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CRISIS DEL SISTEMA COLONIAL

LUIS CARREÑO PALMA

1.-Crisis del sistema económico.


-El desarrollo económico y las nuevas necesidades crean una situación conflictiva
con la Metrópoli: Durante el siglo XVIII, en las colonias españolas se experimentan los
efectos de una larga evolución, notándose un desarrollo económico, cultural y
administrativo, al mismo tiempo que en la sociedad se consolida la estratificación y la
población experimenta un notable aumento.

El desenvolvimiento económico, la intensificación del comercio, las obras públicas,


el aumento de la población y la mayor importancia de los altos grupos sociales eran
fenómenos muy notorios, igualmente el despertar cultural, la presencia de viajeros, cronista
e intelectuales y la inquietud de aquellos hombres curiosos que captaban el saber europeo,
revelan una nueva situación

En Chile, el proceso de maduración podía notarse en todos los aspectos de la vida.


El incremento del tráfico, mayor a las necesidades del país, el aumento de las rentas fiscales
y las fortunas privadas, la creación de nuevos organismos de carácter económico y
educacional como la Casa de Moneda, el Tribunal del Consulado, el Tribunal de Minería,
la Universidad de San Felipe y la Academia de San Luis, la reorganización del aparato
organizativo y las numerosas obras publicas, eran manifestación del cambio que se estaba
operando.

Dentro de este panorama la consolidación de la aristocracia criolla fue uno de los


fenómenos más relevantes y habría que proyectarse de manera decisiva en el proceso
emancipador.

La acentuación de la riqueza, la extensión de sus negocios y la posesión de los


grandes dominios rurales, le daban seguridad económica. Mientras el poder social ejercido
sin contrapeso sobre el sector medio y la masa del bajo pueblo, le otorgaban un papel
rector de la sociedad, la posesión de la alta cultura y el brillo de su abolengo contribuían a
realzar más su nivel.

Durante el siglo XVIII la aristocracia criolla había manifestado su preocupación por


el país, colaborando junto a los gobernadores y con sus propios trabajos de bien público, la
creación de nuevos organismos educacionales e instituciones de beneficencia, la realización
de obras públicas y muchas otras tareas se habían efectuado por su iniciativa, a pesar de
largos tramites y obstáculos.

Las grandes ciudades alcanzan cierto esplendor y acentúan su importancia como


centro de la vida administrativa, comercial, intelectual y social. En Chile se trata de reunir
la población demasiado dispersa en las regiones mineras y agrícolas, en nuevas villas y
ciudades; en Santiago se levantan nuevos edificios públicos, iglesias y casas particulares
que dan un aspecto más lucido a la ciudad.
Este lento desarrollo de las colonias se traducía, en un incremento de las
necesidades, pero a pesar de los esfuerzos realizados por la industria española en el siglo
XVIII, no satisfacía la demanda de la as colonias americanas, en momentos que otras
naciones como Francia e Inglaterra aumentaban su capacidad manufacturera, especialmente
esta última que entraba en la etapa de la Revolución Industrial.

Dada esta situación, el antagonismo económico entre la Metrópoli y sus colonias se


acentuaba día a día y lentamente iba resquebrajando los marcos del Imperio.

- La intensificación del comercio y el contrabando trae problemas económicos en


algunas regiones: La antigua imagen de un monopolio férreo que ahogaba a las colonias y
el deseo de los americanos de obtener la libertad comercial, ya no tienen consistencia y es
necesario considerar con mayor detención la situación comercial y los propósitos de los
criollos.

El viejo sistema centralizado de Flota de Galeones que se despachaban


periódicamente de España a los puertos de las Antillas desaparece casi por completo en la
década de 1740 y es reemplazado por el Sistema de Navíos de Registro, que desde 1719 se
estaban despachando directamente a cada puerto. Eran barcos que con licencia del Rey
podían navegar directamente a los puertos del Atlántico sin sujetarse al movimiento de la
flota, cuando la corte tuviese noticias de ser necesario el despacho de mercadería a
determinadas regiones, por experimentarse escasez u otro motivo. Las naves solamente
debían cumplir ciertas condiciones de seguridad y defensa y registrar su cargamento en
Cádiz.

El establecimiento de los Navíos de Registro significaba una reforma trascendental


al viejo sistema de Flotas de galeones que funcionaba desde casi dos siglos. Aunque el
nuevo sistema tenía por objeto asegurar la existencia de la flota, el resultado fue opuesto,
ya que el despacho de naves al margen de las flotas contribuyó a mantener regularmente
provisto el mercado americano y por lo mismo, hacer innecesario el envió de las flotas.

Al concluir la guerra de Sucesión (1700-1714) con la firma del Tratado de Utrech,


el gobierno ingles exigió en lo que América se refiere, concesiones. España concedió a
Inglaterra el comercio negrero con sus colonias en América durante 30 años a partir de
1713, además el derecho a enviar anualmente un Navío de Registro de 500 toneladas a
comerciar a la feria de Portobello.

Otro elemento que hay que considerar en los cambios producidos en el comercio es
el contrabando, pues a pesar del férreo monopolio comercial implantado por España este
fue muy activo. Esto se explica por la extensión de las costas y la venalidad de las
autoridades españolas. A comienzos del siglo XVIII el contrabando francés inundo el reino
de Chile con mercaderías.

A mediados del siglo XVIII el contrabando se intensifico, cuando ingleses,


holandeses y franceses se establecieron en Jamaica, la Martinico, Guadalupe y Curazao
desde donde van a realizar un activo comercio de contrabando con las colonias españolas
de Tierra Firme. Con la entrada de los Estados Unidos al rango de las naciones
independientes en 1776, una nueva influencia se dejó sentir en el continente, con la
aparición en el Pacífico de barcos Norteamericanos por el interés de la caza de la ballena
y el comercio de pieles. La mayor parte de los barcos recalaron en puertos chilenos y
peruanos para abastecerse o reparación de los barcos después de cruzar Cabo de Hornos,
situación que permitió realizar negociaciones con las mercaderías que traían a bordo.

Las transformaciones del comercio afectaron de manera diversa a las colonias,


según el carácter de su economía. Aquellas que tenían posibilidades de exportar productos
de valor en el mercado mundial y geográficamente bien situadas se vieron favorecidas con
el incremento del comercio. Es el caso del Virreinato del Río de la Plata que exporta
cueros, carne saldada y lanas, o el de los países tropicales que comercializan café, caña de
azúcar, cacao, algodón y tabaco. En cambio aquellas regiones que carecían de productos de
valor en el mercado mundial, es el caso de Perú y Chile, no fueron beneficiados y no
aumentaron sus exportaciones y debieron limitarse a pagar con oro y plata el incremento de
las importaciones.

La gran afluencia de mercaderías y productos manufacturados saturó las plazas


comerciales y produjo un descenso de los precios que llevó a muchos comerciantes a la
quiebra. Los crecidos pagos por la importación de productos aceleraron la fuga de metales
preciosos, llegando en algunas regiones a agotarse el circulante. Por último los productos
europeos hicieron competencia a los rústicos productos de la artesanía americana, llevando
a esta a la ruina.

También es necesario distinguir, dentro de cada colonia, los grupos de presión que
fueron favorecidos o perjudicados con el comercio. Los ganaderos del Río de la Plata y los
agricultores de las áreas tropicales, aumentaron sus ganancias y fueron, junto con algunos
intelectuales, lo promulgadores de mayores libertades en el comercio. En cambio los
hacendados de Chile y Perú, que no recibieron ventaja alguna, y las personas que
controlaban la artesanía local, que resulto dañada, fueron severos críticos de las
transformaciones económicas. La misma actitud tuvieron los comerciantes de todas partes
de Hispanoamérica., porque la experiencia había sido dañina para ellos en lugar de
beneficiarse con los altos precios de un mercado mal abastecido, la abundancia de
mercaderías saturo el mercado y los precios bajaron.

