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El Fantasma De La Opera

La casa de la Opera en Paris es un edificio muy famoso y hermoso. Es la casa de la Opera mas grande
del mundo. La construcción del edificio comenzó en 1861, terminó en 1875, y costó cuarenta y siete
millones de francos.

Tiene diecisiete pisos, diez bajo el suelo y siete sobre el suelo. Detrás y bajo el escenario hay escaleras
y pasadizos y muchas, muchas habitaciones – camerinos para los cantantes y los bailarines,
habitaciones para los trabajadores del escenario, los vestidos y los zapatos de la ópera… Existen más
de 25.000 puertas en el edificio. Usted puede caminar por horas y jamás ver la luz del día, bajo la Casa
de la Opera de Paris.

Y la casa de la opera tiene un espíritu, un fantasma, un hombre en negras vestiduras. Él es un cuerpo


sin cabeza, o una cabeza sin cuerpo. Tiene un rostro amarillo, no tiene nariz, tiene hoyos negros por
ojos.

Esta es la verdadera historia del Fantasma de la Opera. Comienza un día de 1880, en el camerino de las
bailarinas.

1.- Las Bailarinas

“¡Rápido, Rápido! ¡Cierren la puerta! Es él” Annie Sorelli corrió hacia el camerino, su rostro estaba
pálido.

Una de las chicas corrió y cerró la puerta, y luego todas se volvieron hacia Annie Sorelli.

¿Quién? ¿Dónde? ¿Qué es lo que pasa? Gritaron.

¡Es el fantasma! Dijo Annie. ¡En el pasillo! Lo vi. ¡Salió del muro en frente de mí! Y… ¡vi su cara!

La mayoría de las chicas estaban asustadas, pero una de ellas, una chica alta con cabello negro, se rió.

“Puh” dijo ella. “Todos dicen ver al fantasma de la opera, pero no es realmente un fantasma. Tú viste
una sombra en el muro”. Pero ella no abrió la puerta, ni miró hacia el corredor.

“Mucha gente lo ve” dijo una segunda chica. “Joseph Buquet lo vio hace dos días atrás”. ¿No lo
recuerdas?

Entonces todas las chicas comenzaron a hablar a la vez.

“Joseph dice que el fantasma es alto y viste una chaqueta negra”

“Tiene la cabeza de un hombre muerto, con el rostro amarillo y sin nariz…”

“… Y sin ojos – ¡solo agujeros negros!”

Entonces la pequeña Meg Giry habló por primera vez. “No hablen de él. A él no le gusta. Mi madre me
lo dijo”

¿Tú madre?, dijo la chica de pelo negro. ¿Qué es lo que tú madre sabe acerca del fantasma?

Ella dice que Joseph Buquet es un tonto. Al fantasma no le gusta oír a la gente hablar acerca de él, y un
día Joseph Buquet lo va a lamentar.

¿Pero que es lo que tu madre sabe? ¡Dinos, dinos! Todas las chicas gritaron.

¡Oh queridas! Dijo Meg. Pero por favor no digan ni una palabra a nadie. Ustedes saben, mi madre es la
portera de algunos palcos en la casa de la Opera, ¡y a veces él le deja flores a mi madre!
¿El fantasma tiene un Palco? ¿Y deja flores en él?

Oh Meg, ¡tú madre te está contando sólo cuentos! ¿Cómo un fantasma puede tener un palco?

“Es verdad, es verdad” ¡Te lo digo! Meg gritó. Nadie compra entradas para el palco 5, pero el fantasma
siempre llega en las noches de ópera.

¿Entonces alguien va allá?

Por que no…. El fantasma viene, pero no hay nadie allí

Las bailarinas miraron a Meg. ¿Pero cómo lo sabe tu madre? Preguntó una de ellas.

No existe ningún hombre en una chaqueta negra, con el rostro amarillo. Eso está mal. Mi madre nunca
ve al fantasma en el Palco 5, pero lo oye. Él le habla, pero no hay nadie allí. Y tampoco le gusta que la
gente hable de él.

Pero esa noche las bailarinas no podían parar de hablar del fantasma de la ópera. Ellas hablaron antes
de la ópera, durante la ópera y después de la ópera. Pero hablaron muy despacio, y miraban detrás de
ellas antes de hablar.

Cuando la ópera terminó, las chicas volvieron a su camerino. De pronto escucharon a alguien en el
pasillo, y la Sra. Giry, la madre de Meg, corrió hacia la habitación. Ella era una mujer obesa y
maternal, con la cara roja y feliz. Pero esta noche su cara estaba pálida.

Oh niñas, gritó. ¡Joseph Buquet está muerto! Ustedes saben que él trabajaba abajo, en el cuarto piso
bajo el escenario.

¡Los otros trabajadores encontraron su cuerpo allí hace una hora atrás con una soga alrededor de su
cuello!

“¡Es el fantasma!” gritó Meg Giry. “El fantasma lo mató”

2.- Los directores de la Casa de la Ópera

La casa de la Ópera era famosa, y los directores de la ópera eran personas muy importantes. Era la
primera semana de trabajo para los dos nuevos directores, el Sr. Armand Moncharmin y el Sr.
Firmin Richard. Al día siguiente, en la oficina de los directores, los dos hombres conversaban acerca
de Joseph Buquet.

