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Diplomado en Terapia Gestalt 1

Sesión 3

LOS ESTRATOS DE LA NEUROSIS

El neurótico es aquella persona que continuamente está


interrumpiendo el proceso de formación y de eliminación
de gestalt. No percibe claramente cuáles y cómo son sus
necesidades y sus emociones, y si acaso se van clarificando
y haciendo más nítidas, trata de ignorarlas reprimiéndolas
o negándolas. Esta forma de actuar le hace perder la
oportunidad de completar sus gestalt y, por tanto, de
satisfacer sus necesidades. Esto le crea un estado de
insatisfacción continuo.

Nunca le parece bien lo que hace o realiza; siempre está


descontento, y haga lo que haga termina con la sensación
de insatisfacción consigo mismo y con los demás. De esta
manera, sus intercambios con el ambiente siempre son
pobres y deficientes, no correspondiendo a lo que necesita
o a lo que desea en cada momento.

El neurótico ni toma del ambiente aquello que necesita


para mantener su equilibrio y una sana supervivencia, ni
contribuye a dar al ambiente aquello que el ambiente
reclama de él y que serviría para conformarlo, al contribuir
como uno más del grupo al que pertenece. En este
intercambio, tanto el individuo como el ambiente y la
sociedad se van configurando mutuamente en un continuo
dar y tomar. Ambos se van transformando por influencias
mutuas, y sin esa interrelación, uno u otro deja o
interrumpe este proceso, ambos, ambiente e individuo, se
verán afectados.
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Sesión 3

La persona debe aprender a darse cuenta de cuáles son


sus necesidades y cuáles son las necesidades de la
sociedad o comunidad a la que ertenece, para que los
intercambios se realicen de la mejor manera posible.

Es por el mecanismo homeostático o de autorregulación,


anteriormente mencionado, por el que la persona se da
cuenta de sus necesidades dominantes, y de cuáles tiene
que satisfacer si quiere conservar el equilibrio y la salud,
tanto física como psíquica.

Pero, ¿qué sucede cuando las necesidades dominantes de


la persona entran en conflicto con las de la sociedad? Aquí
es el individuo el que tiene que distinguir si puede diferir la
satisfacción de su necesidad, si lo cree factible por
considerar que es mejor hacerlo de ese modo, o si su
necesidad es tan imperiosa que tiene que satisfacerla
aunque tenga que enfrentarse con la sociedad en que vive
y, en consecuencia, con su rechazo y desaprobación. Esta
elección no siempre es fácil.

El conflicto y el desequilibrio surgen cuando la persona y la


sociedad experimentan necesidades opuestas -cuando se
habla de sociedad nos referimos a todas las demandas que
proceden del mundo exterior, tales como padres, pareja,
hijos o el trabajo- y la persona es incapaz de distinguir cuál
es la necesidad dominante, si la suya o la de la sociedad.
Es aquí cuando la persona tiene que tomar una decisión
precisa si no quiere enfrentarse con la duda continua y,
finalmente, con la insatisfacción por la opción tomada.
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Pero cuando no puede discriminar, ni tomar una decisión


precisa, ni sentirse satisfecho con la que ha tomado,
ambos, individuo y ambiente, se ven afectados.

Este proceso de intercambio con el ambiente puede verse


distorsionado, ya sea porque los intercambios que se
realizan son pobres o porque son malos o insatisfactorios
para uno y otro, afectando al buen funcionamiento. Cuando
esto se produce, aparecen dos clases de signos: unos
subjetivos, que son todos los que el paciente nos transmite
(depresión, tristeza, apatía), y otros objetivos, que son los
que observa el terapeuta, como pueden ser sus
movimientos, sus gestos, sus conductas repetitivas, su
lenguaje, su mirada o su aspecto físico en general.

En toda terapia subyace una idea de salud, y es hacia ese


lugar donde el terapeuta orienta, de uno u otro modo, su
quehacer y a su paciente. De la misma manera, subyace
una idea de enfermedad que, además de utilidades
diagnósticas, implica y determina toda la estructura del
proceso terapéutico. Para abordar el funcionamiento
anormal del organismo desde la Gestalt se hace necesario
considerar dos puntos importantes.

