You are on page 1of 13

COLOIDES

INTRODUCCIÓN

En la naturaleza no abundan las sustancias puras, la mayor parte de las


sustancias que manejamos son mezclas, algunas de las cuales cuando son
homogéneas las denominamos soluciones o disoluciones.
Las disoluciones son sistemas de más de un componente, en los cuales
distinguimos un disolvente (sustancia generalmente en mayor proporción) y
uno o más solutos. Estos sistemas son termodinámicamente estables, es decir,
sistemas que se encuentran en un estado energéticamente inferior al de los
componentes por separado; además en la mayoría de los casos el soluto está
constituido por moléculas de un tamaño menor a 1nm.
Por otra parte, si bien los solutos macromoleculares como polisacáridos,
proteínas, polímeros sintéticos pueden formar verdaderas disoluciones, estos
sistemas presentan comportamientos específicos que les confieren
particularidades, que hacen de ellos un tipo especial de sistemas dispersos
denominados sistemas coloidales.

SISTEMAS COLOIDALES

Los sistemas coloidales poseen al menos dos fases, una de ellas finamente
dividida en pequeñas partículas (FASE DISPERSA O FASE
DISCONTINUA) rodeada completamente por la otra fase (FASE
DISPERSANTE, MEDIO DE DISPERSIÓN O FASE CONTINUA).
La pregunta es ¿qué significa finamente dividida? bien, resulta que estos
sistemas presentan claramente propiedades de carácter coloidal cuando las
dimensiones de la fase dispersa se hallan entre 1nm y 1000 nm (1µm). Es
importante mencionar que no es necesario que el tamaño coloidal (menor a 1
µm) lo posea la partícula en las tres dimensiones, ya que el comportamiento
coloidal puede observarse con partículas con una sola dimensión en este
margen (figura 1).
La palabra coloide se deriva de la raiz griega cola (κολλα) que significa que
puede pegarse, ya que las dispersiones de este tipo de sustancias posen la
propiedad de no pasar los filtros habituales. Este término fue acuñado por
Gram. (1805-1869) en 1861, al estudiar la difusión de las sustancias disueltas,
distinguió dos clases de solutos a los que denomino cristaloides y coloides.
En el grupo de cristaloides ubicó a los que se difunden rápidamente en el
agua, dializan fácilmente a través de las membranas permeables y al ser
evaporadas las soluciones de que forman parte, quedan como residuo
cristalino.
Elipsoides

Varilla Disco Estopa

Figura 1: Algunos modelos de partículas no esféricas

En el grupo de los coloides situó a los que se difunden lentamente, dializan


con mucha dificultad o bien no lo hacen y al ser evaporadas las soluciones de
que forman parte, quedan como residuo gomoso.
Esta forma de diferenciar los coloides de los cristaloides se mantuvo en uso
durante muchos años, pero en la actualidad carece del valor en lo absoluto ya
que algunas sustancias, aparentemente coloidales, se comportan como
cristaloides y algunos cristaloides lo hacen como coloides, dependiendo de las
condiciones determinantes del sistema.
Por ejemplo la albúmina del huevo, la cual es un coloide, se ha logrado
obtener en forma cristalizada y el cloruro de sodio, un cristaloide, se comporta
como coloide cuando se lo disuelve en benceno.
En realidad lo que determina la ubicación de estas sustancias en un grupo
aparte, es el grado de división en que se encuentra el soluto y como la materia
en la naturaleza se presenta en forma de partículas, cuyo tamaño varía desde
el de las que son visibles macroscópicamente hasta el de las que son invisibles
aún con el microscopio electrónico, para definir en su justo término las
soluciones coloidales es necesario contemplar la totalidad de las propiedades
que les caracterizan. Esto es, afinidad por el medio dispersante, el tamaño de
sus micelas, su estabilidad, efecto Tyndall, movimiento browniano,
comportamiento eléctrico y adsorción.

COLOIDES HIDROFÍILOS Y COLOIDES HIDROFÓBOS

Una subdivisión de los coloides los clasifica según la afinidad por el medio
dispersante en liófobos y liófilos (la partícula lio viene del griego λιοσ que
quiere decir disolver). Si el medio de dispersión es agua, como es en la
mayoría de los casos, se les llama hidrófobos cuando hay repulsión por el
agua e hidrófilos cuando hay atracción por el agua.

