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Muchas veces tenemos miedo... Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer.
Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos.

Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas. Decimos que no,
cuando queremos decir que sí. Nos callamos cuando queremos gritar y gritamos con
todos cuando deberíamos cerrar la boca.

¿Por que? Después de todo sólo vivimos una vez. No hay tiempo de tener miedo.
Entonces basta. Haz algo que nunca hiciste. Atrévete.

Olvídate que te están mirando. Intenta la jugada imposible. Corre el riesgo. No te


preocupes por ser aceptado. No te conformes con ser uno más. Nadie te ata. Nadie te
obliga. Sé tú mismo. No tienes nada que perder y todo, todo, todo por ganar. Muchas
veces creemos en el destino. Rezamos, esperamos que las cosas pasen y nos
olvidamos de lo más importante. ¡Creer en nosotros mismos!

Nos conformamos en vez de arriesgarnos. Sin pensar que cada día que pasa nunca
volverá. Nada está escrito. Nada está hecho. Ni siquiera lo imposible. Todo depende de
nuestra voluntad. De esa fuerza que nos sale de adentro. De decir "si puedo" a cada
desafío. Tenemos el poder. Cuando estamos decididos. Cuando estamos convencidos,
cuando de verdad queremos algo, no hay obstáculo capaz de imponerse Si queremos
podemos llegar alto, hacer lo que sea... Sólo hay que proponérselo. Si sueñas con ser
el mejor del mundo... Si sueñas con los aplausos... Si sueñas con ganar
campeonatos... Despiértate!!

Dentro de ti hay 206 huesos y más de 700 músculos esperando. Sólo falta tu decisión.
Tus ganas de jugar como nunca. Enfréntate a tu destino. No seas solo un espectador.
Pide la pelota y créete su dueño. Exígete más y más. Vive sin domingos. Corre cada
día un poco más lejos. Salta cada día un poco más alto. Conviértete en tu propio ídolo.
Súmate a dar vuelta el marcador. Cuando no esperes nada de los demás. Cuando
sientas que cada tanto depende de ti, se fortalecerá tu espíritu.

Y poco a poco, las voces se convertirán en ovación. Tus respiros se llenarán de logros,
y tu vida de sentido. Están los que usan siempre la misma ropa. Están los que llevan
amuletos, los que hacen promesas, los que imploran mirando al cielo, los que creen en
supersticiones.

Y están los que siguen corriendo cuando le tiemblan las piernas. Los que siguen
jugando cuando se les acaba el aire. Los que siguen luchando cuando todo parece
perdido. Como si cada vez fuera la última. Convencidos que la vida misma es un
desafío. Sufren pero no se quejan. Porque saben que el dolor pasa. El sudor se seca.
El cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá, la satisfacción de
haberlo logrado.

En sus cuerpos corre la misma sangre. Lo que los hace diferentes es su espíritu. La
determinación de alcanzar la cima. Una cima a la que no se llega superando a los
demás. Sino superándose a uno mismo.

El mundo esta en las manos de aquellos que tienen el coraje de soñar


y correr el riesgo de vivir sus sueños

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MIEDO: CÓMO VENCERLO
Pilar Jericó

¿Quién no tiene miedo?

Todos sentimos miedo en nuestra vida. Gracias a él hemos llegado a sobrevivir como especie.
De no ser así habríamos muerto bajo las patas de un mamut hace miles de años.

Éste es el miedo que llamamos equilibrante porque está asociado a la prudencia, nos permite
reconocer aquellas situaciones que pondrían en peligro nuestra propia integridad. Este miedo
evita por ejemplo que digamos a un superior lo que realmente pensamos de él, o que nos
quedemos en cama varios días cuando nuestra obligación es ir a trabajar.

Pero, ¿qué pasa cuando el miedo equilibrante se alarga en el tiempo y sin justificación
aparente?: entonces se convierte en un miedo tóxico, que puede dañar nuestra salud y
bienestar.

Pero, ¿qué es el miedo?

El miedo es una emoción con la que nacemos, pero que se puede ir modulando a través de la
propia educación, el entorno, la cultura, etc.
Los griegos lo explicaban muy bien a través de la mitología: Venus, diosa del amor, mantuvo
un romance con Marte, dios de la guerra. De él nacieron cinco hijos: Cupido (dios del amor
erótico), Anteros (dios del amor correspondido), Cocordia (diosa del equilibrio y la belleza),
Fobos (la fobia) y Deimos (el miedo). Como vemos, el miedo por tanto procede de la unión del
amor y la guerra.

¿Esto qué quiere decir?. Que en la medida en que nosotros queramos o amemos algo
temeremos perderlo.
Es muy fácil también apreciarlo en el famoso cuento Juan sin miedo: Juan era un chico que no
conocía el miedo. Pasa mil aventuras y peripecias pero no consigue saber qué es sentir miedo.
Solamente al final del cuento, cuando se casa con la princesa y todo funciona perfectamente es
cuando siente temor por primera vez. Hasta ese momento Juan no tenía nada y por tanto no
tenía por qué temer. Sin embargo, cuando nace su amor por la princesa, con él nace también
el miedo a perderla.

¿Se ha utilizado el miedo a lo largo de la historia como sistema de gestión de equipos de


trabajo?

Sí, indudablemente sí. ¡Y realmente funcionaba! Según decía Ford en los años 40 el gran
problema que encontraba a la hora de contratar personal para sus fábricas era que "pido dos
brazos y me llegan con cerebro". Lo que se buscaba eran autómatas como el conejito de
Duracell que se limitasen a realizar las tareas que otros habían ideado.
En la actualidad todavía existe más de un 50% de empresas que gestionan basándose en el
miedo, pero a diferencia de hace cincuenta años, este sistema no tiene mucho futuro.

En un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, lo que vale es el talento, la innovación y
la creatividad, y ninguna de ellas se puede desarrollar cuando existe el miedo.

¿Por qué?. Reacciones físicas ante una situación de miedo.

Cuando nos encontramos ante una situación de miedo nuestro cuerpo sufre una serie de
cambios: el corazón palpita con más velocidad para enviar sangre a las extremidades y al
cerebro, las pupilas se dilatan, y se producen tres hormonas: la adrenalina, la noradrenalina y
los corticoides, también llamados hormonas del miedo. Los corticoides impiden que se
produzca la conexión entre nuestras neuronas, la sinapsis, que como sabemos es la base de la
creatividad.
Por tanto, es biológicamente imposible que una persona sea capaz de desarrollar todo su
potencial cuando vive en una situación constante de miedo. Se paraliza.

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¿Qué tipos de miedo conocemos dentro del entorno laboral?

El miedo al rechazo, miedo al fracaso, miedo a la pérdida de poder, miedo a no llegar a fin de
mes y miedo al cambio.

- El miedo al rechazo se podría decir que es el miedo latino. Vivimos en una sociedad muy
afiliativa, por eso necesitamos constantemente la aprobación del grupo. A este tipo de miedo
pertenece la "vergüenza ajena", emoción que únicamente sentimos nosotros y que otras
sociedades no entienden, y también el temor a hablar en público.
- El miedo al fracaso es más acentuado en sociedades anglosajonas. Esto es debido
probablemente a su religión: mientras el catolicismo intenta crear la armonía del grupo y por
tanto fomenta el miedo al rechado, la máxima del calvinismo es: "lo que hagas en esta vida
será lo que alcances en la otra".

- El miedo a la pérdida de poder es quizá el menos reconocido. En un estudio que se hizo con
185 directores generales, solamente un 6% reconocía padecer este miedo. Sin embargo todos
sabemos cómo nos gusta influir en terceros y mantener nuestra parcela de poder.

Cuando hablamos del poder distinguimos varios tipos: el poder que da la jerarquía (soy tu jefe
en el escalafón de la empresa), el poder del experto (domino un tema), el poder de tener algo
que el otro quiere (yo tengo esta información y te la doy cuando quiera), el poder de la
influencia (soy la secretaria del director general y le hago llegar la información como quiero), el
poder de la opinión (yo te otorgo poder para influirme con tus opiniones).
- El miedo a no llegar a final de mes es el más extendido. Este temor únicamente respeta a los
jóvenes que viven en casa de sus padres sin responsabilidades pero...pon una hipoteca en tu
vida y conocerás este miedo.
- El miedo al cambio es el padre de los demás miedos porque detrás de él se desarrolla
cualquiera de los otros cuatro. Una fusión, una reestructuración, etc, suponen que sintamos
miedo a no ser acogidos por el grupo, a fracasar en los objetivos marcados, a perder nuestro
puesto en la jerarquía o a perder el trabajo.
Cualquiera de ellos tiene la capacidad de paralizarnos y únicamente nosotros podemos lograr
conquistarlo.

