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Otro elemento que hay que considerar en los cambios producidos en el comercio es
el contrabando, pues a pesar del férreo monopolio comercial implantado por España este
fue muy activo. Esto se explica por la extensión de las costas y la venalidad de las
autoridades españolas. A comienzos del siglo XVIII el contrabando francés inundo el reino
de Chile con mercaderías.
También es necesario distinguir, dentro de cada colonia, los grupos de presión que
fueron favorecidos o perjudicados con el comercio. Los ganaderos del Río de la Plata y los
agricultores de las áreas tropicales, aumentaron sus ganancias y fueron, junto con algunos
intelectuales, lo promulgadores de mayores libertades en el comercio. En cambio los
hacendados de Chile y Perú, que no recibieron ventaja alguna, y las personas que
controlaban la artesanía local, que resulto dañada, fueron severos críticos de las
transformaciones económicas. La misma actitud tuvieron los comerciantes de todas partes
de Hispanoamérica., porque la experiencia había sido dañina para ellos en lugar de
beneficiarse con los altos precios de un mercado mal abastecido, la abundancia de
mercaderías saturo el mercado y los precios bajaron.
- La búsqueda de un sistema económico local: Por toro lado se debe considerar el afán de
los criollos por crear una economía local basada en los intereses de cada región. Ya que
conforme a la economía mercantilista, el deseo de los criollos ilustrados era retener en sus
países el oro y la plata, en lugar que estos pasasen a otras regiones de América, a España o
al extranjero, procurando establecer un régimen comercial favorable a la región, mayor
exportación que importación. Al mismo tiempo la producción debías ser fomentada, para
exportar en mayor cantidad y calidad.
Para saldar el déficit de la balanza comercial, muchos criollos tratan de crear una
economía local fomentando la producción, con el fin de tener productos para enviar de
retorno, conforme a la concepción mercantilista. Quieren un régimen comercial favorable al
país con una mayor exportación de productos que importación de mercaderías. Al mismo
tiempo que la producción debía ser fomentada para exportar mayor cantidad y calidad.
Con franqueza Cruz señalaba, la libertad de comercio con todos los países como
medio de hacer florecer la industria del país, pues de otros sitios vendrían los métodos y
experiencias que permitirían adelantar en la mecánica y en la metalurgia. Decía que no
había derecho a sostener que la libertad de comercio absoluta vendría a perjudicar a las
fábricas de España, porque los artículos que esta enviaba a Chile no alcanzaban a cuarenta
especies y todo el resto de mercaderías que remitía al país eran de procedencia extranjera.
Por lo demás determinados productos como el hierro de Vizcaya, los paños de las reales
fábricas y los tejidos de seda de la metrópoli eran mejores que los venidos de otros países.
Tampoco podía objetarse como valedero el que las relaciones de Chile con otras naciones la
desprenderían de España para allegarse a los intereses extranjeros, que el país se abriría a
la, infiltración de ideas contrarias a la religión Católica.
-El recargo tributario. La política económica seguida por la monarquía para incrementar
sus entradas tuvo consecuencias más apreciables sobre el ánimo de los vasallos americanos,
que no titubearon en criticarla y resistirla aún por medios violentos, como sucedió en
algunos puntos del continente (Rebelión de los barrios de Quito, la de los Comuneros del
Socorro, estanco del tabaco y alcabala en Chile). La caja fiscal siempre exhausta,
necesitaba recursos cada vez mayores para hacer frente a los gastos; con el objeto de
obtenerlos se hacían reformas al sistema comercial, se recargan impuestos, se hacían
modificaciones en su percepción, se establecían estancos y se solicitaban empréstitos, que
lógicamente despertaban la resistencia de los afectados. Las protestas y representaciones
elevadas por los criollos en defensa de sus intereses, bastan para comprender que en la
mente de ellos iba acumulándose un fondo de descontento. Particularmente graves fueron
las resistencias que4 provocó en el Bajo y Alto Perú la visita que inicio José Antonio
Areche para reformar la hacienda pública y las sublevaciones que estallaron en 1780,
precediendo a la de Tupac Amaru en el Cuzco, Arequipa, la Paz y Cochabamba, sin contar
los indicios de descontento en muchas otras partes. La serie de pasquines y proclamas que
aparecieron en las calles, nos han quedado como prueba más fehaciente del descontento.
