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enfermedad y el cuerpo, los especialistas y las alguno de sus vecinos a cambio de sus últimos
técnicas de la curación, la muerte y el suicidio cuidados. La casa en definitiva es un valor que
(1986,1988, 1989, 1990,1992) 4. En este ensayo utilizan los ancianos para obtener de hijos o
pretendo mostrar al enfermo en su entorno y el heredeiros los cuidados y atenciones que
entorno del enfermo. Este panorama cambia requieren. Sin embargo es un sistema que pro-
drásticamente con el traslado del enfermo al voca mucha tensión, mala convivencia y fuer-
hospital en la ciudad. tes dependencias. Los herederos por ejemplo
tratan de tener cierto protagonismo en la casa
y solicitan del padre que les «ceda el mando».
I. Los enfermos, los que Si la casa es buena los hermanos de heredero
no se van de la casa con la esperanza de que el
se van padre cambie el testamento a su favor. Si por
el contrario la casa es ruina alguno de los
hijos tratara de obtener la propiedad de la casa
Con el tiempo el anciano abandona paulati- recluye en la casa. Este proceso aparece en el
namente las decisiones de la casa y reduce su comentario siguiente:
actividad laboral. Los trabajos que realiza son
aquellos que requieren poco esfuerzo físico y Ahora ya no tengo ganas de salir.
paciencia, como el cuidado de las vacas, o ex- Ahora yo ya no tengo gracia de ninguna
periencia («El buey viejo aunque no are va por cosa. Hay años que no fui a N.[aldea
el riego» dicen los vaqueiros). El hecho de lle- grande] ni fui a L.[villa], fuíseme la gra-
gar a una edad avanzada y participar volunta- cia de salir, parezme que no me atrevo a
riamente, en la medida de sus fuerzas, en el salir, que se yo, los años. Porque hace
trabajo de la casa se considera por todos algo tres años o cuatro iba yo a N. o a L., a los
muy positivo. Al mismo tiempo hay ciertos mercaos, lo mismo que el perro cuando
cambios en la dieta de los mayores. Aunque sale de casa ¡listo, y a con gracia!, meti-
hay ancianos que se precian de tener un «buen do en el coche [de linea] parecía que
estómago», ejemplos de viejos «duros y fuer - medrara yo p’arriba. Meterme en el
tes» o de la «gente de antes», la mayoría cesa coche...que yera el acabose pa mí...venía
de compartir a una cierta edad los fuertes ali- más contento...Y ahora no tengo ganas
mentos cotidianos de la población activa: el de salir de casa, llega ese tiempo. Porque
pote, grasas, carne de cerdo etc. para sustituir- yo tengo conocido, estoy jarto[harto] de
los por otros considerados más delicados. Hay ver hombres viejos en el pueblo que
que «mirar por los ancianos». Los cuidados se cuando iban a cierta edad, no salían de la
deben proporcionar: casa, por ahí...«¿Vas a N.?» «No.». Hay
personas que llegan muy viejas con
...no solo en la hora de la muerte, por- muita gracia... pero yo... tuve la gracia,
que en la hora de la muerte, con querer pero habrá ahí dos o tres años que no
hacer mucho...Es lo mismo que si tienes tuve gracia de salir a los mercaos, con los
una caballería y la mataste de hambre, amigos y a con todos, se me hizo muy
ibas arreando, y se cayó en el suelo en pesao... todo. Salgo pocas veces, no me
aquel momento. Y entonces le pones llega la gana de ir. Quitase la gracia
cebada... ¡la cebada tuviste que darla mucho.