• El primero es que los trastornos no son mentales


sino del organismo. La división mente y cuerpo en
Gestalt no existe, trastorno es, una interferencia con
el proceso de formación y asimilación de la gestalt.
Interferencias que distorsionan y desequilibran la
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tendencia del organismo a la integración y la


autorrealización.

• El otro punto es que estos trastornos del


funcionamiento no son categorías fijas, solamente
representan al paciente en referencia a los procesos
actuales. De esto, se deduce que en Gestalt la
enfermedad la trabajamos en función de la salud.

En cuanto al concepto de salud, la Gestalt la refiere de la


forma siguiente: Una conducta sana en los seres humanos
debe ser una conducta integral. Cuando se tiene salud el
individuo está a tono con todas las capacidades y con el
proceso que hace ser lo que es. La persona se identifica
con todas estas funciones vitales, al funcionar
holísticamente, todo nuestro ser es una parte de nuestra
actividad en movimiento.

Tres aspectos fundamentales en el proceso salud -


enfermedad en la teoría gestalt: un ritmo de contacto y
retirada fluido, la capacidad de autorregulación
organísmica, y el tránsito del apoyo ambiental al auto-
apoyo.
Perls nos habla de cinco capas o estratos, que hay que
atravesar para eliminar las barreras de evitación y
desmontar la neurosis
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• La primera capa es la de las máscaras, los clichés;


son señales sin significado, propias de un encuentro
casual. Es el ser superficial que banaliza las
relaciones humanas.

• La segunda es la capa donde jugamos y


representamos roles, la capa de roles y juegos
psicológicos, el niño bueno, el importante, el matón,
la niña encantadora, cualquier rol que queramos
representar. Son los estrato superficiales, sociales,
los estratos del “como sí”. Es lo que nos hacemos
que somos. Esta capa sintética es donde hacemos un
show de lo que no somos para manipular el entorno.
En el trabajo terapéutico es el encuadre inicial,
hablar en primera persona y responsabilizarse.

• Si trabajamos y atravesamos este estrato de jugar


roles, vivenciamos la antiexistencia, la nada, la
vaciedad, es el tercer estrato, el del impasse,
la sensación de estar atascado y perdido. Este
impasse está marcado por una actitud fóbica: la
evitación. Evitamos el sufrimiento de la frustración. Al
no atravesar esta capa permanecemos inmaduros y
con la necesidad de manipular el mundo. La nada no
existe para nosotros, está basada en el darse cuenta
de la nada, con lo que hay que darse cuenta de algo,
luego algo hay ahí. Encontramos que al aceptar y
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atravesar esta nada, este vacío, el desierto empieza


a florecer. Nada equivale a real, verdadero.

La nada es nada mientras estamos bajo la


compulsión de hacer de ella un algo. Una vez que
aceptamos la nada, todo se nos da por añadidura.
La nada entonces, se convierte en una pantalla sobre
la que podemos ver todas las cosas, “un fondo”
ante el cual surgen libremente todas las figuras.

Una vez que no tenemos que ser creativos,


cualquier cosa que hagamos es nuestra
creación, una vez que no tenemos que estar
iluminados, nuestra toma de conciencia del momento
es iluminación, una vez que dejamos de estar
preocupados de esto o aquello y sentimos una nada
con respecto a tales estándares, nos percatamos de
que somos lo que somos. En el trabajo terapéutico
hay que sostener el malestar.

• Detrás está el estrato de la muerte o fase implosiva,


es la muerte o el temor a la muerte, es el contacto
con lo muerto de dentro de nosotros, aparece como
muerte por la parálisis catatónica: nos encogemos,
nos contraemos y comprimimos, en una palabra:
implotamos. Una vez que logramos un contacto
verdadero con lo muerto de este estrato implosivo
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• Se convierte en una explosión, la capa de la muerte


retorna a la vida y esta explosión es el nexo con lo
auténtico de la persona, que es capaz de vivenciar y
expresar sus emociones auténticas. Es la
resurrección después de la muerte. Hay cuatro tipos
fundamentales de explosiones desdel estrato
implosivo:

1. La explosión de la pena genuina, se trata del


trabajo sobre una pérdida importante o una
muerte que no ha sido asimilada.

