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OCTUBRE 2010
Dentro o fuera. Porque desde la periferia es mucho más fácil. Sólo basta ver las
noticias y seleccionar el drama en turno, atestiguar el documental plañidero,
llamar a un número para desprenderte de 20 pesos, comprar una postal
alimentaria en el supermercado o donar una cifra mínima en el cajero
automático. En este compromiso desde el contorno, el problema es ese extraño
hábito de la rendición de cuentas, esa alienada costumbre de que espero a que
me acusen para clamar que se trata de un complot, de una malicia, de las
desavenencias con un malagradecido. Luego, la habitual lista de organismos
que desvían fondos y a los que no se les solicita, puntualmente y de antemano,
un proyecto de transparencia en el manejo de la causa, cualquiera que sea.
Pero es que debe ser algo fácil, porque todos empatizan con tu causa, porque
quién se niega a ayudar a los niños pobres, a los inundados, a los despojados, a
los perros en infortunio. Porque quién eres tú para negarte, porque si lo haces
eres una mala persona, que no se compromete, que no es solidaria, que es
soberanamente egoísta. Recuerdo un par de correos en mi lugar de trabajo
donde se me recriminaba mi poca participación en llevar latas de alimentos a
un centro de acopio emergente e improvisado. El tono de voz, la maximización,
la falacia de pendiente, me parecieron ofensivos precisamente por su exceso de
melodrama, su escritura no planeada y por su ingenua categorización acerca de
mi vida. Se me cuestionaba que, en una universidad de ciudadanía, mi condición
de catedrático comprometido estaba en entredicho por la ausencia de una lata
de sardinas. La ofensa viene por la miopía, el centro de que mi compromiso
debía ser obligadamente para SU causa: la buena, la meramente, la única. De
esta forma, si falla la causa, siempre le puedes echar la culpa a la apatía ajena:
tú ya cumpliste con la iniciativa, con el punto A de la inercia. Porque en algún
lugar leíste que con la buena voluntad basta, que con eso puedes lavarte las
manos de descuidos, vandalismos y consignas en verso sin reporte de
resultados.
La última vez que mis alumnos salvaron el futuro con Invisible Children se
veían sumamente animados en las fotos: comprometidos, solidarios,
ciudadanos. Porque no hay nada más estimulante que rescatar niños,
arquetipos de la esperanza, aunque sea sólo de forma simbólica. Me dicen que
la fiesta de cierre de la salvaguarda terminó en una gran borrachera. Pero se
muestran incómodos, incluso enojados, cuando les cuestiono sobre el número
total de niños recuperados, sobre cuánto dinero se acumuló para qué instancia
de ayuda específica, cuántas firmas se enviaron a las instituciones, cuál era el
fin último de su protesta, más allá de las fotos de recuerdo en Facebook. Los
niños de Uganda debieron sentirse aliviados cuando recibieron las imágenes de
cómo los universitarios de México se manifestaron con ahínco para rescatarlos.
Pero qué bonita marcha, cuánta convivencia, cuán logrado el simulacro de
activismo que, por lo demás, tiene la función de que un puñado de estudiantes
vea más allá del juego y se empoderen de sus decisiones humanistas.
¿Puede más el enojo que me mueve atropellado que la gestión pragmática que
sostiene mi causa? Bajo el detonante aparente de las mejores intenciones, a
veces bajo la gratificación social, con frecuencia sobre el autoengaño, se trata
por tanto de rendir cuentas plausibles, establecer objetivos congruentes,
proponer variables que midan logros reales. Es el costo oportuno, que no de
oportunidad, de adquirir compromisos sociales en forma. México Unido contra
la Delincuencia es una asociación que nace del coraje de una madre frustrada,
pero lo que la separa de la marcha desarticulada y efímera es su capacidad para
gestionarse como una marca, un proyecto continuo y estructurado, más allá de
la inesperada participación, lejos de la esporádica respuesta. Representa, como
otras organizaciones mexicanas de la sociedad civil (OSC), el compromiso
racional en una entidad inteligente.
Pero es menos complicado Facebook y ese botón que te une a tantos amigos
como causas. La ventaja de tu empeño desde la periferia. Luego, quién duda de
tu involucramiento cuando ven tu perfil tan participativo.
(1) http://www.alternativasociales.org/esp/index.php
URL: http://www.salaenespera.mx/2010/10/compromiso-y-virtualidad_27.html