodológico pudo hacer pensar en análisis en términos de totalidad cultural.
No haber sido capaz de evitar esos peligros, me apesadumbra; me consuelo
diciéndome que estaban inscritos en la empresa misma, ya que, para tomar
sus medidas propias, tenía que desprenderse ella misma de esos métodos
diversos y de esas diversas formas de historia [...].” [15]

Un texto, en definitiva, que trata de dar cuenta de la metodología utilizada en


las obras precedentes, pero que, al mismo tiempo, marca ciertas distancias,
que se harán cada vez más claras en las obras posteriores. Esta
observación vale particularmente en lo que respecta a la relación de
Foucault con el vocabulario y los conceptos estructuralistas. [16]

1970
Lección inaugural en el Colegio de Francia: El orden del discurso.

En cierto sentido, un texto de transición. La problemática del discurso ocupa


todavía una posición central entre los intereses de Foucault, pero la idea de
un análisis discursivo más o menos sistemático que haga referencia a ese
orden anónimo que era la episteme es desplazada por la problemática de las
prácticas sociales, de las instancias de poder, en las que se inscribe lo
discursivo.

“[...] pienso que, en toda sociedad, la producción del discurso es a la vez


controlada, seleccionada, organizada y redistribuida por cierto número de
procedimientos que tienen como función conjurar los poderes y los peligros
del discurso, dominar el hecho aleatorio, esquivar la pesada y temible
materialidad.” [17]

A partir de este año y si exceptuamos sus viajes al extranjero –


especialmente a la Universidad de Berkeley, en California–, Foucault
concentrará su tarea en las obligaciones del Collège de France, el seminario
de los lunes y las trece sesiones anuales –de diciembre a marzo– en que
expondrá ante un público heterogéneo los resultados de sus investigaciones
y el material de sus obras futuras. La problemática que desarrollará Foucault
en estos cursos pasa por la voluntad de saber (tema del primer volumen de
la Historia de la sexualidad), la sociedad punitiva (tema de Vigilar y castigar),
los anormales, el nacimiento de la biopolítica (material utilizado también en el
primer volumen de la Historia de la sexualidad), subjetividad y verdad,
gobierno de sí y de los otros (temas de los dos últimos tomos publicados de
la Historia de la sexualidad).

De estos cursos han sido publicados, además de los resúmenes del anuario
del Collège de France: el de los años 1975-1976, “Hay que defender la
sociedad” (Gallimard-Seuil, Paris, 1997) y el de los años 1974-1975, Los
anormales (Gallimard-Seuil, Paris, 1999).

1971
Creación del G.I.P. (Grupo de información sobre las prisiones).

1972
Reedición de El nacimiento de la clínica. En que se modifica el vocabulario
estructuralista de la primera edición.

1975
Se publica Vigilar y castigar.

Vigilar y castigar se puede definir, en términos generales como una


genealogía de la razón punitiva. Foucault distingue tres configuraciones
históricas: la del poder real (el castigo como tortura corporal), la reforma
humanista de la Época Clásica (penas moderadas y proporcionales,
abolición del espectáculo, trabajos públicos, individualización del criminal,
corrección del alma del delincuente) y la época de la tecnología disciplinaria
y de la prisión (una ortopedia correctiva que mediante técnicas precisas –de
individualización de las partes del cuerpo y de tabicación del espacio– tiende
a modificar los comportamientos, a volverlos dóciles).

1976
Aparece La voluntad de saber, primer tomo de la Historia de la sexualidad.

La idea de sexualidad, también una invención moderna, constituye el tema


de esta obra. Se trata, como en Vigilar y castigar, de llevar a cabo una
genealogía; su espacio de trabajo será la crítica de la hipótesis represiva. El
saber no es lo que se opone al poder para liberarnos de él. El poder es una
realidad reticular que produce el saber como una de sus formas de ejercicio
–aún la propia hipótesis represiva forma parte de esta estrategia–. La
sexualidad, por su parte, tampoco es una substancia o una fuerza contenida
y negada por las estructuras dominantes de la sociedad burguesa. Ella ha
surgido, más bien, como una consecuencia del poder normalizador. Foucault
individualiza dos formas fundamentales: la disciplina y el examen. El análisis
del desarrollo de las formas de la disciplina lo lleva a identificar lo que
denominará bio-política, una normalización política de los cuerpos, de las
conductas reproductivas y de la salud. El análisis del desarrollo de las
prácticas del examen va a situar el psicoanálisis en la línea de las prácticas
que se originan en la pastoral cristiana de la confesión a partir de la Reforma
y de la Contrarreforma.

