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Escuela Normal Tomas Godoy Cruz 9-002

Profesorado de Lengua y Literatura

Oliverio Girondo

Literatura Argentina II
Dirigido por: Silvia Savina
Mendoza 2010
Introducción
La presente monografía ha desarrollado la biografía de Oliverio Girondo y las
posiciones estéticas del autor, sobre todo en el período del esplendor del vanguardismo
en la Argentina. Además presenta un breve análisis del poema Exvoto, perteneciente a
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía.
A continuación, a partir de describir los factores por los cuales las nuevas
tendencias de Europa llegaron a nuestro país, nos introducimos con mayor profundidad
en la creación del movimiento Martín Fierro. Aquí se verán: los propósitos, sus
colaboradores, la escuela literaria a la que la mayoría de sus escritores pertenece y
dentro de ésta, el concepto de poesía que llevan a cabo.
Finalmente, se desarrolla muy sintéticamente el contexto socio- político mundial
y nacional de la época.
Biografía
Nace Oliverio Girondo en Buenos Aires, un 17 de agosto de 1891, en el seno de
una familia acomodada de ilustres antepasados. Su infancia transcurre en la capital
argentina, aunque muy temprano la grácil economía familiar encamina los pasos del
poeta en ciernes hacia la Europa. Cursa estudios en varios colegios en Europa: en el
colegio Epsom de Londres y en la Escuela «Albert le Grand» de Arcueil, cerca de París,
de la cual es expulsado.
Termina sus estudios juveniles de regreso a Buenos Aires y principia su
actividad literaria. Comienza la carrera de Derecho y acuerda con sus padres no
abandonar la carrera si consienten financiarle visitas periódicas a Europa en período
vacacional. De esta manera, se hacen más frecuentes los viajes a Europa y en ellos
entabla relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del continente europeo,
que le introducen en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas. En esa
época sus lecturas más estimadas son los poetas simbolistas franceses, los ensayos de
ideario decadente de Remy de Gourmont, el Darío de Los raros y la filosofía de
Nietzsche. Por esos años, Girondo anda colaborando como corresponsal en diversas
revistas porteñas como Plus Ultra y la conocida Caras y caretas. El poeta Jules
Supervielle, medio uruguayo-medio francés, le presenta en París a los jóvenes que por
esos años ya organizaban las célebres veladas surrealistas.
En Madrid, Gómez de la Serna le recibe en la tertulia de Pombo, de donde
arranca una espontánea y duradera amistad que fragua años más tarde con la estadía del
madrileño en Buenos Aires. Recorre el Nilo y visita las pirámides de Egipto, y en Italia
conoce al pintor argentino Emilio Pettoruti. Fruto directo de este periplo viajero
(Madrid, Sevilla, París, Buenos Aires, Río de Janeiro) es su primer libro de poemas
Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, publicado en una pequeña población
francesa en 1922.
Ese mismo año, junto a la obra de Girondo, se publican también Trilce del
peruano César Vallejo, Andamios Interiores del mexicano Manuel Maples Arce y
Paulicèia desvairada del brasileño Màrio de Andrade, para confirmar la madurez de la
poesía vanguardista en América Latina.
Dedica casi en su totalidad el año 1923 a recorrer España y a gestar el que será
su segundo libro de poemas, Calcomanías, publicado precisamente en España en 1925.
De regreso en Buenos Aires, funda en 1924, junto a Evar Méndez y algunos
otros escritores y artistas, el periódico Martín Fierro, con el objeto de formar un
ambiente preparatorio para el desarrollo de las nuevas corrientes artísticas en el Río de
la Plata. En julio de ese mismo año emprende un largo viaje por América y Europa en
«misión intelectual» para promover un «frente único» y un «verdadero intercambio de
producciones, revistas y libros; ideas, poesía, arte», en países como Chile, Cuba,
México o Perú. Su peregrinaje es saludado por intelectuales de la talla de Guillén,
Mariátegui o Villaurrutia.
En 1927, tras la polémica con La Gaceta Literaria sobre el «meridiano
intelectual de Hispanoamérica», se disuelve el periódico Martín Fierro (su último
número apareció el 15 de noviembre de 1927) ante la decisión de algunos redactores de
apoyar desde sus páginas la candidatura a la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen,
vulnerando de esta manera la voluntad de prescindencia política que sus directores se
habían impuesto desde la fundación del mismo.
Acabada la etapa de Martín Fierro, donde colabora esporádicamente con sus
conocidos «Membretes», Girondo mantiene su proyecto poético publicando en Buenos
Aires en 1932 su libro Espantapájaros. La presentación del libro tiene lugar en Buenos
Aires con las exageraciones propias de las manifestaciones vanguardistas. La
experiencia publicitaria resultó un éxito y el libro se agotó en un mes.
En 1937 aparece su relato Interlunio con el sello de Editorial Sur. El elemento
visual se une de nuevo al verbal a través de las oscuras aguafuertes de Lino
Spilimbergo.
En 1942 la editorial Losada publica Persuasión de los días.
En 1943, después de una duradera relación, Oliverio Girondo y Norah Lange
deciden contraer matrimonio. Por esas fechas ambos comparten sus días entre la quinta
de Gwen y la casa de Suipacha al 1444, en Buenos Aires. Oliverio aparece vinculado
con los grupos jóvenes que actúan por esos años, emulando al Macedonio Fernández de
los años 20 que se integró como uno más con los miembros de Martín Fierro, veinte
años más jóvenes que él. La casa de Suipacha que era como un museo de las culturas
más diversas sirve durante muchos años de centro de reunión para estos jóvenes: Edgar
Bayley, Carlos Latorre, J. Llinás, Francisco Madariaga, Enrique Molina, Olga Orozco,
Aldo Pellegrini, Mario Trejo o Alberto Vanasco.
En 1946 aparece una plaquette con un único y extenso poema: Campo nuestro.
En 1948 realiza un viaje a Europa con su esposa, que se repite en 1965 siendo
éste el último.
Aldo Pellegrini presenta en el número 2, noviembre de 1953, de la revista Letra
y línea los primeros poemas que en 1956 compondrán la edición definitiva de En la
masmédula.
Un accidente sufrido en 1961 le deja disminuido durante los últimos años de su
vida. Muere en Buenos Aires el 24 de enero de 1967.

