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La Línea

Cuento Corto

Por
Ian Monroy Galindo
ianmg@yahoo.com
D.R. 2010
LA LÍNEA

Me siento aun medio crudo por las cervezas de anoche al momento de abrir los ojos en
mi cama. Ayer mientras platicaba con mi hermano sobre nuestras broncas en nuestros
respectivos empleos se fueron consumiendo las vickys y total, se acabaron y cada quien
para su casa. Hoy me levanté medio temprano pues debo de ir “al otro lado” a comprar
los famosos regalos de navidad de la familia y amigos. Me baño, arreglo mi ropa, saco
parte de la basura y pongo café en lo que termino de preparar todo lo que debo de
llevarme. Pareciera que me iré de viaje un fin de semana a algún lado. Siempre me hace
burla mi familia de las innumerables maletas que llevo o la cantidad de cambios de ropa.
“¡Ni que te fueras a ir un mes!”. Recuerdo que este año que fui a Vallarta a ver a una
amiga mi hermano le confió a mi Madre: “¿Va a ver a una amiga, o ya se está yendo con
todo y ajuar?”

Juar juar juar –que simpático dije yo cuando me contó mi madre al respecto.

En fin, ya me serví mi café, y en eso llega mi súper-chacha Benita que como siempre me
saluda muy formalmente “Buenos días señor”. Me gusta el respeto que me tiene, pero a la
vez no deja de ser medio gacho que le digan a uno señor cuando ni esposa se tiene ni
mucho menos hijos desbalagados por ahí. Esto te recuerda que ya andas rayando en
Llanero Solitario, y estas dejando de ser un galán deseable en el mercado de solteros.

Salgo de la casa ya para emprender mi camino a La Línea. Salgo de mi privada y veo a la


hija de una de mis vecinas caminando hacia la salida del fraccionamiento. Me voltea a
ver como pidiendo aventón. Camino unos metros y me meto al Oxxo del fraccionamiento
para ver si reconsidero llevarla. La verdad es que es mucho más chica que yo y se puede
malinterpretar. Me compro unas galletas y un jugo (para que desayune durante la espera
de La Línea). Salgo de la tienda y veo pasar a la chamaca con rumbo a un mercado donde
se interna para no salir. En fin, vámonos. Apenas salgo del fraccionamiento cuando otro
síntoma de edad o quizás sólo sea lo que solemos decirle a los amigos para no herirlos:
eres medio distraído; y olvidé traerme el nextel. Vas de vuelta.

Llego a la casa, subo por el aparato de telecomunicación en cuestión (pinche radio) y va


de nuevo la huida.

¡Nos tiene el municipio sitiados a los residentes de esta ciudad carajo! Por todos lados
hay desviaciones, baches, vialidades trozadas, parchadas, con desviaciones “inteligentes”
para que uno pueda salir de los laberintos en los que nos meten. Total, los miembros del
H. Ayuntamiento no viven en estas zonas de la ciudad… ¡vaya! Hasta han de vivir del
“otro lado”. ¡Malditos! Si, así mientras manejo, voy maldiciendo a nuestros
gobernantes…es terapéutico y libre de riesgos. Te desahogas en la intimidad de tu coche
sin que nadie te escuche ni te eche miradas recriminatorias porque ellos si le van a ese
partido –el que esta en el poder-. A lo mucho han de decir mis compañeros del volante
con los que comparto la vía rápida en mi transitar: mira, pobre loquito. O también: es que
trae su blue tooth….
Llego a La Línea: no está tan mal, 130 carros del lado derecho. Le calculo una hora y
media de espera. Los primeros minutos pasan sin pena ni gloria. Yo me meto en mis
pensamientos y veo como transcurre el tiempo mientras escucho canciones viejitas en la
radio. Y de pensar que cuando estabas chico te caían mal tus papas porque escuchaban
rolas viejitas de cuando eran jóvenes. Que jamás te pasaría eso a ti, le decías a tus
hermanos y amigos. ¡Ja! Toma chango tu mecate, ahí estas escuchando “oldies but
goodies”.

