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COLOMBIA 1821

Congreso de Cúcuta

El Congreso de Cúcuta fue una asamblea donde se redactó y aprobó la


Constitución de Cúcuta, carta magna que dio origen a la Gran Colombia. Fue
instaurada por Antonio Nariño1 y en ella participaron Simón Bolívar, Francisco
de Paula Santander y otros importantes próceres de la independencia. Inició el
30 de agosto de 1821 y culminó el 3 de octubre del mismo año. La asamblea
se llevo a cabo en lo que hoy se conoce como Templo Histórico de Cúcuta, el
cual está ubicado en el Parque de la Gran Colombia junto con la casa natal de
Francisco de Paula Santander.

Constitución nacional 1821

Directrices de la Constitución Nacional

El Congreso elegido en Angostura se reúne esta vez en Villa del Rosario, en


Cúcuta, a principios de 1821.

Tras la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, que dio oficialmente la


independencia de Venezuela, y luego de la liberación de Caracas, Cartagena,
Popayán y Santa Marta, el 18 de julio se reanudó con mayor ímpetu los
trabajos de constitucionales en Cúcuta para incluir las regiones recién
emancipadas.

El 30 de agosto de 1821 es proclamada la Constitución de Cúcuta y se expide


el 12 de julio. Estas se ha considerado como la primera Constitución de
Colombia que estuvo vigente durante la Gran Colombia hasta su disolución
1831. Esta constaba de 10 capítulos y 191 artículos:

Promulgó la liberación progresiva de la esclavitud: los hijos de padres esclavos


serían libres al llegar a los 21 años de edad, y creó un fondo para asegurar que
los esclavos que se fueran liberando tuvieran medios para subsistir. El fondo
recolectaba porcentajes que variaban desde el 0,15% hasta el 10% de las
herencias. Esto sucedía 42 años antes de la abolición de la esclavitud en los
Estados Unidos. (Véase libertad de vientres y abolicionismo)

Acabó con la Inquisición e hizo reformas relativas a los obispos, arzobispos y


algunos bienes de la Iglesia.

El Gobierno de Colombia se declaró popular y representativo.

Ratificó estar conformada por tres grandes departamentos: Cundinamarca,


Venezuela y Quito. Los departamentos grandes estaban divididos en 7
departamentos corrientes sin contar los de Panamá y Quito que estaban por
definirse; tres de Venezuela: Orinoco, Venezuela y Zulia, y cuatro de
Cundinamarca: Bogotá, Cundinamarca, Cauca y Magdalena. Cada
departamento estaba dividido en provincias, las provincias en cantones y los
cantones en cabildos y municipalidades, y estos eran parroquias o estaban
divididos en parroquias. Venezuela estaba formada por 10 provincias,
Cundinamarca por 13 a las cuales se sumarían 2 de Panamá, y Quito por 7.

Cada parroquia tendría una Asamblea que se reuniría cada cuatro años, el
último domingo del mes de julio. Los miembros de estas Asambleas
designarían los electores de los cantones, que deben tener más de veinticinco
años, poseer en bienes raíces más de quinientas piastras o trescientas de
renta.

Éstos se constituirían en Asamblea provincial de electores que se reunirían


cada cuatro años el día primero de octubre para elegir el presidente y
vicepresidente de la República, el senador del Departamento y el
representante o representantes de la provincia. Estos funcionarios
departamentales ejercerían su función durante cuatro años.

Podían votar los mayores de veintiún años que sepan leer y escribir y posean
cien piastras.

El Congreso estaría formado por dos cámaras: la del Senado y la de


Representantes. Los senadores serían nombrados por un período de ocho años
y los representantes por un período de cuatro años.

Para ser Senador se exigió tener treinta años, ser criollo por nacimiento, poseer
propiedades inmuebles por valor de cuatro mil piastras o una renta anual de
quinientas piastras, ejercer una profesión liberal, y en caso de ser extranjero,
llevar doce años establecido en el país y poseer bienes inmuebles por valor de
diez y seis mil piastras.

Se elegirían cuatro senadores por Departamento: dos por ocho años y dos por
cuatro. Estas diferencias se dirimirían a la suerte con objeto, dice la ley, de que
el Senado se renueve cada cuatro años.

La Cámara de representantes se compondría de los Diputados elegidos a razón


de uno por cada 30.000 habitantes. Cuando los representantes llegaran a cien,
se elegiría un diputado por cada 40.000 habitantes y aun por cada 50.000,
hasta que la Cámara está integrada por ciento cincuenta diputados.