La Ordenanza de Libre Comercio no produjo en Chile las ventajas que se dio en


otras regiones. Cierto que los precios bajaron para beneficio de los consumidores, pero todo
esto a consta de la fuga de capitales. Mientras otras provincias de ultramar enviaban de
retorno a España productos como el algodón, azúcar, cacao, café, cueros, lana y carne
salada (Tasajo), que en España no podían cultivarse, Chile sólo podía remitir cobre en
barras y algunos productos agrícolas. Pero el elevado costo de los transportes hacía
imposible llevarlos a la península, y la coincidencia de producción impedía colocarlos en
Buenos Aires. Quedaba sólo Perú como mercado más próximo. Pero la escasez de barcos
chilenos hacía que el transporte estuviera entregado por completo en manos del comprador
que, concientes de su superioridad fijaba en la práctica los precios.
La escasa exportación chilena produjo un desequilibrio en la balanza comercial que
se compensó con la salida de metales preciosos, lo que trajo consigo una escasez de
circulante (oro y plata) y una sobre valoración de dichos metales.

La introducción de especies desde el exterior desequilibraba la balanza comercial de


Chile, debiéndose incluirse no solamente las mercaderías provenientes de España, sino
también las importadas de regiones vecinas, como la yerba mate del Paraguay y el azúcar
del Perú, también la introducción de especies estancadas como la pólvora, el tabaco y los
naipes. Un informe de Ambrosio O´Higgins a fines de su gobierno las importaciones
llegaban a 2.154.939 pesos y las exportaciones a 351.922 pesos, lo que da un déficit de
1.803.017 pesos. La única manera de de contrarrestar el desequilibrio era mediante los
pagos en oro y plata, que por su alzado monto señalo el gobernador, que era uno de los
factores más contraproducente para la prosperidad del comercio del país. El problema se
mantuvo con ligeras variaciones hasta la emancipación.

- La búsqueda de un sistema económico local: Por toro lado se debe considerar el afán de
los criollos por crear una economía local basada en los intereses de cada región. Ya que
conforme a la economía mercantilista, el deseo de los criollos ilustrados era retener en sus
países el oro y la plata, en lugar que estos pasasen a otras regiones de América, a España o
al extranjero, procurando establecer un régimen comercial favorable a la región, mayor
exportación que importación. Al mismo tiempo la producción debías ser fomentada, para
exportar en mayor cantidad y calidad.

Para saldar el déficit de la balanza comercial, muchos criollos tratan de crear una
economía local fomentando la producción, con el fin de tener productos para enviar de
retorno, conforme a la concepción mercantilista. Quieren un régimen comercial favorable al
país con una mayor exportación de productos que importación de mercaderías. Al mismo
tiempo que la producción debía ser fomentada para exportar mayor cantidad y calidad.

En Chile existen numerosos ejemplos de esas ideas que señalaron la urgencia de


desarrollar la minería, estimular la pesca de la ballena para la extracción de aceite,
ensanchar la producción agrícola, introducir en el país nuevos cultivos, como el lino y el
cáñamo y hasta se intento en el norte Chico la plantación de caña de azúcar y el algodón.
De esta manera, se pensaba, habría como retornar a España el valor de las mercaderías que
esta enviaba.

Don Manuel de Salas es quien mejor representa el pensamiento económico de los


criollos ilustrados. Sus escritos, sus representaciones dirigidas a las autoridades están llenos
de planes para fomentar la producción. Según Salas, el cobre no sólo debía exportarse en
mayor en mayor cantidad, sino como planchas y alambre; la pesca y la salazón del pescado
podrían ser nuevas fuentes de riquezas, el lino podría constituir un ramo floreciente de la
economía chilena. El mismo se dedico a cultivarlo y ensayar su hilado.

El Secretario del Tribunal del Consulado, don Anselmo de la Cruz lo proclamo de


manera franca en su Memoria de 1807 “Que los países que se limitan a la agricultura
quedan estancados, los que combinan la agricultura con el comercio caminan lentamente, y
sólo progresan los que añaden a una y otra la industria.
En la Memoria del Consulado de 1807 Anselmo de la Cruz se refiere nuevamente
a la necesidad de dar impulso a la industria chilena, haciendo ver cuan absurdo era que
productos salidos del país debieran ir a otros sitios para volver elaborados. “¿Se podrá creer
sin rubor que de Inglaterra se nos retorne nuestro mismo cobre fabricado en piezas? ¿Se
podrá ver con denuedo que en todo el mundo se fundan piezas de artillería de este cobre y
que nosotros carezcamos de ellas, y que las pocas que se tienen son de extraña industria?
¿Será creíble que la munición y las balas, el albayalde y cuanto del plomo se compone se
nos interne de afuera, sin que nuestra industria se dedique a trabajar las abundantes minas
que tenemos de ese metal? ¿Podrá creerse sin admiración que de Inglaterra se nos traigan
las botas, de Buenos Aires y Mendoza las pieles curtidas, y de Lima el tafilete, el pintado y
la gamuza, y que nuestra industria no se resuelva a promover esta maniobras, teniendo en el
reino las mejores proporciones naturales para poder surtir con abundancia y mejorías de
estas especies y a los mismos reinos y provincias que las mandan? ¿Cómo podemos mirar
con indiferencia que los ingleses y angloamericanos nos arrebaten el tesoro del aceite de
ballena y el comercio de peletería que tenemos en nuestro mares para llevar sus productos a
Europa, con el que forman una rama del comercio de gran consideración?

Con franqueza Cruz señalaba, la libertad de comercio con todos los países como
medio de hacer florecer la industria del país, pues de otros sitios vendrían los métodos y
experiencias que permitirían adelantar en la mecánica y en la metalurgia. Decía que no
había derecho a sostener que la libertad de comercio absoluta vendría a perjudicar a las
fábricas de España, porque los artículos que esta enviaba a Chile no alcanzaban a cuarenta
especies y todo el resto de mercaderías que remitía al país eran de procedencia extranjera.
Por lo demás determinados productos como el hierro de Vizcaya, los paños de las reales
fábricas y los tejidos de seda de la metrópoli eran mejores que los venidos de otros países.
Tampoco podía objetarse como valedero el que las relaciones de Chile con otras naciones la
desprenderían de España para allegarse a los intereses extranjeros, que el país se abriría a
la, infiltración de ideas contrarias a la religión Católica.

A juicio de Cruz, siempre se mantendría el contacto comercial con la Metrópoli para


satisfacer los pedidos de aquellas mercadería preferentes Nada debía temerse por la
fidelidad de Chile al Soberano, pues en aquellos días en que España era invadida por los
franceses y poco antes Río de las Plata por los ingleses, los vasallos de América daban
“muy fuertes pruebas de amor y reverencia a los reyes”. Si los angloamericanos se
separaron de Inglaterra, no fue por el incremento que tomaron su agricultura, industria,
comercio y artes, sino por la falta de igualdad y justicia que observaron con sus colonos,
privándolos de derechos y prerrogativas que como ciudadanos les correspondía. Los
vasallos españoles de ambos hemisferios son gobernados por las mismas leyes, unidos por
una misma religión y estrechados con igualdad y justicia en todos los intereses de la
Corona, por lo cual jamás tendrá lugar el axioma de Lord Chatham en las colonias
españolas “De que en el momento en que las colonias inglesas de América supieran hacer
un clavo, sacudirían el yugo de la Metrópoli.