“En Chile en 1753 se produjo una gran alteración pública como consecuencia de
una medida económica implantada por las autoridades reales. Ese año se estableció el
estanco del Tabaco a favor de la Corona, rama del comercio que hasta entonces lo
desarrollaba el comerciante que lo deseaba. El tabaco y el rapé serían traídos en adelante
del Perú por la administración del Estanco y distribuido en el país a los estanquillos reales
que lo expenderían. Además de significar aquello un golpe para los comerciantes, suponía
la creación de una red burocrática complicada y el sostenimiento de una odiosa vigilancia
para evitar el contrabando.
El año 1776, González Blanco puso en práctica las disposiciones dictadas por la
Corona con el objeto de incorporar a la administración real el cobro de la alcabala. Hasta
entonces el cobro de la alcabala era entregado en pública subasta a particulares que por
cierta cantidad que pagaban al fisco adquirían el derecho de cobrar por un período
determinado en alguna región del país. Como los subastadores no disponían de los medios
para vigilar todas las transacciones de los comerciantes o los particulares, llegaban con
estos a un acuerdo en que fijaban la cantidad de dinero que se suponía correspondería al
monto del impuesto durante el tiempo estipulado. El trato convenía al comerciante y al
cobrador: este se aseguraba el pago del impuesto y aquel realizaba compras y ventas
superiores a lo que se había supuesto. El erario real era el único perdedor, así lo habían
comprendido los ministros españoles y fue por esta razón que se decidió de que el fisco
procediese por si mismo al cobro riguroso de la alcabala. Todos estos vicios pretendió
remediar González Blanco.
Todos los habitantes del Reino vieron venir una laza general en los precios. Cuando
se leyeron en las plazas públicas los bandos que dispo0nían aquellas medidas, los vecinos
se alborotaron, el pueblo se reunió en la plaza de Armas y la excitación alcanzó grados
verdaderamente peligrosos. El pueblo se puso en movimiento y, al decir un cronista,
“buscaban al arbitrista para quitarle la vida, y se amagaba también contra la casa del
gobernador.
Tanto los incidentes del estanco del tabaco como el asunto de la alcabala, tuvieron
repercusión profunda en los criollos y no fueron olvidados tan fácilmente. Tiempo más
tarde cuando el gobernador propuso hacer la numeración de las casas de Santiago, solo por
razones de orden, hubo de abandonar el proyecto al encontrar la más cerrada resistencia en
el vecindario, se creía que el objeto perseguido era implantar algún nuevo impuesto o un
atentado parecido.
La corte en sus afanes de encontrar dinero para hacer frente a la guerra contra
Inglaterra, descubrió que lamenta de bienes raíces pertenecientes a obras pías y el rescate
de los censos a favor de la Corona, podía producir considerables entradas al erario. El
malestar de los vecinos se hizo general y el cabildo hubo de salir en defensa de los
intereses del reino.
Por una real orden se instruyo a los gobernadores de América para que estimulasen
a los comerciantes a hacer empréstitos voluntarios a la Corona; pero como siempre el
carácter de voluntario poco tenía de tal. Se establecía desde luego el modo de proceder a
la recaudación y hasta se fijaba el monto que correspondía a las casas comerciales según su
categoría.
Que la intensidad del tráfico fue tan grande que, en general no hubo escasez de
mercaderías extranjeras, sino por el contrario su abundancia llegó a producir la saturación
del mercado chileno, igual que en las colonias vecinas, además la posibilidad de exportar
los productos locales estaban dadas por la legislación. No pudo existir, en consecuencia,
una aspiración de mayores libertades comerciales ni un descontento que pudiera
considerarse antecedente del movimiento emancipador. Sólo unos pocos ideólogos y
hombres de gobierno propulsaron la idea, pero los comerciantes que sufrían en carne propia
el colapso provocado por la excesiva oferta, y el grueso de la gente apegada a las ideas
mercantilistas, rechazaban cualquier medida que condujese a un aumento del comercio.
La postergación que sufrían los criollos en los cargos públicos, con desprecio a sus
méritos, era motivo de una queja constante y ya muy antigua. Cierto que uno que otro
criollo lograba elevarse; pero esos casos eran los menos y no desmentían la reticencia de las
autoridades españolas hacia los nacidos en América. Pineda y Bascuñan en su “Cautiverio
Feliz” protestaba por la situación,”sienten con extremo los que tienen méritos y sirven con
reputación ver premiados y preferidos a los que tasadamente han puesto los pies en la
tierra, sin haber reconocido los cuarteles aún, a unos por dependencias favorables, por
criados de virreyes, por parientes y allegados de los que gobiernan, y los más por dinero,
que es del corriente estilo que en estos tiempos se práctica. Y lo peor de esto es, que apenas
vuelven al Perú, con cuatro días en Chile, ocupados siempre en los oficios que hay que
adquirir, y al instante le dan mejores oficios que han de pretender; y si por dicha sale un
benemérito con treinta cuatro años de servicios personales, a que un virrey los honre y
premie sus trabajos en conformidad de la cedulas reales despachadas por nuestro Rey y
Señor.”
