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La imputabilidad
Carlos Cabezas C.

1. Introducción

Se entiende por imputabilidad el conjunto de condiciones determinadas por la


madurez psíquica y la salud mental de un sujeto, condiciones que le permiten a este
representarse su deber jurídico y obrar conforme a dicha representación.

No se trata propiamente de un elemento del delito independiente, sino más bien un


presupuesto de otro: la culpabilidad. En efecto, si la culpabilidad es un juicio de reproche que
puede realizarse respecto de un individuo que, pudiendo comportarse conforme a Derecho no
lo hizo, es preciso que, previamente, reúna las características suficientes para comprender
cuales son sus deberes y poder actuar en conformidad a ellos. Formular un juicio de reproche
respecto de individuos que no reúnan tales características es una impropiedad; nadie puede
realizar aquello que le es imposible.

Por otra parte, hay que tener en consideración que el término imputación significa
atribuir algo a alguien, es decir, es un concepto que en un sentido jurídico consiste en hacer
cargo a un individuo de un acto cometido por él, pero para hacerle responder de las
consecuencias jurídicas que dicho acto trae consigo.

Volviendo al concepto de imputabilidad entregado, podemos observar que su exigencia es


doble y copulativa:

1. Valoración de los deberes.


2. Determinación de la conducta con arreglo a esos deberes.

Un sujeto puede ser sano mentalmente o tener madurez mental para conocer o
representarse sus deberes; pero no puede determinarse por esas normas. Es la situación que
presentan los menores de edad. Esa es la razón de su inimputabilidad.

2. Teorías sobre el fundamento de la inimputabilidad.

Tras la definición de la imputabilidad radica el problema de su fundamento, es decir, la


pregunta de que bajo qué base podemos hacer responsable a un individuo por su actuar. Este
problema no es sólo del Derecho penal ni menos exclusivo del Derecho, sino que atraviesa la
Filosofía general enfrentando dos posturas contrarias: la libertad de la voluntad y el
determinismo.

2.a La libertad de la voluntad

La libertad de la voluntad o libre albedrío es una teoría que concibe que los sujetos son
libres de decidir, es decir, son dueños de sus actos al punto de que el ejercicio de la voluntad es
causa de un actuar determinado.

Es un tema filosófico bien abordado por las posturas neokantistas, porque los actos
volitivos introducen nuevas series causales en el circuito del mundo, es decir, el ejercicio
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volitivo de la persona, al momento de actuar, es fuente de nuevos procesos causales: el sujeto


puede realizar nuevos procesos causales cada vez que realiza un acto volitivo.

La libertad de la voluntad denota ante todo la facultad del individuo para elegir entre:
1º Actuar o no actuar, lo que se conoce como la libertad de ejercicio.
2º Elegir entre uno u otro acto, lo que se conoce como la libertad de especificación.
3º Realizar un acto moralmente reprobado o un acto moralmente aprobado, lo que se conoce
como libertad de contradicción.

A su vez, la libertad de voluntad no debe ser confundida con otras dos especies de
voluntades:

1º La libertad física o también conocida como libertad de obrar: Para Santo Tomás de
Aquino existe la libertad física cuando una persona actúa libre de necesidad y libre de coacción.

2º La libertad moral: Es la capacidad que tiene el individuo para elegir los medios apropiados
para vivir de acuerdo a la razón, o para realizar el bien en el caso de la filosofía ética kantiana, o
para vivir conforme a la razón que sería vivir conforme al ideal de la compasión, por ejemplo
en la filosofía de Schopenhauer. Por ende, la libertad moral no consiste en elegir el bien o el
mal, pues ya hemos dicho que esa libertad se denomina de “contradicción”.

2.b. El determinismo
El determinismo surge en la filosofía alemana, posterior al año 1830, sobre todo con
Schopenhauer con su famosa obra “El mundo como libertad y como representación”, que es
su obra cúlmine. Dicho libro comienza con las siguientes palabras: “El mundo es la libertad de
mi representación”.

El determinismo afirma que el actuar del hombre estaría impuesto por fuerzas extrañas
que trascienden al mismo, y así su actuar se rige por la sola ley de la causalidad, siendo el
individuo sólo un momento en todo el proceso causal, proceso causal entendido como el
cosmos en su totalidad, cosmos que lo trasciende y lo supera.

El determinismo puede ser entendido de distintas formas:


Se puede entender como un determinismo físico en el cual el hacer humano depende de
determinaciones físico mecánicas, por ejemplo, de la férrea ley de la causalidad.
También se puede entender como un determinismo fisiológico en el cual el sujeto actúa por
factores propios de su organismo y así tenemos un determinismo del cual es partidario
Lombrosso.
También se puede entender como un determinismo psicológico en el cual el individuo
actuaría conforme a motivaciones o motivos que hacen actuar al individuo de una forma
determinada u otra, inclusive se llega a la conclusión de que si dos motivos tuvieren la misma
fuerza en ese caso el sujeto no actuaría porque se anularían los dos motivos.
En último lugar se puede entender como un determinismo social en el que serian factores
sociales propios de las normas de cultura, de trato social que serían las que condicionarían el
actuar del sujeto.