Fue un accidente, dijo enojado el señor Armand. “O Buquet se suicidó”

¿Un accidente?… ¿Se suicidó? Dijo el Sr. Firmin.

¿Cual historia quieres, amigo mío? O es que quieres la historia del fantasma.

¡No hables del fantasma! Dijo el Sr. Armand. Tenemos a 1.500 personas trabajando para nosotros en la
casa de la ópera, y todos están hablando sobre el fantasma. ¡Están todos locos! No quiero escuchar
sobre el fantasma, ¿OK?

El Sr. Firmin miró una carta en la mesa cerca de él. ¿Y que es lo que vamos a hacer con respecto a esta
carta, Armand?

¿Hacer? Gritó el Sr. Armand. ¡Qué, hacer nada por supuesto! ¿Qué podríamos hacer?

Los dos hombres leyeron la carta nuevamente. No era muy larga.


A los dos nuevos directores

Debido a que ustedes son nuevos en la casa de la ópera, les estoy escribiendo para decirles algunas
cosas importantes. Jamás vendan boletos para el Palco 5; ese es mi palco para todas las noches de
ópera. La Sra. Giry, la portera conoce todo acerca de esto. También necesito dinero para mi trabajo
en la casa de la ópera. No soy muy caro y sería feliz de tomar sólo 20.000 francos al mes. Eso es todo.
Pero por favor recordar, que puedo ser un buen amigo, pero un mal enemigo.
F.O. (O.G. en inglés)

“¡No vendan boletos para el Palco 5!”¡20.000 francos al mes! El Sr. Armand se puso muy molesto otra
vez. ¡Ese es el mejor Palco en la Casa de la ópera, y necesitamos el dinero, Firmin! ¿Y quién es F.O…
eh? ¡Dime eso!

El fantasma de la ópera por supuesto, dijo el Sr. Firmin. “Pero tú estás en lo correcto”, Armand. No
podemos hacer nada con respecto a esta carta. Es un chiste, un mal chiste. Alguien piensa que somos
unos tontos, porque somos nuevos aquí. ¡No existen fantasmas en la casa de la ópera!

Los dos hombres hablaron acerca de la ópera de esa noche. Era Faust, y usualmente la Carlotta
cantaba Margarita. La Carlotta era española, y la mejor cantante en Paris. Pero hoy la Carlotta estaba
enferma.

“Todo París estará presente en la ópera de esta noche”, dijo el Sr. Armand, “¡y nuestra mejor cantante
está enferma, de repente!”. Ella escribió una carta para nosotros justo esta mañana – ¡está enferma, y no
puede cantar esta noche!

“No te enojes otra vez Armand”, dijo rápidamente el Sr. Firmin. “Tenemos a Christine Daaé, esa
joven cantante de Noruega. Ella puede cantar Margarita esta noche. Ella tiene una buena voz. ¡Pero ella
es tan joven, y nadie la conoce! Nadie quiere oír a una nueva cantante.

Espera y mira. Puede ser que Daaé pueda cantar mejor que la Carlotta, ¿Quién sabe?

3.- Christine Daaé

El Sr. Firmin tenía razón. Todo París hablaba acerca de la nueva Margarita en Faust, la muchacha de
hermosa voz, la muchacha con la voz de un ángel. La gente la amaba. Ellos rieron y lloraron y la
llamaron por más. Daaé era maravillosa, ¡la mejor cantante del mundo!

Detrás del escenario Meg Giry miraba a Annie Sorelli. “Christine Daaé jamás cantó así antes” ella le
dijo a Annie. ¿Por qué estuvo tan bien esta noche?

Quizás se consiguió un nuevo maestro de música, dijo Annie

El ruido en la casa de la ópera se mantuvo por un largo tiempo. En el Palco 14, Philippe, el conde de
Chagny, se volvió hacia su hermano menor y sonrió.

Bueno, Raoul, ¿Qué es lo que piensas de Daaé esta noche?

Raoul, el Vizconde de Chagny, tenía 21 años. Tenía Ojos azules y cabello negro, y una maravillosa
sonrisa. La familia Chagny era antigua y rica, y muchas mujeres en Paris estaban enamoradas del joven
Vizconde. Pero Raoul no estaba interesado en ellas.

Le sonrió de vuelta a su hermano. ¿Qué es lo que te puedo decir? Christine es un ángel, eso es todo.
Voy a ir a su camerino para verla esta noche.

Philippe se rió. Tenía 20 años más que Raoul y era más un padre que un hermano.

“Ah, comprendo”, el dijo. “¡Estás enamorado!” Pero esta es tú primera noche en Paris, tú primera visita
a la ópera. ¿Cómo tú conoces a Christine Daaé?
¿Recuerdas hace 4 años atrás, cuando estaba de vacaciones en la costa, en Bretaña (Brittany)? Dijo
Raoul. Bueno, conocí a Christine allá. ¡Estaba enamorado de ella entonces, y todavía estoy enamorado
de ella hoy!

El conde de Chagny miró a su hermano. “Mmm, ya veo”, dijo lentamente. Bueno Raoul, recuerda que
solo es una cantante de ópera. No sabemos nada acerca de su familia.

Pero Raoul no escuchó. Para él las buenas familias no eran importantes, y los jóvenes jamás escuchan a
sus hermanos mayores.

Había mucha gente en el camerino de Christine Daaé esa noche. Pero había un doctor con Christine, y
su bello rostro se veía pálido y enfermo. Raoul fue rápidamente a través de la habitación y le tomó su
mano.

