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¿Para qué la ortografía?

Desde que aprendemos a escribir nos convertimos en enemigos de la


ortografía. Nos preguntamos cómo puede cambiar lo que escribimos una ve
chiquita en vez de una be grande, o cambiar una g por una j si al leerlo, todo
sonará igual. Entonces, ¿para qué nos sirve una ortografía encargada de hacerlo
todo más difícil?

Gabriel García Márquez, en su discurso ante el Primer Congreso


Internacional de la Lengua plantea “jubilar la ortografía”, haciéndola libre y sin
tantas restricciones. Pero la ortografía no es algo que pueda cambiarse con
facilidad. Luís Barrera Linares reaccionó ante esto escribiendo un artículo con los
cambios propuestos por García Márquez, donde lo califica de “mamador de gallo”.

Un cambió drástico en la ortografía generaría una anarquía en el habla y en


la forma de escribir. El novelista uruguayo, Arturo Pérez-Reverte demuestra esto
en su artículo “Limpia, fija y da esplendor” el cual contiene alteraciones
ortográficas planteadas por la RAE. Para Mempo Giardinelli la ortografía es “una
idea que aplaudirían los que hablan mal y escriben peor”.

El valor de la ortografía lo descubrimos cuando entendemos la importancia


que tiene ésta en nuestra forma de hablar. Si “jubiláramos la ortografía” como
plantea Gabriel García Márquez, nuestra lengua podría fragmentarse. Estaríamos
confundidos al existir tantas formas de decir lo que escribimos.

Aunque la escritura es libre, son necesarias ciertas reglas para su


entendimiento. La ortografía nos da dos opciones: aplicarla y comprender el
extenso mundo de las palabras o ignorarla y perdernos en lo que decimos y
escribimos.

Edwin Corona
C.I. 21.424.236
Gabriel García Márquez creó polémica entre escritores, gramáticos y lectores en
su discurso ante el Primer Congreso Internacional de la Lengua. El escritor
colombiano plantea “jubilar la ortografía”, haciéndola libre y sin tantas
restricciones. Una de las reacciones fue un artículo publicado por Luís Barrera
Linares escrito con los cambios propuestos por García Márquez. Esté artículo nos
muestra que la ortografía no es algo que pueda cambiarse con facilidad.

El discurso

Toda persona en algún momento de su vida, mientras aprende a escribir, se


pregunta ¿quién fue “el loco” que se le ocurrió hacerlo tan difícil?. Y es que
mientras aprendemos a escribir entendemos que si escribiéramos como
hablamos, escribir sería un completo despelote.

2 Era un discurso serio que se tomó muy a pecho los escritores y gramáticos. Luis
Barrera Linares piensa que García Marquez actuaba como escritor y sólo
bromeaba

3 Estos se lo tomaron muy a pecho tomándolo como una mamarrachada


De pequeña tenía pésima ortografía. Con el pasar de los años comenzó a darme
vergüenza pasar al pizarrón por temor a equivocarme al escribir alguna palabra.
Temía que los demás se burlasen de mí, y de allí nació mi miedo escénico junto a
la necesidad de aprender a escribir perfectamente, al punto de no tolerar un error
ortográfico. ¡La culpa es de la RAE!.

Quizá sin tantas reglas, como propone Gabriel García Márquez en su discurso
ante el I Congreso Internacional de la Lengua Española, mi vida habría sido más
fácil. Habría podido escribir como Luis Barrera Linares en su artículo “Er gavo en
zu laverinto”, o como Arturo Pérez-Reverte en “Limpia, fija y da esplendor”, sin
preocuparme tanto como Mempo Giardinelli.

Quizá así nadie habría entendido nunca palabra alguna que yo haya escrito.
¿Sería mi vida entonces más fácil o más triste?, sin ortografía, sin entendimiento.

2 Era un discurso serio que se tomó muy a pecho los escritores y gramáticos. Luis
Barrera Linares piensa que García Marquez actuaba como escritor y sólo
bromeaba

3 Estos se lo tomaron muy a pecho tomándolo como una mamarrachada


e pequeña tenía pésima ortografía. Con el pasar de los años comenzó a darme vergüenza
pasar al pizarrón por temor a equivocarme al escribir alguna palabra. De allí nació mi
miedo escénico junto a la necesidad de aprender a escribir perfectamente. ¡La culpa es de la
RAE!.
2do: Quizá sin tantas reglas, como propone Gabriel García Márquez en su discurso ante el I
Congreso Internacional de la Lengua Española, mi vida habría sido más fácil. Sin acentos,
“haches rupestres” ni distinción entre ge y jota, habría podido escribir como lo hizo Luis
Barrera Linares en su artículo “Er gavo en zu laverinto”, en el que hace referencia al
discurso antes mencionado tildando a García Márquez de “rekurrente mamador de gayo”.

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