2. La explosión hacia el orgasmo, en el bloqueo


sexual

3. La explosión hacia la ira

4. La explosión hacia la alegría

La mayor parte de nuestro representar roles está diseñado


para controlar justamente estas explosiones, la capa de la
muerte. El temor a la muerte es que si explotamos creemos
que ya no podremos sobrevivir (no nos querrán mas, nos
castigarán, nos ignorarán, no nos valorarán), la persona
completa es aquella que es capaz de explotar en las cuatro
emociones.

Todas las perturbaciones neuróticas surgen de la


incapacidad del individuo para encontrar y mantener
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el balance adecuado entre él mismo y el resto del


mundo.

Tienen en común el hecho de que en la neurosis, el límite


social y ambiental se siente extendiéndose demasiado
sobre el individuo. El neurótico es la persona sobre quien la
sociedad actúa con demasiada fuerza. Su neurosis es una
maniobra defensiva para protegerse a sí mismo de la
amenaza de ser aplastado por un mundo avasallador. La
neurosis es su técnica más afectiva para mantener su
balance y su sentido de auto-regulación en una situación
en la que siente que la suerte no le favorece.

El problema del neurótico no es que no pueda manipular,


sino que sus manipulaciones son dirigidas hacia la
preservación y el cultivo de su impedimento, en lugar de
estar dirigidas a deshacerse de él. Si logra aprender cómo
dedicar tanta inteligencia y energía al apoyarse en sí
mismo como lo pone en hacer que su ambiente le apoye,
entonces tendrá que tener éxito. Su capacidad para
manipular es su mayor logro, su punto fuerte, y su
incapacidad para enfrentar su crisis existencial es su punto
flaco.

Otra reformulación de nuestra tesis básica acerca de la


génesis de la neurosis: la neurosis surge si coexisten
simultáneamente imperativos de índole social y personal
que no pueden ser enfrentados mediante la misma acción.
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Si tanto la exigencia como la cosa exigida son aceptables,


la gestalt se halla cerrada. Pero si hay una resistencia y el
imperativo se ejecuta de todas maneras, tendremos
resentimiento y neurosis, si por otro lado, el imperativo ha
asumido la categoría de ley natural, como en el caso de
“honrarás a tu padre y a tu madre”, y a pesar de todo es
rechazado, tendremos criminalidad o tendremos el
neurótico sentimiento de culpa.

Un proceso neurótico que trabajamos en gestalt es la


polaridad perro de arriba-perro de abajo, la parte
controladora y la parte controlada, cada una le da un
sentido a la otra, obviamente el de arriba el superyó de
Freud, y el de abajo es el reprimido, es el mandón y
mandado de Naranjo, o amo y esclavo, opresor y oprimido,
uno es autoritario, perfecto, virtuoso y ejemplar, es la
norma interiorizada, y el contexto en el que se mueve,
social, es el “tú deberías”, el otro se muestra defensivo y
adulador, se justifica y no sume sus compromisos,
posponiéndolos, está relacionado mas con lo emocional, lo
organísmico.

Ambos se necesitan y uno intenta controlar al otro, y así lo


que hacen es no encarar la realidad, se dejan controlar por
la situación. Es una fractura de la autorregulación con el
entorno. El perro de arriba es una manera de protegernos,
como un padre que hemos creado dentro de nosotros, que
quiere que mejoremos inmediatamente con independencia
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de la situación de la persona, el de abajo responde con


autocomplacencia o sabotaje. Los dos representan dos
roles inútiles ante un yo ineficaz y tolerante.

La autorregulación organísmica es el antídoto de la


neurosis, la restauración de la sabiduría interna y la buena
orientación externa, siempre Perls nos remite a la
autorregulación como solución de la neurosis, ya que
entraña una fe en lo organísmico frente a lo social o
intrínseco.

El comportamiento humano estaría regulado por el proceso


llamado homeostasis. La homeostasis es el proceso por
medio del cual el organismo satisface sus necesidades y
por el cual mantiene un equilibrio. En el actuar del
organismo a cada momento existe algún suceso que puede
perturbar su equilibrio y, de manera simultánea y regulada
por el proceso homeostático, una tendencia contraria
surgiría para recuperar ese equilibrio. El metabolismo
fisiológico es el ejemplo más claro de la tendencia innata
de cada organismo a lograr un equilibrio. Si, por ejemplo,
en el curso de sus actividades el organismo consume gran
parte del agua ingerida aparece la sed. De manera
inmediata este organismo buscaría la forma de restablecer
el nivel óptimo de agua en el sistema. En los organismos
vivos cuando hay deficiencias o excesos el sistema
orgánico los remedia.
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Las deficiencias del organismo humano no son