Christine. ¿Qué es lo que pasa? ¿Estás enferma? Se arrodilló al lado de su silla. ¿No me recuerdas –
Raoul de Chagny, de Bretaña?

Christine lo miró, y sus ojos azules estaban asustados. Ella se soltó de su mano. “No, no le conozco”.
Por favor aléjese de mí. No me siento bien.

Raoul se incorporó, su rostro rojo. Antes de hablar, el doctor dijo rápidamente, “Si, si, por favor
retírese”. Todos por favor abandonen la habitación. La Srta. Daaé necesita tranquilidad. Ella está muy
cansada.

Afuera en el pasillo, el joven Vizconde estaba enojado e infeliz. ¿Cómo Christine pudo olvidarlo?
¿Cómo pudo decirle eso a él? Esperó por algunos minutos, entonces muy despacio y cuidadosamente,
volvió a la puerta del camerino. Pero no abrió la puerta, porque justo en ese momento escuchó la voz
de un hombre en la habitación.

“Christine, tu debes amarme”, dijo una voz

Luego Raoul oyó la voz de Christine. ¿Cómo puedes hablar así? ¿Cuándo solo canto para ti…? Esta
noche, te di todo a ti, todo. Y ahora estoy muy cansada. “Su voz sonaba infeliz y asustada”.

“Cantaste como un ángel”, dijo la voz del hombre.

Raoul se alejó. ¡Entonces esa era la respuesta! Christine Daaé tenía un amante. ¿Pero por qué su voz
sonaba infeliz y asustada? Esperó en las sombras cerca de su habitación. Quería ver al amante - ¡su
enemigo!

Después de unos 10 minutos Christine salió de la habitación, sola, y caminó por el pasillo. Raoul
esperó, pero ningún hombre salió tras ella. No había nadie en el pasillo, entonces Raoul fue
rápidamente hacia la puerta de la habitación, la abrió y entró. Cerró la puerta silenciosamente detrás de
él, luego llamó:

¿Dónde estás? ¡Sé que estás aquí! ¡Sal!

No hubo respuesta. Raoul miró por todos lados – bajo las sillas, detrás de las ropas, en todos los
rincones oscuros de la habitación. No había nadie allí.

4.- El fantasma está enojado

Era jueves por la noche. El miércoles por la mañana el Sr. Armand y el Sr. Firmin eran hombres
felices. A Paris le encantaba la nueva Margarita – todo en la vida era bueno. La próxima noche de
ópera era el viernes. Era Faust otra vez, pero esta vez sería la Carlotta cantando Margarita.

Para el miércoles por la tarde, ellos ya no estaban felices. Una segunda carta llegó del F.O.
¿Por qué no me escuchan? Me estoy enojando. Dejen el Palco 5 libre para mí. ¿Y dónde están mis
20.000 francos? El viernes Daaé debe cantar Margarita otra vez. Ella es ahora la mejor cantante en
Paris. La Carlotta no debe cantar – ella tiene una voz horrible, como la de un sapo.

Recuerden, yo soy un mal enemigo. O.G.

Entonces, Firmin, ¿esto es todavía un chiste? El Sr. Armand gritó “¿Qué es lo que vamos a hacer ahora,
eh? ¿Es F.O. el director aquí, o lo somos nosotros?

“No grites, Armand”, dijo el Sr. Firmin cansado. “No conozco las respuestas”. Hablemos con la Sra.
Giry, la portera del Palco 5. “Quizás ella nos pueda ayudar”.

Pero la Sra. Giry no fue de mucha ayuda. La Sra. Giry no le temía a los fantasmas, ni tampoco les
temía a los directores de las Casas de la Ópera.

“La gente dice que usted es amiga del fantasma de la Ópera, Sra. Giry”. Comenzó el Sr. Armand.
“Cuéntenos acerca de él” “Algunas personas dicen que no tiene cabeza”

“Y otras personas dicen que no tiene cuerpo”, dijo el Sr. Firmin “¿Qué dice usted, Sra. Giry?”

La Sra. Giry miró a los dos hombres y rió. “Yo digo que los directores de la casa de la Ópera son unos
tontos”

¡Qué! Gritó el Sr. Armand. Se paró, y su rostro se puso rojo y enojado. “Escúcheme mujer….”

“Oh, siéntate Armand, y escucha”, dijo el Sr. Firmin. ¿Por qué dice eso, Sra. Giry?

Porque, señores, el fantasma de la ópera está enojado con ustedes.

Cuando el fantasma quiere algo, debe tenerlo. Este fantasma es inteligente y peligroso. Los antiguos
directores antes de ustedes, sabían esto, oh si. Al principio trataron de detenerlo. Después ocurrieron
muchos accidentes en la casa de la ópera, accidentes muy extraños. ¿Y cuando estos accidentes
comenzaron a ocurrir? ¡Cuando el fantasma se enojó! Entonces los viejos directores aprendieron muy
rápidamente. ¿El fantasma quería el Palco 5? El lo tuvo cada noche. ¿El fantasma quería dinero?
Démosle el dinero de una vez. “Oh si, los viejos directores entendieron muy bien”

“Pero nosotros somos los directores, ¡no el fantasma de la ópera!” El Sr. Armand gritó. Se volvió hacia
el Sr. Firmin. “Esta mujer está loca” ¿Por qué la escuchamos a ella? La noche del viernes, La Carlotta
cantará Margarita. Y tú y yo, Firmin, vamos a mirar la ópera desde el Palco 5.

