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En primer lugar, me gustaría agradecer vuestra participación, voluntad y ánimo, sin los
que ni mi compañero ni yo, hubiésemos llevado tan lejos nuestra idea inicial.
Empezamos hoy con una básica pero necesaria introducción que, aunque nos enseñe
poco de nuevo, conviene no dejar pasar.
Espero que paséis un rato agradable poniendo en práctica nuestros consejos.
Sin más dilación… ¡¡comienza el juego!!
Para practicar de momento podéis usar cualquier papel al que estéis acostumbrados,
bien sea con pauta, doble pauta ,cuadriculado o milimetrado, pero conforme
adquiramos nivel, sería bueno que os animaseis a presentar al menos un trabajo
terminado en blanco.
Los papeles hechos a mano son una delicia y muy a pesar de lo que pueda parecer,
retienen (algunos) muy bien la tinta.
Los del tipo Indian Khadi por ejemplo, son superficies perfectas que no necesitan más
adornos.
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En posteriores lecciones por mi parte, iremos aprendiendo los diferentes alfabetos por
orden cronológico en la Historia, y a la par, las plumillas o herramientas más adecuadas
para practicar cada uno de ellos.
Veréis que va a ser divertido y nos hará revivir un montón de recuerdos que
enriquecerán la experiencia de todos.
Podéis colgar vuestros trabajos terminados aquí,hasta el próximo jueves.
FICHAS LECCION 1
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TRABAJOS PROPUESTOS
- Practicar la escritura Rubio de las fichas descargadas.
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Lección 2
El objetivo de esta lección será adquirir destreza y aprender a escribir letras con plumín
Caligráfico. Es necesario tener practicar antes de empezar a hacer alfabetos más
complicados. En las siguientes lecciones haremos, en orden cronológico: Romana,
Post-Romana, Insular, Gótica, Renacimiento, Barroca, Moderna, etc. Practicar con estas
últimas es a nuestro entender el fin de este taller.
El alfabeto que vamos a mostrar, es un buen ejercicio para aprender a hacer formas
esenciales que hay que dominar, y buen ejercicio para aprender a trazar circunferencias
y rectas.
LAS LETRAS Y SUS PROPORCIONES
- La pluma se sujetará sin hacer presión pero con firmeza, entre los dedos pulgar, índice y
corazón. El dedo pulgar y el dedo corazón servirán de apoyo, el dedo índice se usará para
ejercer presión sobre la pluma a la hora de escribir.
- El ángulo a utilizar será de 30º sobre la horizontal. Esto quiere decir que la base donde
se apoya el plumín deberá están inclinado 30º sobre la horizontal del papel.
MATERIALES NECESARIOS
- Papel milimetrado
- Pluma de caligrafía. También se puede hacer con palillero con plumín de punta ancha o
rotulador de punta recta. Al principio es mejor usar un grande, se recomienda una de
2mm más o menos, ya que así se podréis ver lo que está sucediendo con los trazos que
realiza.
EJERCICIOS GRAFOMOTRICIDAD
Antes de empezar a escribir letras es conveniente practicar los siguientes ejercicios para
mejorar la "grafomotricidad" ya que van a ser la base y la "esencia" del alfabeto que
vamos a aprender. Son ejercicios con formas elementales, base de las letras propuestas y
que nos facilitaran posteriormente rotularlas.
EJERCICIO 4 – Emes
ALFABETO PROPUESTO
Tomando como referencia una de las líneas horizontales del papel milimetrado,
dibujaremos al comienzo de cada línea un ancho de pluma de 4, será la base y referencia
para trazar las letras. Las letras se rotularán en la dirección mostrada a continuación:
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ACTIVIDADES PROPUESTAS
1.- Practicar los ejercicios de grafomotricidad propuestos.
2.- Escribir cada una de las letras del alfabeto propuesto, hasta que todas salgan iguales.
Al comienzo de cada línea se dibujará el ancho de plumilla como referencia.
3.- Escribir un texto. El ejercicio tiene como finalidad aprender a hacer bien la separación
entre letras.
4.- Publicar los resultados...
Lección 3
Pues bien. Una vez introducido el alfabeto base de nuestra cultura, os propongo los
ejercicios de esta semana.
Este alfabeto se realiza con pluma.
Debemos prestar atención a los rasgos terminales. Si nos fijamos, observamos que son
más gruesos que puntiagudos, con lo cual si trabajamos con plumilla elegiremos un
plumín recto, y si usamos estilográfica un plumín caligráfico dependiendo el grueso de
éste, del tamaño de letra que queremos trabajar. (Recordemos los consejos en cuanto al
ancho de plumilla que daba Pomperopero en la lección anterior).
Espero que hayáis disfrutado recordando conocimientos olvidados con esta mini lección
de historia y que trabajéis la materia que nos ocupa practicando este alfabeto.
¡¡Animaos a mostrar vuestros trabajos, los estamos esperando!!
Un saludo a todos y gracias por seguirnos. ¡¡Hasta la semana que viene!!
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Lección 4
Estas letras se usaban desde el siglo VI al XI. La minúscula carolingia, una letra con
aspecto muy moderno, es la más significativa.
Debemos prestar atención a los rasgos terminales. Si nos fijamos, observamos que son
más gruesos que puntiagudos, con lo cual si trabajamos con plumilla elegiremos un
plumín recto, y si usamos estilográfica un plumín caligráfico dependiendo el grueso de
éste, del tamaño de letra que queremos trabajar.
Las letras con las cabezas (b, d, h, l, etc.) se escriben con las tapas triangulares .
Modelos Irlandeses
La máxima representación de esta escritura en Irlanda ,es sin duda el “Libro de Kells”,
aunque también destacan los “Evagelios de San Chad” y los “Evangelios de MacRegol”.
El libro de Kells, se expone en el Trinity College de Dublín, y atrae a miles de visitantes
cada año.
Sus maravillosas páginas, han sobrevivido a los estragos del tiempo.
Contiene los cuatro Evangelios escritos en latín cuidadosamente copiados a mano por los
monjes celtas alrededor del año 800 y no por menos,está considerado como uno de los
tesoros nacionales de toda Irlanda.
Es el manuscrito más elaborado que aún se conserva de la Edad Media en toda Europa.
http://es.wikipedia.org/wiki/Libro_de_Kells
Modelos Ingleses
En la British Library se conserva el más bello y antiguo de los libros ingleses,el conocido
como “Evangelio de Lindisfarne”.
Según la suscripción que lleva el códice, fué escrito sobre el año 700 y nada tiene que
envidiar en precisión y gracia a los escritos irlandeses.
Otros especímenes destacables de esta escritura en Gran Bretaña son el “Libro de
Durrow” y los “Evangelios de Canterbury”.
http://es.wikipedia.org/wiki/Evangelios_de_Lindisfarne
Centrándonos en lo que nos ocupa, practicaremos esta semana este tipo de letra
fijándonos en este alfabeto muestra que os propongo.
LECCION 6: ALFABETO GÓTICO.
En esta lección seguimos avanzando en el tiempo. Hemos pasado del alfabeto Romano, a
la minúscula carolingia y hoy llegamos a la famosa letra gótica. Sin olvidar la letra insular
que se dio de forma aislada y que practicamos la semana pasada.
Durante los siglos XII y XIII se producen en la cultura unos cambios radicales que tienen
sus efectos sobre las características de los manuscritos y sobre la forma de escritura.
Hasta esta época, los estudios y los libros eran una prerrogativa casi exclusiva de
eclesiásticos y únicamente producidos en monasterios y escuelas catedralicias. Sin
embargo, a partir de la mitad del siglo XII la cultura se difunde fuera de los monasterios,
divulgándose en torno a las grandes universidades que van surgiendo en todos los países
en esa época y a las que acuden estudiosos de toda condición: eclesiásticos, religiosos y
laicos. Se necesita por lo tanto proveer de los libros necesarios a las universidades para
que puedan desarrollar sus enseñanzas. Esto provoca una gran demanda de textos que
afecta al mercado librario; de nuevo, al igual que en la Roma antigua, surge un comercio
en torno a los libros. Estos son producidos en oficinas librarias dependientes de los
centros universitarios con estatutos propios y privilegios.
En este nuevo ambiente, los manuscritos cambian profundamente de carácter: la
escritura deja de ser espontánea, convirtiéndose en rígida, amanerada y con la
uniformidad propia de los productos producidos en serie. Al mismo tiempo se busca la
economía de papel, es decir que quepa la máxima cantidad de texto en el menor espacio
posible, lo que implica contraer las letras, trazar ascendentes y descendentes cortos, así
como utilizar abundantes abreviaturas. Otro factor que influyó en el aspecto de la letra
gótica fue uno de tipo técnico: la punta de la pluma se cortó de forma oblicua a la
izquierda, lo que da como resultado que los trazos horizontales y verticales fueran de
trazo grueso y los oblicuos finos y tenues. La consecuencia en el campo de la escritura es
la formación de un tipo caligráfico duro y fuertemente anguloso, adaptado
especialmente para manuscritos solemnes. Un paralelo con la arquitectura gótica donde
triunfa el arco apuntado frente a las formas redondeadas también es evidente En el
ámbito más modesto y en documentos surge una gran variedad de tipos cursivos que
prosiguen más directamente la tradición carolina.
Como curiosidad, la escritura proto-góticas se dio en un intervalo corto de tiempo, es
una letra intermedia entre la minúscula carolingia y la gótica.
Imagen Izquierda: Escrito Carolingio tardío (1033 a 1053) Imagen Centro: Escrito
Pre-Gótico (Mediados del siglo XII) Imagen Derecha: Escrito Gótico (fechado entre 1304 y
1321).
Voy a dedicar la lección de hoy, a una de las letras versales sin duda más bellas y
complejas que forma parte de la Historia de la Escritura.
Se trata de las Cadels, o Cadeaux que podíamos incluso llegar a definir como “a caballo
entre la caligrafía y el dibujo”.
De acuerdo con un propósito práctico, podemos definir una letra como capitular cuando
esta sea mayor que las letras de caja alta o baja que la acompañan.
Antes de comenzar su estudio podemos dar un breve repaso al origen y desarrollo de sus
inmediatas predecesoras, las ricas iniciales ornamentadas de los manuscritos del siglo
XV.
Los más antiguos manuscritos romanos que conocemos están escritos con las letras
capitales romanas y rústicas que con el paso del tiempo se transformaron en unas letras
con formas más redondeadas que conocemos como unciales.
En estos manuscritos apenas había espacio entre las palabras y el tamaño de las letras
era uniforme; el aspecto compacto y la regularidad que se obtenía dotaban a la página
escrita de una hermosa dignidad pero, por el contrario, eran difíciles de leer.
Como ayuda a la lectura la letra inicial de cada párrafo se escribía en el margen con el
mismo tamaño que el texto pero conforme el escriba encontraba más espacio disponible
esta letra inicial iba siendo cada vez más grande y de formas diferentes a las otras. De
este modo, sirviendo a un propósito útil, fue como nacieron las letras capitulares.
Poco tiempo después se produjo una modificación en el alfabeto, a partir de una
simplificación de las letras unciales, convirtiéndose estas en semiunciales; esta
modificación trajo consigo unas sustanciales ventajas en cuanto a rapidez de escritura,
mayor legibilidad y superior aprovechamiento del espacio disponible.
Fue por tanto normal que las capitulares romanas cayeran en desuso para el cuerpo de
texto, pero siguieron usándose en titulares, en la primera letra de los nombres propios y
cuando hacía falta enfatizar algo; y en su utilización para señalar el principio de un
párrafo en los libros, coloreadas, doradas y adornadas, era cuando alcanzaban su mayor
grado de elaboración.
La ventaja práctica de destacar los principios de los párrafos debió ser importante en
aquella época, si pensamos, por ejemplo, en los libros utilizados en los ritos litúrgicos por
los monjes en lugares con poca luz como las iglesias, y la dificultad que entrañaría
encontrar un fragmento determinado. Seguro que una colorida y destacada capitular
ayudaría mucho para reconocerlo y situarlo.
Los primeros impresores imitaron a los calígrafos e iluminadores en el uso de capitulares
y otros detalles de su trabajo. El primer libro que contiene su fecha de impresión, el
famoso Salterio de Fust y Schoeffer de 1457, nos muestra una gran cantidad de estas
letras, concretamente A. W. Pollard las cifra en 288 además de la gran B que comienza el
primer Salmo. Esta letra está impresa en azul y con un borde interno de color rojo. Fust y
Schoeffer poseían también unas letras capitulares, concretamente la Q y la T de similar
belleza y calidad que la citada B.
Indudablemente existen capitulares, antiguas o modernas, mejor diseñadas y más
bonitas en su conjunto, pero lo que es seguro es que las letras capitulares de este
periodo inicial se pueden describir (teniendo en consideración el uso de dos colores en
su realización) como las más suntuosas y ambiciosas logradas por medio de la imprenta.
De todas formas el uso no sólo del color y los adornos sino de cualquier tipo de capitular,
sufrió un pequeño declive debido principalmente a dos razones: el deseo de economizar
el coste y la oposición de los iluminadores y grabadores de piezas xilográficas que veían
peligrar su profesión. Existen evidencias de que la primera de estas razones fue la que
tuvo mayor peso: Gordon Duff nos cuenta como en algunas copias de la primera Biblia
fechada, realizada en 1462 y que lleva la marca de Schoeffer, “se intenta imprimir el
color azul y el rojo en la misma página, pero que aparentemente, y debido a su
laboriosidad, el intento es abandonado.