Figura 2: Suspensión coloidal hidrófila. Todos los grupos que se muestran pueden
interaccionar con el agua.
Los coloides hidrófilos son disoluciones que contienen moléculas muy
grandes como proteínas. En fase acuosa una proteína se pliega de tal manera
que la parte hidrófila de la molécula, es decir la parte que es capaz de
interaccionar favorablemente con el agua a través de fuerzas de ión dipolo o
mediante formación de puentes de hidrógeno, se encuentra en la parte externa
(Figura 2)
Los coloides hidrófobos, por lo general, no son estables en agua y sus
partículas tienden a formar conglomerados, como gotas de aceite en agua, que
se distribuyen en una película oleosa en la superficie del agua.
Sin embargo, se pueden estabilizar los coloides hidrófobos, una manera es por
adsorción de iones en la superficie de la partícula (Figura 3). Estos iones
adsorbidos interactúan con el agua estabilizando así el coloide, al mismo
tiempo la repulsión electrostática impide que se junten.

Figura 3. Estabilización de coloides hidrófobos por adsorción de iones negativos sobre


la superficie de las partículas coloidales.
Otra forma de estabilización de los coloides hidrófobos es por la presencia de
otros grupos hidrófilos en su superficie, formando micelas (Figura 4)

Figura 4. Formación de una micela con moléculas de estearato de sodio (jabón).

FORMAS EN QUE SE PRESENTA EL ESTADO COLOIDAL

Las soluciones coloidales son sistemas heterogéneos polifásicos, pues


contienen al menos dos fases distintas: la dispersa, finamente dividida, y la
dispersante. En general, cuando las dispersiones coloidales se encuentran en
estado líquido se dice que forman un sol. Si tienen forma consistente
poseyendo alguna de las propiedades elásticas o plásticas de los cuerpos
sólidos, aunque el medio dispérsame sea líquido se dice que constituyen un
gel. El fenómeno de la gelificación puede ser reversible o irreversible.
En el primer caso las micelas, una vez separadas del disolvente, pueden ser
llevadas nuevamente a su condición de sol, sea por un simple contacto con el
medio dispersante o bien con otra sustancia, distinta de éste, en cuyo caso se
dice que el coloide es reversible por peptización. Por el contrario, si el gel no
puede ser disuelto nuevamente es que ha gelificado en forma irreversible,
proceso denominado coagulación y caracterizado por que en él, las micelas se
reúnen formando flóculos grandes tal como sucede con la sangre que contiene
coloides circulando en solución (es un sol) pero, en determinadas condiciones
y mediante un mecanismo algo complicado, se transforma en un gel
irreversible, es decir coagula.
CLASIFICACIÓN DE LAS DISPERSIONES COLOIDALES.

Las soluciones coloidales se clasifican de acuerdo con el estado de agregación


en que se presentan el soluto y el solvente y, corno los estados de la materia
son tres, de sus posibles combinaciones se podrían obtener 9 tipos de
soluciones coloidales. Si no fuera porque la novena posibilidad (de gas en
gas) es imposible de realizar por cuanto los gases no pueden existir uno junto
a otro sin mezclarse. Por ello los tipos de dispersiones coloidales son ocho y
se resumen en la Tabla 1.

Tabla 1. Tipos de dispersiones coloidales

Fase dispersa Fase dispersante Nombre Ejemplo


Sólido Sólido Suspensión Plásticos
sólida pigmentados
Sólido Líquido Sol, suspensión Suspensiones de
coloidal, pasta almidón, pinturas,
(alta concentración de tinta, dentrífico
sólido)
Sólido Gas Aerosol sólido Humo, polvo

Líquido Sólido Emulsión sólida Jaleas, queso, ópalo


o Gel
Líquido Líquido Emulsión Leche, mayonesa
Líquido Gas Aerosol líquido Nubes, niebla,spray
Gas Sólido Espuma sólida Lava, piedra
pómez, poliestireno
Gas Líquido Espuma Espumas del jabón,
Nata batida

