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Trabajó como ayudante de su padre realizando miniaturas para joyas y fue discípulo del
francés Louis-Michel van Loo, quien le instruyó en el retrato y en la pintura de historia. Y al
quedar interrumpida su formación decide marchar a Italia por su cuenta, visitando Roma y
Nápoles.
A su vuelta a Madrid en 1753, trabajará primero como miniaturista por encargo de Fernando VI,
pintando bellas escenas y pequeños paisajes en los libros del coro de la Real Capilla. Después,
durante el reinado de Carlos III, realizó una serie de pinturas dedicadas al Príncipe de Asturias,
hijo del rey y futuro Carlos VI, pero nunca consiguió un cargo en la corte.
Se inclinó por la pintura de naturaleza muerta, especializándose en los bodegones, género al
que dedicó la mayor parte de su producción.
Sus bodegones, ejecutados con una técnica minuciosa, presentan unas composiciones sobrias,
ordenadas con pocos elementos, con gran precisión en los detalles y gran realismo. Elige sus
motivos buscando diferentes formas y texturas. Se caracteriza por el predominio de la luz, la
expresividad del color y la firmeza del dibujo. El punto de vista es bajo, como si Meléndez
hubiera pintado sus bodegones sentado delante, con los objetos dispuestos a la altura de sus
ojos.
En esta obra se decanta por las frutas de formas esféricas, de aspecto brillante y sin defectos.
En primer término, sitúa un grupo de pequeñas peras junto a un limón y unas cerezas, que
parecen haber rodado hasta el borde de la mesa.
Imita la textura, contrastando la apariencia áspera del barro con la suavidad de la piel de las
frutas. Las piezas están ordenadas por tamaños e iluminadas por una fuerte luz, que proviene
del lado izquierdo.
Meléndez representó con extraordinaria precisión las formas y superficies de las hortalizas. Los
tomates, mediante una gama de matices rojos, aplicando cuidadosamente los toques de luz y
la piel de las berenjenas, con audaces toques de pintura verde-azul, amarilla y su característico
color vino, que va aumentando a medida que van madurando.
Aparece un plato colmado de ciruelas y a un lado, sobre una servilleta doblada, una rosca de
pan. A otro lado, tres higos rellenan el vacío de la izquierda procurando equilibrar la
composición.
En este bodegón de 1772, vemos un retrato del rey Carlos III escondido tras las frutas. El busto
fue ocultado por Meléndez, haciendo desaparecer una de sus pocas obras con figura humana.
Otras obras son Bodegón con calabaza; Bodegón con cerezas, ciruelas, queso y jarra;
Bodegón con granadas, manzanas, acerolas y uvas en un paisaje; Bodegón con membrillos,
melocotones, uvas y melón; Bodegón con limas, caja de jalea, mariposa y recipientes; Bodegón
con sandías y manzanas en un paisaje; Bodegón con plato de acerolas, queso y recipientes;
Bodegón con pepinos y tomates; Bodegón con frutas y un jarro; Bodegón con caja de dulce,
roscas y otros objetos; Frutero con uvas, peras, melocotones y ciruelas; Bodegón con ciruelas,
brevas, pan, barrilete, jarra y otros recipientes o Bodegón con manzanas, nueces, tarro y cajas
de dulce.
El Verano
Autor:Mariano Salvador Maella
Fecha:1792 h.
Museo:Museo del Prado
Características:144 x 77 cm.
Material:Oleo sobre lienzo
Estilo:Neoclasicismo Español
La estación más calurosa del año es representada por Ceres vestida de aldeana, portando
una antorcha en la mano derecha y un haz de espigas bajo su brazo izquierdo. En la
zona de sombra que proyecta la diosa se encuentra un hombre atando un haz de trigo,
mientras en el fondo contemplamos dos segadores de espaldas. El ambiente veraniego
ha sido creado perfectamente al abundar colores amarillentos, incluso la amenazante
nube recuerda las tormentas veraniegas. El exquisito dibujo del que siempre hace gala
Maella destaca una vez más en esta imagen, al igual que sus compañeras La Primavera
o El Invierno. En toda la serie, el pintor sigue las líneas del Barroco, configurándose
como un artista situado a caballo entre ese estilo y el Neoclasicismo.
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Hacia 1797 Goya trabaja en la decoración mural con pinturas sobre la vida de Cristo
para el Oratorio de la Santa Cueva de Cádiz. En ellas se aleja de la iconografía habitual
para presentar pasajes como La multiplicación de los panes y los peces y la Última
Cena desde una perspectiva más humana. Otro encargo, esta vez de parte de la Catedral
de Toledo, para cuya sacristía pinta un Prendimiento de Cristo en 1798, supone un
homenaje a El Expolio del Greco en su composición y a la iluminación focalizada de
Rembrandt.
