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METODOLOGÍA DE MEDICIÓN Y MAGNITUD DE

LA POBREZA EN COLOMBIA

(texto preliminar sometido a ajustes eventuales)

Misión para el Diseño de una Estrategia para la Reducción


de la Pobreza y la Desigualdad

Bogotá, febrero de 2006


2

INDICE DE MATERIAS

1. MEDIDAS DE LA POBREZA..................................................................5
1.1. Medidas subjetivas de la pobreza................................................................... 5
1.2. Medidas no monetarias ................................................................................ 12
1.2.1. Hambre y desnutrición......................................................................... 12
1.2.2. Índice de desarrollo humano (IDH) ..................................................... 14
1.2.3. Índice de pobreza humana (IPH) ......................................................... 15
1.2.4. Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) ............................................. 15
1.2.5. Índice de condiciones de vida (ICV)..................................................... 17
1.2.6. SISBEN................................................................................................ 18
1.3. Medidas monetarias utilizadas internacionalmente....................................... 19
1.3.1. Medidas relativas: la mitad del ingreso mediana ................................. 19
1.3.2. Medidas absolutas: 1 dólar y 2 dólares PPA per cápita/día. ................ 20
1.3.3. Medidas absolutas: líneas de indigencia y de pobreza vía una canasta
normativa............................................................................................................ 21
1.3.4. Pobreza con enfoque de género ........................................................... 22
2. LÍNEAS DE POBREZA E INDIGENCIA Y MEDIDAS DE LA POBREZA EN
COLOMBIA ............................................................................................. 25
2.1. Tres mediciones básicas de las líneas de indigencia y de pobreza................. 25
2.2. Líneas de pobreza e indigencia estimadas por la MERPD (m 2005)............. 28
2.3. La pobreza nacional vía ingresos, medida con diversas metodologías .......... 28
2.4. Cálculo de la incidencia de la pobreza vía gastos y vía ingresos, antes o
después de subsidios ............................................................................................... 29
3. EVOLUCIÓN DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD EN COLOMBIA ...... 30
3.1. Evolución de la pobreza 1991-2005 ............................................................. 30
3.2. Comparaciones internacionales.................................................................... 33
3.3. Pobreza e indigencia por departamentos y en las principales ciudades ......... 34
3.4. La intensidad de la pobreza y porcentaje del ingreso per cápita necesario para
erradicarla ............................................................................................................... 35
3.5. La desigualdad del ingreso en Colombia...................................................... 37
3.5.1. Evolución reciente de la desigualdad del ingreso................................. 37
3.5.2. La desigualdad colombiana en el contexto internacional ..................... 38
3

ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro 1.1. Respuestas a la pregunta: “Actualmente, ¿cómo son las condiciones de vida
en su hogar?”, por quintiles de ingreso per cápita nacionales. ................................ 8
Cuadro 1.2. Suficiencia de ingresos reportada por los hogares, porcentaje................... 10
Cuadro 1.3. Ingresos* considerados como mínimos, excelentes, y malos .................... 10
Cuadro 1.4. Pobreza relativa: porcentaje de población con ingresos inferiores a la mitad
de la mediana de la distribución del ingreso per cápita......................................... 20
Cuadro 1.5. Incidencia de pobreza e indigencia por sexo............................................ 23
Cuadro 1.6. Indicadores de pobreza con enfoque de género......................................... 24
Cuadro 1.7. Tres metodologías para estimar las líneas de pobreza e indigencia en
Colombia (resumen metodológico)...................................................................... 27
Cuadro 1.8. Valor (promedio tercer trimestre 2005) de las líneas de indigencia y
pobreza (por persona y por hogar) a nivel nacional y en las zonas urbanas y rurales.
............................................................................................................................ 28
Cuadro 1.9. Porcentaje de población colombiana indigente y pobre según ingresos y
según gastos de la ECV 2003. ............................................................................. 30
Cuadro 1.10. Porcentaje de población pobre antes y después de subsidios. ECV 2003. 30
Cuadro 1.11. Número de pobres e indigentes en Colombia (cabeceras y resto rural).... 33
Cuadro 1.12. Pobreza e indigencia por departamentos (datos medios 2004) ................ 34
Cuadro 1.13. Evolución de la Pobreza, la indigencia, los ingresos per cápita reales y el
coeficiente de Gini en las cuatro ciudades principales.......................................... 35
Cuadro 1.14. Medidas de Pobreza en Colombia: Incidencia (H), Intensidad (I), Brecha
(H*I) y Foster-Greer-Thorbecke (P2). ................................................................. 36
Cuadro 1.15. Algunas medidas de desigualdad a nivel nacional. ................................. 38

ÍNDICE DE GRÁFICOS

Gráfico 1.1. Diversas medidas de la pobreza ................................................................. 5


Gráfico 1.2. Porcentaje de hogares que respondió afirmativamente a la pregunta,
“¿Usted se considera pobre?”, por quintiles de ingreso per cápita nacionales. ....... 7
Gráfico 1.3. Desnutrición y privación de las tres comidas diarias ................................ 13
Gráfico 1.4. Índice de desarrollo humano (IDH) y sus componentes, 1990-2004 ......... 14
Gráfico 1.5. Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) 1985-2003, % de la
población. ........................................................................................................... 16
Gráfico 1.6. Índice de Condiciones de Vida (ICV) ...................................................... 18
Gráfico 1.7. Población con ingresos inferiores a 1 dólar PPA por persona al día en 98
países (1994-2000) y evolución 1996-2004 en Colombia..................................... 21
Gráfico 1.8. Estimación de la incidencia de la pobreza en Colombia con varias
metodologías....................................................................................................... 29
Gráfico 1.9. Incidencia de la indigencia y la pobreza en Colombia 1991-2004 ............ 31
Gráfico 1.10. Incidencia de la indigencia y la pobreza en Colombia 1996-2004 .......... 32
Gráfico 1.11. Porcentaje de población pobre e indigente en varios países de América
Latina (2002)....................................................................................................... 33
Gráfico 1.12. Brecha y severidad de la pobreza y la indigencia y porcentaje del ingreso
per cápita necesario para erradicarlas................................................................... 37
Gráfico 1.13. Porcentaje del consumo/ingreso nacional que corresponde al quintil más
pobre, datos varían entre 1998 y 2002 ................................................................. 39
4

SIGLAS Y ABREVIATURAS

CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe


DANE Departamento Administrativo Nacional de Estadística
DDS Dirección de Desarrollo Social
DNP Departamento Nacional de Planeación
ECH Encuesta Continua de Hogares
ECV Encuesta de Calidad de Vida
ENH Encuesta Nacional de Hogares
FAO Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la
alimentación
GCV Grupo de Calidad de Vida
ICBF Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
ICV Índice de Condiciones de Vida
IDH Índice de Desarrollo Humano
IPC Índice de precios al consumidor
IPH Índice de Pobreza Humana
LI Línea de indigencia
LP Línea de pobreza
MERPD Misión para el Diseño de una Estrategia para la Reducción de la
Pobreza y la Desigualdad
NBI Necesidades Básicas Insatisfechas
PIB Producto interno bruto
PNDH Programa Nacional de Desarrollo Humano
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo
PPA Paridad de poder adquisitivo
SISBEN Sistema de Selección de Beneficiarios de Programas Sociales
UNIFEM Fondo de desarrollo de las Naciones Unidas para la mujer
5

1. MEDIDAS DE LA POBREZA.
La pobreza es un estado de privación del bienestar no solo material (consumo de
alimentos, vivienda, educación, salud, entre otros) sino que se refiere también a otras
esferas de la vida: inseguridad personal y de los bienes; vulnerabilidad a la salud, a los
desastres y a las crisis económicas; exclusión social y política; y libertad de realización
de capacidades. Dado ese carácter multidimensional, la pobreza puede ser medida de
diferentes formas. Oscilan entre las subjetivas y las objetivas (Gráfico 1.1). Las
objetivas pueden clasificarse en no monetarias y monetarias, y estas últimas en
relativas o absolutas (Ramírez y Muñoz, 2004). Haremos un repaso de las más
importantes, estimando, para cada una, el porcentaje de pobres que resultaría en el caso
colombiano.

Gráfico 1.1. Diversas medidas de la pobreza


MEDIDAS MEDIDAS NO
SUBJETIVAS MONETARIAS
MEDIDAS DE
POBREZA
MEDIDAS
RELATIVAS
MEDIDAS
OBJETIVAS MEDIDAS
MONETARIAS
MEDIDAS
ABSOLUTAS

1.1. Medidas subjetivas de la pobreza.


Las medidas subjetivas sobre la pobreza se basan en las respuestas que los hogares dan
a preguntas directas sobre su percepción de estado de pobreza. Consideraremos dos
formuladas en la Encuesta de Calidad de Vida de 2003 (ECV 2003).

Aunque hasta cierto punto existe la pobreza absoluta, es claro que la pobreza es una
condición tanto relativa como subjetiva. A medida que el nivel de vida de una sociedad
crezca, o aún el nivel de vida del pequeño grupo de personas que a uno lo rodea (es
decir, el grupo de referencia), es posible que una persona empiece a sentirse pobre si su
propio nivel de vida ha permanecido estancado. Del otro lado, quizás el ver la situación
infortunada de personas en la calle puede hacer que una persona se sienta privilegiada y
lejos de la pobreza, aún si no tenga cubiertas algunas otras necesidades consideradas
como básicas por la mayoría de las sociedades, como es, por ejemplo, el acceso a la
educación.

Igualmente a como la relatividad puede existir a nivel espacial, también puede existir a
nivel temporal. El haber perdido ingreso puede dar una sensación pobreza, así como el
estar ganando más dinero hoy puede hacer a una persona sentirse próspera en relación
con el pasado. Es aún más probable que el perder ingreso induzca la sensación de
pobreza por la relativamente gran caída en utilidad que las personas sufren al sufrir una
pérdida (un cambio marginal mayor que el que experimentarían si ganaran la misma
cantidad de dinero), tal como ilustra la conocida Prospect Theory de Kahneman y
Tversky (1979).
6

Por estas razones, entre otras, la respuesta a la pregunta “¿Usted se considera pobre?”1
en la ECV 2003 no está tan altamente concentrada en los quintiles bajos como uno
esperaría, y al mismo tiempo, se encuentra un alto porcentaje la población de los
quintiles de ingreso per cápita altos que se considera pobre (ver Gráfico 1.2).
Consecuentemente, aunque nos pueda dar una buena idea sobre cómo se sienten los
colombianos en términos socioeconómicos, la respuesta a esta pregunta no resulta en un
buen instrumento para señalar a aquellas personas en necesidad de asistencia social del
estado.2

El 67% de los hogares respondió sentirse pobre en 2003. Mirado por quintiles de
ingreso per cápita, en el quintil uno, esta cifra fue de 91%. Es difícil pensar cómo una
persona del quintil uno podría no sentirse pobre3: que el 9% de los hogares en este
quintil no se sienta pobre se podría explicar en parte por el estigma de responder
afirmativamente, o simplemente, que los bajos ingresos del mes de referencia fueron
atípicos para el hogar. Esta última afirmación es frecuentemente corroborada por el
consumo de los hogares, el cual no tiende a oscilar tanto a través del tiempo como los
ingresos.

No es sorprendente que la percepción de pobreza baje con el quintil, o que esta caída
sea menos pronunciada al principio – el pasar del primer quintil al segundo puede ser un
salto grande en ingresos pero el nivel ingreso aún se puede considerar objetivamente
deficiente. Por esto, entre el primer y el segundo quintil, la percepción de pobreza de los
hogares baja solo del 91% al 82%, mientras que luego baja del 71% en el tercer quintil
al 59% en el cuarto quintil. Ya en el quinto quintil, baja mucho más (a 33%) – aunque
esta gran caída de 27 puntos porcentuales podría estar parcialmente explicada por la
gran desigualdad de ingresos en este quintil, un análisis por deciles también mostró la
presencia de hogares que se sienten pobres en el decil 10.

Que un tercio del quinto quintil del país se sienta pobre es verdaderamente preocupante.
Mientras que, como veremos adelante, el quinto quintil sí tiene algunas condiciones
socioeconómicas por mejorar, estas condiciones no parecen ser congruentes con tan alto
índice de percepción de pobreza. Aquí se podría decir que ha sido muy influyente la
relatividad tanto espacial como temporal.4 En otras palabras, los hogares claramente no
se limitan a compararse verticalmente (“con los de arriba y los de abajo”), sino que
parecen hacer también una comparación horizontal con su entorno social.

El hecho de que las personas en el sector urbano estén más expuestas a los medios y a la
concentración de riqueza en este país, lo haría a uno pensar que el índice de percepción
de pobreza sería más alto en este sector, al controlar por el nivel de ingresos. Sin
embargo, éste no es el caso, y las personas en el sector rural se sienten mucho más
pobres que aquellas en el sector urbano, aún cuando pertenecen al mismo quintil de

1
La pregunta es contestada en un 60% por el jefe del hogar y en un 40% por el cónyuge. No existen
diferencias en la respuesta dependiendo en si el jefe o el cónyuge es el que contesta.
2
Otra razón por la cual no es quizás un buen indicador es que la percepción de un fenómeno como la
pobreza puede ser sujeta a diferentes niveles de conciencia sobre lo que se debe considerar una vida digna
a través de los diferentes estratos socioeconómicos.
3
La mediana del ingreso per cápita de esta población apenas supera los $55.000 mensuales (pesos
colombianos de 2003).
4
El quinto quintil tiene un alto nivel de desigualdad, con un coeficiente de variación de 2.9. Por otro lado,
el 22% de los hogares del quinto quintil reportó que el nivel de vida actual del hogar empeoró con
respecto a cinco años atrás.
7

ingresos. El 88% de los hogares del sector rural se sentía pobre en 2003, versus un 60%
en el sector urbano. Dado los bajos ingresos del sector rural, la cifra de 88% no es tan
sorprendente – lo que es sorprendente es que el 69% de los hogares miembros del
quinto quintil rural se haya declarado como pobre, mientras que en el sector urbano, sea
en el tercer quintil donde se encuentra un índice de percepción de pobreza parecido a
éste (68%). Dado que el quinto quintil en el sector rural representa sólo el 5% de esta
población (los quintiles son hechos a nivel nacional) uno esperaría que al menos hubiera
un efecto de relatividad que haría sentir menos pobres a los habitantes del sector rural
que son miembros del quinto quintil nacional. ¿Por qué será tan alta la percepción de
pobreza en el sector rural, aún al controlar por el quintil de ingresos nacional? Una
posible explicación es que las personas no contemplen exclusivamente sus propios
ingresos al considerar su percepción de pobreza, sino también consideren la
accesibilidad a bienes y servicios (incluyendo la calidad de estos), muchos de los cuales
están fuera del alcance de la población rural, no obstante su nivel de ingresos. Quizás no
sea meramente la falta de dinero restante, pero asimismo la falta de un buen servicio de
acueducto o electricidad, o una buena escuela, la que le dé a las personas una sensación
de pobreza. Esto podría explicar por qué la percepción de pobreza no baja tan
pronunciadamente entre el cuarto y quinto quintil, como sí lo hace en el sector urbano.

Gráfico 1.2. Porcentaje de hogares que respondió afirmativamente a la pregunta,


“¿Usted se considera pobre?”, por quintiles de ingreso per cápita nacionales.
100%

80%

60%

40%

20%

0%
Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Total

Urbano 87% 81% 73% 59% 36% 60%


Rural 95% 90% 85% 78% 70% 88%
Total nal 91% 85% 76% 62% 39% 67%

Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003. Responde el jefe de hogar o su cónyuge.

Otra razón por la cual la percepción de pobreza siga alta en el quinto quintil puede tener
que ver con el hecho de que los ingresos per cápita no hayan sido calculados teniendo
en cuenta economías de escala o adultos equivalentes. Como se verá más adelante,
existe una muy alta concentración de hogares unipersonales en el quinto quintil en el
sector rural. El ingreso per cápita del que estos hogares disfrutan quizás esté
sobreestimado en términos relativos; en otras palabras, quizás al haber calculado los
ingresos per cápita teniendo en cuenta equivalencias de escala y economías de escala,
algunos de estos hogares hubieran cambiado de quintil. Sin embargo, estos cambios
muy dudosamente podrían resultar en un índice de percepción de pobreza semejante al
que vemos en los miembros del quinto quintil que habitan el área urbana, el cual es 28
puntos porcentuales menor. La razón restante para explicar el más alto índice de
pobreza en el quinto quintil rural versus el urbano es el bajo número de observaciones
en el quinto quintil rural, el cual, como se mencionó arriba, sólo alcanza las 194.
8

La ECV 2003 también hace una pregunta informativa (aunque algo vaga) sobre la
calificación de las condiciones de vida en el hogar.5 El jefe (o cónyuge) califica sus
condiciones de vida como muy buenas, buenas, regulares, o malas. Las cifras que se
refieren a esta pregunta se deben mirar con cautela dado que no es claro a qué se refiere
la expresión “condiciones de vida en su hogar”. Se podría interpretar como, por
ejemplo, la situación socioeconómica o el estado de las relaciones intrafamiliares del
hogar, o como una combinación de estas dos situaciones, y / u otras. Asimismo se debe
reconocer que lo que es considerado como bueno por una persona puede ser lo que otra
considera como malo, debido a que la percepción de las condiciones de vida puede estar
también afectada por efectos temporales o especiales.
Sólo el 5% de los hogares colombianos consideró sus condiciones de vida como muy
malas, así como muy buenas. Más bien, la gran masa de la población se ubicó fuera de
los extremos, considerando sus condiciones como buenas (46%) o regulares (44%).
Una mirada por quintiles muestra que la percepción de buenas condiciones del hogar
está fuertemente ligada al ingreso (Cuadro 1.1). Sólo a partir del cuarto quintil se
encuentra que más de la mitad de los hogares considera sus condiciones de vida como
buenas (55%) o muy buenas (5%). En el primer quintil, el 60% respondió que las
condiciones de su hogar eran regulares, mientras que el 13% (más del doble de la media
de la población total) respondió que las condiciones de vida eran malas.