mucho antes! Es que un viejo, desque
llegas a la edad de un viejo, debes mirar Cuando el viejo vaqueiro cesa sus salidas al
por él. Que ni debes atropellarle a traba- exterior, los más jovenes las inician. A menu-
jo, que tienes que mirar por él. Aquel do hay una competencia en las casas sobre
viejo tiene que tener unos alimentos quien tiene derecho a salir el día de feria, oca-
como una criatura, que el joven tiene sión muy deseada por todos pero que no todos
salud, puede comer de todo, pero el pueden realizar ya que alguien tiene que ocu-
viejo no puede, porque claro, uno está parse del ganado. Los hombres tienen que
delicao, otro que le perjudica, que le seguir el precio del ganado, las mujeres apro-
hace daño, no puede ser... visionarse de alimentos y artículos de necesi-
dad. En cambio para los mozos y mozas solte-
Otra característica de los ancianos es la ros la feria solo es el lugar de la diversión, la
«pérdida de la gracia». Se dice que los ancia- arena donde encontrar pareja, pero esta activi-
nos pierden la gracia cuando la vida empieza a dad no es directamente productiva para la casa,
escapar y la muerte ronda a su alrededor. En por lo que ellos serían los indicados para que-
esta etapa el viejo vaqueiro se concentra en sí darse en casa. La perdida de gracia ayuda al
mismo, se aisla paulatinamente del mundo que anciano a ceder el protagonismo de la interac-
le rodea y de los demás, empieza a perder ción social a los más jóvenes. Ellos se quedan
lazos humanos. Comienza por reducir sus sali- a cuidar del ganado para que los mozos salgan.
das a los mercados en las villas y aldeas del Entre unos y otros hay una cierta alianza. La
área, donde se concentra una buena parte de la diferencia en la dieta y la disminución del tra-
población vaqueira, lugares de intercambio e bajo se traduce en una separación de los viejos
interacción social; más tarde deja de trajinar de los adultos activos y un acercamiento de los
por la braña y sus alrededores y finalmente se ancianos y los niños. Los dos grupos realizan
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indistintamente las más fáciles faenas y las más queda a merced del trato que sus parientes
cercanas a la casa, pequeñas labores como ali- quieran proporcionarle. En ocasiones esta
mentar a los animales domésticos o cuidar el obligación moral y el temor a la crítica de los
ganado en la enfermedad mientras los adultos demás, evita que el heredero se vengue de
se encargan de trabajar en los prados y trasla- tantos años de dependencia frente al amo:
darse a regulares distancias. Por ello los viejos
vaqueiros, y especialmente las abuelas, son los Cuando llega el momento de aplastar-
encargados de educar y vigilar a los pequeños te en una cama, no depende del hijo
de la casa hasta que empieza su escolarización. [mejorado], depende de la moral que
Con los años y la pérdida de la gracia este tengan con uno. Porque tu ya no puedes
esquema de ayuda de los viejos hacia los niños salir de la casa y decir: «Hombre, yo pa
se invierte: paulatinamente los adolescentes se este trato que me dan, me voy al asilo»,
encargarán del cuidado de los ancianos conser- ya depende de la moral. Hombre, pero
vando el vínculo de solidaridad entre ambos en ese momento tendrás otro hijo u otra
grupos. A su vez los mayores suelen deslizar hija que le tiene que remover la concien-
una pequeña cantidad de dinero en las manos cia y decir [al mejorado]: «Oye, esto no
de los mozos y mozas cuando salen a la feria. es modo de atenderlo, ni mucho menos».
Esto ya es a última hora.
imprescindible pero muy costosa, teniendo en me castigó», con la de pañales que había
cuenta que en 1970-5 no existían lavadoras limpiao ella para la niña, la Carlota. Y
en las brañas y el anciano se manchaba con ella decía: «Antes estaba la Carlota y
frecuencia: ahora está Carlotón, ahora teneis que
limpiar el culo a Carlotón».