Oliverio poeta
Girondo se ubica dentro de la dirección futurista, por su nihilismo, por la burla,
el desprecio de los valores consagrados, por la irreverencia religiosa y toda otra
consideración humana. Incluso también por la estructura de sus poemas. A partir de
esto, para este escritor, lo absurdo puede significar una especie de condición alógica
contra las leyes mentales. En lo cotidiano también está lo contrario a toda posible
racionalización, con lo cual sin salir de la vida de relación habitual se toca el terreno de
lo absurdo. Así, se ve una especie de escepticismo concretista afirmado en una realidad
al parecer inexorable, y en la mayoría de los casos consigue crear el disparate lógico.
Con Girondo se ofrece el irracionalismo como punto de arranque para
fundamentar la poesía en la negación del talento o de la inteligencia como instrumento
para desentrañar el universo. Todos estos poetas, incluido Borges, afirman que solo la
imagen es capaz de lanzarlos un cabo para llegar a la esencialidad de las cosas.
Desde una propuesta creacionista, Oliverio Girondo, con facetas tangibles de
todas las vanguardias europeas, escribe Veinte poemas para ser leídos en el tranvía,
donde aporta una visión distorsionada, caricaturesca de la realidad. En su obra se da cita
un universo fantástico en el que se perciben colores y ruidos, sueños y realidades,
transformando los modos de la poesía tradicional. Algunos de los rasgos de su poesía
son el humor y la ironía.
Ese humor en Girondo es un principio desmitificador que libera a su poesía del
ridículo «prejuicio de lo sublime», también se aplica sobre la ciudad de Buenos Aires.
El oficialismo, la seriedad, la sensiblería, la solemnidad, eran las principales actitudes
burguesas contra las que debía luchar el artista adscrito a las filas de la vanguardia. En
este sentido, la mirada crítica de Girondo se agudiza especialmente contra las actitudes
fingidas de la buena sociedad bonaerense. En el poema Exvoto, el irreverente humor
poético de Girondo se dirige hacia la peculiar sociología del barrio de Flores. Cuna de
poetas, Flores se distingue, por la proverbial disponibilidad de sus muchachas
casaderas, que la mirada de Oliverio transforma en un escandaloso ritual urbano:

