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Tal parece que hoy en día está de moda hablar de género.

Es necesario aclarar este


término, ya que en nuestro idioma tiene varias acepciones, por lo que se presta a
confusión. En los últimos años el término ha sido usado frecuentemente por el
movimiento de mujeres, investigadores e incluso políticos, que han utilizado
indistintamente la palabra género o mujeres. En muchos textos se usa como sinónimo.
En ocasiones, cuando se habla de políticas estatales que tienen que ver con incluir a
las mujeres se hace referencia a “perspectiva de género”; sin embargo, el término es
mucho más amplio, no solamente se refiere a las mujeres sino también a los hombres.

Otro concepto que es necesario aclarar es el de sexo, ya que durante mucho tiempo este
concepto consideró tanto las características biológicas (varón, hembra) como el
comportamiento (masculino, femenino). Hoy se entiende el termino “sexo” como los
componentes biológicos, de varón o hembra, que todo individuo tiene al nacer, y género
como los aspectos psicológicos, sociales y culturales que cada sociedad asigna para la
masculinidad y la feminidad.

Ha sido gracias a algunos estudios pioneros de la antropología y la sexología que se


comprendió mejor la acción de la sociedad cuando se trata de comportamiento y cultura.
Por ejemplo, las investigaciones comparativas entre adolescentes de las Islas de los
Mares del Sur y de Estados Unidos que realizó la antropóloga Margaret Mead a
mediados del siglo XX, revelaron que es la sociedad la que enseña a sus miembros a
comportarse como hombres y mujeres y que este comportamiento cambia de acuerdo
con la época y lugar en que se vive.

Por lo tanto, el género no es algo natural, no nacemos con él. El género es una
característica socialmente construída; esto quiere decir que la acción de la sociedad es
definitiva para el aprendizaje y desarrollo de los seres humanos.

Durante los últimos diez años el concepto de género se ha convertido en una


herramienta teórica de análisis social; así por ejemplo, ha servido para incluir en las
estadísticas, divisiones por sexo. Ha permitido mostrar y explicar las diferencias y
desigualdades entre hombres y mujeres, haciendo visible un problema social que hizó
crisis en la década de los sesenta: la exclusión de las mujeres.

El movimiento feminista ha sido fundamental en la búsqueda de explicaciones sobre las


diferencias entre los géneros, sobre los orígenes de la subordinación y la desigualdad de
oportunidades que las mujeres enfrentan. Ha logrado que el problema, antes invisible, se
reconozca y se discuta en todos los ámbitos: político, religioso, social, escolar, sanitario,
etcétera.

El concepto de género se relaciona necesariamente con otros términos que expresan


inequidades como son la clase social, la etnia o el grupo de edad. Investigadores,
como Ann Oakley han señalado que los niños y niñas de la clase baja aprenden antes
los papeles de género que las niñas de clase media. y que sus concepciones sobre el
género son más rígidas y estereotipadas que en niveles más altos.

En todas las sociedades existen instituciones y mecanismos a través de los cuales se


transmite la cultura; ésta abarca muchos elementos como el lenguaje, la cosmovisión,
las reglas morales, las religiones y el género, por mencionar algunas de ellas.

Al momento de nacer se despliega la lógica de género: en función de la apariencia


externa de los genitales, al recién nacido (a) se le habla de una cierta manera, se le trata
distinto, se la alimenta diferente y se deposita sobre ella ciertas expectativas y deseos.
Así se inicia el proceso de atribución de lo femenino o lo masculino a cada sexo. Por
ejemplo, en la mayor parte de las sociedades occidentales, si la recién nacida es niña se
le pondrá ropa de color rosa y se le hablará con dulzura; la bebé será cargada con
suavidad y le corresponderá un nombre catalogado como femenino. En cambio si es
varón usará ropa de color azul, se le hablará en un tono más categórico, se mencionará
que es fuerte y su nombre será masculino

Se puede decir que el género es la primera asignación en la vida que determina


muchos otros aspectos de la
existencia de los individuos, como su identidad, su rol de género, la orientación hacia
el trabajo y otras más.
Ambos, niño y niña, aprenderán también la valoración desigual que la sociedad
confiere a los géneros: lo masculino altamente valorado y lo femenino devaluado.
Incluso esta diferencia de valor, como muchas otras asociadas al género, quedarán
registradas como algo natural e intrínseco a la diferencia sexual y pocas veces
reconocida como construcción social. .

Las diferencias genéricas son transmitidas de forma explicita e implícita. El lenguaje,


las acciones de la vida cotidiana, la ropa, el trabajo, las relaciones familiares, les dan a
niños y niñas elementos para comportarse de acuerdo con el género asignado y para
elaborar su autoimagen. Si la valoración que se da a los géneros es desigual, se crece
también con una autoimagen que implica desigualdad.

Se han realizado numerosas investigaciones acerca de cómo se transmite el género a


través de juegos, cuentos infantiles, juguetes, así como todo lo que rodea a los
pequeños. El análisis de cuentos infantiles deja ver que en muchas de las historias
clásicas los personajes femeninos son estereotipo de bondad y pasividad; en cambio los
personajes masculinos son más dados a la acción; en muchos de ellos el matrimonio
aparece como el objetivo final en la vida para las mujeres. Así tenemos, por ejemplo, los
cuentos de Blanca Nieves, La Cenicienta y La Bella Durmiente, donde los personajes
centrales son mujeres jóvenes que se hayan en problemas, pero finalmente todas son
rescatadas por un “príncipe” que se casa con ellas y resuelve todos sus conflictos. Los
tres cuentos terminan con la conocida frase “se casaron y fueron felices para siempre”.
En nuestro país, desde hace algunos años, ser realizan esfuerzos importantes por
modificar el tipo de textos con que nuestros niños y niñas estudian, con el objetivo de
que estas lecturas no representen desigualdades genéricas así como tampoco roles
rígidos y estereotipados que polaricen cualidades.

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