No solamente no se premiaba a los criollos que lo merecían, sino que se nombraba
Gobernador y funcionario a españoles que no destacaban por su devoción al país y sus
habitantes. “Para que nuestra Patria Chile tanto menoscabo reconozca y al menos vayan
siempre sus aumentos, es una de ellas sin duda el que a gobernarle vengan forasteros, que
son los que procuran y solicitan sus mayores utilidades desnudando a otros para vestirse a
si y a sus paniaguados , como los enseña el eclesiástico. Admite forasteros en tu casa y en
un instante te volverán lo de abajo arriba y te quitaran por la fuerza lo que es tuyo.
Por otra parte la tendencia del pensamiento político Metropolitano del siglo XVIII
tendía a separar a los criollos de los cargos públicos, que se atendiese a los americanos que
lo mereciesen por su sabiduría y virtudes. Por eso en el curso del siglo XVIII muchos
criollos educados hicieron carrera en la administración colonial o se les `permitió comprar
cargos en las Audiencias, Iglesias y alta jerarquía militar, pero normalmente se les enviaba
fuera de su patria, pero en la segunda mitad del siglo XVIII se produjo una reacción
española en contra de estos avances.
Las reformas borbónicas tuvieron una contrapartida negativa para los americanos al
desplazar a los criollos de la mayor parte de los puestos de la administración. España no se
fiaba de los americanos para los cargos de responsabilidad política, los peninsulares
continuaban siendo preferidos para los altos cargos públicos, administración de justicia y
eclesiásticos. Los principales cargos de la administración colonial, como virreyes,
gobernadores, miembros de la Real Audiencia estaban en manos de españoles, de manera
que la verdadera dirección del país estaba vedada a los criollos. Los españoles siendo
originarios de la metrópoli y contando allí con influencias obtenían fácilmente cargos
públicos en las colonias, en cuyo desempeño no siempre brillaban por su eficacia y su
honradez. La obtención de un puesto en América era mirada como una posibilidad de hacer
fortuna. Era esto lo que ofendía el orgullo de los criollos pues la Corona recomendaba a los
políticos que se atendiese a los americanos que lo mereciesen por su sabiduría y sus
virtudes, pero se nombraba para ocupar un cargo superior a un español de peor familia o
menores méritos para ocupar el cargo a que aspiraban los criollos. Durante la Colonia se
nombraron 170 Virreyes de los cuales sólo 4 eran criollos, de los 287 obispos y arzobispos
americanos, 702 españoles y 14 Capitanes generales contra 588 españoles.
El elemento criollo era más importante que el español, por su número, riqueza y
prestigio social. Según el censo del Virrey Revillagigedo en Nueva España por cada 100
habitantes, había 49 criollos, 2 españoles, 24 indios y 25 mestizos.
El motivo de queja de los criollos era que no se les otorgaba derechos iguales que a
los españoles. Este fue uno de los acápites en la lista de reclamos preparada probablemente
por José Antonio Rojas fechada en Madrid en 1776 con el título “Los españoles americano”
o carta que un chileno escribió”.
El primer y segundo punto decía relación con la tramitación abrumadora que tenía
que soportar un americano cuando deseaba obtener un título honorífico y el pago doble en
derechos para que sus papeles se movieran en los consejos, tribunales y secretarías y
pasasen a manos de los abogados, escribanos, informantes de las Ordenes Militares
Reclamaba una mayor deferencia para los criollos que deseaban distinguirse en el
servicio al soberano
Respecto del comercio libre dice, que los americanos sufren en el Consulado de
Cádiz como en ningún otro tribunal debido a las objeciones artificiales que se ponen a sus
papeles cuando intentan matricularse para dedicarse al comercio.
- El mal gobierno y los vicios de la administración desatan críticas . Los criollos solían
quejarse del gobierno y la administración, señalando la ineficacia de un sistema demasiado
centralizado. Cualquier medida de interés público por pequeña que fuera debía resolverse
en Madrid y la tramitación demoraba años y es lo que corrientemente ocurría a muchos
planes y reformas de los criollos.
Tenemos el ejemplo de don Juan Antonio Rojas que debía trasladarse a España para
desvirtuar los cargos que se lanzaban contra don José Perfecto Salas, y además hacer
reconocer los servicios de este, ocasión que aprovecho para solicitar una dispensa para
casarse con la hija de un funcionario real y hacer valer los servicios prestados en Chile y
Perú y obtener el habito de la Orden de Santiago y un puesto digno de su calidad.