“Bueno, podemos probar eso”, Armand. “Pero no queremos ningún accidente”

La Sra. Giry se acercó a los dos hombres. “Escúchenme”, ella dijo tranquilamente. “¿Recuerdan a
Joseph Buquet?” Les digo, “el fantasma de la ópera es un buen amigo, pero un mal enemigo”

Los dos hombres la contemplaron. “Aquellas palabras”, dijo el Sr. Firmin, “¿Por qué escogió usted esas
palabras, Sra. Giry?”

“Porque el fantasma de las dijo, yo jamás lo veo, pero con frecuencia lo escucho” Tiene una voz muy
agradable – “y no les grita a las personas”

5.- Una carta para Raoul

Ese miércoles una carta también llegó para el joven Vizconde de Chagny. Él abrió la carta, vio el
nombre al pie y sonrió por primera vez ese día.
Querido Raoul
¡Por supuesto que te recuerdo! ¿Cómo podría olvidarte? Encuéntrame el jueves a las tres de la tarde
en los jardines de la Tuileries.
No estés enojado conmigo Raoul, por favor.
Christine Daaé

Raoul puso la carta cuidadosamente en su bolsillo. ¿Enojado? ¿Cómo podría estar enojado con un
ángel? El jueves estuvo en los jardines de las Tuileries a las dos en punto.

Diez para las tres comenzó a sentirse infeliz. A las tres y media quería morirse, o matar a alguien.

Y entonces… ella llegó. Corrió a través del jardín hacía él, y en un segundo estaba en sus brazos.

“¡Oh, Christine!”, dijo, una y otra vez “¡Oh, Christine!”

Caminaron por los jardines juntos y hablando por un largo tiempo. Recordaron sus felices sus felices
semanas en Brittany, hace 4 años atrás.

“¿Pero por qué te fuiste, Christine?”, preguntó Raoul “¿Por qué no me escribiste?”

Durante un minuto o dos Christine no dijo nada. Luego dijo lentamente “Éramos tan joven, tu y yo. Yo
era solo una pobre cantante Noruega (Norway [En ingles]), y tú… tú eras el Vizconde de Chagny” “Yo
sabía que jamás podría ser tu esposa”

“Pero yo te amo, Christine…”

“No, shh. Escúchame, Raoul, por favor. Yo regresé a casa en Noruega, y un año después, mi padre
murió. Yo estuve muy triste, pero yo regresé a Francia, a Paris. Trabajé y trabajé en mi canto, porque
yo quería ser una cantante de ópera. No solo una buena cantante, sino la mejor cantante de ópera en
Paris.”

“Y ahora lo eres”, dijo Raoul. El sonrió. “Todo Paris está en tus pies”

Christine giró su cara y no dijo nada.

“Christine”, dijo Raoul tranquilamente. Quiero hacerte una pregunta, “¿Quién era el hombre en tu
camerino la noche del martes?” “¡Dimelo por favor!”

Christine se detuvo y lo miró. Su rostro se puso pálido. ¿Qué hombre? Susurró. “No había ningún
hombre en mi camerino la noche del martes”

Raoul puso su mano sobre el brazo de ella. “Yo lo escuché”, el dijo. “Escuché afuera de tu puerta y
escuché la voz de un hombre”. ¿Quién era él?

“¡No me preguntas, Raoul!” Había la voz de un hombre, ¡pero no había ningún hombre en mi
habitación! ¡Es verdad! ¡Oh, Raoul, estoy tan asustada! “A veces quisiera morir”

¿Quién es él? Dímelo, Christine, por favor. Yo soy tu amigo, yo puedo ayudarte. ¡Dime su nombre!

“No puedo decirte su nombre” Es un secreto, susurró Christine. Jamás lo veo, yo solo escucho su voz.
¡Pero él está en todas partes! El puede verlo todo, el puede escucharlo todo. Es por eso que no quise
hablarte el martes por la noche. Él es mi maestro de música, Raoul. Él es un maravilloso cantante. Yo
canto tan bien las noches del martes por causa de él. ¡Él es mi ángel de música! Y el dice que me ama.
¿Cómo puedo dejarlo?

6.- La Carlotta canta Margarita

La noche del viernes la Carlotta tomó desayuno en cama. Tomó su café y abrió sus cartas matutinas.
Una carta no tenía nombre. Era corta.
Tú estas enferma. Tú no puedes cantar Margarita esta noche. Quédate en casa y no vayas a la casa de
la ópera. Accidentes pueden pasar. ¿Quieres perder tu voz – para siempre?

La Carlotta estaba muy, muy enojada. Se levantó de la cama sin terminar su desayuno.

“Esto es de los amigos de Christine Daaé”, ella pensó. “Ellos quieren que ella cante otra vez esta
noche. ¡Esa muchacha Daaé va a lamentarlo! Yo, la Carlotta, soy la mejor cantante de ópera en Paris.
¡Y nadie va a detenerme de que cante Margarita esta noche!”

A las seis de la tarde, las bailarinas estaban en sus camerinos. Ellas hablaban y reían y se vistieron con
los trajes rojos y negros para Faust. Pero Meg Giry estaba muy callada.

“¿Qué es lo que te pasa, Meg?” Preguntó Annie Sorelli

“Es el fantasma de la ópera”, dijo Meg. “Mi madre dice que él está muy enojado. Tiene miedo que algo
vaya a pasar está noche”

“¡Oh, pobre!”, dijo la chica con pelo negro. “¿Quién está asustado de un viejo fantasma?”

Una hora después el Sr. Armand y el Sr. Firmin estaban en el Palco 5 y se sentaron. Ellos no le tenían
miedo a los fantasmas. Por supuesto que no. No había fantasmas en la casa de la ópera.

Entonces el Sr. Armand miró unas flores en el piso de al lado de la puerta del Palco. “Firmin”, susurró,
“¿Has puesto tú esas flores allí?”

El Sr. Firmin miró. “No, no lo hice”, susurró de vuelta, “¿Lo hiciste tú?”

“¡Por supuesto que no, tonto! Shh, la música está comenzando”

La Carlotta no cantó durante la primera hora. No hubo voces extrañas en el Palco 5, y los dos directores
comenzaron a sentirse contentos. Entonces la Carlotta entró al escenario, y el Sr. Firmin miró al Sr.
Armand.

“¿Escuchaste una voz justo entonces?” Preguntó calladamente

“¡No!” El Sr. Armand dijo, pero él miró detrás de él; dos veces, luego tres veces, y de pronto sintió
frío.

La Carlotta cantaba y cantaba, y nada ocurría. Entonces ella empezó con una hermosa canción de amor.

“Mi amor comienza a – ¡Co-ack!”

Todos lo miraron. ¿Qué era lo que pasaba con la voz de la Carlotta? ¿Qué era ese extraño ruido Co-
ack?

“Mi amor comienza a - ¡Co-ack!”

“No puedo olvidar mi - ¡Co-ack!”

¡Era el sonido de un sapo! La gente comenzaba a hablar y reír. El Sr. Firmin puso su cabeza entre sus
manos. Luego sintió la mano del Sr. Armand sobre su brazo. ¡Había una voz en el Palco con ellos!
¡Una voz de hombre, riéndose!

La pobre Carlotta trató una y otra vez.

“No puedo olvidar mi - ¡Co-ack!”

Luego los dos directores escucharon la voz de nuevo, detrás de ellos, en frente de ellos, en todos lados.
“¡Esta noche su canto va a desplomar el candelabro!”
Los dos directores miraron hacia lo alto de la casa de la ópera. Sus caras estaban pálidas. El famoso
candelabro, con sus mil luces, se separó de sus cuerdas y se estrelló contra la gente que estaba debajo.

Esta fue una terrible noche para la casa de la ópera en Paris. Una mujer murió por el candelabro, y
mucha gente resultó lastimada. La casa de la ópera estuvo cerró por dos semanas. Y la Carlotta nunca
cantó de nuevo.

7.- Mi ángel de música

Por una semana Raoul vio a Christine todos los días. Algunos días Christine estaba callada y triste,
algunos días ella reía y cantaba. Ella nunca quería hablar acerca de la casa de la ópera, o su canto, o el
amor que Raoul sentía por ella. Raoul estaba muy asustado por ella. ¿Quién, o qué, era su extraño
maestro, la voz de un hombre, su “ángel de música”?

Entonces un día Christine ya no estaba. Ella no estaba en su casa, tampoco en la casa de la ópera,
tampoco en los lugares de encuentro. Raoul buscó por todas partes y preguntó a todo el mundo. ¿Dónde
estaba Christine Daaé? Pero nadie sabía.

Dos días antes de que la casa de la ópera abriera de nuevo, una carta le llegó a Raoul. Era de Christine.

Encuéntrame en una hora en lo alto de la casa de la ópera, en el décimo piso.

El décimo piso de la casa de la ópera era un lugar peligroso. Habían cientos de cuerdas que bajaban
hacía el escenario que estaba debajo – era un largo, un largo camino hacia abajo.

Raoul y Christine se sentaron en un rincón oscuro, y Raoul tomó las manos de Christine. Su cara está
pálida y cansada.

“Escucha, Raoul”, dijo ella calladamente. “Voy a decirte todo. Pero este será nuestro último encuentro.
Yo no puedo verte nunca más de nuevo”

“¡No, Christine!”, gritó Raoul. “Yo te amo, y nosotros -”

“¡Shh! ¡Silencio! Puede ser que nos esté escuchando. ¡Él está en todos los lugares en la casa de la
ópera, Raoul!”

“¿Quién? ¿De qué me estás hablando Christine?”

“Mi ángel de música. Yo no pude reunirme contigo el último sábado porque él llegó a buscarme, y me
llevó. Yo estaba en mi camerino en la casa de la ópera y de repente, ¡él estaba en frente de mí! ¡Vi la
voz por primera vez! Vestía un traje negro y una mascara sobre su rostro. El me llevó por muchas
puertas secretas y pasajes, abajo, debajo de la casa de la ópera. Existe un lago allá, un gran lago; el
agua es negra y fría. Él me llevó a través del lago en un bote hasta su casa. ¡Él vive aquí, Raoul, en una
casa sobre el lago, bajo la casa de la ópera!”