No deben confundirse las doctrinas deterministas con otros conceptos que se le


pueden parecer, pero que son absolutamente distintos:
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1° Con el fatalismo: la idea fatalista es que el obrar humano dependería de fuerzas sobre
naturales como por ejemplo actuar por las fuerzas del bien o el mal o por designo de los
dioses.
2° Con el concepto de predestinación: utilizado tanto por la teología católica y la protestante: la
predestinación trataría de explicar el concurso de la voluntad divina y la elección concreta del
Dios por parte del hombre.
Para los protestantes sería la voluntad de Dios en cuanto a conceder gracia al hombre
tanto para poder ejercer la fe como para ayudarle a alcanzar la vida eterna.

3° Con el concepto de pre ciencia: es el conocimiento que se conoce al margen de todo


condicionamiento empírico o temporo espacial, en esos casos se puede plantear la pre ciencia
de Dios en el sentido que Dios conoce todo de antemano sin necesidad de ratificar
empíricamente, es un conocimiento que se tiene al margen de todo condicionamiento
empírico, de todo espacio de tiempo.

2.c. Argumentos de los partidarios de la Libertad de la Voluntad.

En primer lugar un argumento psicológico que dice relación con que el testimonio de
nuestra conciencia certificaría que realmente somos libres; este es el argumento más fuerte, ya
que creamos o no creamos en la libertad de voluntad, es un hecho innegable que todas las
personas cuando cometen algo se sienten culpables y responsables de sus actos; nuestra
conciencia siempre nos hará pensar que somos libres.
En segundo lugar tenemos el argumento moral en el sentido de que si el hombre no fuera
libre no se justificaría ningún ordenamiento de la conducta humana o por lo menos no se
justificará la moral ni tampoco el Derecho porque al final ¿Cómo se justificaría castigar a
alguien si no se le puede imputar a él su conducta?
En tercer lugar hay un argumento de carácter social que dice relación con que hay una
serie de usos sociales que suponen la admisión de la voluntad humana, inclusive el Derecho
como fenómeno social supone la libertad humana, por ejemplo, la Constitución protege la
libertad humana, ya sea la ambulatoria o la inherente a la persona por el solo hecho de ser tal.
En cuarto lugar el argumento de Kant: Kant propone una fundamentación ecléctica en su
“Critica a la razón práctica” en que aborda este problema de la existencia o no de el libre
albedrío. Parte de la base de dos conceptos que son muy importantes para la filosofía kantiana
que son los conceptos de noúmeno y el fenómeno.
El noúmeno es la cosa en si, pero al fin y al cabo la cosa en si no es más que todo
conocimiento que no es demostrable empíricamente, es inteligible en este caso, por ejemplo el
concepto de libertad.
Por otra parte el fenómeno son todas aquellas cosas o procesos que pueden ser
demostrables empíricamente.
Así las cosas Kant parte de la siguiente idea: distingue entre un mundo físico que está
gobernado por una esfera de causalidad y el mundo de lo espiritual en donde estaría ubicada la
libertad, es más Kant señala que la libertad de la voluntad no está conectada al mundo físico
porque se mueven en dos esferas absolutamente distintas: la causalidad se mueve en el mundo
físico y la libertad en el mundo de la moral. Eso explica que para Kant es más importante la
ética de las intenciones que la ética pragmática, es decir, más que el resultado, lo que importa es
la intención.
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2.d. Argumentos de los partidarios del Determinismo.

Por su parte las doctrinas deterministas van a refutar los anteriores argumentos de la
siguiente forma:
En primer lugar, el argumento de la conservación de la energía, en el sentido de que la
cantidad de energía que existe en el universo no aumenta ni disminuye, sino que se mantiene
igual, siempre, por lo mismo no puede ser esta energía transformada en términos cualitativos o
cuantitativos porque en ese sentido el universo se destruiría; este es un argumento mas físico
que filosófico.
En segundo lugar, el argumento del Determinismo psicológico: El argumento
psicológico postula que, en contra de la libertad de la voluntad aducido por los partidarios de la
libertad de la voluntad, en el sentido que no puede haber un acto sin motivo, pues siempre
deberá haber un motivo en el momento de actuar de una persona; entonces, la voluntad debe
determinarse conforme a los motivos preponderantes y en este sentido la voluntad está regida
por los motivos y si existen dos motivos preponderantes, iguales, estos hacen que el sujeto se
mantenga inerte y no actúe porque estos motivos se anulan entre si. Este es el argumento que
adopta la doctrina psicoanalista posterior a Freíd, la cual puso en tela de juicio nuevamente las
teorías del libre albedrío.
En tercer lugar, el argumento de el testimonio de la conciencia en el sentido de que la
presunta libertad que testimoniaría nuestra conciencia no sería mas que el fruto de la
ignorancia de los hombres y de la ignorancia de los motivos por los que realmente actúa; esta
representación de la conciencia sería fruto de la inteligencia limitada del hombre que no está
iluminado.