Algunos gobernadores y funcionarios también llegaron a identificarse con los


intereses regionales. Así, por ejemplo, en Chile, el gobernador Manso de Velasco protegió
a los productores y comerciantes chilenos frente a los mercaderes limeños, y don
Ambrosio O`Higgins ensayo el cultivo de la caña de azúcar y el arroz para evitar la
importación de esos productos, fue además contrario a la compra de yerba mate en
Paraguay por la sangría de dinero que significaba al país.

No obstante las ideas y proyecto de los criollos estas no se concretizaron y la


balanza comercial de Chile quedó adversa al país, incluso se incremento los últimos años.

-El recargo tributario. La política económica seguida por la monarquía para incrementar
sus entradas tuvo consecuencias más apreciables sobre el ánimo de los vasallos americanos,
que no titubearon en criticarla y resistirla aún por medios violentos, como sucedió en
algunos puntos del continente (Rebelión de los barrios de Quito, la de los Comuneros del
Socorro, estanco del tabaco y alcabala en Chile). La caja fiscal siempre exhausta,
necesitaba recursos cada vez mayores para hacer frente a los gastos; con el objeto de
obtenerlos se hacían reformas al sistema comercial, se recargan impuestos, se hacían
modificaciones en su percepción, se establecían estancos y se solicitaban empréstitos, que
lógicamente despertaban la resistencia de los afectados. Las protestas y representaciones
elevadas por los criollos en defensa de sus intereses, bastan para comprender que en la
mente de ellos iba acumulándose un fondo de descontento. Particularmente graves fueron
las resistencias que4 provocó en el Bajo y Alto Perú la visita que inicio José Antonio
Areche para reformar la hacienda pública y las sublevaciones que estallaron en 1780,
precediendo a la de Tupac Amaru en el Cuzco, Arequipa, la Paz y Cochabamba, sin contar
los indicios de descontento en muchas otras partes. La serie de pasquines y proclamas que
aparecieron en las calles, nos han quedado como prueba más fehaciente del descontento.

“En Chile en 1753 se produjo una gran alteración pública como consecuencia de
una medida económica implantada por las autoridades reales. Ese año se estableció el
estanco del Tabaco a favor de la Corona, rama del comercio que hasta entonces lo
desarrollaba el comerciante que lo deseaba. El tabaco y el rapé serían traídos en adelante
del Perú por la administración del Estanco y distribuido en el país a los estanquillos reales
que lo expenderían. Además de significar aquello un golpe para los comerciantes, suponía
la creación de una red burocrática complicada y el sostenimiento de una odiosa vigilancia
para evitar el contrabando.

El año 1776, González Blanco puso en práctica las disposiciones dictadas por la
Corona con el objeto de incorporar a la administración real el cobro de la alcabala. Hasta
entonces el cobro de la alcabala era entregado en pública subasta a particulares que por
cierta cantidad que pagaban al fisco adquirían el derecho de cobrar por un período
determinado en alguna región del país. Como los subastadores no disponían de los medios
para vigilar todas las transacciones de los comerciantes o los particulares, llegaban con
estos a un acuerdo en que fijaban la cantidad de dinero que se suponía correspondería al
monto del impuesto durante el tiempo estipulado. El trato convenía al comerciante y al
cobrador: este se aseguraba el pago del impuesto y aquel realizaba compras y ventas
superiores a lo que se había supuesto. El erario real era el único perdedor, así lo habían
comprendido los ministros españoles y fue por esta razón que se decidió de que el fisco
procediese por si mismo al cobro riguroso de la alcabala. Todos estos vicios pretendió
remediar González Blanco.
Todos los habitantes del Reino vieron venir una laza general en los precios. Cuando
se leyeron en las plazas públicas los bandos que dispo0nían aquellas medidas, los vecinos
se alborotaron, el pueblo se reunió en la plaza de Armas y la excitación alcanzó grados
verdaderamente peligrosos. El pueblo se puso en movimiento y, al decir un cronista,
“buscaban al arbitrista para quitarle la vida, y se amagaba también contra la casa del
gobernador.

Tanto los incidentes del estanco del tabaco como el asunto de la alcabala, tuvieron
repercusión profunda en los criollos y no fueron olvidados tan fácilmente. Tiempo más
tarde cuando el gobernador propuso hacer la numeración de las casas de Santiago, solo por
razones de orden, hubo de abandonar el proyecto al encontrar la más cerrada resistencia en
el vecindario, se creía que el objeto perseguido era implantar algún nuevo impuesto o un
atentado parecido.

En vísperas de la emancipación el descontento por la política tributaria permanecía


latente y durante el gobierno de don Luis Muñoz de Guzmán en 1805, se manifestó con
energía.

La corte en sus afanes de encontrar dinero para hacer frente a la guerra contra
Inglaterra, descubrió que lamenta de bienes raíces pertenecientes a obras pías y el rescate
de los censos a favor de la Corona, podía producir considerables entradas al erario. El
malestar de los vecinos se hizo general y el cabildo hubo de salir en defensa de los
intereses del reino.

Por una real orden se instruyo a los gobernadores de América para que estimulasen
a los comerciantes a hacer empréstitos voluntarios a la Corona; pero como siempre el
carácter de voluntario poco tenía de tal. Se establecía desde luego el modo de proceder a
la recaudación y hasta se fijaba el monto que correspondía a las casas comerciales según su
categoría.

El Consulado de Santiago fue el encargado de proceder a la prorrata; pero luego se


llegó a la conclusión que era inútil pensar en empréstitos, aunque fuesen más o menos
obligatorios. Últimamente el reino había hecho cuantiosos donativos al erario real, 127988
pesos en 1793 y 1805 y el comercio no estaba en situación de hacer nuevos desembolsos.
La negativa de los comerciantes sería rotunda y el empleo de la fuerza sólo originaría
inconvenientes.

Teniendo en cuenta esta razones, el Consulado propuso al gobernador el


otorgamiento de un donativo de 50.000 pesos de sus propios fondos y que se abandonase la
idea de recurrir a los comerciantes. El gobernador atendiendo a la situación del reino
acepto la solución y también la corte” (VILLALOBOS, Sergio “Tradición y Reforma en
1810”

A juicio de Sergio Villalobos, en Chile la libertad de comercio no es posible


considerarlo como uno de los antecedentes de la independencia por una serie de razones:
El comercio lejos de estar sujeto a barreras que impidieran su desarrolló, gozó de
gran desenvoltura, al extremo que el monopolio virtualmente había desaparecido en las
últimas décadas coloniales. Dentro de ciertas restricciones, las colonias recibían toda clase
de mercaderías europeas y a bajos precios; que podían exportar productos a otras naciones
sin más prohibición que para el oro y la plata; que efectuaban el comercio de trueque con
otras colonias extranjeras; que recibían en sus puertos naves negreras de cualquier país y
comerciaban con ellas; que utilizaban naves de potencias amigas o neutrales, y que en
general el mercado americano estuvo saturado de manufacturas europeas.

Que la intensidad del tráfico fue tan grande que, en general no hubo escasez de
mercaderías extranjeras, sino por el contrario su abundancia llegó a producir la saturación
del mercado chileno, igual que en las colonias vecinas, además la posibilidad de exportar
los productos locales estaban dadas por la legislación. No pudo existir, en consecuencia,
una aspiración de mayores libertades comerciales ni un descontento que pudiera
considerarse antecedente del movimiento emancipador. Sólo unos pocos ideólogos y
hombres de gobierno propulsaron la idea, pero los comerciantes que sufrían en carne propia
el colapso provocado por la excesiva oferta, y el grueso de la gente apegada a las ideas
mercantilistas, rechazaban cualquier medida que condujese a un aumento del comercio.