¿Cómo podemos conquistar el miedo?

Existen varios pasos para conseguir que el miedo no nos paralice:

1. Aceptar que tenemos miedo. Sabemos que todos lo padecemos y no es un síntoma de


debilidad reconocerlo.

2. Identificar cuál es nuestro miedo. A veces no es fácil reconocerlo. En ese caso lo mejor es
centrarnos en la otra cara de la moneda: ¿cuál es nuestra motivación?: ¿estar integrados en el
grupo? ¿ganar mucho dinero? ¿alcanzar unos objetivos?. En función lo que nos motive
tendremos miedo a perderlo. Por ejemplo, si nos encanta formar parte de un grupo homogéneo
de personas, probablemente nuestro mayor miedo será al rechazo.

3. Mirar al miedo a la cara y hacerlo concreto. Nuestro peor enemigo siempre es nuestra propia
cabeza. Nosotros somos capaces de imaginar cosas mucho peores que la realidad. Por eso
son tan peligrosos los miedos ambiguos. Cuando un jefe te dice: "haz esto o atente a las
consecuencias", probablemente pensemos en unas consecuencias mucho más dramáticas que
las que luego realmente sucederán.

Por tanto, lo mejor es que ante una amenaza pongamos sobre el papel las posibles
consecuencias. Por ejemplo, si me quedo sin trabajo, ¿cuántos meses de paro me
corresponden? ¿tengo dinero ahorrado? ¿tengo contactos? ¿cuál es mi empleabilidad?, etc.
En definitiva, para superar los miedos lo mejor es centrarnos en nuestra motivación
trascendente, aquella que nos empuja a seguir adelante a pesar de los riesgos.

Victor Frankl fue un psiquiatra judío que pasó la segunda guerra mundial en varios campos de
exterminio, entre ellos Auswitz. Según él, no se salvaron de aquel infierno los más fuertes, ni
los más cultos, ni los mejor preparados, sino aquellos que tenían una motivación más allá de su
propia vida: "cuando salga escribiré un libro", "cuando salga veré a mis hijos", "cuando salga

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contaré esto al mundo".

Como decía Nelson Mandela:


"No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo"

Si tus miedos te dominan, tus sueños mueren


Edward A. Rodriguez

¿Cual es tu mayor miedo?

¿Miedo al fracaso?, ¿Al rechazo?, ¿Al cambio?, ¿A la confrontación?, ¿Al éxito?, ¿A


tomar riesgos?, ¿A tomar decisiones?....pausa por un momento y determina tu mayor
miedo.

¿Qué te ha costado este miedo? ¿Qué no has logrado por este miedo? ¿Qué cantidad de
dinero has dejado de ganar por este miedo? ¿Cuántas personas importantes hoy no son parte
de tu vida por este miedo? ¿Cuántos años de logros has perdido porque se lo has entregado a
este miedo?

Fíjate en estas estadísticas: 97% de las personas cuando


llegan a la edad de 65 años no son libres financieramente, en
otras palabras, tienen que depender de un familiar, del
gobierno, o de ingresos limitados de su plan de retiro para
subsistir (si es que lo tienen). Todo esto mientras el otro 3%
son verdaderamente prósperos!!! ¿En qué grupo de
encontrarás tú?

Pero, ¿Qué tiene que ver esto con el miedo? Que bueno que
preguntaste.

La mayoría de las personas en el 97% no alcanzan la


independencia económica o no logran lo mejor que la vida
tiene para ofrecerles, no es falta de educación, no es falta
de dinero, sino el MIEDO y sus derivados como temores,
dudas, inseguridades, ansiedades, preocupaciones y baja
autoestima. Bajo el hechizo de estos sentimientos, se
sienten paralizadas y no logran hacer las cosas que
quieren hacer y que harían su vida más feliz y completa.

Digo hechizo, porque, piensa en los últimos 2 años de tu vida, ¿Cuántas de las cosas que
temías verdaderamente sucedieron? pocas ¿verdad?, sin embargo, actuaste y tomaste
decisiones como si fueran a pasar....te quedaste en tu zona de comodidad, limitaste tus
acciones y por ello también tus resultados. Pero, no confundas el miedo con precaución....una
cosa es ser precavido y o otra cosa es el miedo. Tampoco me refiero a miedos irracionales
como fobias...estas requieren otro tipo de atención. Más bien me refiero a todas esas mentiras
que inconscientemente nos decimos y que creemos sobre lo que puede pasar si tomamos
acción...de hecho, fíjate en mi definición de miedo en forma de acróstico:
MIEDO: "Mentiras Internas Exhibiéndose Demasiada Obvias"

Esto te puede sorprender, pero mientras nuestra habilidad de lidiar con nuestros miedos pueda
sonar como un problema psicológico, en la mayoría de los casos no lo es. Yo creo que el
problema es más de índole educacional...tú puedes aceptar el miedo como un hecho de la
vida o como una barrera para el éxito.

Nosotros, inconscientemente usamos mecanismos de defensas que nos protegen de


situaciones que podemos percibir como miedosas o como dolorosas. Una parte de nosotros
puede querer crecer y cambiar, pero otra parte resiste porque el cambiar nos lleva a un
NUEVO territorio en nuestros pensamientos y emociones que desconocemos...lo desconocido

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nos produce temor y este temor, si no es entendido, nos puede llevar a la inacción.

Si alguna vez te sientes con ansiedad, lleno de frustraciones y sin motivación, entonces presta
atención, porque es muy posible que tus mecanismos de defensa estén trabajando. Estos
sentimientos son señales de miedo que
quieren mantenerte en tu zona de seguridad.
Mas que huir y resistir el miedo, lo que necesitas es entenderlo, aceptar su existencia, y
actuar a pesar de el.

"Las personas exitosas hacen un hábito de hacer las cosas que los fracasados odian
hacer"

Las personas exitosas hacen un hábito de actuar en la realización de sus sueños a pesar de
sus miedos...¿eres una de ellos?...

Si eres una persona "promedio" es posible que ese deseo de cambio, de hacer tu vida
diferente, de bajar de peso, de comenzar a ahorrar, de comenzar una nueva carrera, cambiar
de empleo, de comprar tu casa, abrir un negocio o de pasar más tiempo con tu familia, se haya
desvanecido a medida que pasaron los primeros días del año.

Esas metas, esos ideales, esos sueños....se quedaron para ser re-tomados cuando no estés
tan ocupado, o quién sabe, a lo mejor para principio del 2008. ¿Te suena esto familiar?

Tú no tienes que esperar a principio de cada año para retomar el deseo del cambio. Hoy es el
mejor día. Hoy tu puedes tomar la decisión, de que HOY es el comienzo de lo
mejor de tu vida.

Hoy, aun puedes escoger hacer de éste tu mejor año, lleno de felicidad, disfrute y éxito.

Hoy tú puedes decidir qué cantidad de dinero quieres y crear un plan para conseguirlo.

Hoy tú puedes decidir escoger darle vida a nuevas ideas para tu carrera o a un nuevo negocio
y crear una visión tan clara que te motive a levantarte lleno de energía y caminar hacia la
realización de tus mas grandes sueños.

Hoy tú puedes escoger el aumentar la confianza en ti mismo, y cambiar tu manera de pensar


sobre tus habilidades de crear diferentes y grandes resultados en tu vida.

Hoy tú puedes escoger comenzar a "magnéticamente" atraer las personas "correctas".


Personas que te motiven a alcanzar el éxito, y que no te "roben" de la energía que necesitas
para tus grandes logros.

Hoy tú puedes escoger sentirte mejor sobre ti mismo. Puedes conectarte con tu grandeza y
darte cuenta que tienes el poder y la capacidad de crear en tu mundo lo que deseas: felicidad,
la casa de tus sueños, estupendas vacaciones, ese carro nuevo y asegurar el futuro de tu
familia...

...O simplemente puedes ESCOGER hacer NADA y dejar que la suerte decida qué será del
resto de tus días.

Si este es tu caso, es posible que internamente tengas "hambre" por una vida diferente...y que
esto se haya convertido en una fuente de frustración, aburrimiento y hasta en algunos
casos...de depresión o de ese sentimiento amargo que nos embarga cuando uno está fuera de
sintonía con nuestros sueños, y con nuestras ambiciones.

Tú puedes cambiar esto ahora si despiertas y te conectas con tu grandeza!