Siempre la espera en La Línea te permite realizar un sin fin de actividades:

a) Pasar la tijera rigurosa a tus vecinos de línea. Siempre hay el personaje que te
hace decir: ¡wow! ¡Sí existen!

b) Ponerte al tanto en el último grito de la moda al ver las prendas ofrecidas por los
vendedores ambulantes de La Línea: Sarapes con el escudo de los Raiders de
Oakland, la cobija con el Moctezuma y la India desvanecida en sus brazos (de
seguro duermes recalientito acompañados por ese par), entre otras múltiples
prendas. Ves como se perfecciona y evoluciona la oferta de los vendedores
ambulantes ahí: café que puedes ordenar con tu radio, burritos y soda, nieve o
raspados. Y hasta clamatos. ¿Que más puedes pedir? Si estás en La Línea
adecuada, tanto avanzas rápido como te toca surtirte de todo lo que se te pueda
ocurrir. ¿Por que no hacen lo mismo del otro lado? Digo, podrían vender
McTrios: McEspera, McLento, McCompras…

c) Mandar mensajes a tus cuates y amigas. Pasarles el último chisme. Recriminarlas


porque no han llamado. Llamarle a la familia para ver si no se les ofrece nada (no
quieres venir cargando cosas, pero bueno, mas vale preguntar para ahorrarte el
“¿por qué no me dijiste? Te iba a encargar el jabón de la ropa”).

d) Ver los anuncios en las mega pantallas o los espectaculares. Debería ser TJ la
capital de la silicona y la lipo. Lo curioso es que por lo menos a mi no me toca ver
a esos modelitos hojalateados que se anuncian caminar en las calles de TJ. Quizá
sean modelos “importados temporalmente” y después se regresan a sus ciudades.
Claro, el servicio medico en México es mucho mas barato que en EEUU. Pero no
sé, como que deberían de quedarse una que otra de estas aspirantes a Miss
Universo, o de jodido futuras esposas de Desperate Housewives.

e) Te puedes enterar de todos los abogaduchos que cobran a descuento sus servicios
para arreglarte tu bancarrota en EEU, tu divorcio ($399 USD, ¡que barato!)

f) Si traes tu cortaúñas, te das de paso un manicure. Si eres mujer, te terminas de


maquillar, enchinas las pestañas, o te terminas de peinar. Claro eso, si vas sola, si
vas acompañada de amigas la conversación va desde el galán de la Karen que se
metió con la gata de su secretaria y le pinto el cuerno a la pobre. “Wey, deberías
de botarlo. Si, no manches, todos los hombres son iguales. ¿Verdad que es un
perro amiga? Pero lo adoro, me ve con esos ojos tiernos del wey de Twilight. Si
amiga, tiene una mirada muy tierna tu novio.” A la bolsa de moda, los zapatos que
traía Carrie en Sex in The City. O algún chisme calientito. Siempre hay tema entre
mujeres. Quizás los que menos recursos tenemos de tema de platica en La Línea
somos los hombres: fut, viejas, borracheras, y ya. Ya otros temas serian
considerados medios “gays” entre una bola de hombres en un coche. Si, no
puedes ponerte a platicar de ropa, ni zapatos, ni nada por el estilo.
Gaaaaaaaaaaaaaaaayyyyy

Pero hoy sucede lo inesperado…mientras termino de mandar un mensaje, a dos filas de


distancia, veo a una chava. Ha de estar también meditando su lista de compras, a que
tiendas ira a visitar buscando las especiales, por que freeway se irá…vaya, todo un
tratado de compras en San Diego.

Mmmm está guapa ella. Pelo entre café oscuro y rojizo. No se ve que se maquille mucho.
No es alta – ¿o será que está vencido el soporte del asiento de su coche?-, su piel es
blanca, alcanzo a percibir que es suave, pero quizás el cristal de la ventanilla me engañe.
Sus ojos… ¿de qué color serán sus ojos? ¡No se! Pero de que los tiene bonitos, que ni
que. Su auto esta a dos filas del mío y ella lleva un coche de ventaja, es decir, ella
cruzaría antes La Línea si seguimos así. De repente mi fila se mueve, y yo acelero para
no dejar que se meta ningún auto (¡atrás perro maldito! ¡No te me metes!). Ella queda
ahora a dos carros atrás de mi fila de visión. Justo ahora La Línea tenia que moverse
rápido. No me deja verla bien, chinteguas. Yo volteo disimuladamente, que no vea que la
ando viendo. Sigue ahí, ahora como que está cantando. ¿Cuál será la canción? Solo veo
que hace “O’s” , “O’s” y un “AAAAHHHH” prolongado. Veo en una de esas pantallas
de La Línea a Morrisey: I’MMMM SOOOOO SOOOOORRYYYY
AAAAHHHAAAAHHH. Suedehead de Morrisey.