Cuadro 1.1. Respuestas a la pregunta: “Actualmente, ¿cómo son las condiciones de


vida en su hogar?”, por quintiles de ingreso per cápita nacionales.
Quintil Total nacional Urbano Rural
nacional Muy buenas Muy buenas Muy buenas
según ingreso o buenas Regulares o o buenas Regulares o o buenas Regulares o
per cápita (%) malas (%) (%) malas (%) (%) malas (%)
Q1 27,2 72,8 28,2 71,9 26,2 73,8
Q2 37,0 63,0 36,0 64,0 38,9 61,1
Q3 49,1 50,9 49,9 50,1 45,8 54,2
Q4 59,8 40,2 60,4 39,6 55,8 44,2
Q5 80,0 20,0 81,0 19,0 65,3 34,7
Total 50,6 49,4 54,7 45,3 38,1 61,9
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003. Responde el jefe de hogar o su cónyuge.

La percepción de condiciones de vida es notablemente más negativa en el sector rural.


El contraste entre los sectores urbano y rural no es tan severo como el que se vio en la
percepción de pobreza al controlar por el quintil de ingreso nacional. Es sólo a partir del
cuarto quintil de ingreso que el área rural se vuelve menos “optimista” que el urbano: el
porcentaje de hogares que vio sus condiciones como muy buenas o buenas es inferior en
el área rural, mientras que el porcentaje que las consideró como regulares es mayor. El
contraste es especialmente grande en el quinto quintil, otra vez quizás demostrando que
la falta de infraestructura y servicios en el área rural hacen que el bienestar de las
personas no sea tan sensible al ingreso como en el área urbana, aunque otra explicación
por este contraste puede ser el bajo número de observaciones que se encuentra para la
población de la zona rural que pertenece al quinto quintil de ingresos per cápita
nacional.

5
La pregunta es “Actualmente las condiciones de vida en su hogar son muy buenas, buenas, regulares, o
malas?”
9

El lector debe tener claro que la percepción de buenas condiciones de vida no implica la
ausencia de percepción de pobreza, igualmente como la percepción de regulares
condiciones de vida tampoco implica la percepción de pobreza, esto debido, entre otras
razones, a que la pregunta no indaga específicamente por las condiciones
socioeconómicas del hogar.6 El 39% de los hogares que se clasificó como pobre,
también manifestó que sus condiciones de vida eran buenas o muy buenas, mientras que
el 25% de los hogares que declaró no ser pobre, también consideró sus condiciones de
vida como regulares o muy malas. Sin embargo, no obstante lo que parece ser una
discordancia, sí existe una clara y significativa relación entre la percepción de pobreza y
unas condiciones de vida regulares o malas.

La Encuesta tiene otra pregunta altamente ligada a la percepción de pobreza, la cual


indaga sobre si la persona considera que los ingresos de su hogar no alcanzan para
cubrir los gastos mínimos, sólo alcanzan para cubrir los gastos mínimos, o cubren más
que los gastos mínimos. Dado que la pobreza se define como una carencia de
necesidades y capacidades básicas, se podría decir que el no tener suficiente ingreso
para cubrir “gastos mínimos” es ser pobre. Por otro lado, el poder cubrir los gastos
mínimos se podría definir como la ausencia de pobreza. Sin embargo, es importante
tener en cuenta que el fenómeno de la pobreza puede tener otras dimensiones que no se
pueden adquirir en el mercado, como por ejemplo la libertad de expresión.

Es importante también tener en cuenta que la definición de “gastos mínimos” no está


incluida en la Encuesta; ésta está expuesta a la opinión de la persona que responde, y
claramente, lo que se considere como gastos mínimos puede subir a medida que suba el
estatus socioeconómico y las personas comiencen a considerar como “necesarios” más
bienes y servicios y/o una mejor calidad de éstos.

El 42% de los hogares colombianos reportó no tener suficientes ingresos para los gastos
mínimos, mientras que el 51% manifestó que sólo le alcanzaban (únicamente el 8% dijo
que sus ingresos cubrían más que los gastos mínimos). En este caso, la asociación con el
quintil de ingreso es, por razones obvias, muy estrecha, pero también suficientemente
no estrecha como para evidenciar que lo que las personas consideran como gastos
mínimos está también ligado al quintil de ingreso; es decir, entre mayor el ingreso,
mayor el valor de los gastos considerados como mínimos. Por ejemplo, que el 32% de
los hogares del primer quintil alcance a satisfacer sus gastos mínimos, mientras que el
13% del quinto quintil no los pueda cubrir demuestra que, a medida que el quintil sube,
la definición de gastos mínimos incrementa.7 Estas medidas entonces se deben tomar
con cautela, pues las personas de los bajos quintiles que dicen sí poder cubrir sus gastos
mínimos quizás lo logran simplemente por definir los gastos mínimos por debajo de lo
que la sociedad en general considere como necesario para sobrevivir dignamente. Que
haya personas conformes con su pobreza no necesariamente implica que éstas no sean
pobres.8

Existe un gran contraste entre las zonas urbana y rural: mientras el 38% de los hogares
urbanos no cuenta con suficientes ingresos para los gastos mínimos, esta cifra es del

6
Igualmente, la pregunta sobre percepción de “pobreza” no define el fenómeno de pobreza.
7
Otra explicación puede ser que los ingresos recibidos por el hogar en el mes de referencia fuero atípicos,
pero esta situación más probablemente no fue así para la mayoría de los hogares.
8
Interesantemente, el 15% de los hogares que dijo no tener suficientes ingresos para cubrir sus gastos
mínimos, declaró no considerarse pobre. Por otro lado, el 22% de los hogares que reportó tener ingresos
mayores a sus gastos mínimos, manifestó que se consideraba pobre.
10

51% en la zona rural. Los ingresos cubren más que los gastos mínimos en el 10% de los
hogares urbanos, pero sólo en el 3% de los rurales. A pesar de esta discrepancia, los
perfiles por quintiles no difieren mucho, aunque hay algunas excepciones notables. Por
ejemplo, en el segundo quintil, el 58% de los hogares urbanos reporta insuficiencia de
ingresos para gastos mínimos, mientras que en el sector rural esta cifra es, en contraste,
sólo del 50%. En el quinto quintil el porcentaje de hogares cuyos ingresos no alcanzan
es siete puntos porcentuales mayor en el sector rural; no obstante, esta diferencia no es
tan sorprendente teniendo en cuenta que los ingresos de los habitantes del sector urbano
que pertenecen al quinto quintil son considerablemente más altos que aquellos del
sector rural.

Cuadro 1.2. Suficiencia de ingresos reportada por los hogares, porcentaje


Quintil
de
Urbano Rural Total nacional
ingreso
per No Sólo Cubren No Sólo Cubren No Sólo Cubren
cápita alcanzan alcanzan más alcanzan alcanzan más alcanzan alcanzan más
Q1 71.1 28.2 0.6 69.3 30.3 0.4 70.2 29.3 0.5
Q2 59.8 39.3 0.9 54.0 45.3 0.7 57.7 41.5 0.8
Q3 48.7 48.8 2.5 41.8 57.2 1.0 47.0 50.9 2.2
Q4 33.2 62.0 4.8 31.0 65.5 3.6 32.8 62.6 4.6
Q5 15.7 60.4 23.9 23.0 56.5 20.5 16.2 60.1 23.6
Total 38.3 52.1 9.6 51.4 46.0 2.6 41.5 50.6 7.9
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003.

Tres preguntas de la ECV relacionadas con la anterior nos pueden dar más luz sobre lo
que cada quintil considera como “gastos mínimos” y cómo los ingresos de su hogar
comparan con éstos. Estas preguntas son: ¿Cuál considera usted que debería ser el
ingreso mínimo mensual que requiere su hogar para satisfacer adecuadamente sus
necesidades?” “Si (respuesta a la anterior) es el ingreso mínimo mensual que requiere
su hogar para satisfacer adecuadamente sus necesidades, ¿cuáles serían los ingresos
que usted podría calificar de excelentes? ¿Malos?”. Los promedios por quintil de
ingreso, expresados en ingresos per cápita, de las respuestas a estas preguntas se
encuentran en el Cuadro 1.3.

Cuadro 1.3. Ingresos* considerados como mínimos, excelentes, y malos


Quintil
de Ingresos mínimos Ingresos excelentes Ingresos malos
ingresos Total Total Total
hogares Urbano Rural nacional Urbano Rural nacional Urbano Rural nacional
Q1 117.790 75.956 96.066 228.262 144.532 184.783 45.643 27.320 36.130
Q2 139.735 106.764 128.671 253.968 186.386 231.291 56.940 41.308 51.691
Q3 190.190 153.394 183.697 361.758 301.037 351.097 74.407 60.217 71.924
Q4 296.281 220.808 287.737 549.013 383.165 530.238 111.769 96.314 110.019
Q5 715.169 504.616 704.705 1.361.041 997.844 1.343.136 271.815 197.393 268.122
Total 290.377 118.122 244.593 547.595 219.168 460.370 111.625 45.706 94.121
*Ingresos expresados en términos per cápita, pesos 2003. Fuente: Cálculos MERPD con base ECV 2003.

Es evidente que el nivel de los ingresos clasificados como mínimos, excelentes, o


malos, incrementa a medida que el quintil de ingresos sube. Este fenómeno se puede
parcialmente explicar por expectativas de un nivel más alto de vida para los quintiles
más altos, diferencias regionales en salarios y precios, una correlación entre el quintil de
ingreso y el estrato de servicios públicos, y por el hecho de que los hogares de los
11

quintiles más bajos, al ser más numerosos, se pueden beneficiar por economías de
escala y por ende requerir un ingreso per cápita menor. Asimismo, el nivel de ingresos
reportado es considerablemente menor para el sector rural: en promedio, por quintil de
ingreso, los ingresos considerados como mínimos, excelentes, o malos por habitantes
del sector rural fueron menores en un 33% que los reportados por los habitantes del
sector urbano, reflejando contrastes en precios como quizás también diferencias en lo
que es considerado como gastos mínimos, y/o diferencias en la proporción del consumo
derivado de ingresos.

El comparar los ingresos reportados como mínimos necesarios con los ingresos9 (o
gastos) actuales de los hogares nos puede dar otra medida de pobreza que se puede
contrastar con aquella de si los ingresos del hogar alcanzan o no para los gastos
mínimos. A nivel nacional, es evidente que el porcentaje de personas que reportaron que
sus ingresos no le alcanzan para cubrir los gastos mínimos (41.5%) es inferior al
porcentaje de personas cuyos ingresos reportados son inferiores al monto reportado
como el valor de lo que se consideran gastos mínimos (48.1%). No en todos los
quintiles se encuentran tales discrepancias, pues el tercer y cuarto quintil muestran
cifras similares que sólo difieren entre dos y cuatro puntos porcentuales. Las mayores
discrepancias se encuentran para el primer quintil y para el quinto quintil (ambos de la
magnitud de 13 puntos porcentuales, y en la misma dirección que la diferencia
encontrada en el total de la población). Que haya habido una tan alta divergencia en el
primer quintil puede ser evidencia de que los ingresos tan bajos que se reportaron no
fueron los ingresos mensuales “típicos” del hogar. Que esto haya ocurrido también en el
quinto quintil se puede explicar también por esta razón, pues dado que los ingresos de
este quintil son más altos, tienen más manubrio para fluctuaciones a través del tiempo;
asimismo, es más probable que la población de este quintil tenga acceso a activos, e.g.
ahorros, que le permitan cubrir los gastos mínimos.10

A nivel rural/urbano también se encuentran discrepancias en la misma dirección pero


solamente al nivel de quintiles. El porcentaje de habitantes del sector rural cuyos
ingresos no alcanzan es menos de un punto porcentual menor que porcentaje cuyos
ingresos reportados es inferior al valor de los gastos considerados como mínimos.

Cabe anotar que las medidas subjetivas de la pobreza aportan valiosas indicaciones;
sugieren que la percepción de la pobreza puede ser, no tanto un concepto absoluto, sino
relativo a los patrones de vida del entorno social (Thorbecke, 2003) y también a la
historia reciente de los hogares. No obstante se basan en percepciones que pueden ser
inestables, al poder ser, por ejemplo, influenciadas por una concienciación de la
condición de pobreza, o por cambios en la posición socioeconómica del grupo de
referencia. Por eso, las medidas objetivas siguen siendo un instrumento necesario para
formular y monitorear una estrategia contra la pobreza.

9
Con los ingresos excluyendo la imputación por arriendo.
10
La pregunta indaga por la suficiencia de ingresos, lo cual excluiría el acudir a ahorros. Sin embargo,
esta pregunta puede ser mal interpretada.
12

1.2. Medidas no monetarias


Un segundo enfoque metodológico se basa en la medición objetiva de la privación
frente a las necesidades básicas; la falta de alimentos es la primera de ellas.

1.2.1. Hambre y desnutrición


El no tener suficiente dinero para comer “adecuadamente” es frecuentemente
considerado como un indicador de indigencia. En este sentido, la definición de comer
“adecuadamente” se puede basar en el valor de una canasta de alimentos que satisfaga
los requerimientos de energía (y adicionalmente, nutrientes) considerados como
mínimos.11 Las personas cuyo ingreso per cápita del hogar sea inferior a este valor son
consideradas como indigentes bajo este marco. No obstante, otros gastos necesarios del
hogar hacen que no sea necesariamente sólo la población “indigente” por ingresos la
que no alcance a alimentarse bien. Por esto, no se puede asumir que la población
indigente es la única que no tiene la capacidad de estar bien nutrida o que puede sufrir
hambre. Son entonces importantes los indicadores que miden la nutrición y el hambre
directamente.

En Colombia, los datos históricos de las Encuestas Nacionales de Demografía y Salud


(Gráfico 1.3 (A)) muestran que, aunque la desnutrición infantil ha venido
disminuyendo, todavía, en el 2005, el 12,1% de menores de 5 años sufría de
desnutrición crónica (baja talla para la edad) y el 7,0% sufría de desnutrición global
(bajo peso para la edad). La desnutrición global (bajo peso para la talla) se encontró
considerablemente leve, en 1,2%; no obstante, esta cifra representa un incremento
(aunque pequeño) frente al año 2000.
Entre las posibles aproximaciones a la medición de carencia de nutrición adecuada (y
quizás hasta de hambre) se encuentra también la pregunta hecha en la ECV 2003: “¿Por
falta de dinero, algún miembro del hogar no consumió ninguna de las tres comidas
(desayuno, almuerzo, comida), uno o más días de la semana pasada?” Esta pregunta no
tiene una definición normativa clara sobre lo que constituye una de las tres comidas.
Igualmente, la pregunta no es explícita en términos de si se refiere a hambre12, pero al
menos sí apunta a la carencia de dinero disponible para gastar en alimentos. También se
podría decir que lo hace de manera más estricta que una medida basada en el valor de
una canasta considerada como mínima, ya que no se incorporan como sufrientes de
hambre las personas que comieron sólo una de las tres comidas todos los días de la
semana pasada (cuyo valor haya sido inferior al de la canasta mínima). Por otro lado, la
pregunta no nos permite indagar sobre grados de intensidad de carencia de ingresos que
se puedan destinar a la comida, e.g. el número de personas en el hogar que no comieron
las tres comidas o el número de días de la semana que no pudieron comer las tres
comidas.