La importancia de estas doctrinas en la dogmática penal es capital, porque va a tener


muchísima incidencia en cuanto a la responsabilidad penal del sujeto en cuanto a la
fundamentación del juicio de responsabilidad y si es posible realizar o no un juicio de
culpabilidad. Así, los partidarios del libre albedrío van a fundar la responsabilidad penal en la
imputabilidad que se centra en la libertad del hombre y que, por ende, le da capacidad para ser
culpable.
Las doctrinas deterministas, que en general van a ser defendidas por el positivismo, al
no poder fundar su responsabilidad jurídica en la culpabilidad, van a fundamentarla en la
responsabilidad social, en el sentido de que si el hombre está determinado a actuar sería
incongruente que se le reproche y se le haga responder por sus actos, pero plantean que si bien
es cierto que hay los hombres están determinados en su actuar a delinquir por su parte la
sociedad está determinada a defenderse y en esto se fundamentaría el hacer responsable a una
persona de sus actos y aplicarle, al fin y al cabo, una pena.

Teorías Eclécticas 1

Con posterioridad van a surgir una serie de teorías eclécticas al respecto que van a
tratar de conciliar la libertad de la voluntad con la determinación del hombre haciendo fundar
la responsabilidad del individuo de acuerdo a las doctrinas planteadas.

1 Jiménez de Asúa, Luis, Teoría del delito, Editorial Jurídica Universitaria, México, 2002, p. 304 y siguientes.
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1° Teoría: Franz Von Liszt postula su “teoría de la normalidad” en la cual no va a


fundamentar la responsabilidad del hombre en la imputabilidad del mismo sino que la
encontraría en la capacidad que tienen los hombres de obrar normalmente, y eso supone que
un hombre totalmente sano, que su conciencia no esté perturbada, solamente éste podrá actuar
normalmente porque solamente de esta forma será capaz de representarse un deber jurídico y
tener una fuerza motivadora normal respecto a dichas representaciones.

2° Teoría: Gabriel Tarde que va a elaborar la teoría de la “identidad”, la cual, prescindiendo de


la idea del libre albedrío para la responsabilidad, la fundamenta en que el delincuente debe
tener identidad consigo mismo antes y después del delito y de su semejanza con los demás es
que se puede fundamentar la responsabilidad penal; así el enajenado mental no seria
responsable porque no seria idéntico a si mismo (es un enajenado) y porque para que sea
responsable es preciso que autor y víctima sean compatriotas sociales, es decir, que presenten
un número suficiente de semejanzas de origen social.

3° Teoría: Doctrina de Bernardino Alimena representante de la terza scuola que elabora la


teoría de la “dirigibilidad”, es decir, que la responsabilidad no se fundaría en el libre albedrío
sino que en la capacidad de los individuos de sentir coacción psicológica al momento de
cometer actos típicamente antijurídicos y la coacción psicológica es producto de la
intimidación que va a producir en ellos la pena que se les va a aplicar, la sanción, por eso
también a esta doctrina se le conoce como la teoría de la intimidación.

En general, el problema de la imputabilidad es un problema que hasta el día de hoy no


ha sido zanjado por la dogmática penal totalmente, inclusive han surgido una serie de doctrinas
radicales que negarían este concepto dentro de la dogmática penal. Así hay penalistas
contemporáneos como Klaus Roxin que ha venido defendiendo la idea de que realmente el
Derecho penal debe prescindir de la imputabilidad porque la libertad y la voluntad es algo que
no ha sido comprobado científicamente, y porque la idea de la culpabilidad no debería ser
tomada en cuenta sino sólo como limite máximo para mesurar la pena.

A una postura aun más radical llega Enrique Gimbernat para quien la imputabilidad no
existe y es indemostrable y se orienta en la idea psicoanalítica y le entrega a la pena una
finalidad de carácter preventivo general negativo.