Raoul la quedó mirando a ella. ¿Estaba su hermosa Christine loca? Christine miró su cara, y dijo
rápidamente:

“Es verdad, Raoul, ¡es verdad!” Y él… ¡él es en fantasma de la ópera! Pero él no es un fantasma, no es
un ángel de música, ¡él es un hombre! Su nombre es Erik, y él me ama, ¡él quiere que yo sea su
esposa! No, Raoul, escucha, hay más. El me dijo todo en su casa, en una habitación hermosa. El dijo
que ninguna mujer podría amarlo a él, por su cara. ¡Él estaba tan triste! Luego él se sacó su máscara ¡y
yo vi su cara!”

Ella comenzó a llorar, y Raoul puso sus brazos alrededor de ella.

“Oh Raoul, ¡él tenía una cara horrible! ¡Es tan feo! Yo quería gritar y huir hacía algún lado. ¿Pero hacía
donde podía correr? Él tenía la cara de un hombre muerto, Raoul, ¡pero él no estaba muerto! No tenía
nariz, solo dos hoyos negros en su cara amarilla. ¡Y sus ojos! A veces son dos hoyos negros, a veces
tienen una terrible luz rojiza…”
Ella puso su cara en sus manos por un segundo. Luego ella dijo, “Yo estuve en su casa por cinco días.
Él era muy bueno conmigo, y yo sentí pena por él, Raoul. Él quiere que yo lo ame, y yo le dije… le
dije…”

“¡No, Christine, no! ¡Tú vas a ser mi esposa! ¡Ven conmigo ahora mismo, hoy día! Tú no puedes
volver con él”

“Pero debo hacerlo”, dijo Christine calladamente. “Él sabe acerca de ti, Raoul. Él sabe acerca de
nosotros. Él dijo que te mataría. Yo debo regresar con él”

“¡Nunca!” dijo Raoul, “Yo te amo, Christine, ¡y voy a matar a ese Erik!

Erik… Erik… Erik… Erik… Las palabras susurraron alrededor de la casa de la ópera. Raoul y Christine
miraron fijamente.

“¿Qué fue eso?”, dijo Raoul asustado. “¿Fue eso… su voz?” ¿De dónde pudo salir?

“Estoy asustada, Raoul” susurró Christine. “Cantaré Margarita de nuevo el sábado”. ¿Qué pasará?

“Esto”, dijo Raoul. “Después de la ópera en la noche del sábado, tu y yo nos fugaremos juntos. Vamos,
vayámonos ahora abajo. No me gusta aquí arriba”

Fueron cuidadosamente a lo largo del pasillo oscuro hacia unos peldaños, súbitamente se detuvieron.
Aquí había un hombre en frente de ellos, un hombre alto en un largo abrigo negro y un sombrero negro.
Se volvió y se quedó mirándolos.

“No, no estás escaleras”, dijo. “Vayan a la escaleras de al frente. ¡Y vayan rápido!”

Christine se volvió y corrió. Raoul corrió tras ella.

“¿Quién era ese hombre?”, él preguntó

“Es el Persa”, Christine respondió

“¿Pero quién es? ¿Cuál es su nombre? ¿Por qué nos dijo que fuéramos a las escaleras de al frente?”

“Nadie conoce su nombre. Él es solo un persa. Él siempre está en la casa de la ópera. Yo creo que él
sabe acerca de Erik, pero él nunca habla acerca de él. Puede ser que haya visto a Erik en esas escaleras,
y quiso ayudarnos”

Mano con mano, ellos corrieron rápidamente bajando las escaleras, a través de los pasadizos, luego mas
escaleras y más pasadizos. En una de las pequeñas puertas de la casa de la ópera, ellos se detuvieron.

“La noche del sábado entonces. Después de la ópera”, dijo Raoul. “Te voy a llevar, y me casaré
contigo”

Christine miró a su rostro. “Si, Raoul”

Luego ellos se besaron, allí en la puerta de la casa de la ópera. Su primer beso.

8.- ¿Dónde está Christine Daaé?

El sábado por la mañana el Conde Philippe miró a través de la mesa del desayuno de su hermano.

“No lo hagas, Raoul, por favor. Toda esta charla acerca de los fantasmas y los pantanos. Yo creo que
esa chica está loca”

“Ella no está loca, y yo voy a casarme con ella”, dijo Raoul

“Ella es solo una pequeña cantante de ópera”, Philippe dijo tristemente. “Y ella es muy joven. ¿Vas a
seguir amándola en diez, o en 20 años mas?”
Raoul tomó su café y no respondió

Hubo otras dos caras infelices en la casa de la ópera, también. Los directores ahora entendían acerca de
F.O. Ellos no querían más accidentes.

“El palco 5 está libre esta noche para F.O. Daaé cantará Margarita. Y aquí están los 20.000 francos. La
Sra. Giry puede dejar el dinero en el Palco 5 para él. ¿Es eso todo?” El Sr. Armand le preguntó al Sr.
Firmin

“Esto es mucho dinero”, el Sr. Firmin dijo tristemente. Él pensó por un minuto. “¿Qué te parece si le
dejamos algunas flores? La Sra. Giry dijo que a F.O. le encantaban las flores”

“El F.O. puede traer sus propias flores” dijo el Sr. Armand.

Esa noche comenzó bien. El candelabro ahora estaba de nuevo en su lugar, con nuevas cuerdas. Todo
Paris estaba en la Casa de la ópera. Todos querían escuchar la voz Christine Daaé otra vez. La gente
también sabía acerca de la historia de amor entre Christine Daaé y el Vizconde de Chagny. ¡No existen
los secretos de amor en Paris! La gente miraba al Conde y al Vizconde en el Palco 14 con interés. Los
jóvenes de las familias como los Chagny no se casaban con cantantes de ópera.