Si se desea buscar antecedentes económicos de la independencia, hay que buscarlos


en otros aspectos. La oposición a los tributos que alcanzó momentos de inquietud callejera,
y el afán de los criollos de desarrollar una economía propia del país en oposición a los
intereses metropolitanos, son factores que pueden considerarse dentro del descontento que
los años coloniales habían gestado en la mente de los chilenos. Pero en cuanto al comercio
las quejas apuntaban hacia el excesivo desarrollo.

Las tensiones sociales y la crítica política.


-Antagonismo entre criollos y españoles. La pugna entre criollos y españoles fue
fuerte, ya que estos últimos disfrutaban en América de una posición privilegiada por ser
originarios de la metrópoli y por tener indudablemente rasgos blancos.

La postergación que sufrían los criollos en los cargos públicos, con desprecio a sus
méritos, era motivo de una queja constante y ya muy antigua. Cierto que uno que otro
criollo lograba elevarse; pero esos casos eran los menos y no desmentían la reticencia de las
autoridades españolas hacia los nacidos en América. Pineda y Bascuñan en su “Cautiverio
Feliz” protestaba por la situación,”sienten con extremo los que tienen méritos y sirven con
reputación ver premiados y preferidos a los que tasadamente han puesto los pies en la
tierra, sin haber reconocido los cuarteles aún, a unos por dependencias favorables, por
criados de virreyes, por parientes y allegados de los que gobiernan, y los más por dinero,
que es del corriente estilo que en estos tiempos se práctica. Y lo peor de esto es, que apenas
vuelven al Perú, con cuatro días en Chile, ocupados siempre en los oficios que hay que
adquirir, y al instante le dan mejores oficios que han de pretender; y si por dicha sale un
benemérito con treinta cuatro años de servicios personales, a que un virrey los honre y
premie sus trabajos en conformidad de la cedulas reales despachadas por nuestro Rey y
Señor.”
No solamente no se premiaba a los criollos que lo merecían, sino que se nombraba
Gobernador y funcionario a españoles que no destacaban por su devoción al país y sus
habitantes. “Para que nuestra Patria Chile tanto menoscabo reconozca y al menos vayan
siempre sus aumentos, es una de ellas sin duda el que a gobernarle vengan forasteros, que
son los que procuran y solicitan sus mayores utilidades desnudando a otros para vestirse a
si y a sus paniaguados , como los enseña el eclesiástico. Admite forasteros en tu casa y en
un instante te volverán lo de abajo arriba y te quitaran por la fuerza lo que es tuyo.

La Corona había establecido la igualdad jurídica de españoles y criollos y había


tratado de recompensar debidamente a estos, pero en la práctica las cosas andaban por otro
camino. Como lo ha señalado Richard Konetzke, la exclusión deliberada de los criollos
nunca fue parte de la legislación del Imperio, no obstante había llegado a ser parte de la
política del gobierno imperial en América. En realidad las leyes españolas concedían a
todos los blancos los derechos por igual, pero los encargados de ejecutar las leyes eran
siempre los españoles que procuraban por todos los medios destruir esa igualdad, que era
una ofensa par su egoísta orgullo europeo.

El marino norteamericano Amasis Délano que visito las costas Chilenas a


comienzos del siglo XIX decía “que los españoles peninsulares teníanse por superiores a
los nacidos en Chile.”

Por otra parte la tendencia del pensamiento político Metropolitano del siglo XVIII
tendía a separar a los criollos de los cargos públicos, que se atendiese a los americanos que
lo mereciesen por su sabiduría y virtudes. Por eso en el curso del siglo XVIII muchos
criollos educados hicieron carrera en la administración colonial o se les `permitió comprar
cargos en las Audiencias, Iglesias y alta jerarquía militar, pero normalmente se les enviaba
fuera de su patria, pero en la segunda mitad del siglo XVIII se produjo una reacción
española en contra de estos avances.

Las reformas borbónicas tuvieron una contrapartida negativa para los americanos al
desplazar a los criollos de la mayor parte de los puestos de la administración. España no se
fiaba de los americanos para los cargos de responsabilidad política, los peninsulares
continuaban siendo preferidos para los altos cargos públicos, administración de justicia y
eclesiásticos. Los principales cargos de la administración colonial, como virreyes,
gobernadores, miembros de la Real Audiencia estaban en manos de españoles, de manera
que la verdadera dirección del país estaba vedada a los criollos. Los españoles siendo
originarios de la metrópoli y contando allí con influencias obtenían fácilmente cargos
públicos en las colonias, en cuyo desempeño no siempre brillaban por su eficacia y su
honradez. La obtención de un puesto en América era mirada como una posibilidad de hacer
fortuna. Era esto lo que ofendía el orgullo de los criollos pues la Corona recomendaba a los
políticos que se atendiese a los americanos que lo mereciesen por su sabiduría y sus
virtudes, pero se nombraba para ocupar un cargo superior a un español de peor familia o
menores méritos para ocupar el cargo a que aspiraban los criollos. Durante la Colonia se
nombraron 170 Virreyes de los cuales sólo 4 eran criollos, de los 287 obispos y arzobispos
americanos, 702 españoles y 14 Capitanes generales contra 588 españoles.
El elemento criollo era más importante que el español, por su número, riqueza y
prestigio social. Según el censo del Virrey Revillagigedo en Nueva España por cada 100
habitantes, había 49 criollos, 2 españoles, 24 indios y 25 mestizos.

En el siglo XVIII la aristocracia criolla se convierte en uno de los elementos más


importante de la sociedad colonial, el desarrollo de la minería, la agricultura y el comercio
aumentan su riqueza y su prestigio social a través de la obtención de mayorazgos y títulos
de nobleza. La amplitud alcanzada por los criollos dentro de la sociedad colonial corre a
parejas con el deseo y necesidad de ocupar cargos públicos especialmente en los niveles
superiores.

El motivo de queja de los criollos era que no se les otorgaba derechos iguales que a
los españoles. Este fue uno de los acápites en la lista de reclamos preparada probablemente
por José Antonio Rojas fechada en Madrid en 1776 con el título “Los españoles americano”
o carta que un chileno escribió”.

Comenzaba con un exordio dirigido al Ministro, en quien cifraba todas las


esperanzas de justicia debido a su reciente designación para el Despacho Universal de las
Indias: al fin vería el progreso América y sus hijos no serían llamados indianos. En cinco
puntos Rojas pasaba revista a los abusos que consideraba más digno de atención del
Ministro.

El primer y segundo punto decía relación con la tramitación abrumadora que tenía
que soportar un americano cuando deseaba obtener un título honorífico y el pago doble en
derechos para que sus papeles se movieran en los consejos, tribunales y secretarías y
pasasen a manos de los abogados, escribanos, informantes de las Ordenes Militares

En el tercer punto, solicitaba que las gracias se distribuyesen equitativamente entre


los vasallos españoles y americanos, recordando: En la península se repartieron un largo
número de cruces de Carlos III en cambio para tan vastos dominios de América se
destinaron sólo seis. Hay allí varios reinos enteros que ni siquiera las han visto,
contentándose con la noticia, y con la noble envidia de ver favorecidos los que4 están más
inmediatos.

