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Si nos centramos en las personas que llegan al mundo - los recién nacidos-,
los conocimientos médicos generan un poder que se impone a los padres con
la excusa de que debe procurarse la mejor calidad de vida, tanto para el hijo
que llega, como para los padres, que deberán proveer de todo lo mejor a la
criatura, cosa que debe suceder en las mejores condiciones posibles, hasta el
punto de proporcionar todos los mecanismos legales, y médicos necesarios
para deshacerse de esa persona que llega si algo no va bien en el proceso de
gestación. Este poder que surge, en este caso, de la generación de saber
médico y que está destinado a la administración de la vida y, al mismo tiempo,
administrar la muerte cuando sea conveniente para asegurar una buena vida,
es lo que Foucault denomina biopoder.
Por tanto, no hay nada ilícito en la práctica abortiva si la zoe no cumple las
características determinadas por biopoder como normativas para convertirse en
bios. En este caso, la comunidad médica, ejerciendo su práctica de saber - la
amniocentesis-, genera un poder que podemos considerar biopoder en el
sentido que busca regular un aspecto de la vida de los individuos de una
sociedad determinada y al mismo tiempo provoca una servidumbre en forma de
aceptación de la eliminación de una vida en un porcentaje, que alcanza el 90%
de los casos.
Por otra parte, tenemos ese 10% de la población que acepta que la vida nueva
no es simplemente vida desnuda, sino que este ser concebido es ya desde el
inicio bios y que, por tanto, no se puede hacer nada que pueda perjudicar a
esta persona, sean cuales sean sus características. Y es en esta postura
donde creemos que se puede ver claramente la aspiración del biopoder de
regular todos los aspectos de la vida humana en una sociedad. Si ampliamos la
mirada al referido código civil español, encontramos, antes del artículo 30, el
artículo 29 que nos dice que es el nacimiento lo que determina la personalidad,
pero el concebido se tiene por "nacido" para todos los efectos que le sean
favorables, siempre que cumpla las condiciones del artículo siguiente. Así pues
estas "condiciones que le sean favorables" son las que determinarán la
condición de zoe o de bios. Pero ¿como se determina esto? En este caso,
dependerá de los intereses del organismo de poder que lo valore, que se
tomarán en consideración unos aspectos u otros. No es - o no debería-ser lo
mismo, la valoración que pueda hacer un organismo religioso que un poder
estatal. Este poder estatal, es el encargado de dictar las leyes y, por tanto, el
único que a partir de estas, puede determinar que es zoe o que es bios y, en
consecuencia, el único capacitado para ejercer la biopolítica. Esto nos lleva a
entender, porque un organismo religioso no puede justificar el aborto, ya que
éste no puede distinguir entre una vida desnuda o una vida contextualizada
mediante el otorgamiento de leyes (al menos en nuestra sociedad) ya que esta
potestad, solo la ostenta el poder legislativo y, por tanto, para la iglesia, toda
vida nueva, sean cuales sean sus características, debe considerarse bios.
Hemos hablado hasta ahora, de la acción del bipoder sobre la vida nueva y
sobre el hecho de decidir quién vive y quién muere. Quién puede morir y quien
puede vivir. Pero hay que ver también el efecto que produce en la vida ya
constituida, y en la servidumbre que genera en las personas vivientes la
aceptación de las reglas de juego marcadas por la biopolítica. Para Agamben,
toda acción política es, en realidad, biopolítica orientada a la regulación de la
vida de las personas. Si nos fijamos un poco, podemos ver como las acciones
políticas están orientadas a indicarnos cómo debemos vivir, cuáles son las
pautas comportamentales que debemos seguir, que tenemos que comer,
cuándo y hasta cuándo tenemos que trabajar, si podemos o no fumar, si hemos
de hacer ejercicio, si hemos de tener hijos y cómo deben ser, como hemos de
morir, etc.
Todo este ejercicio de poder, genera unos actos de sumisión que, muy a
menudo nos lleva a aceptar la distribución masiva de medicamentos que
vivimos actualmente en las sociedades occidentales, para ajustar nuestra vida
a los cánones establecidos por el biopoder. Hay medicamentos para todo, o
casi todo. Y si no hay un medicamento, las compañías farmacéuticas invierten
millones para conseguirlo. Para dejar de fumar, tenemos medicamentos, para
regular la natalidad tenemos medicamentos, para tener hijos, también. Hay
medicamentos para tener un peso "adecuado", para rendir más el trabajo, para
poder trabajar, a pesar de estar enfermos, etc. Mediante el saber científico, se
crean las herramientas necesarias para podernos someter al biopoder cuando
no podemos llegar a los estándares marcados por este y desarrollarnos
"normativamente". Nos encontramos así ante la paradoja de que una sociedad
en la que se supone que los individuos deben ser más sanos, gracias a la
intervención biopolítica, en realidad es una sociedad altamente medicalizada y
enfermiza que depende muy a menudo, los fármacos para sobrevivir.
Las personas mayores, los enfermos terminales y los crónicos, al ser
considerados como seres vivientes contextualizados, es decir como bios, son
susceptibles de vivir y tienen que vivir. Por tanto, la medicalización es un
instrumento más de la biopolítica para llevar a cabo su control y su regulación
sobre la vida. Por otra parte, la gente "sana", también es susceptible de
medicalización dado que se debe regular sus condiciones de vida y sobre todo,
su "calidad" de vida. Es decir, no actúa tanto en el aspecto biológico del
concepto vida sino que, más bien, actúa sobre la concepción social de esta.
Esta concepción de la vida como concepto vacío de enfermedad, de
sufrimiento, y, incluso de muerte que tenemos hoy día.
Bibliografía: