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Publicado en Actualidad Jurídica, N° 178, septiembre 2008, pp. 93-96.
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Alumno del undécimo ciclo de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Lima.
efectiva se encuentran reconocidos, dentro de nuestro ordenamiento, en el inciso
tercero del artículo ciento treintinueve de la Constitución Política del Estado.
Cuarto.- Que, al respecto, se sostiene que el derecho al debido proceso es un
derecho "continente", pues, comprende diversos derechos fundamentales de orden
procesal, razón por la cual, su contenido constitucionalmente protegido comprende
una serie de garantías, formales y materiales, de muy distinta naturaleza, cuyo
cumplimiento efectivo garantiza que el procedimiento o proceso en el cual se
encuentre comprendida una persona, pueda considerarse como justo. Por tanto, el
derecho al debido proceso, significa la observancia de los derechos fundamentales
esenciales, principios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como
instrumento de tutela de los derechos subjetivos, mientras que la tutela judicial
efectiva, supone tanto el derecho de acceso a los órganos de justicia como la
eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir, una concepción garantista y tutelar
que encierra todo lo concerniente al derecho de acción frente al poder-deber de la
jurisdicción. Quinto.- En atención a los argumentos expuestos en ambas instancias,
es necesario recordar que el Tribunal Constitucional, en su sentencia recaída en el
expediente cuatro mil quinientos ochentisiete — dos mil cuatro — AA/TC, sostuvo
que mediante la garantía de la cosa juzgada se instituye el derecho de todo
justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso
judicial no puedan ser recurridas mediante nuevos medios impugnatorios, ya sea
porque éstos han sido agotados o porque ha transcurrido el plazo para impugnarla;
y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal
condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros
poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que
resolvieron el caso en el que se dictó. Asimismo, en el expediente número tres mil
setecientos ochentinueve — dos mil cinco — PHC/TC se señaló que la autoridad de
cosa juzgada de una resolución judicial sólo se alcanza cuando ésta pone fin a un
proceso judicial. Sexto.- Que, asimismo, es del caso precisar que, aun cuando no
son instituciones diferentes, respecto de la cosa juzgada se advierten dos funciones
diversas; así, según nos dice Eduardo Couture, (Fundamentos del Derecho
Procesa/Civil, Cuarta Edición, Editorial B de f, Montevideo — Buenos Aires, 2002,
páginas 341 y siguientes) determinadas decisiones judiciales tienen, aún agotada la
vía de los recursos, una eficacia meramente transitoria. Se cumplen y son
obligatorias tan sólo con relación al proceso en que se han dictado y al estado de
cosas que se tuvo en cuenta al momento de decidir, pero no obstan a que, en un
procedimiento posterior, mudado el estado de cosas que se tuvo presente al
decidir, la cosa juzgada pueda modificarse. Esto es lo que la doctrina — según el
citado autor — denomina cosa juzgada formal, siendo el ejemplo más frecuente de
este género el referido a juicio de alimentos. Existe en cambio, cosa juzgada
sustancial, cuando a la condición de inimpugnable en el mismo proceso se une la
inmutabilidad de la sentencia aun en otro juicio posterior. Al respecto, citando a
Rosenberg, se dice que la cosa juzgada formal es un presupuesto de la cosa
juzgada sustancial, ya que constituye un antecedente necesario sin el cual no se
puede llegar a ésta. Séptimo.- Aclarados los conceptos anteriormente referidos,
resulta evidente que los pronunciamientos de ambas instancias contienen una
indebida motivación, pues han proclamado que las sentencias emitidas en los
procesos de alimentos no pueden adquirir la calidad de cosa juzgada, no obstante
que, dada la especial naturaleza de dicho procesos, resulta evidente que las
sentencias de ese tipo sí pueden llegar a adquirir la calidad de cosa juzgada, en su
manifestación de cosa juzgada formal, en razón de que pueden ser objeto de
modificación en un proceso de reducción, aumento o exoneración de alimentos.
Octavo.- Que, el artículo ciento setentiocho del Código Procesal Civil no realiza
distinción alguna respecto de si la sentencia cuya nulidad se pretende es una que
deba gozar de la calidad de cosa juzgada formal o material, por tanto, en razón de
que la norma no establece diferenciación alguna, el Juzgador no está autorizado a
introducir ninguna sub — división, debiendo analizar ambos tipos de casos por
igual. Noveno.- Que, el error conceptual incurrido en ambas instancias de mérito
ocasiona que el recurso de casación deba ser amparado y, por tanto, debe
procederse conforme a lo normado en el numeral dos punto tres del artículo
trescientos noventiséis del Código Procesal Civil, máxime si tenemos en
consideración que autores como Chiovenda, citado por Oscar Zorzoli (Cosa juzgada.
