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ƠCambiemos la raza en nuestro vociferante racismo: ƝPor la raza aria hablará el


espírituƞ. Pero en el pobre es dignidad lo que en el rico es prepotencia, digamos
parafraseando el adagio sobre la borrachera y la alegría. Deutschland über alles
nos parece racista pero Ơcomo México no hay dosơ es sólo un límpido
nacionalismo. Es verdad, por cierto, pero una verdad de puro orgullo porque
tampoco hay dos como Guatemala o Nigeria, y se presta para el típico chiste en
contrasentido: no hay dosƦ por suerteơ.

Morelos


 
  


ƠLa libertad de religión y las ventajas de libre comercio y libre establecimiento


en un territorio inmenso, ofrecida por los nacientes Estados Unidos, como el
motor que hará del nuevo país un coloso irresistible, Morelos plantea como el
segundo de los Sentimientos de la Nación: ƞ. Que la Religión Católica sea la
única, sin tolerancia de otraƞ ¡Zás! ƞ. Que la situación sea sostenido por la
jerarquía de la Iglesia, que son el papa, los obispos y los curas, por que se
debe arrancar toda planta que Dios no plantó. ¡Recontra -zás por el buen
Morelos! Menos mal que lo mataron a tiempo y no llegó a tener poder para
arrancar las plantas que Dios no plantó, las malas yerbasƦƞ

ƠQue los empleos los obtengan sólo los americano. Que no se admitan
extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de toda sospechaƞƦ
Y luego vamos por ahí gimoteando acerca de los daños que nos han causado
los estadunidenses. Nadie nos ha tratado peor de com o lo hemos hecho
nosotrosơ

Menciona cómo se creaba un clima de crecimiento, comercio y libertad en el


mundo pero Ơante esa primera oleada globalizadora, que acabaría creando el
comercio mundial y desatando las fuerzas productivas, los Morelos del mundo
entero cavaban trincheras religiosas y militares para evitar la libertad de
religión, indispensable en la reforma a fondo de la industria y del comercioơ.

En vez de recibir a inmigrante muchos de ellos no católicos pero sí calificados


artesanos, obreros y agricultores, que huían de opresiones y guerras, en los
primeros años del México independiente se les persiguió y se les negó la
libertad de empresa y de establecimiento que buscaban. Un ejemplo quizá
insignificante, dice Luis González de Alba, es que mientra s en Estados Unidos
fabricaban y exportaban finas porcelanas desde el siglo antepasado, en México
siguen nuestros artesanos en el siglo XXI fabricando platos de barro que poca
gente en el mundo quiere por su alto contenido de plomo y porque salen todos
chuecos.
 
      
  

ƠEn México, Ɯy esto no es ninguna predicciónƜ, está sostenido en los altos


precios del petróleo, por eso puede tener esa política Ɲcaritativaƞ que compra
gente, compra conciencias, gente a la que le regalan una cantidad mensual
como hizo su popularidad López Obrador, pues está enseguida contigo. No está
mal, hay gente a la que sí hay que ayudar así. De forma asistencial porque por
lo pronto no hay otra: de aquí a que creas los empleos, pues esa gente ya se te
murió de hambre, de enfermedadơ.

Pero en esta panorámica latinoamericana el escritor discute, en primer lugar,


acerca de la validez del término ơizquierdaơ; reflexiona acerca de los límites que
puede tener este proceso que se ha presentado ya en otras ocasiones en
América Latina y que ha terminado en auténticos d esastres.

Antes, advierte que en materia de predicciones Ơno la haceơ porque Ơfallo hasta
en los pronósticos deportivos por eso no com pro el Melate. C ompro boletos
para sacarme la casa y no pasa nadaơ, dice riendo, por lo que no puede saber
en qué parará esto.

Retoma el tema de Venezuela meticuloso e incisivo: ƠSí es necesaria la política


asistencial, pero tiene que ir acompañada de crecimiento verdadero. Y es lo que
no está haciendo Venezuela, sino que se está comportando como los países
árabes, que son a un tiempo inmensamente ricos e inmensamente pobres,
porque no han construido una infraestructura industrial de otro tipo que no sea
la dirigida al petróleo. Lo que hacen son grandes torres y grandes hoteles y
construcciones de lujo. En Medio Oriente se les está yendo todo el dinero al
lujo. Y en Venezuela al sostenimiento de éste, que podríamos llamar, Ɲdictador
elegidoƞ (Hugo Chávez)ơ.

