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ÉTICA Y PERIODISMO CONTEMPORÁNEO: ¿ENEMIGOS ÍNTIMOS?

Por: Alberto Botton

Usted se levanta con una actitud optimista (o por lo menos trata de empezar
bien el día.) Casi inmediatamente, se le ocurre encender el televisor y escoge
el noticiero de su preferencia. Mientras desayuna algo a la “volada”, las
imágenes de accidentes de tránsito, crímenes, suicidios… invaden
violentamente sus ojos y siente como su rostro se desencaja progresivamente:
¿Cómo pueden transmitir ese tipo de noticias?, es la pregunta que esa “caja
boba” escucha sin darle una respuesta.

Si cree que este es el único problema ético del periodismo contemporáneo está
muy equivocado y, más aún, si asume que la televisión es el único medio
afectado por esta corriente amoral, que en “aras de una información veraz y
efectiva” no entiende que los oyentes, lectores, televidentes, público en
general, merecen ser tratados con respeto.

La otra cara del exceso de la información es la difusión de mentiras en los


contenidos noticiosos, donde la corroboración de fuentes informativas se toma
a la ligera, cuando es un principio básico del periodismo. Calumnias, injurias,
difamaciones que mancillan impunemente el honor de las personas, haciendo
de esta profesión un circo de dimes y diretes, cuando el verdadero protagonista
debe ser la noticia objetiva (o lo más cercano a esta característica) y no los
periodistas.

Alex Grijelmo, presidente de la Agencia EFE, nos habla del uso de las nuevas
tecnologías, como el Internet, donde las injurias pueden permanecer en sus
inmensos archivos. “La mentira reaparece con búsquedas segmentadas, no se
pierde nunca en el océano de datos del ciberespacio. Se pesca enseguida,
incluso sin querer...”

Podemos inferir que, en parte, el Internet ha creado efectos contrarios en la


labor del periodista, en contraposición a sus bondades e inclusive ha “relajado”
las facultades de investigación del hombre de prensa que prefiere estar
sentado en una silla navegando, en vez de revisar los archivos del medio o salir
al encuentro de la fuente oficial.

Ana Lucía Duque, directora de la Escuela de Periodismo del diario colombiano


El Tiempo, sintetiza la idea anterior afirmando que “Internet ha debilitado la
disciplina de verificación y de investigación” (de los periodistas modernos.)

Otros de los dilemas éticos es el empleo de un producto informativo anterior


para elaborar una nota periodística, sin citar la fuente original. En este caso, no
se ha descubierto la pólvora tampoco pero, no podemos negar que las
habilidades técnicas para cometer esta falta han crecido de forma alarmante.

FALSAS CONCLUSIONES, TRUCOS Y ALGO MÁS

En distintos medios podemos percibir la gran cantidad de noticias que nos


atiborran de detalles impactantes, sensibles, que buscan llamar nuestra
atención. No obstante, ¿Cuántos de estos informes son interpretados de
manera correcta por el periodista?

Por ejemplo, cuando los medios nos presentan el asesinato de una mujer y el
reportero relaciona al esposo como el presunto autor del crimen, por el simple
hecho de que era celoso o, porque “testigos presenciales” le contaron que días
previos, ambos discutieron en plena vía pública, asumiendo sus dotes de
“Sherlock Holmes” o de juez encargado del proceso. En este ejemplo, los
hechos ciertos pueden conducir a una conclusión falsa; o al menos, a una
conclusión no comprobada.

Sobre este vicio ‘analítico’ en el periodismo, Grijelmo explica que “aumenta el


peligro de que esta técnica sirva para que el periodista construya por su cuenta
la hipótesis y la explicite, confundiendo lo verosímil con la verdad;
confundiendo relaciones ciertas con relaciones falsas.”