Un enfermo hay que todos los días
mudar la cama, sí, porque si no, mira, La entrada en la cama del viejo enfermo
enseguida da olores ¿sabes? Y a él, que agudiza el cambio de dieta que se había inicia-
se hacía todo en la cama... sí, acabao de do con los primeros achaques y el paso de los
mudalo y... nó, ahí fue muy gorda. años. Los alimentos que se les proporciona son
S.[sobrina] era casi la que más le hacía. los considerados como extraordinarios, pro-
Y lo que él tenía [ahorrado] todo se lo pios de las fiestas y de las crisis vitales (entre
dejó a S. No se lo que tenía ni lo que no, otros, la dieta de la parturienta, la de los perió-
todo se lo dejó a S. Sí, ella hartose de dos mestruales) y los alimentos suaves y blan-
lavar y de mudalo y de hacer cosas, él dos. Filetes, dulces, huevos, vino quinado,
era la que más quería. chocolate y especialmente caldo de gallina,
panacéa de todas las situaciones de enferme-
La organización del trabajo depende tam- dad. El famoso subsidio ayuda a tener una ali-
bién de la composición de la familia y el sexo mentación más variada:
de sus miembros. Hay casas que cuentan con
varias mujeres y otras que solo tienen una; Y que decían que comía. Mira, el
según la situación el cuidado del enfermo, cobraba el subsidio y tenía algo de dinero
dentro de su dureza, es más o menos soporta- y él compraba todas las semanas pues file-
ble. Observese la diferencia entre estos dos tes, cosas dulces y huovos [huevos], vaya,
ejemplos, en el primer caso una sola mujer y se lo compraban los de casa, que él estaba
tres en el segundo: en la cama, pero lo pagaba él. El decían
que se comía cada plato de cocido... y a
Bueno, eso sí, ya estaba yo más mala filetes... y él todavía comía bien, ya lo
que ellos [los suegros]. Non dejaban a decían, que él del estómago estaba bien,
uno ni un pelín descansar, nin vestirse ni lo que pasa es que claro, de lo demás...
nada. En tres o cuatro meses ni me acos-
té ni me desvestí, ni nada. Murió él antes Pese a estas delicias el enfermo se dice «se
que ella pero ella estaba muy mala tam- aburre de todo, de la comida y de todo». Quizá
bién. Había que calzala, había que des- por ello los «antojos» que tiene se le procuran
calzala, había que ayudala para mudar- con solicitud a pesar de que muy a menudo
se...Yo tenía que hacer todo, los nenos estos extras suponen un gasto para la econo-
eran pequenos y mi marido en Madrid. mía familiar:
Algo, algo he trabajao en mi vida. Había
que ir a segar y al ganao, y dejar las Cuando uno se va a morir y le dice el
cosas hechas y cuando volvías, volver a médico: «Mira, no hay esperanzas de
empezar. nada» los pasos que se han de hacer es
procurar tenerlo lo más limpio en la
Teníamos que cambiarla a cada poco. cama, procurar concederle, si tiene anto-
Limpiarla y ponerle la ropa en la cocina jos de una cosa, traersela. Porque suelen
que se secara. Como si fuera un crio decir: «A la hora de la muerte hay
pequeño. Creo que estuvimos pareme muchos antojos». Yo mismo nunca fui un
[me parece] que cuatro meses con ella. bebedor de vino, ni nunca lo probé. Y si
De tanto lavar, ves los dedos como están amana bien, a la hora de la muerte pido:
de sabañones, de tanto lavar, teníamos «traerme un poco de vino». Y si amana
que estar lavando todo el día, las tres... bien, pides unas uvas, unas naranjas,
decíamos que A. era la doncella y noso- antojos que hay que se te antoja. Todas
tras, mi madre y yo, las de la higiene, las esas cosas, en habiendo posibles, deben
de limpiar. Decía ella: «Paece que Dios de estar al alcance del enfermo.
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una familia. La visita impide, cuando el viejo exterior en busca de los servicios de alguno o
vaqueiro está imposibilitado, que sus familiares algunos de los tres especialistas que atienden
soslayen las obligaciones que les corresponde. al enfermo en estos críticos momentos: el
En resumen, la visita es una ocasión ritual médico, el notario y el cura. Los encargados de
que sirve para renovar los vínculos de sangre, avisar suelen ser gente joven que a pie, en
vecindad y amistad; ante la posibilidad de la caballerías y más tarde en motocicletas o auto-
desaparición de uno de sus miembros, la fami- móviles, acuden a las aldeas donde hay teléfo-
lia, el grupo, responden con generosidad. La no o a los lugares donde viven estos especia-
fisura que supone la enfermedad en una casa se listas. Al mismo tiempo se telefonea a los
intenta remediar por todas las demás pese a los familiares de la ciudad y se envia aviso por
inevitables egoismos y pequeñas miserias de distintos medios a los que viven en el área. En
todos los días. Los enfrentamientos y proble- ocasiones hay una cierta competencia sobre la
mas entre parientes, por cuestiones de herencia, preferencia de avisar al que sana los cuerpos,
por ejemplo, quedan mitigados frente al dolor y el que cura las almas o el que soluciona los
el sufrimiento. La enfermedad, más tarde o más aspectos legales y terrenos. Médicos, notarios
temprano alcanza a todos; la visita se devolve- y sacerdotes son la representación oficial del
rá escrupulosamente cuando los visitadores de mundo exterior en sus respectivas competen-
hoy la precisen mañana. Además la visita con- cias y, de diferentes maneras, una intromisión
tribuye a la alimentación del enfermo –y la ase- en las casas de la braña. La visita de estos
gura en las casas peor situadas económicamen- especialistas a la braña para curar, hacer testa-
te– al distribuir e intercambiar colectivamente mento o proporcionar los últimos sacramentos
estas donaciones; garantiza también los peque- congrega a una buena parte de sus moradores
ños caprichos del que va a morir, sus últimas que acompañan a los de casa.
