18 :ev 2 al 8 de enero de 2011
Reaparece
la Virgen de Belén
MIGUEL Norbert Ubarri
Para El Visitante
En 1972 desapareció de la Iglesia San
José del Viejo San Juan la milagrosa ta-
bla de la Virgen de Belén. Pero la buena
noticia es que dentro de algunos meses
reaparecerá una reproducción de la ori-
ginal.
La Virgen de Belén pertenece al am-
plio grupo de representaciones marianas
conocido como de la Virgen galactotro-
fusa o “de la Leche”. De ahí que en Puerto
Rico también se la conozca como “Virgen
de la Leche”. La nuestra es un óleo sobre
tabla, atribuido a la escuela de Rogier Van
der Weyden, quien fue pintor de Bruse-
las (en lo que hoy es el Reino de Bélgica)
desde 1436 hasta su muerte, en 1464. La
imagen apareció en Puerto Rico posi-
blemente en torno a 1522, en brocal del
aljibe que servía al convento antiguo de
los Padres dominicos. En su Biblioteca
Histórica, Alejandro Tapia nos recuerda
una piadosa tradición sobre el origen de
la devoción a la Virgen de Belén: “estuvo
muchos años en el dormitorio del Con-
vento, en altar particular, y por tradición
se tiene que le cantaban algunas noches
maitines los ángeles y siempre los religio-
sos de aquel convento y muchos vecinos
la han tenido y tienen en suma venera-
ción.” A lo largo de los siglos, nuestro
pueblo la ha venerado con al menos dos
títulos: “protectora” y “compatriota”.
El primer título “protectora” lo reci-
bió a raíz de un acontecimiento histórico.
En 1797 se corrió la noticia que el pirata
inglés Abercromby atacaría la ciudad de
San Juan. El obispo Zengotita dio órdenes
para que todos los días se llevaran a cabo
rogativas en todas las parroquias. Estas
rogativas “eran súplicas del pueblo cris-
tiano para implorar misericordia divina en
su lucha contra los ingleses. Eran proce-
siones acompañadas de cantos y letanías
en las cuales sus participantes llevaban en
las manos velas o antorchas. Las rogativas
de 1797 estaban formadas principalmen-
San Juan
te por las mujeres. El cuadro de la Virgen
de Belén fue paseado en procesión por la
ciudad pidiendo auxilio contra los invaso-
res”. (M. Rodríguez León, El obispo Juan
Alejo de Arizmendi, 2003, pág. 133)
La ciudad se libró del ataque del in-
por las diócesis
vasor. El milagro se le atribuyó a la Virgen
de Belén quien, a partir de este momento,
se convirtió en la “protectora” de la ciu-
dad. Esta rogativa la recuerda una escul-
tura que hoy se yergue frente a la bahía,
muy cerca de la Puerta de San Juan. El
sucesor de Zengotita, Don Juan Alejo de
Arizmendi, primer obispo puertorrique-
ño, le tuvo mucha devoción; asimismo
la familia Power y Giralt y nuestro pintor
puertorriqueño José Campeche, quien
reprodujo la tabla original muchísimas
veces, para responder a las peticiones de
sus devotos.
La devoción se extendió por toda la
isla. Una hornacina del retablo del altar
mayor de la parroquia San Isidro Labra-
dor de Sabana Grande contiene una talla
de madera de la Virgen de Belén, atribui-
da al escultor sangermeño don Felipe de
la Espada.
El segundo título “santísima compa-
triota” de todos los puertorriqueños se lo
dio el siervo de Dios don Gerónimo Use-
ra en la novena que él mismo escribió en
1858, y que hemos recuperado gracias
a un rarísimo ejemplar que encontró la
Madre Blanca María Ocasio O.Carm., en
el archivo de las Madres Carmelitas del
Monasterio de San José en Trujillo Alto.
En la introducción dice: “abrid por donde
queráis la corta pero gloriosa historia de
este pueblo, de la isla entera, y encontra-
réis recuerdos de las grandes misericor-
dias que en todos tiempos y ocasiones
ha alcanzado para nosotros la Santísima
Virgen de Belén.”
La reproducción de esta novena, ree-
ditada en 1944, está disponible en las Li-
brerías Paulinas y en la Parroquia Santa
Teresita, en Santurce.
(La segunda parte de este ensayo será
publicada en una próxima edición.)