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UNA PRINCESA EN BERLÍN

POR ARTHUR R.G. SOLMSSEN

 
ÍNDICE

1. Introducción …………………………………………………………………………. pág. 3

2. Una princesa en Berlín: resumen del argumento …………………………………. pág. 4

3. Personajes, clases sociales y otras personalidades ………………………………… pág. 5

4. Contexto histórico …………………………………………………………………… pág. 7

5. Conclusiones …………………………………………………………………………. pág. 11

6. Bibliografía ………………………………………………………………………....... pág. 13

 
1. INTRODUCCIÓN

Siempre me ha interesado la historia, en concreto la historia del período de entreguerras. Alemania


fue una clara protagonista de ese período convulso, sufrió como nadie las consecuencias de la guerra
y apostó sin éxito por un sistema democrático, la República de Weimar, que más tarde se convertiría
en paradigma de los defectos y debilidades de la democracia, protagonizando la crisis más profunda
de dicho sistema político.

Hace unos años tuve la ocasión de leer el libro Una princesa en Berlín de Arthur R.G. Solmssen y al
decidirme por el tema de la República de Weimar para el presente trabajo, enseguida pensé en este
libro como vehículo con el que adentrarse en este período de la historia de una manera entretenida y
desde una perspectiva más íntima y personal, ya que el protagonista, pese a no ser alemán, va a
sentir y padecer como nadie las diferentes catástrofes que acechan a la joven democracia alemana.

El libro mezcla a la perfección la ficción literaria con la realidad histórica, que el autor va
desentrañando, poco a poco, a medida que transcurre la acción, permitiendo así que el lector reciba
una visión global de la Alemania del período de entreguerras, en concreto de la ciudad de Berlín. Se
trata de un relato rico en descripciones de sus gentes, sus ambientes y los personajes que marcaron su
historia. Expone de manera muy acertada las implicaciones que los acontecimientos históricos
tuvieron en la vida diaria de los alemanes, tanto de las clases privilegiadas, como de las más
desfavorecidas y aunque el relato termina en 1923, no cuesta intuir que las circunstancias
económicas, políticas y sociales descritas en la novela son las que más tarde propiciaron el final de la
República de Weimar y la posterior instauración de un régimen autoritario.

Así pues, en primer lugar resumiré brevemente el argumento de la obra. A continuación haré un
comentario de los diferentes personajes de la obra, que, según mi opinión, constituyen una parte,
cada uno de ellos, del sentir general de la población alemana, de sus miedos, expectativas e ilusiones.
En el epígrafe sobre el contexto histórico relacionaré los diferentes acontecimientos históricos con la
novela y su hilo argumental, así como con sus personajes. Por último, expondré mis conclusiones
sobre este período de la historia, cuyo resultado final fue inevitable, en mi opinión, dadas las
circunstancias.

 
2. UNA PRINCESA EN BERLÍN: RESUMEN DEL ARGUMENTO

Una princesa en Berlín es la historia de un americano en Berlín que durante dos años (1922 – finales
de 1923) se siente alemán y, como tal, vive las bonanzas y penurias del país. El libro es una crónica
agridulce de los inicios de la República de Weimar, en concreto del Berlín de principios de los años
veinte, realizada por un americano, Peter Ellis.

El libro se divide en cuatro partes que siguen un orden cronológico, desde la primavera de 1922 hasta
finales de 1923. En el primer libro, Peter Ellis, aspirante a pintor, se reencuentra con el Oberleutnant
Christoph Keith en París, al que salvó la vida en 1916 en Verdún, y que le invita a ir con él a Berlín,
donde sus mil dólares americanos le permitirán llevar un elevado nivel de vida, así como costearse su
formación como pintor. En esta primera etapa Peter se establece en casa de la familia Keith y de la
mano de Christoph conocerá a una familia de banqueros, los Waldstein, que pronto lo acogerán
como uno más en sus fiestas y celebraciones sociales. Allí se relacionará con grandes personalidades
de la época, como Walther Rathenau o el profesor Liebermann, y conocerá a Lilly von Waldstein, de
la que se enamorará.

A la vez empezará a desarrollar su carrera de pintor, formándose con Fritz Falke con quien se
adentrará en el Berlín de clase obrera y en el mundo bohemio de los artistas. Conocerá a la peculiar
familia de Falke, de la que forman parte Bärbel y Baby, que se prostituyen habitualmente y posarán
como modelos para Ellis. Asimismo, en casa de los Keith, conocerá de primera mano la historia de la
formación de los Freikorps, de los que forma parte Kaspar, el hermano menor de Christoph.

El segundo libro relata los hechos acontecidos entre el 15 y el 24 de junio de 1922, día en que es
asesinado Walther Rathenau, ministro de Asuntos Exteriores de origen judío, a manos de grupos
nacionalistas extremistas. Antes de este hecho, Christoph y Peter sospechan de Kaspar y sus
camaradas de los Freikorps y logran alejar a Kaspar del complot, manteniéndolo sedado durante días
con amital. Aún así, éste resultará implicado en el asesinato y ellos también serán interrogados en
relación con el asesinato, circunstancia que los distanciará durante una temporada de los Waldstein.

El tercer libro se centra en la crisis económica, sobre todo en la hiperinflación y sus efectos. Por otra
parte, Peter Ellis avanzará en su relación con Lilly, llegándole a pedir matrimonio, mientras que su
amigo Christoph contraerá matrimonio con Helena von Waldstein, también de la familia banquera.

 
Kaspar, lleno de ira contra su hermano por mantenerlo alejado de sus camaradas antes y durante el
asesinato de Walther Rathenau, se irá de casa y se unirá a la SA. Sin embargo, decepcionado tras el
fracaso del golpe de Hitler en Múnich, volverá a Berlín buscando venganza contra su hermano, al
que finalmente asesinará, así como a su recién estrenada esposa. Peter Ellis, en su intento por evitar
tan trágico final, matará a Kaspar y también resultará herido.

Finalmente, el libro cuarto trata de la recuperación de Peter Ellis, su declaración como persona non
grata y su expulsión del país por su implicación en el asesinato de los hermanos Keith y Helena von
Waldstein. En la Navidad de 1923 deberá abandonar Alemania y a su querida Lilly von Waldstein,
totalmente arruinado y muy triste por tener que abandonar la ciudad donde había encontrado un
hogar.

3. PERSONAJES, CLASES SOCIALES Y OTRAS PERSONALIDADES

Todos los personajes alemanes que aparecen en la obra, desde Christoph Keith pasando por toda la
familia Waldstein hasta Falke y sus pupilas, podemos clasificarlos en tres grupos, cada uno
representativo de una clase o estamento social de la época.

En primer lugar, los Waldstein representan a la clase más alta de la sociedad alemana, formada por
muchas familias de origen judío. Representan a la burguesía adinerada que desde siempre se había
dedicado a los negocios (lo que les estaba permitido por su religión) y había amasado fortunas que
no hacían sino que aumentar a lo largo de los años y que a finales del siglo XIX también adquirieron
títulos nobiliarios, hecho muy bien explicado por Christoph a su amigo Peter en la página 51:

«Toda la alta burguesía prosperó súbitamente, el dinero entró a raudales, se construyeron palacios
aquí y en Berlín y en el campo, y sus hijas se casaron con quienes ya tenían palacios pero no podían
pagar su manutención. Personas con títulos antiguos. Y así es cómo ellos también quisieron títulos.
[…] De modo que los Waldstein fueron ya los Freiherrn von Waldstein, los barones de Waldstein, y
tuvieron hijos».

Éstos se relacionan con los dirigentes de la recién constituida República de Weimar, como Walther
Rathenau y con los artistas más famosos como Max Liebermann, que aparecen en la obra como
invitados habituales de las celebraciones de los Waldstein.

 
Por otro lado, tenemos a la familia Keith, que sería el reflejo de la clase media alemana de tipo
conservador. Familia de tradición militar que, a la vez, se escinde en dos, en lo que podríamos
denominar como subclases sociales dentro de un mismo estamento: por una parte, el alemán que ha
participado en la Primera Guerra Mundial y que busca la tranquilidad y estabilidad al regresar a su
país, representado en Christoph Keith; y por otra parte, a los jóvenes alemanes que no han
participado en la Gran Guerra pero que tan sólo han recibido una formación militar y no saben hacer
otra cosa, jóvenes oficiales contra los que la población descargó su ira en 1918 por representar la
continuación del conflicto bélico. Éste es el caso de Kaspar, el hermano menor de Christoph, cuyo
mundo se desmorona al acabar la guerra y al que tan sólo le quedará la vía del odio y la violencia.
Como dice Sigrid von Waldstein, antigua novia de juventud de Kaspar, en la página 375 del libro:

«Todo es culpa mía, él me amaba y, justo cuando su mundo se derrumbaba, cuando los obreros le
arrancaron las insignias militares, le arrancaron el símbolo de su posición, de su hombría…
¡entonces lo dejé por otro hombre!»