golosinas. Es la recompensa final hacia aquel Muchos ancianos mueren con conocimiento
con el que se ha compartido la vida y el traba- ya que su consumo de calmantes o tranquili-
jo, que ha continuado la casa y ha creado una zantes ha sido nulo en el pasado. Algunos
familia, contribuyendo así al fortalecimiento de incluso disponen sus ultimas voluntades, apro-
la comunidad. Por estas razones, y en tercer vechan los últimos momentos para hacer testa-
lugar, el grupo se responsabiliza de la suerte del mento o cambiarlo, pagar las deudas contraí-
anciano, acude hasta su lecho, le proporciona das, repartir algunos ahorros y elegir la ropa
compañía y le obsequia con comida, la mejor que servirá de mortaja, como en este caso:
forma de agradecimiento en la braña. También
ayuda a la gente que le rodea, presta su colabo- Nos le decíamos a mi abuela: «Mira
ración en el trabajo y en la vigilia, pero al que vestido guapo tienes». Y ella
mismo tiempo se convierte en un celoso defen- decía:«ese será para la mortalla». Yo le
sor de los derechos del más débil, controla sus decía: «Anda, ya estás pensando en la
cuidados y exige el cumplimiento de las obli- mortalla, aún tendrás que ir al baile con
gaciones que se le deben. La información y él». ¿Qué le vas a decir?, ¿que sí?... mas
comunicación del enfermo y los visitantes que nada por la cosa del disimulo. Pero
sugiere un intento por parte de éstos de retener ella decía: «El día que me muera poner -
al viejo vaqueiro, de mantenerlo vivo, de me la falda de punto, la chaqueta de
hacerle participar en la pequeña comunidad; la punto y el jersey de punto», que siempre
visita también es la despedida de todos al tenía mucho frío y más que nada se le
anciano cuando las esperanzas se terminan. apeteció el punto y ¡ale! Ya tenía la ropa
preparada, que hiciérala para la boda de
la nieta, porque si lo fueras a comprar ¿a
qué horas? La ropa la tenía preparada en
IV. La muerte el armario y todo. Le trajeron unas bra-
gas, [decía que] le tenían que traer unas
bragas, unas medias, que le dijo un día al
Antes de ponerse así [enferma] tenía más duró, media hora o así, y entonces se
medias con ligas, pero para morirse que- fue quedando, se fue quedando, se fue
ría unos leotardos, porque las otras le quedando... no hizo movición ninguna
mancaban [dañaban]... más que quitanto la ropa, y así mirando
pa nosotros se quedó así...