Las chicas de Flores, tienen los ojos dulces, como las almendras azucaradas de
la Confitería
del Molino, y usan moños de seda que les liban las nalgas en un aleteo de mariposa.
Las chicas
de Flores, se pasean tomadas de los brazos, para transmitirse sus estremecimientos, y
si alguien
las mira en las pupilas, aprietan las piernas, de miedo de que el sexo se les caiga en la
vereda.
Al atardecer, todas ellas cuelgan sus pechos sin madurar del ramaje de hierro
de los balcones,
para que sus vestidos se empurpuren al sentirlas desnudas, y de noche, a remolque de
sus mamás
-empavesadas como fragatas- van a pasearse por la plaza, para que los hombres les
eyaculen
palabras al oído, y sus pezones fosforescentes se enciendan y se apaguen como
luciérnagas.
Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como
manzanas
que se han dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces
quisieran
desembarazarse de él como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el
cuerpo a
pedacitos y arrojárselo, a todos los que pasan por la vereda.

Calcomanías, refleja, en general una carga mayor de agresividad contra


conceptos manifiestos en el orden moral o estético. Hay también mayor soltura y más
dominio en el manejo de la metáfora. Casi todo Calcomanías está inspirado por lugares
y cosas de España.
El otro libro, Espantapájaros, es el más ingenioso, en el que se mueve con
mayor libertad en el sentido de la imaginación desenfrenada y ya sin ninguna atadura
lógica para establecer conexiones con el mundo. En este, juega en el reino del puro
absurdo, un absurdo técnicamente perfecto, y estéticamente muy saludable. La
yuxtaposición de situaciones u objetos como en el sueño, el desafío a las convenciones
morales o a las leyes de gravitación, la repulsa de la vida de relación, son ingredientes
de estos poemas nihilistas y casi patéticos en su humor agresivo.