EL EFECTO TYNDALL- TURBIDEZ


Las soluciones verdaderas son claras y transparentes y no es posible distinguir
ni macroscópica ni microscópicamente sus partículas disueltas de la fase
dispersante. En cambio, las dispersiones groseras presentan un aspecto turbio
que se debe a la facilidad con que se visualizan las partículas suspendidas en
el medio líquido.
En general todos los materiales son capaces de dispersar la luz en alguna
medida (efecto Tyndall). La notable turbidez asociada a muchas dispersiones
coloidales es una consecuencia de la intensa dispersión de la luz.
Solamente un sistema perfectamente homogéneo no dispersaría la luz, en
efecto, cuando un rayo luminoso atraviesa un recipiente transparente que
contiene una solución verdadera, es imposible visualizarlo a través de ella, así
también líquidos puros y gases libres de polvo son tan sólo ligeramente
turbios.
Por otra parte, si dicho rayo penetra en una habitación oscura, su trayectoria
estará demarcada por una sucesión de partículas de polvo que, al reflejar y
refractar las radiaciones luminosas, se conviertan en centros emisores de luz.
Esto es lo que pasa exactamente con las soluciones coloidales, sus micelas
gozan de la propiedad de reflejar y refractar la luz, de este modo, la
trayectoria que sigue el rayo luminoso en una solución coloidal es visualizada
gracias a las partículas coloidales, convertidas en centros emisores de luz.
Una solución de algún material macromolecular puede parecer ser
perfectamente clara al ser examinadas de una manera especial se comportan
de forma muy singular, de hecho presentan turbidez a causa de la débil
dispersión.
Esto fenómeno se conoce con el nombre de Efecto Tyndall (Figura 5) y es
tanto más intenso cuanto menor sea la longitud de onda del rayo incidente; de
ahí que del conjunto de los colores que constituyen el espectro solar, el azul y
el violeta son los preferentemente difractados, lo que explica el color azul que
tienen la atmósfera y el mar. Asimismo, es tanto más pronunciado cuanto
mayor sea el tamaño de las partículas coloidales.
La turbidez de un material está definida por la expresión:
It/Io = exp –(τl)

Donde Io es la intensidad del haz incidente It es la intensidad del haz transmitido l es la


longitud de la muestra y τ es la turbidez.

Figura 5. Efecto Tyndall. La luz pasa por una suspensión coloidal.

La propiedad dispersante de la luz de que gozan las micelas ha posibilitado su


visualización mediante un dispositivo especial llamado ultramicroscopio. El
método consiste en iluminar lateralmente las partículas coloidales ubicadas
sobre un fondo oscuro: para ello se sitúa la preparación sobre un bloque de
vidrio en forma de paralelepípedo oblicuo, cuyas caras forman con la base un
ángulo de 51º. Cuando un rayo luminoso incide normalmente sobre una de las
caras oblicuas, en lugar de refractarse es totalmente reflejado e ilumina
tangencialmente las partículas que constituyen el preparado coloidal; si en
esas condiciones se examina el campo mediante un microscopio ubicado de
modo que su eje sea perpendicular a los rayos reflejados, éstos no pueden ser
visualizados, por lo cual, cualquier punto luminoso que se enfoque con el
microscopio proviene de las imágenes de difracción formadas por las micelas
coloidales cuyo aspecto, en su conjunto, recuerda al de las estrellas resaltando
sobre un campo totalmente oscuro.

MOVIMIENTO BROWNIANO

Las micelas están animadas de un incesante movimiento de rotación en


forma de trepidación. Este movimiento errático, fue observado por el
botánico Robert Brown en 1827 al estudiar el movimiento de las esporas
flotando en el agua y es por ello que se le llamo movimiento browniano.
Este movimiento se debe a los choques no compensados de las moléculas
del medio dispersante sobre las partículas coloidales y es independiente de
todos los factores externos. Cuanto más pequeña sea la micela y menos
viscoso el medio, mayor será el bombardeo.
Este efecto se ha observado en todos los tipos de suspensiones coloidales
(sólido en líquido, líquido en líquido, gas en líquido, sólido en gas y líquido
en gas).
El primero en tratar satisfactoriamente la teoría del movimiento Browniano
fue Albert Einstein en 1905. En su trabajo de investigación Einstein
estableció las bases para la descripción de las fluctuaciones de las
partículas.

