Professional Documents
Culture Documents
Varios son los caminos que conducen a los hombres y las mujeres en la búsqueda
de su realización. En la novela, estos no están velados para aquellos lectores
audaces que son capaces de identificar los avatares, las idas y venidas de las
respuestas ofrecidas a semejante empresa que nos es ajena a ninguno de
nosotros. Ya los teóricos nos han ahorrado buena parte del camino señalando los
contextos y alguna tipología referente al asunto…
El adulterio como desacato a la norma ocupa un lugar especial y para nada fortuito
dentro de Catalina. En esta novela la protagonista se encuentra con un matrimonio
por conveniencia, arreglado por su madre con el médico de confianza de la familia,
y en el cual ella colabora de alguna manera:
1
PAVEL, Thomas. Representar la existencia. El pensamiento de la novela. España: Crítica, 2005. p., 182,
186, 187.
2
Ibíd. P., 204.
3
Ibíd.
4
MÚJICA, Elisa. Catalina. España: Aguilar, 1963. p., 27.
que se atreve a contravenir las convenciones sociales y familiares para convertirlo
en su amante.
5
AGUILERA PEÑA, Mario. VEGA CANTOR, Renán. Ideal democrático y revuelta popular. Bosquejo
histórico de la mentalidad político popular en Colombia 1781-1948. Bogotá: ISMAC, 1992. P., 149.
6
Ibíd.
7
“La Regeneración implantó un orden social basado en la ideología religiosa, en la exclusión de los contrarios
políticos y en la persecución de todo lo que pudiera ser visto como protesta social, que para los ideólogos
regeneradores aparecía siempre como un engendro de doctrinas liberales, ateas, masónicas, socialistas,
anarquistas y comunistas.” Ibíd. P., 158.
8
Ibíd. 165.
que ningún otro me atrevo a afirmar- al respeto de la moralidad, el matrimonio y la
educación de los hijos9.
Para Catalina las virtudes de la mujer, sus propias virtudes hasta ese entonces,
serían sólo tres:
“Me hubiera gustado retribuirlo [a Samuel, su esposo] refiriéndole también mi propia
historia. Pero ¿esta qué podía tener de interesante? Samuel sonreía si yo
ensayaba esclarecer en su honor mis oscuras ideas sobre ella. Imaginaba que
cuanto le diría cabía en tres palabras: modestia, virginidad y sumisión”. P., 30.
Aun así, existe una autoconciencia que se revela: “Yo no era como las otras
mujeres, estaba claro” (p., 45). Las otras pasaban impávidas los días bordando,
atendiendo el hogar o visitando a la familia. Catalina opta por esconder dentro de
sí lo que le sucede, protegiéndose. “Lo que me sucedía se transformaba en una
especie de manto que escondía mi verdadero rostro de las miradas ajenas” (p.,
45). Al mismo tiempo, las frases leídas por Ricardo alimentan la búsqueda del
amor, algo distinto a lo que su marido puede ofrecerle:
“El objeto de su lucha [el de las mujeres inglesas] no debía consistir únicamente en
conquistar los derechos políticos. Gracias a ellas, el amor se volvería mas noble,
como nosotras lo soñábamos”. P., 70.
9
Ibíd. P., 166,
10
GUTIERREZ DE PINEDA, Virginia. VILA DE PINEDA, Patricia. Honor familia y sociedad en la
estructura patriarcal. El caso de Santander. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1988. 433 p.
11
Ibíd. P., 29. El patriarcalismo ha sido definido como “un sistema caracterizado por una relación dispar
hombre-mujer en el manejo de la autoridad, el poder y las decisiones, sesgada a favor del primero (…) centra
cada género en territorios específicos dentro de los cuales cada sexo cumple funciones peculiares”. Ibíd. P.,
30.
Pero todas las ideas de esta mujer son atravesadas por algo que parece a veces
ser más fuerte que ella. La imagen del confesor, el sermón de sacerdote, la virtud
del sacrificio, bullendo dentro de ella, chocando entre sí. Después de descubrir la
infidelidad del marido, Catalina opta a veces por no cumplir con sus ‘deberes de
mujer casada’; esta situación la pone en contradicción con lo enseñado sobre el
“ser” esposa:
“Yo no era libre. Del cumplimiento de lo que me correspondía dependía el equilibrio en
que todo se asentaba. Además, ¿qué diría mi confesor, el padre Tobías? La
verdad era que no deseaba portarme sino de acuerdo con lo que se esperaba de
mí. Ir contra la corriente me destrozaba”. P., 53, 54.
“Sin embargo, yo quería que fuera de otro modo. A mis ojos, la consagración a Dios solo
valía si uno sacrificaba algo por El. Cuando no tenía nada qué entregar, carecía de
mérito”. P., 61.
Esta idea se confirma con las lecturas de Ricardo, quien de aforismo en aforismo,
sin proponérselo, alienta las reflexiones secretas de Catalina. Así, ella confirma
que tiene mucho por entregar: sus mejores años…
“Aunque solo oía las teorías de Ricardo por pasar el rato, algunas de sus palabras
poseían un eco que repercutía en mi corazón (…) “Únicamente vale lo sincero,
que nos permite realizarnos a nosotros mismos”. Quizá tenía razón y yo perdía
los pocos años buenos que me quedaban sacrificándome”. P., 74.