¿Qué te detiene?

Todas las personas con las que he trabajando en mis talleres, seminarios y coaching, han

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tenido un sueño. Un sueño de hacer la diferencia, de contribuir, o simplemente de
experimentar y vivir la profunda satisfacción que se siente cuando realizamos grandes logros.

Muchas de estas personas vieron el no tener suficiente dinero como una barrera que
necesitaban vencer antes de alcanzar sus sueños. En otros casos, las barreras era el no
tener los conocimientos y habilidades que pensaban era importante para avanzarse con mayor
rapidez al logro de sus metas.

Sin embargo, en mucho de las ocasiones, la barrera más grande era el MIEDO. Miedo al
fracaso, miedo al rechazo o miedo a tomar riesgos. Y la única cosa que mantuvo en acción a
algunas de estas personas era el hacer realidad sus sueños--el darse cuenta que si no hacían
el esfuerzo de enfrentar sus miedos y actuar a pesar de ellos, sus sueños iban a terminar en la
basura.

Eleanor Roosevelt dijo:


"Tú ganas fortaleza, coraje y confianza en ti mismo cada vez que te detienes y miras el
miedo en la cara. Tú debes hacer lo que piensas que no puedes hacer

La vida es corta. ¿Alcanzarás tus sueños? ¿Harás las contribuciones que puedes hacer?
¿Enfrentaras con valentía tus miedos y perseguirás tus metas?

¿Aprovecharás cada oportunidad que te brinde la vida para prepararte y poder lograr tus
grandes ideales? ¿Trabajaras con más pasión y entusiasmo?

¿Dejarás a un lado las excusas, las quejas y hasta el victimizarte? ¿Empezarás, de una vez y
por todas, ha hacerlo que es difícil, pero con grandes recompensas?

¿Escribirás tus metas, terminarás de leer ese libro, trabajarás una hora extra, te levantarás
más temprano, caminarás otra milla, terminarás lo que comenzaste?

La vida es corta. No la desperdicies. No tendrás otra oportunidad para vivir ESTA vida... ¡No
estamos en práctica! ¡Esto es todo lo que tenemos! La vida es linda...despierta!!!

Despierta a tu grandeza..eres un ser único con habilidades únicas...no las


desperdicies...despierta!

Cuando llegaste a este mundo, trajiste contigo algo único que no existía antes de que llegaras
aquí. Por favor, no nos prives de tu grandeza...despierta!

Este año, aun puedes hacerlo el mejor de tus años si despiertas a la realidad de que hay
grandeza en ti, que hay poder en ti, que todo lo de afuera lo puedes obtener si reconoces la
grandeza de lo que hay dentro ti...despierta!

Hoy es el mejor día para comenzar, quizás no sea una coincidencia que precisamente HOY es
cuando estás leyendo este mensaje....despierta!!!

Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.


No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo
que hay que tener miedo es del propio miedo

Paulo Coelho (1947-?) Escritor brasileño.


El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el
miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y
sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la
humanidad misma.

Woody Allen (1935-?) Actor, director y escritor estadounidense.


El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.

Tito Livio (59 AC-64 AC) Historiador romano.


La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho nada de su vida.

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Adrenalina, la droga del miedo
(anticipo del próximo libro de Sonia Abadi sobre Pensamiento en Red)

El estado de estrés crónico, que padecen muchísimos de los líderes y altos mandos de las
organizaciones, representa un déficit crónico en la calidad de su pensamiento y un
estrechamiento gradual de su visión.
Este lleva a funcionar de manera lineal, colapsa la red, y destruye las condiciones para pensar
y crear. Y además, a la manera de un círculo vicioso, el funcionamento puramente lineal lleva a
mayor estrés.

El cuerpo está al límite del agotamiento y la mente al límite de su funcionamiento.


Las emociones también están al límite. Por eso estas personas se preguntan muchas veces
por qué les surgen reacciones de irritabilidad y violencia ante situaciones aparentemente
insignificantes. Y esto no sólo en la oficina sino también en la vida familiar.
Creemos que adrenalina es energía, excitación, motivación. En realidad la adrenalina es
reacción de alerta, por lo tanto no es otra cosa que una respuesta física ante el miedo.
La percepción de un peligro activa la producción de adrenalina, y su envío al torrente
sanguíneo opera como un “saque” de estimulantes, que permite una rápida reacción ante la
sensación de amenaza y prepara para el ataque y la defensa.
Esta adrenalina produce vasoconstricción periférica, al servicio de enviar más sangre al
cerebro para “despertarlo” y al corazón para acelerarlo.

La adrenalina es en realidad una droga interna de


emergencia, pero no se la debe activar en forma
permanente. Entre otras consecuencias su “uso” por
largos períodos produce trastornos digestivos y
cardíacos, aumento del colesterol, acumulación de
grasa en el abdomen y disminución de la potencia
sexual. También deterioro del cerebro y deficit
inmunológico.
Aparecen trastornos del sueño: insomnio o
“desmayarse de sueño” por agotamiento. No hay
verdadero descanso ni relajación durante el dormir.
También se registran trastornos en la alimentación:
exceso o pérdida del apetito, consumo de alcohol.

En el nivel cerebral el exceso de adrenalina, con el


tiempo, destruye las conexiones entre las neuronas,
y esto se refleja en el pensamiento, reduciendo la
conexión entre las ideas.
Nuevos estudios demuestran que en situaciones de estrés se pierde la perspectiva, se toman
decisiones por miedo o desesperación, se evitan o niegan datos perturbadores. Y aparecen
también los llamados ataques de pánico por vivencias de desamparo y despersonalización.
Además al desacelerar, la falta de adrenalina genera sentimientos de agotamiento, vacío
y depresión. Y, para mantener un alto rendimiento, se comienza a usar otro tipo de
estimulantes: comer y beber en exceso, psicofármacos, y en algunos casos drogas, deportes
de riesgo o juegos de azar. Cualquier cosa que sirva para activar o reemplazar la producción
de adrenalina.

El Pensamiento en Red colapsa y aparece el pensamiento operatorio, que es una actividad


mental que resuelve cuestiones prácticas, pero no sirve para generar profundidad y riqueza en
las ideas.
A su vez, no sólo el organismo sino una organización, pueden hacerse adictos a la
adrenalina, y sólo ser capaces de reaccionar ante la emergencia. Cuando falta la adrenalina
se sienten deprimidos y desganados, sin ilusión ni expectativas.
La tragedia que se desencadena finalmente es que los miembros de un equipo comienzan a
generar emergencias artificiales, para sentir la excitación y la euforia que les produce la
adrenalina.

Ya no saben trabajar en paz. Generan crisis y conflictos, y viven en estado de tensión

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permanente. En ese clima, la creatividad es aniquilada.
Y debido al agotamiento físico y mental, la gente termina el día destruída. La calidad de su
trabajo se resiente, pero también su vida familiar y social, y su salud física y mental. Ya no
tienen resto para capacitarse profesionalmente, y menos aún para el desarrollo personal.
La creatividad agoniza y, a la larga, la capacidad de reacción también, por el agotamiento de
vivir en permanente emergencia.
Por el contrario, el ejercicio de la creatividad en un clima de trabajo basado en la confianza
genera bienestar, la respuesta de los otros incrementa la propia energía, y se termina el día
menos cansado y hasta con entusiasmo extra para desarrollar otras actividades.
Esto es lo que suele suceder también con el deporte no competitivo, los juegos y los hobbies,
el sexo, el baile, la música, todas actividades que generan la producción de endorfinas, las
hormonas del placer.

Cuentan que un día un peregrino se encontró con la Peste y le preguntó adónde iba:
- A Bagdad - le contestó ésta - a matar cinco mil personas.
Pasó una semana y cuando el peregrino se volvió a encontrar con la Peste que
regresaba de su viaje la interpeló indignado:
- ¡Me dijiste que ibas a matar a cinco mil personas, y mataste a cincuenta mil!
- No - respondió la Peste. - Yo sólo maté a cinco mil, el resto se murió de miedo

Cómo detectar el miedo

El miedo es algo que puede manifestarse de muchas maneras. Originariamente lo que hace el
miedo es evitar que nosotros hagamos algo, es decir, su propósito es evitar que nuestro cuerpo
salga herido ya sea psicológica o físicamente. Es un mecanismo de protección que tenemos
los humanos.