exclusivamente de naturaleza biológica. La cultura o
civilización ha creado en el hombre un cierto número de
necesidades adicionales. Cuando este proceso falla
parcialmente, y el organismo mantiene en el tiempo un
estado de desequilibrio, se produce la enfermedad. Cuando
el proceso homeostático falla completamente, lo que
resulta es la muerte del organismo. A pesar que el principio
de autorregulación no asegura la satisfacción de las
necesidades del organismo, garantiza que los organismos
harán todo lo posible para regularse de acuerdo a sus
necesidades y los recursos del ambiente (tendencia a la
actualización).
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TERAPIA DE GRUPO vs. TERAPIA INDIVIDUAL

Frederick S. Perls

Marshall Mc Luhan escribió un libro en el que expone la


noción: el “medio” es el mensaje.

¿Cuál es el mensaje que recibimos del “medio” de la


terapia de grupo? La terapia de grupo nos dice: “Yo soy
más económica que la terapia individual”. La terapia
individual contesta: “Si, más tu eres menos eficiente”. Y la
terapia de grupo responde: “Y ¿quién dice que tú eres
eficiente?”.

Notarán que en mi escenario privado estas dos terapias


inmediatamente comienzan a reñir, a meterse en un
conflicto.

Durante un tiempo traté de solucionar este conflicto en la


terapia guestáltica pidiéndole a mis pacientes que tuvieran
ambas: terapia de grupo e individual. Sin embargo,
posteriormente he eliminado por completo las sesiones
individuales, excepto en los casos de emergencia. En
realidad, he llegado a considerar que toda terapia
individual está obsoleta y debería ser remplazada por
talleres de terapia guestáltica. Ahora, en mis talleres
INTEGRO trabajo individual y de grupo. Sin embargo, esta
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integración resulta efectiva sólo si se produce un real


encuentro entre el terapeuta y el paciente individual dentro
del grupo.

Para todo un grupo es obvio que la persona angustiada no


ve lo obvio. Frente a esta convicción colectiva, el paciente
no puede usar su habitual conducta fóbica, consistente en
renegar al terapeuta cuando no logra manipularlo. La
confianza en el grupo parece ser mayor que la confianza en
el terapeuta.

Lo actual es sagrado porque es una vida. Mientras la


entrevistaba en un grupo, una enfermera comenzó a llorar
por su soledad. El grupo enmudeció. Ninguna cháchara
ociosa. Ninguna teoría inteligente acerca de lo que
“realmente” pasaba. Ningún cuestionamiento sobre la
realidad que ocurría. Su realidad fluía por sus mejillas y por
las mías. Es santo, luminoso, imponente. Es una vida que
yace desnuda. Esta enfermera dio más realidad a cualquier
soledad que hubiera en cada uno de nosotros. En presencia
de lo real, no tengo consejos. Uno no le dice al león como
ser león.

Para entender la efectividad de la terapia guestáltica en


estos encuentros prolongados, necesitamos primero
considerar otro conflicto: la dicotomía existente en la
psicología actual entre el enfoque experiencial y el enfoque
conductista. Entonces podemos entender como la terapia
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guestáltica integra amabas ramas de la psicología. Por lo


general, el conductista es considerado principalmente
como un condicionador. Si el estuviera dispuesto a
disociarse de la actividad de condicionar –de su compulsión
a cambiar la conducta de los demás a través de los medios
externos del ejercicio y la repetición- podría a llegar a ser
un observador, un descriptor de procesos en transcurso.
Podría entonces aprender que el aprendizaje es
descubrimiento, que es cuestión de nuevas experiencias.
Por otro lado, tiene una ventaja sobre la mayoría de los
psicólogos clínicos: trabaja en el aquí y ahora: se centra en
la realidad aunque de una manera más bien mecánica; y
está más orientado hacia la observación del clínico, que
principalmente se guía por abstracciones y computaciones.
Pero el clínico tiene lo que el conductista omite, un
compromiso total con el fenómeno del darse cuenta. Y si lo
denomina consciencia, sensibilidad o darse cuenta, es un
asunto que no importa en lo absoluto. Freud asumió que la
mera transposición de recuerdos inconscientes a
conscientes, sería suficiente para lograr una cura. La
psiquiatría existencial tiene un punto de vista existencial;
tiene un punto de vista similar, aunque más amplio:
asimilar y poner a disposición de paciente todas aquellas
partes de la personalidad que han sido alienadas.