Y si hablamos de problemas de percepción, una práctica de moda, en


complicidad del reportero gráfico y el editor informático del medio, es el uso (y
abuso) de los retoques fotográficos que hacen que una imagen pueda generar
en la gente ideas equívocas o distorsionadas de un hecho noticioso y, lo que es
más grave, de la realidad. Si bien no es tan condenable corregir, por motivos
estéticos, fotos de personajes de la farándula o del ambiente artístico, la traba
ética comienza cuando, se daña el concepto que la sociedad tiene de una
persona pública (ligada a la política, espectáculos, etc.), a través de montajes
fotográficos que la relacionan con personajes moralmente polémicos o de
dudosa reputación y, en el colmo de la falsedad, envueltos en escenarios
creados por una computadora. De igual manera, sucede en los casos de
portales Web noticiosos que acopian videos, cuyos contenidos nos llevan a
dudar sobre su legitimidad, debido al avance de las tecnologías o,
contrariamente, a asimilarlos como parte del mundo real.

LOS NUEVOS PROBLEMAS ÉTICOS DE HOY

¿Cuántas veces hemos descalificado la información sin periodismo que los


medios de comunicación masiva nos ofrecen diariamente? Este flagelo está
llevando a la población a consumir noticias cuya esencia ha sido sesgada,
viciada y, hasta cierto punto, manipuladas por intereses particulares.

¿Qué pasaría si el anunciante más importante de una empresa de


comunicación tiene vínculos con el narcotráfico? ¿El medio de masas no se
sentiría en la obligación de defender a su cliente?

El problema se agrava aún más cuando el ente informativo pasa por momentos
muy malos, económicamente hablando, y sus ansias de mantenerse en el
mercado lo obligan a “venderse” al mejor postor, fomentando un irrespeto
sistemático hacia la comunidad.

La independencia para informar es imposible si no está acompañada de la


independencia económica y de gestión y, con más razón si, aunque duela
aceptarlo, la tendencia a que los periodistas estén gobernados por la política y
el mercado, sean cada vez más notoria.
Referente a esta situación, Javier Darío Restrepo, uno de los más notables
exponentes de la ética periodística en América Latina, nos da un impulso
positivo de no bajar los brazos ante estos atropellos, afirmando que “entre más
poderosas sean las fuerzas que tratan de influenciar al periodismo, más
necesidad hay de una ética profesional”.

La ética profesional en el periodismo contemporáneo también está siendo


afectada por una tendencia que está vinculada con la opinión: el anonimato.
Cuando alguien brinda una información valiosa o expresa su punto de vista
debe identificarse, aceptando las consecuencias que traerá dicha iniciativa.
Pero ni siquiera en el espacio de “cartas al director”, el comunicante lo hace
adecuadamente; y lo más lamentable, en oportunidades, algunas publicaciones
llenan esa plaza con información de sus propios redactores, adjudicándose una
falsa transparencia y entendimiento con la opinión pública. De lo mencionado,
podemos derivar un conflicto ético ¿Los medios escritos tienen derecho a
censurar los insultos, corregir las faltas ortográficas de los lectores o reducir del
contenido de la opinión del lector?

Y así, podríamos nombrar muchos más problemas éticos que, en la actualidad,


perjudican el espíritu sustancial del Periodismo: La búsqueda de la verdad.
Empresas de comunicación social, periodistas y la sociedad, todos tenemos un
compromiso. Responsabilidades individuales que están ligadas con la libertad
de expresión, información, opinión y de difusión de la información. Derechos
que serán válidos cuando tomemos conciencia de lo que es periodismo de
utilidad y desarrollo para todos. Y, lo más elemental, que la tarea profesional
del periodista no se separe de los códigos éticos; que no quede sólo en teoría
sino que se haga práctica, que se convierta en moral.

Cuando entremos a trabajar en algún medio escrito, radial o televisivo,


sabremos que esta tarea no es fácil. Luis Miró Quesada de la Guerra lo dijo
alguna vez: «El periodismo puede ser la más noble de las profesiones o el más
vil de los oficios». ...

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