.Confrontación de las tesis liberales de Adam Smith frente al modelo económico propuesto por Karl Marx desde la redacción del Manifiesto Comunista, hasta su obra inmortal El Capital.
Ensayo histórico.
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del Manifiesto comunista escrito por Carlos Marx y Federico Engles. Sin embargo, no son de suyo las primeras palabras escritas acerca de comunismo que la humanidad ha visto, así como tampoco son las primeras palabras proferidas por Marx sobre comunismo. Son, en cambio, la cristalización ideológica de los movimientos obreros del siglo XIX.
La clase obrera, el proletariado fue visto por Marx como
uno de los dos actores antagónicos que personificaban la lucha constante de clases que el mundo una y otra vez ha visto pugnar. El otro actor lo encarna la burguesía capitalista, llegada al poder luego de derrocar el orden feudal y el control religioso por medio de la revolución francesa.
Una vez extinguido el combate de clérigos contra burgueses,
de reyes contra clase media queda ahora un solo y último combate: el de la clase obrera y proletaria frente a la burguesía acaudalada y capitalista. La clase que subió en Francia habrá de caer ante su nueva y definitiva opositora: el proletariado. Para Marx, al igual que para la liga comunista que le confió junto a Engles la redacción del manifiesto comunista, el ascenso al poder de la burguesía y su posterior derrocamiento será el último combate de clases. Esta última lucha será el paso para la dictadura del proletariado que culminará en una sociedad comunista.
Ahora bien, para Marx la razón por la que una clase se
ubica encima de otra se debe a que una de ellas tiene y posee realmente el control de los medios de producción. El sistema capitalista que representa la burguesía aherroja la clase obrera, dejándola al amparo despreocupado de la clase burguesa que avanza sin control siguiendo los presupuestos del pensamiento liberal, y, por tanto, buena parte de las tesis de Adam Smith. No obstante, para comprender cómo Marx concluye que la historia humana es una lucha constante de clases es necesario volver la mirada sobre Federico Hegel de quien Marx fuera discípulo. Hegel pensaba que la historia es una lucha constante de sociedades e intereses antagónicos contrapuestos de los cuales resulta un nuevo orden que sintetiza lo que es propio de uno y otro bando en algo nuevo (Sabine, 1945). Lo de Hegel es, en práctica, la aplicación dialéctica a fenómenos sociales que tiene por participantes dos actores o sociedades en un escenario rígido: la historia. En efecto, las luchas de los actores, culminaran cuando las sociedades logren la desaparición del antagonismo que encarnan.
Pues bien, Marx tomó de Hegel el método dialéctico, pero
reemplazó la disputa de clases por la lucha de clases sociales. Más aun, Marx se separó del camino trazado por la dialéctica hegeliana que trasegaba hacía un ideal perfecto sustituyendo lo ideal por su materialismo dialéctico. No supone esto, sin embargo, que Hegel sea el único antecedente de la filosofía de Marx pues el materialismo dialéctico es una consecución del examen que Marx hace de la economía, la sociedad y la política; tarea que en hombros de Hegel le hubiera sido imposible. Privados nosotros de afecciones, el comunismo ruso expresa bien los antecedentes del éxito de Marx “El marxismo es el legítimo sucesor de todo lo mejor que creó la humanidad en el siglo XIX, bajo la forma de filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés, que son las tres fuentes del marxismo” (Lenin, 1946).
Es verdad: si de fantasmas se trata, no solo el comunismo,
sino también Marx fue uno. Un hombre fantasma que recorrió Europa logrando un contacto cercano y real con los distintos países practicantes del capitalismo económico Francia, Alemania, Bélgica e Inglaterra. De esta manera, entre exorcismo y exorcismo, entre llegada y salida Marx halló de primera mano la realidad de la clase obrera en Europa. Una realidad unívoca de la gruesa masa indigente y una delgada masa pudiente. Por insoportable que fuere, la situación en que se hallaban los obreros ante el capitalismo era necesaria.
Así pues, como fantasma, Marx halló la realidad y con ella
el destino de la sociedad. La materialización de lo que vieron los ojos del fantasma ha quedado en las páginas inmortales de su obra El Capital.
Para Marx la lectura de la realidad, la lectura del hecho
real tiene implícito un vaho de fatalismo estoico. Las clases contradictoras ejemplificadas como “libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos” (Engles y Marx, 1846) son ahora proletario y burgués.
El proletariado surge de las entrañas del sistema
capitalista. La reducción de la riqueza a unas cuantas manos, el aumento del capital para reducidas élites acaudaladas, el desarrollo de la producción que ha generado la aparición nuevas máquinas; son gestores directos del creciente número de proletarios “Con el desarrollo de la industria se eleva la composición numérica del proletariado, crecen sus fuerzas y su conciencia de clase” (Pokrovsky, 1966). Las máquinas aceleran la producción, fomentan el desempleo, pero, al mismo tiempo, el empleo, pues si “el proceso de acumulación exige más mano de obra- expande la demanda- los grandes sectores desempleados, deseosos de trabajar –oferta- conllevarán el no incremento salarial” (Herrerías, 2010). De este modo, el control es absoluto, pero pasajero. El sistema capitalista será su propio verdugo, la centralización de capital, que en Marx no es otra cosa que su esencia, lo llevará a su desaparición y, por tanto, la desaparición de la lucha de clases.
Pedro Alexander Álvarez Aguilar.
Lic. Filosofía y pensamiento político y económico
Bibliografía
Herrerías, A (2010). Fundamentos para la historia del
pensamiento económico. México: Limusa.
Lenin, V (1946). Obras escogidas tomo I. Buenos Aires:
Problemas.
Marx, K y Engles, F (1984). El manifiesto comunista y otros
ensayos. Madrid: Ediciones progreso.
Pokrovsky, V (1966). Historia de las ideas políticas.
México, D.F: Grijalbo.
Sabine, G (1975). Historia de la teoría política. México,