No sólo la demora en los tramites era lo que desalentaba a Rojas, sino también el
desprecio, con que se miraban a los nacidos en América “pecado territorial” como el lo
designaba.
La enseñanza que se impartía era apegada a los viejos moldes, sin que tuviese lugar
una renovación de fondo, situación que no era peculiar de Chile, sino que general de todas
las colonias. Victorian de Villalba, considerando el régimen general de estudios de la
Metrópoli y sus dominios se preguntaba. ¿"Si se puede ser culta una nación que apenas
tiene enseñanza de las verdaderas ciencias, y tiene infinitas cátedras de jerga escolástica.
""Sin geografía, aritmética, química, física, lenguas madres, historia, sin políticas en las
universidades, y si sólo con filosofía aristotélica.”
El cronista Gómez de Vidaurre se refirió a esa misma situación en Chile, don Juan
Egaña lo hace en 1808, en la oración inagural para la apertura de Estudios de la
Universidad de San Felipe, se queja de la decadencia de las ciencias, del escaso espíritu de
estudio.
Juan Egaña en su libro “El chileno consolado en los presidios” decía que en el
aspecto cultural “¿Podemos ser reputados de Españoles, ni como vuestros vasallos los que4
estamos impedidos, no sólo de hecho, sino legalmente de ser educados e ilustrados? La
Corte que ordenó en Guatemala se suprimiese la Sociedad Económica de los Amantes del
País, cuando se ocupaba de levantar el plano de aquel reino. En Cartagena se e4xtienden las
cátedras de Matemáticas y Derecho público. En Santa Fe se prohibía abrir escuelas de
Química, y aún se propuso que sólo se enseñase a leer, escribir y doctrina cristiana,
propuesta que se repitió a las Cortes de México. Caracas jamás pudo conseguir que se le
permitiera imprenta y vio prohibida su Academia de Derecho; y el estudio de matemáticas
en la Guayra y Puerto Cabello. Vuestro augusto abuelo negó a la ciudad de México el
establecimiento de una universidad, expresando que en su real rescripto, que Su Majestad
no consideraba conveniente, se hiciese general la ilustración en las Américas; así en más de
30 años no pudo conseguir el cacique don Juan Bastilla en la Corte, la fundación de un
Colegio en Puebla de los Ángeles. Cuando el cabildo de Santiago de Chile solicitó permiso
para tener imprenta, volvió al Consejo su expediente pidiendo informes a la Audiencia
sobre si convenía o no, y así quedó sepultado el recurso.
Las personas que sobresalían por su espíritu de estudio o pasaban el nivel del
ambiente, podrían contarse con los dedos de las manos. Basta recordar que al crearse la
Academia de San Luis pasaron cuatro años antes de poder conseguir un profesor de
matemáticas y el de dibujo un italiano llegó por casualidad, mientras que para el ensayo de
metales y enseñanza de la química hubo que solicitar uno a España., que nunca llegó.
Entre los criollos más representativos que bogaban por un mayor desarrollo cultural
destaca Manuel de Salas, quien por su espíritu público, filantropía y desprendimiento
constituyen los rasgos más nítidos de su actuación por el desarrollo de la cultura y la
educación. A el se debe la creación sostenimiento de la Academia de San Luis, donde por
primera vez en Chile se enseño matemáticas, geometría, dibujo y química, con el fin de
preparar el personal técnico para el desarrollo del país.
El papel que jugaron los criollos más cultos debe tomarse en cuenta; el cabildo fue
su órgano de expresión y desde allí concibieron iniciativas o colaboraron en las tareas
emprendidas por los gobernadores.
- Abandono de los bajos grupos sociales
La gran masa de la población estaba dominada por una pequeña oligarquía de criollos,
consistente en unas 200 familias que se consideraban nobles. Componían la aristocracia
criolla en sus orígenes, los descendientes de los primeros conquistadores que recibieron
mercedes de tierras y encomiendas de indios; pero a partir del siglo XVII se le había
agregado el elemento vasco. Algunos de estos nuevos integrantes habían ganado dinero en
el comercio y lo usaron para adquirir tierras, por esta la base de la riqueza colonial.
Habiendo acumulado suficiente riqueza y gozando de prestigio social a los vascos les fue
fácil vincularse con la aristocracia tradicional, constituyéndose en un grupo social con
fuerte conciencia de su valer, espíritu de superación y muchas otras cualidades que
posibilitaron su encumbramiento social, la aristocracia castellano-vasca. Desde entonces se
acusa con mayor relieve la existencia de una aristocracia criolla, que luego jugara un papel
fundamental en la independencia, y posteriormente, al constituirse la república, tomara el
mando, como el único sector social capaz de hacerlo.
