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NOTAS DE época Noviembre 2005.

Sí a la vida. No a las plantas de celulosa.


Texto del discurso de Eduardo Galeano en el acto realizado el 27 de mayo en la
Plaza Libertad.

“Buenas noches a todos, queridos todos. Quiero empezar por hacer un par de
aclaraciones. Algún diario publicó y algunas radios reprodujeron la noticia de
que esta noche yo iba a encabezar una marcha contra el gobierno. Bueno, ni
encabezo ninguna marcha –porque yo no encabezo nada, no nací para
encabezar– ni esta concentración es una concentración contra el gobierno. Yo
diría que al revés, esta concentración está alimentada por una esperanza
colectiva, una esperanza que compartimos todos de que el gobierno escuche
otras voces y no sólo las voces que lo urgen a tomar decisiones apuradas en
relación con temas fundamentales que son importantes para el país. Porque hay
decisiones que toman 15 minutos o veinte pero después tienen consecuencias
durante siglos.

Y ahora se da como un hecho consumado que el gobierno aprobó o puso su


visto bueno a la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos.

Lo que nosotros habíamos solicitado en un manifiesto que firmamos y lo que


después hemos subrayado una vez y dos, y veinte veces, es la necesidad de que
antes de tomar una decisión que nos parece grave y que puede implicar el
envenenamiento del río y la reducción del poco humus que nos queda en la
tierra, esto que va a pudrir las aguas y secar las tierras, que no es de ninguna
manera obra de la imaginación sino que es la enseñanza triste que han dejado
las fábricas de celulosa por la experiencia ya realizada en tierras vecinas sobre
todo, en Chile, en Argentina; bueno pues, que se escuchen esos testimonios y
que antes de tomar una decisión se piense mucho en lo que se va a hacer. Que
se escuchen voces diversas porque esto de las voces diversas al fin y al cabo es
también una tradición del Frente. El Frente Amplio se llama amplio por eso,
porque nació queriendo ser amplio; una conjunción de conciencias unidas bajo
banderas comunes pero que vienen de lugares diversos y que pueden tener
opiniones diversas.

Alguien dijo, no sé si Artigas –probablemente Artigas– que la contradicción es


la única prueba de la libertad. Pero yo además creo que la contradicción es la
prueba de la vida, porque la vida es contradictoria y no hay que tenerle miedo.

Nosotros tenemos la certeza también abonada por la experiencia histórica de


que cuando se confunde la unidad con la unanimidad no se llega a buen puerto
porque no existe una verdad única, sino una suma de verdades que resultan de
la contradicción de las muchas verdades que la verdad contiene.

Entonces, no le tenemos miedo a la contradicción y no nos importa, realmente


no nos importa que nos llamen traidores por discrepar.

¿O acaso hemos vuelto a los tiempos de la Santa Inquisición y ahora nos van a
quemar con leña verde, por creer que alguna de las medidas que el gobierno
está tomando son equivocadas o apresuradas?

No compañeros, yo creo que hay que reivindicar el derecho a la divergencia


dentro de la confluencia y que esa es nuestra mejor manera de ayudar al
gobierno a gobernar.

¿Por qué?

Porque este gobierno no nació de la oreja de una cabra y no fue votado por un
señor que se llama mercado, que parece que es el que nos está tomando los
deberes.

Porque ahora se dice: No, lo que pasa (me lo dicen amigos, gente querida,
compañeros que quiero), me dicen: Eduardo, vos no entendés que el mercado
está satisfecho. Les digo: ¿El mercado? Me dicen: esto no, porque el mercado
no quiere.

¿El mercado? Y pregunto: ¿y ese Sr. Mercado es uruguayo? ¿Tiene Credencial


Cívica? ¿Votó? ¿Fue votado? ¿Quien votó por el Sr. Mercado?

El Frente Amplio no tiene que rendir cuentas al Sr. Mercado pero si está
obligado a rendir cuentas al pueblo que lo votó.

En estos días, en estos tiempos, estamos viviendo –yo creo que no sólo el
Frente, el gobierno, sino el país todo– tiempos muy difíciles. Sin duda que el
gobierno ha heredado un país hipotecado, endeudado hasta la manija, cuyos
márgenes de soberanía se han estrechado, se han hecho cada vez más
angostitos. Y entonces se vive un clima en el cual es muy difícil decir algunas
cosas, y yo lo comprendo.

Comprendo que pueda haber sectores de la población, como ahora ocurre con
algunos sectores en Fray Bentos, que estén contentos con la idea de que van a
trabajar. Porque este es un país desmantelado, donde el trabajo se ha convertido
lamentablemente en un privilegio de pocos. Entonces la defensa ecologista del
medio, de la tierra, del agua y también de la salud humana parece una cosa de
marcianos. Porque se vive un clima semejante al de aquella película
(probablemente algunos de los que están acá la vieron) “Bienvenido Mr
Marshall”, en la que había un pueblo español enloquecido porque venía Mr.
Marshall que iba a traer la plata, o sea, las inversiones, que es otra cosa de la
que hablan ahora los expertos todo el tiempo, día y noche.

Hablando de las inversiones, me hace acordar al episodio aquel, que vivimos


no hace mucho, no recuerdo exactamente, cuando buena parte de este país
quedó enferma de tortícolis por mirar al cielo esperando el avión que iba a traer
los 3 mil millones de dólares que habían sido prometidos por un embajador de
los Estados Unidos que es muy meterete, que por cierto ahora está urgiendo al
Parlamento que apruebe una ley de inversiones que contiene cláusulas
coloniales humillantes para el país.

Este señor meterete no se ha enterado de que el país cambió, porque la gente


votó para que el país cambiara, y cosas que antes resultaban normales,
humillaciones aceptadas como costumbre en tiempos del poder blanquirado,
coloranco, ahora ya pasan a ser ofensas graves a la dignidad nacional
recuperada.

Y yo creo que es no sólo nuestro legítimo derecho sino también nuestra


obligación, nuestro deber, recordarle a este gobierno que muchos sentimos que
es nuestro gobierno, recordarle que la dignidad es su obligación principal y que
no se equivocó aquel jefe que dijo:

''NO VENDEREMOS EL RICO PATRIMONIO DE LOS ORIENTALES AL BAJO


PRECIO DE LA NECESIDAD''

Gracias”.

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