Reclamaba una mayor deferencia para los criollos que deseaban distinguirse en el
servicio al soberano

Respecto del comercio libre dice, que los americanos sufren en el Consulado de
Cádiz como en ningún otro tribunal debido a las objeciones artificiales que se ponen a sus
papeles cuando intentan matricularse para dedicarse al comercio.

Un criollo tenía que probar su ascendencia retrocediendo a través de ocho


generaciones, pide que se nos mire como los demás españoles, así de la península como de
las Canarias.

El descontento criollo por la exclusión y postergación en el nombramiento de cargos


en la administración colonial databa de mucho tiempo. El deseo de los criollos de tener una
mayor participación en el gobierno se intensifico y en los primeros años del siglo XIX era
muy marcado.

- El mal gobierno y los vicios de la administración desatan críticas . Los criollos solían
quejarse del gobierno y la administración, señalando la ineficacia de un sistema demasiado
centralizado. Cualquier medida de interés público por pequeña que fuera debía resolverse
en Madrid y la tramitación demoraba años y es lo que corrientemente ocurría a muchos
planes y reformas de los criollos.

Tenemos el ejemplo de don Juan Antonio Rojas que debía trasladarse a España para
desvirtuar los cargos que se lanzaban contra don José Perfecto Salas, y además hacer
reconocer los servicios de este, ocasión que aprovecho para solicitar una dispensa para
casarse con la hija de un funcionario real y hacer valer los servicios prestados en Chile y
Perú y obtener el habito de la Orden de Santiago y un puesto digno de su calidad.

Al llegar a España se puso en campaña, acudiendo de oficina en oficina,


presentando papeles, elevando memoriales, entrevistándose, pero poco a poco la burocracia
le va deteniendo el impulso, que tiene que aprender el tiempo en meses y aún años.

No sólo la demora en los tramites era lo que desalentaba a Rojas, sino también el
desprecio, con que se miraban a los nacidos en América “pecado territorial” como el lo
designaba.

En la correspondencia de Rojas no encontramos quejas contra el Monarca, sino tan


sólo contra los funcionarios inferiores que tenían en sus manos sin contrapeso el gobierno y
la dirección de América. La queja era contra el mal gobierno y no contra el Rey, el cual casi
parte activa y sólo ponía su firma a los asuntos que le eran presentados resueltos por sus
ministros. Parece que en la mente de los criollos se albergaba la vieja creencia de que el
Monarca era toda bondad y justicia y que sólo de él se podía esperar el remedio que hacía
falta.

Cuando algunos pocos hombres de ideales avanzados propugnaban reformas lo


hacían dentro de la más absoluta lealtad a la Corona con la esperanza de que ella acogiese
sus planes. En muchas ocasiones las autoridades contrariaban sus propósitos o ellos veían la
imposibilidad de llevarlos a cabo dada la modalidad de gobierno, surgió entonces la crítica,
que de todos modos el criollo dejaba a salvo la persona del monarca.

- Los intelectuales propiciaban un mayor desenvolvimiento cultural. Los criollos


tenían quejas por la situación de la cultura en sus diversos niveles, pese a los avances
alcanzados durante el último siglo colonial. Deseaban una mayor participación y
preocupación del Estado por la educación y criticaban duramente el abandono que solían
estar las escuelas de primeras letras y los colegios, los anticuados planes de estudios de las
universidades merecían duras críticas.

La enseñanza que se impartía era apegada a los viejos moldes, sin que tuviese lugar
una renovación de fondo, situación que no era peculiar de Chile, sino que general de todas
las colonias. Victorian de Villalba, considerando el régimen general de estudios de la
Metrópoli y sus dominios se preguntaba. ¿"Si se puede ser culta una nación que apenas
tiene enseñanza de las verdaderas ciencias, y tiene infinitas cátedras de jerga escolástica.
""Sin geografía, aritmética, química, física, lenguas madres, historia, sin políticas en las
universidades, y si sólo con filosofía aristotélica.”

El cronista Gómez de Vidaurre se refirió a esa misma situación en Chile, don Juan
Egaña lo hace en 1808, en la oración inagural para la apertura de Estudios de la
Universidad de San Felipe, se queja de la decadencia de las ciencias, del escaso espíritu de
estudio.

Las quejas contra la educación no se limitan a la desorganización de las escuelas o


de las universidades, sino que los hombres más ilustrados echaban de menos un cambio en
la orientación de los estudios. Don Manuel de Salas pretendió hacerlo con la fundación de
la Academia de San Luis, destinada a formar personal técnico, pero no obtuvo losa frutos
que deseaba.

En 1808 el Secretario del Consulado don Anselmo de la Cruz, leyendo una


Memoria sobre educación popular. Después de echar un vistazo a las ventajas naturales de
Chile, concluía que solamente faltaba la acción del hombre “del hombre instruido e
industrioso, del labrador, del comerciante, del naviero, del artista, del maquinista y,
finalmente, del hombre que llena los deberes del ciudadano que adquirió la educación
popular. Cuando se advierta en el Reino establecida esta enseñanza, entonces se conocerá
lo que vale este preciso terreno, de cuanto comercio externo y de lujo es susceptible;
entonces se avergonzará de haber visto, como se ve, a la servidumbre colonial del nacional
y del extranjero, que le introducen cuanto visten de la cabeza a los pies de su habitantes, y
cuanto consumen de delicadeza y de regalo entonces se conocerá el lugar que actualmente
ocupan la pereza, el vicio y la ignorancia; entonces se propondrán los sentidos que sugiere
la educación.

Juan Egaña en su libro “El chileno consolado en los presidios” decía que en el
aspecto cultural “¿Podemos ser reputados de Españoles, ni como vuestros vasallos los que4
estamos impedidos, no sólo de hecho, sino legalmente de ser educados e ilustrados? La
Corte que ordenó en Guatemala se suprimiese la Sociedad Económica de los Amantes del
País, cuando se ocupaba de levantar el plano de aquel reino. En Cartagena se e4xtienden las
cátedras de Matemáticas y Derecho público. En Santa Fe se prohibía abrir escuelas de
Química, y aún se propuso que sólo se enseñase a leer, escribir y doctrina cristiana,
propuesta que se repitió a las Cortes de México. Caracas jamás pudo conseguir que se le
permitiera imprenta y vio prohibida su Academia de Derecho; y el estudio de matemáticas
en la Guayra y Puerto Cabello. Vuestro augusto abuelo negó a la ciudad de México el
establecimiento de una universidad, expresando que en su real rescripto, que Su Majestad
no consideraba conveniente, se hiciese general la ilustración en las Américas; así en más de
30 años no pudo conseguir el cacique don Juan Bastilla en la Corte, la fundación de un
Colegio en Puebla de los Ángeles. Cuando el cabildo de Santiago de Chile solicitó permiso
para tener imprenta, volvió al Consejo su expediente pidiendo informes a la Audiencia
sobre si convenía o no, y así quedó sepultado el recurso.
Las personas que sobresalían por su espíritu de estudio o pasaban el nivel del
ambiente, podrían contarse con los dedos de las manos. Basta recordar que al crearse la
Academia de San Luis pasaron cuatro años antes de poder conseguir un profesor de
matemáticas y el de dibujo un italiano llegó por casualidad, mientras que para el ensayo de
metales y enseñanza de la química hubo que solicitar uno a España., que nunca llegó.