Son los frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida la obra cumbre de su pintura
mural. Realizada probablemente por encargo de sus amigos Jovellanos, Saavedra y
Ceán Bermúdez, en este fresco pudo sentirse arropado —tras la amarga experiencia del
Pilar— para desarrollar su técnica e ideas con libertad. Son muchas las innovaciones
que introduce. Desde el punto de vista temático, sitúa la representación de la Gloria en
la semicúpula del ábside de esta pequeña iglesia, y reserva su cúpula para el Milagro de
San Antonio de Padua, cuyos personajes proceden de las capas más humildes de la
sociedad. Es novedoso situar las figuras de la divinidad en un espacio más bajo que el
reservado al milagro, que además lo protagoniza un fraile vestido con ropas humildes y
a cuyo entorno se sitúan mendigos, ciegos, trabajadores y pícaros. Acercar el mundo
celestial a la mirada del pueblo probablemente sea consecuencia de las ideas
renovadoras que los ilustrados tenían en relación a la religión.
Pero es en su técnica de ejecución firme y rápida, con pinceladas enérgicas que resaltan
las luces y los brillos, donde se observa la prodigiosa maestría de Goya en la aplicación
impresionista de la pintura. Resuelve volúmenes con rabiosos toques del todo
abocetados que, sin embargo, a la distancia con que el espectador las contempla,
adquieren una consistencia notable.
Conseguirá una pensión de la Diputación de Barcelona para trasladarse a Roma y ampliar allí
sus estudios, y a cambio, tendrá que enviar algunos trabajos que muestren sus progresos.
África supone un nuevo aire para Fortuny, los ambientes, las luces, los colores y los personajes
le cautivan. Se liberará de convencionalismos y academicismos y se sentirá atraído
intensamente por lo oriental.
Al firmarse la paz entre España y Marruecos, Fortuny vuelve a Barcelona pasando por Madrid,
donde conocerá a Federico de Madrazo y a su hija Cecilia, su futura esposa.
De nuevo, Fortuny se traslada a Roma, donde permaneció gran parte de su carrera artística, y
comenzó a especializarse en obras de género realizadas en ricos colores. Son cuadros
llamados de "casacón" o gabinete que el pintor Meissonier puso de moda en Francia, y con los
que Fortuny arrasará el mercado europeo. Tratan asuntos intranscendentes, realizados con un
estilo minucioso y detallista que se preocupa por la luz, el dibujo y el color.
En la elección del tema y en las indumentarias incorpora elementos del siglo XVIII, es frecuente
por ejemplo, el uso de pelucas y vestidos dieciochescos.
Las obras más representativas de este estilo son La vicaría y El coleccionista de estampas.
La vicaría
Es la obra maestra de Fortuny. La iglesia madrileña de San Ginés, en la que contrajo
matrimonio con Cecilia de Madrazo, le sirve de inspiración para realizar esta obra.
La vicaría representa el momento en que los testigos de una boda firman en la sacristía. Todos
los invitados a la ceremonia están pendientes del acto excepto los personajes de la derecha.
La imagen, es un retrato de la sociedad española del siglo XVIII, donde están presentes un
clérigo, un torero, un militar y las elegantes damas.
Elección de la modelo
Se trata de un cuadro muy estudiado, ya que existen varios bocetos y dibujos preparatorios
relacionados con la obra.
La escena presenta a un grupo de académicos que están seleccionando a una bella modelo.
Los académicos se sitúan en la zona central de la composición y la modelo, a la derecha de la
estancia y subida en una mesa, recibe un foco de luz que baña su silueta.
Durante los últimos años de su vida, Fortuny caerá en una depresión debido a que para
satisfacer a sus clientes y a sus marchantes, tiene que seguir realizando obras dentro de ese
estilo preciosista del que ya está muy cansado y que le resta mucha libertad creativa. Quiere
innovar, cambiar su temática y su forma de trabajar, pero el nivel de vida alcanzado le impide
romper con este estilo que tanto éxito le trae.
Este debate interior le lleva a realizar escenas muy distintas a las que nos tiene
acostumbrados, como son Corral o Paisaje.
Desnudo en la playa
Es la silueta de uno de sus hijos, que está tumbado al sol en la playa napolitana de Portici.
La minuciosidad con que está realizada la imagen, teniendo en cuenta su pequeño tamaño,
demuestra la gran calidad del artista.
El iluminado y dibujado cuerpo de la muchacha contrasta con la superficie de alrededor, más
oscura y menos trabajada. La preocupación por la luz y el color que aquí siente enlaza con el
Impresionismo.
Arte neoclásico
Dimensiones de esta vista previa: 800 × 525 píxelesInfancia, juventud y
primeros pasos [editar]
Nacido en Dronrijp, pueblo frisón cerca de Leeuwarden, era hijo del notario Pieter
Tadema, quien murió cuando Lawrence tenía sólo cuatro años. Alma era el nombre de
su padrino. Su madre (muerta en 1863) era la segunda esposa de su padre. En principio,
Lawrence tenía que seguir los pasos de su padre, pero al final se decantó por el arte y lo
enviaron a Amberes donde en 1852 ingresó en la Academia de Egide Charles Gustave
Wappers. Después estuvo en el taller de Jan August Hendrik Leys. En 1859 ayudó a
Leys en sus últimos frescos en el recibidor del hotel de la villa en Amberes. Es la
exposición de la colección de Alma-Tadema en la Grosvenor Gallery de Londres en
invierno 1882-1883, había dos cuadros suyos que marcan el inicio y fin de este primer
período, dos autorretratos de 1852, y "Regateo," con Alma-Tadema pintado en 1860.