Según Vicuña Mackenna “el pueblo era un individuo que se vestía de jerga y tocuyo
que vivía la descansada vida colonial, harto de los bienes de la tierra. El tiempo era solo
para la muchedumbre un ciclo de vegetación y crecimiento, que se abría con el
alumbramiento de la madre y concluía con la pala del sepulturero. El hombre moral que
vivía bajo el poncho era la nada; el estomago era todo y por eso el mestizo contaba los años
y medía la diversidad de las estaciones sin otro barómetro que la mudanza de su fácil
alimento. Así en invierno era sólo zapallo asado y en verano sandias.”
- Los sentimientos patrióticos y el deseo de participar efectivamente en el gobierno.
Desde la llegada a América el conquistador se vincula fuertemente al nuevo suelo y deja
atrás el recuerdo y hasta en el afecto su cuna originaria. Pedro de Valdivia llegó a decir a
Carlos V que su interés “no es comprar un palmo de tierra en España, aunque tuviese un
millón de ducados,” sino arraigarse él y sus descendientes en Chile. En América se
trasplantó la tendencia regionalista española y pronto como en la península triunfa el,
particularismo, la Patria Chica.
En la segunda mitad del siglo XVIII el patriotismo vino a ser una característica
normal en los escritos de los chilenos.. Manuel de Salas expresa este sentimiento, cuando
describe el reino de Chile “como el más fértil de toda América y el más educado para su
humana felicidad”. Para Egaña su país era “la posesión más preciosa de la tierra y el
esmalte más brillante de la Corona Española “
Los criollos quieren participar en forma adecuada a favor del país, tal como ellos lo
entendían y tomar medidas concretas para resolver los problemas que preocupaban a sus
regiones. Para la aristocracia criolla el gobierno de la colonia era una necesidad perentoria
dado su riqueza, su prestigio social y cultural que habían alcanzado y había creado en ella
la conciencia de grupo rector. Sus propias necesidades e intereses lo habían confundido con
los del país, cuyo destino les preocupaba.
Los afanes reformistas de los criollos, su colaboración con los gobernadores y sus
deseos de participar en el gobierno eran una manifestación de una conciencia americana
que pugnaba por alcanzar su destino propio para los países americanos. Las numerosas
iniciativas de bien publico llevada a cabo por los criollos y sus repetidas instancias de bien
público dirigida a los gobernadores y la corte para realizar tal o cual materia, eran expresión
de una necesidad de mando y de existencia de un pensamiento americano.
La literatura filosófica y política del siglo XVIII fue conocida por una pequeña elite
de intelectuales, debido a la prohibición que había sobre dichas obras, tanto por parte de la
Iglesia como del Estado Español. Había una estricta vigilancia sobre los libros que se
imprimían en América, pues debían contar con respectiva aprobación de España y los libros
que circulaban debían pasar por la Censura o Index de la Inquisición y sólo lo hacían
aquellos textos que no eran peligrosos para la monarquía española y la fe.
A fines del período colonial en Chile abundan las ideas de la ilustración, aunque
dentro de un limitado grupo de criollos. El grupo de precursores economistas demuestran
un claro conocimiento del pensamiento ilustrado español en materias económicas. En
Manuel de Salas, Anselmo de la Cruz y Cox Iribarri se la influencia de Campomanes,
Campillo y Cosio. Tanto Salas como Cruz eran admiradores de la obra de Campomanes. De
tal manera que la actividad política e intelectual de los ilustrados chilenos, que era animada
por los soplos reformistas de la ilustración, se ejercía dentro de los cauces legales del
sistema político español.
Sentimiento filantrópico que provocó una preocupación por las clases bajas
Emancipación de los esclavos
La actividad política e intelectual de los ilustrados chilenos, animada por los soplos
reformistas de la ilustración de la península, se ejercía dentro de los cauces legales del
sistema político colonial. Los criollos renegaban por los prejuicios que ocasionaba la mala
administración, pero estaban muy lejos de querer emanciparse. La lucha por mejorar las
condiciones de la vida política, económica y cultural de Chile se hacía dentro de los cauces
legales.
Por otro lado el escarnio sufrido por la familia real, de la misma casa Real Española,
el guillotinamiento de ella, provocaron sentimientos de indignación. La huella sangrienta de
la época del Terror, los desmanes populares y el desorden, para muchos fueron una muestra
de las consecuencias que podían acarrear las nuevas ideas políticas.