A pesar de las afirmaciones de arriba, esta pregunta se puede utilizar como una
aproximación del nivel de hambre en los hogares colombianos. El 8% de los hogares

11
Para el caso colombiano, el ICBF determina estos requerimientos, basándose en las recomendaciones
calóricas de la FAO.
12
Un paquete de papas fritas, por ejemplo, aunque tenga valor calórico, no sería considerado por muchos
como un desayuno, almuerzo, o comida, mientras que muchas personas sí consideran un pan y un café
como un desayuno, aunque éste no tampoco tenga mucho valor nutricional.
13

respondió afirmativamente a esta pregunta.13 La concentración en el primer quintil es


notable con una magnitud del 20%, la cual baja precipitadamente hasta alcanzar tan solo
un 3% en el quinto quintil. No obstante, que el 3% de los hogares del quinto quintil
hayan tenido algún miembro que “aguantó hambre” la semana anterior al ser
encuestados es indiscutiblemente alto, considerando los altos ingresos per cápita que se
encuentran en este quintil.14 A contrario de que haya habido un mal entendido sobre el
significado de la pregunta, quizás lo que esto demuestra es un muy alto costo de otras
necesidades del hogar, obligándolo a sacrificar una buena alimentación; esto, asumiendo
que los ingresos del hogar son repartidos igualmente entre sus miembros.15

En promedio, el nivel de “hambre” que se encuentra en el sector rural es levemente más


alto que aquel en el sector urbano (9% versus 8%). Sin embargo, por quintiles, es
notable que, salvo en el quinto quintil, el nivel de “hambre” es siempre mayor en el
sector urbano. La brecha es especialmente alta en el primer quintil, donde el 20% de los
hogares urbanos aparentemente sufrió hambre, mientras que, en contraste, sólo el 12%
de los hogares rurales enfrentó esta situación. Esta divergencia demuestra que en el
sector rural, el consumo de alimentos está menos fuertemente ligado a los ingresos, esto
debido a un mayor autoconsumo en la zona rural, el cual tiende a ser compuesto por
alimentos.

Gráfico 1.3. Desnutrición y privación de las tres comidas diarias


(B) Porcentaje de hogares donde algún
miembro no comió ninguna de las tres
(A) Desnutrición crónica, aguda, y global en comidas uno o más días de la semana pasada
menores de 5 años, 1965-2005 (ECV 2003)

35
31.9
30 25%
25 21.1 20%
22.4
Porcentaje

20 16.6 15%
16.8 15.0
15 13.5 10%
10.1 12.1
10 8.4 6.7 5%
3.9 4.9 7.0
5 2.9 0%
1.4 0.8 Q1 Q2 Q3 Q4 Q5 Total
1.2
0
Urbano 21% 15% 8% 6% 3% 8%
1960

1965

1970

1975

1980

1985

1990

1995

2000

2005

2010

Rural 13% 8% 7% 4% 4% 9%
Total nal 17% 12% 8% 5% 3% 8%
Aguda Crónica Global

Fuente: 1965-1997: Instituto Nacional de Salud; 1990- Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003.
2005 Encuestas Nacionales de Demografía y Salud
(ENDS)

13
Es importante aclarar que la pregunta indaga si algún miembro del hogar no pudo comer las tres
comidas por falta de dinero. Por lo tanto, no se puede extrapolar a que el 8% de la población total no
comió las tres comidas uno o más días de la semana antes de ser encuestado.
14
En el 2003, el ingreso per cápita de los hogares de las personas del quinto quintil fue $1.056.812, con
un mínimo de $410.442 y un máximo de $400.000.000 (cálculos MERPD con base en ECV 2003).
15
También es importante notar que del 8% de los hogares que respondió que algún miembro del hogar no
comió las tres comidas uno o más días de la semana pasada por falta de dinero, el 12% no se consideró
pobre, y el 32% consideró que sus ingresos le alcanzaban para cubrir los gastos mínimos del hogar.
14

1.2.2. Índice de desarrollo humano (IDH)


El Índice de desarrollo humano (IDH), diseñado por el PNUD en 1990, utiliza como
enfoque la búsqueda de medios para mejorar las condiciones de vida y aumentar el
rango de las libertades de los individuos. Es así que el IDH está compuesto por tres
componentes que se consideran como las cuatro capacidades de mayor importancia:
vivir una vida larga y digna, disponer de educación, tener acceso a los recursos de un
nivel de vida digno (PNUD, 2004). Sus indicadores son: el índice de esperanza al nacer,
el índice de logro educativo (compuesto por la tasa de alfabetización de adultos y la tasa
bruta combinada de matricula en educación primaria, secundaria, y terciaria), el índice
de PIB per cápita, medido en dólares en términos de paridad de poder adquisitivo
(PPA). El IDH reduce estos tres indicadores a una medida común entre 0 y 1, mediante
la medición del logro relativo de cada indicador, teniendo en cuenta la distancia relativa
al objetivo deseado.
Gráfico 1.4. Índice de desarrollo humano (IDH) y sus componentes, 1990-2004
(A) Índice de desarrollo humano (B) Índice de logro educativo
0.800 0.860
0.787 0.849 0.851
0.790 0.850
0.776 0.780 0.838 0.844
0.780 0.841 0.850
0.775 0.771
0.840 0.847
0.770 0.764 0.843
0.845
0.771 0.830
0.760 0.766
0.750 0.759 0.820
0.754
0.819
0.740 0.728 0.739 0.810
0.797 0.806
0.730
0.800
0.720 0.732
0.801
0.710 0.790
0.711 0.793
0.700 0.780
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004

1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
(C) Índice de esperanza de vida (D) Índice de PIB per cápita
0.8 0.793 0.795 0.740
0.731
0.79 0.716
0.720 0.717
0.781
0.78 0.786
0.776 0.697
0.77 0.700 0.702
0.771 0.699 0.688
0.76 0.766
0.762 0.680
0.75 0.668 0.677 0.679
0.753
0.660 0.668 0.670
0.74 0.662
0.740
0.73 0.733 0.640
0.719
0.72
0.726 0.620 0.625
0.71 0.714

0.7 0.600
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004

1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004

Fuente: Cálculos PNDH con base en DANE: Censo de Población (1993), proyecciones de población;
ENH, ECH; DNP/DDS/GCV, esperanza de vida; PNUD: Informe de Desarrollo Humano y World Bank:
World Development Indicators Database.

Claramente, aunque el IDH es una medida de desarrollo más integral que lo que podría
ser una medida de ingresos per cápita (o el porcentaje de personas bajo un umbral de
éste), no logra captar todas las dimensiones del desarrollo humano, al ser este último un
concepto mucho más amplio y complejo. Por ejemplo, el Informe de Desarrollo
Humano 2004 destaca la participación cómo un componente importante del desarrollo
15

humano, el cual no hace parte del IDH. Sin embargo, el IDH no deja de ser útil como un
índice compuesto que permite el monitoreo de un conjunto capacidades deseables para
el país.

En el Gráfico 1.4 se puede apreciar la evolución del IDH entre 1990 y 2004, y la
variación de cada uno de sus tres componentes, mostrando la gran influencia que ha
tenido el índice del PIB sobre el índice compuesto. El comportamiento del índice de
logro educativo ha sido influenciado por el índice del PIOB. El índice de esperanza de
vida, por su parte, ha venido subiendo monótonamente a un ritmo constante. Para poner
estas cifras en perspectiva, en términos del IDH, en el año 2003, Colombia se ubicó en
el puesto 69 en comparación con 177 países. Los países con valores de IDH cercanos a
Colombia incluyen Venezuela, Ucrania, Brasil, y Tailandia. Es considerado así, un país
de desarrollo humano medio. El IDH de 2003 para Colombia (0,780) se encontró por
debajo del promedio para América Latina y el Caribe (0,797).

1.2.3. Índice de pobreza humana (IPH)


Al ser el resultado de promedios generales, el IDH no índica mucho sobre las
condiciones de las personas más pobres en un país o las desigualdades que existen en
los logros de desarrollo humano entre la población. Es por esto, y con el propósito de
captar otras dimensiones del desarrollo humano, que el PNUD también ha desarrollado
el Índice de pobreza humana (IPH), centrado en la proporción de personas que vive bajo
cierto umbral en relación con aspectos básicos de desarrollo humano, tiene como
componentes la probabilidad al nacer de no vivir hasta los 40 años, la taza de
alfabetización de adultos, y, para medir la capacidad de tener un nivel de vida digno, el
porcentaje de personas sin acceso sostenible a una fuente de agua mejorada y el
porcentaje de niños menores de cinco años con peso insuficiente para la edad.16 En el
año 2003, según cálculos del PNUD, en términos del IPH, Colombia se ubicó en el
puesto número ocho entre 103 países en desarrollo. En América Latina, fue superado
por Uruguay, Chile, Costa Rica, y Cuba.

1.2.4. Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)


El indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) es a veces calificado como una
medida alternativa de pobreza; éste considera como pobre a aquellos hogares o personas
que tengan insatisfecha al menos una de cinco necesidades definidas como básicas
(pobreza por NBI) y como en miseria a aquellos hogares o personas que tengan al
menos 2 necesidades insatisfechas (miseria por NBI). Cada de estas cinco necesidades
se consideran como insatisfechas bajo los siguientes criterios:

i. Vivienda inadecuada: Vivienda con piso de tierra o material


precario en las paredes.
ii. Vivienda sin servicios: Hogar sin agua por acueducto o, en áreas
urbanas, sin conexión a alcantarillado o pozo séptico.
iii. Hacinamiento crítico: Número de personas por cuarto superior a 3.
iv. Inasistencia escolar: Hogar con niños de 7 a 11 años que no
asisten a la escuela.

16
Esta metodología se utiliza únicamente para países en desarrollo.
16

v. Alta dependencia económica: Hogar con más de tres personas por


miembro ocupado y cuyo jefe tenga, como máximo, tres años de
educación primaria aprobados

Todas las variables de NBI pertenecen al hogar, dado que en términos de la magnitud
del problema, se puede analizar esta medida de pobreza al nivel del hogar. Sin
embargo, tal análisis esconde el más alto porcentaje de personas que vive con
necesidades básicas insatisfechas, dado que los hogares con NBI tienden a ser más
grandes.

Como se puede apreciar en el Gráfico 1.5, bajo esta medida, el porcentaje de pobres ha
venido cayendo en Colombia a medida que mejoran las características de la vivienda, el
hacinamiento, la cobertura en servicios básicos, y la escolaridad y que la demografía
hace caer la tasa de dependencia (no obstante, en los últimos años, las mejorías en este
índice se han tendido a estancar). Entre 1985 y 2003, la población con una o más
necesidades básicas insatisfechas pasó del 45,0% al 21,7% y con dos o más del 22,8%
al 6,3%. Este indicador por lo general no es muy sensible a la coyuntura económica,
evidenciando más bien la pobreza estructural. No obstante, durante la crisis del final de
los años 90, se evidenció un incremento en la pobreza y miseria medidas por este
criterio, debido, predominantemente, por una caída en la asistencia escolar. Es notable
también que, aunque se ha venido cerrando a lo largo del tiempo, existe una amplia
brecha entre los índices en la zona urbana y rural, los índices de pobreza e indigencia
por NBI siendo más que el doble y el triple, respectivamente, este mismo índice en el
área urbana.
Gráfico 1.5. Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) 1985-2003, % de la
población.
(A) Pobreza por NBI (una o más NBI) (B) Miseria por NBI (dos o más NBI)

80 45 44
72
70 40
63 35
60
30 30
Porcentaje

Porcentaje

50 45 25 23
40 20
32 37 37
15 13 15
30 27 13
10 9
20 22 6
16 5
4
10 0
1985

1988

1991

1994

1997

2000

2003

1985

1988

1991

1994

1997

2000

2003

Urbano Rural Total nacional Urbano Rural Total nacional

Fuente: 1985 y 1993, DANE censos. 1996-2000, cálculos DDS-DNP con base en ENH; 2002-2003
cálculos PNDH con base en ECH.

El índice de NBI es uno de los indicadores de pobreza más citados en Colombia, y es


utilizado actualmente como variable influyente en la repartición de recursos a las
entidades territoriales a través del Sistema General de Participaciones (SGP). Sin
embargo, es importante tener en cuenta sus limitaciones. En primera instancia, es claro
que la gama de necesidades que una sociedad puede considerar como necesarias es
amplia, y las cinco necesidades básicas incluidas en este índice claramente no logran
captar la privación que puede existir en una sociedad. Cabe destacar que la nutrición,
17

claramente una necesidad prioritaria, no está incluida en este índice.17 Asimismo, el


índice de NBI a nivel urbano tiende a ser muy bajo debido a que muchas de las
variables medidas por el índice de NBI están correlacionadas con la infraestructura
urbana. Es por esto que el simple desarrollo urbano puede dar la sensación de un
mejoramiento en la condición de pobreza del país, aún si las personas en la zona urbana
permanecen con importantes carencias (por ejemplo, el desempleo es notoriamente más
alto en la zona urbana que en la rural). Por último, el índice de NBI no permite analizar
que tan pobres son las personas consideradas como pobres, al ser un indicador simple.
Por ende, tampoco permite analizar las desigualdades que pueden existir entre la
población considerada como pobre.

1.2.5. Índice de condiciones de vida (ICV)


El índice de condiciones de vida o ICV18 intenta dar un alcance más integrado y más
informativo sobre la satisfacción de necesidades básicas y calidad de vida que el índice
de NBI, al combinar indicadores de bienes físicos (características de la vivienda y
acceso a servicios públicos), capital humano presente y potencial (años de educación de
jefes de hogar y de mayores de 12 años, asistencia escolar de niños y jóvenes) y
composición del hogar (hacinamiento y proporción de niños menores de seis años).
Cada característica tiene asociada un peso, de acuerdo con su aporte al estándar de vida
de la población.19 Así, este índice genera un ordenamiento continuo de los hogares (una
escala de 0 a 100), de acuerdo con los valores de cada una de las variables incluidas.
Este índice, al no tener un carácter normativo de identificar hogares como en condición
de pobreza, es más bien utilizado para comparaciones intertemporales e interespaciales.
Al ser de carácter continuo, sí permite, a diferencia del índice de NBI, mediciones de
desigualdad, y si se aplica un punto de corte para la condición de pobreza, se podría
identificar la intensidad de la pobreza.

En el Gráfico 1.6

Gráfico 1.6 se observa la evolución del ICV entre 1985 y 2000 para el total nacional y
las zonas urbana y rural. Se observa, como en el caso de NBI, un mejoramiento
importante a lo largo del tiempo, el cual se ha estancado en los últimos años. Asimismo,
es evidente una pequeña deterioración de las condiciones de vida durante la crisis del
final de los noventa, de la cual los colombianos luego se recuperan. Claramente,
también se demuestra una amplia brecha entre el ICV de la zona rural y la urbana; ésta
se ha venido estrechando a lo largo del tiempo debido a que las mejorías en el ICV para
la zona rural han sido de mayor magnitud.

Las ponderaciones del ICV se deben ajustar a lo largo del tiempo, debido a cambios en
las características socioeconómicas de la población y cómo éstas contribuyen al
estándar de vida; de ser así, no obstante hay que tener en cuenta que el ICV está basado
en correlaciones, pero no necesariamente en lo que una sociedad puede valorar como un
buen estándar de vida. Por ejemplo, el ICV, irónicamente, asigna un mayor puntaje a
aquellos hogares que arrojan las basuras al río, que a aquellos que la queman o la

17
En parte, las variables escogidas para este índice fueron determinadas por su disponibilidad en el Censo
de Población y Vivienda de 1985, así, permitiendo desagregaciones departamentales y municipales.
18
Elaborado por el DNP- Misión Social, PNUD (1999).
19
El ICV utiliza la metodología de componentes principales para asignar los pesos a cada variable,
aplicado a la ECV de 1993.
18

entierran, implicando que las condiciones de vida de los colombianos mejorarían


contaminando los ríos con deshechos. Asimismo, el ICV cómo es calculado hoy en día
es de carácter asintótico: por ejemplo, un hogar, para obtener el puntaje que indica la
mejor calidad de vida (100) no puede tener niños menores de 6 años; claramente, el
estándar al cual la sociedad colombiana se quisiera aproximar no sería de estas
características: los niños son necesarios para el sostenimiento de la población, entre
otros factores que estos brindan a la calidad de vida.

Gráfico 1.6. Índice de Condiciones de Vida (ICV)


84.8
82.3 83.3
85
79.0
73.3
75 78.8
73.3 75.7
65 70.8 60.7
55.5
55 60.2 51.0
46.6
45

35 29.8

25
1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004
Total nal Urbano Rural

Fuente: 1985-2000: DNP-Misión Social, con base en DANE, censo 85 y 93 y ENH; 2003-2004: PNDH -
DDS - DNP, con base en ECH.

1.2.6. SISBEN
Colombia utiliza el índice del SISBEN, o Sistema de Selección de Beneficiarios de
Programas Sociales, como instrumento para la focalización hacia la población más
pobre de varios programas sociales otorgados por el Estado.