La cosa está en que tu inconsciente es el que detecta el miedo, pero tu consciente es el que
tiene que regularlo y vencerlo si es necesario. Para eso tienes que tener un consciente muy
bien comunicado con el inconsciente, o de no ser así tienes que tener el suficiente poder
consciente para ser capaz de dominar a tu inconsciente

Cómo se manifiesta el miedo en nuestro cuerpo

El miedo lo que quiere conseguir en ti es básicamente que abandones. Que lo dejes estar. Si
vas a dar un seminario para 10 personas y es la primera vez que lo haces tu miedo entrará en
acción. Y te puede putear y hacerte abandonar de diversas formas.

Recuerdo mi primera quedada en el mundo de la seducción. Iba temblando y conduciendo con


el coche, tenía una vergüenza horrible, y no paraba de temblar y sudar, quería que ese
momento pasara cuanto antes. Por supuesto yo me animaba pensando: “luego llegaré a casa
y estaré muy cómodo y contento por haberlo hecho como mínimo”.

Al quedar con 20 o 30 desconocidos del mundo de la seducción ya no tuve miedo alguno. Las
primeras veces el miedo lo que quería decirme es: “vas a sufrir vergüenza y yo no quiero
que pases vergüenza. De pequeño lo pasaste muy mal, no quiero que te sientas así”.

Tienes que saber que tu miedo lo único que quiere es protegerte de algo, no está contra ti, sino
a favor tuyo. En la PNL cuando nos comunicamos con nuestro miedo, primero que todo se le
agradece la tarea que hace por nosotros, pero se le pide que pruebe un nuevo patrón de
comportamiento que puede ser más positivo para nosotros. Lo único que quiere cualquier

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comportamiento tuyo es que estés bien. Y el miedo es muy listo en cuanto se refiere a
protegernos, pues puede provocarnos diversas sensaciones que nos echarán atrás. Ya sea
depresión junto con inseguridad, melancolía… y un sinfín de emociones que nos echarán para
atrás y harán que huyamos.

Para vencer el miedo tenemos que detectarlo

El primer paso para vencer nuestro miedo es


detectarlo: ¿Por qué sentimos miedo? ¿Qué
sensaciones nos está provocando el miedo? Nos
puede subir el ritmo cardíaco, hacernos sudar,
temblar… cualquier cosa con tal de protegernos y
hacer que abandonemos. En mis hipnosis lo que
hago básicamente son reencuadres muy
poderosos y metafóricos que hacen que
reencuadres tu miedo y que en vez de ser algo
que te impide avanzar sea algo que te proyecta
hacia adelante.

No luches contra tu miedo, haz que esté de tu lado

Si el miedo es lo suficientemente fuerte como para detenerte es que tiene una gran fuerza
sobre ti. Somos conscientes de que hay partes de nuestro cuerpo que no controlamos, tu no
puedes controlar cuando reírte, ser feliz, estar triste, sentir pánico o miedo, esto lo domina tu
inconsciente. La buena noticia es que puedes comunicarte con el inconsciente hablando
contigo mismo. Así que si tienes miedo de dar un seminario, lo que tienes que hacer es ser
intuitivo y ver porque te produce miedo.

Tu inconsciente seguramente guardará imágenes muy vivas de lo patoso que eras dando
explicaciones en la pizarra y de cómo los profesores te humillaron. El inconsciente recuerda
esas imágenes y también recuerda lo mal que lo pasaste, así que quiere protegerte. Tú tienes
que convencerle de que dar un seminario es una gran oportunidad para ti. Habla contigo
mismo, quizá suene a loco, pero es pnl y funciona. Dile algo como:

“mira miedo, te agradezco muchísimo tu ayuda, muchas gracias por protegerme y tienes
que seguir ayudándome, pero probemos otra forma. Yo tengo muchas ganas de dar ese
seminario, quiero avanzar y progresar en mi vida, dar seminarios me gusta, me hace
sentir más humano así que en vez de proyectarme malas sensaciones para que no de el
seminario ayúdame y mantenme enérgico y con ganas de hablar. Eso me ayudará más
que impedirme que no lo de. Sé que el pasado es el pasado, pero hay cambios y tengo
que cambiar, lo sabes porque es bueno para mí y este cambio significa una mejora en mi
vida, así que ayúdame”

Este tipo de reencuadres se usan mucho en PNL, no pierdes nada en probarlo. Las primeras
veces te sentirás ridículo, pero las próximas ya no. Lo que va muy bien también son hipnosis ya
que relajan muchísimo.

Resumen del miedo:

Recuerda que el miedo siempre va a estar ahí, tienes que convivir con él y es más difícil
combatirlo que hacerlo tu aliado. Así que siempre que puedas conviértelo en tu aliado y
entiende que solo quiere protegerte y que para nada quiere boicotearte. Una hipnosis que
ahora estoy escuchando y me relaja mucho es: Hipnosis contra temores y fobias. Me encanta
porque me hace sentir muy buenas emociones, es como tener una voz a tu lado diciéndote
bien las cosas y tranquilizándote.

"Nuestros temores suelen crear eso que tememos. LO QUE EVITAS, INVITAS
Sam Kem"

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Miedo a hablar en público:«No has de demostrar que sabes mucho, si no
que sabes lo importante» Xavier Guix

Seguramente cualquier persona que se empeñe en hablar en público puede aprender a


hacerlo, pero deberá superar ciertos obstáculos. ¿Cuál es la primera dificultad con la
que va a encontrarse?

La primera dificultad viene dada por cómo se ve la persona a sí misma en la situación de hablar
en público. Cada uno construye su idea mental y llega a una conclusión que habitualmente
suele ser la de: «no lo voy a saber hacer», «para esto no sirvo», «yo no valgo»... La primera
barrera que uno ha de vencer es la del autoconcepto.

¿Y cómo se supera eso? ¿Cómo se logra pensar en positivo?

Si asocias ponerte delante de la gente como una experiencia negativa es porque en algún
momento de tu vida has experimentado negativamente la situación de hablar en público. Para
cambiar esa percepción has de tener coraje, volverlo a intentar y poco a poco ir obteniendo
pequeños éxitos que te estimulen a continuar. Cuando entras en la rueda del refuerzo positivo
empiezas a superar la situación.

En su opinión, la Programación Neurolingüística (PNL) puede ser de gran ayuda. ¿De


qué forma?

Todas las personas utilizamos programas para actuar, es decir, empleamos una serie de
recursos mentales -cosas que vemos, que sentimos y que nos decimos a nosotros mismos- y
con ellas construimos un bucle que conforma la estructura de cualquier experiencia. A través
de la PNL se puede, entre otras cosas, averiguar de qué forma una persona que tiene
problemas para hablar en público construye los «programas» del miedo o de creer que no es
eficaz. La PNL ayuda a cambiar la estructura de esos «programas» para que no generen
percepciones negativas. En el contexto de hablar en público utiliza dos elementos muy útiles,
los anclajes y el cambio de estado de recursos. La PNL te pregunta: ¿cuál es tu estado de
recursos ante la idea de pronunciar una conferencia? Estoy muerto de miedo. ¿Cuál sería el
estado deseable? Permanecer en paz y tranquilidad. ¿Tienes experiencias en tu vida de paz y
tranquilidad? Sí, claro. Pues si existen, detrás de ellas hay una estructura, traigámosla hasta
aquí. Ese estado lo anclas, esto es, coges un estímulo y lo conviertes en una respuesta
continuada. De la misma forma que cuando hueles un determinado perfume vienen a ti, por
ejemplo, recuerdos de la infancia, puedes crear un anclaje tocándote un brazo o una pierna y
que cada vez que lo hagas venga a ti la paz y tranquilidad que necesitas ante la situación de
hablar en público. Con el tiempo llega un día en que se convierte en algo automático. Esto se
puede conseguir con la Programación Neurolingüística.

Y ya ante el público, ¿lo mejor es centrarse en el mensaje?

Es lo más recomendable. Para hablar en público hay que tener algo que decir, en el sentido de
haber experimentado alguna cosa que quieras compartir con otros. Eso es lo que le interesa a
la gente: lo que tú has hecho, lo que has vivido, lo que has sentido, lo que te ha pasado... No
quieren un montón de datos, eso pueden encontrarlo en un libro, les interesa tu vivencia,
aquello que tienes muy interiorizado, que es coherente contigo mismo y que quieres compartir
con ella. Otro aspecto a tener en cuenta sobre el mensaje es la claridad: no has de demostrar
que sabes mucho si no que sabes lo que es importante, no has de aportar cincuenta mil ideas,
sólo has de transmitir una o dos que el público se pueda «llevar» consigo.

