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Era 1985. Ronald Reagan había sido recientemente elegido por segunda ocasión.
El asunto había desaparecido de la agenda pública; la gente que vivía en la
pobreza seguía engañando al Estado benefactor, rehusándose a conseguir un
trabajo honesto; el resto del mundo vivía un sueño dorado como si estuviesen en
un patio, al cual los Estados Unidos llegaba a coronarlos todas las mañanas, a
perpetuidad. Ya no lo podía seguir soportando. Renuncié a ser profesor de
problemas ambientales en Dartmouth College para convertirme en columnista de
periódico.
Lo hice sin conocimiento alguno del mundo periodístico. Hasta entonces había
conocido la prensa sólo como un objeto de reportaje y los encuentros habían sido
inquietantes.
La prensa sabía acerca de mí porque los medios se dieron cuenta de que el campo
en el que trabajo — llamado dinámica de sistemas — era fascinante. La dinámica
de sistemas es un conjunto de técnicas para el pensamiento y el modelamiento
computacional que ayuda a sus practicantes a entender sistemas complejos
—sistemas tales como el cuerpo humano o la economía nacional o el clima de la
tierra. Las herramientas de sistemas nos ayudan a entender interrelaciones
múltiples; ellas nos ayudan a ver las cosas como un todo. Porque mucho del
conocimiento convencional proviene de ver las cosas por partes y de manera
aislada, los expertos en dinámica de sistemas tienden a tener puntos de vista
sorprendentes. Generan mucha controversia. De ahí, la fascinación de la prensa
por ellos.
En 1969, escuche a Jay Forrester (mi maestro en MIT, quien fue el fundador de
la dinámica de sistemas) tratando de explicarle a la nación en la mitad de una
crisis urbana por qué sería mejor que los gobiernos destruyeran la vivienda
popular en lugar de seguir construyéndola. Como podría esperarse, el mensaje
enfureció a los planificadores de la ciudad. Tal lío atrajo a los medios de
comunicación como la sangre a los tiburones.
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Para 1970, yo ya me había asociado con el grupo del MIT haciendo un modelo de
dinámica de sistemas del crecimiento de la población mundial y del crecimiento
económico. La prensa lo vio como una bola de cristal en la cual se podría ver el
futuro de todo. ¡Qué atracción tan irresistible! Playboy, de todas las
publicaciones, fue la primera en hacer un artículo sobre nuestro trabajo. Allí
estaba — un análisis del crecimiento de la población, crecimiento económico,
contaminación, agotamiento de recursos — en medio de mujeres desnudas. Un
año más tarde, cuando salió nuestro libro, Los Limites de Crecimiento, nos
dieron tres minutos en el "Today Show" para explicar el crecimiento, decadencia
y colapso de la economía mundial, justo después de un comercial de enjuague
bucal y justo antes de una demostración del campeón británico de dardos. De ahí
en adelante, vi a los medios malinterpretar nuestro libro, etiquetarlo como una
profesía mortal, bombardearlo y desacreditarlo. Esto fue una experiencia
dolorosa, pero me llevó a pensar larga y profundamente sobre el papel
importante de la información y de los proveedores de información en el mundo
actual.
Mi experiencia con los medios continuó siendo, algunas veces amable, algunas
veces frustrante, ocasionalmente provechosa. Continué retornando a la prensa
porque pensé que mi campo facilitaba percepciones valiosas acerca del mundo.
Yo quería que esas percepciones se expandieran. Sabía que se tenían que
expandir por todas partes. La dinámica de sistemas aclara el arqueado poder de
ideas profundas y socialmente compartidas sobre la naturaleza del mundo. Fuera
de esas ideas surgen nuestros sistemas — sistemas de gobierno, sistemas
económicos, sistemas técnicos, sistemas familiares y sistemas ambientales.
Así pues, si queremos llevar a cabo una reestructuración total de los sistemas,
necesaria para resolver los problemas más graves del mundo — la pobreza, la
contaminación y la guerra — el primer paso es pensar de manera diferente. Que
toda la sociedad piense diferentemente. Existe sólo una fuerza moderna en el
mundo actual que puede hacer que toda la gente piense de manera diferente. Esta
fuerza son los medios de comunicación masiva.
Eso pensé cuando me decidí por ser columnista. Veía que el estado del mundo y
las respuestas débiles de los creadores de la política eran intolerables. No pensé
que más escritos para académicos o predicamentos para los conversos serían de
alguna ayuda. Quería ver un sistema basado en orientaciones globales, en puntos
de vista de largo plazo, en las páginas editoriales de los periódicos. Seguí
esperando a que alguien más lo escribiera, pero nadie lo hizo. Así que decidí
hacerlo yo misma.
Creé la columna "The Global Citizen" (El Ciudadano Globalizado) para enfatizar
el hecho de que mis lectores y yo somos parte de un sistema mundial
interconectado, querámoslo o no. Después de cinco años de escribir "The Global
Citizen", he aprendido mucho — sobre percepciones y paradigmas, sobre los
medios y sobre aquel público maravilloso con quienes los periodistas tratamos de
comunicarnos. Este libro es una muestra de lo que he producido. Esta
introducción es un resumen de lo que he aprendido.
EL PRESENTE PARADIGMA
• Una causa produce un efecto. Debe haber una causa sencilla, por ejemplo,
lluvia de ácido, cáncer o el efecto invernadero. Todo lo que necesitamos hacer es
descubrirlo y eliminarlo.
• Todo crecimiento es bueno — y posible. No existen límites para el
crecimiento.
• Existe sólo una "manera" de deshacerse de las cosas. Cuando eliminas algo,
desaparece.
