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Hoy esta situación está cambiando favorablemente porque el Estado con la puesta
en práctica de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, la Ley de
Telecomunicaciones y diversos Reglamentos, afianza la democratización de los medios,
como principio de la norma suprema en la Constitución de la Republica Bolivariana de
Venezuela, lo cual significa a grandes rasgos, la presencia predominante de producciones
audiovisuales realizadas en el país, la creación de medios alternativos y la verdadera
participación de los ciudadanos en el ejercicio de la libertad de expresión. La construcción
de un nuevo modelo comunicacional para contrarrestar efectivamente la feroz campaña
mediática emprendida contra el Proceso revolucionario Bolivariano en Venezuela. Así
como también.
La libertad de comunicar, derecho que tanto reclaman para sí los dueños de los
medios de comunicación, le había sido arrebatado al ciudadano por un régimen
centralizado y exclusivo de la operatividad del uso del espectro radioeléctrico, otorgándole
este privilegio al sector más poderoso en términos económicos y financieros, que controla
la propiedad de empresas en ramas diversas de la economía nacional.
Los medios han sido y siguen siendo los voceros principales de estos sectores,
con la excusa de defender la libertad de expresión. En realidad lo que han hecho con
eficiencia es defender la libertad de empresa de esos grupos económicos y el discurso de
la dirigencia política que apoya esos mismos intereses.
Este es el marco en cual se producen los primeros debates en el año 2001 para
impulsar una ley que, a todas luces, era necesaria y cuya creación había sido frenada
durante muchos años. Un antecedente serio por diseñar una nueva política de
radiodifusión del Estado venezolano fue el proyecto RATELVE presentado por la
Comisión Preparatoria del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC) en el año 1974.
Esta comisión logró un diálogo entre expertos de las cuatro instituciones del
Estado con injerencia en la Radiodifusión: Oficina Central de Información, Ministerio de
Comunicaciones, CANTV y CORDIPLAN. En este proyecto no sólo se reglamentaba el
contenido programático de los medios sino que se presentaban propuestas alternativas al
régimen de propiedad.
Como es de suponer, este proyecto fue objeto de una virulenta campaña de
desprestigio y oposición no sólo por parte de los empresarios de los medios de
comunicación, sino de los sectores políticos que aliados a los intereses económicos
torpedearon su discusión en el Congreso Nacional de la época y virtualmente se perdió
una significativa propuesta de legislación comunicacional en Venezuela.
Además el diseño del Nuevo Mapa Estratégico para Venezuela, durante la cual el
presidente Hugo Chávez, pronunció que todos los integrantes del gobierno e integrantes
de la comunidad tienen responsabilidad comunicacional, no sólo para ofrecer
informaciones de cualquier tipo sino para salirle al paso a las manipulaciones que intentan
dañar el proceso bolivariano.
Esta nueva estrategia es la utilizada para avanzar en las acciones que pretenden
reforzar y salir de la situación de minusvalía mediática en la cual se encuentra el estado
actualmente. Así como ampliar la discusión para determinar hacia donde vamos a llevar
los medios. Esa discusión tiene que darse con todos los actores del proceso.
Las acciones del Gobierno Bolivariano en función de crear una nueva visión
comunicacional que integre al colectivo, a través de textos como la Ley de
Responsabilidad en Radio y Televisión, que establece la existencia de comités de
usuarios y usuarias, entre otras medidas; así como el impulso de radios y televisoras
comunitarias
Dentro de las muchas alianzas que se han consolidado en nuestro país, surge
TeleSUR, la cual fue impulsada con la misión de ofrecer información para promover la
integración de América Latina y como contrapeso a las grandes cadenas internacionales
como la CNN, Univisión, la BBC, Disney News ,TVE y Deutsche Welle
Estos países hermanados por la historia, por el imaginario de sus pueblos, con las
esperanzas y los sueños compartidos, han apostado por contrarrestar muy seriamente la
sesgada información proveniente del norte, en un intento por crear un eje imaginario sur-
sur. En este sentido, TeleSur es la primera propuesta de un canal multinacional en
Latinoamérica que surge del seno de la televisión pública, como una respuesta al vacío de
información que sobre los asuntos de la región tienen pueblos que comparten una lengua
y un territorio.
