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Las formas de imitación verdaderamente ancestrales en las actitudes de la masculinidad mexicana


es y ha sido históricamente el comportamiento patriarcal, en donde el hombre al interior del hogar y
con la familia se comporta de manera unilateral, anti democrático, autoritario y como el proveedor
absoluto en lo económico, aun en los cazos en que mujer cuente con un trabajo remunerado.

Por otro lado en este esquema de relaciones patriarcales de la familia, a la mujer se le


responsabiliza de las dimensiones subjetivas de la emotividad. Frente a este fenómeno se hace la
siguiente pregunta: ¿Existe relación entre los feminicidios y ser macho mexicano?

Bonino (1998) , nos habla acerca de micro machismos los cuales se clasifican en tres grupos, pero
solo se tomara el primero, el cual es de tipo Coercitivo en él, el varón usa la fuerza (moral,
psíquica, económica o de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su
libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de decisión.

La hacen sentir sin la razón de su parte, pues ejercen su acción, porque provocan un acrecentado
sentimiento de derrota cuando comprueba la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para
defender las propias decisiones o razones. Todo ello suele promover inhibición, desconfianza en sí
misma y disminución de la autoestima, lo que genera más desbalance de poder.

Bonino Méndez nos da otras categorías dentro de este grupo, en la que nos describe algunos
micro machismos más frecuentes, dentro de esta descripción rescatare el de intimidación el cual es
un tipo de violencia psicológica, en donde se genera un temor del varón cuando el ya se tiene
cierta fama (fantaseada o Real) de ser abusivo o agresivo. El hombre intimidante da principios de
que si no, se le es obedecido algo le podrá suceder a la mujer. Ya sea con la mirada, el tono de
voz, la postura o cualquier otra característica que pudiera ser utilizada como atemorizante y ejercer
así alguna muestra de poder abusivo ya sea físico, sexual o económico.

Con este tipo de violencia psicológica el hombre llega a conseguir la disponibilidad de la mujer para
realizar los actos que el dese y también el de no ser molestado o cuestionado cuando el realice
algún acto en contra de la mujer.

Otro sería el de insistencia abusiva, o como nos dice el autor (Bonino, 1998), en términos
populares ³ganar por cansancio´. Este consiste en obtener lo que se quiere por insistencia
inagotable, con agotamiento de la mujer que se cansa de mantener su propia opinión, y al final
acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz .

Nos podemos imaginar estas características en las instancias de justicia, con el mal trato que
ejerce su personal, con la omisión de la atención de las víctimas, con la negación de la palabra y
con la mentira depositada en la esperanza de hacer algo para poder ayudar. Es por esto que el
caso de los feminicidios es un asunto de impunidad, por ello, las asociaciones civiles se han
agrupado y organizado para dar voz a aquellas víctimas de violencia.
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http://www.losandes.com.pe/Sociedad/20100411/34786.html

c   Rosa Montalvo Reinoso %u2013 SER |   - 11 abr 2010

³A menos de 15 días de que una joven fuera hallada muerta dentro de bolsas de
plástico, ayer otra joven apareció muerta en las mismas circunstancias dentro de
un saco de arroz en Juliaca,´ puede leerse en un periódico de Puno. (1) Una mujer
hallada muerta en una maleta, otra encontrada muerta en la maletera de un auto,
ambas en Lima, sin vida en un cerro en Arequipa, madre de familia cruelmente
asesinada, encontraron el cadáver en la zona denominada potrero de Chilcamayo
en Cajamarca, son algunas de las notas que narran asesinatos de mujeres en
distintas regiones del país.

Cuerpos mutilados, asesinados, tirados en basurales, en cuevas ocultas, vidas


arrancadas en el seno de lo que debería ser nuestro lugar más seguro, el propio
hogar, son algunos de los 135 casos de feminicidio del año 2009 identificados en
El Registro de Feminicidio del Ministerio Público, que ha sido recientemente
publicado. (2)

La enorme cantidad de asesinatos de mujeres por razones de género no es algo


que ocupe los titulares de los periódicos más serios, siendo generalmente tratados
como un asunto delegado a los policiales, lo que refleja la perspectiva con la que
suelen ser abordados estos asesinatos, sin que medie mayor análisis. Los datos
que arroja el informe citado constituyen por ello un importante aporte para
modificar esta perspectiva, colocando en el debate público estos hechos, no como
asuntos aislados sino como una expresión extrema de los diferentes tipos de
violencia que vivimos las mujeres en la sociedad. Vale señalar por ello que el
feminicidio no es un asunto personal, un crimen pasional, producto de celos, como
suele señalarse, o un asunto de un loco que un día se deschava y decide matar a
la esposa, ex esposa, conviviente, etc. Más bien tiene que ver con una concepción
jerárquica sobre la otra, con la idea de propiedad sobre las mujeres, sobre su
sexualidad, sobre sus cuerpos, sobre sus vidas.

El 86.7% (117) de las mujeres asesinadas lo fueron en manos de alguien que las
conocía o que decía amarlas, es decir fueron víctimas de un feminicidio intimo. (3)
De estas, 93 mujeres fueron muertas por su pareja o ex pareja, por celos (48.4%),
por resistirse a continuar con la relación (12.9%) o a reanudarla (6.5%), porque
creyéndose el dueño de la mujer no concebía que haya iniciado otra relación
(5.4%), porque no le daba el poder de decisión sobre su embarazo (3.2%), por
gritar durante el acto sexual ( 1.1%), aunque parezca una razón que raya en la
locura en este caso. En realidad el asesinato puede ocurrir por cualquier motivo
que el hombre considere trastoca su control sobre la mujer, que pone en duda su
poder sobre ella, concebida como objeto y no como sujeto autónomo.