3. Fórmulas para legislar la imputabilidad

Esto se refiere a la configuración positiva que toma la imputabilidad en los


ordenamientos jurídicos penales positivos, es decir, la fórmula de cómo la imputabilidad se
presenta en las partes generales de los Códigos y respecto a la técnica legislativa que se utilice
distinguiéndose a la sazón tres tipos de formas:

1.-biológico siquiátrica
2.-psicológica
3.-mixtas

1.- La Formula Siquiátrica


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Es la seguida por el código chileno- aunque en opinión de algunos autores, este igual se
podría aducir que contiene mas formulas normativas cercanas a la fórmula mixta 2 - y es aquella
en que la ley se limita a declarar o limitar las distintas situaciones de causa de inimputabilidad
de las cuales tiene que resultar la inimputabilidad del sujeto por ejemplo la persona que se
encuentra privada de razón articulo 10 N ° 1.

Art. 10 CP. Están exentos de responsabilidad criminal:

1. El loco o demente, a no ser que haya obrado en un intervalo lúcido, y el que, por cualquier causa
independiente de su voluntad, se halla privado totalmente de razón.

2.- La Formula Psicológica.

Es aquella con arreglo a la cual la imputabilidad se establece cuando la ley atiende mas bien al
efecto que en el mundo del Derecho crean los factores psicológicos de una enfermedad o
situación particular, y en esta fórmula no se observa un catálogo de enfermedades. Es la
fórmula seguida por el Código penal italiano.

3. - La Formula Mixta o Normativa

Es la que tiende a imponerse en los códigos actuales y es aquella en que la ley establece las
causas de índole bio-psicológicas que constituyen las causas de inimputabilidad y además
establece los efectos que dichas causas tienen que producir respecto de un acto antijurídico
para que se dé la causal de inimputabilidad . Dicho de otra manera, concretamente, esos
factores deben haber producido en el sujeto la imposibilidad de haberse representado el
deber jurídico, o bien la imposibilidad de actuar conforme a esa representación.

4. El momento de la imputabilidad

El momento de la imputabilidad es el momento del acto, de modo que una


inimputabilidad sobreviviente no afecta el juicio de reproche sobre el individuo; sólo
condiciona la prosecución del procedimiento.

4.a. La teoría de las acciones libres en la causa

Esta teoría se elaboró con el objeto de dar solución al caso del agente que es
inimputable al momento de realizar el acto típico y antijurídico pero sí lo era al momento de
desencadenar el curso causal. Por ejemplo, el sujeto que quiere matar a alguien y se embriaga
para darse valor.

La doctrina, que tiene sus antecedentes más remotos en Aristóteles y luego algo más
contemporáneamente en Santo Tomás y Farinaccio sostiene que el momento de la
inimputablidad debía retrotraerse al momento en que el sujeto desencadenó el curso causal, es

2 En Chile la sostiene con reservas, Politoff. Politoff, Matus y Ramírez, Derecho penal, parte general, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 2006, p. 298.
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decir, al momento en que empezó a beber. Por eso eran libres en la causa, aún cuando ya no
fuesen completamente libres en la ejecución.

Los modernos partidarios de la teoría argumentan que en estos casos el sujeto se


utilizaría a si mismo como instrumento para la comisión del delito.

4.b. Críticas a la teoría de la actio liberae in causa


1. Se trata de una ficción.
2. Se parte de la base que el sujeto sabe como se comportará en estado de inimputabilidad;
sin embargo, este supuesto es sumamente discutible.
3. Se atribuye culpabilidad, ya sea dolosa o culposa a hechos que en sí son perfectamente
conformes a Derecho; beber alcohol no es una conducta prohibida.

4.c. Modelos de legitimación de la teoría:

1- El primer modelo es el de la “excepción a la simultaneidad”. Quiere decir que el


momento de la imputabilidad y de la culpabilidad es el momento del acto típico. Las
acciones libres en la causa representarían una excepción porque habría una razón
consuetudinaria de siglos, que haría conveniente quebrantar ese principio y penar en
estos casos. Este modelo tiene muy pocos seguidores en la doctrina, porque su
violación del principio de legalidad es flagrante.
2- Muchos juristas adoptan el llamado modelo del “tipo”, como Roxin. Así, sería típica, la
acción libre de ponerse en un estado de inimputabilidad. Esto sin embargo contraviene
el principio de legalidad, pues lo que hace es extender analógicamente los tipos de la
parte especial, y los tipos dependientes de la general relativos a la tentativa, hacia actos
que la ley no ha descrito como delitos. Dicho de otra manera, ahí donde no hay
tentativa, ni autoría, mucho menos puede haber dolo o culpa con relación a un tipo
delictivo que no existe.

La teoría no es necesaria en los delitos culposos. Ello, pues ya es una infracción al deber de
cuidado el colocarse en estado de ebriedad en aquellas situaciones en que el control de los
actos es requisito para desempeñar una función, como la conducción de un vehículo, las tareas
propias de una enfermera o de un controlador aéreo. En estos casos el, por ejemplo, tomar un
somnífero que produce que una enfermera se duerma en horas de trabajo y como
consecuencia de ello un paciente muere por no haber recibido su atención, es ya un acto
culpable, por omisión a las elementales reglas de cuidado que debió haber tomado para
prevenir ese resultado. Los mismo vale para los delitos omisivos.