Asimismo, el tercer grupo social lo forman Falke y sus chicas, reflejo de la clase obrera, que ha sido
derrotada tras el fracaso de la revolución espartaquista, que se encuentra cada vez más empobrecida a
consecuencia de la situación económica y más radicalizada a nivel político. Peter, durante la Navidad
de 1922, cuando se dirige al barrio obrero de Neukölln describe la situación en la página 246:

«La plaza estaba fría, a oscuras, y empezaba a llenarse a medida que hombres y mujeres cansados
se apeaban de los tranvías. Ira contenida, ropas gastadas, el olor del hambre, de cuerpos sin lavar,
de alcohol barato… »

Los personajes ficticios dentro de esta clase social dicen conocer a los personajes históricos Rosa
Luxemburgo o Karl Liebknecht. De hecho Falke, en la página 134, define a Rosa Luxemburgo como
«una judía pequeña y regordeta de la Polonia rusa». También dentro de este grupo social podríamos
incluir a los artistas bohemios que conoce Falke, entre ellos Bertol Brecht a quien Peter conoce en
una fiesta. De la misma manera, los personajes que representan a la clase militar alemana (el segundo
grupo) se relacionan en la novela con Göring o Hitler.

Por último, los norteamericanos que aparecen en la obra, entre ellos nuestro protagonista Peter Ellis,
pero también la señorita Boatwright (cooperante cuáquera) o el banquero Whitney Wood, asisten
como espectadores al desarrollo de los diferentes acontecimientos históricos. Peter es quizás el actor

 
externo que más se implica emocionalmente en los asuntos alemanes, mientras que los otros dos
personajes o bien ayudan de manera altruista al pueblo alemán a su recuperación como nación, como
condición necesaria para la paz y estabilidad, como hace la señorita Boatwright, o bien se
aprovechan de la situación económica para enriquecerse, como hace el banquero Whitney Wood.

4. CONTEXTO HISTÓRICO

A pesar de que el libro se sitúa entre los años 1922 y 1923, a lo largo de todo el texto aparecen
diferentes hechos históricos, tanto anteriores como contemporáneos a esos años, así como numerosos
personajes históricos, ya sea como personajes secundarios que se relacionan con los personajes
protagonistas en algún momento de la obra, o bien como personalidades de la época a las que se hace
referencia. Asimismo, los diferentes acontecimientos históricos aparecen explicados de manera
cronológica y nos introducen en la etapa inicial de la República de Weimar, que fueron los primeros
años veinte, y que fácilmente podemos conectar con los acontecimientos de los años treinta y el
ascenso de Hitler al poder.

Como explica Christoph a Peter al principio de la obra:


«Empezó con los marineros, la flota había estado inmovilizada en los puertos, Kiel y
Wilhelmshaven, sin hacer nada durante años; la comida era pésima, la disciplina muy dura.
Entonces se enteraron de que tenían que zarpar para una última batalla contra los ingleses, y ese
mismo día de noviembre se rebelaron, apagaron las calderas y marcharon hacia las ciudades. Fue
como una cerilla en hierba seca, ¿sabes?; la gente estaba agotada, cansada de la guerra».

En 1918 el país se encontraba al final de una guerra que estaba perdiendo y esta reacción de los
marineros no tardó en extenderse por toda Alemania. La población se rebeló contra el orden
establecido, esto es, contra el Kaiser, que huyó a Holanda. El gobierno provisional, liderado por el
socialdemócrata Friedrich Ebert, proclamó la República, a la vez que los comunistas intentaban
establecer en Alemania un gobierno de tipo soviético. Se produjo entonces la revuelta espartaquista,
encabezada por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Dado que incluso algunos sectores del ejército
simpatizaban con el movimiento obrero y entre sus filas se estaban constituyendo los denominados
Soldatenräte, el gobierno provisional tuvo que acudir a un cuerpo paramilitar privado (los Freikorps)
para sofocar esta revolución, que acabó con el asesinato de sus dirigentes.