Para ser diputado se necesitaba tener veinticinco años y propiedades por valor
de dos mil piastras o quinientas piastras de renta, o ser profesor. Había que
haber residido dos años antes de la elección, u ocho en caso de no haber
nacido en Colombia, y en ésta, además, tener bienes raíces por valor de diez
mil piastras.

La Cámara de Representantes tendrían la facultad exclusiva de acusar ante el


Senado al presidente, al vicepresidente de la República y a los ministros de la
Alta Corte de Justicia.

Para ambas Cámaras dispone la Constitución que las sesiones sean públicas;
que los principales funcionarios públicos queden excluidos de las funciones
legislativas; que sus miembros gocen de inmunidad mientras duran sus
funciones, y que devenguen un sueldo.

El Poder Ejecutivo está constituido por un presidente y un vicepresidente,


elegidos por cuatro años, que no pueden ser reelegidos y que, en caso de
muerte, son sustituidos por el presidente del Senado. El presidente tendría un
sueldo de treinta mil piastras por año, y el vicepresidente, de diez y seis mil.

Cada departamento estaba administrado por un Intendente nombrado por el


presidente y un Gobernador que estaba bajo las órdenes del intendente.

Establece los cargos de ministros, consejo, tribunal supremo y reglamenta


cada uno de los cargos.

El Congreso eligió por votación como presidente de la República a Simón


Bolívar y vicepresidente a Francisco de Paula Santander, pero como Bolívar
estaba ausente Santander toma la Presidencia y Nariño la vicepresidencia.

El 24 de mayo de 1822 Quito sella su independencia en la Batalla de Pichincha;


y el 9 de diciembre de 1824 se sella la de Perú (hoy Perú y Bolivia) en la Batalla
de Ayacucho. Perú y Bolivia nunca llegaron a formar parte de la Gran Colombia
pero comparten con Ecuador, Venezuela y Colombia el título de Países
Bolivarianos por haber sido repúblicas liberadas por Simón Bolívar quien
mereció el título de Libertador y ser considerado el primer presidente oficial de
cada una de ellas.

Colombia 1825

La cosiata

La Cosiata (de la cosa esa) o revolución de los morrocoyes fue un movimiento


político que estalló en Valencia llevado a cabo por el general José Antonio Páez
el 30 de abril de 1826 con la finalidad de separar a Venezuela de "La Gran
Colombia". Originalmente no tuvo la intención de separar a Venezuela de la
Gran Colombia, sino de exigir la reforma de la Constitución de Cúcuta y
anunciar su rompimiento con las autoridades de Bogotá, aunque
manteniéndose bajo la protección del Libertador. Un movimiento similar hacia
1829 logró la separación completa del departamento de Venezuela de la
antigua Colombia. Los críticos de Páez consideraron que con este evento
traicionaba a Simón Bolívar y su idea unificadora, para conseguir la formación
de la República de Venezuela, auspiciada en gran parte por "José Antonio
Páez".

Carlos Soublette afima en 1826: «El nombre de colombiano es la cosa más


destituida de significación, porque nos hemos quedado tan venezolanos,
granadinos y quiteños como lo éramos antes, y quizás con mayores enconos».
Lo cual comprueba -afirma Vallenilla Lanz- que la Colombia de Bolívar no fue
jamás una nación, sino un Estado Militar».

El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad militar. En carta a
O'Leary, fechada en Guayaquil, el 13 de septiembre de 1829, dícele Bolívar:
«Los hombres y las cosas gritan por la separación, porque la desazón de cada
uno compone la inquietud general. Últimamente la España misma ha dejado de
amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es ya
necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentración de fuerzas
contra la metrópoli».

La Constitución de Cúcuta causó malestar entre los venezolanos, y fue jurada


en Caracas bajo protesta por la Municipalidad. Santander en la Vicepresidencia
de la República, y la escogencia de Bogotá como capital, fueron también
puntos de discordia. En Venezuela, pues, se veía con disgusto una unión con
los granadinos que en nada la favorecía. La constitución central, que no podía
ser reformada antes de 10 años, preveía ciertas medidas federales con el paso
del tiempo, pero dependía de la cultura de acatar la constitución y la ley.