El problema se produce en los casos de delitos dolosos. Por ejemplo, un sujeto bebe
alcohol y, en estado de intemperancia, golpea a su mujer. En estos casos la duda se abre en el
sentido de que, probablemente, las lesiones sufridas por la mujer el sujeto también podría
haberlas producido estando sobrio.

4.d. Aplicación de la teoría en Chile


En Chile, para los delitos dolosos la teoría no tiene asidero pues el Artículo 10 N°1 declara
exento de responsabilidad al “que por cualquier causa independiente de su voluntad se halla
privado totalmente de razón”, así, si la causa fue dependiente de su voluntad, (bebió
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concientemente) el sujeto no se exime de responsabilidad. Veremos con detalle estas hipótesis


cuando examinemos la ebriedad como causa de inimputabilidad.

4. Faz negativa de la imputabilidad

4.a. Causas de inimputabilidad

Es el conjunto de situaciones que eliminan en el sujeto la capacidad de representarse el


deber jurídico, o de actuar con arreglo a esa representación, y que están determinadas por la
falta de madurez psíquica, o por la falta de salud mental en el sujeto activo.

En cuanto a la fórmula para legislarlas, el Código penal ha elegido una fórmula


biológica, reprobable y anticuada, debiendo haber preferido una fórmula al menos mixta que
permita apreciar el efecto que las enfermedades mentales surten en el acto examinado.

4.a.1. La enajenación mental

El artículo 10 N° 1 del Código penal exime de responsabilidad penal a “El loco o


demente a no ser que haya obrado en un intervalo lúcido”.
Aquí hay que aclarar que los términos locura y demencia, al uso en el siglo XIX, han
sido abandonados por la psiquiatría contemporánea, pero esto no es problema gracias a una
interpretación progresiva. Se pueden entender estos términos perfectamente como enajenación
mental, o enfermedad mental. Y respecto de los intervalos lúcidos, no tiene ningún sentido ni
aplicación hoy, porque la psiquiatría ha demostrado que éstos no son más que etapas en que
no se manifiestan los signos de la enfermedad, pero el sujeto sigue enfermo.
Se entiende por enfermedad mental un proceso morboso y permanente de las
funciones psíquicas, proceso que transforma las leyes y fenómenos mentales en términos de
impedir o alterar gravemente la adaptación del sujeto al ambiente social.

Clasificación
La clasificación que presentamos es bastante tradicional; la psiquiatría actualmente tiene
una diferente, mas sigue siendo útil para los propósitos del Derecho.

1º Psicosis:
Son las alteraciones más hondas en las funciones psíquicas, provocando trastornos profundos
en la orientación, en el juicio, en la concepción del mundo por parte del sujeto. Aquí hay que
distinguir, aunque esta distinción hoy es muy discutida:
a) Psicosis endógenas: congénitas o ingénitas. Aquí tenemos, la esquizofrenia o demencia
precoz, la psicosis maníaco depresiva y las paranoias.
b) Psicosis exógenas: producidas por factores externos. Pueden ser, agudas o crónicas.
Las crónicas tienen un carácter orgánico, es decir, son producidas por desequilibrios
químicos internos. Las agudas se producen, en cambio, por factores externos: aquí
encontramos las tóxicas, las psicosis de situación o de carácter infeccioso. Las crónicas
son: la parálisis general, de origen sifilítico, la demencia senil, la demencia
artereosclerótica y la epilepsia, pero ésta sólo mirada en el período del “gran mal”, es
decir, en el ataque epiléptico.
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2º Oligorenias
Son retardos en la inteligencia.
a) La idiocia o idiotez: la forma más grave, el sujeto tiene una evolución intelectual que le
incapacita para aprender incluso el lenguaje, teniendo una edad mental que no supera
los dos años.
b) La imbecilidad: la edad mental del sujeto se empina entre los cinco y siete años, pero
no está en condiciones de poder escribir.
c) La debilidad mental o pobreza de espíritu: el grado más tenue, el sujeto se aproxima
intelectualmente al umbral mínimo, su edad mental no supera los trece o catorce años.

3ª Personalidades psicopáticas
Son conocidas desde el siglo XIX, pero fueron descritas y sistematizadas por primera vez en el
siglo XX. Aquí la anormalidad no está en las funciones psíquicas normales, sino en la
personalidad y tienen toda su raíz en un trastorno afectivo. Esta personalidad normal convierte
a los individuos en causa de sufrimiento para sí mismo y para los demás.