Cuando Christine subió al escenario, su cara estaba pálida y ella miraba asustada. Pero ella cantaba
como un ángel. ¡Ah, que voz! Todo Paris estaba enamorado de Christine Daaé.

Ella comenzaba a cantar la famosa canción de amor. De repente, todas las luces de la Casa de la ópera
se apagaron. Por un segundo nadie se movió o habló. Luego una mujer gritó, y todas las luces se
prendieron nuevamente.

¡Pero Christine Daaé no estaba a lo largo del escenario! Ella no estaba detrás del escenario, ella no
estaba bajo el escenario. Nadie pudo encontrarla.

La Casa de la ópera se volvió loca. Todos corrían de allí para acá, gritando y llamando. En la oficina
del director, la gente entraba y salía. La policía llegó, e hizo preguntas. Pero nadie podía responder las
preguntas. El Sr. Armand se pudo furioso y gritó, y el Sr. Firmin le dijo que se quedara callado.
Entonces llegó a la oficina la Sra. Giry con su hija Meg.

“¡Váyase mujer!” gritó el Sr. Armand.

“¡Señor, ahora existen tres personas perdidas!” dijo la Sra. Giry. “Meg, cuéntale a los directores tú
historia”

Esta fue la historia de Meg.

“Cuando las luces se apagaron, nosotros estábamos justo detrás del escenario. Nosotros escuchamos un
grito – Yo creo que fue la voz de Christine Daaé. Luego las luces volvieron, ¡pero Christine ya no
estaba! Nosotros estábamos muy asustados, y empezamos a correr de vuelta hacia nuestros camerinos.
¡Había gente por todos lados! Entonces nosotros vimos al Vizconde de Chagny. Su cara estaba roja y
estaba muy enojado. “¿Dónde estás Christine? ¿Dónde estás Christine?” el gritó. De pronto el persa
salió por detrás de él y tomó su brazo. Él le dijo algo al Vizconde y ellos entraron al camerino de
Christine Daaé…”

“¿Si? ¿Y después?” Dijo el Sr. Firmin rápidamente. “¿Qué ocurrió después?”

“¡Nadie sabe!” La cara de Meg estaba pálida. “Nosotros miramos dentro del camerino de Christine
Daaé, pero… ¡pero allí no había nadie!”

9.- La casa en el lago

Cuando las luces volvieron, Raoul corrió. El corrió las escaleras hacia abajo a lo largo de los pasillos, a
través de la Casa de la ópera hacía la parte trasera del escenario. En el pasillo afuera del camerino de
Christine Daaé, una mano le tomó el brazo.
“¿Qué es lo que ocurre, mi joven amigo? ¿A dónde corres tan rápidamente?”

Raoul se volvió y vio la larga cara del persa bajo su sombrero negro.

“¡Christine!” dijo Raoul rápidamente. “Erik la tiene. ¿Dónde está ella? ¡Ayúdame! ¿Cómo llego a su
casa en el lago?”

“Acompáñame”, dijo el persa. Entraron rápidamente en el camerino de Christine Daaé. El persa cerró
la puerta y fue hacia un gran espejo en el muro.

“Hay una sola puerta en esta habitación”, comenzó a decir Raoul

“Espera”, dijo el persa. El puso sus manos sobre el gran espejo, primero aquí, después allá. Por un
minuto nada pasó. Luego el espejo comenzó a moverse y girar, y un gran hoyo oscuro se abrió en él.
Raoul observó.

“¡Rápido! Acompáñame, sea cuidadoso”, dijo el persa. “Yo conozco a Erik. Yo entiendo sus secretos.
Pone tu mano derecha cerca de tu cabeza, de esta manera, y mantenla ahí todo el tiempo.”

“¿Pero por qué?”, preguntó Raoul

“Recuerda a Joseph Buquet, ¿Y una soga alrededor de su cuello? Erik es un hombre inteligente con
sogas en la oscuridad”

Ellos bajaron, bajaron, bajaron, debajo de la casa de la ópera. Ellos fueron a través de puertas secretas
en los pisos, luego a lo largo de los pasadizos y oscuras escaleras hacia abajo. El persa escuchó
cuidadosamente todo el tiempo en busca de ruidos extraños.

“¿Cuándo llegaremos al lago?”, susurró Raoul

Nos iremos por el lago. Erik mira todo el tiempo. No, iremos bordeando el lago y llegaremos a la casa
de Erik desde atrás. Conozco algunas puertas secretas.

Pronto estuvieron allí. En la oscuridad, el persa golpeó el muro con sus manos. “Ah, aquí es”, susurró.
El muro se movió bajo sus manos y una pequeña puerta se abrió. Silenciosamente entraron, y luego la
puerta se cerró tras ellos. No podían salir.

Dentro de la habitación estaba muy oscuro. Esperaron y escucharon. El persa puso sus manos sobre la
pared.

“¡Oh no!” susurró. “¡Era la puerta equivocada!, esta es la sala de tortura de Erik – ¡la habitación de los
espejos! Somos hombres muertos, Vizconde de Chagny, ¡hombres muertos!

