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Resumen
Introducción
Leopoldo Marechal escribe Antígona Vélez a mediados del siglo XX, desde una
posición muy cercana al gobierno de Perón. Sus biógrafos afirman que la propia Eva
Duarte, a quien curiosamente el historiador Fermín Chávez había llamado “la Antígona
de Los Toldos”, rogó al autor que volviese a escribir Antígona Vélez, después de que
una actriz perdiera el manuscrito original dos años antes. 2
1
La presente comunicación presentada en el XX Simposio de la Asociación Argentina de Estudios
Clásicos es parte de mi tesina para aspirar a la Licenciatura en Enseñanza de la Lengua y la Literatura,
dirigida por la Prof. Silvia Calosso, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad
Nacional del Litoral, y realizada como base literaria para confrontar con el papel de la mujer en los textos
bíblicos, en el marco del Proyecto de Investigación “La antropología en el cristianismo primitivo”,
dirigido por el Dr. Juan Carlos Alby, en la Universidad Católica de Santa Fe.
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Adsuar Fernández (2004), Hebe Monges (2004), entre otros.
Su conversión al catolicismo y su afiliación al justicialismo, distanciaron a
Marechal de sus “compañeros martinfierristas”, a quienes dedicaría con nostalgia la
novela Adán Buenosayres. Justamente esta novela, que resultó un fracaso en su
aparición, es hoy su obra más recordada.
Años más tarde, otra gran dramaturga argentina, Griselda Gambaro, vuelve a
pensar y escribir el antiguo mito, en su Antígona Furiosa. Su posición frente al poder
institucional es totalmente opuesta a la de Marechal. Su voz femenina se alza para llorar
junto a las madres y abuelas de Plaza de Mayo, y para reclamar por los desaparecidos
durante la última dictadura militar. Gambaro escribe sus obras desde otra perspectiva, y
si bien mantiene el pesimismo trágico de Sófocles, abandona toda la formalidad y el
convencionalismo propios del teatro clásico, en un juego escénico que confronta
paródicamente la antigua tragedia con su lectura de la actualidad histórica.
Antígona
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Por ejemplo, no aparece en Teatro argentino moderno de Osvaldo Pelletieri (1997).
Al conocer su verdadera identidad, Yocasta se suicida, Edipo se arranca los ojos
y es expulsado de Tebas. Sus hijos varones deciden reinar por un año cada uno. Pero
Etéocles, al finalizar su período, se niega a dejar el poder a Polinices, quien huye y
organiza en su contra la campaña conocida como los Siete contra Tebas. Los hermanos,
cumpliendo la maldición proferida por su padre, se dan muerte mutuamente en la
batalla. El regente Creonte, hermano de Yocasta, proporciona honores fúnebres a
Etéocles, pero prohíbe bajo pena de muerte sepultar a Polinices. Aquí es donde termina
Siete contra Tebas de Esquilo, y comienza la tragedia de Sófocles.
Antígona Vélez
Antígona Vélez se divide en cinco cuadros, más un cuadro final, separados por
los cambios de una escenografía descrita con la minuciosidad de un pintor. Al coro de
ancianos tebanos, traspuesto como un coro de hombres –uno de ellos es anciano-,
agrega Marechal un coro de mujeres. Las tres doncellas podrían considerarse otro
pequeño coro, del mismo modo que las tres brujas. Éstas últimas, con sus profecías
junto al fuego, envuelven la acción dramática en una bruma de misterio.
Antígona furiosa
Esta breve y bellísima obra es una reducción del hipotexto, tanto en la extensión
temporal como en el número de personajes y en la amplitud del espacio escenográfico.
Gambaro limita los personajes sofócleos, en sentido estricto, a Antígona y el Corifeo.