4ª Neurosis
Son trastornos menores, reacciones psíquicas anormales ante una situación externa muy
penosa, o ante un conflicto íntimo que el sujeto no está en situación de resolver y que le hacen
sufrir intensamente, pero sin que por ello se altere en forma importante su juicio sobre la
realidad ni su concepción del mundo.

Enfermedades mentales y causas de inimputabilidad

En cuanto a su calificación jurídica, se considera que son, desde luego plenamente


inimputables, los que padecen de una psicosis, de cualquier tipo; luego, las oligofrenias, pero
sólo la idiocia y la imbecilidad; la del debilidad mental daría lugar a una situación de
imputabilidad disminuida. Con mucha mayor reserva se mira las personalidades psicopáticas,
algunas aunque algunas por su gravedad podrían considerarse como inimputables, pero en su
mayoría se piensa que son sujetos imputables.

Con mayor reserva se mira a los neuróticos, por que, salvo que la neurosis haya llegado a un
estado de profundidad tal de rayar con una psicosis maníaco depresiva, el neurótico aún puede
representarse el deber jurídico y obrar de acuerdo a dicha representación.

En la fórmula biológica chilena hay que subrayar lo siguiente: Como bien dice Novoa Monreal,
lo determinante no es el nombre que la psiquiatría da a la enfermedad, lo definitivo es si el
sujeto, por ese padecimiento, no esté en condiciones de representarse el deber jurídico o de
actuar conforme a él.

4.a.2. El trastorno mental transitorio: concepto y especies; consideración


especial del sonambulismo, el hipnotismo y la embriaguez.

Concepto
Artículo 10 N° 1 Código penal “o el que por cualquier causa independiente de su voluntad, se
halle privado de razón”
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El término “trastorno mental transitorio” fue introducido por primera vez cuando se
estaba discutiendo el Código Penal Republicano español de 1932, en cuya elaboración
participo el doctor José Sanchos Banús. Él llamaba “trastorno mental transitorio” a una
perturbación episódica o transitoria del psiquismo, de origen no morboso (lo que lo diferencia
de la enajenación) producida por causas exógenas inmediatas.
Lo característico de este trastorno es que no es duradero y su origen normalmente no
es una enfermedad, sino que es un hecho exógeno.
Ese origen puede ser muy variado: una enfermedad somática, la intoxicación alcohólica
y también puede ser alguna enfermedad psíquica, por ejemplo un neurótico o una persona que
padece de complejo de inferioridad. Piénsese en una persona con un Complejo de Edipo no
sublimado en que el padre sea un constante maltratador, y el hijo cae en un estado de trastorno
mental transitorio, no vea ya nada y mate al padre.

El Código, con una terminología muy anticuada, habla de estar privado totalmente de
la razón y que esto ocurra por causas totalmente independientes a la voluntad del sujeto. Eso
de estar privado totalmente de razón admite una interpretación progresiva, de manera de poder
abrigar bajo esta fórmula no sólo la pérdida de la razón, de las funciones intelectivas del sujeto,
sino también todo trastorno profundo y episódico, que afecte otras dimensiones de la psiquis,
como la dimensión afectiva o la volitiva.
El problema estriba en la frase “por causas independientes de su voluntad”, de donde
se colige que si el trastorno se debe a causas dependientes de la voluntad del sujeto, este
respondería.

Consideración especial de la embriaguez.

Trataremos especialmente el tema de la embriaguez, lo que es aplicable, mutatis mutandis a los


estados provocados por la ingesta de otras drogas tóxicas.

Clasificación.
La embriaguez se distingue según su causa y según los efectos:

1° Según su causa: La ingesta alcohólica puede ser forzada, fortuita, culpable, intencional y
preordenada.
Embriaguez forzada: El sujeto es obligado a beber por fuerza física o por amenaza.
Fortuita: Cuando el sujeto ingiere alcohol, no sabiendo que ingiere alcohol, o desconociendo
su efecto tóxico, o engañado sobre el efecto tóxico del alcohol.
Culpable: Ingesta voluntaria de alcohol, pero sin buscar la embriaguez.
Intencional: El beber alcohol buscando embriagarse, o por lo menos aceptando la posibilidad
de quedar ebrio.
Pre-ordenada: El sujeto se embriaga para darse fuerzas, para darse ánimo para perpetrar un
delito, para procurarse una excusa.

2° Por su efecto:
Simple excitación: estimulación psicológica, debilitamiento de las inhibiciones sociales y
morales que de ordinario pesan sobre los individuos.
Embriaguez semi plena: se produce una obnubilación de la conciencia, una relajación mayor
en los miembros y una reducción más intensa en las inhibiciones y frenos morales y sociales.
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Embriaguez plena: pérdida total de la lucidez de juicio, desatando una serie de pulsiones de
carácter ancestral en el sujeto.
Estado comatoso: el sujeto se duerme y pierde la capacidad de obrar.