Son los supuestos derechos de propiedad sobre la sexualidad y capacidad


reproductiva de las mujeres lo que está en juego en estos crímenes. Y no es
casual que la mayoría de feminicidios ocurren en la edad reproductiva de las
mujeres. Como señala el informe, el 63% de las víctimas tenía entre 18 y 44 años,
y el 18.5% eran menores de 18 años.

³Voy a hacerte una casa en el aire, solamente pa que vivas tu,´ dice un viejo
vallenato de Escalona, que expresa con total claridad el deseo de control sobre la
mujer y su vida, de tenerla apartada con la excusa de protegerla. Como en
contrarespuesta se nos viene la letra ³El que te ama no te controla, no te controla´
que cantan las mujeres de la batukada feminista en las marchas de marzo y de
noviembre, la versión feminista del huayno Mi bella flor, el que te ama no te viola,
no te mata, ni en tu casa ni fuera, agregamos. Siendo la casa en nuestros
imaginarios el lugar seguro, el refugio, para muchas mujeres expuestas a la
violencia se vuelve el más inseguro. Es en la propia casa donde ocurren la
mayoría de los asesinatos como lo señala el informe: el 56.3% ocurrieron dentro
de la casa y el 43.7% fuera, en alguna zona desolada, en alguna calle, un hostal o
vehículo.

Es interesante notar que en los casos de feminicidio no íntimo, es decir aquellos


cometidos por alguien que no tienen relación familiar o conyugal con la víctima,
hay una estrecha relación con lo sexual. En el 29.4% de los casos, el homicida
mató a su víctima después de violarla, en el 17.6% de los casos porque ésta se
resistió a tener relaciones, y en otros para abusar sexualmente de la hija de la
víctima, para evitar ser denunciado por abuso sexual o porque la mujer se burló de
su virilidad mientras mantenían relaciones sexuales. El punto es humillarla,
demostrarle quien tiene el poder, porque la violación no es una cuestión de placer
sino de poder, producto de una construcción cultural en la cual las relaciones entre
hombres y mujeres siguen las coordenadas de la subordinación y el sometimiento,
de la objetualización y el abuso, que pese a los cambios que se están dado
continúan reproduciéndose. No es que todos los hombres vayan a ser violadores o
asesinos, por suerte, pero lo que sí es cierto es que para quienes conciben a la
mujer como objeto de su uso o su propiedad, un feminicidio es siempre una
posibilidad y puede pasar en cualquier sector social. Los feminicidas no son
tampoco locos alterados fácilmente identificables, sino que pueden ser cualquiera,
personas normales, sin una patología reconocible.

Se dirá sin duda que el número de homicidios de los hombres constituye un


problema mayor, pues alcanza la cifra 1068 en el mismo período. Pero si
examinamos las motivaciones, notaremos que tienen que ver con robo, venganza,
ajuste de cuentas, enfrentamiento con la policía, entre pandillas, defensa propia y
sólo el 1.2% tiene que ver con celos. La diferencia para el caso de las mujeres es
ostensible y eso que no hemos hablado de los intentos fallidos de feminicidio, que
llegan a 55 víctimas, que como en los casos en que se concretó el hecho,
ocurrieron también en su mayoría dentro de la casa (65%) y un 40% fue motivado
por celos, el 14.6% por la resistencia de la víctima a continuar o reanudar la
relación con su agresor y el 5.4% por odio hacia ella o su familia.

El informe del Ministerio Público permite evidenciar las desigualdades entre


hombres y mujeres, las relaciones inequitativas de poder y el daño que ocasiona a
la sociedad, a las familias, el que en tiempos supuestamente de paz, las mujeres,
debido a la violencia que sufren, parecen vivir en tiempos de guerra. Habrá que
preguntarse qué se hará con esta información, cómo hacer para cambiar el marco
interpretativo de la mayoría que considera los feminicidios como un crímenes
pasionales y asunto policiales, qué se hará para cambiar las instituciones, los
mecanismos que refuerzan el control de la sexualidad de las mujeres, como la
escuela, la familia, la iglesia.

En ese sentido, la reciente exigencia de renuncia al Ministro de Salud por parte del
Cardenal Cipriani por disponer la distribución gratuita de las AOE es una expresión
de ese intento de control. Control que algunos quieren llevar a dimensiones
inimaginables, expropiando el cuerpo de las mujeres, considerándolas meras
incubadoras, como lo pretende en Santiago de Estero en Argentina un diputado
que presentó un proyecto de ley solicitando que se declare al útero de la mujer y a
sus órganos reproductivos µambiente protegido¶. Ojalá no se le ocurra a algún
nuevo iluminado acá emular ese ejemplo y más bien se legisle para reducir las
brechas y las inequidades y para que las mujeres seamos dueñas de nuestro
cuerpo, completas protagonistas de nuestras vidas, viviendo en nuestras casas
con seguridad, sin que nadie tenga excusas para construirnos casas en el aire y
apartarnos de la posibilidad de construir nuevas y mejores formas de
relacionarnos entre hombres y mujeres, que no entrañen subordinación y
dominación, dolor y sufrimiento.

 

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