Al principio Raoul no entendió. Pero pronto lo supo. Las luces se encendieron, y oyeron a un hombre
reír. Erik supo que ellos estaban allí.

La habitación era todo de espejos – las paredes, el suelo, el cielo. En los espejos había dibujos de
árboles, flores y ríos. Los dibujos se movían y bailaban enfrente de sus ojos. Y la habitación estaba
calurosa. Se puso más calurosa y más calurosa. Raoul sentía sed, calor y sed, y los ríos en las fotos
bailaban y se reían de él. Él cerró sus ojos, pero los ríos aún bailaban. Agua, necesitaba agua, pero los
espejos se reían de él. Pronto ya no pudo moverse ni hablar, o abrir sus ojos. Ya no estaba sediento
ahora, sólo cansado, tan cansado. “Oh Christine, lo siento” pensó. “Yo quería ayudarte, y ahora estoy
muriendo…”

A través de unos espejos en el muro, Christine miraba a su amor en la sala de tortura. Detrás de ella
estaba Erik, con sus manos sobre los brazos de ella.

“Está muriendo, Christine, muriendo. Míralo cuidadosamente. No, no cierres tus ojos. ¡Míralo!”
Christine no podía hablar. Ella quería gritar, pero ninguna palabra salía. Entonces encontró su voz otra
vez.
“¡Cómo puedes hacer esto, Erik! ¿Por qué no me matas?”

“Porque te amo, Christine. Cásate conmigo, se mi esposa, y ámame. Entonces Raoul y el persa podrían
vivir”

Lentamente Christine se volvió. Ella miró a la horrible cara de Erik, una cara fea, y habló nuevamente,
muy tranquila.

“Si, Erik. Desde este minuto soy tú esposa. Puso sus brazos alrededor del cuello de Erik, y lo besó – lo
besó en su fea boca lentamente y con amor. Luego ella retiró sus brazos y dijo lentamente, “Pobre,
infeliz Erik”.

Erik la contempló. “¡Tú me besaste!” Susurró. Yo no te lo pedí, pero tú me besaste – ¡libremente! ¡Oh,
Christine, mi ángel! Ese fue mi primer beso hacia una mujer. ¡Ni siquiera mi madre me besó! Ella me
dio mi primera máscara cuando yo tenía 2 años. Ella volvía la cara cada vez que yo me acercaba.

Erik puso su fea cara en sus manos y lloró. Luego él bajó al piso hacia los pies de Christine. “¡Eres
libre, Christine, libre! Vete y cásate con Raoul, y se feliz. Pero recuerda a Erik, alguna vez. ¡Vete
ahora, rápidamente! ¡Toma a Raoul y al persa, y vete!

10.- La Sra. Giry visita al persa

Por semanas, todo Paris hablaba acerca de esa noche en la ópera. Todos hacían preguntas, pero nadie
sabía las respuestas. ¿Dónde estaba Christine Daaé? ¿Dónde estaba el Vizconde de Chagny? ¿Estaban
vivos, o muertos?

¿Y el fantasma de la ópera…?

Algunas semanas después de esa famosa noche, la Sra. Giry salió una tarde hacia una pequeña casa
cerca de los jardines de Rivoli (Rivoli Gardens). Ella entró y subió las escaleras hacia unas
habitaciones en lo alto de la casa. El persa abrió la puerta.

La Sra. Giry lo miró. “My amigo, tú sabes las respuestas. Por favor dime. ¿Están vivos o muertos?”

“Entra”, dijo el persa despacio.

“El fantasma está muerto ahora. Él no quiso vivir más. Vi su cuerpo hace tres días, y es por eso que
ahora puedo hablarte de él. Él ya no puede matarme”

“¿Entonces el fantasma era en realidad un hombre?”, preguntó la Sra. Giry

“Si, su nombre era Erik. Ese no era su nombre real, por supuesto. Nació en Francia, pero lo conocí en
Persia. Él era un famoso constructor y yo trabajé con él allá. Por un tiempo fui su amigo, pero no por
mucho. Cuando vino a Paris, vine tras él – quería cuidarlo. Él era muy inteligente, un hombre muy
peligroso. Podía estar en dos, tres partes a la vez. Podía estar en un lugar, y su voz podía salir de otro
lugar. Podía hacer muchas cosas inteligentes con cuerdas, espejos, y puertas secretas. Lo ves, el ayudó
a construir la Casa de la Ópera. Construyó pasadizos secretos subterráneos, y su casa secreta en el lago.
No podía vivir en el mundo exterior, por su horrible y fea cara. ¡Infeliz Erik! Podemos sentir pena por
él. La gente gritaba cuando veía su cara. Y así el vivió su extraña vida – mitad hombre, mitad fantasma.
Pero era un hombre al fin y al cabo. Él quería el amor de una mujer…”

Él se detuvo, y la Sra. Giry le preguntó, “¿Y Christine Daaé y el Vizconde Raoul?, ¿Qué pasó con
ellos?”

El persa sonrió. “¡Ah si! ¿Qué pasó con el joven Raoul y la hermosa Christine…? ¿Quién sabe?

Nadie en Paris volvió a ver a Raoul y a Christine de nuevo. Quizás tomaron un tren rumbo al
norte, y vivieron una feliz y tranquila vida juntos allá. Quizás la maravillosa voz de Christine
todavía canta, en algún lugar de las frías montañas de Noruega. ¿Quién Sabe?

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