En Chile ha existido una antigua tradición incomprensiva y severa respecto del ebrio.
Porque la fórmula de la inimputabilidad permite liberar de responsabilidad criminal únicamente
en los casos de embriaguez total oplena, y que sea fortuita o forzada.
Sin embargo, en cuanto no haya una reforma legal a la fórmula de la inimputabilidad,
los casos de embriaguez voluntaria van a seguir siendo castigados.
Hay Códigos, que acuden a una solución distinta, pero no por ello mejor. Tiene un
delito en la parte especial, que es el de la embriaguez plena, el embriagarse y en estado de
embriaguez cometer un delito. Esto es sólo trasladar a la parte especial el mismo problema de
la parte general 3 .

4.a.3. La llamada "inimputabilidad disminuida.

Concepto y críticas.-

Fue en el pasado muy criticada, porque cuando se ve la imputabilidad o inimputabilidad


en términos puramente psiquiátricos o biológicos, no tiene sentido de hablar de imputabilidad
disminuida, ya que el sujeto o es imputable, o no lo es en absoluto. Pero cuando se contempla,
como se hace en la actualidad la imputabilidad en términos normativos, es decir, que no basta
con la presencia de una alteración psíquica del sujeto, sino que la alteración debe haberle
impedido representarse el deber jurídico u obrar de acuerdo con dicha representación, resulta
que sí se puede hablar de imputabilidad disminuida. No en cuanto a la enfermedad, sino en
cuanto a la mayor o menor capacidad del sujeto de obrar conforme a derecho, lo que sí que
graduable.

Así, las situaciones de imputabilidad disminuida, son las de desequilibrios o


anormalidades que alteran la psiquis del sujeto, pero no llegando al grado de una enajenación,
porque subsisten, aunque debilitados, los poderes volitivos y afectivos en el sujeto.

Soluciones de lege ferenda.


¿Qué solución dar a estas hipótesis? La solución clásica es la de una responsabilidad penal
atenuada, y esa es la solución que da nuestro Código, de acuerdo al ART 11 N°1.

Artículo 11 CP. Son circunstancias atenuantes:

3 Es el caso del Código penal alemán (StGb) el cual dispone en su artículo 323 a que dispone lo siguiente:
“(1) Quien se embriague con dolosamente o culposamente por medio de bebidas alcohólicas u otros medios
embriagantes será castigado con pena privativa de la libertad hasta cinco años o con multa, si él 115
en éste estado comete un hecho antijurídico y por causa de ello no puede ser castigado porque él como
consecuencia de la embriaguez era incapaz de culpabilidad o porque esto no se excluya.
(2) El castigo no puede ser mayor que el que amenace para el hecho cometido en estado de embriaguez.
(3) El hecho sólo será perseguido con base en una solicitud, con autorización o por querella, cuando el hecho de
la embriaguez solo pueda ser perseguido por solicitud, con autorización o con querella”. Código penal alemán,
traducción de Claudia López Díaz, Universidad del Externado, Colombia.
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1.ª Las expresadas en el artículo anterior, cuando no concurren todos los requisitos necesarios para eximir de
responsabilidad en sus respectivos casos.

Otra solución fue la del positivismo, que opinaba que la responsabilidad debía tornarse
más grave, porque entendían que estos sujetos eran aún más peligrosos, y en el tratamiento
punitivo lo que se propugnaba era la aplicación de una medida de seguridad.
Otra, la del Código Penal Alemán, es eximir francamente de pena, cuando esta semi
alineación pueda compararse cuantitativamente con una situación de inimputabilidad.

4.a.4 La inimputabilidad por inmadurez

Introducción:

Hasta la reforma de la ley 20.084 de 7 de diciembre de 2005, la fórmula de inimputabilidad por


inmadurez psíquica señalaba que estaban exentos de responsabilidad criminal “el mayor de 16
años, y menor de 18, a no ser que conste que ha obrado con discernimiento”.

La historia de esta disposición es larga. En la redacción original del Código, el umbral de la


inmadurez, era muy bajo, heredado de las partidas. 10 años. Establecía una atenuación de la
penalidad para el menor de 16 y mayor de 10 que hubiese delinquido. Esto respondía al criterio
clásico de tratamiento del menor de edad, porque efectivamente los grandes reformadores del
Derecho penal en el siglo XVIII, no se ocuparon en absoluto del problema de la delincuencia
en los menores, y por lo tanto no cuestionaron tampoco ese umbral tan bajo. Pero siguiendo
las ideas clásicas, se veía que había que atenuar la pena del menor de 16, porque había en él una
imputabilidad disminuida.