¿Cantará bonito? Quien sabe, pero por lo menos si se sabe la rola y mejor aun: le gusta
Morrisey. Es decir, es del grupo de edad. “Treinta y something”. A mí también me gusta
Morrisey y coincidencia: traigo mi CD quemado que trae mis rolas preferidas, entre ellas
la misma que ella canta. Así que empezamos un dueto de fila a fila, de coche a coche.
Sigo observándola. Su auto casi se empareja al mío. Mi fila se mueve de nuevo (¡carajo,
estate!). Cuando volteo a mirarla ella como que me había estado viendo, o por lo menos
eso pensé yo. La observo otro rato.

Tiene un cuello largo, pero insisto, quien sabe si solo sea chaparrita con un cuello largo,
lo cual la haré verse media rara con esa desproporción corporal. Trae su pelo recogido en
una colita. Siempre se les ve tan lustroso el cabello a las mujeres así. “Limpias” diría un
amigo de la familia. Checo sus manos para ver si trae un anillo de compromiso o una
sortija de boda. Nada, ¡bieeeeeen! Uno debe de fijarse en esos detalles ahora. Ya no estas
para andar pedaleando bicis ajenas. Volteo hacia el frente, mi fila avanza. Y de nuevo,
como que no queriendo, poniendo mi brazo sobre el respaldo del copiloto, volteo a verla.
Sucede lo que no quería que sucediera: me cacha viéndola. Típico, volteas la cara
rápidamente para que piense que no la estabas observando. ¡Duuuh! Dejas que pasen
unos minutos más antes de volver a intentar mirarla. Empiezo a tararear la siguiente
canción de Morrisey. Volteo primero a la fila contraria a donde se encuentra ella, como
buscando al del periódico o al de los burritos y después volteo a su lado, con la misma
finta de estar buscando a uno de esos vendedores. Y ella esta esperando a que volteara a
verla. Astuta la condenada. Nos quedamos viéndonos unos segundos hasta que el claxon
del carro de atrás de ella la despierta del letargo. Ella avanza. Ahora esta a mi misma
altura de la fila, pero con un carro en medio entre su fila y la mía. La ventana trasera de
un Toyota que trae a una niña en su carseat con los cristales todos manchados con las
huellas de las manos de la pequeña. Ella me voltea a ver.

¿Me atrevo?

¡Carajo!

Total, ¿que puede pasar? Que haga el ridículo en La Línea. Nadie más que la niña en su
carseat nos ve. Le gesticulo un “HOOOOLAAAAAA”. Pasan unos segundos. Chin, creo
que no me ve a mi sino el espectacular de atrás. Pasan más segundos y se voltea a su
asiento del copiloto y se queda agachada unos segundos más.

“Sooooy un perdedor….I’m a loooseeerrr baby, so why doon’t you kill meeeeeee!”

Finalmente voltea, y alcanzo a distinguir en un papel que pone en la ventana un “Hola,


soy Aurora. Y tu?”

Y yo gesticulo nuevamente: “ROOOOOMAAAAAAN”. Ella se me queda viendo con


cara de “¿QUE?”. ROOOOOOOMMMMMMAAAAAAAAN vuelvo a gesticular
tratando de articular cada silaba por mas tiempo, y un poco mas fuerte, aunque no creo
que ayude mucho el estar a dos filas de distancia y mucho menos con los cristales arriba
en medio del ruido de La Línea .

Ella me enseña una pluma y una hoja y me pone cara de “hey genio, ¿tienes esto a la
mano? ¡Escríbeme mejor!”. Claro, me pongo rojo ante la clara ventaja neuronal de mi
vecina Aurora. Ella sonríe. Que padre es cuando una mujer te sonríe así, y te dice, “todo
está bien” con esa sonrisa. Yo le sonrío de vuelta.

Le escribo:

RO
MAN

(La hoja es medio angosta)

Ella me escribe de vuelta:


Hola
RO-
MAN
¿Vas de compras?

Simpática la muchacha. Se ríe de ver mi cara al leer el mensaje. “QUE LINDA” le digo.
Se me queda viendo conteniendo la risa y me dice “PERDON” gesticulando. Creo que
dejo la táctica del papelito y la pluma.

De repente su fila avanza desmesuradamente…. ¡Maldita sea! La mía ni se movió medio


metro. Una panel tapa mi visión de su auto. ¿Estará volteando buscándome?

Tranquilo muchacho, me digo. Tranquis. “Pídelo y se te concederá” eso es lo que dice


una de mis amigas. ¿Se podrá evaporar la panel? Nope, algo más real. ¡Avanza maldita
fila pues! Se mueve la fila, apenas un par de metros. La panel afortunadamente queda
rezagada, y me encuentro cara a cara con la niña del carseat. Me reconoce y me agita su
manita diciéndome hola. Al parecer le divierte la función de mimos de La Línea. Me
recuerda a mi sobrino Mauricio. “¡Queeeeeeeee taaaaaaaaaaaaaaal!” Una de mis frases
que el escuincle adora repetir. Siempre nos hace reír con sus ocurrencias el carajo
chamaco. Pero mi dama de La Línea no se ve por ningún lado. ¿Se habrá cambiado de
fila? Volteo hacia atrás y no, no la veo por ningún lado.