Inquirimos sobre los límites que puede tener un proceso así sostenido en el
petróleo; recordamos el periodo gubernament al del presidente López Portillo:
En el caso de Venezuela su vigencia, Ơsu límite es el precio del petróleo y que
pueda Chávez seguir gastando como lo está haciendo en sus políticas
asistenciales.
ƠRepito, yo no estoy en contra de lo asistencial, pero cua ndo es una medida
exclusiva, única, sí porque no está acompañada de programas que incidan en la
infraestructuraơ.
 
 .

ƠCreo que nos estamos equivocando quienes escribimos en los diarios al


emplear el término populismo de forma peyorativa, desp ectiva, sin explicarlo,
porque para muchas gentes populismo significa ayudar a los pobres.

ƠEntonces dicen, pues si es así estoy de acuerdo. Es como si dijéramos


caritativo, esto parece ante grandes capas de la población: tú les dices este
fulano es populista y es como si les dijeras es caritativo. Nosotros creemos que
debemos dejar de usar la palabra porque no está bien definida y porque para
muchas personas que representan futuros votos significa caritativo,
bondadosoơ.

Luego, González de Alba puntual iza: ƠPara mí, el populista se caracteriza por la
compra del futuro votante por el clientelismo. El populista lo que busca es hacer
clientela y no le importa la deuda que pueda dejar detrás. Ahora sí que Ɲdetrás
de mí el diluvioƞ, lo dijeron Luis Echeverrí a y Luis XIV.

Se frena un poco y retoma: ƠYo no tengo ninguna simpatía por el presidente


Díaz Ordaz, pero no puede dejar de admitir que al término de su sexenio
entregó el país creciendo y sin deuda que no fuera la normal, que hasta las
empresas más exitosas tienen. Porque no hay un país ni ninguna empresa que
no tenga deuda; hay deudas que son manejables. Y es que tú sabes cuánto son
tus ingresos y cuánto puedes meter a la tarjeta de créditoơ.
Luego establece una semejanza: ƠEl populismo comienza cuando usas la tarjeta
de crédito para regalar Ɯquizá bondadosamente, quizá no, o tal vez con fines
electorerosƜ más allá de tu capacidad de pago.
Ơ¿Cuál es el límite?, ninguno. Yo me iré y el que venga pues a ver cómo le
hace. Fue lo que hicieron Luis Echeverrí a Álvarez (1970-76) y José López
Portillo (1976-1982), y luego ve el desastre a la entrada del sexenio del
presidente Miguel de la Madrid; fue cuando el peso se nos volvió milésimas. Ése
es el resultado, ése es el populismo. Es decir, gasto porque me lo es tán
pidiendo y porque compro mi popularidad; populismo es comprar la popularidad
al precio que sea sin importar que no tengas capacidad de pagoơ.

Y acude al ejemplo familiar: ƠEs como comprar la felicidad de tus hijos sacando
la tarjeta de crédito para todas las peticiones que hagan y todos los juguetes
que quieran. Claro, después te va a llegar la cuenta y con todo y tus hijos te
van a echar de la casa. Acabas peorơ, remata.
  
ƠDudo de que eso que ha avanzado electoralmente en América Latina sea todo
de izquierda; no sé si llamarlo así, una parte sí lo es, digamos que de Chile no
tengo ningún resquemor en llamar a este proceso de izquierda; lo mismo a
Brasil con Lula tampoco tengo dudas. Sin embargo, calificar de izquierda a un
militar golpista como Chávez, yo creo que ya es excederse en el uso del
términoơ, explica.

Y remacha: ƠQue Chávez se diga de izquierda, eso ya es otra cosa. Que sea
amigo de Fidel Castro, bueno hay que preguntarse, si la izquierda está
representada por Fidel. Eso de llamar de izquierda a todos aquellos que a sí
mismos se hacen llamar de izquierda es un errorơ.

Luego va al territorio de la política mexicana para puntualizar con cierta ironía:


ƠAquí en México tenemos el caso de que todos los priistas, los de más viejo
cuño, nada más se salen del PRI porque no les dan hueso y enseguida se
vuelven de izquierda porque los baña el río Jordán que limpia todos los pecados
pasados presentes y futuros, que es el PRDơ.