Este criterio, muy incomprensivo con los menores, fue objeto de severas críticas en Europa y
USA, especialmente por el correccionalismo, y la joven escuela alemana. Y así, surgió un
modelo distinto, el llamado modelo de protección, que se distinguía porque entendía que había
que sacar al menor de la casa del Derecho penal y someterlo en caso de que realizare actos
delictuosos, someterlo a medidas de protección, que en el fondo eran medidas de seguridad, y
así van a surgir las primeras casas de menores, y los primeros tribunales de menores, y para ese
modelo había que eliminar el anticuado modelo del discernimiento, que es algo que se predica
de un individuo imputable, no de un menor de edad.

La primera ley de menores chilena, que data de 1928, N°4.447, adoptó este modelo, pero con
una peculiaridad: mantuvo el anticuado sistema del discernimiento. Y eso ha determinado que
en la jurisprudencia, el término discernimiento se haya prestado para las más profundas
contradicciones y severas arbitrariedades. Prevaleció, en general, la tesis que entiende lo de
discernimiento en término de peligrosidad: el sujeto habría obrado sin discernimiento si no es
peligroso y si tiene posibilidades de recuperación social, lo que en realidad, no tiene nada que
ver con el discernimiento.

La ley de menores fue progresivamente elevando la edad, hasta el sistema previo a la ley de
2005: 16 años, y luego, entre los 16 a 18, si el joven ha obrado con discernimiento.
13

Le correspondía hacer la declaración de discernimiento al Juez de garantía, a petición


del Ministerio público, cuando se trata de faltas o simples delitos, no sancionados con penas
privativas o restrictivas de la libertad, o bien cuando éstas no excedan el presidio o reclusión
menor en su grado mínimo. En los demás casos corresponde la declaración al Tribunal de
Menores.

El menor declarado con discernimiento en todo caso tenía una atenuación obligatoria
de la pena.

Este sistema fue profundamete modificado por la ley 20.084. En efecto, el sistema de
esta norma es el de “la responsabilidad”, es decir, hacer responsables a los menores
penalmente, pero en un sistema diferenciado del de los adultos y que, derechamente, tiene
como fin de la sanción la prevención especial (artículo 2 y artículo 20). El proyecto, que sufrió
progresivas modificaciones, tiende a considerar al menor como sujeto de derecho y no como
objeto, algo predicable en los sistemas de protección. En efecto, la ley en comento trató de
adaptarse a lo señalado en la Convención de Beijing de derechos del niño en torno a, si bien
hacerlo responsable, cuidar que se garantice un juicio con todas las garantías que las que tuviera
un adulto, debiendo ser llamado a responder por sus actos con sanciones que no sean simples
medidas de seguridad, sino que apunten a que él se responsabilice por sus actos y que tengan
un sentido preventivo especial, educativo.

Así las cosas, la ley rebajó el umbral de responsabilidad penal: el actual artículo 10 n° 2
prescribe que están exentos de responsabilidad criminal el menor de dieciocho años. La
responsabilidad de los menores de dieciocho y mayores de catorce se regulará por lo dispuesto
en la ley de responsabilidad penal juvenil”

La disposición es algo contradictoria. Por un lado dispone que los menores de 18 años
están exentos de responsabilidad criminal, pero el artículo 1° de ley señala que “la presente ley
regula la responsabilidad penal de los adolescentes por los delitos que cometan, el procedimiento
para la averiguación y establecimiento de dicha responsabilidad, la determinación de las sanciones
procedentes y la forma de ejecución de éstas”. En segundo lugar, si bien la ley omite referirse a
las zancones contenidas en ellas como “penas”, lo cierto es que muchas de ellas tienen
naturaleza punitiva, como el encierro en establecimiento cerrado.

Hay que hacer presente que la ley en cuestión no constituye “Derecho penal especial”,
en el sentido de contener reglas específicas para la teoría del delito distintas de las propugnadas
por el Código del ramo. El mismo artículo 1°, en su inciso segundo señala una regla de
subsidiariedad expresa. La única excepción importante a las reglas del Código está en su
sistema penal, en el sentido de que se aplican sólo las sanciones de la ley.

El artículo 3°, en tanto, define como adolescentes a aquellos individuos mayores de


catorce años y menores de dieciocho. Sin embargo, en el inciso segundo de la disposición, hay
un total despropósito: si el delito se cometió entre los catorce y dieciocho años, pero su
consumación se prolongare más allá de los dieciocho, la legislación aplicable será ¡la de los
adultos!
14

Una muy importante regla se prescribe en el artículo 4°, relativa a los delitos sexuales.
Esta norma, muy adecuada, evita la criminalización del “amor adolescente”, siempre y cuando
el concúbito o las acciones sexuales se realicen dentro de los límites de la disposición.

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