¿Aun estaré crudo? ¿Me estará dando un ataque de delirium tremens viendo personas
imaginarias?

Mi vecina del carseat me vuelve hacer hola con su manita. Debo de corresponderle.
“Hola” le digo. Su mama se voltea para ver que esta haciendo la niña. Y me echa una
mirada fulminante. “¡Ella empezó señora!”. Me concentro de nuevo en el movimiento de
mi propia fila. Avanza unos metros más. Y se empareja de nuevo mi vecina del carseat.
Una vez más me dice hola.

Ay bomboncito, que linda, pero a la que quiero ver es a tu vecina de la derecha cosita.
¿No la has visto? Y entonces se me queda viendo como que esperando que vuelva a
escribir en mi papel. Y entonces se voltea a la derecha y su dedito índice señala algo…
¿O será a alguien? Contengo la respiración. ¿Será Aurora?

Resulta que le llama la atención el burrito bordado en el delantal de uno de los


vendedores de La Línea, claro uno de esos que vende semejante manjar gourmet. Veo
que el papa de la niña del carseat se descuida, y me le meto. Total, elimino una fila de por
medio. Así sólo será cuestión de bajar la ventana y gritarle de coche a coche. ¿Me das tu
número de celular? Eso es lo que haría cualquiera en lugar del intercambio a distancia de
mensajes en La Línea. Aun no veo donde viene ella. Espejeo por el retrovisor y no, Nada.
La misma panel a dos carros atrás de mi, luego el carro de los papas de la niña del
carseat, y luego yo. ¡Nada! ¿Pues donde anda esta escuincla?
En mi atarugamiento no recuerdo que coches había cerca del suyo. Es decir, no hay un
referente visual con el que pueda asociar su auto. Es como buscar una aguja en un pajar.
Tantos autos parecidos, tantas caras desconocidas.

Veo que en la fila en la que venia ella se descuida mi vecino de la derecha. Digo, la
lógica es contundente. La debo de encontrar en su fila. Me meto en la fila y avanzo unos
metros.

La garita se va acercando mientras tanto y ya estoy próximo a cruzar La Línea


imaginaria que esta marcada por un monolito de la frontera entre nuestro país y EEUU.
Me bajo del carro para tener una mejor visión de la fila. Me subo al estribo de la puerta y
veo hacia delante de la fila, nada. Hacia atrás, tampoco. ¿Pues donde se metió? Me
empiezo a cuestionar si no habré imaginado las cosas.

Mi vecina del carseat se empareja y nuevamente fija su mirada en mí. Ha de decir: en


efecto, esta loquito este adulto. Casi todos los adultos están medios loquitos. Vieras que
tan ciertos son tus pensamientos le contesto en mis adentros. Es tan insistente mi
constante voltear que se me acercan un par de vendedores: “¿El periódico jefe? ¿El
Norteño? ¿Esto?” “¿Burritos? ¿Cuántos?” No gracias y esbozo mi mejor sonrisa Colgate.
Me miran con enfado ambos. ¿Qué? ¡No los estoy buscando a ustedes pues! –Que genio-
me dice uno de ellos.

Me estoy resignando. Fue una visión wey. Deberé de irme a checar la vista y de paso la
neurona. Mi nueva fila cesa de moverse. Pasan los minutos. Doy el encuentro como
fortuito o de plano invención mía. Las filas de los costados se mueven más rápido y la
mía sigue inmóvil. ¡Carajo! Aparte de perder de vista a Aurora, ahora estoy atorado en
una fila sin movimiento. ¡Maldita sea!

Pasan los minutos…en mi frenética búsqueda no me he dado cuenta que ya llevo hora y
media en La Línea. Mi pronóstico se ve ensombrecido por la maniobra que me avente en
pos de Doña Aurora. Romperemos una fila para ver a Doña Aurora. Quien es ese jicotillo
que anda en pos de Doña Aurora. “Yo soy ese jicotillo que anda en pos de Doña Aurora”
canto mientras veo la pantalla ahora a mi izquierda. Bajo la mirada y ahí esta ella. ¡Pero a
dos filas de distancia! Es decir, ella me siguió e hizo la misma maniobra desesperada y
loca que yo hice buscándola a ella.