Mientras bandas de bandoleros pululaban en Venezuela que estaba


recuperándose de la guerra emancipadora, ante el temor de una supuesta
Santa Alianza, mediante la cual se estaría formando en Europa un poderoso
ejército para reconquistar a América, Santander decreta el 31 de agosto de
1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos, de dieciséis hasta
cincuenta años, con las excepciones del caso.

Fue una orden terminante, reiterada, y quizás por la misma repugnacia que
causaba a Páez su cumplimiento, el Jefe llanero demoró su ejecución casi todo
el año siguiente. En la capital de Venezuela, existía el "Club de Caracas", entre
ellos, el coronel Francisco Carabaño o el periodista Antonio Leocadio Guzmán y
el doctor Miguel Peña, estos dos autores del proyecto de coronación de Bolívar.
Esta circunstancia fue aprovechada para preparar un coup d'État.

El llamado general a alistamiento por el general venezolano fue un completo


fracaso, pues en un principio solo pudo reunir 800 ciudadanos; a pesar de todo,
el ciudadano general de brigada Juan Escalona, intendente del departamento
de Venezuela, ofreció su valiosa cooperación para hacer cumplir el decreto. Al
hacer una segunda y tercera convocatoria con el mismo resultado, que el
historiador David Bushnell atribuye a la incapacidad de los venezolanos de
formar milicias nacionales en comparación con Nueva Granada, Páez ordenó a
tropas de los batallones "Anzoátegui" y "Apure" que condujeran a todos los
ciudadanos que fueran encontrados en las calles para encerrarlos en el
convento de San Francisco, autorizó a las tropas para que allanaran las casas y
abrir fuego si era necesario; al comienzo de saqueos, violaciones y asesinatos,
el general venezolano se divertía en las riñas de gallos. Existen historiadores
que niegan esta version y se inclinan hacia la hipótesis de que José Antonio
Páez fue llamado por el senado de Bogotá por no haber cumplido la orden de
alistamiento oportunamente. Siempre permaneció la amenaza de una flota
española enviada con la finalidad de reconquistar sus antiguas colonias, hasta
el punto que en carta del 6 de julio de 1826, Santander mencionaba a Bolívar
que: "En el oficio de Páez a Ud., escrito por el animoso Peña, me han llenado
de groseros e inmerecidos insultos. Ud. sabe cuál ha sido mi conducta con
Páez, con Venezuela y con toda la República; sabe a cuáles disposiciones del
Congreso he concurrido y a cuáles me he opuesto; sabe mi repugnancia a que
se acusase al general Páez, y los pasos que di para impedirlo, y sabe, en fin,
que mi carácter es franco y sincero. Yo espero que Ud. me haga la debida
justicia, si le responde, y si no, en cualquier acto público, pues mi honor como
magistrado puede padecer por estas indignas venganzas del doctor Peña. Ud.
es justo, y hace justicia sin consideraciones humanas. Esta confianza me anima
y consuela en el presente caso […] Me parece que Ud. debe contar a todo
trance con Urdaneta, Bermúdez, Carreño, Padilla y todos los pardócratas para
oponerse a los planes monárquicos de Páez y Carabaño. Páez se imagina ser el
príncipe reinante en Venezuela, y por eso está tan embullado. Montilla, no
reconoce semejante reyezuelo. Quizá han pensado en ganarme ofreciéndome
el principado de Cundinamarca; pero yo vivo más contento de ciudadano en un
régimen en donde nada hay vitalicio y las leyes tienen vigor por su propia
fuerza… Deseo mucho, mucho hablar con Ud. antes que vaya a Venezuela.
Importa, pues conociendo el país colombiano y a muchos hombres, puedo
darles informes oculares y cuantas noticias Ud. quiera. La escuadra española,
compuesta de un navío de 74, dos fragatas de 50 y dos de 44 y una goleta, ha
estado el 9 frente a Santa Marta, y el 14 frente a Cartagena. No es cosa de
cuidado… Soy de Ud., mi general, su más agradecido servidor y fiel amigo, F.
de P. Santander".

Cumplió, pues, enérgicamente, el decreto. El Intendente y el Concejo de


Caracas lo acusaron de hacer una recluta con excesos y abusando de su
autoridad. Desgraciadamente, la acusación contra Páez prosperó en el Senado
de Colombia, al ser admitida el 27 de mayo por 15 votos contra 6. Santander
envió su informe al Congreso, y al final dice que no habiendo tribunal que
juzgue a Páez, le corresponde esa función al Congreso. El Senado, en efecto,
suspende a Páez de la Comandancia General y le llama a Bogotá para que
responda los cargos en su contra.