 
Tanto Christoph como Falke relatan a Peter estos acontecimientos, en las páginas 40-41 y 133-134
respectivamente, y me resulta curioso observar que ambos aluden a un elemento distintivo del
carácter alemán, el orden, para explicar por qué no tuvo éxito dicha revolución. Christoph sentencia:
«Es una revolución. Y, como te he dicho, al pueblo alemán no le gustan las revoluciones, ni siquiera
a los socialistas. No le gusta que los obreros asalten las tiendas y disparen en las calles». Por su
parte Falke señala: «Así pues, tuvimos nuestra semana espartaquista. Enero de mil novecientos
diecinueve. No se consiguió mucho, te lo aseguro, pero asustó mortalmente a la clase media. A los
alemanes no les gustan ni las multitudes en las calles, ni el desorden, ni las banderas rojas».

Los Freikorps fueron financiados en parte por el Gobierno, pero también en parte por los grandes
industriales y banqueros, muchos de los cuales eran de origen judío, ya que, como grandes
capitalistas que eran, querían acabar con el comunismo a toda costa. Por tanto, nos encontramos ante
una enorme paradoja puesto que más tarde estos cuerpos privados de soldados serían los que
engrosarían las filas de los partidos de extrema derecha, de ideología profundamente antisemita.

El Putsch de Kapp fue la reacción directa a la revolución comunista. Los paramilitares entraron en
las casas de los obreros, lucharon en las calles, fusilaron en los patios e hicieron todo lo necesario
para acabar con los comunistas. Pero al volver a Berlín ellos mismos, bajo la dirección de Wolfgang
Kapp, se convirtieron en insurrectos con un intento de golpe de estado que fracasó gracias a la huelga
general organizada por los obreros. Finalmente fueron disueltos por el Gobierno, que ya no los
necesitaba. Éste fue el motivo por el que odiarían tanto a la República, como muy bien sintetiza
Kaspar en una conversación con Peter (pág.91):

«Mira lo que han hecho ahora. Han hecho a un judío nuestro ministro de Asuntos Exteriores, un
judío que quiere arrastrarse de rodillas ante los aliados, pagarles ‘indemnizaciones’, ciento treinta
y dos mil millones de marcos oro… Indemnizaciones ¿por qué? Quiero decir que sería un chiste si
no fuera una tragedia. ¡Y ahora firma un tratado de paz con Moscú! Nos hemos pasado dieciséis
meses, marchando de un lado a otro de Alemania, disparando contra los comunistas, recibiendo
disparos de los comunistas… ¡y Herr Rathenau firma un tratado de paz con ellos!»

Asimismo, el libro describe muy bien el descontento entre la población alemana en general por la
firma del Tratado de Versalles como demuestran los diferentes personajes a lo largo de toda la obra.
A Alemania se le impuso una paz con unas condiciones muy duras: se la consideró la única
responsable de la guerra y de todas sus consecuencias y, entre otras medidas, se le impusieron unas

 
reparaciones de guerra teóricamente infinitas que sumieron al país en una profunda crisis económica,
caracterizada por el desempleo, la pérdida de valor del marco, la especulación y la inflación, de la
que encontramos multitud de ejemplos a lo largo de la novela. De hecho, nuestro protagonista
americano se beneficia de esta circunstancia ya que dispone de dólares con los que especula para
aumentar sus ingresos. La casa de los Keith también es un buen ejemplo de los efectos de la
inflación, tanto negativos (la volatilización de la pensión de viudedad) como positivos (los dólares
que les paga el señor Ellis permiten a los Keith llevar una vida cada vez mejor).

Esta inestabilidad se vio acentuada por los numerosos ataques contra el sistema democrático por
parte de grupos nacionalistas y de extrema derecha. Un ejemplo de ello fue el asesinato del Ministro
de Asuntos Exteriores, Walther Rathenau, el 24 de junio de 1922, narrado en el Libro Segundo de la
obra. Kaspar estará implicado en el asesinato, aunque de manera indirecta, gracias a que su hermano
Christoph, con la ayuda de Peter, ha podido mantenerlo al margen teniéndolo sedado en casa con
amital.