Martín Fierro y la vanguardia


El espíritu de la época tiende a renovar el arsenal de símbolos y se esfuerza por
quebrantar los mecanismos verbales y las formas automáticas en boga. El modernismo
y el posmodernismo perdía fuerzas y adeptos, la juventud intelectual y escritora se
sentía ahogada por los rígidos principios impuestos por los seguidores de Darío (1867-
1916) y Lugones (1871-1938). El refinamiento de la palabra, la mística como tema, lo
histórico o el imperio de lo lírico-subjetivo generó una negación de sus principios y una
apática postura en la naciente juventud poética.
Los escritores que tomaron contacto directo con las fuentes de renovación
contribuyeron para romper ese estado de estancamiento cultural. Entre ellos, Borges,
aproximadamente en 1918, luego de vivir en el comienzo de la guerra en Ginebra, se
vincula con el propulsor de la tendencia vanguardista llamada ultraísmo, Rafael
Cansinos Assens. El cubismo y la escritura de Guillermo Apollinaire, entre otros
factores, impulsaban la jerarquización de la lírica, que debía “decir” sin incursionar en
la anécdota, evitar el retoricismo y lo narrativo, valorizar la metáfora y la imagen como
recurso de estilo más valedero, romper con el discurso lógico, así como la exclusión de
la rima y la simplificación de la sintaxis, haciendo caso omiso de la puntuación,
considerada inútil. Otro hombre de vanguardia es Ramón Gómez de la Serna, cuyo
aporte fundamental son las greguerías, en las que aparece el humor y el ingenio en
síntesis metafóricas.
En 1916 visita nuestro país el escritor chileno Vicente Huidobro, quien va a
incidir en los cambios ya latentes; a través de conferencias y charlas hace conocer una
postura estética de raíces europeas (futurismo- surrealismo- cubismo- dadaísmo),
desconocida por los escritores locales.
A comienzos de la década del 20 se produce un cambio en materia de estilo,
inclinaciones estéticas y formas expresivas. Esta transformación es marcada por la
revista mural Prisma (1922) y los libros Veinte poemas para ser leídos en el tranvía
(1922) de Oliverio Girondo, y Fervor de Buenos Aires (1923) de Jorge Luis Borges.
Después de Prisma se funda la revista Proa, importante órgano de difusión de
corte literario que se publicó en dos etapas; la primera en 1922 y la segunda en 1924, ya
además con carácter editorial. Ésta, prescindió de orientaciones ideológicas o políticas.
Sus responsables fueron Ricardo Güiraldes, Brandan Caraffa y Rojas Paz, entre otros.
Más tarde, Evar Méndez con el apoyo de Samuel Glusberg, crea la revista Martín
Fierro, cuyo primer número aparece en febrero de 1924, extinguiéndose a mediados de
1927. En la producción literaria adoptará una postura netamente vanguardista
considerando el ultraísmo y su propuesta fundamental, la metáfora, como matriz
orientadora. Sus ideas las constituye el “Manifiesto” de Martín Fierro, que aparece en el
número cuatro, cuyo principal redactor fue Oliverio Girondo.
El propósito de Martín Fierro según Evar Méndez era “formar un ambiente
(repetiré una vez más mi estribillo: clima propicio para la creación amistosa o fraternal
unión de los escritores; cohesión de los elementos dispersos según sus afinidades;
orientación clara de las aspiraciones y tendencias estéticas; emulación de los autores,
estimulo provocado por el ambiente, gran acicate para crear la obra), fue un punto
fundamental de la acción y propaganda de MARTÍN FIERRO, dentro de su programa
de suscitar e impulsar un amplio y fuerte movimiento de juventud, renovador de las
letras y las artes plásticas del país e interesado por todo cuanto fuera vida argentina.”1
Casi todos los colaboradores de dicha publicación sienten el influjo del
ultraísmo. Estos, sostienen que, no siendo la prosa el medio natural de la metáfora, ésta,
debe acudir al poema, donde el lenguaje conceptual o lógico suele ser un estorbo. De
acuerdo con este precepto, el poeta se aplica a comunicar estados, operaciones internas,
como si hubiese renunciado al manejo de elementos narrativos. Ni descripción ni
desarrollo argumental: sólo la magia instantánea de la metáfora.
Del seno de Martín Fierro surge el grupo de Florida, así llamado por reunirse en
la editorial de la revista, instalada en la calle Tucumán a escasos metros de Florida. Su
aporte fundamental es en poesía, que incluye nombres tales como los de Oliverio
Girondo, Leopoldo Marechal, Gonzáles Lanuza, Jorge Luis Borges, Jacobo Fijman,
Roberto Ledesma. Aunque las influencias europeas y el creacionismo darán la tónica al
grupo de Florida, es un ultraísmo argentino el que se reconoce en las páginas de Martín
Fierro.
1
LLAGOSTERA, María Raquel. Boedo y Florida. Antología. CEAL. Bs. As. 1987. Pág. 11
Ese clima cultural que se deriva de Florida modifica profundamente el sistema
literario de la poesía argentina de entonces haciendo del humor uno de los modos de
denuncia de los falsos poetas, de los alambicados o de academias momificadas. A la
coerción retórica de ayer sucede una liberal soltura que camina en el sentido de la