“Hubo, es cierto, toda una economía restrictiva. Ella se integra en esta


política de la lengua y de la palabra –por un lado, espontánea, por otro,
concertada– que ha acompañado las redistribuciones sociales en la época
clásica [...]
Pero lo esencial, es la multiplicación de los discursos sobre el sexo, en el
campo de ejercicio del mismo poder: incitación institucional a hablar de él, y
a hablar cada vez más [...].” [18]

1984
Aparecen el segundo y el tercer volumen de la Historia de la sexualidad: El
uso de los placeres y El cuidado de sí mismo.

Por varias razones, estas dos obras marcan un giro en el pensamiento de


Foucault: por la modificación del plan original de la Historia de la sexualidad,
por el período estudiado (no ya la época clásica –según la historiografía
francesa, la época clásica de su literatura– ni el siglo XIX, sino los griegos –
la época clásica de occidente–), y, particularmente, por el lugar que ocupa la
noción de sujeto (no un pliegue surgido de la reestructuración epistémica con
que comienza la modernidad, sino el producto de las técnicas de existencia,
de vida).

Una interrogación, surgida de las investigaciones contenidas en La voluntad


de saber, condujo Foucault hacia los griegos: ¿cómo la sexualidad llegó a
convertirse en un tema de preocupación ética?, ¿cómo se constituyó el
hombre de deseo?

“Era un ejercicio filosófico [los estudios de estos dos tomos de la Historia de


la sexualidad]. Su apuesta era la de saber en qué medida el trabajo de
pensar su propia historia puede liberar el pensamiento de lo que piensa
silenciosamente y le permita pensar de otra manera.” [19]

Muere en París el 25 de junio.

NOTAS
[1]
Los datos biográficos y bibliográficos los hemos tomado de la cronología
que acompaña la publicación en cuatro volúmenes de textos de Foucault
reunidos bajo el título: Dits et écrits, (Paris, Gallimard, 1994; cf. tomo I, págs.
9-64) y de la biografía de Didier Eribon, Michel Foucault, Flammarion, Paris,
1989). Existe otra biografía de Foucault que ha tenido cierta repercusión, la
de James Miller, The Pasion of Michel Foucault, Simon and Schuster, New
York, 1993. Pienso que en términos generales se puede aceptar la crítica de
Eribon a Miller en su obra Michel Foucault y sus contemporáneos (Nueva
Visión, Buenos Aires, 1995). Para decirlo en pocas palabras, la biografía de
Eribon es una obra marcada por la documentación, la de Miller se deja llevar
por suposiciones que alimentan una trama novelesca (cf. D. Eribon, Michel
Foucault y sus contemporáneos, op. cit., págs., 17 y ss.).
[2]
Se trata de las clases preparatorias para la Escuela normal superior.
Estas clases habían sido creadas por pedido de Fustel de Coulanges, en
1880, y a través de los años han sido frecuentadas por los mejores
egresados de los liceos de Francia, aspirantes a las ciencias humanas (Cf, el
artículo “Khâgnes” en J. Julliard - M. Winock (ed.), Dictionnaire des
intellectuels français, Seuil, Paris, 1996).
[3]
M. Foucault, L’ordre du discours, Gallimard, Paris, 1971, pág. 75.
[4]
Declaraciones de Foucault a Claude Mauriac (Le temps immobile, t. III : Et
comme l’espérance est violente, Grasset, Paris, 1976, pág. 492) ; citado por
Didier Eribon, Michel Foucault y sus contemporáneos, op. cit., pág. 103.
[5]
D. Eribon, Michel Foucault, op. cit., pág. 162.
[6]
Cf. M. Foucault, Maladie mentale et personnalité, PUF, Paris, 1954, p. 90.
[7]
Cf. L. Binswanger, Le rêve et l’existence, Desclée de Brouwer, Paris, 1954,
págs. 17 y ss.
[8]
L. Binswanger, Le rêve et l’existence, Desclée de Brouwer, Paris, 1954,
págs. 12-13.
[9]
M. Foucault, Dits et écrits, op. cit., t. I, pág. 162.
[10]
M. Foucault, Dits et écrits, op. cit., t. I, pág. 166.
[11]
E. Castro, Pensar a Foucault, Biblos, Buenos Aires, 1995, pág. 35.
[12]
M. Foucault, Naissance de la clinique, PUF, Paris, 1988, pág. XV.
[13]
M. Foucault, Les mots et les choses, Gallimard, Paris, 1966, pág. 398.
[14]
Cf. M. Foucault, Les mots et les choses, op. cit., págs. 9-10.
[15]
M. Foucault, La arqueología del saber, op. cit., pág. 27.
[16]
Cf. M. Foucault, La arqueología del saber, op. cit., págs. 333-355.
[17]
M. Foucault, L’ordre du discours, op. cit., págs. 10-11.
[18]
M. Foucault, Histoire de la sexualité I, La volonté de savoir, Gallimard,
Paris, 1976, págs. 26-27.
[19]
M. Foucault, Histoire de la sexualité II, L’usage des plaisirs, Gallimard,
Paris, 1984, pág. 15.

(Edgardo Castro

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