Cabe aquí la expresión de Bolívar, que lo estaba previendo todo: «A mis ojos, la
ruina de Colombia está consumada desde el día en que usted fue llamado por
el Congreso». El general Páez había manifestado que llegaría a Bogotá para
comparecer ante el Senado, que iba a juzgarlo.

Enviando la documentación correspondiente para presentar el informe de la


situación solicitado, el Vicepresidente Santander aprovechó para solicitar que
el Congreso procediera con mucha prudencia en una crisis política que estaba
afectando la relación entre Caracas y Bogotá; y también recordó la brillante
trayectoria del general Páez y la necesidad de contar con su persona si era
posible por el bien de la Unión. En carta del 30 marzo de 1826 a su viejo
camarada de armas, decíale: "...A S. E. el general Páez, etc., etc... Mi querido
general, compañero y amigo: Tengo el disgusto de anunciarle que el Senado,
por una mayoría de votos, ha admitido la acusación intentada contra usted por
la Cámara de Representantes. Bien sensible me ha sido este procedimiento,
aunque puedo asegurar a usted, por lo que he entendido, que no ha habido
animosidad por parte del Senado. Se presenta a usted una nueva ocasión de
acreditar sumisión a la ley y de poner en claro su conducta militar en los
sucesos del día 6 de enero pasado en Caracas con motivo del alistamiento.
Debe usted, para lograrlo, hacerse de documentos bastantes que comprueben
los motivos urgentes que le impelieron a destacar partidas de tropa armada
por las calles, la conducta que ellas observaron, las órdenes que les dieron, y el
tiempo en que permanecieron en la operación de recoger gente, porque parece
que a este punto está reducido el capítulo de acusación. Yo puedo anticipar la
opinión de que con tales comprobantes, el juicio será favorable a usted,
quedará satisfecha la opinión pública, vindicado el Gobierno que le confió a
usted la comandancia general, y confundidos sus enemigos. Tenga usted
confianza en la integridad de los senadores; ellos respetan mucho la opinión
general y tienen probidad para no fallar por pura pasión e intereses privados.
Seis de ellos, a saber: el general Padilla, el teniente coronel Márquez y los
señores Maldonado, de Guayaquil, Briceño, de Trujillo, Espinosa, de Quito, y
Arroyo, de Popayán, no han votado por la admisión de la acusación. Es
superfluo en estas circunstancias que yo ofrezca a usted mis servicios
personales, pues usted sabe que me he considerado siempre su amigo, y este
título debo acreditarlo en ocasiones como la presente. Yo facilitaré a usted
cuantos medios legales estén a mi alcance para que usted logre la más
solemne y completa vindicación. Usted me avisará oportunamente cuando
llegará a esta capital, y cuanto puede necesitar en ella. Deseo ardientemente
hacer a usted cualquier servicio útil y coadyuvar a dejar bien puesto su honor y
reputación, y salvos los derechos del pueblo. Si usted quiere usar el informe
que dí a la Cámara de Representantes en este negocio, puede usted pedirlo
oficialmente; en él me parece que procuré inclinar a la Cámara a suspender su
deliberación hasta que estuviera mejor comprobado el cuerpo de la falta grave
que se imputaba a usted, con otras reflexiones que me parecieron justas,
conforme a los principios liberales, y conducentes a asegurar todo
procedimiento. No se acongoje usted por este suceso. Si usted es inocente, la
verdad al fin triunfará; otros inocentes han sido en las repúblicas antiguas
víctimas ilustres de un partido o de sus enemigos. Milcíades [...roto] fue
sepultado en prisiones. Temístocles vencedor en [...roto] tuvo que refugiarse
donde el enemigo de su Patria. Phoción [...roto] es desterrado. Camilo sufre
diversas expatriaciones; Scipión es acusado ante el Senado. Innumerables son
los ejemplos de la historia. Venga usted oportunamente y venga con la
confianza de que en Bogotá tiene amigos entres quienes no soy el último, y de
que el tribunal ante quien ha de presentarse es íntegro e ilustrado… Soy de
todo corazón su amigo y compañero... F. de P. Santander".

