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A lo largo del trabajo que Platón hace sobre la filosofía del lenguaje,
encontramos que fundamentalmente en el Cratilo desarrolla más profundamente la
reflexión sobre la naturaleza de los nombres (onoma) y en este texto logra inclinar
el problema lingüístico en el mismo lenguaje como problema para acceder al
mundo. La discusión con que se abre la temática del Cratilo da lugar, en principio
a dos posturas argumentadas por Heráclito y Cratilo, defensivamente. Y la
cuestión central de este debate es sobre la rectitud o exactitud (orthótés) de los
nombres. Que los nombres respondan a una rectitud, no quiere decir que deban
ser aplicados correctamente en un sentido pragmático, sino que Platón se refiere a
la recta adecuación del lenguaje a la realidad; rectitud como precisión de sentido
entre las palabras y las cosas. Esto quiere decir que más que hablar de un
problema puramente lingüístico; no es un estudio del lenguaje en su
funcionamiento y estructura, sino que nos involucramos directamente con el
campo epistemológico; es un debate sobre la validez del mismo para llegar al
conocimiento.
1
Jacques Derrida, La Diseminación. Tercera edición, Ed. Fundamentos, Madrid, 2007
es artificial. Y sabemos ya que la consistencia de las cosas está en su naturaleza,
en su esencia.
2
Platón, Cratilo o sobre la rectitud de las denominaciones, 423 c, p.63
en el platonismo, está dado, no en la confrontación de tales opuestos, sino en el
lugar de lo sensible. Lo mimético se mueve en el ámbito del significante y el
objetivo consiste en reconocer lo legítimo de lo ilegítimo; es producir una jerarquía
en la representación de las cosas. La triada platónica: el Padre, la Hija y el Novio
ejemplifican muy bien esta problemática. El Padre, (como el logos) es lo original, lo
que no participa de la intensión de los pretendientes pero tiene el poder de
determinar cuál es el más competente, la Hija es el objeto de pretensión, y el
Novio el participante. Pero de esta participación se obtiene, como decíamos
anteriormente, una jerarquía de elección sobre el mejor pretendiente. Nos
encontramos ante una infinita precesión de candidatos que devienen
falsificaciones, “malos” pretendientes. Éste es el lugar del simulacro. La Copia, el
buen pretendiente que está asegurado por la semejanza en relación al Padre, y
por otro lado, el simulacro, que posee en su origen la perversión y corrupción ante
el fundamento.
3
Gilles Deleuze. Lógica del Sentido. Simulacro y filosofía antigua. I. Platón y el simulacro, p. 258
Ed. Paidós, Barcelona, 1995.
ya que el sentido, la identidad de las cosas está dada en el movimiento de la
diferencia, “la inalterabilidad de las máscaras, la impasibilidad de los signos”4.
Bibliografía consultada
4
Ibíd. p. 265
DELEUZE, Gilles. Lógica del Sentido. Simulacro y filosofía antigua. I. Platón y el
simulacro. Ed. Paidós, Barcelona, 1995.
Bibliografía consultada
DERRIDA, Jacques. La Différance. Edición digital de Derrida en castellano.
Madrid, 1998.