En repetidas ocasiones algunos vaqueiros
comunican la inminencia de su propia muerte a La muerte, en mayor medida que la enfer-
los que le rodean anticipandose a los aconteci- medad, está considerada una ocasión extrema
mientos: piden la mortaja o aluden a la disposi- que demanda la inmediata ayuda y solidaridad
ción de su cuerpo cuando todo haya terminado. de todos «el más enemigo que haiga, –dicen
Este es el caso en el relato que sigue, una expre- los vaqueiros– acuden a auxiliar... se llama al
siva narración de la agonía de una anciana: primero que se encuentra». Una muerte predi-
cible se produce generalmente con la casa del
Mi abuela murió de... ya se terminara, enfermo repleta de gente, con una vigilancia
estaba de noventa y tantos años, la madre día y noche. Cuando el final es inminente en
de mi padre. Aquella se terminó, se pocos minutos se reunen en torno al moribun-
murió muy bien la pobre. Nosotros está- do grupos de gente que han venido «vistiendo -
bamos asando castañas, cada momentín se por el camín»; colectivamente se comprue-
estábamos vigilándola porque ya estu- ba la irreversibilidad del caso y se toman las
viera mala por la tarde. [Es]tuviera aquí decisiones sobre quien amortaja, quien avisa y
el médico y le diera no se si una inyición, quien se encarga del papeleo legal. Junto a este
si pastillas y dijo que se terminara. Una trasiego de idas y venidas que rodea al mori-
vez que fui yo a vela, me dijo:«¿Qué bundo también aparecen los sentimientos que
estais haciendo?». Y le digo yo:«Esta - la muerte provoca en todos: miedo y dolor fun-
mos asando castañas, abuela, ¿quiere damentalmente, impresión si es una muerte
unas pocas?».«Si, traemelas». Y cogí repentina y «descobertura» o vacío que deja la
unas pocas con una taza de leche y se las persona al morir cuando no es demasiado
llevé, y tuvo mirando así un poco y diz vieja. Las lagrimas se comparten:
ella: «No las quiero, no las quiero...
[quedamente]». Y le digo yo: «Mire Me mandaron ir allí, a la habitación, a
una» y le dí una y agarrola asina [así], la ver qué tal estaba. fui a vela y... como te
acercó pa junto a la boca y la soltó asina diría... se estaba quedando... llamé a mi
en la cama. Y dice cuando tenía la casta- madre y a mi tía, llamamoslas y el abuelo
ña en la mano: «Déjala, déjala...», se lloraba, mandabanle meterse en la cama,
notaba que decía eso con la cabeza. Y pues qué iba a hacer. Vinieron todos
luego va y me dice... como había un arca corriendo y el abuelo llorando, lloraba
de esas antiguas al lao de la cama de ella, mucho, le dijeron que se estuviera en la
dice ella: «Asina», como ponerla ahí al cama, que iba a disgustarse más. Se quedó
lao, que se iba a morir y que teníamos como un pájaro. Esa noche estaban los de
que ponerla en ese arca, ya me lo tenía la familia todos, los de casa X. y los del
dicho antes muchas veces, y al decirme Y., los de Madrid, todos. Era de noche
así [era] que la tenía que poner ahí. Ella cuando murió, por eso sólo estaba la fami-
murió con todo el conocimiento. Yo, en lia, ya estaba toda la gente en la cama.
aquel momento, ya entroime miedo ya,
me entró así una cosa...Y ella ya echaba
la ropa de la cama abajo, debía ser la V. El suicidio
hora de la muerte que poco tardaba en
venir. Ya estaba sofocada...Y entonces
ella se quedó asina...Y yo voy corrien-
do:«La abuela está muy mala, parece
que dice que se va a morir». Estábamos
E ntre las causas que motivan la alta fre-
cuencia de suicidio de los vaqueiros la
enfermedad física es probablemente
todos alrededor del pote, asentaos y una de las más frecuentemente mencionadas
entonces se levantaron todos p’ahí. Poco especialmente en aquellos casos que se consi-
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deran incurables y dolorosos. El prototipo de Los casos de suicidio por enfermedad son,
este tipo de enfermedades es el cáncer. La pues, los más comprensibles para la gente de la
enfermedad mina la resistencia del enfermo y el braña, especialmente si no hay posibilidad de
suicidio llega a ser «lógico» incluso entre las curación. En mis datos aparece como causa de
personas sensatas y normales. Pero cualquier muerte en 4 ocasiones –2 de ellas frustradas–.