El indicador del SISBEN es construido con la información que brota de censos


municipales parciales20 e intermitentes (uno que data de 1995 y otro más reciente del
2003-2005), aplicados específicamente para este fin. Utilizando una metodología
similar a aquella del ICV, el SISBEN asigna un puntaje a hogares encuestados, basado
en su nivel y acceso a la educación, características demográficas, acceso al mercado
laboral, condiciones de la vivienda, acceso a servicios públicos y seguridad social, y
tenencia de activos, entre otras variables que han mostrado tener una alta correlación
con los ingresos del hogar, y por ende, su capacidad de pago para acceder a servicios
sociales. El índice genera un ordenamiento continuo de los hogares y, en la actualidad,
se establecen niveles o puntos de corte que clasifican a la población objetivo de los
programas sociales otorgados por el Estado como indigente o pobres. Actualmente, que
un hogar tenga un nivel de SISBEN 1 lo clasifica como indigente, y que tenga un nivel
2 lo considera como pobre. Originalmente, los puntos de corte fueron elegidos basados
en la correlación entre las variables sociodemográficas y la incidencia de pobreza e

20
Estos censos son aplicados específicamente para el fin de clasificar a los hogares como beneficiarios de
programas sociales; por esta razón, las encuestas son aplicadas en zonas conocidas como pobres a priori.
No obstante, todo colombiano tiene derecho a solicitar ser encuestado con el fin de evaluar su nivel de
SISBEN, y por ende, su elegibilidad para ser beneficiario de programas sociales del Estado.
19

indigencia que arrojaba la ECV de 1993.21 La primera encuesta de SISBEN se hizo en el


1995, y la segunda, basada en una nueva metodología, debido a los cambios en la
relación entre el ingreso de los colombianos y las variables sociodemográficas, se hizo
entre 2003 y 2005.

Aplicado a la ECV22 de 1997 el SISBEN de 1995 arrojaba un porcentaje nacional de


población pobre (la situada en los niveles 1 y 2 del SISBEN) del 14,4% para el total
nacional, y 54% para la zona rural23, mientras que el nuevo SISBEN, aplicado a la
misma encuesta, arroja un 47,4% de pobres en el total nacional y 74,2% en el sector
rural. Estas diferencias son debido a cambios en las variables incluidas en el cálculo del
índice y cambios en la determinación de los puntos de corte para determinar pobreza.
Así, hay cambios no sólo en el ordenamiento de las personas, sino también en la
clasificación de la población pobre e indigente.

1.3. Medidas monetarias utilizadas internacionalmente

Las medidas monetarias de la pobreza (las más frecuentemente usadas) se basan en la


definición de un nivel de ingreso que sea justamente el necesario para garantizar un
estándar de vida mínimo. Ese estándar puede definirse en términos relativos frente a la
media nacional (Atkinson, 1974) lo que lo hace variable con el tiempo) o absolutos, un
valor relativamente fijo durante un largo período.

1.3.1. Medidas relativas: la mitad del ingreso mediana

Las medidas de pobreza relativa son comunes en los países desarrollados, donde la
pobreza “absoluta” se dice ser escasa. Más bien se habla de la pobreza relativa, en el
sentido de que uno se siente “pobre” cuando no alcanza el nivel de vida de la mayoría
de las personas que lo rodean. La pobreza relativa, en este sentido, se puede decir que es
un tipo de medida de desigualdad del ingreso. Por ejemplo, si todas las personas en una
sociedad tienen el mismo ingreso, la pobreza relativa sería cero, aún si este ingreso
equivale a un nivel de bienestar de miseria. Las medidas relativas de pobreza más
comúnmente utilizadas son aquellas sugeridas por Drewnowski (1977: la media del
ingreso); por Fuchs (1969: la mitad de la mediana del ingreso) o por otros autores
(Henderson, 1975: 56,6 % del ingreso de los asalariados ajustado estacionalmente). En
el caso de Colombia, donde muchas personas son pobres en términos absolutos, las
medidas de pobreza relativa no se suelen utilizar. Sin embargo, dado que Colombia es
un país con una distribución de ingreso excesivamente alta, puede ser de interés la
evolución de la pobreza relativa. Si como pobre, se definiera en Colombia a la
población cuyos ingresos sean inferiores a la mitad de la mediana del ingreso per cápita
(Cuadro 1.4.) esta definición haría que la población pobre, según la ECV 2003, fuera
apenas del 23,8%.24 Sin tener en cuenta los ingresos imputados por vivienda, podemos
ver que esta medida de pobreza se mantuvo estable en 2003 frente a 1997.

21
Utilizando la metodología de 1988 para el cálculo de las líneas de pobreza e indigencia (ver sección
1.3.3. Medidas absolutas: líneas de indigencia y de pobreza vía una canasta normativa.). En este sentido,
el indicador SISBEN depende de una medición de pobreza monetaria.
22
La ECV otorga las variables necesarias para calcular el puntaje SISBEN para cada hogar.
23
Cálculos DDS-DNP.
24
Esta medida, como se verá más adelante, no es muy lejana de la medida de indigencia (también
conocida como extrema pobreza) por ingresos para el caso colombiano.
20

Cuando se miran por separado las zonas y rural, el caso es muy diferente, dado la alta
desigualdad que existe entre estos dos sectores; los ingresos altos están concentrados en
el sector urbano.25 Por esto vemos que casi el 50% de los habitantes del sector rural se
encuentra por de bajo de la mitad de la mediana nacional (aunque esto mejora en más de
un punto porcentual en el 2003), mientras que en el sector urbano, sólo alrededor del
16% se encuentran en esta situación. El efecto de la imputación de arriendo, es leve y
mixto: cae para el total nacional y el sector urbano, pero sube en el sector rural.
Cuadro 1.4. Pobreza relativa: porcentaje de población con ingresos inferiores a la
mitad de la mediana de la distribución del ingreso per cápita.
ECV 1997 ECV 2003
Total Total
Urbano Rural nacional Urbano Rural nacional
Sin ingresos imputados por
vivienda 15,9% 47,6% 24,8% 16,6% 46,2% 24,4%
Con ingresos imputados por
vivienda NA NA NA 15,6% 46,6% 23,8%
Nota: En 2003, la mitad de la mediana de los ingresos mensuales per cápita sin imputación por vivienda
fue Col $80.407; con imputación por vivienda, fue Col $87.792.
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 1997 y 2003.

1.3.2. Medidas absolutas: Un dólar y dos dólares PPA per cápita/día.

Las medidas absolutas se basan en el concepto del mínimo estándar de subsistencia


(Rowntree, 1901). Ese mínimo predeterminado de vida está fijado en el tiempo y en el
espacio. La primera de esas medidas, diseñada por el Banco Mundial para fines de sus
comparaciones internacionales, es la de un dólar (pobreza extrema, o indigencia) y dos
dólares (pobreza) por día en paridad de poder adquisitivo (PPA).

La población colombiana (Gráfico 1.7 (A)) situada por debajo de un dólar diario (PPA)
por persona (pobreza extrema) se había elevado del 5.4% (1996) al 9,7% (1999) antes
de reducirse de nuevo para el 2004 (2,4%). Y la situada por debajo de 2 dólares/día
había pasado de 10,8% (1996) al 18,1% (1999) y al 7,6% (2004).26 Bajo esta medida,
Colombia se ha recuperado de la crisis del final de los noventa, llegando a índices
inferiores a aquellos evidenciados anteriormente al descenso económico.27

25
Aquí se utiliza la mitad de la mediana de la distribución entera, a cambio de la mitad de la mediana
urbana o rural, respectivamente.
26
En 2004, las líneas de US $1 y US $2 PPA al día se encontraron en Col $24.137 y Col $48.274 al mes,
respectivamente, según las tasas de cambio calculadas por el Banco Mundial (Banco Mundial, World
Development Indicators, purchasing power parity exchange rate).
27
Estos datos de pobreza, calculados por la MERPD, difieren de aquellos calculados por el Banco
Mundial. En primera instancia, el Banco Mundial no tiene una serie continua de pobreza de US $1 y US$
2 PPA para Colombia. Los cálculos puntuales hechos por el Banco Mundial no parecen tener una
metodología consistente y parecen ser contradictorios. Por ejemplo, la pobreza baja entre 1998 y 1999,
justo cuando Colombia enfrentó la peor crisis económica desde los años 30. Aparentemente, no hacen
ajustes por propiedad de vivienda, cuentas nacionales, o no declarantes, al tener niveles bastante elevados
para los años más recientes (para 1999, los valores son 8,2% para pobreza de US$ 1 PPA y 22,6% para
pobreza de US$ 2 PPA).
21

Gráfico 1.7. Población con ingresos inferiores a 1 dólar PPA por persona al día en 98
países (1994-2000) y evolución 1996-2004 en Colombia
(A) Población colombiana con menos de 1 y 2 (B) Población con menos de 1 dólar/día
dólares/día PPA (PPA) en 98 países (datos 1994-2000)
20% 18.1% 80
18% Mali
70

% pobl bajo un dólar/día


16% 72,8 (1994)
12.1% 60
14% 11.7%
11.8%
12% 10.8% 9.9%
10.9% 50
9.7% Colombia
10% 7.7% 40 5,9 (1997)
7.6%
8% 6.3%
5.9% 5.3% 4.6% 30
6% 5.4%
4.2%
4% 3.1% 20
2.4%
2% 10
0% 0
1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004
1 11 21 31 41 51 61 71 81 91
98 países
Indigencia, US $1 PPA Pobreza, US $2 PPA

Fuente: Otros países: Banco Mundial, World Development Indicators. Colombia: Estimaciones MERPD
con base ENH (septiembre) y ECH (tercer trimestre) y tasa de cambio PPA (purchasing power parity
exchange rate) del Banco Mundial, World Development Indicators.

Sin embargo, estas medidas parecen completamente insuficientes para un país de


ingreso medio como Colombia, como se echa de ver en el Gráfico 1.7 (B). Cabe
destacar que las medidas de pobreza de uno y dos dólares (PPA), aunque algo
ilustrativas para efectos de comparaciones internacionales, no están conceptualmente
ligadas a la idea de pobreza como una carencia de necesidades básicas, esto porque los
valores de las líneas de pobreza no representan una canasta específica de bienes y
servicios que una sociedad considera indispensables para vivir una vida digna, según su
cultura, condiciones geográficas, y nivel socioeconómico.28 Asimismo, claramente, uno
o dos dólares PPA no son suficientes para cubrir las necesidades que un país de ingreso
medio como Colombia podría considerar como básicas (dos dólares PPA al día no son
aun suficientes para adquirir una canasta de alimentos nutricionalmente y culturalmente
adecuada).

1.3.3. Medidas absolutas: líneas de indigencia y de pobreza vía una canasta


normativa
En América Latina (igual que en Colombia) se usa el método de la canasta normativa
de alimentos para determinar la línea de indigencia (LI). Este método requiere: a) una
definición previa de estándares nutricionales por edad, sexo y otras condiciones
personales (de esta labor se encarga la FAO), b) el conocimiento del contenido
nutricional de los diversos alimentos, y c) la elección de una población de referencia
para la determinación de los hábitos alimenticios en un año base (cantidades, precios).
La canasta normativa debe satisfacer el patrón de necesidades nutricionales (calorías,
proteínas y otros nutrientes) a un costo mínimo y ser “paladeable” (respetar los hábitos
de consumo de los hogares de la población de referencia).

28
Para una crítica acerca de la medición internacional de pobreza de US $1 y US $2 PPA, ver Reddy y
Pogge (2003).
22

Por su parte, la línea de pobreza (LP) puede calcularse fijando también estándares de
consumo para los gastos diferentes a los alimentos (vivienda, vestuario, transporte, etc.)
o, lo que más frecuentemente se aplica, multiplicando la línea de indigencia por la
relación entre el consumo total y el consumo de alimentos observado en la población de
referencia. Definidas ambas líneas en un año base29, el valor de la LI se actualiza hacia
adelante (o hacia atrás) usando índices de precios al consumidor (de alimentos ingresos
bajos) y el de la LP se actualiza sea usando un Engel fijo o, alternativamente, usando el
IPC total ingresos bajos. Con los valores mensuales de LI y LP, la incidencia de la
indigencia y la pobreza se estima en cada período con ayuda de encuestas de hogares.

1.3.4. Pobreza con enfoque de género


Algunas otras medidas de pobreza intentan analizarla bajo la perspectiva de género,
debido a que hombres y mujeres experimentan la pobreza en distintas magnitudes30,
pero también, especialmente, porque se ven afectados por este fenómeno de manera
distinta, debido a los roles diferenciados que la sociedad asigna a hombres y mujeres
(especialmente en la división sexual del trabajo) y a las relaciones de poder entre estos
(las cuales frecuentemente resultan en violencia doméstica contra la mujer), entre otros
factores. Sin embargo, es importante tener también en cuenta las barreras que tiene la
mujer para salir de la pobreza debido a un menor acceso al mercado laboral, el cual es la
fuente de ingresos más importante para la población en general, y especialmente, la que
vive en situación de pobreza. La mujer no sólo tiene tasas de desempleo más altas, sino
que también participa menos en el mercado laboral debido a su rol socialmente
determinado de ama de casa y principal cuidadora de miembros del hogar (niños/as,
enfermos/as, ancianos/as, etc.), el cual limita su tiempo disponible para el trabajo
remunerado. Asimismo, la mujer se “encasilla” socialmente en sectores laborales de
baja remuneración, y gana menos por su trabajo que el varón, aun para el mismo nivel
de educación y ocupación, evidenciando discriminación salarial. Estos aspectos por lo
tanto se han de tener en cuenta a la hora de medir la pobreza diferenciada por sexo y no
limitarse al ingreso per cápita.

Una manera tradicional de analizar la pobreza con perspectiva de género es calcular la


incidencia de personas por debajo de la línea de pobreza por sexo.31 Sin embargo, tal
cálculo no muestra importantes diferencias para el caso colombiano: para el total
nacional, el 56,0% de las mujeres eran pobres en 2003, versus el 55,1% de los hombres
(según cálculos con base en la ECV). Cuando se analiza esta incidencia de pobreza en la
zona rural, sí se ven diferencias más marcadas en la incidencia de pobreza entre
hombres y mujeres, pero estas discrepancias son inferiores a tres puntos porcentuales.

Otro modo tradicional de examinar la pobreza con perspectiva de género es calculando


la incidencia de pobreza en hogares con jefatura femenina y comparar ésta con aquellos

29
Para complicar más las cosas hay dos opciones: evaluarlas a precios implícitos (resultantes de dividir,
para cada bien, el gasto total por la cantidad consumida) o evaluarlos a precios de mercado (a los
arrojados por las encuestas de precios del IPC)
30
El fenómeno de la “feminización de la pobreza”, o que la incidencia de la pobreza es mayor entre las
mujeres, es frecuentemente debatido al no ser soportado por evidencia empírica (cuando la pobreza es
medida por ingresos). (Véase Chant (2003).)
31
Para la metodología de la incidencia de pobreza e indigencia por líneas de pobreza e indigencia, y otros
cálculos de incidencia, ver sección 2:
Líneas de pobreza e indigencia y medidas de la pobreza en Colombia.
23

de jefatura masculina.32 De este modo, se nota una incidencia de pobreza e indigencia


mayor en los hogares con jefatura femenina, pero ésta es inferior a un punto porcentual
para el total nacional, lo cual no la hace estadísticamente significativa. En la zona
urbana, la diferencia es de apenas dos puntos porcentuales; el contraste verdadero se
encuentra en la zona rural, dónde los hogares de jefatura femenina claramente tienen
incidencias de pobreza e indigencia significativamente mayores a los hogares con
jefatura masculina; la diferencia es de casi siete puntos porcentuales para pobreza, y
ocho puntos porcentuales para indigencia.

Cuadro 1.5. Incidencia de pobreza e indigencia por sexo


Total nacional Urbano Rural
Pobreza Indigencia Pobreza Indigencia Pobreza Indigencia
TOTAL PERSONAS 55,3% 19,5% 49,7% 15,4% 70,9% 31,0%
Mujeres 56,0% 19,6% 49,9% 15,5% 72,5% 32,2%
Hombres 55,1% 19,4% 49,4% 15,3% 69,4% 29,8%
TOTAL HOGARES 47,9% 16,3% 42,9% 26,3% 63,0% 13,1%
Jefatura femenina 48,7% 17,5% 44,8% 14,5% 68,8% 32,6%
Jefatura masculina 47,5% 15,8% 42,0% 12,4% 61,5% 24,6%
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003.

