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COMENTARIO AL LIBRO DE MATTHEW RESTALL

“LOS SIETE MITOS DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA”

Introducción

Antes de empezar el comentario al libro de Matthew Restall “Los siete mitos de


la conquista española”, quisiera hacer la mención de que es complicado realizar una
crítica al mismo por cuanto no me considero académicamente preparado para poder
rebatir al autor.

No obstante y dicho lo anterior, sí que puedo efectuar un trabajo comentando lo


que más me ha llamado la atención de cada mito que expone el autor y, desde mi lega
posición, lo que puedo considerar como más o menos acertado en su exposición y
argumentación.

El autor

Para poder entender el libro, es necesario situar a Matthew Restall. El autor es


un etnohistoriador, lo que implica la utilización de herramientas para su trabajo como
escritos primarios, esto es, documentación de la época, original.

Es por ello, que no ha de sorprender la constante referencia que va haciendo a


escritos de los conquistadores (como, por ejemplo, las cartas de probanza que utiliza
para desmontar el mito de los hombres excepcionales) y la utilización de otros medios
como los mapas, pinturas, exploraciones del sitio, lengua, etc. (como por ejemplo,
cuando utiliza dibujos y pinturas para desmontar el mito del ejército del rey , pg. 61 y
63 del libro; o para desmontar el mito de la devastación indígena, pg. 159 y 162).

Situado al autor, voy a pasar a analizar los mitos, en tanto me han sorprendido
o enseñado circunstancias que ignoraba y también en tanto considero, desde mi
posición de alumno y no de erudito en la materia, que no se encuentran bien hilvanado
o no me acaba de convencer.
El mito de los hombres excepcionales

Parte Restall en este mito de un silogismo:

a) La conquista de América es el acontecimiento más importante de la humanidad


(junto con la invención de la imprenta)

b) Esa conquista se realizó con un pequeño grupo de hombres.

c) Luego esos hombres debían ser excepcionales.

En base a esto, el autor desmitifica el que fueran hombres excepcionales en base a


ciertas comprobaciones: no eran hombres especialmente brillantes, más bien todo lo
contrario, fueron ayudados por indígenas y africanos y la conquista fue facilitada por
una serie de acontecimientos que favorecieron la empresa.

La primera crítica que se me ocurre es el por qué Restall considera la conquista de


América el acontecimiento más importante de la humanidad. Se basa en afirmaciones
de historiadores que acepta sin más para poder construir su mito y después su
antimito. Considero que podría haber sido un poco más crítico (ya que lo es con lo que
afirma después, esto es, que eran hombres excepcionales) y aceptando la importancia
del descubrimiento para la humanidad, aceptar que ha habido otros acontecimientos
igual o más importantes que éste: descubrimiento del fuego, llegada del hombre a la
luna, etc.

Dicho esto, denoto cierta animadversión o desprecio a las figuras de los


conquistadores. Es posible, o casi seguro, que no eran superhombres ni grandes
héroes, pero tampoco creo que sea cierto que fueran rufianes o gente que
simplemente se embarcó para (y nunca mejor dicho) “hacer las Américas”.

Algo de hombre extraordinario tendría Colón, cuando se atrevió, tras ser rechazado
por la monarquía portuguesa, a buscar patrocinadores para su viaje en los Reyes
Católicos, embarcar en un duro viaje arriesgando su vida por los posibles motines de a
bordo, y desembarcar en un Nuevo Mundo, con independencia de que estuviera o no
equivocado. Alguien que se atreve a tamaña aventura algo de “extraordinario” tiene.

Igualmente sucede con Hernán Cortes. Todos sus biógrafos coinciden en afirmar
que era hijo de unos hidalgos venidos a menos, que estudió en Salamanca donde
aprendió perfectamente a escribir (de hecho fue escribano de Diego Velázquez) y que
era especialmente ambicioso y aventurero y, sobre todo, un gran estratega militar.
Algo de excepcional tendría, cuando se atreve a introducirse en el continente
americano, dejando atrás una relativa tranquilidad en Cuba con Diego Velázquez.
Restall afirmará que fue la búsqueda de oro, riquezas o poder lo que le motivó. Pues
entiendo, que aunque fuera así, algo de excepcional tendría cuando se atrevió a
realizar todos esos pasos y fue capaz de arrastrar a otros, conseguir aliados, etc.