enfermedad no es suficiente causa de suicidio, e En los dos casos consumados se une a la exis-
incluso el propio cáncer, si es posible evitar el tencia de una enfermedad el perjuicio econó-
dolor por medios químicos. mico que supone la atención médica del enfer-
mo, algo realmente gravoso para una casa
María, mira, antes mucha gente se cuando no existía el sistema estatal de Seguri-
ahorcaba porque, mira, el que tenía un dad Social:
cáncer lo tenía que aguantar a fuego
vivo, no había invento ninguno. Y hoy te Caso n. 1. Pero el otro de X.., ahí
ponen morfina y no te quedan dolores. también ése, yo no sé... es que estaba
Pero antes no había morfina ni nada. enfermo, hombre, y decían que no tenía
Pero ¡si se oían las personas dar voces con qué traer [pagar] la medicina, tanta
por las casas y quejarse..! no había con que gastaba, y eran pobres. Tendría 45 ó
qué aliviarse... haber, habría, lo que pasa 50 años –50 no los tendría–; estaba
es que no sabrían los médicos, ahora ya enfermo y gastaba mucha medicina y
dan inyiciones o algo para aliviarte las estaba en tratamiento y a, claro, no
voces, o eso... alcanzaba los cuartos.
Junto a los dolores propios, el enfermo tam- Caso n. 2 . Mire Vd., yo tenía un her-
bién se duele, en el caso de una enfermedad sin mano que también, por desgracia...
esperanza, de los trabajos y molestias produci- padecía cáncer, el último de los herma-
das por su causa a sus familiares. Uno y otros nos que me sigue, detrás de mí, allá en
piensan en esta forma de morir: Argentina. Y es bastante de lamentar
decirlo yo, pero este hombre supo que lo
Lo que sufrió... paeze que dan ganas tenía [el cáncer] y antes de verse padecer
de tomarte una cosa asina que te quedas tanto y que padeciera la mujer y un niño
ne’l acto. No, una madre ni una hija no que quedaba y que quedarán sin nada
se lo van a hacer (una a la otra). Pero [de dinero]... pues un buen día se arrojó
después se ve asina una... Ella tenía unas de un quinto piso. Ya le he dicho bas-
gotas que tomaba... no sé si eran veinte tante. Ese es el aburrimiento ... Ya lo del
gotas, que decía el médico que si tomara hermano ya ... hace 4 años.
el frasco... ¡adiós! Lo que pasa es que
uno mira por la vida y... no se quiere uno En los dos casos no consumados, los prota-
morir así... ¡y no te lo van a dar tampo- gonistas declararon ambos la sospecha de una
co!, ni tú a un hijo ni el hijo a la madre. misma enfermedad –el cáncer–, que al parecer
no tenían. La sospecha es muy razonable pues-
Había una señora en casa X, ésa (su to que, en caso de realmente padecer la enfer-
enfermedad) era de asma, la suegra de Z, medad, sus familiares no se lo comunicarían al
¡pobre mujer! y les mandaba (a los enfermo por miedo a su reacción:
suyos) que la sacaran a la ventana a
coger aire. Y la cogían con la sábana así Caso 3. Aquí X –tiene ahora unos 78
y ella lo que quería hacer era ver si se años– y parece ser que padecía del híga-
podía coger a la ventana porque quería do. Y le decían la verdad, pero creo que
tirarse en bajo [abajo]. Decía la hija, un día decía él: «Bueno, lo mismo me da
«¡ay Dios!, que ella miraba asina p’arri- que me digais una que otra; la enferme -
ba a ver si podía cogerse a algo – por dad que yo tengo la sé muy bien, la sé
decir que se colgaba– pero no podía, no mejor que vosotros». Y él sospechó que
podía porque estaba ...» mucho pasó tenía un cáncer. Eso lo ha declarado. Y
aquella mujer... un día comió, se marchó a la cama y yo
El enfermo ante la enfermedad y la muerte 111
no sé si fue con una aguja veterinaria o inseguridad económica junto con los intentos
la punta de una navaja, en la vena del de solución de la cultura para proteger al viejo
brazo metió un poquitín y venga, vaqueiro. Pero estas soluciones son siempre
comenzó a chorriar, a chorriar, a chorriar parciales: solucionan unos problemas y crean
(sangre)... Le salvaron. Ese ya declaró otros. Y no es el menor el choque de genera-
que sospechaba que tenía un cáncer. ciones dentro de la casa.