Aunque el análisis de incidencia de pobreza (medida por línea de pobreza) demostró


algunas diferencias, especialmente para la zona rural, no es suficiente categorizar la
incidencia de pobreza por sexo; resulta necesario analizar el problema de una manera
más integral, más allá de la subsistencia material, bajo enfoques de situación de
vulnerabilidad, capacidades33 y exclusión social, destacando así la pobreza que no se ve
al analizar datos generales en base a una de línea de pobreza e ingresos per cápita de los
hogares. Entre estas dimensiones se encuentra la invisibilidad del trabajo doméstico no
remunerado34, la discriminación laboral y salarial, y la ausencia de ingresos propios de
muchas mujeres, la cual se traduce en falta de autonomía económica.35,36 Es
especialmente importante tener en cuenta también las diferencias por sexo en lo que se
refiere a acceso a activos, como crédito y tenencia de tierra, los cuales se concentran en
los hombres.

La CEPAL, junto con UNIFEM, sugiere algunos indicadores para la medición de


pobreza con enfoque de género, los cuales están relacionados con la pobreza por
ingresos y se encuentran en la Cuadro 1.6. Entre éstos, se sugiere analizar los ingresos a
nivel individual, destacando la ausencia de ingresos propios en muchas mujeres, lo que

32
Según la ECV, en 2003, el 30,9% del total de los hogares tenía jefatura femenina. Es importante aclarar
que la jefatura de hogar es definida por el hogar mismo; esta definición es claramente influenciada por
patrones socioculturales: en los hogares encabezados por una pareja, en el 95% de los casos, el hombre
fue designado como el jefe de hogar. Asimismo, sólo el 10% de las mujeres jefas de hogar tenía cónyuge,
frente al 85% de los hombres jefes de hogar.
33
El enfoque de capacidades, desarrollado por Sen (1999), interpreta la pobreza como una limitación en
el libre desarrollo de capacidades del ser humano, en las áreas de salud, educación, libertad de expresión,
y participación, entre otras.
34
Las mujeres y las niñas dedican un número importante de horas al trabajo doméstico, el cual crea
bienestar para sus hogares, pero no es remunerado. Los hombres y niños también dedican tiempo a estas
labores, pero por razones socio-culturales lo hacen en una proporción muy inferior a las mujeres y niñas.
35
Asimismo, puede existir discriminación importante por sexo en el consumo dentro de un mismo hogar.
Sin embargo, las encuestas disponibles no permiten evidenciar esta dimensión de pobreza.
36
Para un análisis de la influencia de los ingresos propios sobre la autonomía de la mujer, ver Sen (1990).
24

puede implicar una “situación de pobreza femenina invisible”37. Se observa cómo, en


Colombia, para el año 2003, el porcentaje de mujeres sin ingresos propios fue más que
el doble que el de los hombres (42% versus 20%, respectivamente). La diferencia fue
aún mayor para el caso rural, así como para las mujeres cónyuges, ubicándolas en una
situación de dependencia económica (y por ende, baja autonomía económica y bajo
poder de decisión) y, muy posiblemente, de vulnerabilidad a la pobreza o a una
situación de pobreza más aguda por separación o divorcio, o muerte del cónyuge. El
61% de las mujeres cónyuges que vivía en hogares pobres se encontraron en esta
situación, pero el porcentaje de mujeres cónyuges sin ingresos propios en hogares no
pobres también fue alto (40%). El ingreso global que ganaron las mujeres fue 46%
inferior a aquél ganado por los hombres, y en el caso de las mujeres de hogares pobres
que obtuvieron ingresos, éstos fueron menos de la mitad (47%) del de los hombres con
estas mismas características. En el sector rural, donde las mujeres participan menos en
el mercado laboral remunerado, la brecha fue aún mayor: las mujeres obtuvieron un
35% de los ingresos de los hombres, y aún menos en el caso de las mujeres de hogares
pobres.

Cuadro 1.6. Indicadores de pobreza con enfoque de género


Total nacional Urbano Rural
No No No
Total Pobres pobres Total Pobres pobres Total Pobres pobres
% sin ingresos a nivel
individual1
Hombres 20% 26% 14% 20% 27% 15% 20% 25% 11%
Total mujeres 42% 51% 33% 38% 46% 31% 57% 63% 45%
Mujeres cónyuges 51% 61% 40% 46% 56% 37% 64% 71% 51%
Ingreso global 2
Hombres 601 205 982 721 233 1,099 274 152 486
Mujeres 323 96 554 387 119 611 97 42 212
Brecha de género3 46% 53% 44% 46% 49% 44% 65% 73% 56%
Ingreso promedio de
jefes de hogar2
Hombres 827 282 1,319 1,010 330 1,503 359 199 615
Mujeres 628 199 1,034 709 229 1,098 213 101 462
Brecha de género3 24% 29% 22% 30% 31% 27% 41% 49% 25%
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECV 2003.
1. Para mayores de 15 años.
2. En miles de pesos de 2003.
3. Se refiere a la diferencia porcentual entre el ingreso masculino y el ingreso femenino.

37
CEPAL-UNIFEM, “Entender la pobreza desde la perspectiva de género,” República de Italia, Santiago
de Chile, enero de 2004.
25

2. LÍNEAS DE POBREZA E INDIGENCIA Y MEDIDAS DE LA


POBREZA EN COLOMBIA

2.1. Tres mediciones básicas de las líneas de indigencia y de


pobreza

El DANE ha realizado tres estimaciones diferentes de las líneas de pobreza e indigencia


(ver Cuadro 1.7).

La primera (M 1988) se basa en la información de la Encuesta de Ingresos y Gastos de


1984/85. Usando esa encuesta se construyeron en 1988 canastas normativas de
alimentos para trece ciudades con base en los requisitos nutricionales aprobados en ese
momento por la FAO y adaptados por el ICBF para el caso colombiano.

• Para tal efecto se tomó como población de referencia, en cada ciudad, el 25% más
pobre en términos del gasto per cápita y se construyeron canastas normativas que se
suponen satisfacer las necesidades nutricionales a un costo mínimo. Los alimentos a
incluir debían respetar cinco criterios básicos38 y, en lo posible, los hábitos
alimenticios de los hogares.
• Las líneas de indigencia para cada ciudad se definieron inicialmente como el valor
de la canasta normativa de alimentos evaluado a los precios implícitos arrojados por
la Encuesta de Ingresos y Gastos (cociente entre del gasto en cada alimento y la
cantidad consumida). Pero el DANE las evaluó en últimas a precios de mercado (a
los precios arrojados por la encuesta hecha para la determinación del IPC y que se
amplió para incluir todos los alimentos de las canastas normativas).
• Las líneas de pobreza se estimaron como el producto de las líneas de indigencia por
el inverso del coeficiente de Engel (que es el porcentaje, que para la población de
referencia, tienen los alimentos en el gasto total), conocido como el coeficiente
Orshansky.
• Para las demás cabeceras municipales distintas a las trece ciudades (que no
figuraban en la encuesta) no fue posible calcular las LI y LP y se dejó en manos de
cada quien la definición de las mismas (el DNP las estimaba con base en las nueve
ciudades más chicas de las 13 disponibles).
• Para el caso rural, las líneas, de cuya metodología no ha quedado rastro, se basaron
en la Encuesta Nacional de Alimentación y Nutrición de 1981,.

La segunda metodología (M 1998) se basa en la información de la Encuesta de


Ingresos y Gastos de 1994/95. No sólo se cambió para el caso de las 13 ciudades la base
estadística (la nueva encuesta de ingresos y gastos) sino también la metodología del
cálculo:

38
Un alimento queda en la canasta si cumple alguna de las siguientes condiciones: Lo consume el 30% o
más de los hogares; significa por lo menos 1% del total de gastos en alimentos.; aporte por lo menos el
1% del total de calorías o proteínas consumidas; represente el 0.5% o más del peso total de los alimentos
adquiridos por los hogares. También se consideraron las restricciones relacionadas con la necesidad de
que las calorías y proteínas sean balanceadas en cuanto a su origen: Proteínas de origen animal de 20 a
45%; Calorías provenientes de grasas entre 20 y 30%; Calorías provenientes de proteínas entre 8 y 12%;
Calorías provenientes de carbohidratos entre 55% y 65%
26

• Población de referencia (90% de la población en vez de 25%)


• Mismos criterios nutricionales de la FAO-ICBF pero ahora además de los usados en
1988 para determinar los alimentos constitutivos de la canasta normativa se agregó
un criterio adicional (si el gasto en un alimento representa más del 5% del total del
gasto del grupo al que pertenece, entonces ese alimento entra en la canasta).
• Las líneas de indigencia para cada ciudad se definieron como antes (el valor de la
canasta normativa de alimentos evaluada a los precios implícitos arrojados por la
Encuesta de Ingresos y Gastos. No obstante, el DANE las evaluó también a precios
de mercado.
• Se cambió la metodología para el cálculo de las líneas de pobreza: el coeficiente de
Engel ya no es el porcentaje simple de los alimentos en el gasto total sino que se
calculó con una ecuación de la forma GA= K + E*ln(GT); donde GA (gasto en
alimentos); K (constante); E (nuevo Engel); GT (gasto total).
• Adicionalmente se estimó un valor de LI y LP para el agregado de diez ciudades:
Tunja, Florencia, Riohacha, Sincelejo, Quibdó, Ibagué, Santa Marta, Popayán,
Armenia, y Valledupar, y un agregado para el total de 23 ciudades.
• Se mantuvieron las mismas líneas rurales estimadas en 1981.
La tercera metodología (M 2005) es más reciente (año 2005). Pretende aplicar los
mismos criterios metodológicos (25% como población de referencia; mismos criterios
para la inclusión de los alimentos constitutivos de la canasta) usados en 1988 a la
Encuesta de Ingresos y Gastos 1994/95, como también la misma forma (M 1988) de
estimar el coeficiente de Engel. El ejercicio básico se realizó para las trece áreas
metropolitanas principales, y, con el apoyo financiero del PNUD, la MERPD financió el
trabajo del DANE, contratando un estudio complementario para las siguientes dos
tareas que han sido ya realizadas

• Estimar las líneas de pobreza e indigencia para el resto de las cabeceras de la


Encuesta de Ingresos y Gastos (diez ciudades) distintas a las trece áreas
metropolitanas con base en la misma metodología usada para esas trece áreas.
• Revisar las líneas de indigencia y pobreza rural, que databa de comienzos de los
ochenta, con base en la información de la encuesta del primer seguimiento al
programa Familias en Acción.
27

Cuadro 1.7. Tres metodologías para estimar las líneas de pobreza e indigencia en
Colombia (resumen metodológico)
Metodología 1988 Metodología 1998 Metodología 2005
Ingresos y Gastos 84/85 Ingresos y Gastos 94/95 Ingresos y Gastos 94/95
Base estadística (13 ciudades) (23 ciudades) (23 ciudades)
13 ciudades c/u de 13 ciudades c/u 13 ciudades ppales c/u 13 ciudades ppales
Promedio 9 ciudades Promedio 10 ciudades Promedio 10 ciudades
Resto urbano chicas de las 13 secundarias secundarias
Familias en Acción
Zona rural Encuesta 1981* Encuesta 1981* (Niveles SISBEN 1 y 2)
25% más pobre; 100% de
la población de la
encuesta Familias en
Población de referencia 25% más pobre 90% más pobre Acción para el caso rural.
Líneas de indigencia (septiembre 2005) evaluadas a precios implícitos y actualizadas con IPC alimentos
ingresos bajos
Promedio simple 13
áreas urbanas
mensual per cápita $ 92,696 $ 103,172 $ 97.840
Promedio rural
mensual per cápita $77.006 $77.006 $72. 053
Estándares
nutricionales FAO 85 FAO 85 FAO 85
Número de criterios
para inclusión de
alimentos 5 criterios 6 criterios 5 criterios
Líneas de pobreza (sept 2005) evaluadas a precios implícitos y actualizadas con IPC total ingresos bajos
Cálculo en el año Con b ase en Engel Engel calculado por
base simple ecuación Con base en Engel simple
Promedio simple 13
áreas urbanas
mensual per cápita $ 221.400 $ 297.992 $ 252. 515
Promedio rural
mensual per cápita $ 182..558 $ 182..558 $ 164.055
* Líneas de indigencia y pobreza calculadas en los años ochenta por Libardo Sarmiento. Los detalles de la
metodología utilizada no son conocidos.

Como lo veremos enseguida, la elección de la población de referencia (25% más pobre


en M 1988 y M 2005; 90% en M 1998) conduce a diversas estimaciones de la pobreza
(más bajas con M 1988 y M 2005; mayores con M 1998) y eso por dos razones
principales que se refuerzan entre sí:

• La primera afecta el valor de la línea de indigencia. Aunque, en cualquier caso, la


canasta normativa de alimentos debe respetar los requerimientos nutricionales de la
FAO, su composición varía cuando se basa en los hábitos alimenticios de los
pobres, o en los de la clase media. También varían los precios de los diversos
alimentos que la componen, pues los pobres los compran a granel, sin preocuparse
por las marcas, en centros mayoristas o tiendas de barrio, mientras que las clases
medias (y los ricos) mercan en grandes supermercados y se preocupan por marcas.
Por eso, frente a M 1998, M 2005 arroja líneas de indigencia menores y una
indigencia que, a nivel nacional resulta ligeramente más baja
• La segunda es más importante y afecta el valor de la línea de pobreza. El número
28

por el cual hay que multiplicar la línea de indigencia para obtener la línea de
pobreza (el inverso del coeficiente Engel, denominado coeficiente Orshansky)
aumenta considerablemente cuando se toma como población de referencia el 90%.
Por eso la incidencia de la pobreza resulta cerca de diez puntos mayor con esta
última metodología.
Ahora bien, una de las condiciones básicas que debe llenar un patrón absoluto de
medida es la de permitir las comparaciones internacionales. Por eso la CEPAL -aunque
conciente de que cada país hace sus propias estimaciones- cuando por sus funciones
debe comparar la pobreza en los diferentes países de la región, se preocupa poco por las
líneas de indigencia nacionales (que retoma de cada país) y, en cambio, interviene
como regulador de la medida en el cálculo de las líneas de pobreza, imponiendo un
multiplicador (el coeficiente Orshansky) común para todos los países (2.0 para el caso
urbano y 1.75 para el caso rural). Esa es una de las razones por la cual esta Misión
escogió como población de referencia el 25% y no el 90%, pues con la primera el
coeficiente Orshansky arroja una media más cercana a la de la CEPAL que con la
segunda.

2.2. Líneas de pobreza e indigencia estimadas por la MERPD


(M 2005)

El Cuadro 1.8 contiene el valor medio de las líneas de indigencia y de pobreza para el
tercer trimestre del 2005.
• En las cabeceras, la línea mensual de indigencia por persona era de $97.440/mes
(significa un costo medio de $ 1.083, para cada una de las tres comidas del día) y,
por hogar de 3,9 personas, era de $ 379.325/mes. Como, para la población de
referencia, los alimentos significaban el 40% del gasto total, la líneas de pobreza
por hogar resultaba ser de $ 957.867 (2,5 veces mayor que la de indigencia).
• En las zonas rurales y por hogar de 4,2 personas, el valor de las líneas era más bajo:
$ 303.432 (indigencia) y $ 690.291 (pobreza).

Cuadro 1.8. Valor (promedio tercer trimestre 2005) de las líneas de indigencia y
pobreza (por persona y por hogar) a nivel nacional y en las zonas urbanas y rurales.
Personas Pesos* por persona (UG) Pesos* por hogar promedio (UG)
(UG) por Línea de Línea de Línea de Línea de
hogar indigencia pobreza indigencia pobreza
Nacional 4,0 90.710 224.307 360.444 891.299
Cabecera (Urbano) 3,9 97.440 246.055 379.325 957.867
Resto (Rural) 4,2 71.951 163.685 303.432 690.291
Fuente: Cálculos MERPD. Nota: La unidad de gasto (UG) se refiere a todos los miembros del hogar, con
la exclusión de empleados domésticos y sus hijos, y pensionistas. *Pesos promedio en el tercer trimestre
del 2005.

2.3. La pobreza nacional vía ingresos, medida con diversas


metodologías
El Gráfico 1.8 visualiza la evolución de la pobreza en el país entre 1996 y 2004 de
acuerdo con las cifras que resultan de las tres metodologías examinadas antes (1988,
1998 y 2005). En todos los casos las líneas base se evalúan a precios implícitos de la
respectiva encuesta de ingresos y gastos y la de indigencia se hace variar con el IPC
29

alimentos ingresos bajos. El panel (A) actualiza la línea de pobreza con el IPC total
ingresos bajos y, por tanto hace variar el Engel. El panel (B) aplica un Engel fijo (el del
año base). Aunque en este zoológico de estimaciones, los niveles difieren, las
tendencias son las mismas: mejora 1991-95; deterioro 1996-1999; reducción pasajera
(2000-2001); nuevo agravamiento (2002) y nueva reducción (2003-2005).