En su afán por desprestigiar la figura de los conquistadores, incluso llega a


contradecirse, como en el caso Cortés, afirmando que no hundió sus naves, para
afirmar lo contrario dos páginas más adelante (pg. 47 y 49).

En resumen, es evidente que hubo circunstancias que favorecieron el


descubrimiento, pero ello no es incompatible con que los conquistadores fueran
hombres, sino excepcionales, por lo menos con ciertas cualidades. De lo contrario
sería como negar el talento de Mozart, ya que se podría considerar que era normal
que fuera un gran músico porque ya su padre lo era y desde apenas un año, su padre
lo sentaba con él al piano. Las circunstancias ayudan, pero el talento estaba allí.

El mito del ejército del rey

Consiste este mito en afirmar que los conquistadores g¡frmaban un ejñército,


pagado por la corona de Castilla. Restall desmitifica el tema, a mi entender, de una
forma bastante conseguida. Primero, porque, fiel a su escuelas, utiliza documentos y
conocimientos de la época: no podemos hablar de ejército en sentido moderno del
término porque aún en esa época ni siquiera eran concoidos en Europa.

Los datos que aporta con las tablas en este capítulo (pg.71 y 72) señalan lo que la
historiografía ya acepta: Los primeros conquistadores iban por su cuenta y riesgo a
América, en busca de una mejor vida (riquezas y/o status) y para ello invertían todo lo
que tenían en la Península en la empresa.

El mito del conquistador blanco

Aquí Restall desmitifica el hecho de que la conquista fuera efectuada por


solamente un puñado de hombres blancos. Demuestra con datos interesantes, que la
conquista fue gracias a los aliados indígenas y también a conquistadores de origen
africano y esclavos.

Ya es aceptado en la actualidad que la conquista del imperio azteca fue


facilitada por el estado de cuasi guerra civil que se vivía en la zona, donde los mexicas
sometían a los pueblos conquistados. Éstos, hábilmente tratados por Cortés, se
aliaron con los conquistadores (por cierto, otra prueba de las habilidades de Cortés).

Lo que me ha llamado la atención de la desmitificación de este punto es la


presencia de africanos y conquistadores negros. Era un aspecto que desconocía y me
ha sorprendido.

El mito de la completitud

Consiste este mito en pensar que toda América quedó en pocos años bajo dominio de
los conquistadores. Bajo el guión de exploración, expansión, descubrimiento e
invasión, se legó a la completitud de la empresa.

Obviamente, un territorio de tan grandes dimensiones es imposible que pueda ser


controlado en tan poco tiempo. Restall desmonta adecuadamente este mito, que por
otra parte, y por la forma de rebatirlo, da la impresión que sea el mito central de la
obra.

El mito de la comunicación

Consiste este mito en dos vertientes: o bien los conquistadores y los indígenas no se
comunicaban de ninguna manera, o bien que se comunicaban perfectamente. Para
desmontar el mito, Restall propone una solución intermedia: había comunicación entre
ambos bandos, aunque no perfecta, y para ello utiliza el ejemplo de Malinche.

Quizá, a mi entender, sea una de las desmitificaciones menos argumentada. Pero


también es cierto que hay que tener en cuenta su complejidad. ¿Cómo podemos saber
cinco siglos después, lo que entendían cada uno de los actores? ¿Acaso reflejaban
claramente sus intenciones o bien cada parte podía haber simulado entender lo que
quería para conseguir su fin?

Me ha llamado la atención en este punto el tema del “requerimiento”. No acabo de ver


claro que a cada poblado que se iba conquistando, se le pudiese leer en su idioma (o
leer en castellano y después ser traducido al idioma del conquistado) el requerimiento.
Y si se hacía, lo entiendo como un mero trámite mediante el cual quedaba justificada
la actitud del conquistador pero que debía ser ignorado por el conquistado por no
entender lo que se decía, aún admitiendo que se le dijera en su lengua.
Además, supongo que se encontrarían multitud de dialectos en la inmensidad del
continente y sería complicado tener traductores en todos los idiomas, mas aún si se
ignoraba el idioma del pueblo que se acababa de conquistar.