Lo que obstaculiza al terapeuta existencial es esto: si bien


su foco es la experiencia, se aleja fácilmente del aquí y
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ahora del conductista. O comienza a preocuparse, como


Freud, del pasado y de la casualidad, o bien comienza a
preocuparse, como Adler, de las intenciones. La conducta
real de ambos, terapeuta y paciente, es explicada y
minimizada, denominándolas “transferencia” y “contra
transferencia”.

El interés de la conducta observable se desarrolló


tempranamente en psicoterapia. El hipnotizador no sólo
quería aliviar al paciente de sus síntomas, sino también
cambiar hábitos indeseables por hábitos deseables. La
escuela freudiana trazó un paralelo entre patrones de
conducta y las tres zonas erógenas conocidas: oral, anal y
genital. El Interés de Reich en la formación de carácter,
estuvo centrado principalmente en al conducta motora de
la persona. Trató de tomar un atajo y, como muchos
terapeutas, descuidó observar los detalles de la voz y de la
conducta verbal.

La escuela guestáltica ha investigado muchos aspectos de


nuestra conducta sensorial. Ya que nuestro contacto con el
mundo está basado en el darse cuenta sensorial,
especialmente ver, oír y tocar, estos medios de contactar
con el objeto – externo juegan una parte tan importante en
la terapia guestáltica como lo hace el sistema
propioceptivo interno en el auto-darse cuenta. Ya que toda
sensación toma lugar en el aquí y ahora; la terapia
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guestáltica está orientada al tiempo presente del mismo


modo que la conductista.

Llamamos carácter a aquellas conductas manifiestas –


motoras y verbales- que son fácilmente observables y
verificables. Llamamos mente al lugar donde se origina
estas conductas. Incluso nuestra conducta verbal secreta,
tiene un nombre: denominada pensamiento o intelecto.
Pero esto último es, en realidad, la fantasía o, como lo vio
muy bien Freud, el escenario imaginario en el que
ensayamos los roles que deseamos interpretar en la vida
real. El intelecto –la totalidad de la inteligencia- puede ser
comparado a una computadora, sin embargo, es un pálido
sustituto de la vívida inmediatez del sentir y el vivenciar. El
psicoanalista y el así llamado terapeuta racional al jugar
juegos de interpretación y explicación, sólo refuerza este
dominio ilusorio del intelecto e interfiere con las respuestas
emocionales que se hayan en el centro de nuestra
personalidad. En el desierto emocional de los pacientes
neuróticos; rara vez encontramos otros sentimientos que
no sean aburrimiento, auto compasión y depresión.

En resumen, el psicoterapeuta clínico carece de un


completo compromiso con la realidad, con el aquí y ahora,
así como el conductista niega la importancia de la
capacidad de darse cuenta. En la terapia guestáltica están
integradas las dos caras de la moneda, haciendo una
especie de psiquiatría microscópica, investigando el darse
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cuenta y la evitación del darse cuenta en cada uno de los


detalles de la conducta del paciente y del así llamado
terapeuta. Esta es la verdadera integración de las dos
psicologías – no sólo eclecticismo, no sólo una componenda
– sin embargo, es más difícil lograr esta síntesis al
combinar la terapia de grupo y la individual.

Un neurótico puede ser definido como un individuo incapaz


de asumir la completa identidad y responsabilidad de la
conducta madura. Hará cualquier cosa por mantenerse en
el estado de inmadurez, incluso actuar el rol de un adulto –
esto es, su concepto infantil de cómo es un adulto- . El
neurótico no puede concebirse a si mismo como una
persona autosuficiente, capaz de movilizar su propio
potencial al enfrentarse al mundo. El neurótico, busca
apoyo ambiental a través de la dirección, ayuda,
explicaciones y respuestas. No moviliza sus propios
recursos, sino sus medios de manipulación del ambiente –
desamparo, victimización, adulación, estupidez y otros
controles más o menos sutiles- para obtener apoyo.

