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En este libro el autor nos relata como pudo superar los distintos problemas,
los cuales nunca le quitaron el ánimo.
En la primera parte de la narración de este libro el autor Víctor Frankl
pone como centro de la narración la pregunta “¿Cómo incidía la vida diaria
de un campo de concentración en la mente del prisionero medio?”
Pues los sucesos citados en el campo de concentración hacían de la mente
de los reclusos una absoluta y completa paranoia, debido a la violencia con
que los “capos” sometían a los reclusos.
Estación Auschwitz
La principal característica de la primera fase es el shock. Frank relata en
esta parte del libro la experiencia que tuvo o mas bien el sentimiento de
temor o miedo que tuvo cuando se dio cuenta que lo llevaba a el y a otros
reclusos a la ciudad de Auschwitz, el nombre de esta ciudad era sinónimo
de tortura, cámara de gas, y crematorios.
La mente en ese preciso le juega bromas y les hace pensar que los gritos de
los capos son de personas a las cuales las están asesinando una y otra y otra
ves. En esa instancia Frankl hizo uso del positivismo el cual lo había
ayudado en circunstancias negativas en su pasado.
La primera selección
Frankl relata que los capos les ordenaron a todos los prisioneros ha hacer
dos filas, una de hombre y una de mujeres, con el fin de llegar al frente de
un tipo alto, delgado de las fuerzas SS el cual observaba a los incautos y los
localizaba de acuerdo a su estado físico en trabajos forzados o a
sacrificarlos por ser viejos y estar enfermos. Los incautos al momento de la
decisión del tipo de la SS no sabían de que se trataba el lugar en que los
ponían; la derecha significaba trabajo forzados; la izquierda indicaba
cámara de gas o crematorio. El significado de cada dirección se supo hasta
el final del día; el 90% de los reclusos fueron hacia la izquierda.
Desinfección
Esta etapa del relato el autor comenta que un hombre de la SS los dirigió
hasta una cámara en la cual les dijeron que contaban de dos minutos para
desnudarse por completo. Al estar completamente desnudos los látigos
azotaron con la piel desnuda de los incautos; a continuación los llevaron a
afeitar, hasta dejarlos sin ningún cabello sus cuerpos, esta acción era nada
más para demostrar que eran iguales e inferiores que los señores que tenían
el poder y potestad sobre ellos.
Apatía
El prisionero pasaba de la primera fase a la segunda fase, con un
sentimiento de apatía el cual se traduce como una muerte emocional.
El prisionero se llena de una nostalgia muy aguda al recordar a su familia y
a las personas que lo rodeaban en momentos pasados.
Otro síntoma o factor era la frialdad causada por el maltrato emocional y
físico que recibían los reclusos de parte de los capos.
A unos prisioneros se les castigaba por el simple hecho de presentarse con
fiebre a la enfermería en un momento inoportuno, los guardias lo
castigaban dándole bofetadas y tirándolo al suelo una y otra ves.
El incauto en esta segunda fase deja de sentir sensaciones, sentimientos
como el asco, piedad y horror los cuales había perdido por tanta crueldad y
tanta soledad.
El hambre
Uno de los deseos mas placenteros era el de comer algo delicioso. Los
prisioneros cuando no estaban siendo vigilados de muy cerca se ponían a
hablar sobre comida. ¿Cual era el plato preferido?, ¿cual era su receta?…
Cosas sobre comida. Pero alto, ¿no es error hablar sobre comida tan
detalladamente cuando el cuerpo ya se había acostumbrado a comer solo
una sopa aguada con un pequeño trozo de pan?
Estos deseos son nada mas que un engaño a la mente delos prisioneros, los
cuales ellos mismos se hacen un daño psicológico tan grave que al final
termina como una tortura hacia ellos.
Sexualidad
La sexualidad debía de ser un hecho en los campos de concentración donde
solo había hombres. Pero en este campo el deseo sexual era tan poco, que
ni en los sueños los hombres se ocupaban tanto de este deseo.
Ausencia de sentimentalismo
En la mayoría de los prisioneros, los deseos de arraigarse a la vida era tan
grande que explica la ausencia de los sentimientos de los prisioneros.