El atraso de Chile era motivo de insatisfacción muy destacado en la mente de los


criollos llamados precursores de la revolución. Chile era una colonia subdesarrollada, por
mucho el pariente pobre del Virreinato del Perú. Los criollos animados por una visión
optimista del potencial chileno les indignaba el hecho, que entre otras cosas los medios
educativos fueran tan reducidos y atrasados. En don José Antonio Rojas influyo
notablemente el ejemplo de España la cual visito en la década de 1770, donde vio una
profusión de escuelas y academias y en carta a un amigo comentaba.”Cuando yo veo aquí
los seminarios, así para las ciencias, como para el arte militar, las academias de esculturas y
otros oficios donde a este hombre animal le enseñan todo lo que en cualquier parte es capaz
de saber, digo que si pudiera escoger entre todas las grandezas y uno de los colegios, yo
abandonaría aquellas y volvería contentísimo con uno de estos.

Una condena implícita de la política educacional imperante debe verse en las


numerosas demandas que formularon Manuel de Salas y sus colegas a fines del siglo
XVIII. El cabildo de Santiago hizo un esfuerzo por conseguir una licencia para instalar una
imprenta. Pero la Corona remitió de vuelta la petición en 1789 y el proyecto paso al olvido
ya que hasta 1811 Chile estuvo sin imprenta.

En Chile las innovaciones introducidas en la enseñanza se debieron casi


exclusivamente al esfuerzo de los criollos, así se obtuvo la creación de la Universidad de
San Felipe vieja aspiración de los chilenos. Gracia a las gestiones de los criollos la Corona
restableció el Colegio Jesuita que había caído en el abandono tras la expulsión de la orden.
El Convictorio Carolino reemplazó al Convictorio Francisco Javier.

Entre los criollos más representativos que bogaban por un mayor desarrollo cultural
destaca Manuel de Salas, quien por su espíritu público, filantropía y desprendimiento
constituyen los rasgos más nítidos de su actuación por el desarrollo de la cultura y la
educación. A el se debe la creación sostenimiento de la Academia de San Luis, donde por
primera vez en Chile se enseño matemáticas, geometría, dibujo y química, con el fin de
preparar el personal técnico para el desarrollo del país.

Estos pensamientos e iniciativas de los criollos ilustrados demuestran la


profundidad de las aspiraciones culturales, propiciando un mayor desarrollo cultural e
intelectual.

El papel que jugaron los criollos más cultos debe tomarse en cuenta; el cabildo fue
su órgano de expresión y desde allí concibieron iniciativas o colaboraron en las tareas
emprendidas por los gobernadores.
- Abandono de los bajos grupos sociales
La gran masa de la población estaba dominada por una pequeña oligarquía de criollos,
consistente en unas 200 familias que se consideraban nobles. Componían la aristocracia
criolla en sus orígenes, los descendientes de los primeros conquistadores que recibieron
mercedes de tierras y encomiendas de indios; pero a partir del siglo XVII se le había
agregado el elemento vasco. Algunos de estos nuevos integrantes habían ganado dinero en
el comercio y lo usaron para adquirir tierras, por esta la base de la riqueza colonial.
Habiendo acumulado suficiente riqueza y gozando de prestigio social a los vascos les fue
fácil vincularse con la aristocracia tradicional, constituyéndose en un grupo social con
fuerte conciencia de su valer, espíritu de superación y muchas otras cualidades que
posibilitaron su encumbramiento social, la aristocracia castellano-vasca. Desde entonces se
acusa con mayor relieve la existencia de una aristocracia criolla, que luego jugara un papel
fundamental en la independencia, y posteriormente, al constituirse la república, tomara el
mando, como el único sector social capaz de hacerlo.

Sus riquezas provenían de las actividades agrícolas y ganaderas, que no sólo


abastecían al país, sino que se exportaban al Perú, constituyéndose en fuente de grandes
entradas. Algunas explotaciones mineras y actividades comerciales también estaban en sus
manos.

La base económica de la aristocracia criolla, fue asegurada con la creación de


mayorazgos, que permitía asegurar a las familias un conjunto de bienes muebles e
inmuebles, como casas, chacras, haciendas y joyas, con la prohibición de dividirlos o
enajenarlos, manteniendo una rama fuerte de la familia.

Paralelo al enriquecimiento la aristocracia criolla, busco la distinción nobiliaria,


mediante la obtención de Títulos de Nobleza. En Chile se concedieron 12 Títulos de
Nobleza y 14 Mayorazgos.

Al iniciarse la independencia, la sociedad chilena se hallaba definitivamente


constituida sobre un fundamento esencialmente aristocrático. Un sector superior formada
por criollos y españoles dueños de la tierra y actividades comerciales, en cuyas manos se
concentraba toda la vida económica, social y cultural del país. El otro grupo integrado por
los distintos estratos populares integrada mayoritariamente por mestizos, que constituían el
elemento pobre de la ciudad y el campo. En las haciendas eran la mano de obra sin
mayores aspiraciones, en las ciudades se ocupaban en las obras públicas y estaban
dispuestos s desempeñar cualquier trabajo.

Según Vicuña Mackenna “el pueblo era un individuo que se vestía de jerga y tocuyo
que vivía la descansada vida colonial, harto de los bienes de la tierra. El tiempo era solo
para la muchedumbre un ciclo de vegetación y crecimiento, que se abría con el
alumbramiento de la madre y concluía con la pala del sepulturero. El hombre moral que
vivía bajo el poncho era la nada; el estomago era todo y por eso el mestizo contaba los años
y medía la diversidad de las estaciones sin otro barómetro que la mudanza de su fácil
alimento. Así en invierno era sólo zapallo asado y en verano sandias.”
- Los sentimientos patrióticos y el deseo de participar efectivamente en el gobierno.
Desde la llegada a América el conquistador se vincula fuertemente al nuevo suelo y deja
atrás el recuerdo y hasta en el afecto su cuna originaria. Pedro de Valdivia llegó a decir a
Carlos V que su interés “no es comprar un palmo de tierra en España, aunque tuviese un
millón de ducados,” sino arraigarse él y sus descendientes en Chile. En América se
trasplantó la tendencia regionalista española y pronto como en la península triunfa el,
particularismo, la Patria Chica.

El amor a la tierra natal, que advertimos ya fuerte en las primeras generaciones de


chileno, se va acrecentando en el siglo XVIII. Así en las postrimerías del período colonial,
hay un desarrollo lento pero seguro del sentimiento patriótico chileno. Que a juicio de
Jaime Eyzaguirre, este patriotismo lugareño no se presenta con características de oposición
o infidelidad a España o al Monarca, pero indudablemente el sentimiento de amor a la tierra
donde nació era más fuerte y hondo que el apego a la metrópoli.

El desarrollo de una conciencia nacional es atribuible en todas partes al efecto del


clima y geografía. Los americanos creían vivir en regiones hermosas y de gran valor y
seducidos por su naturaleza y belleza que permitirá el nacimiento, de un patriotismo
lugareño de cariño por la tierra natal, aunque no niegue su entronque peninsular, lo
pospone de manera inconsciente y progresiva.

Los españoles que se establecieron en América eran en primer lugar españoles y


segundo americanos. Más sus descendientes fueron adquiriendo mayor conciencia de su
origen americano llegando a ser primero americano y en segundo lugar españoles, sin dejar
de hacer énfasis de su hispanidad. Así lo expresa don José Antonio Rojas en carta a un
amigo “Yo soy americano, he nacido en la ciudad de Santiago capital del Reino de Chile, y
mi destino es volver a acabar mis días en aquel país, el más fértil y delicioso del mundo.
Apreciaría ser útil en él y tener a quién comunicarlo que por allá puedo observar, tanto de
historia natural, como de astronomía y física. Aquel mundo esta intacto y cada paso, se
vienen a las manos mil cosas raras digna de conocimiento de los sabios que ellos estimarían
y que aquí por su indolencia no aprecian, ni conoce.”