• La tecnología puede resolver cualquier problema. No hay costo en la
tecnología. No hay retardos, no hay confusión sobre el tipo de tecnología que se
necesita. Las mejoras surgirán de mejores tecnologías, no de mejor humanidad.
• El futuro se predecirá, no se escogerá o concebirá. Nos pasa a nosotros; no
lo creamos.
• Un problema no existe o no es serio hasta que se cuantifica.
• Si algo es "económico", no necesita justificación alguna. E.F. Schumacher,
escribe, "Llámese a una cosa inmoral o fea, destructora de almas o degradatoria
del hombre, un peligro para la paz mundial o para bienestar de las futuras
generaciones; hasta tanto no demuestres que es 'antieconómico', no ha
cuestionado en realidad su derecho a existir, crecer o prosperar".
• Las relaciones son lineales, puntuales y continuas; no hay umbrales críticos;
la retroalimentación es precisa y puntual; los sistemas son manejables a través del
simple pensamiento causa-efecto.
• Los resultados se pueden medir mediante el esfuerzo monetario — si usted ha
gastado mucho en armas, tiene mayor seguridad; si usa más electricidad, usted
está mejor; si gasta más en escuelas, sus hijos tendrán mejor educación.
• Los países se encuentran desconectados, la gente le gusta estar incomunicada
por naturaleza, los sectores económicos se pueden desarrollar
independientemente, algunas partes del sistemas pueden prosperar mientras otras
pueden sufrir.
• Las selecciones son del tipo alguno/o y no ambas/y.
• Poseer cosas es el medio para la felicidad.
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Esta es una teoría de sistemas trivial, pero no estoy segura de que nuestros
políticos la entiendan.
tener mucho efecto, pero una mayor erosión puede reducir la producción de
manera drástica.
Otras ideas de sistemas que tienen una relevancia pública inmediata son:
Basta una sola de estas ideas para escribir una columna de 800 palabras en un
periódico. Pero son ideas que pueden comunicarse. Cualquier concepto de
sistemas, hasta el más sofisticado, se puede expresar con palabras, en tan sólo
unos cuantos párrafos, como espero que lo demuestren las columnas incluidas en
este libro.
Pero puedes retarlo indirectamente, poco a poco, una y otra vez, presentando más
y más evidencia. Thomas Kuhn, quien escribió La Estructura de las
Revoluciones Científicas, el libro seminal sobre paradigmas, dice que finalmente
la acumulación de anormalidades hace cambiar a un paradigma — observaciones
que no tienen cabida y que no pueden ser explicadas por los paradigmas actuales.
Las anormalidades se tienen que presentar una y otra vez porque existe una
determinación social de no verlas.
LOS FILTROS
Como todos los demás, sin embargo, ellos se encuentran inmersos en un sistema
cuya estructura, premios y castigos forman inevitablemente sus comportamientos,
no siempre para bien. Las empresas para las que trabajan ponen diariamente un
producto bajo un programa estrictamente elaborado, lo cual no propicia la
reflexión cuidadosa. Estas son empresas comerciales que buscan atraer pauta
publicitaria, cautivar al público y producir ganancias. Hay mucho espacio
disponible todos los días y la competencia por ese espacio es intensa.
Poco a poco me han enseñado a dejar de oponerme a las estructuras de los medios
y a trabajar en ellos, sin olvidar, eso espero, el propósito de mi mensaje.
Mi mayor problema, al principio, era hacer una columna con 800 palabras (las
primeras columnas de esta colección son las más largas). Uno de mis editores me
reprendió: "George Will puede escribir menos de 800 palabras. Mary McGrory
puede escribir menos de 800 palabras, ¿Por qué tú no puedes hacer lo mismo?"
Otro me recordó que no era necesario decir todo al mismo tiempo. Con una
columna semanal, siempre tendría otra oportunidad de escribir.
Use un gancho en las noticias — ese punto fue difícil de entender para una
profesora como yo. Si estás escribiendo sobre la conservación de la energía,
únelo con la destrucción de la aerolínea comercial ocurrida sobre el Golfo
Pérsico. Si estás escribiendo sobre el agujero de ozono, señala que el Senado
acaba de ratificar un tratado para combatirlo. La gente debe saber que lo que
van a leer es importante. Ellos piensan que las noticias diarias son importantes.
Así que usa ese gancho, aún cuando no vayas a hablar de las noticias diarias.
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Tú puedes darte cuenta por ti misma, leyendo las columnas que aparecen aquí, lo
bien que he aprendido estas lecciones. También te darás cuenta de algunas
lecciones sobre mí. Aunque a veces me desespera el estado del mundo, yo
también cuento historias positivas. Esa no es una característica de un columnista,
pero es necesario para un reformador que quiere mostrar que un mundo mejor es
imaginable y factible. A menudo presento profesionalmente en mis columnas,
una práctica desaprobada en la profesión, pero que me hace sentirme más
honesta. No creo que las columnas deban sonar como provenientes de Dios. Me
gusta que se me recuerde que los autores son seres limitados, sesgados,
caprichosos y humanos.
Porque mis lectores me lo han estado pidiendo. Porque la editorial Island Press
me sugirió que lo hiciera. Porque lo que escribo no desaparece con la rapidez de
los contenidos desvanecedores de los periódicos diarios. Y porque como me di
cuenta de que ya tenía cinco años con las columnas, mis pequeños escritos podrían
estar tal vez mejor juntos que separados.
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Me enteré por algunas personas que mis columnas aparecen en más periódicos y
que son leídas por más personas, esta es la parte gratificante de este ejercicio.
Recibo cartas y llamadas, algunas molestas, otras disparatadas pero en la mayoría
favorables, apreciativas, alentadoras e interesantes.