Por tanto, ¿el éxito radica en centrarse en el discurso?

Por supuesto, hay dos errores muy frecuentes a la hora de hablar en público: estar demasiado
pendiente de uno mismo -me quedaré en blanco, me sudarán las manos...- y estar demasiado
pendiente del público -mira ese tipo que se está durmiendo, creí que con este comentario se
reirían y no se ríen... Todo esto hace que uno se distraiga. El secreto para tener éxito es
centrarse en el discurso y avanzar con él.

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¿Cuál es la mejor forma de estructurar el mensaje?

En mi libro explico cómo lo hago yo, pero cada uno debe buscar y encontrar su propio sistema.
En cualquier caso, a la hora de estructurar el
discurso hay que tener claros tres aspectos: cómo
empezar; cuál es la idea central y en qué
momento ha de aparecer, y cómo acabar. La
forma de arrancar es muy importante porque
durante los primeros minutos estás causando
impresiones; la idea central debe tener peso y hay
que darla en el momento justo, ni muy pronto ni
muy tarde, y el final ha de ser brillante. A veces un
buen final puede incluso salvar una conferencia
mediocre. Y dentro de este esquema mi propuesta
es que el conferenciante acompañe al público a
hacer un «viaje» que él mismo ha realizado
previamente para aprender algo. No ha de
explicar el viaje finalizado si no los pasos que ha
dado a lo largo del recorrido para llegar a la
conclusión a la que ha llegado. Si eso inspira al
público, seguramente llegará a la misma
conclusión, y eso, al fin y al cabo, es lo que uno
pretende.
Tiene mucha lógica, pero además hay que observar lo que pasa entre el público para
interactuar con él.
Claro, pero eso es un proceso. Has de empezar por el discurso, lo demás ya vendrá y lo hará
poco a poco. En mi libro he huido de dar demasiados consejos sobre eso porque de joven,
cuando me inicié en estos temas, creo que leí casi todos los libros sobre cómo hablar en
público y siempre me quedó una cierta insatisfacción, quizá porque se centraban en infinidad
de técnicas, pero no explicaban lo esencial.

¿Y qué es lo realmente esencial cuando se habla en público?

Transmitir una experiencia personal -coherente, bien explicada, que aporte información-, pero
propia. Eso es lo que nos atrae de los demás. Los humanos tenemos el enorme deseo,
fantástico y, porque no decirlo, morboso, de querer saber cómo les va a los demás, qué les
está pasando. Y es que en el fondo no somos tan diferentes. Todos somos seres humanos que
estamos en este mundo haciendo cosas y sentimos curiosidad por saber cómo las hacen los
demás. Se puede aprender mucho de las vivencias de los otros, por eso, cuando se habla en
público resulta tan importante transmitir experiencias. Es más, en la medida en que las
experiencias de los individuos son narradas se está ayudando a la propia humanidad a
progresar. El hecho de que la generación anterior nos traspase su conocimiento nos permite
avanzar mucho más deprisa. Las experiencias no deben quedar de puertas adentro. Yo mismo
durante años he sentido mucho miedo y vergüenza de «desnudarme» ante la gente, pero
cuando lo he hecho he conseguido aproximarme enormemente a los demás

Hablar sin miedo ante un auditorio


Peter Stern

.
Generalmente, lo que se pretende con una charla ante un gran grupo es informar o persuadir.
Lo primero que tienes que hacer, por lo tanto, es saber cláramente cuál es tu objetivo. No es lo
mismo hablar sobre el Machu Pichu y su historia, que tratar de convercer a tus oyentes de que
compren unas vacaciones y visiten el Perú. Suele ser muy útil plantear los objetivos de acuerdo
a comportamientos que quieres lograr. ¿Qué conducta quieres conseguir entre las personas
que te están escuchando? ¿Quieres que hagan algo o que reflexionen? ¿Quieres que sepan
más cosas o que compren un producto o una idea? Si deseas que tus oyentes visiten el Machu
Pichu, la conducta que quieres conseguir al final de la charla es que compren los billetes. Si,
por el contrario, deseas que tus oyentes sepan la vida del pueblo inca, al final de la charla lo

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que habrás tenido que transmitir es información y datos suficientes para que tu auditorio pueda
contestar a determinadas preguntas sobre los incas.

El siguiente paso es diseñar el tema. Según algunas investigaciones, un auditorio sólo es


capaz de seguir las explicaciones de un tema principal y tres temas colaterales, perdiéndose
todo lo demás. ¿Cómo puedes explicar tus ideas de la forma más sencilla posible? Un gran
auditorio esta formado por personas muy heterogéneas. Es posible que incluso haya gente a la
que no le importa en absoluto el tema sobre el que quieres hablar. Tus explicaciones, por lo
tanto, deberían estar disponibles para el mayor número de oyentes posible. La sencillez es
primordial, tanto en el contenido como en la forma.

¿A quién va dirigido tu discurso? Sexo, edad, formación, procedencia, intereses comunes, son
datos fundamentales. No es lo mismo dar una charla a personas de la tercera edad, que a un
grupo de adolescentes. No es lo mismo dar una charla a un grupo de campesinos, que a
profesores universitarios.

¿A qué hora pronuncias tu charla? No es igual dar una charla a media mañana, que a primera
hora de la tarde o última de la noche. ¿Cómo está dispuesta la sala en la que vas a dar tu
conferencia? ¿Tiene los asientos anclados al suelo o se pueden mover las sillas? ¿Hay
suficiente luz o comodidad? ¿Dispones de soportes para hacer esquemas visuales o proyectar
imágenes o sonidos?

Todas las charlas tienen una introducción, un núcleo y una conclusión. Hay un viejo dicho que
afirma: "diles qué les vas a decir, díselo y a continuación
diles qué les has dicho". En la introducción es muy
importante llamar la atención de los oyentes,
orientándoles sobre el resto del contenido. El cerebro
humano tiene necesidad de saber qué viene a
continuación. Organiza la introducción de tal forma que
raptes la atención y, al mismo tiempo, des información
sobre lo que viene a continuación. Repite las ideas tres
veces como mínimo, utilizando distintos canales cada
vez. Explica las cosas utilizando imágenes visuales,
pensamientos auditivos y sensaciones kinestésicas.
Dale a cada oyente facilidades para que te siga. Eres tu quien debe adaptarse a los oyentes y
no al revés.

La introducción te tiene que dar a ti mucha información sobre tu auditorio. ¿Cómo están
reaccionando tus oyentes? ¿Sonríen, asienten, niegan con la cabeza, alguno se está quedando
dormido? Es muy importante que calibres las reacciones de
tu auditorio, porque dependiendo de estas reacciones, tu
tienes que ajustar tu forma de seguir dando la charla. ¿Se
mueven mucho en sus asientos? Haz algo para que se
muevan pero siguiendo tus instrucciones. ¿Hablan entre
ellos en voz baja? ¿Cómo puedes hacer que esa
circunstancia te ayude en tus objetivos? Aprovecha la
comunicación que te estan transmitiendo en beneficio de tu
objetivo.

Usa términos simples y frases muy cortas. Repite las ideas.


Un auditorio, está comprobado, sólo asimila una tercera
parte de lo que dices. Crea anclajes,marca tu territorio.
Utiliza la primera persona del singular o del plural para
hablar, evita las frases impersonales o la segunda o tercera
persona si estas hablando sobre ti mismo. Utiliza símbolos,
metáforas, ejemplos, ilustraciones. Si llegas al inconsciente,
tu público te seguirá a donde tu quieras.

A continuación expón tu tesis sobre el tema. Puedes hacerlo de forma secuencial (siguiendo
algún tipo de hilo argumental), en forma espacial (a través del tiempo histórico), en forma de
estructura o de función (¿para qué sirve cada cosa?), en forma de problema/solución (típico de
las charlas persuasivas), o en forma de causa/efecto o efecto/causa.

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Finalmente, en la conclusión haces un resumen de lo que has dicho, volviendo a repetir la base
de tu argumentación. En la conclusión debes indicar cláramente qué quieres que haga a
continuación tu auditorio, qué conductas quieres conseguir. Lo mejor, quizás, sea acabar con
una frase que lleve a la acción o a la reflexión. Cuando hayas cabado, indica cláramente que
ya has terminado.

¿Te produce miedo hablar en público? ¿Notas sudoración, palpitaciones, la cabeza que se te
embota, la vista que se nubla? Es algo muy normal, simplemente tienes ansiedad.

