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LA FAMILIA

En las civilizaciones prehispánicas, en la vida familiar además del


respeto hacia las personas mayores se mostraba una clara división
del trabajo fundamentado por las diferentes tipos de actividades que
desempeñaban y variaba de acuerdo a la posición social de la familia.
El padre salía del hogar y desempeñaba actividades diversas
agrícolas, comerciales, religiosas, etc. La mujer se hacia cargo de los
trabajos del hogar y los hijos; los ancianos ocupaban un lugar
importante dentro de la familia dando consejos, advertencias y
amonestaciones.

La organización familiar tenía el carácter de una verdadera poligamia


debido a la perdida de los varones por las continuas guerras; estaba
fincada tanto en el matrimonio definitivo como en el provisional y en
el concubinato. Se cree que entre los aztecas debió de casarse
prácticamente toda la población. Se fundaba en la potestad del padre
por lo que se considera que la familia era patriarcal sin interiorizar a
la mujer del varón.

El varón solo podía tener una esposa, le legítima, llamada


¨cihuatlantli¨, con quien se casaba con todo el ritual correspondiente,
pero podía tener tantas concubinas que convivían con él y con
aquélla como pudiese sostener, aunque con dichas concubinas no se
efectuaba la ceremonia nupcial; a las otras se les denominaba
cihuapilli y de ellas habías dos clases:
• aquellas que habían sido dadas en matrimonio por sus padres
previa solicitud del ahora marido, llamadas cihuanemactl.
• Aquellas que habían sido robadas por el guerrero y recibían el
nombre de tlacihuaantin.
Se dice que Moctezuma II tenía 150 concubinas. Y de Nezahualpilli se
llegó a afirmar que tuvo dos mil.

La edad ordinaria para contraer matrimonio era la de 20 o 22 años en


los hombres y en las mujeres entre los 10 y 18, se considera un deber
social casarse en la edad adecuada.

López Austin divide la estructura de la familia náhuatl en 3


categorías:

• El matrimonio como unión definitiva: se lleva a cabo con todas


las ceremonias religiosas acostumbradas y la mujer recibía el
nombre de cihuatlantli.

• El matrimonio Provisional: este era temporal pero por tiempo


indefinido y estaba sujeto al nacimiento de un hijo , momento
en el cual los padres de la mujer exigían el matrimonio
definitivo o su disolución, esta dependía del marido y aunque
hubiera un nacimiento era posible prorrogar el matrimonio
temporal, a esta mujer se le nombraba tlacallacahuilli.

• El concubinato: se permitía la unión de la pareja un que estaba


mal visto por la sociedad, no había ceremonia sino que
legitimaba al celebrarse la ceremonia nupcial; este
generalmente era motivado por la falta de recursos económicos
para costear la fiesta, a esta mujer recibía el nombre de
temecáuh.

No se podían casar padres e hijos, ni padrastros y entenados, ni


hermanos entre sí. Para casarse el joven necesitaba el
consentimiento de sus maestros Calmécac o del Tepolchcalli,
consentimiento que se obtenía después de que la familia de él les
ofrecía un banquete de acuerdo con sus recursos. Más tarde los
padres del novio se dirigían a los padres de la presunta novia a través
de las ancianas, quienes llevaban la petición. Era costumbre que en la
primera vez, los padres de ella dijeran que no, y solo más tarde se
contestaba lo que en realidad se quería: la aceptación o la negativa
formal.

Entre los plebeyos era muy frecuente la convivencia en unión libre y


solo depuse reunidos algunos recursos se efectuaba la ceremonia. En
la solemnidad nupcial, los contrayentes eran situados cerca del fuego
y sentados uno frente al otro, se intercambiaban vestidos y se daban
de comer entre sí como símbolo de su futura ayuda mutua.
En cuanto al divorcio si era conocido entre los aztecas aunque no era
bien visto por la sociedad, para que fuera válido era necesario que
hubiese sentencia judicial. Este divorcio dejaba a los contrayentes en
posibilidad de volver a casar.

BIBLIOGRAFÍA:

★ Cruz Barney Oscar. Historia del derecho Mexicano. edit. Oxford,


segunda edición, colección textos jurídicos universitarios,
México, 2009, pp. 23-26

★ Alvear Acevedo Carlos. Historia de México. edit. Limusa,


segunda edición, México. 2002, pp. 77-78

★ Jaime Treviño Héctor, Vázquez de León Rogelio, Solís Villanueva


Alberto, Treviño Villareal Mario. Historia de México. edit.
Castillo, México, 2003, p.26

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