Con la vejez y la enfermedad se produce una
Caso 4. Y el del X lo soltaron. Le transición hacia la muerte en la que el viejo
entró la neura de que tenía un cáncer y vaqueiro va gradualmente desprendiendose de
fue al médico y decía que no lo enten- la responsabilidad y el trabajo, disminuyendo
dían y pensó que tenía cáncer y no echó su dieta y perdiendo la «gracia». Saber morir
bien el lazo y lo descolgaron de un abe- es un proceso que se aprende del mismo modo
dul. Ahora está bien, tardó un par de días que se aprendió a vivir. El niño que nace en la
en reponerse. Iba a caballo de una burra braña permanece en la casa al menos hasta su
cuando se colgó. escolarización, momento que marca su formal
salida al exterior. Muy gradualmente se empie-
El suicidio por estos motivos plasma con za a interesar en las relaciones extrafamiliares
nitidez las tensiones y desequilibrios que pro- y la creación de distintos lazos con el exterior.
duce una enfermedad en la casa, y también lo En la vejez se produce un movimiento a la
intolerable que puede resultar para el enfermo inversa, mediante el desinterés paulatino por
y los que lo cuidan. estos aspectos que definen la vida social
–comer y trabajar, la feria y la diversión, la
relación con los vecinos y el intercambio con
VI. Conclusión los amigos–. En cierto momento niños y viejos
coinciden en su reclusión en la casa, similari-
dad que se expresa localmente con la afirma-
E l contexto de la enfermedad y la
muerte en la braña es la institución
domestica: la casa. Esta empresa
ción de que «se es niño dos veces», remachado
además con la existencia de un mutuo vínculo
de afecto y solidaridad y en la semejanza de
familiar, que normalmente solo puede mante- los servicios que ambos realizan en la casa.
ner a una familia en cada generación, es el La «gracia» equivale a la ilusión de vivir.
marco de la vida y de la muerte, el último Observese que esta ilusión se mantiene mien-
reducto de incluso aquellos que tuvieron que tras el vaqueiro puede «defenderse», es decir
abandonarla con generosidad para contribuir a contribuir al trabajo de la casa, mantener el
su permanencia. A cada cambio de generación, apetito por la comida, moverse por la braña o
la casa, junto al viejo amo, sufre una grave cri- cuidar a los nietos. Y también cobrar «la
sis que intenta ser superada con diferentes paga» que ayuda a mantener la ilusión por
estrategias legales y en muchas ocasiones con cuanto contribuye a su independencia econó-
bastante sufrimiento y violencia. El viejo amo mica, evitando ser una pesada carga para la
al tener que escoger a uno sólo de sus hijos casa. Pero es una «ilusión» verdaderamente; la
como heredero para que la casa permanezca, batalla, mas tarde o más temprano está perdi-
para que alguien le cuide, prácticamente des- da, al igual que la «gracia». Cuando el vaquei-
heredando a los demás, se encuentra con una ro entra en cama se ha producido la máxima
tensión fundamental entre los dos roles: como separación en su proceso de reclusión.
padre y amo sus decisiones pueden ser mutua- En este momento sin embargo comienza en
mente contradictorias. torno al enfermo una final e intensa vida de
Pero además se juega también en ocasiones relación. Los de casa se esforzarán en propor-
su propia seguridad. La casa, desde este punto cionarle los tres cuidados básicos a que he alu-
de vista es una mercancía que se ofrece a los dido pero además el resto de la comunidad
posibles interesados –hijos o heredeiros–; y participa en el proceso de la enfermedad soli-
antes del subsidio de vejez, la única mercancia darizandose con la casa de muy diversas
posible. La importancia de esta ayuda estatal maneras y muy especialmente a través de la
para la gente pone de manifiesto la endémica «visita». Idéntica costumbre se produce en el
112 María Cátedra
contexto del nacimiento, cuando una vaqueira ellos también, objetivamente su valor. No obs-
da a luz y muy parecidos son los alimentos que tante creo que la ternura que se desprende de
recibe de familiares, amigos y vecinos. Como sus comentarios, la intensa relación familiar y
la «recién parida», el enfermo suele tener social que he descrito con sus palabras, la
«antojos» que son generosamente concedidos, honda situación de humana solidaridad ante la
y como la de ella, su dieta se compone de pro- muerte merece una reflexión sobre lo que
ductos extraordinarios –la comida de las fies- hemos perdido en el camino, sobre el aisla-
tas–. Esta semejanza en ambos ritos de passa - miento al que sometemos al enfermo, al que va
ge sugiere que la muerte y el nacimiento tienen a morir, en nombre de la «ciencia» y de una
algo en común; el grupo que da la bienvenida supuesta «racionalidad», que muy a menudo
al recién nacido, agradeciendo a la que trae la encierra eminentes y frías consideraciones de
vida, agradece de igual manera al que la aban- productividad, eficacia y eficiencia.