En fin, son dudas que me han surgido a bote pronto y que supongo deben ser fruto de
mi ignorancia en el tema.

El mito de la devastación indígena

Este mito consiste en pensar que la población indígena sufrió una merma extrema a
causa de enfermedades y las guerras. Sin embargo, Restall demuestra que no fue así,
mostrando para ello varios signos de vitalidad indígena con posterioridad a la
conquista.

Dentro de este mito se encuentra el submito de la apoteosis, por el cual, los indígenas
tenían la creencia que los invasores españoles eran dioses.

Creo que Restall, en su afán de intentar demostrar que las sociedades indígenas no
eran incultas ni supersticiosas, no es objetivo al tratar este submito.

Es difícil ponerse en la mente de aquellos pueblos con nuestros conocimientos y


nuestra forma de vivir actual. Pero si pensamos que los indígenas no habían visto
nunca un europeo, aquellas armas y barcos; y si a eso añadimos su propia mitología
por la que esperaban que el dios desterrado amigo de los hombres algún día volvería
y que además ese dios tenía cierto parecido a Cortés, no es descabellado que al
menos, en algún momento inicial si pensaran que aquellos que venían del mar fueran
dioses o semidioses. Y con ello, no creo que se esté degradando a la cultura indígena.

El mito de la superioridad

Este mito lo define Restall con un argumento circular “los españoles conquistaron a los
indígenas porque eran superiores y eran superiores porque conquistaron a los
indígenas” y establece cinco explicaciones míticas y cinco antimíticas de porqué fue
posible la conquista.

Como míticas tendríamos la ayuda divina, supersticiones indígenas, cultura europea


superior, mejor capacidad comunicativa y mejor armamento.

Como antimíticas, tenemos la enfermedad, la desunión indígena, la espada de acero,


la cultura de la guerra y el contexto general de la era de la expansión.
Aquí, Restall no logra rebatir, a mi entender, de una forma seria las explicaciones
míticas, argumentando débilmente las explicaciones antimíticas, al menso las dos
últimas, al enfatizar (pg. 200) que “sobre todo las tres primeras están bien
evidenciadas”.

Algunas de las antimiticas podría incluirse en las que el autor llama míticas, o
viceversa ¿qué es la espada de acero sino un mejor armamento?

Tampoco me acaba de convencer lo que llama “cultura de la guerra” ¿no sería


subsumible a la cultura indígena?

Pienso que todas las causas, las míticas y las antimíticas, son complementarias,
sucediendo todas en mayor o menor grado, y facilitando de esta manera la conquista
de América.

Conclusión

Me ha gustado mucho el libro. Me ha parecido de muy fácil lectura y entretenido. Y lo


más importante, es que me ha parecido bastante neutral ideológicamente. He de
confesar que por el título esperaba un libro que atacara sin piedad la conquista
española en el sentido de tratarla como si se hubiera producido un genocidio o
exterminio de las poblaciones indígenas. Y me ha sorprendido gratamente, tanto por la
delicadeza en tocar todos los mitos y antimitos, como por la labor investigadora que se
averigua detrás de cada argumentación (se esté o no de acuerdo, y esté mejor o peor
argumentado)

Dicho lo anterior, no quita que se detecten algunas contradicciones (como la señalada


de la destrucción de los barcos por parte de Cortés), lo que quizá viene a demostrar
que con tanta documentación trabajada a veces las conclusiones que se sacan no son
blancas o negras, sino grises.

Muchas de las conclusiones de Restall ya eran conocidas por mí, a través de la lectura
de otros libros y revistas. Por ello considero que su libro quizá sea más de divulgación
entre la población profana en el tema, que para sectores ya iniciados en la historia. Lo
que no quita, y como no podía ser de otra forma, que haya aprendido mucho con él.

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