Entonces las letras rojas se imprimen en su color y las que deben ir en azul son impresas
en hueco para posteriormente ser rellenadas de azul por los iluminadores”. Esto nos
muestra dos métodos en conflicto y que no pueden ser armonizados, pero el deseo de
los primeros impresores de editar libros bellos y completos unido a la necesidad de hacer
estos de forma rápida y con una tirada lo más amplia posible les hace evitar
complicaciones y buscar la solución dejando los huecos libres donde los iluminadores
insertes las letras capitulares. Para ello, una practica general fue imprimir la letra en caja
baja en el espacio correspondiente para que sirviera de guía a los iluminadores menos
adiestradosÉ el resultado fue que muchas de estas incongruentes letras aparecen
frecuentemente abandonadas y solitarias en los impresos de la época.
Pero la inserción de las capitulares por parte de los escribas no solamente fue un método
de poca confianza y un impedimento para que el libro llegara con rapidez del impresor al
público; fue un error desde el punto de vista del oficio, era necesario encontrar una
manera de hacer mejor las cosas. Un libro escrito e impreso parcialmente pierde su
unidad, y la perdida de unidad en un trabajo de arte es un fiasco. De este modo el
intento de usar el color en los libros impresos, basado en un deseo de emular e incluso
imitar los libros manuscritos fue vencido por el tiempo y esto ocurrió principalmente
porque el objetivo fue un error.
El primer impresor de Ausburgo, Gunther Zainer, cuyo su primer libro datado fue
impreso en 1468, tuvo el honor de pertenecer al grupo de impresores que emprendió el
camino correcto. Aún la aplicación del color a mano tenia un cierto uso y las primeras
iniciales de madera de Zainer eran siluetas de las letras creadas para ser rellenadas de
color por el rubicador, el hombre que se encargaba de añadir al mismo tiempo los títulos
de los capítulos y otras notas. Pero el primer paso adelante más importante fue que
éstas capitulares eran impresas en negro, lo mismo que el texto. El segundo paso, que
supuso un significativo avance, consistió en rellenar el contorno interno y las zonas que
rodean a la letra con un fondo decorativo en el que a veces añadía una decoración
marginal. Estas letras, aunque destinadas al relleno de color por parte del rubicador, a
veces eran impresas sin el mismo. El tercer y último paso tuvo lugar cuando los
impresores realizaron pequeños ajustes de disposición en sus diseños que permitieron
resaltar el atractivo de estas letras.
La realización
Desde el punto de vista tipográfico, las letras capitulares tienen una importancia que no
es nada desdeñable. Y esto es así porque se conforman en la página como un foco visual
que proporciona énfasis, variedad y si su diseño es bueno añaden una placentera
invitación a iniciar la lectura.
El examen de las cuestiones que atañen a su correcta composición debe de tener en
cuenta tanto a la letra sola como acompañada de texto. Y esto es fundamental ya que no
podemos valorar el correcto diseño de una letra capitular, su adecuada selección y su
apropiado “color” si no es en conjunción con el tipo de texto con el cual va a ser
utilizada.
Unidad entre la capitular y el tipo
Cuando se usan letras de la misma fuente pero de mayor tamaño como capitulares se
obtiene ciertamente una unidad de forma, pero al ser estas letras generalmente de más
peso que los tipos de texto la unidad de tono y de peso realmente se pierde. Además los
tipos están diseñados primariamente para combinarse con otras letras de similares
características de un tamaño generalmente reducido; cuando estas letras se separan y se
utilizan solas a un tamaño mayor, raramente realizan satisfactoriamente la labor
destinada a una letra capitular. Los remates, para mencionar un detalle, son
invariablemente demasiado largos y pesados para los requerimientos de una letra sola
de una considerable dimensión. Cuando se requieren letras capitulares sencillas de la
misma fuente que las utilizadas para el texto, es preferible que sean diseñadas y
cortadas a propósito. Si hablamos de libros, es preferible buscar una armonía entre
elementos análogos que entre elementos contrastados. Además, los impresores deben
observar que una letra que parece demasiado pesada cuando se imprime en negro, la
misma letra impresa a color puede parecer más ligera e incluso ganar en unidad con el
texto.
La unidad entre la letra capitular y el texto es esencial para la sencillez de la página
impresa. Esta sencillez es de gran valor para aquellos libros que, por su naturaleza o
dificultad, ningún elemento que distraiga la atención debe interponerse entre el lector y
el texto.Las letras capitulares deben alinearse con las líneas de texto. Los errores de
alineación son frecuentes. El espacio en blanco que ocasiona debajo de la letra afea la
composición. Si bien sobre gustos no hay nada escrito, un defecto de este tipo en un
libro que reclama haber obtenido una cierta consideración tipográfica es algo
inaceptable. Si la letra está decorada, la parte superior de la propia letra es la que debe
alinear con la línea superior del texto, en este caso sobre la letra debería existir
solamente un pequeño ornamento.