Páez no acudirá a ese llamado. Como comandante general de Venezuela,


entregó el mando a su acusador Juan de Escalona, pero se declaró en franca
rebelión, asesorado por quienes creyeron que el Congreso sería el cadalso del
hombre fuerte de Venezuela, fresca como estaba la muerte de Leonardo
Infante, un oficial venezolano a quien se le siguió considerada injusta causa y
atroz sentencia. En realidad, no tenía por qué ir a Bogotá. Y en esto tuvo en
Bolívar su principal apoyo.

El general Rafael Urdaneta le escribió una carta al Vicepresidente Santander


con fecha del 13 de mayo de 1823 informándole: "Se realizó mi funesto
pronóstico respecto de Páez: mi comunicación oficial que conduce el oficial
Rueda reimpondrá de todo, si ya no lo estuvieses de oficio; te aseguro que lo
he sentido sobre mi corazón, y no le echo la culpa sino a Peña, pues yo sé que
está al lado de Páez, a cuya sombra puede salvarse".

La Municipalidad de Valencia, que se había reunido el 27 de abril, analiza el


caso de Páez, y ante la imposibilidad de trocar de alguna manera el dictamen
del Congreso, acuerda expresar su resentimiento a Páez por la suspensión de
su cargo y se muestra confiada en que justificará ante el Senado su inocencia.

La agitación se extendió por toda la ciudad carabobeña. Al recibir Escalona la


Comandancia General, se produjeron desórdenes, y hasta tres muertos hubo,
que fueron presentados en la plaza.

El 30 de abril volvió a reunirse la Municipalidad en virtud de que el pueblo se


había amotinado para aclamar a José Antonio Páez y pedir su reposición como
Comandante General.

Dicho de otra manera: al ídolo se le arrancó de cuajo de su casa, lo cargó la


multitud en hombros, lo llevó hasta la Municipalidad y lo instaló en su trono
para que desde ese día mandara, como en efecto mandó, porque el ilustre
Concejo de Valencia, «considerando inevitable el suceso, y coincidiendo con la
voluntad general del pueblo, determinó: que Su Excelencia reasumiese el
mando».

La Municipalidad de Caracas, que con tanto celo había actuado contra Páez
ante el Senado de Colombia, originando de paso su suspensión, ahora lo
apoya. En sesión multitudinaria del 5 de mayo de 1826, los concejales
caraqueños se sumaron al pronunciamiento de Valencia -un verdadero golpe
de Estado-. Hubo combates entre tropas rebeldes y leales a la constitución,
una guerra civil y cuando Páez llegó a sitiar nuevamente a Puerto Cabello, la
mitad del batallón "Apure" se amotinó en defensa de la constitución.

El 14 de mayo de 1826 Páez, ahora jefe civil y militar de Venezuela, prestaría


juramento ante el Gobernador Peñalver «por Dios y los Santos Evangelios,
ofreciendo guardar y hacer guardar las leyes establecidas, con condición de no
obedecer las nuevas órdenes del gobierno de Bogotá».

Poco después se dirige a Caracas. ¿Cómo fue recibido Páez en Caracas? El


relato de la época nos lo pinta con vivos colores. Había llegado a la capital el
19 de mayo, a las 6 de la tarde. En medio de la más entusiasta aclamación,
montado en pelo, para demostrar su llanería: «y de entre una nube de polvo se
adelanta un jinete sin silla, medio húsar, medio pastor, cubierto con una gorra
encarnada y cabalgando como un discípulo de Franconi. A medida que avanza,
modera su marcha, sonríe a la muchedumbre, saluda a los hombres con la
mano y a las hermosas caraqueñas con miradas y besos. En su camino se
hallan tres casas pertenecientes a la familia del Libertador. Las damas están a
la reja: él se yergue, después se inclina respetuoso; y al instante el pueblo, que
lo ha comprendido, grita como para hacer tumbar las montañas: «¡Viva
Bolívar! ¡Viva Páez! ¡Viva Venezuela!»
En la proclama de ese mismo día 19 a los venezolanos, Páez confirma: «El
Libertador Presidente será nuestro árbitro y mediador, y él no será sordo a los
clamores de sus compatriotas».

Cuando días más tarde, el 25 de mayo, le escribe al Libertador, le pedirá:


«Véngase usted a ser el piloto de esta nave que navega en un mar proceloso,
condúzcala a puerto seguro, y permítame que después de tantas fatigas vaya a
pasar una vida privada en los llanos de Apure, donde viva entre mis amigos,
lejos de rivales envidiosos, y olvidado de una multitud de ingratos que
comienzan su servicio cuando yo concluyo mi carrera».