Muchos miembros de los Freikorps pasaron a formar parte de ligas patrióticas ilegales de extrema
derecha, una derecha obsesionada con acabar con el poder de los judíos, destruir la República y hacer
frente a la ofensiva francesa (ocupación de la cuenca del Ruhr); y que odiaba a todos aquellos que
consideraba traidores por el hecho de haber firmado la paz de Versalles con los Aliados. Respecto al
antisemitismo de estos grupos de extrema derecha, cabe destacar que el sentimiento antisemita ya
estaba presente en la sociedad alemana a principios de los años veinte y que Hitler tan sólo adaptó un
discurso existente en la sociedad de la época, como demuestra Christoph en su explicación de la
página 125, que también pone de manifiesto lo que pretendían estos grupos:

«Pero la mayoría, como dices tú, no sabe lo que quiere. Sólo saben lo que no quieren: odian la
República porque la República accedió al Tratado de Versalles, quieren destruir la República y
romper el tratado; tienen un miedo mortal al comunismo, matarían alegremente a todos los
comunistas de Alemania; y, por supuesto, odian a los judíos, culpan a los judíos de todo lo que ha
salido mal. Por una parte, dicen que Marx era judío y que la mayoría de los dirigentes comunistas
son judíos. Por otra, se quejan de que tantos banqueros y agentes de bolsa sean judíos, y de que los
judíos sean dueños de tantos periódicos, teatros y de los grandes establecimientos… En otras
palabras, no hay tantos judíos, pero los que hay han prosperado en las cosas que le permiten hacer
y así se han vuelto poderosos, y llamativos… y la gente, sencillamente, los envidia.

 
¿Qué quieren en realidad los nacionalistas? ¿Qué harían si tuvieran el poder? Mira el golpe de
Kapp. ¿Qué hicieron? Nada. No hicieron nada. Permanecieron inmóviles hasta que perdieron la
iniciativa. El movimiento nacionalista es puramente negativo, puramente destructivo. Los
nacionalistas están buscando un programa… y un jefe».

Los orígenes de las SA (Sturmabteilung) los encontramos en la Organización Cónsul, dirigida por el
capitán Ehrhardt que fue la responsable directa de muchos asesinatos como el de Rathenau o el de
Matthias Erzberger, mencionado en el encuentro que se produce en casa de los Keith entre Christoph
y el teniente Tillessen. Esta organización estaba formada por nacionalistas radicales como los
"héroes del golpe de Kapp" y tenía su base de operaciones en Múnich. Llevaban a cabo juicios
secretos que condenaban a personas a muerte, personas que según ellos habían violado su código de
honor o tan sólo eran rivales políticos, a través de los denominados Tribunales Secretos de Honor o
Femegerichte. Pronto estos grupos empezaron a apoyar a un austríaco que a principios de 1923
comenzaba a ser popular, como le comenta el banquero americano Whitney Wood a Peter durante
una cena en una conversación acerca de un gran industrial alemán, Hugo Stinnes:

«Stinnes quiere a un dictador, pero no a un príncipe o a un rey o a alguien como Seeckt. No quiere
un tipo con monóculo y medallas. Quiere a un hombre que hable el lenguaje del pueblo, como dice
él. Un hombre que pueda agitar al pueblo, entusiasmarle, convencerle de que, trabajando sesenta
horas a la semana, Alemania saldrá de sus apuros.
- ¿Y dónde encontrará un hombre así?
- En Múnich – dijo Whitney Wood –. Ya lo ha encontrado».

Hitler obtuvo rápidamente un gran apoyo tanto desde el ámbito civil como desde el ámbito “militar”
(SA). Ese apoyo se tradujo el 8 de noviembre de 1923 en un intento de golpe de estado que empezó
en el Bürgerbraukeller de Múnich. Hitler pretendía alcanzar el poder con la ayuda militar de
Ludendorff, pero la operación no salió como él esperaba ya que no obtuvo el apoyo del ejército, que
se mantuvo al lado de la República. Además, creía contar con el apoyo de los nacionalistas bávaros
que querían desvincularse del poder alemán para instaurar una monarquía propia, pero finalmente
éstos se echaron atrás y tanto Hitler como Ludendorff fueron arrestados. Estos acontecimientos son
narrados en la parte final del libro y son puestos en relación con Kaspar. Éste ha estado apoyando a
Hitler y este nuevo fracaso de la extrema derecha reaviva su rabia y sus ansias de venganza contra su
hermano por haberlo tenido apartado de sus compañeros durante la planificación y posterior
asesinato de Rathenau.
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También a finales de 1923, con la emisión de una nueva moneda (el Rentenmark) se consigue
estabilizar un poco la estructura económica del país, frenando así el avance de la radicalización
política. Sin embargo, estos años de relativa tranquilidad no durarían demasiado ya que en 1929 se
produjo el crack financiero de Wall Street que afectó profundamente a Alemania y que provocó el
resurgimiento del radicalismo político, protagonizado básicamente por el KDP (el partido comunista)
y el NSDAP o partido nacionalsocialista que pronto llegaría al poder de la mano de Hitler.