COMPORTAMIENTO ELÉCTRICO DE LOS COLOIDES

Las micelas están cargadas de electricidad, lo que se puede demostrar


introduciendo dos electrodos conectados a una fuente de corriente continua
en una dispersión coloidal, en cuyo caso las partículas se mueven según el
signo de su carga, sea hacia el ánodo (anaforesis) o hacia el cátodo
(cataforesis), originando un fenómeno conocido con el nombre de
electroforesis. La velocidad de desplazamiento de las micelas, por unidad
de intensidad del campo, es variable y depende de su carga y de la
resistencia que le opone el disolvente.
La electroforesis se usa para separar los componentes de una solución
coloidal, por ejemplo, las proteínas de la sangre, para ello se arma un
dispositivo donde, en la parte inferior del tubo, se ubica la solución coloidal
constituida por una mezcla de sustancias coloidales que so cubre con una
solución "buffer". Al cerrarse el circuito, las partículas coloidales se van
desplazando en las ramas del tubo, dejando entre ellas y el "buffer" y entre
los distintos coloides que la constituyen, una superficie de separación
perfectamente nítida. Si la mezcla contiene, por ejemplo, dos o más
proteínas diferentes y como cada una de ellas tienen su propia velocidad de
desplazamiento, se forman distintos frentes de avance, uno por cada
prótido.

Figura 6. Esquema de la separación electroforética de dos proteinas.

En la figura 6, se ha esquematizado la técnica seguida para separar


electroforéticamente dos proteínas; en A se observa el tubo con las dos
proteínas mezcladas y el frente 1 que las separa de la solución "buffer". En
B ya iniciado el experimento, so han formado dos niveles de avance, el 2,
que pertenece a los dos coloides, y el 3 a uno solo de ellos; y en C se ha
representado el valor del índice de refracción de la solución a lo largo del
eje de la cubeta; ε0 corresponde al de la solución "buffer", ε1 al de la zona
en que sólo existe un solo coloide, y ε2 al que contiene los dos. Por último,
en D se resume la variación del índice de refracción a lo largo de la cubeta.
A cada frente de separación le corresponde un determinado índice de
refracción, representado por una punta o diente en la curva.
El origen de la carga eléctrica de la micela puede encontrarse en una de
estas posibilidades:
a. las micelas, debido a su enorme superficie, adsorben algunos
iones existentes en la solución, lo que, al unirse a la partícula
coloidal le comunican su carga en cuyo caso los iones de signo
opuesto, que quedan en exceso rodean a las micelas formando de
este modo una doble capa eléctrica (figura 7)
b. algunas micelas, al entrar en solución se disocian separando un
ión de carga positiva o negativa, mientras el resto queda cargado
de electricidad y convertido en un electrolito coloidal.

Figura 7. Doble capa eléctrica de las micelas

PROPIEDADES DE ADSORCIÓN DE LOS COLOIDES

La adsorción es un fenómeno de superficie, que tiene lugar entre las


distintas partículas que forman una solución. De ahí que las micelas
coloidales, de gran superficie, gocen de la propiedad de adsorber los iones
del medio que las rodean. Este fenómeno explica, por ejemplo, lo ya dicho
sobre la carga de las micelas, o bien la estabilidad de los coloides, que se
aumenta agregando a la solución coloidal una pequeña cantidad de
electrólito, suficiente para formar alrededor de la micela una envoltura o
capa eléctrica de mismo signo.