Obsérvese cómo en todos los pronunciamientos, en todas las manifestaciones


y en la correspondencia, la figura de Bolívar se conserva incólume, venerada
por todos. Sí es verdad que se está contra el Gobierno de Bogotá y contra las
insidias de Santander; es cierto que se piden reformas a la Constitución de
Cúcuta y se acelere la convocatoria de la próxima Convención. Pero
abiertamente no se ataca a Bolívar, aunque se le llegaría a prohibir pisar
Venezuela, y los promotores de esta Revolución de La Cosiata, se mantienen
dentro del ámbito de Colombia y bajo la autoridad del Libertador.

Fernando Peñalver era uno de los pocos -contando a los familiares- que tuteaba
al Libertador, y a pesar de su responsabilidad terminaría negándose a
reconocer la autoridad de Páez y trasladándose a territorio leal. Por eso puede
leerse en una carta suya: «El General Páez manifiesta por ti el mayor respeto y
consideración, y te ha proclamado en el ejército y en todas partes. Aunque dice
que no recibirá órdenes de Bogotá, ha ofrecido mantener las cosas en el
estado en que estaban, sin hacer ninguna novedad hasta que vengas y
resuelvas lo que te parezca conveniente». Con el temor de una guerra civil
compartida por Bolívar y Santander aunque variando en algunos métodos, Páez
y los militares que participaron en la rebelión fueron anmistiados e incluso
fueron premiados y recibieron ascensos, y el propio Páez recibió la espada
forjada para Bolívar en el Perú, mientras que los comandantes generales y las
tropas leales que habían contado con control de toda Venezuela excepto
Caracas y bajo Apure fueron reprobados. Mientas el doctor Miguel Peña y el
coronel José Hilario Cistiaga eran despachados como emisarios por Páez y
tocaron la fibra sensible de Bolívar, el coronel Guillermo Fergusson, entonces
primer ayuda de campo del general Bolívar que comandaba un batallón en la
vanguardia, había recapturado el oeste de Venezuela en solamente 2 días al
derrotar a cuatro batallones de milicias y ocho escuadrones de caballería
apoyados por cuatro piezas de artillería, reaccionó completamente
escandalizado y ordenó arrestar inmediatamente a los mensajeros aunque era
tarde. Cuando el general Páez le anunció que llegaba a Venezuela como simple
ciudadano, el Libertador le respondió:
"¿Qué podré yo hacer como un ciudadano? ¿Cómo podré yo apartarme de los
deberes de magistrado? ¿Quién ha disuelto a Colombia con respecto a mí y con
respecto a las leyes? El voto nacional ha sido uno sólo: reformas y Bolívar.
Nadie me ha recusado, nadie me ha degradado. ¿Quién, pues, me arrancará
las riendas del mando? ¿¡Los amigos de usted y usted mismo!? La infamia sería
mil veces más grande por la ingratitud que por la traición. No lo puedo creer.
Jamás concebiré que usted lleve hasta ese punto la ambición de sus amigos y
la ignominia de su nombre. No es posible, general, que usted me quiera ver
humillado por causa de una banda de tránsfugas que nunca hemos visto en los
combates. No pretenda usted deshonrar a Caracas haciéndola aparecer como
el padrón de la infamia y el ludibrio de la de la ingratitud misma. ¿Qué no me
deben todos en Venezuela, y hasta usted no me debe la existencia? El Apure
sería la habitación del vacío, el sepulcro de sus héroes sin mis servicios, sin mis
peligros, y sin las victorias que he ganado a fuerza de perseverancia y de
penas sin fin. Usted mi querido general, y los bravos de aquel ejército, no
estarían mandando en Venezuela, y los puestos que la tiranía les habría
signado serían escarpias y no las coronas de gloria que ahora ciñen sus
frentes... Yo he venido desde el Perú [llamado insistentemente por Santander
desde antes] por evitar a usted el delito de una guerra civil: he venido porque
Caracas y Venezuela no volvieran a mancharse con la sangre más preciosa. ¡Y
ahora me quiere usted como simple ciudadano! ¡Sin autoridad legal! No puede
ser. Este título me honraría millones de veces recibiéndolo por fruto de mi
desprendimiento... No hay más autoridad en Venezuela sino la mía, se
entiende suprema. El Vicepresidente mismo ya no manda nada aquí, como lo
dice mi decreto. Ya no habrá motivo para queja ni desobediencia. El origen del
mando de usted viene de municipalidades, data de un tumulto causado por
tres asesinatos. Nada de esto es glorioso, mi querido general”.