historia, ya que las generaciones posteriores la reciben y afianzan. Se disgregan las
antiguas estructuras del poema y se produce un cambio profundo tanto en la sensibilidad
del poema como de sus lectores: uno y otros ven en la rima una convención innecesaria.
La generación de Martín Fierro al mismo tiempo que reacciona contra cierta
añosa simbología muy atenta a Versalles, Chipre y Bagdad, aboga por la caducidad de
toda norma musical y métrica. En suma, su aporte es el ejercicio tenaz de la metáfora,
adopción del verso libre y rechazo de los placeres auditivos provenientes de la rima.
El poema surge de un proceso acumulativo, no de un desarrollo más o menos
orgánico. Las líneas preparatorias no tienen cabida en esta concepción poética, que
también desecha el estilo llano y el hallazgo verbal recatado o encubierto.
Los escritores de Martín Fierro difunden proclamas y manifiestos. En ellos tanto
como en la sección satírica del periódico, se combate; dentro del dominio literario,
contra todas las formas de cristalización, amaneramiento y rutina. La revista suele
divulgar textos expresivos de ambientes argentinos pero plasmados con arreglos del
orden formal que Europa difunde por el mundo. Quienes publican sus trabajos en
Martín Fierro, suelen emplear un lenguaje que incluye antinomias como nuevos y
fósiles, porveniristas y reaccionarios, vanguardia y retaguardia.
Por otra parte, a raíz de una nota publicada en Martín Fierro por Roberto
Mariani, integrante del grupo de Boedo, se entabla una polémica, que toma un cariz
ácido, desde uno y otro grupo. La polémica llevó a la exposición de principios y
posturas, pero no convenció ni a unos ni otros. Los de Florida postulaban su adhesión a
las vanguardias, jerarquizaban el valor de la poesía y reconocían sobrados méritos en
autores e innovadores europeos; los de Boedo abogaban por la revolución social, la
prosa reveladora de las contingencias de los marginados y el conocimiento del
proletariado y su temática, centrando su interés en “el decir” y no en el “como decir”.
La disputa entre el grupo de Boedo y Florida, no tiene la hondura ni la violencia
que parecen asignarles algunos críticos. De hecho varios escritores frecuentaban los
mismos lugares, o visitaban las instalaciones del otro.
Contexto socio- político
El mundo por aquellos años parece dispuesto a la adopción de nuevos
procedimientos y estilos. En Argentina los martinfierristas, en Francia los fantasistas o
los creacionistas y en los países de Europa Central los expresionistas dan respuesta a la
misma aspiración renovadora que alienta en las comunidades del Viejo y del Nuevo
Mundo.
La primera posguerra es un periodo signado por la movilidad y la esperanza. Los
pueblos tienen confianza en la Sociedad de la Naciones y en la perduración de la paz.
Regidos por un sentido afirmativo de la vida, en numeroso lugares se advierte una
voluntad de cambio, un estado de espíritu más atento al porvenir que al pasado.
En nuestro país, los estudiantes conmueven los cimientos de anacrónicas
estructuras, para reemplazarlas por el evangelio laico de Reforma Universitaria. Los
regimientos sólo salen de los cuarteles para desfilar ante las autoridades de la nación.
Las opiniones políticas afloran en los centros literarios, pero no los convierten en
ciudadelas hostiles entre sí.
Conclusión
Luego de estudiar en profundidad la vida y obra de Oliverio Girondo, considero
que su intervención en la poética argentina fue determinante para el desarrollo de las
vanguardias en nuestro país. Este movimiento de cambio, al margen de que pueda
gustar su poesía o no, es de mucha importancia ya que se unió en una ola mundial que
buscaba cambiar las viejas estructuras ya agotadas.
Las nuevas tendencias encontraron un sin limite de maneras de escritura, desde
las formas, la metáfora, el verso libre, las palabras y los disparadores, con el punto
común de desarrollar la imaginación sin tantas estructuras tales como la rima, la
puntuación, etc. de etapas anteriores.
Finalmente, en muchas poesías de Girondo se revelan muchas situaciones
absurdas que en gran medida son parte de la vida cotidiana. Sólo por mencionar unos
ejemplos ¿quién nunca ha imaginado que su persona esta llena de personalidades? O
cuando describe los efectos de las propias acciones en la familia ¿quién no ha sentido
alguna vez tal cosa?
Sin duda alguna, estás situaciones, no pertenecen a una concepción del mundo
desde una óptica hipócrita. Por el contrario, son poemas nihilistas con un humor
agresivo y brutal.
Bibliografía
ARA, Guillermo. Florida y la vanguardia. En: Historia de la literatura Argentina/2.
CEAL. Bs. As. 1962
GIRONDO, Oliverio. Espantapájaros y otras obras. CEAL. Bs. As. 1981
LLAGOSTERA, María Raquel. Boedo y Florida. Antología. CEAL. Bs. As. 1987.
MASTRONARDI, Carlos. El movimiento de Martín Fierro. En: Historia de la literatura
Argentina/2. CEAL. Bs. As. 1962

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