Se pregunta: Ơ¿Quién se va a tragar esa rueda de molino? Que el presidente


nacional del PRD haya sido hasta antier un connotado priista y además con
fama no precisamente de honesto, eso pinta el engaño del que hablo, el
espejismo: nos estamos tragando la píldora de que nos digan Ɲsoy de izquierdaƞ
y cada uno levanta la mano diciendo yo también. No. Nosotros creemos que la
izquierda es otra cosaơ.

Cómo definir a la izquierda, Ơsobre todo en función del programa y de la moral.


En el primer término es estar buscando la mejoría de los más pobres, es sacar
a la gente de la miseria. Eso es lo que no podemos seguir tolerando en América
Latina, el grado de miseria espeluznante que vemos en las calles, en el campo.
En eso estamos de acuerdo todos, la izquierda, la derecha, el centro, todosơ.

Porque Ơ¿quién va a decir que no hay que terminar con la miseria extrema?
Como siempre, el asunto es el cómo, en esto es en lo que no nos ponemos de
acuerdo. Yo creo que el cómo de la izquierda no puede ser el reparto de
limosna porque ésa es la receta del Cristianismo, que lleva dos mil años y no ha
funcionado: dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Bueno, das de
comer una vez, pero otra ya noơ.
La izquierda latinoamericana tiene que hallar una vía propia Ơpero que creo que
no hay que ir a descubrir el agua tibia, el camino está marcado. Es la apertura
a los mercados, a los capitales, etc. como está haciendo China, país que no se
ha quitado todavía su denominación de comunista. Está abierta a todos los
capitales en todas las áreas: la más grande hidroeléctrica del mundo la están
construyendo capitales extranjeros en China. En México está prohibido.
Solamente en nuestro país y Corea del Norte no se permite esta inversión
privada, nacional o extranjera, en energíaơ.

El modelo tiene que ser por el rumbo del crecimiento y no en las dádivas, en la
limosna cristiana, remarca González de Alba.

ƠAntes teníamos como modelo a los países de la órbita soviética, entonces por
decenios se pensó que la receta tendría que ir por el rumbo de la expropiación
de los medios de producción o de la desaparición de la propiedad privada. Esa
era la visión del mundo y vimos q ue esto fracasó. Lo vimos venirse abajo
porque iba en contra de lo que todos los seres humanos tenemos imbuido por
millones de años de evolución, que es la propiedadơ.

Porque Ơcuando tenemos una utopía que pretende hacer desaparecer rasgos de
lo que nos caracteriza como humanos, lo que vemos es la utopía convertirse en
un infierno, que es lo que hemos venido haciendo a lo largo del siglo XX.
ƠOtra utopía fue el nacionalsocialismo, hay que ver con todas sus letras esto: se
decían socialistas, iban a social izar la propiedad y en lo que acabamos fue que
la propiedad no se socializó, sino que se estatizó, terminó en manos del
gobierno y lo mismo pasó con el comunismoơ.

Y pasa a un ejemplo mexicano: ƠQue es lo que ahora nos pasa con Pemex. Yo
no tengo un centavo de esta empresa. Me dicen que es mío porque es de los
mexicanos y yo soy mexicano, pero no me reparten utilidades. Y me deberían
dar un dineral cada año. ¿Dónde está?

ƠEs una empresa del gobierno mexicano y como tal la manejan, es propiedad
de ellos que la usan para sus propios fines. Ya lo vimos en las elecciones
presidenciales pasadas con la campaña de Labastida, ya no sabemos si fueron
mil millones o mil quinientos millones porque en el camino se desapareció una
buena parte de la lana, porque no le l legó ni siquiera a Labastida de aquello
que salió del sindicato.
  
 
En cuanto a Hugo Chávez, el autor de Las mentiras de mis maestros, exclama
que éste tiene sus representantes en México: ƠDel modelo chavista, sea eso lo
que sea y se le llame como se le llame (yo diría que es un golpismo disimulado)
sabemos hasta quiénes son, porque será muy fácil encontrar los nombres de los
diputados del PRD que fueron a la marcha convocada por Chávez en Caracas.
Así que por supuesto que hay representantesơ.
Ahora, en cuanto al modelo Chile, expresa: Ơde una izquierda moderna, es
decir, del modelo chileno también los hemos visto en el propio PRD a
representantes a punto de irse o de ser echados, tenemos gente que piensa
con sensatezơ, finaliza.

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