Por estos días el Libertador estaba más que entusiasmado con su Constitución
Boliviana. A todo el mundo escribía recomendándola. A Páez, que como
caudillo se rebelaría nuevamente, lo volvería a traicionar y separaría a
Venezuela de la que fue primer presidente, le envía con O' Leary «muchos
ejemplares», consciente de que esa Constitución «abraza los intereses de
todos los partidos, da una estabilidad firme al gobierno unida a una grande
energía y conserva ilesos los principios que hemos proclamado de libertad e
igualdad». El coronel Daniel Florencio O’ Leary con la Constitución boliviana
había sido enviado a Venezuela en 1826, y con escala en Bogotá, intentó
convencer sin éxito a Páez de detener la rebelión aunque tenía "pruebas
positivas de la buena fe y la amistad del general Santander", por quien sentía
antipatía pero se conocían como hombres de honor, y pidió su castigo, por lo
cual cayó en desgracia y su antipatía se convirtió en odio e intentó hacer todo
lo posible por reivindicarse a ojos de Bolívar.
Tanto deseaba el Libertador que la Constitución de Bolivia fuera asimilada por
los colombianos, que podría asegurarse que esta revolución de Venezuela
convenía a esas intenciones de Bolívar, pues pidiendo los venezolanos reforma
constitucional, como en efecto la pedían, se allanaba el camino....

Colombia 1830

Disolución

Lo que aceleró la separación de Venezuela y la Gran Colombia fue la rebelión


militar del general José Antonio Páez, que aceleró la convocatoria de la Gran
Convención y la discrepancia de opiniones entre federalistas y centralistas.
Quito no había tenido una representación real en las deliberaciones
constitucionales y solo fue hasta 1822 que se une a la Gran Colombia. A pesar
de existir apoyo a la Constitución de Cúcuta, más específicamente en
Guayaquil, Quito y Venezuela ansiaban una constitución federalista, y una que
les permitiera tener un control y libertad regional sin imposiciones centrales
fuertes; en particular el cuerpo militar venezolano esperaba ejercer más poder
en su region. A los miembros del ejército se les había permitido votar en las
elecciones desde la Constitución de Cúcuta en especial como justo
reconocimiento al esfuerzo realizado en las campañas libertadoras. En 1827 el
congreso decide reducir ese derecho e hizo un cambio constitucional para
excluir desde los sargentos hacia abajo y solo podían votar los oficiales.

En Abril de 1828 se reúnen en Ocaña los representantes de los municipios


(parroquias) para elegir el congreso constituyente que reformaría la
Constitución de Cúcuta. Los Santanderistas (federalistas) lograron una gran
representación. La angustia de los Bolivarianos fue tal que decidieron
abandonar las deliberaciones por lo cual no se logró el quórum. Esta
incapacidad para ejercer la democracia y de resolver los conflictos bajo el
diálogo, la negociación y el voto, optando más bien por el abandono, fue un
comportamiento que persiguió como mal fantasma a los partidos tradicionales
durante el siglo XIX y XX, fue causa generadora de violencia. A pesar de todo
se nombran los miembros en las elecciones del 1 de julio de 1828.

Bolívar con su ferviente deseo de ver una Gran Colombia unida solicita
mayores poderes como último recurso y presenta, en Agosto de 1828, una
constitución que había desarrollado en la que se incluía Perú y Bolivia (pues
Bolivia ya se había separado de Perú), con un fuerte gobierno central y una
presidencia con poderes amplios. Esa fue la chispa final que incendió a los
Santanderistas pues vieron en esa propuesta un retroceso a una monarquía y
llegaron al punto de intentar asesinar al libertador en Septiembre 25.
Adicionalmente, los líderes venezolanos vieron con bastante recelo las
intenciones de Bolívar y en Noviembre de 1829 deciden separarse de La Gran
Colombia y así lo dejan saber en la convención de Enero. Bolívar finalmente
renuncia a su posición durante la convención constitucional de Enero de 1830
(también llamada el Congreso Admirable), adicionalmente, empezaba a
mostrarse enfermo.

