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¿Es absolutamente cierto, que la sociedad impone sus costumbres y creencias al hombre, en el

actual mundo global?

La globalización crece y se extiende con pasos agigantados a través del mundo, ha logrado
internacionalizar la economía, la justicia, los conflictos socio-políticos y nos ha convertido en
habitantes de un planeta que va más allá de las fronteras, que ignora las diferencias étnicas, los
credos, las religiones y las ideologías. Sus efectos se ven claramente reflejados en la economía, en
la innovación tecnológica y en el ocio.

Actualmente, gracias a los avances de la tecnología y la comunicación, cada vez es más fácil visitar
los lugares más recónditos del mundo y conocer a través del siber-espacio nuevas formas de
pensar, asumir, sentir y vivir la vida.

Nuestros esquemas mentales, ideologías, valores, sentimientos, cosmovisiones son fuertemente


atacados por modelos novedosos que proponen estilos de vida y formas de pensar que no siempre
van de mano con aquello que aprendimos de nuestros padres y abuelos. Nuestra identidad
tambalea en el fuerte movimiento de imposición de un modelo de vida fácil, consumista, basado
en la apariencia y la imagen.

Los nuevos patrones, ideas e imágenes se filtran de tal manera, que aquel adolescente varonil de
hace tan solo cinco o diez años ha sido reemplazado por otro, que lleva un peinado especialmente
llamativo, que se complementa con maquillaje y rasgos que cada vez se acercan al sexo opuesto.
Las mujeres por su parte se mueven entre extremos peligrosos, que pueden incluso causarles la
muerte en su afán por copiar cuerpos esbeltos y figuras perfectas.

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, estaríamos de acuerdo en afirmar que la actual


sociedad global, ha impuesto sus costumbres y creencias y aparentemente nos encerró en un
callejón sin salida en donde nada de lo poseemos nos pertenece. Esta proposición suscita nuevos
interrogantes que nos invitan a tomar conciencia y a recordar que nuestra moral no es un
producto eminentemente social y cultural, sino que posee también un origen psíquico e individual,
que demuestra que aunque el hombre sea un ser social que vive en comunidad, y recibe de ella un
sistema de valores e ideologías, su moral depende fuerte y decididamente de un factor interno
que le ha sido heredado por su núcleo familiar, por su pueblo o ciudad, por su país. Que el
continuo bombardeo de influencias extrañas y extranjeras, no podrán borrar totalmente la esencia
de lo que somos, sentimos y pensamos. Poseemos una escala de valores donde prima el respeto a
la vida, la honestidad, la sinceridad, responsabilidad, al amor hacia nosotros y hacia los demás y el
esfuerzo mancomunado por construir sociedad mejor.

Que los modelos culturales, económicos, ideológicos y políticos que recibimos a través de la
televisión, el cine, el internet y los medios de comunicación masiva funcionan y sirven para la
sociedad en donde fueron creados, y no siempre para la nuestra; que el conocerlos y respetarlos
debe ampliar nuestra visión del mundo, más no tornarnos es seres diferentes de la noche a la
mañana, debemos asumir las diferentes posiciones y formas de pensar con criterio, sin olvidar
nuestras tradiciones, origen, cosmovisión, valores, autenticidad, originalidad que nos hace
colombianos: fuertes, luchadores, que no le temen al fracaso, a los desastres naturales o a los
causados por el hombre sin moral, que independientemente de la idea que poseamos de Dios, él
siempre está alentándolos y guiando nuestra vida espiritual, para levantarnos al siguiente día a
reconstruir nuestro hogar, casa o choza y de entre las ruinas abrir nuestras alas y remontarnos
hacia las alturas en busca de soluciones.

Pilar Navarro Fajardo


Profesora Lectura - Producción de Texto e Inglés

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