Professional Documents
Culture Documents
BLAS PASCAL
(1623‑1662)
I. VIDA Y OBRAS
Nace en Clermont‑Ferrand (Auvernia). Es uno de los genios más precoces y polifacéticos de la historia
occidental. A los once años de edad, escribe el Tratado de los sonidos. Cinco años después escribe, en
latín, un tratado de gran importancia matemática: Ensayo de las secciones cónicas. Su Tratado del vacío
y Sobre el equilibrio de los líquidos revolucionaron la física.
Librepensador y ateo durante su juventud, Pascal se convierte al cristianismo y entra en contacto con los
jansenistas de Port‑Royal, donde escribe las Cartas Provinciales, que son una sátira mordaz contra los
jesuitas y un ataque contra España.
Proyecta escribir una Apología de la Religión Cristiana, pero tan sólo nos legó algunos Pensamientos,
que constituyen un tesoro inagotable para la reflexión humana y filosófica.
Desde los diecinueve años fue muy enfermizo. Nunca frecuentó la universidad. Su padre fue su gran
maestro y educador. Tuvo amistad con los intelectuales y científicos de su época, como Descartes,
Gassendi y el P. Mersenne, considerado el árbitro de la Europa culta.
Universidad Kino
1
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
Quién no creerá, viéndonos componer todas las cosas de naturaleza y espíritu que esta
mezcla nos había de ser muy comprensible? Es, sin embargo, la cosa que se
comprende menos. El hombre es para sí mismo el más prodigioso objeto de la
Naturaleza; porque no puede concebir lo que es ser cuerpo y menos todavía lo que es
ser espíritu, y lo menos del mundo, cómo un cuerpo puede estar unido con un espíritu.
Es éste el colmo de la dificultad y, sin embargo, es su propio ser. (72)
Así la vida humana no es sino una perpetua ilusión; no se hace sino entre engañarse y
entre adularse. Nadie habla de nosotros en presencia nuestra, tal como habla en
nuestra ausencia. La unión existente entre los hombres no está fundada sino en este
mutuo engaño; y pocas amistades subsistirían si cada uno supiera lo que su amigo dice
de él cuando él no está, aunque hable entonces sinceramente y sin pasión.
Universidad Kino
2
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
El hombre no es, pues, sino disfraz, mentira, hipocresía, tanto en sí mismo como
respecto de los demás. No quiere que se le diga la verdad, evita el decirla a los demás;
y todas estas disposiciones, tan apartadas de la justicia y de la razón, tienen una raíz
natural en su corazón. (100)
Aún más: Todos los hombres se odian naturalmente unos a otros. (451)
La justicia y la verdad son dos puntas tan sutiles, que nuestros instrumentos son
demasiado embotados para tocar exactamente en ellas. Si lo logran, abollan la punta y
se apoyan en torno de ella, más sobre lo falso que sobre lo verdadero.
El hombre se halla, pues, tan felizmente constituido, que no tiene ningún principio justo
de verdad, pero muchos y excelentes de falsedad. (82)
A. MISERIA.
B. FINITUD Y CONTINGENCIA
bajeza. Es más peligroso, todavía, dejarle que ignore lo uno y lo otro. Pero es muy
provechoso representarle lo uno y lo otro.
Es preciso que el hombre no crea que es igual a los animales ni a los ángeles, y que no
ignore ni lo uno ni lo otro, sino que sepa lo uno y lo otro. (418)
Hasta ser un "monstruo incomprensible": Si el hombre se envanece, yo lo humillo; si se
humilla, yo lo ensalzo; y lo contradigo siempre, hasta que él acabe por comprender que
es un monstruo incomprensible. (420)
Universidad Kino
4
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
¿Qué quimera es, pues, el hombre? ¡ Qué novedad, qué monstruo, qué caos, qué
sujeto de contradicción, qué prodigio! Juez de todas las cosas, imbécil gusano,
depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y de error, gloria y excrecencia del
Universo.
¿Quién desenredará este lío? La Naturaleza confunde a los pirrónicos, y la razón
confunde a los dogmáticos. ¿Qué será, pues, de vosotros, hombres que
buscáis cuál es vuestra verdadera condición por vuestra razón natural? No podéis huir
de una de estas sectas ni subsistir en ninguna.