El origen del patriotismo local, debe buscarse, en un período relativamente posterior


a la conquista, así la nostalgia que sienten los chilenos por su tierra los chilenos que están
lejos de su tierra natal la vemos ya en Pedro de Oña en 1586 desde Lima exclama ¡Patria
mía¡ o Alonso Ovalle donde el amor al suelo chileno alcanza su máxima expresión en su
“Histórica Relación del Reino de Chile”, escrita en Roma en 1646. A decir de Jaime
Eyzaguirre “no es una obra científica de erudición, sino un desahogo poético de una
corazón preñado de nostalgia.

En la segunda mitad del siglo XVIII el patriotismo vino a ser una característica
normal en los escritos de los chilenos.. Manuel de Salas expresa este sentimiento, cuando
describe el reino de Chile “como el más fértil de toda América y el más educado para su
humana felicidad”. Para Egaña su país era “la posesión más preciosa de la tierra y el
esmalte más brillante de la Corona Española “
Los criollos quieren participar en forma adecuada a favor del país, tal como ellos lo
entendían y tomar medidas concretas para resolver los problemas que preocupaban a sus
regiones. Para la aristocracia criolla el gobierno de la colonia era una necesidad perentoria
dado su riqueza, su prestigio social y cultural que habían alcanzado y había creado en ella
la conciencia de grupo rector. Sus propias necesidades e intereses lo habían confundido con
los del país, cuyo destino les preocupaba.

Los afanes reformistas de los criollos, su colaboración con los gobernadores y sus
deseos de participar en el gobierno eran una manifestación de una conciencia americana
que pugnaba por alcanzar su destino propio para los países americanos. Las numerosas
iniciativas de bien publico llevada a cabo por los criollos y sus repetidas instancias de bien
público dirigida a los gobernadores y la corte para realizar tal o cual materia, eran expresión
de una necesidad de mando y de existencia de un pensamiento americano.

-Las nuevas ideas y la influencia externa.


El pensamiento ilustrado. Generalmente se ha exagerado la influencia de las ideas
europeas en la gestación de la independencia americana. Entre los intelectuales liberales, la
independencia había tenido por origen un movimiento intelectual y doctrinario, de índole,
democrático, propagado desde años atrás a pesar de las precauciones de España, por la
lectura de filósofos enciclopedistas y el ejemplo de la revolución. Esta teoría fue concebida
a priori y por espíritu de imitación. Los autores franceses de la época insistían mucho sobre
la influencia de la filosofía de la ilustración sobre los acontecimientos de 1789, y los
admiradores criollos de esas obras se creyeron obligados a inventar para la revolución
americana una explicación semejante. Los autores creen descubrir la huella de los filósofos
franceses ilustrados, anotando el nombre de algunos criollos que los leyeron, pero si se mira
el número, se nota dispersión y la influencia que puede tener antes de 1810. El hecho de
leer dichas obras no quiere decir que forzosamente haya de transformar las ideas o adherir a
sus principios. Bien puede una persona leer un libro y quedarse igual como antes. En Chile
sería exagerar afirmar, que las lecturas de los filósofos franceses revolucionaron la mente
de Juan Egaña, José Antonio Ovalle.

La literatura filosófica y política del siglo XVIII fue conocida por una pequeña elite
de intelectuales, debido a la prohibición que había sobre dichas obras, tanto por parte de la
Iglesia como del Estado Español. Había una estricta vigilancia sobre los libros que se
imprimían en América, pues debían contar con respectiva aprobación de España y los libros
que circulaban debían pasar por la Censura o Index de la Inquisición y sólo lo hacían
aquellos textos que no eran peligrosos para la monarquía española y la fe.

Además de la vigilancia de las autoridades estaba la barrera idiomática, ya que


difícilmente se podía encontrar a alguien que hablara ingles o francés, además el trato con
extranjeros era fugaz y circunstancial. Durante el gobierno de Ambrosio O`Higgins se dictó
un bando para los diferentes puertos del reino, en que se prohibía, bajo pena de muerte, el
trato con cualquier nave que no fuese española y posteriormente se impartió ordenes
terminantes sobre la forma en que debían tratarse a las naves extranjeras que por fuerza
mayor, se viesen en la imprescindible necesidad de recalar en algún puerto chileno. Las
autoridades debían cerciorarse que los motivos eran verdaderamente justificables, como
ser, fallas que hicieran peligrar la nave, agotamiento de víveres, agua o enfermedades en la
tripulación. Comprobado aquello, inmediatamente se procedía a tomar precauciones para
que los marinos no entraran en contacto con la población. Las personas que atenderían los
barcos serían todas muy bien elegidas y pocas, algunos botes se mantendrían en las
proximidades de las naves y se dispondrían espías que vigilasen a los tripulantes, que por
motivos muy señalados de su oficio debían bajar a tierra.

Indudablemente todas esas disposiciones no tenían cumplimiento al pie de la letra.


No obstante las precauciones de las autoridades, algunos libros cuya circulación estaba
prohibida en América, llegaron y circularon entre algunos elementos ilustrados. En Chile
su divulgación fue escasa y sus lectores se cuentan generalmente entre las personas que
habían franqueado los límites de la gobernación. Es el caso de Manuel de Salas y José
Antonio Rojas que residieron algunos años en la Metrópoli. Salas embarco para Chile la
Enciclopedia, “la Introducción a la Historia General y Política” de Samuel Pufendorf el
cual contenía apreciaciones hostiles a la colonización española. José Antonio Rojas también
introdujo libros prohibidos pero fue suficientemente cauto pues solicito autorización a la
Santa Sede para leer libros prohibidos. Hay constancia que Rojas presto obras a Juan
Egaña, Juan Martínez de Rozas, José Miguel Infante, Juan Antonio Ovalle. Pero la lectura
a la influencia efectiva en la gestación de la idea de independencia, hay una distancia
enorme.

A fines del período colonial en Chile abundan las ideas de la ilustración, aunque
dentro de un limitado grupo de criollos. El grupo de precursores economistas demuestran
un claro conocimiento del pensamiento ilustrado español en materias económicas. En
Manuel de Salas, Anselmo de la Cruz y Cox Iribarri se la influencia de Campomanes,
Campillo y Cosio. Tanto Salas como Cruz eran admiradores de la obra de Campomanes. De
tal manera que la actividad política e intelectual de los ilustrados chilenos, que era animada
por los soplos reformistas de la ilustración, se ejercía dentro de los cauces legales del
sistema político español.

Antes de 1808 la influencia principal que las ideas políticas de la ilustración


ejercieron en Hispanoamérica se tradujo en el fomento de una administración racional y
eficiente. Las autoridades imperiales españolas y portuguesas revelan esta influencia en sus
actividades. El Márquez de Pompal y José Gálvez pueden servir de ejemplo. Estos
hombres y sus subordinados en la administración colonial intentaron racionalizar el
gobierno. Algunos gobernadore4s además de activos divulgadores de las nuevas ideas,
trataron de llevarlas a la práctica con la cual provocaron graves conflictos públicos.
Incorporar en la vida corriente los principios del Despotismo Ilustrado, aplicar el
filantropismo social, racionalizar la administración y la hacienda pública o simplemente
combatir monopolios, significo para estos hombres entrar en grandes pugnas con los
intereses y grupos establecidos y más directamente ligados a la península.

La ilustración influyó en la conducta política de los americanos de varias maneras.