Miedo a hablar en público


Paso 1. El problema es que tu cerebro considera que hay un peligro para ti y envía los
síntomas típicos de la ansiedad. Observa qué pasa cuando piensas en que tienes que
pronunciar una charla. ¿Cómo es tu pensamiento, visual, auditivo o kinestésico? ¿Es asociado
(ves al público a través de tus propios ojos, pero no te ves a ti mismo) o disociado (te estas
viendo tambien a ti)? ¿Hay luz, colores, movimiento? ¿Hay algún sonido, ruido o pensamiento
interno?
Paso 2. ¿Qué ocurre si cambias alguna de esas submodalidades? Si es una imagen asociada
y la disocias, ¿hay un cambio de sensación?. ¿Y si le quitas o le pones sonido? ¿Y si le quitas
luz a las personas del público? ¿Qué ocurre si cambias el brillo? Localiza cuál es la o las
submodalidades visuales, auditivas o kienestésicas que marcan la diferencia en la sensación.
Paso 3. Cambia varias veces las submodalidades anteriores hasta que se automaticen.
Paso 4. Piensa en una situación del futuro. ¿Te imaginas ya tranquilamente dando la charla?

SÓLO SE NECESITA MIEDO

Había un rey de corazón puro y muy interesado por la búsqueda espiritual. A menudo se
hacía visitar por yoguis y maestros místicos que pudieran proporcionarle prescripciones y
métodos para su evolución interna. Le llegaron noticias de un asceta muy sospechoso y
entonces decidió hacerlo llamar para ponerlo a prueba.
El asceta se presentó ante el monarca, y éste, sin demora, le dijo:
--¡O demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!
El asceta dijo:
--Majestad, os juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave
dorada en el cielo y demonios bajo la tierra.
!Ahora mismo los estoy viendo! ¡Sí, ahora mismo!
--¿Cómo es posible -inquirió el rey- que a través de estos espesos muros puedas ver lo que
dices en el cielo y bajo tierra?
Y el asceta repuso:
--Sólo se necesita miedo.
*El Maestro dice: Caminar hacia la Verdad es más difícil que hacerlo por el filo de la navaja,.

MIEDO Y CORAJE
Pepa Arcay

"Sólo aquellos que se arriesguen a ir más lejos podrán saber lo lejos que pueden llegar."
(T. S. Eliot)

"Coraje es hacer aquello a lo que le temes. No puede haber coraje sin miedo." (P. Hayes)

"Concéntrate en lo que quieres, y no en el miedo que te frena." (Anthony Robbins)

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Según un cuento chino, un rey, famoso por su coraje y ecuanimidad, perdió casi
todo su reino y hasta el último de sus soldados, como consecuencia de los violentos
ataques y saqueos de las hordas bárbaras. No le quedaban más que dos servidores
y su castillo era el último bastión que impedía a los conquistadores dominar sus
territorios y esclavizar las aldeas diezmadas por el continuo acoso.

Y llegó el día en que se supo que los bárbaros avanzaban hacia las puertas de la
ciudad con la intención de poner cerco al palacio. Se cuenta que esa noche, cuando
llegaron las noticias del avance enemigo se vio el rostro del monarca marcado por el
temor y la responsabilidad, pero en ningún momento abatido por el miedo.

Al amanecer el rey ordenó a sus servidores que abrieran todas las puertas y
ventanas, y acto seguido se instaló en una de las almenas a fin de observar la
llegada de los invasores. Inmutable, les vio avanzar hasta la escalinata de palacio.

Pero su serenidad perturbó hondamente a los bárbaros. Éstos supusieron que les
esperaba una trampa en su interior. En vez de poner cerco a aquel lugar, el jefe
reunió a sus hombres y tocó a retirada.

El rey dijo entonces a sus servidores: -Ved, y no olvidéis nunca que, una misma
emoción, el miedo, a ellos les ha impulsado a huir atemorizados y a nosotros nos ha
motivado a permanecer en nuestro puesto, encontrando una respuesta creativa a
tan atemorizante situación.

¿Recuerdas algún momento de tu vida en que un miedo se adueñó de ti? ¿Qué precio
pagaste por eso?
¿Recuerdas cuando fuiste capaz de adueñarte de una situación aun sintiendo miedo?
¿Cuál fue tu recompensa?

Tenemos miedo cuando creemos que existe la posibilidad de que suceda, o de que haya
sucedido, algo malo, perder algo que valoramos, o no conseguir un resultado deseado. El
miedo es una emoción que se presenta, nos avisa de un peligro, e invita a la acción, la
preparación y el uso de energía para proteger aquello que apreciamos. También anima a
investigar lo desconocido y a tomar las medidas de precaución que resulten más convenientes
para protegernos de una amenaza.

Pero, ¿qué sucede cuando los miedos son ilusiones que vivimos como si fueran ciertas? ¿Te
has sentido alguna vez secuestrado por el miedo, sintiéndote paralizado, incapaz de verificar
los hechos y de avanzar hacia tus objetivos? Los miedos surgen de diversas fuentes. Es
interesante tomar conciencia de ellos, aceptarlos y examinarlos para determinar su origen y si
son o no infundados. Puede que se trate de miedos que se remontan a la niñez, dado que los
padres tratan de hacer todo lo posible por proteger a sus hijos. Cuando éramos niños
aprendimos a tener miedo de las cosas nuevas, de lo desconocido o de todo aquello para lo
que no teníamos explicación. Pensamos que el pasado es una buena fuente de información de
lo que puede ocurrir en el presente y en el futuro y confundimos interpretaciones con hechos.
Aprendimos el comportamiento y hoy lo seguimos empleando automáticamente, aunque las
circunstancias sean diferentes y tengamos muchos más recursos que entonces. Nos vemos
como víctimas a merced de los acontecimientos olvidando nuestra capacidad para responder
frente a la situación. Olvidamos que, aunque no puede alterar las circunstancias, siempre
podemos actuar sobre el efecto que los acontecimientos tienen sobre nosotros a distintos
niveles.

A veces utilizamos nuestros miedos para justificar nuestra imposibilidad de llevar a cabo ciertas
cosas. Elegimos tener miedo con tal de no salir de nuestra zona de comodidad. Y odiamos
admitirlo porque creemos que tener miedo está mal. Es el momento para detenernos y
averiguar las razones de ese miedo: ¿Qué tienes miedo de hacer? ¿Qué te asusta? ¿qué te

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imaginas que puede suceder? ¿qué pérdida te ocasionaría que eso sucediese? ¿qué te hace
pensar que eso puede suceder y que si sucede te causará daño? ¿se te ocurre alguna forma
de reducir la probabilidad de que eso suceda? ¿se te ocurre alguna forma de reducir la
magnitud del daño que sufrirías en el caso de que eso suceda? ¿Podrías hacer mas importante
la posibilidad que el temor te descubre que el miedo propiamente dicho? ¿hay alguna otra cosa
que necesitarías hacer para estar en paz aunque sigas sintiendo miedo?

Desde esta perspectiva de investigación, el miedo puede ser nuestro amigo, porque por lo
general, tenemos miedo por alguna excelente razón. A menudo, la mejor solución es enfrentar
ese miedo para luego entrar en acción.
Analiza el por qué de tus miedos y piensa
en lo que podrías hacer para mitigarlos.
Entonces, te será mucho más fácil ponerte
manos a la obra. No tenemos el poder de
hacer desaparecer el miedo una vez la
emoción se instala en nosotros, lo que
podemos hacer es aprender a hacer las
cosas sintiendo esa sensación. Cuando
hayas aprendido a ponerte en acción con
miedo, este aprendizaje te durará para
siempre. Visualízate teniendo coraje,
recordando las veces que lo supiste actualizar para enfrentar lo que te atemorizaba. Recuerda
que si una vez tuviste coraje es porque es parte de ti y por lo tanto está disponible, a tu
alcance, siempre que lo necesites.

Cuando uno canaliza su miedo mediante acciones concretas, tiene mayor probabilidad de
reducir el riesgo que lo acecha o los daños que pueden ocurrir. Más allá del resultado final,
quien actúa en coherencia con sus valores y objetivos experimenta durante el proceso su
integridad personal. Sabe que hizo lo mejor posible más allá de los resultados. Así, puede
acceder a una sensación de paz interior. En este estado, es capaz de aceptar la posibilidad de
una pérdida y prepararse para afrontarla.