Se me queda viendo, abre la boca y la mueve de un lado a otro diciendo no puede ser.
Baja su frente y se pega contra el volante dos veces. Y me quedo expectante a su
reacción. La veo que suelta una carcajada. Como me gustaría estar en su coche
escuchándola reír. Yo me empiezo a reír también ante lo ridículo de nuestra persecución
y su resultado. Me río hasta que me duele la cabeza y me volteo a verla. Se limpia unas
lágrimas provocadas por su risa. Yo hago lo mismo.

De repente la panel se interpone entre ella y yo. ¡NOOOOOOOOOOOOOO!

Avanza mi fila bastante.


Volteo hacia atrás y a dos filas y no la veo. De repente la veo dos coches delante de mí.

Me voltea a ver. Yo la veo y distingo en su mirada desesperación.

Nos emparejamos de nuevo. Me muestra su celular como preguntándome si traigo uno.


Asiento con la cabeza que si. Ella mueve su cabeza como diciendo, vaya pregunta tonta.
TODO mundo ahora trae celular.
Me apunta su número: 168-62-95.

Lo digito en mi celular. Le doy send. Suena un par de veces y contestan: ¿Aurora?

Aquí no vive Aurora me dice una voz aguardentosa.

La panel se vuelve a interponer entre yo y ella. Pasan border patrols con su perro
husmeando. Trato de no estar volteando mucho por lo exagerados que son estos cuates.
Ya he avanzado tanto que estoy a dos carros de cruzar y no veo a Aurora por la maldita
panel en medio. ¿Cuál clave lada es si no es de TJ?

Avanza mi fila y ya me toca presentarle mi visa al vista. Le digo buenos días caballero al
tiempo que le doy mi visa. ¿A dounde vaa? ¿Qué traei de Mejicou? Nada, caballero. ¿En
su cajuela? Nada, pero le abro si quiere. Nou, have a nice day.

No puedo marcarle aun estando dentro de la garita. Avanzo por el circuito y tomo
finalmente el freeway. ¿Dónde me paro para llamarle? No la veo cerca en los carros que
pasan. Aminoro mi marcha con la esperanza de que se me empareje. ¿Cuál tomo? ¿El 5 o
el 805? ¿Ira a fashion o a Otay? ¿Dónde hay más centros comerciales? ¿Por el 5 o el
otro? ¡Carajo! Parezco un hombre a un ataque de nervios. Izquierda, derecha, izquierda,
derecha… ¡¡Izquierda!!

Tomo la primera salida disponible donde haya un centro comercial muy cerca de la
garita. Me estaciono. Bajo del coche. Veo el número marcado. Ok, no es de Tijuana.
¿Ensenada o Mexicali? Marco primero con la lada de Mexicali. Contesta una grabación
en ingles. ¡Maldita sea se debe de marcar con un uno si es celular! Llamo al de Mexicali
de nuevo y entra una contestadota: Esta usted marcando a la extensión del Ingeniero
Pedro Dávalos, favor de dejar su mensaje. Esa no es.

¿Será gringa? Total, no pierdo nada. 619 y su numero, y me contesta una anciana
somnolienta. Sorry wrong number ma’am articulo. Ok, con la lada de ensenada. Suena y
suena La Línea y nadie contesta. Marco con la área de San Diego. Wrong number, sir,
sorry. No le ha de haber caído muy en gracia al gringo que le llamara a las 9AM en
domingo pues cuelga con un distintivo “damn mexican ass…”

Intento de nueva cuenta con el de Ensenada. Suena y suena La Línea de nuevo. Nadie
contesta. ¿Habré digitado mal el número carambas? Espero otro rato. Vuelvo a marcar el
de Ensenada. Lo mismo. Misma operación, mismo resultado.
Por segunda vez en la mañana me resigno. Me subo a mi coche y emprendo mi viaje
hacia el centro comercial donde iba a ir inicialmente que obviamente era por la derecha y
no la izquierda. Mientras conduzco pienso en lo que sucedió en esas dos horas.
Simpático, digno de una historia que le contaré a Carmen. Se va a reír mucho de mí. “Ay
Román, amiguito.” Ya casi la escucho.

Llego a mi destino y me meto a la tienda donde iría a comprar mis regalos. En eso suena
el teléfono:

-¿Aurora?

It had to be you…

-Mijito, ¿ya cruzaste? Quería decirte que no se te vaya olvidar comprarme dos
detergentes de ropa…de los que uso, si sabes cuales ¿no? Los de frasco de plástico
amarillo con etiqueta blanca….

FIN

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