El organismo evita dolores reales, el neurótico evita dolores


imaginarios. La persona quien tiende a la salud, se permite
vivir. La madurez la alcanza el individuo, mediante la
disminución del apoyo ambiental, el aumento de su
tolerancia a la frustración y el desmoronamiento de su falso
afán por representar roles adultos.
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El psicoanalista puede hacerle el juego al neurótico que


recurre a tal conducta al desatender la esencia de las
relaciones humanas y transformar cualquier relación en
infantil, con rótulos tales como figura paterna, incesto,
súper yo dominante. No permite que el paciente se haga
responsable, sino que es el inconsciente, el complejo de
Edipo, lo-que-quieras; quien recibe la purga de la causa y
de la responsabilidad.

La conducta básica de uno de mis estudiantes era


lamentarse. Su padre era un lamentador profesional: un
cantante. El estudiante se daba cuenta de que en muchos
aspectos, él mismo, era como su padre y combatía esta
actitud; más esta comprensión no le prestaba utilidad, pues
nunca aclaraba cual era la esencia de su lamento. Mientras
más se lamentaba, mayor era su frustración al no
producirse un resultado. No lograba percatarse que él y su
padre estaban errando el punto. No podría haber respuesta
porque nadie, ni Dios, ni un mago, estaban ahí para
ayudarles. Imitar al padre no es el problema. Si lo es la
conducta irracional de ambos, padre e hijo.

El Freudianismo también yerra el punto al centrarse en las


causas e interpretaciones; la Psicología en general; lo hace
al mezclar mente y fantasía. Cada paciente yerra el clavo al
esperar que la maduración surja a través de fuerzas
externas –Al ser psicoanalizado, reacondicionado,
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hipnotizado o maratonizado, o tomando drogas


psicodélicas. La maduración no puede ser lograda para el
paciente, requiere de atravesar el doloroso proceso de
crecer por ser mismo. Un terapeuta sólo puede entregar la
oportunidad –estando disponible como catalizador- y como
una pantalla sobre la cual el paciente pueda proyectar su
neurosis. La teoría básica de la terapia Guestáltica es que
la maduración es un proceso continuo, en el que el apoyo
ambiental se transforma en auto-apoyo. En un desarrollo
sano, el niño moviliza y aprende a usar sus propios
recursos. Un equilibrio apropiado entre apoyo y frustración
lo capacitan para ser independiente, libre para utilizar su
potencial innato.

En contraste, una neurosis se desarrolla en un ambiente


que no facilita adecuadamente este proceso de
maduración. El desarrollo degenera en una formación de
carácter; en un conjunto de patrones de conducta,
destinados a controlar el ambiente mediante la
manipulación. A menudo; imitando a un adulto; el niño
aprende a asegurarse el apoyo ambiental, jugando al
estúpido o al desamparado; amenazando, adulando,
tratando de ser seductor y así sucesivamente. Así,
cualquier terapeuta solícito o demasiado apoyador o algún
miembro del grupo que resulte succionado o fascinado por
las manipulaciones del paciente, sólo arruinarán más a esa
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persona, al privarlo de la oportunidad de descubrir su


propia fuerza, potencial y recursos. Aquí, la verdadera labor
del terapeuta consiste en frustrar al paciente, hábilmente.

Al centro de cada neurosis yace, lo que los rusos llaman, el


punto enfermo. Percatándose de que no pueden hacer algo
para curarlo, se satisface con reorganizarlo y subir más sus
energías alrededor de este punto enfermo. En terapia
guestáltica; este punto enfermo, lo llamamos, el IMPASSE;
y hasta este momento no he visto otro método de la
terapia guestáltica para superarlo. Aún más, dudo que sea
posible superar el impasse en terapia individual; en
cambio, sé que en la integración de terapia de grupo e
individual es posible hacerlo. Cuando se acerca el impasse
existencial (esto no significa atascamientos menores); el
paciente entra en un remolino. Entra en pánico, sordo y
mudo – no está dispuesto a abandonar el carrusel de la
repetición compulsiva. Siente realmente la desesperación
que Kierkegaard reconoció como “Enfermedad hacia la
muerte”. El impasse existencial es una situación en que no
hay apoyo ambiental próximo y el paciente es o cree serlo,
incapaz de enfrentarse por sí solo con la vida. De modo que
hará cualquier cosa con tal de de agarrarse al “status quo”
–en vez de crecer y hacer su propios poderes-. Cambiará de
pareja más no de expectativas; cambiará de terapeuta más
no de su neurosis, cambiará el contenido de sus conflictos
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Sesión 3

internos, más no abandonará sus juegos de auto-tortura;


aumentará la sutileza de sus manipulaciones y su manía de
control para asegurarse el apoyo ambiental, sin el cual no
se imagina capaz de sobrevivir.