El Corifeo de Sófocles, en cambio, es desdoblado entre su homónimo y Antinoo,
personaje agregado por la autora argentina. En sentido más amplio, debemos mencionar
a Creonte, presente el algunos parlamentos del Corifeo, tanto detrás de la carcasa como
fuera de ella.5 Tampoco está ausente Hemón, ya que Antígona por unos momentos toma
su lugar frente a Creonte. Ismena habla por boca de su hermana. Además, el Corifeo de
Gambaro resume algunas estrofas del Coro, lo cual reafirma la etimología de su
nombre. El Corifeo no es un capitán sin barco, sino el conductor de un coro ausente,
que se materializa en la alusión a algunas estrofas de la tragedia griega.
5
Según las indicaciones escénicas, el Corifeo asume la figura de Creonte cuando se coloca detrás de la
carcasa, pero también fuera de ella sirve de vehículo a las palabras del tirano griego.
La presentación se inicia mostrando a Antígona ahorcada, cerca de una mesa de
café, en la que dialogan Antinoo y el Corifeo. Antígona saca la cabeza de la horca y
comienza a girar entre cadáveres invisibles. Desde este comienzo, la línea argumental
de la tragedia griega está quebrada y vuelta a anudar en momentos diferentes. La
trasposición paródica presenta a un Corifeo y a un Antinoo burlones y grotescos,
ridiculizados por su propia irreverencia, que confunden a Antígona con la Ofelia de
Hamlet.6
Esta ridiculización del poder está directamente relacionada con la furia que se
anuncia en el título del drama de Gambaro. La Antígona posmoderna ya no cree en la
razón del que manda, y esta es su principal diferencia con la marechaliana. La Antígona
de Gambaro no protesta por un solo Polinices, sino por miles. Y no confía en el
resurgimiento de una nueva generación purificada por el sacrificio, porque ha perdido
toda esperanza.
De la esperanza a la furia
6
Los versos que canturrea Antígona provienen del Acto IV de la tragedia shakespeariana.
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Otras fuentes afirman que Antígona Furiosa fue escrita alrededor de 1968 y estrenada en 1986.
concatenación de sucesos que transformaron para siempre la historia del país y
dividieron el pensamiento y los sentimientos de sus habitantes.
Hacia la década del ’80 nos acercamos al segundo realismo reflexivo. Este teatro que en
su proyecto mimético imita, para construir lo-no-dado, busca inventar, descubrir, crear
la realidad de lo-no-dicho o de lo-que-no-se-puede-decir... (...) Se ubica en el escenario
un mundo de conflictos que oscilan entre la risa, el humor negro y la desesperación; la
crítica, la denuncia y el silencio de la angustia. Tal es el teatro de Griselda Gambaro...
En el discurso dramático de esta escritora la representación deja de ser mera copia o
reproducción de lo que una comunidad experimenta como realidad, para convertirse en
una nueva configuración. Se produce una identificación de la metáfora con la mímesis.9
Marechal escribe una trasposición seria, que “cristianiza” los valores morales y
religiosos de la antigua Grecia y les da una salida esperanzadora, totalmente ajena al
pesimismo trágico. El poder se cuestiona, pero se respeta. El ordenamiento del texto
dramático en cuadros y escenas, responde a la propuesta de un ordenamiento
sociopolítico orientado hacia un futuro esperanzador, tan amplio como el horizonte de
las pampas.
De esta manera, la lectura que hacen nuestros dramaturgos del texto sofócleo y
de sus posibles mediaciones, determina dos tipos diferentes de trasposición y
valoración, e influye de un modo decisivo en la estructura dramática elegida por cada
uno para reescribir la antigua tragedia.
A modo de conclusión
Si apelamos a una imagen visual para describir el tratamiento del hipotexto por
parte de ambos autores, podemos decir que Marechal toma el material trágico y lo
coloca en un nuevo molde, haciendo coincidir ordenadamente cada personaje con su
epónimo, y guarda la obra en un cajón diferente, agregándole ya un rótulo de esperanza
ajeno al espíritu trágico.
Bibliografía consultada