-Innovación en el terreno de las teorías y principios políticos. La creencia en la razón como
guía del espíritu humano es probablemente la más importante. La revolución intelectual en
las universidades americanas, fue aún mayor de lo que hasta ahora se había pensado. En
cada país los letrados educados en instituciones superiores tan distantes una de otras
estaban acostumbrado al método crítico, poniendo en tela de juicio los principios aceptados.
La mayoría de los dirigentes civiles de la revolución eran producto de las universidades
coloniales.

Otra característica sobresaliente de la ilustración que se hizo sentir en América fue


su celo por adquirir y divulgar los conocimientos científicos. Ejemplo Manuel de Salas
realizo el ensayo del cultivo del algodón y del lino.

El interés por la expansión de la enseñanza, interés relacionado por la divulgación


de los conocimientos. Creación de centros docentes

Sentimiento filantrópico que provocó una preocupación por las clases bajas
Emancipación de los esclavos

Finalmente la ilustración lego a los Hispanoamericanos la creencia en el progreso.

La actividad política e intelectual de los ilustrados chilenos, animada por los soplos
reformistas de la ilustración de la península, se ejercía dentro de los cauces legales del
sistema político colonial. Los criollos renegaban por los prejuicios que ocasionaba la mala
administración, pero estaban muy lejos de querer emanciparse. La lucha por mejorar las
condiciones de la vida política, económica y cultural de Chile se hacía dentro de los cauces
legales.

Se buscaba inspiración en el reformismo español y se tomaba como ejemplo las


medidas adoptadas en la península para reanimar el ambiente estancado, envejecido en la
obediencia al más anacrónico de la tradición cultural y religiosa. Las ideas de hombres
como Campomanes y Jovellanos encontraron acogida favorable entre los chilenos.

La lectura de los autores españoles ilustrados, la influencia de los acontecimientos


políticos de España y la lectura de libros franceses e ingleses crearon un clima ideológico
nuevo. El grupo de intelectuales chilenos que participo de este movimiento fue importante,
tanto en el desempeño de puestos en la administración española como en la orientación que
a partir de entonces tomo el desarrollo cultural y político de Chile. José Perfecto Salas,
Manuel de Salas, José Antonio Rojas, Juan Antonio Ovalle, José Miguel Infante, Juan
Egaña, Mariano Egaña y Camilo Henríquez.

La transformación ideológica chilena a fines del siglo XVIII se debió


principalmente a: La ideas y al ejemplo concreto de la ilustración española y sólo en
aspectos secundarios al pensamiento francés. El hecho que fuera un movimiento de ideas y
como tal estuviera reducido a un grupo minúsculo de ilustrados e intelectuales, no
disminuye su importancia pues tanto esta como otras transformaciones históricas fueron
consecuencia de una minoría a la cual se aliaron, más tarde los sectores mayoritarios.

El movimiento ilustrado no significó, por sí mismo, una definición de la


emancipación de España, pero debe ser mencionado como antecedente de la agitación
intelectual que en su hora, y bajo el influjo de un cúmulo de circunstancias históricas, se
encaminará por la senda de la independencia.
-La Revolución Francesa. En sus comienzos produjo gran euforia especialmente en la
Europa Ilustrada, todos creyeron ver en este movimiento que en el se plasmaría la filosofía
de la ilustración. Pero a medida que el movimiento se fue radicalizando, a esa primera
complacencia de los ilustrados se transformo en horror lo que pasaba en Francia, se
cerraron las fronteras con Francia y se vigilaba a los franceses. El primer Ministro
Floridablanca que era francmasón, dio poder a la Inquisición para que confiscase libros y
propaganda de la revolución Francesa. Aparecen lista de libros prohibidos y todos los
extranjeros que viviesen en las colonias y en especial los franceses debe jurar fidelidad a la
Monarquía y a la religión. En las Universidades donde se habían abierto cursos de Derecho
Natural fueron prohibidos.

En España queda patente todo el horror de la revolución, el regicidio, el terror, las


guerras, la dictadura. En América pasa lo mismo: Los postulados de la revolución les
interesaba a los americanos, la igualdad en forma especial. Los principios de la revolución
les interesaba en la medida que favorecían su posición y el orden que habían creado.

En la medida que la revolución se fue radicalizando menos atraía a los criollos y la


ven como un arquetipo de democracia extrema y anarquía social, lo que llevo a muchos
criollos ilustrados a referirse despectivamente de la revolución. Un liberal mexicano opino
“Que Hispanoamérica no tenía nada que aprender de la Revolución Francesa.”. Francisco
Miranda la juzgaba “funesta para la tranquilidad y el progreso de los pueblos
hispanoamericanos. Dios nos libre de los principios jacobinos como la peste” Escribía en
1796. El más representativo simpatizante racionalista chileno, José Antonio Rojas
públicamente expreso su repudio a la Revolución Francesa en 1793 al calificarla como “el
mayor escándalo que han visto los siglos”

Por otro lado el escarnio sufrido por la familia real, de la misma casa Real Española,
el guillotinamiento de ella, provocaron sentimientos de indignación. La huella sangrienta de
la época del Terror, los desmanes populares y el desorden, para muchos fueron una muestra
de las consecuencias que podían acarrear las nuevas ideas políticas.

La revolución francesa debe considerarse que no fue para todos un ejemplo


edificante, si bien no dejo de influir, también produjo consecuencias negativas.

-La independencia de Estados Unidos.


La influencia de la independencia de Estados Unidos fue más benéfica y más
duradera y proporciono a los hispanoamericanos, el modelo y el ejemplo justificatorio
de su experiencia exitosa y crea cerca de Hispanoamérica un foco revolucionario
estatalmente consolidado.

España apoya a los insurgentes norteamericanos, como parte de su lucha contra


Inglaterra. En 1795 aliada a Francia, España declara la guerra Inglaterra, situación que
aísla a sus colonias y se ve obligada a decretar la apertura de los puertos americanos al
comercio de barcos neutrales. De esta situación se aprovecha Estados Unidos para firmar
con España un Tratado te Navegación(1795) y así poder enviar sus navíos al atractivo
mercado Americano. La ideología de la revolución norteamericana, penetró en
Hispanoamérica a través de un comercio con Estados Unidos que se va intensificando.
Según Eugenio Pereira Salas desde fines del siglo XVIII hasta 1810 unos 300 navíos
norteamericanos visitaron las costas chilenas

Los norteamericanos empujados por la necesidad que todo pueblo siente de


propagar sus instituciones, cada comerciante era un agente del proceso de gestación de la
independencia. Introducían relojes y otros objetos grabados con la imagen de una mujer que
representaba la Libertad. Igualmente traducciones de “Common Sense de Thomas Paine o
textos de la Constitución Norteamericana y de la Declaración de la Independencia
traducidos al castellano.

Es cierto que a partir de la independencia de Estados Unidos y su experiencia


republicana y especialmente después de la Revolución Francesa hubo voces que se
levantaron condenando la explotación de las colonias españolas y defendiendo la
emancipación. Pero se trataba de casos aislados, que generalmente pagaban con el destierro
su osadía, siendo el de Francisco Miranda, exiliado durante varios años en Gran Bretaña,
uno de los ejemplos más notables. La influencia de ambos procesos históricos en las
colonias, bien a través de la lectura de las publicaciones que trataban esos temas o bién a
través del contacto directo, se limitó a grupos ilustrados reducidos y a veces marginales en
el seno de las elites. Sólo quienes podían leer o estaban en condiciones de viajar podían
acceder a comprender lo que ocurría en Estados Unidos o Francia.
BIBLIOGRAFIA

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