Política y religión
En el campo de concentración los hombres estaban aislados de toda cultura
externa, a excepción de la política y la religión.
Muchas de las conversaciones que sostenían los prisioneros eran sobre la
política, las distintas facetas, criterios y puntos de vista que los prisioneros
sostenían y los cuales muchas veces eran las causantes de muchas riñas
entre ellos.
También algunos prisioneros hablaban de la religión a tal punto de
sinceridad y profundidad que los reclusos recién llegados se admiraban de
tanta profundidad en el tema.
Monologo al amanecer
La necesidad de estar acompañado y querer hablar con un ser querido llega
a tal punto que las personas empiezan a imaginarse cosas, personas, seres
queridos con los cuales mantienen una larga y desahogadora charla, a las
cuales les cuentan sus desgracias diarias y les cuentan cosas cotidianas. La
mente les juega un papel importante pues es ella, por la necesidad, quien
crea a personas a partir del subconsciente. De cada persona prisionera.
Arte en el campo
Frankl dice que ¿por qué no iba a haber arte en el campo? que el término
arte dependía de la mentalidad o del criterio de cada persona y dependía de
ella a lo que le podía llamar arte a algo.
Luego del trabajo pesado diario los reclusos se reunían en los cuartos para
contar chiste, poemas, narraciones, crónicas y mas, con el único fin de
olvidarse de las desgracias, este método de diversión funcionaba, así los
prisioneros se olvidaban de sus problemas por un buen rato.
Humor en el campo
era difícil suponer que podía crearse algo parecido al arte en el campo; pero
sucedía. El humor forma parte de la vida diaria, recrea y pone calma a los
prisioneros. Frankl propuso a sus compañeros que prometerían inventar una
historia divertida cada día, con la cual buscarían relajarce y disfrutar de su
estadía en ese horrible lugar.
Añoranza de soledad
Cierto que había veces en que era posible y hasta
necesario mantenerse alejado de la multitud. Es bien sabido
que una vida comunitaria impuesta, en la que se presta atención
a todo lo que uno hace y en todo momento, puede producir la
irresistible necesidad de alejarse, al menos durante un corto
tiempo. El prisionero anhelaba estar a solas consigo mismo y con
sus pensamientos. Añoraba su intimidad y su soledad.
Planes de fuga
El prisionero de un campo de concentración temía tener que
tomar una decisión o cualquier otra iniciativa. Esto era resultado
de un sentimiento muy fuerte que consideraba al destino dueño
de uno y creía que, bajo ningún concepto, se debía influir en él.
Estaba además aquella apatía que, en buena parte, contribuía a
los sentimientos del prisionero. A veces era preciso tomar
decisiones precipitadas que, sin embargo, podían significar la vida
o la muerte. El prisionero hubiera preferido dejar que el destino
eligiera por él. Este querer zafarse del compromiso se hacía más
patente cuando el prisionero debía decidir entre escaparse o no
escaparse del campo.
Los intentos de fuga de los prisioneros eran tales que algunos morían en el
intento o morían en la cerca eléctrica.
Irritabilidad
Aparte de su función como mecanismo de defensa, la apatía de
los prisioneros era también el resultado de otros factores. El
hambre y la falta de sueño contribuían a ella (al igual que ocurre
en la vida normal), así como la irritabilidad en general, que era
otra de las características del estado mental de los prisioneros. La
falta de sueño se debía en parte a la invasión de toda suerte de
bichos molestos que, debido a la falta de higiene y atención
sanitaria, infectaban los barracones tan terriblemente
superpoblados. El hecho de que no tomáramos ni una pizca de
nicotina o cafeína contribuía igualmente a nuestro estado de
apatía e irritabilidad.
La libertad interior
Viktor Frankl trato de demostrar en su libro que al ser humano lo pueden
encarcelar, aislar, separar de sus seres queridos, le pueden quitar todo lo
material, pero lo único que no se le puede quitar es el mismo ser de ser
humano, las ganas de vivir y la libertad del alma en explorar nuevos
criterios y seguir siendo el ser que quiera ser.
Frankl demostró muchas debilidades ante los problemas a los que se
enfrento pero el nunca perdió la voluntad de vivir y más que todo de
sobrevivir a ese entorno de brutalidad.