Gráfico 1.8. Estimación de la incidencia de la pobreza en Colombia con varias


metodologías
(A) Engel variable (B) Engel fijo
66 64

64 62

62 60

60 58

58 56

56 54
54 52
52 50
50 48
48 46
46 44 91

93

95

97

99

01

03

05
91

93

95

97

99

01

03

05

M 05 M 98 M 88 M 05 M 98 M 88

Fuente: Cálculos MERPD con base en ENH diciembre (1991), ENH septiembre (1992-2000) y ECH
tercer trimestre (2001-2005). Las cifras para 1991-1995 son inseguras pues se basan en factores
demográficos de expansión poblacional que no han sido revisados por el DANE. En todos los casos –para
fines de comparación- el “ajuste a cuentas nacionales”, se basa en las cuentas nacionales definitivas del
2002 y en crecimientos del PIB nominal 2003-2004 publicados por el DANE a finales del 2005. Con
cualquier estimación la tendencia es similar.

Debe notarse –para hacerse a una comparación internacional- que el método utilizado
por la CEPAL asigna a Colombia en 2002 una pobreza del 50,6%, similar a la arrojada
por las metodologías 1988 (50,1%), cuatro puntos menor frente a la metodología 2005
(54,3%) y 12 puntos menor que la correspondiente a la metodología 1998 (62,7%).

2.4. Cálculo de la incidencia de la pobreza vía gastos y vía


ingresos, antes o después de subsidios
Definidas las líneas de pobreza e indigencia, la estimación de la incidencia de ambos
flagelos puede hacerse ya sea por la vía del gasto (encuestas de ingresos y gastos;
encuestas de calidad de vida) o por la vía del ingreso (las anteriores y las nacionales de
hogares). El Cuadro 1.9 recoge los resultados de ambas medidas (metodología 2005)
para la ECV del 2003. Vía gastos, aunque la indigencia resulta inferior en 4,3 puntos, la
pobreza es prácticamente igual. Aunque se sabe que en las encuestas de hogares –antes
de ajustes a cuentas nacionales- el consumo es generalmente mayor que los ingresos,
esos ajustes tienden a eliminar las diferencias

La ECV del 2003 suministra entre muchos otros rubros información sobre ingresos de
los hogares y uso de los servicios sociales, que se combinó con la de los costos
unitarios de provisión de los servicios sociales contenida en los registros
institucionales, el presupuesto nacional, el Sistema General de Participaciones y los
30

CONPES sociales. Sirvió de base para el estudio Incidencia del gasto público social
sobre la distribución del ingreso y la reducción de la pobreza realizado en el marco de
la MERPD (Lasso, 2004).

Ese estudio permitió estimar, para esa encuesta, la incidencia de la pobreza antes de
subsidios en educación, salud, pensiones, atención al menor, alimentación al menor,
subsidio familiar, capacitación y vivienda, servicios públicos y después de los mismos.
Resulta casi once puntos más baja (Cuadro 1.10).

Cuadro 1.9. Porcentaje de población colombiana indigente y pobre según ingresos y


según gastos de la ECV 2003.
Urbano Rural Total nacional
Pobreza
Ingresos* 49,3% 70,4% 54.9%
Gastos 49,6% 70.2% 55,0%
Diferencia 0,3% -0,2% 0,1%
Indigencia
Ingresos* 15,2% 30,7% 19,3%
Gastos 10,4% 27,9% 15,0%
Diferencia -4,8% -2,8% -4,3%
Fuente: Cálculos MERPD (metodología 2005) con base en ECV 2003.
* Incluye subsidio familiar de Cajas de Compensación Familiar y subsidio de pensiones

Cuadro 1.10. Porcentaje de población pobre antes y después de subsidios. ECV


2003.
POBREZA
Antes de subsidios 56,0%
Después de subsidios 45,1%
Fuente: Lasso (2004), MERPD. Subsidios asignados durante el año 2003 (educación, salud, pensiones,
atención al menor, alimentación al menor, subsidio familiar, capacitación, vivienda, y servicios públicos).
Totalizan anualmente 24,2 billones de pesos, equivalentes al 10.5% del PIB. De ellos sólo el 49,2% van a
los pobres.

3. EVOLUCIÓN DE LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD EN


COLOMBIA
3.1. Evolución de la pobreza 1991-2005

Para el país en su conjunto, las estimaciones de la MERPD (Gráfico 1.9A y B),


sugieren que, entre 1991 y 1995, la pobreza y la indigencia habían caído cerca de 3
puntos porcentuales. Entre 1996 y 1999 la pobreza aumentó 8 puntos y la indigencia
cerca de 10 y las cifras alcanzaron máximos históricos (57,5% y 25,4%). Después de un
vaivén (caída 2000-2001, nueva alza en el 2002) desde el 2003 se inició una reducción
que -según estimaciones para el 2005 que todavía son provisionales- ha terminado por
situar la pobreza en el 49,2% y la indigencia el 14,7%. Claramente el país ha dejado
atrás la crisis y comienza a situarse por debajo de los niveles de mediados de los
noventa.

A pesar de que la distribución del ingreso per cápita (el coeficiente de Gini) reportado
por las encuestas de hogares se deterioró durante toda la década de los noventa (Gráfico
1.9 D), el alza del 12% en el ingreso real por persona permitió reducir la pobreza y la
indigencia entre 1991 y 1995. Durante la segunda mitad de la década la crisis volvió a
31

reducir el ingreso por persona a los niveles de 1991 pero castigó más a los pobres (el
coeficiente de Gini se deterioró); la pobreza y la indigencia se dispararon. Desde el año
2000 el coeficiente de Gini ha venido mejorando y desde el 2003 el ingreso real por
persona se ha venido recuperando: por eso los índices de pobreza e indigencia han
terminado por caer.
Gráfico 1.9. Incidencia de la indigencia y la pobreza en Colombia 1991-2004
(A) Pobreza Nacional (B) Indigencia Nacional
58.0 26.0
57.5 25.5
57.0 25.0
24.5
56.5
24.0
56.0 23.5
55.5 23.0
55.0 22.5
54.5 22.0
54.0 21.5
21.0
53.5 20.5
53.0 20.0
52.5 19.5
52.0 19.0
18.5
51.5
18.0
51.0
17.5
50.5 17.0
50.0 16.5
49.5 16.0
49.0 15.5
15.0
48.5
14.5
48.0 14.0
91

92

93

94

95

96

97

98

99

00

01

03

04

05p
02

91

92

93

94

95

96

97

98

99

00

01

03

04

05p
02
Estimaciones anteriores Nuevas estimaciones Estimaciones anteriores Nuevas estimaciones

(C) Ingreso per cápita y pobreza (D) Coeficiente de Gini y pobreza


1.160 60 0.610 60
1.145 59 0.600 59
1.130 58 0.590 58
1.115 57
0.580 57
1.100 56
Indice ingreso pc

0.570 56
1.085 55

Pobreza
Pobreza

0.560 55
Gini

1.070 54
0.550 54
1.055 53
0.540 53
1.040 52
0.530 52
1.025 51
0.520 51
1.010 50
0.995 49 0.510 50

0.980 48 0.500 49
91

93

95

97

99

01

03

05p
91

93

95

97

99

01

03

05p

Gini personas Pobreza


Ingreso real pc (1991=1,00) Pobreza

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Indig 18.7 20.9 17.7 17.6 15.5 17.2 18.5 20.8 25.4 19.0 18.7 20.7 15.8 17.4 14.7
Pobr 52.5 52.9 50.0 49.9 49.5 50.9 52.7 55.3 57.5 55.0 55.2 57.0 50.7 52.7 49.2

Fuente: Cálculos MERPD con base en las ENH diciembre (1991), ENH septiembres (1992-2000), ECH
tercer trimestre (2001-2005). Las cifras para 1991-1995 son inseguras pues se basan en factores
demográficos de expansión poblacional que no han sido revisados por el DANE (los ingresos laborales
que por entonces tenían topes máximos no deben alterar, en principio, la estimación de la pobreza). Las
cifras 2002-2005 se ajustaron a cuentas nacionales con base en las cuentas nacionales definitivas 2002 y
en las reestimaciones del PIB 2003, 2004 publicadas en enero último; el dato 2005 es provisional y se
basa en el crecimiento enero- septiembre 2004/2005.

En las cabeceras municipales (Gráfico 1.10 A y C) esas tendencias son aún más
marcadas: caída entre 1991 y 1995; alza entre 1995 y 1999/2002; reducción posterior.
Para el 2005 la pobreza (42,3%) era otra vez igual a la de 1993 y la indigencia (10,2%)
era la más baja desde 1991. Ese resultado (Gráfico 1.10 (C)) se ha obtenido gracias a la
recuperación del crecimiento económico (el ingreso real por persona ha recuperado otra
vez los niveles de 1995) y a la mejora en la distribución del ingreso (el Gini, que se
había deteriorado durante los años noventa, ha vuelto a los niveles de 1993).
32

En las áreas rurales (Gráfico 1.10 (B)) la situación se había deteriorado enormemente
entre 1995 y 1999 (48,6% de indigencia, 78,1% de pobreza). Dentro de grandes
oscilaciones la situación se enderezó al menos hasta el 2003. En el 2004 y 2005 ha dado
señales de volver a deteriorarse: el coeficiente de Gini ha mejorado pero el ingreso por
persona, que se había recuperado parcialmente entre 1999 y 2003, ha comenzado a caer
de nuevo. Con todo la indigencia del 2005 es similar a la de 1995; la pobreza en cambio
no ha podido recuperar del todo los niveles de la primera mitad de los noventa.

Gráfico 1.10. Incidencia de la indigencia y la pobreza en Colombia 1996-2004


(A) Pobreza e indigencia urbana (B) Pobreza e indigencia rurale
18.0 51.0 52.0 80.0
17.5 50.5 50.0 78.0
17.0 50.0 48.0 76.0
16.5 49.5
46.0 74.0
16.0 49.0
15.5 48.5 44.0 72.0
15.0 48.0 42.0 70.0
14.5 47.5 40.0 68.0
14.0 47.0

Indigencia
38.0 66.0

Pobreza
Indigencia

Pobreza
13.5 46.5
36.0 64.0
13.0 46.0
12.5 45.5 34.0 62.0
12.0 45.0 32.0 60.0
11.5 44.5 30.0 58.0
11.0 44.0
28.0 56.0
10.5 43.5
26.0 54.0
10.0 43.0
9.5 42.5 24.0 52.0
9.0 42.0 22.0 50.0
8.5 41.5 20.0 48.0
8.0 41.0

91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01

03
04
05p
02
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01

03
04
05p
02

Indigencia Pobreza
Indigencia Pobreza

(C) Ingreso per cápita y Gini urbano (D Ingreso per cápita y Gini rural

0.57 1.18 0.61 1.02


1.17 0.60 1.00
0.56 1.16 0.59 0.98
1.15 0.58 0.96
0.56 1.14 0.57 0.94
1.13 0.56 0.92
0.55 1.12 0.55 0.90
1.11 0.54 0.88
0.55 1.10 0.53 0.86

Ingreso pc
1.09 0.52 0.84
Ingreso pc

0.54 1.08 0.51 0.82


Gini
Gini

1.07 0.50 0.80


0.54 1.06 0.49 0.78
1.05 0.48 0.76
0.53 1.04 0.47 0.74
1.03 0.46 0.72
0.53 1.02
0.45 0.70
1.01
0.52 1.00 0.44 0.68
0.99 0.43 0.66
0.52 0.98 0.42 0.64
0.97 0.41 0.62
0.51 0.96 0.40 0.60
91

93

95

97

99

01

03

05p
91

93

95

97

99

01

03

05p

Gini personas Ingreso real pc (1991=1,00)


Gini personas Ingreso real pc (1991=1,00)

Fuente: Cálculos MERPD con base en ENH diciembre (1991), ENH septiembres (1992-2000), ECH
tercer trimestre (2001-2005). Aplican las mismas observaciones del gráfico anterior.

El número de indigentes -que a nivel nacional había alcanzado un pico cercano a los
10,3 millones en 1999- cayó 3.millones para septiembre del 2005. La cifra actual
(cercana al 6,6 millones) es similar a la de 1996 y se distribuye por mitades entre las
cabeceras y las zonas rurales. El número de pobres había alcanzado un máximo de 24,2
millones en 2002. Para septiembre del 2005 había caído a 21,9 (2,3 millones menos). El
37% vive en las zonas rurales. Así las cosas, la sociedad colombiana ha superado los
impactos de la crisis sobre la pobreza y la indigencia, sobre todo en el caso urbano.
Tiene no obstante hacia el futuro los siguientes retos: reducir aún más la indigencia y la
pobreza no sólo en las zonas rurales donde los actuales niveles (27,5% y 68,2%)
resultan del todo inaceptables, sino también en las zonas urbanas, donde a pesar de los
logros recientes queda todavía mucho por hacer y donde la desigualdad en la
distribución del ingreso sigue siendo una de las peores a nivel internacional
33

Cuadro 1.11. Número de pobres e indigentes en Colombia (cabeceras y resto rural)


Nacional (miles) Cabeceras (miles) Resto rural (miles)
Año Pobres Indigentes Pobres Indigentes Pobres Indigentes
1996 19,480 6,585 11,620 2,879 7,858 3,709
1999 23,244 10,273 14,363 4,745 8,878 5,527
2002 24,224 8,816 15,556 4,791 8,667 4,023
2005 (prelim) 21,953 6,579 13,931 3,340 8,022 3,239
Fuente: Cálculos MERPD con base en ENH septiembres (1996 y 1999), ECH tercer trimestre (2002 y
2005).

3.2. Comparaciones internacionales

Para comparar la incidencia de la pobreza y la indigencia en diversos países de América


Latina, la CEPAL usa el método de las canastas normativas y procede de la siguiente
manera:

Las líneas de indigencia de cada país se diferencian por áreas metropolitanas, demás
zonas urbanas y zonas rurales. Para las líneas de pobreza el cálculo en el año base se
hace multiplicando la línea de indigencia de cada país por un factor constante (el
inverso de un coeficiente constante de Engel) que es 2 para las zonas urbanas y 1,75
para las rurales. Subsecuentemente, la CEPAL ha actualizado el valor de las líneas de
pobreza de acuerdo con la variación acumulada del índice de precios al consumidor

Gráfico 1.11. Porcentaje de población pobre e indigente en varios países de América


Latina (2002).

85
80
75
70
65
60
50.6

55
50 44.0
45
40
35
23.7

30
19.4

25
20
15
10
5
0
R Domin
Colomb

C.Rica
Guatem

Panam
Hond

Parag

Perú

Ecuad

Chile

Urug
Nicar

El Salv

Méxic

Brasil
Bolivia

Am Latin
Argent
Venez

Pobreza Indigencia

Fuente: Panorama social de América Latina 2004, cuadro 15, datos varían entre 2001 y 2003. Los datos
para Argentina, Uruguay, y Ecuador sólo incluyen la zona urbana, y por lo tanto, representan una
subestimación del promedio nacional.

La entidad hace imputaciones de ingresos en las encuestas de hogares, por falta de


respuesta a algunas preguntas sobre los ingresos y a probables sesgos por
subdeclaración. En la mayoría de los países, el ingreso de los hogares incluye, además,
un valor imputado por concepto de arriendo de la vivienda cuando la habitan sus
propietarios. Asimismo, la CEPAL realiza ajustes de los ingresos a las cuentas
nacionales de cada país, dado que las encuestas de hogares tienden a no coincidir con
las cuentas nacionales, debido a la subdeclaración de ingresos en las encuestas.
34

Las estimaciones de la pobreza y la indigencia de la CEPAL para varios países de


América Latina en el año 200239 se recogen en el Gráfico 1.11, ayudando a poner la
magnitud de pobreza en Colombia en perspectiva. Colombia se encuentra con
incidencias de pobreza e indigencia ligeramente superiores al promedio de América
Latina y similares a los de Venezuela, Perú, y El Salvador. Sin embargo, es importante
tener en cuenta que las diferencias en las metodologías de recolección de datos (e.g.
periodicidad, vía ingresos o consumo, cobertura urbano/rural) no permiten que estas
cifras sean estrictamente comparables.

3.3. Pobreza e indigencia por departamentos y en las


principales ciudades

Los departamentos más pobres del país (con pobreza superior al 70% en el 2004 e
indigencia superior al 30%) son Chocó (donde la situación se deteriora cada vez más),
Boyacá y Córdoba (en retroceso al igual que el Chocó). Les siguen Nariño, Huila,
Sucre, Cauca y Tolima, (donde la pobreza está situada entre el 60% y el 70% y la
indigencia entre el 30% y el 35%).