dona, despidiendole en su viaje final. Lo comprobé en una ocasión en la propia
La casa no está aislada en su desgracia sino braña cuando realizaba mi trabajo de campo.
rodeada del contexto más amplio de la comu- Una noche, ya de madrugada, un hombre, al
nidad vaqueira. A un cierto nivel, la muerte es que yo no conocía personalmente, se acercó a
un affaire colectivo tanto para pedir responsa- mi casa a solicitar mis «servicios» como «cho-
bilidades a la casa como para ayudar a propor- fer» en mi pequeño utilitario (un viejo Seat
cionarle sus derechos. El enfermo y luego el 600). En aquel momento mi coche y otro más
difunto se convierten en el centro de la comu- eran los únicos vehículos en toda la parroquia
nidad. Dentro de la casa se organiza un elabo- en que me encontraba (una población de apro-
rado intercambio entre los de fuera y los de ximadamente 500 personas) por lo que me
dentro, entre la braña y el exterior. encargaba ocasionalmente de éstas y otras
La importancia de la casa se aprecia con situaciones de emergencia. Su mujer estaba a
nitidez en el caso de los suicidios ante la enfer- punto de dar a luz, antes de tiempo, y tenía que
medad física cuando no hay esperanza de cura- ir a un pequeño hospital comarcal. Me vestí
ción. En estos casos de enfermedad crónica o rápidamente, nos pusimos los tres en camino y
dolorosa la actitud del suicida se considera llegamos al hospital. Una vez ingresada la
«lógica» y humanamente razonable por cuan- mujer, acompañada de su marido, fui a despe-
to su decisión acorta el dolor y el sufrimiento. dirme de ambos, pensando regresar a mi domi-
Pero además, para los que rodean al suicida cilio. Ella, sin embargo, me apretó con fuerza la
este tipo de muerte no sólo no significa una mano y me pidió que me quedara con ella y la
conducta irracional, sino que incluso demues- acompañara. Me dijo: «Usted es mujer... Estoy
tra en el que la comete una actitud ética y acostumbrada a parir rodeada de mulleres...».
moral. La enfermedad de uno de los miembros Tuve que hablar con el médico para poder que-
de la casa, especialmente en los casos de largo darme, el cual, por cierto, me permitió asistir
y costoso tratamiento, puede traer consigo la al parto. Aunque había asistido al nacimiento
adquisión de deudas. La posibilidad de sufrir de muchos terneros, éste fue el primer niño
uno mismo y hacer sufrir a los demás se con- que he visto nacer.
vierte, pues, en un motivo menos soportable Una última reflexión. Quizá, como en tantas
que la idea de la muerte. facetas, nos estamos alejando de nuestro lugar
En estas lineas he utilizado abundantes citas humano, nuestra experiencia cultural para
de mis informantes. Con ello he tratado de adentrarnos en un territorio (y literalmente
recrear la atmosfera concreta en que tiene lugar territorio) medicalizado. La apropiación insti-
el drama humano de la enfermedad y la muerte tucional de la muerte o del nacimiento en detri-
entre los vaqueiros. Cuando estaba con ellos, mento de su entorno social tiene un alto precio,
ya acudían a los hospitales a curarse de sus en soledad y en sentido. Creo que el nacer y el
males y a sufrir operaciones quirúrgicas, pero morir no tienen porqué realizarse en aislamien-
todos manifestaban su temor a morir en un to, en el territorio de una de las culturas posi-
impecable e higiénico hospital. No se lea aquí bles: la de la medicina occidental en los gran-
un rechazo nostálgico y romántico de la medi- des hospitales. En ocasiones esta situación
cina actual e institucional, entre otras cosas sugiere una especie de secuestro. Estoy segura
porque ellos no lo rechazan, y reconozco, como que hay otras alternativas, desde dentro y desde