Si quieres realizar tus sueños, tendrás que correr algunos riesgos. Las personas que nunca se
arriesgan suelen anquilosarse y marchitarse. Necesitamos coraje para ser emprendedores,
definiendo el coraje como esa cualidad de carácter que te permite hacer lo que hay que hacer,
enfrentar con valor el peligro, sabiendo que existe la posibilidad de que lo peor ocurra. El riesgo
es una invitación a expandirse y saltar las propias limitaciones. Entonces el máximo potencial
del ser humano aparece para hacerse cargo de la situación. Como decía Anais Nin, la vida

"Levántate otra vez; olvídate de tus temores. Un día, ¿quién sabe? Incluso estos días
difíciles serán grandes momentos para recordar." (Virgilio)

Los efectos de los pensamientos en las emociones


Renny Yagosesky

El pensamiento, se ha dicho desde hace milenios, tiene un poder espectacular. Su influencia


ha sido tratada por especialista y expertos en busca de alcanzar una visión científica que
permita proponer leyes válidas universalmente, que nos sirvan para comprender los diversos
fenómenos relacionados, guiar la acción racionalmente y predecir resultados.

Aunque existen diferencias de concepción e interpretación, una conclusión a la que se ha


arribado y que pocos se atreverían a discutir, es que el pensamiento tiene una estrecha
relación con las emociones, al extremo de poder, más que simplemente influirlas, llegar incluso
a determinarlas.

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Esa es de hecho la visión esencial de los teóricos cognitivistas o de quienes se apoyan
parcialmente en esa visón. Algunos que han profundizado o bordeado el paradigma cognitivo,
son: Albert Ellis (Terapia Racional emotiva Comportamental), Aaron Beck (Terapia Cognitiva),
Jeffrey Young (Teoría de los Esquemas), George Kelly (Teoría de los Constructos), Wilson y
Luciano (Terapia de Aceptación y Compromiso), Chomsky (Gramática Transformativa), Jean
Piaget (Epistemología Genética) Ausubel (Aprendizaje Significativo), Albert Bandura
(Aprendizaje Social), Robert Gagné (Aprendizaje Taxonómico), Gregory Bateson (Doble
Vínculo)y Bandler y Grinder (PNL), entre otros.

Para efectos de precisión conceptual, entenderemos aquí por cognición (en su sentido básico)
el conjunto global de las operaciones que realizan los mecanismos mentales al procesar la
información que reciben, de formas conciente o no conciente. Asimismo, en un marco
cognitivista, definiremos emoción como la respuesta psicofísica, generalmente rápida, intensa y
variable, que da el organismo, ante un estímulo interpretado.

En este contexto lo que realmente nos interesa y que deseo destacar, es que las respuestas
emotivas de cada individuo, están directamente relacionadas con sus cogniciones y pueden
afectar de manera notable todas las áreas de su vida (salud, relaciones, productividad) y
también pueden ser modificadas a voluntad en su intensidad, frecuencia de aparición y forma
de expresión.

Existen pautas de pensamientos directamente asociables con ciertas respuestas emocionales.


Esto conviene conocerlo para evitar así la postura de víctima impotente, desde la cual ni somos
responsables de lo que sentimos ni podemos intervenir para producir cambios.

He elaborado un cuadro guía para dar a conocer las reacciones emocionales más comunes de
acuerdo con pensamientos limitadores frecuentes. Veamos:

CUADRO DE PENSAMIENTOS NEGATIVOS Y EMOCIONES


Tipo de pensamiento Emoción
No debería ser, no es justo Rabia
Algo malo podría sucederme Temor
No creo poder lograrlo Inseguridad
Si me expongo me rechazan Timidez
Debí (o no) hacer eso o de esa forma Culpa
Algo en mí es inadecuado Vergüenza
He perdido algo valioso Tristeza
Nada cambia, todo es igual Aburrimiento
Nada puede mejorar las cosas Desesperanza
Esto es horrible, insoportable Asco
Esto me molesta pero temo decirlo Resentimiento
Esto debería ser para mí Envidia
Puedo perder esto valioso que es mío Celos

Si aceptamos que existe una relación directa entre pensamiento y emociones, que las
emociones influyen en la conducta y pueden afectar todas las áreas de nuestra vida, y que
cierto tipo de cogniciones generan y sostienen estados emocionales limitadores, lo próximo, lo
razonable, lo sensato, es hacer algo al respecto.

Entre el abanico de soluciones posibles para evitar o superar reacciones emocionales dañinas
para el organismo y el funcionamiento cotidiano social, recomiendo:

1- Observarse: Consiste en poner atención a los pensamientos negativos sobre uno mismo, su
situación de vida, sus relaciones y su futuro. Esa observación debe realizarse como un testigo
inactivo, sin juzgar lo que se detecta. La función es conocer lo que ocurre de manera
automática

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2- Aceptar: Las exigencias de cambio que damos al ambiente, casi siempre ilusas y estériles,
pensando que las cosas deberían ser diferentes a como realmente son, generan ansiedad y
cierto grado de tensión corporal frecuente. Lo que es, es. Si lo acepta, podrá sentirse mejor y
hacer algo concreto para modificarlo en el futuro.

3- Centrarse en el presente: Es común que nuestros pensamientos se desplacen hacia el


pasado y hacia el futuro. Sin embargo, salvo que sea para recordar algo positivo (pasado) o
para planificar algo positivo (futuro) estos viajes mentales nos sacan del único momento de
vida y de posibilidad de cambio y crecimiento que existe: el presente. Esto equivale a dejar de
vivir. Quédese aquí, actúe aquí y vivirá mejor.

4- Responsabilizarse: Es común colocar sobre otros la responsabilidad de lo que pensamos,


sentimos y hacemos. Esto es inadecuado y disfuncional pues elegimos que hacer, y aceptamos
lo que queremos aceptar. Si asume que es usted el que dirige el barco, tendrá sensación de
control y capacidad de cambio.

5- Relajarse: La respuesta emocional se deriva del pensamiento pero tiene estrecho vínculo
con la corporalidad, por lo que si produce cambios en la postura corporal o el nivel de tensión
muscular, influirá en su sestado interno. De manera que con la práctica sistemática de la
relajación, podrá modificar el patrón de respuesta tradicional ante ciertos estímulos.

6- Desidentifìcarse: Si desea entrar en control (no represión) de sus respuesta emocionales, es


necesario que revisa la forma con se identifica con sus roles y con ciertos imperativos
culturales que “le obligan” a responder de manera estandarizada. Usted es más que su rol, su
apellido o sus pertenencias. De hecho, usted no es nada de eso. Si se ve como parte de algo
mayor, si logra espiritualizar su visión de la vida y del papel que ocupa en ella, saldrá del
estrecho molde que lo hace reaccionar de manera primaria.

He aquí recomendaciones concretas que le ofrezco para ayudarle a concientizar su estilo de


reactivo y a operar desde la voluntad, la responsabilidad y el propósito, antes que desde el
impulso, el hábito, las circunstancias y el capricho.

Me Digo Cosas Negativas?


Paul Anwandter

Pudiera ser que hayamos llegado a un momento importante de nuestra vida. Estamos
buscando un trabajo, haremos un examen o debemos enfrentar una competencia, podría ser
un juego de fútbol.

De ese resultado depende parte de nuestro futuro o, por lo menos, así lo creemos.

Entonces ocurre que aparece una voz interna y empieza a decirnos cosas como: "tú no lo
lograrás", "siempre te ha ido mal en momentos como éste", "seguro que los otros lo harán
mejor", "soy tonto", "soy flojo", "no me lo merezco", "no podemos ganarle a los jugadores de
fútbol argentinos de locales", etc. ...

¿Les suena conocido o posible?

Esto ocurre debido a que una parte nuestra quiere que seamos exitosos y nos hace un llamado
de atención para aquello que considera que es una falencia. Con eso, se supone, tenemos un
llamado de alerta y lograremos lo que buscamos.
Nos sucede con frecuencia a muchos de nosotros. En realidad, nos sorprenderíamos si
supiéramos la gran cantidad de personas que, en momentos de decisiones importantes para su
vida, "algo" les pasa y... flaquean.

El resultado no se consigue y después vienen las explicaciones: "el tipo no me quería!", "eso no
era para mí", "el árbitro nos robó" , etc...

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Esa parte nuestra que nos está diciendo las "cosas negativas" (supuestamente ayudadoras) no
sabe que "no" nos está ayudando con eso.

En ese momento, adentro de nuestra mente empieza a existir una lucha entre lo que yo estoy
diciéndome en negativo y otros diálogos que van ocurriendo simultáneamente.

Tal vez existan desacuerdos, o diálogos que quieren expresar sus opiniones, en general
contradictorias.
Estamos viviendo múltiples experiencias cuando en realidad solo debiéramos estar viviendo
una: la realmente importante.