También su señal llega a través del canal oficial Venezolana de Televisión VTV, en
franjas horarias estelares (canal oficial de señal abierta de gran cobertura) y en el Zulia
estado fronterizo con Colombia, a través de un canal regional privado Telecolor, con la
que establecieron convenios.
El nuevo canal multinacional, ha incorporado con mucha aceptación por parte del
público, contenidos de las televisoras públicas de los países socios, más otros temas que
versan sobre las dinámicas del resto de países de Latinoamérica y el Caribe, y además
cuenta con 12 corresponsalías ubicadas en Bogotá, Buenos Aires, Caracas, La Paz,
Ciudad de México, Lima, Quito, Managua, Puerto Príncipe, La Habana, Washington, y con
colaboradores en Santiago de Chile, Asunción del Paraguay, Ciudad de Panamá.
Gustavo Hernández, citado en ese libro, advierte que no se puede llamar "mixto" al
sistema de radiodifusión que impera en el país, cuando hay una "coexistencia en
desigualdad" del régimen privado-competitivo y del público gubernamental.
Esto sucede desde que los gobiernos de Eleazar López Contreras (1936-1941) y
Marcos Pérez Jimenes (1946-1958) otorgaron 27 permisos de radiodifusión sonora y
cuatro de televisión a sectores privados, respectivamente.
Los dueños reales del espectro radioeléctrico venezolano son las plantas RCTV y
Venevisión que "concentran 85 por ciento de la inversión publicitaria en medios de
comunicación en el país, tienen 66 por ciento del poder de transmisión, dominan las redes
transmisoras y de difusión de la señal y controlan 80 por ciento de la producción y
elaboración de mensajes y contenidos que se difunden en Venezuela", señala Hernández.
El grupo Cisneros controla además 47.5 por ciento del canal de señal abierta Vale
en su relación con capitales extranjeros, participando así en otras empresas, como FM
Center Concesionaria, cuya Junta directiva forma parte de ODC.
En segundo lugar se ubica 1BC.RCTV que -señala el informe- se conoció como
grupo Phelps en los años 20. En 1929 se constituía como holding empresarial Sindicato
Phelps. En 1930 incursionó en comunicaciones, apoyado por RCA -productora de
aparatos radiofónicos que Phelps distribuía en Venezuela- fundando la 1Broadcasting
Caracas (1BC), la primera emisora comercial en el país. En 1936 asume la nominación de
Radio Caracas Radio (RCR) y en 1953 aparece Radio Caracas Televisión (RCTV).
Las empresas donde el grupo no posee el ciento por ciento, están asociadas a la
razón jurídica extranjera Coral Sea Inc. "Coral Pictures, ubicada en Miami, comercializa a
nivel mundial 1BC y en menor potencia posee la misma estructura de concentración de
propiedad que ODC".
Siguiendo este esquema está el Grupo Imagen La Tele, encabezado por Fernando
Fraíz Trapote, Elías Tarbay Assad y otros cuatro socios, varios de los cuales están, a su
vez, en la Junta Directiva de la Operadora Cablevisión SA, "a pesar de que cien por ciento
de las acciones pertenecen a la extranjera Telecom Trading Corporation , vinculada a
Airtel".
Este grupo "es operador de TV señal abierta UFH la Tele que inició operaciones
en diciembre de 2002" y está vinculado a diversas empresas, entre ellas de publicidad.
¿Por qué la salida del aire de un canal de televisión despertó las iras de la derecha como
si de una expropiación de bienes y propiedades se tratara? Porque de esa manera se les
recorta la posibilidad de contar, en forma impune, con una maquinaria propagandística
que les permite crear discursos convalidantes de sus privilegios, como si éstos fueran
inmutables o de orden natural.
Es en ese sentido que, durante esas jornadas, se reclamó, entre otros puntos, que
los medios deben dirigirse "a ciudadanos y no a consumidores", para ponerle punto final a
una matriz comunicacional que tanto vende jabones y teléfonos celulares como
presidentes y programas de gobierno diseñados en los centros de elaboración estratégica
del sistema corporativo transnacionalizado.