LIOFOBIA Y LIOFILIA

La afinidad de las micelas por el medio dispersante puede ser muy


acentuada (liofilia) o bien pequeña o nula (liofobia). Cuando el medio de
dispersión, es el agua, esta propiedad se denomina hidrofilia e hidrofobia.
La hidratación de los coloides se debe a, la atracción recíproca que tiene
lugar entre las partículas coloidales, cargadas eléctricamente, y las
moléculas de agua. En efecto, consideradas éstas como un dipolo con sus
cargas positiva y negativa ubicadas una en cada extremidad, al enfrentarse
con una micela, también cargada de electricidad, se atraen, mutuamente por
sus cargas de signo contrario, hasta llegar a unirse.
Este fenómeno de la fijación de agua por las micelas coloidales recibe el
nombre de imbibición o gelificación y se demuestra introduciendo un
trozo de gelatina o agar agar en un recipiente con agua; casi
inmediatamente comienza a hincharse, aumentando sensiblemente su
volumen y adquiriendo un aspecto blando y elástico.
La pérdida del disolvente por parte del coloides es el proceso inverso a la
imbibición se denomina sinéresis. Se debe a que la mayor cantidad de la
fase dispersa, en unión de una pequeña porción del disolvente se deposita
en forma de una masa gelatinosa de notable viscosidad; el coloide se separa
así de del disolvente, transformándose en una jalea o gel.

PROPIEDADES PARTICULARES DE LOS COLOIDES

Si bien las separación de los coloides sobre la base de la afinidad de sus


micelas por el disolvente no es absoluta, por cuanto muchos soles, como
los óxidos hidratados, se sitúan en un grupo intermedio entre los hidrófobos
y los hidrófilos, antiguamente se acostumbraba a diferenciarlos en
suspensoides y emulsoides, para lo cual se tomaba como base al estado en
que se presenta el soluto. Si era sólido se estaba en presencia de un
suspensoide y si era líquido de un emulsoide, siempre el disolvente era
líquido. Hoy se prefiere utilizar hidrófobos e hidrófilos.
El comportamiento de los coloides hidrófobos e hidrófilos es, en general,
muy diferente y para poder ubicarlos en su justo término, es preciso tener
en cuenta la viscosidad, tensión superficial, efecto Tyndall, presión
oncótica, estabilidad y precipitación de cada uno de ellos.
La viscosidad y la tensión superficial de los coloides hidrófobos son
similares a las del medio dispersante; asimismo, y debido a la gran
división y pequeño diámetro de sus micelas, presentan intensamente el
efecto Tyndall. Por el contrario, la viscosidad de los hidrófilos, a causa de
su avidez por el agua, es sensiblemente superior a la de la fase dispersante,
mientras que su tensión superficial es inferior a la misma, y con el
agregado de que estos coloides son batótonos, esto es, que descienden la
tensión superficial del solvente y de otras soluciones, Los coloides
hidrófilos no presentan el efecto Tyndall o lo hacen muy débilmente, lo que
se explica por su hidrofilia que impide una distinción óptica entre las fases
dispersa y dispersante, por lo que son de difícil observación mediante el
ultramicroscopio.
PRESIÓN ONCÓTICA

La presión osmótica de las soluciones verdaderas depende de la


concentración particular del soluto. Por ello, los coloides hidrófobos, de
concentración particular muy débil, desarrollan muy escasa presión
osmótica. En cambio, en los coloides hidrófilos concentrados, la presión
osmótica adquiere valores mayores que los que se podría esperar si ella
dependiera únicamente de la concentración del soluto, lo que se debe a que
la hidrofilia de las micelas incrementa su avidez por el disolvente,
originando una presión de retención muy superior a la osmótica y a la que
se ha denominado oncótica. En estos casos, las micelas de los coloides
hidrófilos retienen el disolvente en función de dos procesos: osmosis y
óncosis que, si bien confluyen en un mismo fin difieren en su esencia. Así,
mientras la primera representa la tendencia a diluirse que tiene la solución,
en la óncosis el disolvente es fuertemente retenido por las micelas gracias a
su hidrofilia.
En las soluciones muy diluidas, la presión osmótica de los coloides se
confunde con la oncótica porque, en estos casos, el número de las micelas,
o sea su concentración particular, es muy pequeño y la hidrofilia está en
relación a él.

ESTABILIDAD DE LOS COLOIDES

Es muy grande y difiere según se trate de los coloides hidrófobos o


hidrófilos. La estabilidad de los primeros depende de la carga eléctrica de
sus micelas, que siendo de un misino signo para cada clase de coloides se
mantienen en solución mediante un proceso de repulsión continua; la
estabilidad de los hidrófilos depende del grado de hidratación de sus
micelas.