En Quito, al saber que Venezuela se había separado y que Bolívar se retiraba


en forma definitiva, tomaron la resolución de separarse. Y con esto se
desvanece la Gran Colombia después de 11 años de existencia.

El descontento militar y el de los grupos liberales eso les conlleva a la


dictadura del General Rafael Urdaneta. Finalmente en Diciembre de 1830
muere el libertador Simón Bolíva La separación final de Venezuela empezó a
concretarse en 1826 con el movimiento de La Cosiata y se consolidó en 1830,
cuando Venezuela dejó de formar parte de la república de Colombia o Gran
Colombia.

Desde los primeros días de su creación venían aumentando los conflictos


internos y el descontento ya que ninguno de los países mencionados estuvo
totalmente de acuerdo. Además la Nueva Granada estaba sufriendo de una
gran crisis económica y social por la guerra contra los españoles al igual que
Quito y la Capitanía General de Venezuela. Fue muy difícil sentar buenas bases
para esta república aunque se veía como la única salida para contrarrestar la
fuerte crecida de Estados Unidos que ya Simon Bolívar preveía como gran
potencia. Al no tener unos objetivos fijados esto contribuiría a dicha separación
y a la disolución final de la Gran Colombia.

Bolívar renunció a la presidencia el 4 de mayo de 1830, quedando Domingo


Caycedo como presidente interino.

A partir del 6 de mayo de 1830, se reunió en Valencia un congreso de


diputados venezolanos. José Antonio Páez declaró la autonomía de Venezuela y
promulgó el reglamento de Elecciones para la reunión del congreso
constituyente. El Diputado José Luis Cabrera, al proponerse un pacto con
Colombia, declara: «Que el enunciado pacto no puede tener lugar, mientras
exista en el territorio colombiano el General Simón Bolívar».

El 13 de mayo de 1830, el Departamento de Quito declara su independencia de


Colombia conformándose la república del Ecuador. Colombia queda así
constituida en solo la Nueva Granada y Panamá (jurídicamente Panamá
pertenecía al Departamento de la Nueva Granada).

En 1832, se crea la república de la Nueva Granada y es nombrado Francisco de


Paula Santander como su presidente.
Convención de Ocaña

La Convención de Ocaña fue una asamblea constituyente que se desarrolló en


la ciudad colombiana de Ocaña entre el 9 de abril y el 10 de junio de 1828. Su
objetivo era reformar la Constitución de Cúcuta debido a problemas que
surgieron en la Gran Colombia. En ella participaron los seguidores de Simón
Bolívar y Francisco de Paula Santander.

La convención fue básicamente una confrontación entre las ideas de ambos


próceres. Los proyectos que se discutieron fueron polémicos; en lo que
estuvieron de acuerdo los diputados, fue en la necesidad de cambiar la
Constitución de Cúcuta, que no podía reformarse antes de diez años.

José María del Castillo y Rada fue escogido como presidente y Andrés Narvarte
como vicepresidente de la convención. La Constitución de Cúcuta era criticada
por los santanderistas por apoyar demasiado las ideas centralistas de Simón
Bolívar, debido a que la contra parte apoyaba un gobierno federalista, con
autonomía regional.

Finalmente la convención no pudo terminar como estaba planeado porque los


seguidores de Bolívar se retiraron, e impusieron a este como dictador de la
enorme nación.

El libertador asumió la dictadura en un esfuerzo final para mantener la unidad


entre los antiguos departamentos.

espués del fracaso de la Convención de Ocaña, Santander partió a Cúcuta y


luego a Bogotá.

El 13 de junio de 1828, un movimiento popular en Bogotá, promovido por el


general Pedro Alcántara Herrán, intendente y comandante general del
departamento de Cundinamarca, proclamó a Simón Bolivar dictador y firmó
una carta revocando los poderes de los diputados de Bogotá a la Gran
Convención, se desconocían los actos de la Constituyente de Ocaña y se
encargó a Bolivar el mando supremo de la nación.

El 27 de agosto de 1828, Simón Bolívar promulgó el Decreto Orgánico, que


llamó "Ley Fundamental" por medio del cual asumió la dictadura y dejó sin
vigencia la Constitución de Cúcuta. El 11 de septiembre de 1828 Estanislao
Vergara, Ministro de Relaciones Exteriores comunicó a Santander que había
sido designado como Ministro Plenipotenciario de Colombia, ante el gobierno
de Estados Unidos.

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