¿Qué hacer con el "Comité de Voces Ayudadoras" que se ponen a darnos opiniones JUSTO en
ESE momento importante?
Lo mejor es tener consciencia de que si algo adentro de nosotros nos está haciendo algún
comentario, lo aceptáramos, como si fuera la ayuda de un gran e "íntimo" amigo.
En seguida, ver cómo podríamos ayudar a ese amigo querido, para que logre lo que nos está
sugiriendo, más que negarlo, evitarlo o no reconocerlo.

El origen de estas voces que nos quieren "ayudar" viene desde cuando éramos chiquitos y
aprendimos tantas cosas que quedaron en nuestra mente inconsciente, las cuales después de
forma automática empiezan a aflorar.
Son creencias, reglas y valores que aprendimos de nuestros padres, profesores y de aquellos
que querían ayudarnos en el proceso de crecer.
El propósito sin duda es que debemos estar bien si lo escuchamos y hacemos lo que se nos
solicita. Sin embargo, nuestra tendencia es hacer exactamente lo contrario: es negarlo.

Lo que muchas veces se consigue es ponerse en un estado emocional que nos lleva a tener un
conflicto.
Las múltiples experiencias hacen con que la persona se disocie y no tenga plena consciencia
de los recursos de lo que podría llamar “el mundo exterior”.

Al tener mi mente inconsciente más cosas que hacer, empieza a preocuparse no solo de la
actividad principal como activad única, también inmediatamente hace proyecciones de como
sería mi vida si el resultado fuera negativo.
Vivo aquello que temo y construyo de forma inconsciente el resultado. Esa simple proyección
para el sistema emocional es considerada una realidad y, se hace presente con todas las
consecuencias negativas posibles. En resumen, he construído el final negativo o malo.

Una profecía auto-cumplida.


Lo ideal es que nos digamos cosas que nos sean "ayudadoras" en positivo y que escuchemos
las que nos llegan en "negativo", aceptándolas como algo en lo cual debemos “ocuparnos” y
trabajar para darles otra orientación con un resultado específico medible.

Por extraño que les pueda parecer, nuestro lado negativo, solo quiere algo positivo.

¿Te resistes y sufres o fluyes y disfrutas?


Laura Foletto
A lo largo de los años, una verdad se fue revelando en mi experiencia: cuanto más me oponía
a una determinada situación, más la alargaba y peor me iba. Me llevó tiempo dejar caer esta
actitud, porque me obstinaba en ser o conseguir lo que me parecía y también porque la
sociedad “premia” estas conductas. Es un orgullo el desafío de las peores condiciones y los
logros obtenidos a través del sufrimiento y el aguante.

Otras circunstancias conspiran para mantener esta condición, entre ellas el miedo a lo nuevo o
lo distinto. Ya hemos casi institucionalizado este temor y, apenas algo cambia, ya estamos
protestando y exigiendo que se haga como antes. A nivel mundial, ahora que estamos a la
puerta de una masiva transformación entrando a la Nueva Energía , surgen los

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fundamentalistas del “antes era mejor, volvamos a los viejos tiempos”. No sólo esto no es
posible (la Vida es constante evolución) sino que crea más problemas de los que ya existen:
atraemos lo que más tememos, así que esta reacción termina agravando la oscuridad que es
esperable en cambios de paradigmas.

Cuando percibes que necesitas una transformación o que debes liberar algo o que un proceso
terminó y te empeñas en continuar con lo mismo, estás creando una gran muralla delante de ti,
hecha de tus defensas, racionalizaciones, emociones descontroladas o reprimidas, tensiones,
ansiedades.

Observemos estos dos últimos aspectos. Cuando no quieres aceptar algo, te cierras. Esto lo
haces acorazándote muscularmente y cortando la respiración. Te llenas de contracturas (en
el mejor de los casos debo decir, porque también desgastas tanto el cuerpo que lo llevas a
expresar enfermedades serias) y llegas a ataques de ansiedad o directamente de pánico (aquí
se dan otros factores más, como la rígida auto-exigencia y el desmedido control).

¿Qué es la ansiedad? Es querer mirar demasiado lejos. Tanto como la culpa es del pasado, la
ansiedad es del futuro. Te la pasas pre-ocupándote, planeando, anticipando, imaginando hasta
el más mínimo inconveniente para poder desactivarlo y ¿sabes qué consigues con esto?
Crearlo, por supuesto.

Entonces, ¿por qué te debilitas en este enorme despliegue en lugar de aceptar? Porque no te
han enseñado algunas cualidades básicas:

• Autoestima: es difícil que desees renovarte si no te amas, si continuamente te juzgas,


te humillas, te desvalorizas. Tú eres un ser humano magnífico, una Chispa de Luz del
Creador: ¿acaso no eres y tienes ya todo lo que necesitas? ¿Lo dudas? Encuéntralo
en tu corazón divino, porque Él lo puso ahí.

• Confianza: te han dicho mil veces que no eres suficientemente capaz o merecedor o
adecuado o lo que sea. Te repitieron que debes dudar de los demás y sus
motivaciones, que debes cuidarte en estos tiempos violentos. Y, sobre todo, que Dios
no te ayudará si eres pecador, malo, imperfecto o cualquier rasgo por el que serás
juzgado hasta el fin de la eternidad. ¿Puedes creer eso de un Dios todo Amor? Libera
esas basuras y confía en ti y en la Vida, que te sostiene y te apoya en tus creaciones.

• Alegría: el drama está sobrevalorado en esta cultura, al igual que la seriedad, la


formalidad, la mesura vacía de contenido. Exageras las dificultades para provocar
lástima, ayuda, cariño, contención y, al final, sólo consigues hartar y deprimirte. Como
dice Osho, “la alegría es la naturaleza básica de la vida. A través de ella, comenzamos
a entender nuestro valor intrínseco y nuestro sitio en el universo. Aceptar la alegría es
tomar la decisión de fluir con el río de la vida, dar gracias por estar vivo y por todas las
oportunidades y transformaciones que nos brinda la existencia”.

• Gratitud: nunca estás conformes, siempre quieres ¡más! (como un chico insatisfecho y
consentido), exiges, demandas, te enojas. Paradójicamente, logras lo que es para ti
cuando aprendes a agradecer lo que eres y lo que tienes ahora y, también, lo que
deseas como si ya estuviera hecho.

• Presencia: vives entre el pasado y el futuro. Desperdicias este instante, que es el


único que tienes. Existes en tu mente. Desaprovechas los mensajes de tu cuerpo y
tus emociones, que te expresan profundamente. Eileen Caddy lo canalizó bellamente:
“Deja de resistirte. Vive plenamente el momento, encontrando paz y quietud en este
momento. Cada día es nuevo, cada día tú eres el pionero de nuevos senderos.
Permanece en paz. Resistirte no te conduce a nada; simplemente de deja exhausto y
frustrado porque nunca te sientes más cerca de la meta. Sólo aprende a ser. Cuando
hayas cesado de esforzarte, sube a mis brazos amorosos como una criatura fatigada.
Rodeado por esos brazos, siente la paz, consuelo y la completa Unidad conmigo,
siente que te fundes en mí. Es todo tan simple, tan natural, pero su misma simplicidad
impide que lo hagas. Crees que tienes que hacerlo por caminos tortuosos de gran
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sufrimiento y esfuerzo. ¡Qué gran tontería! Yo estoy dentro de cada uno de ustedes.
Reconoce esto constantemente. Vive plenamente en el Ahora. Deja atrás el pasado.
Sabe que todo está muy bien. No permitas que nada de tu ser inferior se interponga en
el camino”.

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados.


Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos
mas allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta.
Nos preguntamos: ¿ Quién soy Yo para ser brillante,
magnifico, talentoso, fabuloso?
En realidad ¿Quién eres para no serlo?
Eres un hijo de Dios.
El disminuirte no le sirve al mundo.
No hay nada instructivo en achicarte de modo que otra gente
no se sienta insegura a tu lado.
Hemos nacido para hacer manifiesta la gloria
de Dios que esta en nuestro interior.
No esta solo en algunos de nosotros; esta en todos.
Y cuando dejamos nuestra propia Luz brillar, inconscientemente
damos permiso a otros para hacer lo mismo.
Cuando nos liberamos de nuestros propios miedos,
nuestra presencia, automáticamente, libera a otros.

Marianne Willamson,
citado en su discurso inaugural por NELSON MANDELA

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