Asimismo no existen razones suficientemente fuertes que aconsejen que una letra
capitular sea compuesta siempre en “arracada” con el texto. En un libro con márgenes
amplios, la letra puede disponerse de manera totalmente separada del texto. Por
ejemplo en poesía este método es muy conveniente ya que la letra capitular en el lado
izquierdo equilibra los finales de línea quebrados del lado derecho.
Capitulares sin decoración
La letra clásica romana, tan moderna ahora como cuando fue grabada en la Columna
Trajana y sobre el Arco de Constantino, expresa la belleza en sus formas limpias de una
manera tan clara que no hace falta añadirla ornamento alguno. Pero si bien en las
inscripciones lapidarias su presencia espaciosa y sosegada no ofrece ningún interrogante
en su uso, en el libro como capitular tiene ciertas limitaciones.
Las capitulares romanas pequeñas hacen un buen servicio si su grosor no es muy grande
(No. 89 a 92). También dibujando su contorno externo se puede conseguir un
conveniente peso (No. 84, 88 y 97) así como engrosando solamente una línea (No. 93).
Las letras con el contorno dibujado son apropiadas para usarlas con páginas compuestas
en itálica por su delicadeza y gracia. Las capitulares sencillas son apropiadas para su uso
en páginas de poesía debido al espacio en blanco que se genera por la longitud desigual
de las líneas y su agrupación en estrofas. Este espacio en blanco entra en sintonía con la
apertura de las letras y logran un resultado armónico y digno.
Pero cuando son usadas con una composición de prosa compuestas con un tipo estrecho
en líneas justificadas y con poco interlineado (que genera un “color” tipográfico
especialmente contrastado) las formas de las letras como la C o la O aparecen como si
estuvieran vacías, y muestran un espacio que parece que debe de ser llenado por el
texto que las rodea. En estas circunstancias es aconsejable añadir a la capitular un
pequeño ornamento no tanto con el fin de embellecer la letra sino de hacerla armonizar
con el texto.
El diseño de capitulares ornamentadas
La cuestión del diseño está implícita en los apartados anteriores, no obstante aún se
pueden añadir algunos puntos importantes: La propia letra, el símbolo que leemos, no
debe contener en su forma ningún ornamento que dificulte su identificación (P.ej. No.
34). No obstante, la letra no debe parecer “plantada” encima de un fondo sino que los
adornos deben de envolverla respetando sus formas básicas.
El área del fondo no debe exceder las proporciones de las letras. Las letras I y J pueden
considerarse excepciones ya que al ser demasiado estrechas pueden colocarse tanto
encima de un cuadrado como de un rectángulo, aunque colocar todas las letras en un
cuadrado es un error, muy común por cierto incluso en artistas de la talla de Durero o
Holbein. Por ejemplo la P romana es una letra estrecha y sus ornamentos no deberían
sobrepasar sus proporciones (No.35).
La mayoría de las capitulares decoradas llevan un exceso de ornamentación
especialmente en su parte superior; incluso las mejores parece que han sido diseñadas
pensando en que luzcan bien separadas y solas y no acompañando al texto en una
página impresa. Una buena capitular debe de ser diseñada pensando en que el impresor
la pueda ajustar, el símbolo y no el ornamento, de forma razonable con las letras que la
acompañan.
Los mismo se puede decir de las capitulares sencillas sin ningún ornamento, por ejemplo
las colas de las letras R o la Q no deben extenderse demasiado de forma que las letras
que siguen no queden muy separadas.
El borde del fondo debe de ser irregular como muestra la letra No. 74 y cuando la
naturaleza del diseño lo permita abierto como el de la letra No. 73. Esto ayuda a la
unidad de la capitular con el texto permitiendo al ojo del lector “penetrar” en el mismo a
través de la apertura de la letra y a la vez armonizar con la línea de texto. Las líneas duras
y cerradas rodeando una letra capitular aíslan a ésta del texto y la convierten en una
mancha sobre la página.
No hay que olvidar tampoco otra forma de decorar un libro que es utilizando bordes y
“flores de impresor” un método más acorde quizás con la propia tipografía y es que
aunque las capitulares así como la portada de un libro pueden ser ricamente elaboradas,
éstas deben realizarse desde el punto de vista de la tipografía y sirviendo al espíritu del
libro impreso. La mejor decoración nace del propio contenido y no puede ser impuesta
desde fuera del mismo.