PRECIPITACIÓN DE LOS COLOIDES HIDRÓFOBOS

Los coloides hidrófobos son irreversibles, pues, una vez que sus micelas
han sido precipitadas, no pueden ser dispersadas nuevamente. Por el
contrario, los hidrófilos son reversibles, por lo cual, sus micelas, una vez
que han sido precipitadas, pueden volver a mezclarse con el medio de
dispersión, para regenerar el sistema coloidal en solución.
Para precipitar una partícula coloidal hidrófoba lo primero que hay que
hacer es neutralizar su carga eléctrica, en cuyo caso basta con agregar a la
solución un electrolito de signo contrario a la carga de la micela. Este
fenómeno está contemplado por la regla de Hardy-Schulze que dice: "La
precipitación de los coloides hidrófobos se efectúa, por iones de signo
opuesto al de la partícula coloidal, y es tanto más intensa cuanto mayor es
la valencia de dicho ión". Asimismo, cuanto mayor sea la velocidad con
que se agrega el electrolito al coloide, mayor será el efecto precipitante.
Los coloides hidrófobos también pueden precipitarse mutuamente, siempre
y cuando sus partículas sean de signo contrario y se mezclen en
proporciones convenientes, porque si uno excede al otro, la mezcla
resultante se estabiliza mediante la formación de una solución coloidal
cuyo signo es el del coloide en exceso. Por ejemplo, en el cuadro se
resumen las proporciones en que se han mezclado dos soles hidrófobos (el
hidróxido de hierro coloidal, positivo, y el sulfuro de arsénico; negativo);
como se ve, al predominar uno u otro se va precipitando un exceso, y el
resto se carga de la misma electricidad que el coloide predominante.

Tabla 2. Acción recíproca entre el As2S3 (negativo) y el Fe2O3 en


solución (positivo)

Contenido en 10 ml de la mezcla Aspecto de la Carga de las


mg de Fe2O3 mg de As2S3 Solución micelas
0,61 20,3 Turbio Negativa
6,08 16,6 Precipitado Negativa
9,12 14,5 Precipitado Sin carga
15,2 10,4 Precipitado Positiva
24,3 4,14 Turbio Positiva
27,4 2,07 Invariable Positiva

ACCIÓN PROTECTORA

Para aumentar la estabilidad de los coloides hidrófobos, frente a los


electrólitos de carga contraria, es común agregarles una pequeña cantidad
de un coloide hidrófilo, cuya acción protectora se explica por uno de estos
dos caminos o las partículas del primero son envueltas por las del segundo,
aislándolas de las cargas del electrolito de signo contrario y, por
consiguiente, evitando su neutralización, o bien el hidrófobo se adsorbe
sobre el hidrófilo, reduciendo su libertad de acción.
La acción protectora de un coloide sobre otro ha sido denominada por
Zsigmondy número de oro, entendiéndose por tal la cantidad mínima de
coloide protector, expresada en miligramo, que es necesario agregar a 10
ml de una solución de oro coloidal rojo para impedir que su color vire hacia
el azul violáceo cuando se le agrega 1 ml de NaCl al 10%.

PRECIPITACIÓN DE LOS COLOIDES HIDRÓFILOS

La estabilidad de los coloides hidrófilos depende de su grado de


hidratación. Por ello, para hacerlos precipitar se impone, como paso previo,
la desaparición de la envoltura acuosa que se interpone entre la micela y la
sustancia precipitante, lo que se consigue agregando a la solución una
cierta cantidad de electrolito que, en lugar de actuar conforme a la regla de
Hardy-Schulze, lo hace de acuerdo con su naturaleza en un orden
determinado, conformando lo que se ha dado en llamar la serie de
Hofmeister que, para los casos en que se quieren precipitar micelas de
soluciones neutras o ligeramente alcalinas, adoptan la siguiente
disposición:
Aniones:
SCN < I < NO < Cl < Acetato < Fosfato < SO4 < Tartrato < Citrato
Cationes:
Cs < Rb < K < Na < Li < Ba < Sr < Ca < Mg
De acuerdo con esta ordenación, los iones más activos son el citrato y el
magnesio y los menos activos, el sulfocianuro y el cesio.
• Preparación y usos de los coloides.

You might also like