Su primer gran éxito fue el cuadro La educación de los niños Clovis (1861), que exhibió
en Amberes. Al año siguiente, recibió su primera medalla de oro en Ámsterdam. La
educación de los niños Clovis (tres hijos jóvenes de Clovis y Clotilde lanzando hachas
con su madre viuda presente enseñándoles cómo vengar a su padre) fue uno de los
cuadros de la serie merovingia, de los que destacan Fredegonda de 1878 (expuesto en
1880), donde la desconsolada esposa o ama observa tras una cortina la boda de
Chilperic I con Galeswintha. Es quizá en esta serie donde encontramos el más profundo
espíritu romántico en su obra. Una de sus obras más apasionadas es Fredegonda en el
lecho de muerte de Praetextatus, donde el obispo, apuñalado por orden de la reina, la
maldice desde la cama en que muere.
Otra de sus series reproduce la vida del antiguo Egipto. Una de las primeras obras de
esta son Egipcios hace 3000, de 1863 y La muerte del primogénito, de 1873. En esta
serie están también: Egipcio en la entrada (1865), La momia (1867), El chambelán de
Sesostris (1869), Viuda (1873) y José, supervisor del granero del faraón (1874).
Trabajó mucho estas escenas de la vida pícara y macabra de Egipto, pero mucho más en
sus representaciones de Grecia y Roma. Entre las que destacan Tarquinius Superbus
(1867), Fidias y los mármoles de Elgin (1868), La danza pírrica (1868) y La vinería
(1869).
Éstos y casi todos sus trabajos son admirables por cómo dibuja flores, texturas y
sustancias reflectantes como metales, cerámica y mármol. Por como representaba el
mármol se le llegó a llamar 'the marbelous painter'('el pintor marmolilloso', para evocar
fonéticamente el adjetivo 'maravilloso'). En su obra abundan colores brillantes
trabajados con delicadeza que enmarcan un interés humano inherente a sus escenas
arcaicas traídas elegante y jocosamente a tiempos modernos. También realizó varios
retratos.
Honores [editar]
Legado [editar]
Alma Tadema dejó una vasta colección de pinturas y su enmarmolado estudio a sus dos
hijas solteras. El estudio fue menospreciado durante el siglo XX, pero volvió a tener
interés con el cambio de siglo.
Matrimonios [editar]
Saturno
Características orbitales
Excentricidad 0,05415060
Inclinación 2,48446°
Características físicas
Volumen 8,27·1023 m³
Masa 5,688·1026 kg
Albedo 0,47
Características atmosféricas
Hidrógeno >93%
Helio >5%
Metano 0,2%
Amoníaco 0,01%
Etano 0,0005%
Fosfina 0,0001%
Saturno es el sexto planeta del Sistema Solar, es el segundo en tamaño y masa después
de Júpiter y es el único con un sistema de anillos visible desde nuestro planeta. Su
nombre proviene del dios romano Saturno. Forma parte de los denominados planetas
exteriores o gaseosos, también llamados jovianos por su parecido a Júpiter. El aspecto
más característico de Saturno son sus brillantes anillos. Antes de la invención del
telescopio, Saturno era el más lejano de los planetas conocidos y, a simple vista, no
parecía luminoso ni interesante. El primero en observar los anillos fue Galileo en 1610
pero la baja inclinación de los anillos y la baja resolución de su telescopio le hicieron
pensar en un principio que se trataba de grandes lunas. Christiaan Huygens con mejores
medios de observación pudo en 1659 observar con claridad los anillos. James Clerk
Maxwell en 1859 demostró matemáticamente que los anillos no podían ser un único
objeto sólido sino que debían ser la agrupación de millones de partículas de menor
tamaño.
Características generales [editar]
Saturno es un planeta visiblemente achatado en los polos con un ecuador que sobresale
formando la figura de un esferoide oblatado. Los diámetros ecuatorial y polar son
respectivamente 120536 y 108728 km. Este efecto es producido por la rápida rotación
del planeta, su naturaleza fluida y su relativamente baja gravedad. Los otros planetas
gigantes son también oblatados pero no en tan gran medida. Saturno posee una densidad
específica de 690 kg/m³ siendo el único planeta del Sistema Solar con una densidad
inferior a la del agua (1000 kg/m³). Si existiera un recipiente lleno de agua con las
dimensiones suficientes para introducir a Saturno, este flotaría. El planeta está formado
por un 90% de hidrógeno y un 5% de helio. El volumen del planeta es suficiente como
para contener 740 veces la Tierra, pero su masa es sólo 95 veces la terrestre, debido a la
ya mencionada densidad media relativa.