Cuadro 1.12. Pobreza e indigencia por departamentos (datos medios 2004)


% Pobres % Indigentes Población 2004 (miles)
Departamento 2002 2003 2004 2002 2003 2004 Total Pobre Indigente
Chocó 62.6 70.3 71.6 29.7 35.9 39.3 410 294 161
Boyacá 72.3 70.3 71.5 44.2 41.7 40.0 1,385 990 553
Córdoba 68.5 66.5 70.8 34.3 30.1 33.6 1,352 958 455
Nariño 70.7 71.2 67.3 38.3 30.7 28.2 1,690 1,137 477
Huila 74.4 69.7 66.3 43.1 33.7 29.4 953 632 280
Sucre 69.4 56.5 65.7 30.9 18.1 23.4 825 542 193
Cauca 64.5 69.0 63.0 31.2 29.8 28.2 1,299 819 366
Tolima 60.6 58.8 60.1 23.4 22.2 25.2 1,305 784 328
Cesar 67.2 61.6 59.3 22.8 13.5 18.8 998 592 187
N. Santander 57.3 57.3 57.9 17.8 18.1 20.4 1,405 814 287
Caldas 59.6 58.8 57.7 16.6 16.3 17.1 1,134 654 194
Caquetá 53.5 54.5 56.8 20.4 19.0 19.4 437 248 85
Magdalena 66.4 55.4 55.0 23.7 13.8 14.3 1,333 733 191
Bolívar 67.8 51.5 54.6 30.5 13.1 16.7 2,090 1,140 350
Antioquia 58.9 55.6 54.1 22.2 19.2 18.4 5,532 2,995 1,020
Cundinamarca 58.4 51.9 53.6 22.6 21.9 18.1 2,226 1,193 404
Guajira 68.4 54.6 52.8 25.0 14.3 13.1 500 264 66
Santander 50.2 48.6 48.6 16.7 15.1 13.5 2,015 978 272
Atlántico 53.2 52.1 48.2 15.8 14.1 11.5 2,223 1,071 257
Quindío 49.3 41.3 47.3 16.5 11.5 15.5 583 276 91
Risaralda 47.9 45.3 44.7 10.5 8.4 8.9 977 437 87
Meta 47.9 44.3 42.5 15.5 12.4 11.2 729 309 82
Valle 44.1 37.4 38.9 13.9 8.9 10.4 4,318 1,682 448
Bogota DC 36.1 34.2 29.5 8.6 7.2 5.9 6,698 1,976 397
TOTAL NAL 55.4 51.5 50.7 21.1 17.1 17.0 42,418 21,485 7,203
Fuente: Cálculos MERPD con base en ECH, 4 trimestres. Cifra para total nacional con base en ECH
tercer trimestre. Las estimaciones para 2003 y 2004 tienen un carácter provisional pues –en materia de
ajustes a cuentas nacionales- está basada en las del 2002.

39
Para algunos países, las cifras corresponden a 2001 o 2003, debido a la disponibilidad de datos.
35

Cesar, Norte de Santander, Caldas, Caquetá, Magdalena, Bolívar, Antioquia,


Cundinamarca y la Guajira presentan tasas de pobreza situadas entre el 60% y el 50% y
de indigencia situadas entre el 20% y el 13%. En Santander, Atlántico, Quindío,
Risaralda y Meta la pobreza oscila entre el 50% y el 40% y la indigencia entre el 13% y
el 10%. Los departamentos más ricos (pobreza inferior al 30% e indigencia del 10% o
menos) son Bogotá y el Valle del Cauca.

Entre las cuatro principales áreas metropolitanas, Bogotá y Cali presentan actualmente
los menores índices de pobreza (entre 31% y 32%) y de indigencia (entre 7,0% y
6,5%). Cali cuenta con un ingreso por persona menor que el de Bogotá pero la
distribución del ingreso es mejor. En Barranquilla y en Medellín la indigencia oscila
entre el 10,5% y el 11,0% y la pobreza entre el 45% y el 47%. En Medellín la pobreza
(la más elevada entre las cuatro principales ciudades) supera a Cali en más de 15
puntos: a pesar de que el ingreso por persona es ligeramente superior, la distribución
del ingreso es peor (el coeficiente de Gini es más alto)

Cuadro 1.13. Evolución de la Pobreza, la indigencia, los ingresos per cápita reales y
el coeficiente de Gini en las cuatro ciudades principales
Pobreza Indigencia Ingr real per cápita (miles $ 2004)
Bta Cali Bquill Med Bta Cali Bquill Med Bta Cali Bquill Med
1996 29,5 43,4 32,7 48,8 6,1 10,7 6,1 11,8 652 479 435 561
1997 30,3 41,3 40,7 47,4 7,7 9,6 11,2 9,0 721 501 416 510
1998 35,4 43,1 42,1 51,6 8,8 10,6 12,6 12,6 681 507 452 494
1999 40,5 47,2 41,7 58,1 14,5 15,7 9,5 18,6 645 447 437 419
2000 41,4 44,3 50,8 53,0 11,7 11,6 14,2 12,4 584 456 372 452
2001 37,9 39,5 41,3 51,7 7,9 9,7 8,0 12,6 595 469 428 488
2002 35,8 34,6 51,8 51,0 7,2 7,6 15,8 13,5 689 536 378 466
2003 34,6 34,3 51,4 48,2 7,3 6,8 14,1 12,1 594 550 381 567
2004 30,9 31,9 44,9 47,3 7,0 6,5 10,9 10,5 728 547 449 560
Población pobre (miles) Población indigente (miles) Coeficiente de Gini
Bta Cali Bquill Med Bta Cali Bquill Med Bta Cali Bquill Med
1996 1.733 862 465 1.302 357 213 86 315 0,536 0,518 0,478 0,580
1997 1.827 835 592 1.296 462 194 163 245 0,558 0,522 0,500 0,521
1998 2.186 884 626 1.429 544 217 188 350 0,568 0,553 0,534 0,529
1999 2.550 1.020 636 1.616 915 340 144 517 0,600 0,552 0,523 0,548
2000 2.616 967 769 1.470 741 253 215 342 0,572 0,532 0,525 0,520
2001 2.492 891 657 1.475 516 218 127 359 0,553 0,504 0,499 0,530
2002 2.405 798 841 1.479 481 176 257 391 0,575 0,504 0,536 0,520
2003 2.376 809 852 1.419 504 160 234 355 0,525 0,506 0,527 0,551
2004 2.175 770 760 1.416 493 156 185 314 0,560 0,488 0,539 0,532
Fuente: Cálculos MERPD con base en ENH septiembres (1996-2000), ECH tercer trimestre (2001-2004).
Nota: Las estimaciones para 2003 y 2004 tienen un carácter provisional pues –en materia de ajustes a
cuentas nacionales- está basada en las del 2002.

3.4. La intensidad de la pobreza y porcentaje del ingreso per


cápita necesario para erradicarla

La intensidad de la pobreza y la indigencia puede captarse mediante dos indicadores


básicos: El primero (B) es la brecha porcentual media -por habitante- entre la línea de
36

pobreza (o indigencia) y el ingreso de los pobres (o indigentes)40. El segundo (P2) es el


índice de Foster-Greer-Thorbecke 2 (FGT-2), es decir la severidad de la pobreza o
indigencia41.El Gráfico 1.12 presenta también el porcentaje (π) del ingreso per cápita
necesario para erradicar la indigencia y la pobreza.42

Cuadro 1.14. Medidas de Pobreza en Colombia: Incidencia (H), Intensidad (I),


Brecha (H*I) y Foster-Greer-Thorbecke (P2)
INDIGENCIA (MET 05) POBREZA (MET 05)
Incidencia Brecha 1 Brecha 2 Severidad Incidencia Intensidad Brecha Severidad
H B1 PG = HI P2 H I PG = HI P2
1991 0,1868 0,3671 0,0686 0,0383 0,5246 0,4366 0,2291 0,1317
1992 0,2091 0,3962 0,0828 0,0491 0,5290 0,4503 0,2382 0,1415
1993 0,1767 0,3620 0,0640 0,0354 0,4999 0,4479 0,2239 0,1307
1994 0,1761 0,3591 0,0632 0,0345 0,4986 0,4461 0,2224 0,1293
1995 0,1550 0,3566 0,0553 0,0308 0,4948 0,4347 0,2151 0,1231
1996 0,1719 0,4494 0,0773 0,0521 0,5085 0,4607 0,2342 0,1445
1997 0,1849 0,4591 0,0849 0,0567 0,5274 0,4786 0,2524 0,1583
1998 0,2082 0,4560 0,0949 0,0632 0,5529 0,4862 0,2688 0,1707
1999 0,2539 0,5145 0,1306 0,0901 0,5745 0,5392 0,3098 0,2125
2000 0,1899 0,4375 0,0831 0,0532 0,5503 0,4797 0,2640 0,1650
2001 0,1866 0,4163 0,0777 0,0482 0,5516 0,4694 0,2589 0,1585
2002 0,2074 0,4282 0,0888 0,0556 0,5699 0,4816 0,2744 0,1708
2003 e 0,1582 0,4159 0,0658 0,0408 0,5072 0,4490 0,2278 0,1364
2004 e 0,1738 0,3717 0,0646 0,0364 0,5269 0,4558 0,2401 0,1422
2005 e 0,1473 0,4113 0,0606 0,0370 0,4915 0,4404 0,2165 0,1275
Fuente: Cálculos MERPD con base en ENH diciembre (1991), ENH septiembre (1992-2000) y ECH
tercer trimestre (2001-2005), metodología 2005. Datos para 2002 – 2005 son ajustados con cálculos de
cuentas nacionales preliminares.

40
B= [Σ (L-Yp)/L]*H, donde L (línea de pobreza o indigencia per cápita); YP (ingreso per cápita de los
pobres); H (tasa de incidencia de la pobreza o indigencia).
41
S=[Σ ((L-Yp)/L)^2]*H. El cuadrado aumenta la ponderación que tienen las brechas porcentuales de los
más pobres; por eso es un índice de severidad
42
π=B*L/Y, donde Y (es el ingreso por habitante)
37

Gráfico 1.12. Brecha y severidad de la pobreza y la indigencia y porcentaje del


ingreso per cápita necesario para erradicarlas
(A) Indicadores para la indigencia (B) Indicadores para la pobreza

14.0% 3.4% 34.0% 20%


13.0% 3.2% 32.0% 19%
12.0% 3.0% 30.0% 18%

% Ypc para erradicar pobreza


% Ypc para erradicar indigenc
11.0% 2.8% 28.0% 17%
26.0% 16%

Brecha y severidad
10.0% 2.6%
Brecha y severidad

9.0% 2.4% 24.0% 15%

8.0% 2.2% 22.0% 14%

7.0% 2.0% 20.0% 13%

6.0% 1.8% 18.0% 12%


16.0% 11%
5.0% 1.6%
14.0% 10%
4.0% 1.4%
12.0% 9%
3.0% 1.2%
10.0% 8%
2.0% 1.0%

91

93

95

97

99

01

03

05
91

93

95

97

99

01

03

05
Brecha Sever % Ypc erradicar indig
Brecha Sever % Ypc erradicar indig

Fuente: Cálculos MERPD con base en las ENH diciembre (1991), ENH septiembre (1992-2000), ECH
tercer trimestre (2001-2005). Las cifras del 2005 son preliminares (los ajustes a cuentas nacionales se
hacen con el crecimiento anual del PIB en los tres primeros trimestres de el año).

Entre 1995 y 1999 las brechas de indigencia y pobreza así como la severidad de las
mismas se habían elevado considerablemente. Desde el 2000 y sobre todo (para la
pobreza) desde el 2002 se volvieron a reducir recuperando los niveles de 1992-1995.
Entre 1995 y 1999 el porcentaje del ingreso por habitante necesario para erradicar la
indigencia- había pasado del 1,2% al 3,0%; las cifras preliminares del 2005 reducen esa
cifra al 1,3% (casi la misma de 1995). Por su parte, el porcentaje del ingreso per cápita
necesario para erradicar la pobreza había pasado del 11% al 19% entre 1995 y 1999;
para el 2005 había vuelto a caer al 12%.

3.5. La desigualdad del ingreso en Colombia


3.5.1. Evolución reciente de la desigualdad del ingreso
La evolución reciente de la desigualdad del ingreso ha tenido un patrón muy similar a
aquel de la incidencia de pobreza e indigencia. La crisis del final de los noventa, cuando
los índices de pobreza e indigencia se empeoraron considerablemente, también
coinciden con un deterioro de la desigualdad del ingreso: es notable que en 1999, el
porcentaje del ingreso que perteneció a la parte baja de la distribución cayó, mientras
que aquella que correspondía a la parte alta creció. El coeficiente de Gini también
muestra un deterioro, llegando a su punto máximo en este año. Cuando la pobreza
vuelve a caer posteriormente a la crisis, los indicadores de desigualdad también se
mejoran. Para el 2002, también se evidencian deterioros en los índices de desigualdad,
igual cómo se vio en los de pobreza. En el año más reciente para el que se tienen datos
(2004), se observa un deterioro en la desigualdad del ingreso frente al año anterior; no
obstante, la pobreza no incrementó en este año.
38

Cuadro 1.15. Algunas medidas de desigualdad a nivel nacional.


AÑO A B C D Relación Relación GINI
10% Más 20% Más 10% Más 20% Más C/A D/B
Pobre Pobre Rico rico
91 1.05% 3.2% 46.45% 61.3% 44.45 19.10 0.546
92 0.89% 3.0% 47.32% 62.1% 53.29 21.01 0.555
93 0.95% 2.9% 45.86% 61.8% 48.13 21.22 0.553
94 0.94% 2.9% 46.82% 62.3% 49.64 21.70 0.559
95 0.99% 3.0% 47.92% 62.6% 48.36 20.90 0.560
96 0.64% 2.5% 47.84% 62.9% 74.87 25.13 0.567
97 0.57% 2.3% 47.57% 63.4% 83.30 27.43 0.574
98 0.54% 2.2% 48.27% 64.0% 89.38 28.49 0.579
99 0.34% 1.6% 49.17% 65.4% 146.34 42.14 0.600
00 0.67% 2.5% 46.26% 62.3% 68.64 24.89 0.563
01 0.77% 2.7% 46.06% 62.0% 59.75 23.07 0.557
02 0.70% 2.5% 48.11% 63.6% 68.73 25.89 0.575
03 0.89% 3.0% 44.13% 60.3% 49.80 20.11 0.540
04 0.91% 2.9% 46.60% 62.5% 50.99 21.93 0.561
05 0.86% 2.9% 45.76% 61.7% 53.03 21.58 0.553
Fuente: MERPD (2006 a). Con base en la ENH diciembre (1991), ENH septiembres (1992-2000), ECH
tercer trimestre (2001-2005). Las cifras del 2005 son preliminares (los ajustes a cuentas nacionales se
hacen con las definitivas del 2002 y con el crecimiento anual del PIB de los tres primeros trimestres del
año).

3.5.2. La desigualdad colombiana en el contexto internacional

En cuanto a ingresos, Colombia es sin duda uno de los países más desiguales de
América Latina, y consecuentemente, del mundo.43, 44 En el Gráfico 1.13 se compara la
proporción del consumo (o ingreso, dependiendo de la disponibilidad de información)
que corresponde al quintil más pobre de la distribución.45 En el 2002, sólo el 2,7% del
ingreso total de la población correspondía al primer quintil. En América Latina, dado
los altos índices de desigualdad que se encuentran en esta región, Colombia se ubica en
el puesto cinco, pero su desigualdad no está muy lejana de la de unos ocho países. Visto
desde un punto de vista más global podemos ver que la desigualdad encontrada en
Colombia es de una magnitud extrema. Mientras que puede ser ilusorio que Colombia
tenga una distribución tan igualitaria como aquellas de países desarrollados, países con
niveles más bajos de desarrollo y más altos índices de pobreza se encuentran con
distribuciones más equitativas.46

43
Muy posiblemente, la distribución de posesión de activos, especialmente la tenencia de la tierra,
también se ubica entre las más desiguales del mundo. Sin embargo, estas medidas no son comúnmente
estimadas en todos los países bajo una metodología similar, impidiendo las comparaciones
internacionales.
44
En términos de ingresos, la región de América Latina es la más desigual del mundo.
45
Esta medida, a diferencia del coeficiente de Gini, permite dar una mirada más enfocada hacia la parte
baja de la distribución, y es uno de los indicadores monitoreados para los Objetivos de Desarrollo del
Milenio.
46
Según la curva de Kuznets, a medida que los países se desarrollan, la desigualdad del ingreso tiende a
incrementar, para luego descender cuando se encuentra un alto nivel de desarrollo. Así, Colombia, siendo
un país de desarrollo medio, se encuentra con una desigualdad del ingreso correspondiente. Sin embargo,
la curva de Kuznets no ha demostrado ser una realidad empírica, haciendo que no sea necesario el
experimentar altos niveles de desigualdad para los países de desarrollo medio.
39

Gráfico 1.13. Porcentaje del consumo/ingreso nacional que corresponde al quintil


más pobre, datos varían entre 1998 y 2002
(A) América Latina (B) Países seleccionados
7.0 11.0
10.5
6.5 10.0
6.0 9.5
9.0
5.5
8.5
5.0 8.0
4.5 7.5
Porcentaje

7.0
4.0 6.5

Porcentaje
3.5 6.0
5.5
3.0 5.0
2.5 4.5
2.0 4.0
3.5
1.5 3.0
1.0 2.5
2.0
0.5 1.5
0.0 1.0
0.5
Brasil

El Salvador

Ecuador
Panama
Guatemala
Colombia

Peru
Venezuela
Mexico
Argentina
Chile

Nicaragua
Costa Rica
Guyana

Rep. Dominicana
Jamaica
Paraguay

Honduras

Uruguay
0.0

Vietnam
EE.UU.
Brasil
Colombia
Perú
México
Argentina
Chile
Bolivia
Costa Rica
China

Kenya
Suiza
Canada

Indonesia
Egipto
Pakistán
India
Bangladesh
Suecia
Japón
Uruguay
Filipinas
Fuente: World Development Indicators, Banco Mundial.
40

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41

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Human Well-being”, Helsinki, Finland; May 30 and 31, 2003
42

ANEXO 1. AJUSTES A LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y SENSIBILIDAD DE LA


MEDICIÓN DE LA POBREZA A LAS ECONOMÍAS DE ESCALA Y
MEDIDAS DE ADULTO EQUIVALENTE. ¿QUIÉN DEBE MEDIR LA
POBREZA?