Ahora bien, en la situación de grupo, ocurre algo que no


resulta posible en la entrevista privada. Para todo el grupo
es obvio que la persona angustiada, no ve lo obvio, no ve la
forma de salir del impasse; no ve por ejemplo, que la
mayor parte de su sufrimiento es pura imaginación. Frente
a esta convicción colectiva del grupo, el paciente no puede
utilizar su habitual conducta fóbica, consistente en renegar
al terapeuta cuando no logra manipularlo. De alguna
manera, la confianza en el grupo, parece ser mayor que la
confianza en el terapeuta; a pesar de la así llamada
confianza transferencial.

Detrás del impasse se oculta el monstruo amenazante que


mantiene clavado al paciente a la cruz de la neurosis. Este
monstruo es la expectativa catastrófica que, así lo imagina
él, recita su problema y lo previene de tomar riesgos
razonables y tolerar los crecientes dolores de la
maduración.

Es aquí donde el pensamiento racional halla su lugar: en la


posibilidad de ver el grado en el cual la expectativa
catastrófica es pura imaginación o exageración de un
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peligro real. En la resguardada emergencia de la situación


terapéutica, el neurótico descubre que el mundo no se cae
en pedazos si él se enoja, si se excita sexualmente, se
alegra o se apena. Tampoco hay que subestimar el apoyo
del grupo para su auto-estima y para la apreciación de sus
logros hacia la autenticidad y hacia una mayor vitalidad.

En mi taller guestáltico, cualquiera que sienta el impulso,


puede trabajar conmigo. Estoy disponible, más no
presionado. Temporalmente desarrollo una charla entre el
paciente y yo mismo; aunque el resto del grupo está
comprometido totalmente, rara vez están como
participantes activos. Principalmente están como una
audiencia que es estimulada por el encuentro para hacerse
un poco de auto-terapia silenciosa.

Hay otras ventajas al trabajar con un grupo. Gran parte del


desarrollo individual puede ser facilitado haciendo
experienciaciones colectivas, hablando jerigonza juntos, o
haciendo experimentos de retirada, o aprendiendo la
importancia de la atmósfera, o mostrando a la persona en
el lugar mismo, el modo como aburre colectivamente,
hipnotiza (Hipnosis en Guestalt, es cualquier ocasión en
que la persona acepta palabras como sustituto de la propia
experiencia). o divierte el ambiente. En la pena o en
situaciones de similar carga emocional; ocurren
frecuentemente reacciones en cadena. El grupo entiende
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pronto la diferencia entre ayudar independientemente de la


buena intención que implique y el verdadero apoyo. Al
mismo tiempo, las observaciones que hace el grupo de los
juegos manipulativas del neurótico, de los roles que actúa
con el objeto de mantenerse en un estado infantil, facilitan
su propio auto-reconocimiento.

En otras palabras, en contraste con el tipo usual de


reuniones de grupo, yo llevo el peso de la sesión ya sea
haciendo terapia individual o conduciendo experimentos
grupales. A menudo intervengo si el grupo comienza a
jugar a las opiniones, consejos o interpretaciones, o si tiene
enfrentamientos puramente verbales sin ninguna sustancia
experiencial. Más me mantengo al margen tan pronto como
comienza a ocurrir algo genuino.

Es una experiencia profundamente conmovedora para el


grupo y para mi; el terapeuta, ver como personas que
hasta entonces han sido meros cadáveres robotizados,
comienzan a volver a la vida, logran mayor sustancialidad,
comienzan la danza del abandono y la autorrealización.

La gente de cartón se transforma en gente de verdad.


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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

El Enfoque Guestáltico & Tesimonios de Terapia


Fritz Perls
Editorial Cuatro Vientos.
Santiago, Chile 1976.

Esto es Guestalt
Compilación de John O. Stevens
Editorial Cuatro Vientos
Santiago, Chile 1978

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