Mutabilidad. Revista Peruana de Derecho Procesal, Lima, 1998, página 151) estiman
que no es irracional la revisión de la cosa juzgada, dado que al res iudicata no es
absoluta y necesaria, sino que se estableció por razones de oportunidad y utilidad,
y tales fundamentos pueden, a veces, aconsejar un cambio, razón por la cual se
afirma que, cuando existen situaciones especiales — vicio grave, modificación de
circunstancias, notoria injusticia, etcétera —, los decisorios dejan de ser inmutables
y necesitan de una modificación conveniente a las circunstancias a fin de que no se
produzca una notoria injusticia que torne injusto el procedimiento. Por los
fundamentos expuestos, siendo evidente la infracción procesal en los términos
denunciados, en garantía del derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
efectiva, declararon: FUNDADO el recurso de casación interpuesto por don José
Domingo Choquehuanca Miranda a fojas setentinueve por la causal de
contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso y, en
consecuencia, declararon NULA la resolución de vista de fojas treintisiete, su fecha
veintiséis de abril de dos mil seis e INSUBSISTENTE el auto de fojas quince, su
fecha doce de diciembre de dos mil cinco, ORDENARON que el a quo califique
nuevamente la demanda, con arreglo a los considerandos precedentes;
DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El
Peruano bajo responsabilidad; en los seguidos por don José Domingo Choquehuanca
Miranda con Karla Celmira Begazo Benavente sobre nulidad de cosa juzgada
fraudulenta; y los devolvieron; 'Vocal Ponente señor Miranda Canales.- SS. TICONA
POSTIGO, PALOMINO GARCÍA, MIRANDA CANALES, CASTAÑEDA SERRANO,
MIRANDA MOLINA
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El artículo 123 del nuestro CPC establece que una resolución (rectius:
sentencia) adquirirá cosa juzgada cuando no sea impugnada en el plazo de ley
(aquiescencia de las partes respecto de su contenido), o cuando no existan medios
impugnatorios procedente contra ella (pronunciamiento del último grado
jurisdiccional en determinados procedimientos). Respecto de dicha norma, podemos
resaltar dos cuestiones: i) Cuando el CPC hace referencia a resolución debe
entenderse como sentencia pues, en estricta teoría, la cosa juzgada sólo puede
recaer sobre una sentencia; sin embargo, al referirse al término genérico resolución
es porque el propio CPC, a través de una excepcional extensión normativa,
contempla supuestos en los que resoluciones que no son sentencias pueden
adquirir la autoridad de cosa juzgada, como es el caso del auto que declara fundada
una excepción perentoria o el auto que aprueba el desistimiento de la pretensión. ii)
Por otro lado, es necesario precisar que los medios impugnatorios son aquellos
mecanismos ejercitados por las partes a través de los cuales se impugnan actos
jurisdiccionales dentro de un proceso, y no cuando éste ha concluido; por ello, la
posibilidad de rescindir una sentencia con autoridad de cosa juzgada mediante una
demanda de NCJF (rectius: revisión civil por fraude procesal) o una demanda de
amparo, al ser pretensiones autónomas, no resulta contradictoria con la norma del
artículo 123 del CPC.
facultad de ser la última palabra, en un Estado de Derecho, respecto
de la resolución de conflictos. De ahí proviene el vocablo autoridad.
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Con el término irrecurrible pretendemos diferenciarlo del término
inimpugnable puesto que, con el primero denotamos que no procede ningún
recurso (medio impugnatorio) contra ella, pero sí es impugnable a través de una
pretensión autónoma que podría generar un proceso de revisión. Recuérdese que
impugnar significa atacar, con que concluimos que hay una relación género a
especie entre impugnar y recurrir.
Finalmente, si aún se pretende justificar la distinción entre cosa
juzgada formal y material en supuestos como el caso de la sentencia
de alimentos en que, como indica la Sala, cabe la posibilidad de un
proceso de reducción, modificación o extinción de la pensión
alimentaria (por lo que sería una cosa juzgada mutable), se ignora un
elemental análisis lógico que nos lleva a considerar que la cosa
juzgada, al cubrir a la sentencia definitiva con su manto protector,
recae sobre las circunstancias de hecho sobre las que dicha sentencia
se pronunció. Es evidente que si esas circunstancias se modifican con
posterioridad a la sentencia, no puede pretenderse que ésta o la cosa
juzgada las contemplen.