El fin de la República de Weimar fue, así pues, un hecho inevitable si tenemos en cuenta las palabras
de Whitney Wood de la página 266 de la obra, durante una conversación con Peter Ellis, ya
mencionada anteriormente:

«A los alemanes les gusta el orden y lo que tienen ahora es el caos, y el caos puede desembocar en
una revolución – Whitney Wood hizo una pausa para encender un cigarro –. Lo que quiero decir es
que, desde nuestro punto de vista, el plan de Stinnes (es decir, una Alemania nazi) es mejor que el de
una Alemania bolchevique, ¿no crees?»

5. CONCLUSIONES

Este libro refleja a la perfección lo que fue la República de Weimar, esto es, una democracia sin
demócratas que se convirtió en lo que podemos denominar como “el principio del fin”, puesto que
desde su nacimiento estuvo condenada al fracaso por las condiciones económicas, sociales y políticas
bajo las que se gestó. De este modo, el resultado final fue, en mi opinión, inevitable y
responsabilidad de todos los actores implicados, tanto internacionales como nacionales.

Por una parte, los Aliados (sobre todo, Francia, Reino Unido y Estados Unidos) se equivocaron al
imponer a Alemania la paz de Versalles con unas condiciones tan duras. Estos países pecaron de
arrogantes al pretender culpabilizar a Alemania de todo el conflicto bélico que fue la Primera Guerra
Mundial y humillar de tal manera a otro país sin que esto tuviera unas consecuencias desastrosas.
Ahogaron tanto a la población alemana con las “reparaciones de guerra” que abocaron al país a una
espiral de miseria, odio y violencia. Asimismo, como refleja muy bien el libro, las élites económicas
de otros países aprovecharon la debilidad del marco alemán para enriquecerse, especulando en los
mercados de valores.

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Por otra parte, dentro del Estado alemán, los diferentes grupos sociales también fueron responsables
de esta crisis de la democracia. La alta burguesía, de origen judío, al ver peligrar su posición y sus
negocios, pecó de temerosa del movimiento obrero, financiando a grupos de extrema derecha de
manera totalmente utilitaria que más tarde se volverían en su contra. La ultraderecha también se
aprovechó de esta situación, alentando el descontento y la ira de los más jóvenes con su visión
particular y parcial de los hechos, así como con la promesa a la clase media conservadora de retornar
a unos valores típicamente alemanes, los antiguos valores del Reich.

Las bases del movimiento obrero, cada vez más pobres y desilusionadas al no haber podido llevar a
cabo la revolución comunista, hicieron un viraje hacia la derecha y se contagiaron del discurso
nacionalsocialista. Los socialdemócratas fueron quizás los más ingenuos al insistir principalmente
en medidas de contención social para controlar a las masas y no tanto en reformas de carácter
económico que mejoraran la situación de población.

Personalmente considero que fue un error de cálculo fatal por parte de algunos de los implicados que
llevó al desenlace final. Igualmente creo que la predilección del carácter alemán por el orden hizo
que finalmente fuera un movimiento de tipo marcial, muy jerarquizado y con una fuerte disciplina
interna el que acabara con el sueño de una república alemana y no el movimiento de tipo soviético
que también amenazaba la República en sus inicios.

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6. BIBLIOGRAFÍA

DÍEZ ESPINOSA, José Ramón. La crisis de la democracia alemana. De Weimar a Núremberg.


Madrid: Síntesis, 1996. 319 p.

HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX. 1914-1991. Barcelona: Crítica, 2000. 614 p.

˂ http://www.dhm.de/lemo/home.html ˃

Todas las citas con su correspondiente número de página proceden del libro:

SOLMSSEN, Arthur R.G. Una princesa en Berlín. 10a ed. Barcelona: Fábula Tusquets, 2009. 405 p.

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