Reconoced, pues, soberbios, qué paradoja sois para vosotros mismos. Humillaos,
razón impotente; callad, naturaleza imbécil: sabed que el hombre supera infinitamente
al hombre y escuchad de vuestro maestro vuestra verdadera condición, que ignoráis.
Escuchad a Dios. (434)
¿Qué es, pues, lo que proclama esta avidez y esta impotencia, sino el que ha habido
antaño en el hombre una verdadera felicidad, de la que no le queda ahora sino la señal
y la huella vacía y que trata inútilmente de rellenar con todo lo que le rodea, buscando
en las cosas ausentes el socorro que no obtiene en las presentes, pero que son, sin
embargo, también incapaces, porque la sima infinita no puede llenarse más que un
objeto infinito e inmutable; es decir, por Dios mismo?
Universidad Kino
5
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
Como Pascal desconfía bastante del conocimiento intelectual, acude a una nueva
fuente de conocimiento, al "corazón" que no es un mero sentimiento, aunque no está
ausente y penetra hasta donde la razón no es capaz de llegar.
El corazón tiene razones que la razón no conoce. Se sabe esto en mil cosas. Yo digo
que el corazón ama naturalmente el ser universal, y se ama naturalmente a sí mismo,
en la medida que se entrega; se endurece contra el uno o contra el otro a su antojo.
Habéis rechazado lo uno y conservado lo otro; ¿ es que nos amáis por razón? (277)
Es el corazón quien siente a Dios, y no la razón. Esto es lo que es la fe: Dios sensible
al corazón, no a la razón. (278)
Y, por esto, aquellos a quien Dios ha dado la religión por sentimiento del corazón, son
muy felices y están muy legítimamente persuadidos. Pero a quien no la tiene no
podemos dársela sino por razonamiento, esperando que Dios se la dé por sentimiento
de corazón, sin lo cual la fe no será sino humana e inútil para la salvación. (282)
Universidad Kino
6
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
Conocemos la verdad, no solamente por la razón, sino también por el corazón; de esta
segunda manera es como conocemos los primeros principios, y es inútil que el
razonamiento, que no tiene parte en ello, trate de combatirlos.
Los pirronianos, que no tienen sino este objeto, trabajan inútilmente. Sabemos que no
soñamos; cualquiera que sea la impotencia en que nos encontremos para probarlo por
razón, esta impotencia no implica sino la flaqueza de nuestra razón y no la
incertidumbre de todos nuestros conocimientos, como pretenden ellos. Porque el
conocimiento de los principios primeros, tales como el que hay espacio, movimiento,
números, es tan firme o más que el que nos confieren todos nuestros razonamientos.
Y es menester que la razón se apoye sobre estos conocimientos del corazón y del
instinto, y que fundamente en ellos todo su discurso. (El corazón siente que hay tres
dimensiones en el espacio, y que los números son infinitos; y la razón demuestra
después que no hay dos números cuadrados tales que el uno sea el doble del otro. Los
principios se sienten, las proposiciones se concluyen; y el todo con certeza, aunque por
vías diferentes). Y es tan inútil y ridículo que la razón pida al corazón pruebas de sus
primeros principios, para poder asentir a ellos, como lo sería que el corazón pidiera a la
razón un sentimiento de todas las proposiciones que demuestra, para querer recibirlas.
Esta impotencia no debe servir, pues, sino para humillar a la razón, que quisiera juzgar
de todo, pero no para combatir nuestra certeza como si no hubiese más que la razón
capaz de instruirnos. ¡Pluguiera a Dios, por lo contrario, que jamás tuviésemos
necesidad de ella y que conociésemos todas las cosas por instinto y por sentimientos!
Pero la Naturaleza nos ha negado este bien; por lo contrario, no nos ha dado sino muy
pocos conocimientos de esta suerte; todos los demás no pueden adquirirse sino por
razonamiento. (282)
Universidad Kino
7
Filosofía Humanista
Lic. Juan Carlos Baena
Universidad Kino
8