A. CÁLCULO DE LA INCIDENCIA DE LA POBREZA POR LA VÍA DEL INGRESO


(CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS)

La medición de la pobreza por insuficiencia de ingresos a partir de las encuestas de


hogares requiere, además de los costos de las líneas de indigencia y de pobreza, una
serie de ajustes a los ingresos reportados por los hogares en las encuestas. La necesidad
de hacer esos ajustes se origina en los siguientes hechos:

a. Omisión de ingresos: el encuestado no sabe o no declara el ingreso (cuya frecuencia


es muy importante en las encuestas nacionales de hogares, según lo muestra el
Gráfico A.1). Este sesgo se “corrige” imputando el valor faltante usando una
metodología con base en la teoría del capital humano y en las ecuaciones de ingreso
de Mincer (1974). Esta metodología ha tenido gran aceptación y su uso se ha
extendido a todo tipo de encuestas con variables de ingresos utilizadas en diversos
estudios sobre la medición de la pobreza.

b. Sub-declaración de ingresos: El encuestado declara un valor menor al que realmente


percibe. Se “corrige” ajustando los ingresos declarados a las cuentas nacionales.

Gráfico A.1. Porcentaje de casos con ingresos faltantes en las Encuestas de Hogares
18

16

14

12
Porcentaje

10

0
1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Años
Faltantes Faltantes Monetario Faltantes Otros
Fuente: Mateus, A., “Métodos de imputación de ingresos, ajustes a cuentas nacionales e imputación por
propiedad de la vivienda en Encuestas de Hogares,” Seminario MERPD, Feb 2005.

La técnica, aplicada por el DNP en la incorporación de las encuestas de hogares sobre


mercado laboral en el Banco de Fuentes Primarias (BFP, 1993), consiste en un modelo
de regresión lineal que explica el logaritmo del ingreso con base en variables de capital
humano y otras variables de localización geográfica, sociales y económicas. Esta
función logarítmica del ingreso se aplica a los perceptores no informantes, con el
supuesto que el ingreso de ellos corresponde al ingreso promedio de los perceptores
43

informantes con las mismas características socio-ocupacionales y con el mismo lugar de


residencia.

En los desarrollos logrados por la Dirección de Desarrollo Social del Departamento


Nacional de Planeación (DNP), inicialmente se encontraron modelos para el ingreso
total (laboral más no laboral) que contenían las variables estrictas de capital humano
(educación, experiencia y genero, no se incluyó la habilidad por falta de información),
por posición ocupacional y ciudad. Luego, se encontraron modelos para el ingreso
laboral monetario de la primera actividad, el ingreso laboral en especie de la primera
actividad, el ingreso laboral de la segunda actividad y el ingreso no laboral total;
incorporando nuevas variables explicatorias con un nivel de explicación relativamente
mayor e imputando los ingresos con base en la técnica de muestreo con reemplazo
(Martin, Little, Samuhel y Triest, 1986). Esta técnica asigna un ingreso a los no
informantes que esta compuesto por dos sumandos: la estimación del valor promedio
del modelo de regresión de acuerdo con las variables explicatorias, más el residuo de
un informante que es seleccionado al azar por medio de una distribución uniforme. Los
informantes y no informantes se ordenan de acuerdo con el ingreso estimado por el
modelo de regresión en deciles y la selección del residuo se hace sobre los informantes
del decil al cual pertenece el receptor no informante.

c. Sub-declaración de ingresos: El encuestado declara un valor menor al que realmente


percibe. Se “corrige” ajustando los ingresos declarados a las cuentas nacionales. La
metodología consiste básicamente en homologar las fuentes de ingreso corriente de
los hogares, entre las encuestas de hogares y las cuentas nacionales. Antes de aplicar
esta metodología se ajustan los factores de expansión poblacionales de las encuestas
a las proyecciones oficiales de población (incluyendo los antiguos territorios
nacionales que no son cubiertos por las encuestas de hogares). Además, cuando no
se tiene el modulo de vivienda (ENH etapa 77 de septiembre de 1992), se
determinan los hogares propietarios de vivienda con un modelo de probabilidad
logit (distribución logística). Los modelos logísticos se estiman para los trimestres
de cada año que tienen módulo de vivienda, y se aplican, a las encuestas de los
trimestres que no tienen el módulo de vivienda.

Para hacer comparables los rubros de ingreso corriente se realizan los siguientes
cálculos utilizando las cuentas nacionales a precios corrientes de cada año.

Sueldos y salarios

A la remuneración de los asalariados (D.1) se les resta las contribuciones sociales de los
empleadores (D.12), quedando de esta manera los sueldos y salarios (D.11). En esta
cuenta quedan incluidos los pagos laborales a la contribución de la seguridad social y el
pago en especie de los empleadores a los empleados. Esta cuenta se homologa a los
ingresos laborales monetarios y en especie de los asalariados de las encuestas de
hogares.

Ingreso mixto

Este ingreso refleja la remuneración del trabajo incorporado por los hogares propietarios
de las empresas no constituidas en sociedad, así como el rendimiento de sus actividades
44

empresariales. Esta cuenta considera el autoconsumo de los hogares y se homologa a los


ingresos laborales de los trabajadores independientes y patronos.

Otros Ingresos

Como las encuestas de hogares tradicionales tienen un sólo monto para captar los
ingresos provenientes de otras fuentes que no son laborales, se agruparon estas fuentes
de las cuentas nacionales en un solo rubro, aunque a partir de 1998 estos rublos fueron
desagregados en varios conceptos. Los montos de cuentas nacionales que conforman
este rubro son: la renta de la propiedad (D.4), las prestaciones sociales distintas de las
transferencias sociales en especie (D.62) descontándole las prestaciones de asistencia
social en dinero (D.624), y otras transferencias corrientes (D.7).

Los ingresos totales anualizados para los tres conceptos (sueldos y salarios, ingresos de
independientes y patronos, otros ingresos no laborales) se dividen por los valores de
cada concepto arrojados por las cuentas nacionales. Ese cociente es el factor de ajuste
por ítem. Este procedimiento (un solo factor de ajuste por categoría de ingreso) da el
mismo tratamiento a ingresos bajos y a ingresos altos y, por tanto, supone que la
subdeclaración es la misma para los ricos que para los pobres. Por ello debería ser
revisado por un equipo de expertos.

Imputación por propiedad de la vivienda: Ajustados los tres rubros de ingresos


mencionados a cuentas nacionales se agregan para cada hogar y se calcula aparte el
valor total de ese ingreso para los hogares propietarios de vivienda en el año. Este valor
es sumado a los alquileres imputados contabilizados en el excedente bruto de
explotación (B.2) de los hogares de cuentas nacionales. El DNP procede así:

• Se calcula el cociente (ingresos anuales propietarios + alquileres


imputados)/ingresos anuales propietarios
• Este factor se aplica al ingreso total de los hogares propietarios
• Y se obtiene el ingreso por hogar ajustado y con imputación por propiedad de la
vivienda.

Con este último valor se puede calcular el ingreso per-capita ajustado unidad de gasto
que será el que se compare con el valor de la línea de pobreza e indigencia respectivo.

B. SENSIBILIDAD A LAS ECONOMÍAS DE ESCALA Y A LAS


MEDIDAS POR ADULTO EQUIVALENTE

1. Métodos para la medición de las economías de escala y las equivalencias por


adulto en los hogares

La medición de la pobreza a través del ingreso o del gasto, se ha venido realizando sin
tener en cuenta las economías de escala por tamaño o las escalas de equivalencia por la
composición demográfica de los hogares. Primero se define si el hogar o la familia es
pobre o no pobre contrastando su ingreso o gasto per cápita contra el valor de una línea
de pobreza, y luego, dependiendo del resultado, se supone que todas las personas que
viven en ese hogar son pobres o no pobres respectivamente. Este conteo de la población
pobre que se realiza en la actualidad requiere de supuestos acerca de la asignación
45

intrafamiliar de los recursos y de las diferentes necesidades de cada uno de los


miembros del hogar. Por ejemplo, el número de niños y de viejos en un hogar tienen
incidencia en estos supuestos, y en general, si se observan las necesidades de sus
miembros por sexo y grupos de edad.

El mismo nivel de ingreso o de ingreso per cápita no genera el mismo nivel de vida en
un hogar grande comparado con uno pequeño, ni en un hogar con niños comparado con
uno de solo adultos. Los hogares grandes desarrollan economías de escala respecto al
consumo, de forma tal que al final, los miembros de los hogares grandes llegan a tener
igual o mejor bienestar que los hogares pequeños, dado un mismo nivel de ingresos. De
la misma manera, debido a su composición por sexo y edad, los hogares tienen escalas
de equivalencia, dado que cada uno de sus miembros tiene un monto de gasto o una
asignación de recursos diferente, en razón a que sus necesidades no son iguales, por
ejemplo, un niño respecto a un adulto. En este último caso, las escalas de equivalencia
son los factores que permiten reducir los miembros de los hogares en adultos
equivalentes respecto a su consumo47.

Las economías de escala y las escalas de equivalencia se pueden formalizar a partir de


una función de utilidad (u) para los hogares que depende de la cantidad de bienes
consumidos (q), del número de adultos (A) y del número de niños (N):

u = u(q,A,N)

Con base en esta función de utilidad puede obtenerse una función de gastos, que indica
cuál es el gasto mínimo necesario en bienes (x) que debe realizar un hogar con A
adultos y N niños para alcanzar el nivel de utilidad u cuando los precios son p:

G(u,p,A,N) = x

Tomando como referencia un hogar sin niños y con un adulto cuya función de gastos es
G(u,p,1,0), el número de adultos equivalentes (E) en un hogar con A adultos y N niños,
con igual nivel de utilidad (u) a los precios (p) es:

G (u, p, A, N )
E=
G (u , p,1,0)
Luego de reducir a adultos equivalentes (E), entonces se pueden calcular las economías
de escala por tamaño así:

G (u , p, E ) = E θ G (u, p,1)
Para θ < 1 existen economías de escala por tamaño con respecto al consumo.

Debido a que el nivel de utilidad u no es observable, las escalas de equivalencia y las


economías de escala no pueden estimarse. Sin embargo, a partir de las propiedades de la
función de costos y de la función de utilidad indirecta [v(x,p,A,N)], es posible obtener
47
Lasso V., Francisco Javier. Tesis de maestría en teoría y política económica “Economías de escala en
los hogares y Pobreza” Universidad Nacional de Colombia, Bogotá D.C., octubre de 2002.
46

funciones de demanda, que dependen de variables observables, y por lo tanto pueden ser
estimadas empíricamente.

El método más utilizado para construir escalas de equivalencia es la observación


empírica de Engel (1895), que relaciona el comportamiento del consumidor con el
bienestar, supone que la proporción de gasto en alimentos es un indicador del bienestar
del hogar: mientras mayor sea el gasto proporcional en alimentos, menor es el nivel de
bienestar48. Para estimar los parámetros de economías de escala por tamaño y las
economías de escala por composición demográfica se sigue el modelo de Working-
Leser aplicado a la encuesta de ingresos y gastos de 1994-95:
k −1
x n
wa = α + β ln( ) + γ ln n + ∑ η k k + ς .v + µ (9)
n k =1 n
Donde:

wa = participación del gasto en alimentos


ln(x/n) : logaritmo del gasto total per cápita.
Ln(n): logaritmo del tamaño del hogar
nk /n: k=1 Proporción de niños menores de 1 año
k= 2 Proporción de hombres de 1 a 17 años
k= 3 proporción de mujeres de 1 a 17 años
k= 4 proporción de mujeres de 18 y más años
k=5 proporción de hombres de 18 y más años. Se toma como referencia y es el
adulto equivalente.
V: variable de control proporción de personas que trabajan.

2. Impactos potenciales sobre medición de la pobreza con y sin economías


escala en el consumo y ajustes de adulto equivalente (Encuestas Nacionales
de Hogares, metodología 2005)

El Gráfico A.2 muestra la incidencia de la pobreza (1996-2003) con la metodología


2005. La línea azul no considera economías de escala ni hace la equivalencia por adulto.
La línea roja incorpora estas dos consideraciones. Esta segunda medida reduciría el
porcentaje de la pobreza, en promedio, en un poco más de 23 puntos porcentuales. Se
está no obstante lejos de un consenso en materia metodológica.

48
Sin embargo, esto no es una solución óptima del problema, porque la llegada de un niño a una familia
con plena compensación podrá normalmente incrementar la participación del gasto en alimentos.
(Nicholson, 1976; Deaton y Muellbauer,1980).
47

Gráfico A.2. Estimación de la pobreza en Colombia sin y con economías escala en


el consumo y adulto equivalente (metodología 2005)
60
57.0
55.0
56
52.9 57.5 52.7
49.5
52
52.5
48 50.7
49.2
44

40

36 33.7
37.6 32.0
32 29.6
28.0
28 26.0
27.0 27.3 25.9
24
91 92 93 94 95 96 97 98 99 00 01 02 03e 04e 05e
(1)
Pobreza M 05 Adulto Equivalente Pobreza M 05

Fuente. Cálculos MERPD con base en ENH y ECH, DANE. Hay una diferencia media de unos 23 puntos
porcentuales. Pero la metodología es objeto de debate y se está lejos de un consenso.

C. ¿QUIÉN DEBE MEDIR LA POBREZA?

La medición de la pobreza es sumamente sensible y varía enormemente con las


metodologías:

• Tipo de medidas internacionales (relativas o absolutas). Estas últimas sirven más


bien para comparaciones entre países
• Medidas subjetivas vs. medidas objetivas.
• En este último caso: la forma de calcular las líneas de base de pobreza
(requerimientos nutricionales, población de referencia y precios de la canasta) así
como de los precios usados para la actualización de las líneas de base.
• Si tienen o no en cuenta las economías de escala en el consumo y las medidas por
adulto equivalente (existen varias metodologías para hacerlo que son objeto de
debate)
• Si se mide por gasto o por ingreso
• En este último caso: de los métodos de imputación de ingresos y ajuste a cuentas
nacionales que están llenos de detalles
• Si se miden antes o después de subsidios

Para su trabajo la MERPD ha usado las nuevas líneas reestimadas por el DANE (M05).
Pero es conciente de que la discusión sobre la medida de la pobreza debe proseguirse y
que, si quiere monitorearla, el país debe ponerse de acuerdo en esta materia. Por su
complejidad en materia metodológica y operativa, el proceso de medición de la pobreza
no sólo se presta a errores sino que suscita la desconfianza del público que teme por la
manipulación política de las cifras. Es esa es la razón por la cual esta Misión le
recomendó al DANE constituir un grupo especial (que entró a operar en el primer
semestre de 2006) encargado de discutir las diversas metodologías y realizar los
cálculos de la pobreza y, a la vez, designar una Comisión asesora de alto nivel (que
apenas ha comenzado a reunirse), compuesta por académicos nacionales y extranjeros y
48

por representantes del Gobierno, encargada de apoyar metodológicamente y auditar las


estimaciones que haga ese grupo. Pero – en vista de las polémicas que se han suscitado
recientemente- se podría ir más lejos en esta materia. El Gobierno Nacional podría –
como lo hace Chile- comisionar directamente a la CEPAL para examinar la pertinencia
metodológica de las diversas líneas propuestas, proponer una definitiva y realizar
directamente (con base en las encuestas que produzca el DANE) las estimaciones de
pobreza. En este caso el grupo de pobreza del DANE haría las veces de contraparte
nacional para recibir los informes de la CEPAL, tenerlo al tanto de los cambios en las
encuestas y proponer la extensión de la medición espacial y temporalmente.

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