En el marco de ricas discusiones, en ambos foros se plantearon dos conceptos
que en buena medida pueden resultar útiles para analizar la dialéctica "democracia y
revolución – golpismo y privilegios de clase" que se registra en Venezuela.
Por un lado se afirmó que toda guerra comienza en los medios de comunicación y
más específicamente en la campaña de mentiras que los mismos difunden a través de
redes y circuitos globalizados. Por el otro, y recordando que los medios son eso,
solamente medios, mientras que el único entero es el conjunto de la sociedad, se destacó
que el poder de aquellos no es infalible: que la capacidad operativa y de éxito de los
medios de comunicación es inversamente proporcional a las energías y logros que los
movimientos sociales tengan en cuanto a dinámica y organización.
Sin embargo, ese mismo escenario sirve como ejemplo concreto de la capacidad
de éxito relativo que tiene la manipulación mediática, pues la decisión de soberanía y
democracia comunicacional adoptada por el gobierno de Chávez en el caso RCTV fue
posible por el alto grado de movilización social de los más amplios sectores del pueblo
venezolano, base desde la cual el presidente bolivariano pudo desplegar todo su coraje
político.
En Bolivia, otro de los países que están en la mira de las campañas de la mentira,
ya se podía afirmar en 2005 que "el fenómeno de la desconfianza hacia los medios bien
puede ser visto específicamente desde la construcción del discurso periodístico, en el que
se advierte una tendencia casi constante, en los últimos años, a la criminalización de la
protesta", según explicaba por aquél entonces el libro "De enteros y medios de
comunicación", de Adalid Contreras Baspineiro, editado en La Paz por CEDLA.
Tales conductas de los medios hegemónicos en el plano simbólico se apoyan sobre una
economía política con altos índices de concentración corporativa.
"En prácticamente la totalidad de las industrias analizadas y en casi todos los países, la
suma de los cuatro primeros operadores – de medios de comunicación – supera el 50 por
ciento del mercado. Esta cifra puede ser ponderada si se contempla que en la industria
farmacéutica, que tradicionalmente manifiesta una propensión marcada a la concentración
y al dominio de pocas firmas, los cinco actores del mercado mundial acaparan el 20,6 por
ciento de la producción de unidades y el 24,5 por ciento de la facturación, en tanto que los
10 primeros grupos controlan el 34 por ciento de la producción y el 40,3 por ciento de la
facturación", concluye el trabajo de los investigadores argentinos.
Además, y como iniciativa surgida de una de las cuatro mesas en las que se
dividió el desarrollo de esas jornadas, se pusieron en marcha las labores de un grupo
propulsor –integrado por especialistas de América Latina y Europa-, tendiente al
establecimiento de un Observatorio de Medios, el que, con una metodología específica y
sobre casos concretos, no sólo podrá proveerle materiales de análisis al Tribunal sino que
también estará en condiciones de demostrar, con ejemplos puntuales cómo en cada
escenario se manifiestan las agresiones comunicacionales de la corporación mediática
transnacionalizada.
BIBLIOGRAFIA
Ante esta ofensiva la respuesta estratégica del Estado debe ser la profundización
en la aplicación del modelo político comunicacional utilizando las herramientas jurídicas
necesarias como instrumento para regular los medios privados y a la vez impulsar la
creación de medios comunitarios que democraticen el acceso a la información de los
ciudadanos, lo cual significa a grandes rasgos, porque el ejercicio pleno y efectivo de esos
derechos, exige avanzar en dirección a la construcción de un sistema de información y
comunicación que contemple la articulación de radio y TV de servicio público de carácter
no gubernamental, de radio y TV comunitaria, de radio y TV alternativa, de radio y TV
privada y comercial y de radio y TV del Estado. Así mismo, exige la obligación del
gobierno y el Estado, de usar este sistema para su relación con los ciudadanos, de
acuerdo con una normativa expresa establecida para tales fines.