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POR
BERNAL.R. ALAN
Capítulo I: la esperanza
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Ya era invierno, y el aire recorría los alrededores del lugar, toda la desolación
que se podía presenciar era asombrosa, pero ya no me quedaba más, era solo
cuestión de esperar.
Y ahí estaba recargado, en un muro de lo que tal vez fue una casa, ya solo son
ruinas y lo que quedaba en pie solo era esa pared ya muy deteriorada, el
cansancio era tanto que me costaban fuerzas hasta respirar; en esos momentos
el sol estaba en el punto más alto y no había lugar donde hubiese sombra,
claro tenia suerte de que fuese invierno, en cualquier otro tiempo ya hubiere
muerto.
¿Cuánto llevare aquí? He visto el sol, y creo que solo lo he visto a él al día,
no he visto la noche desde que llegue aquí, eso me hace pensar que no llevo
aquí más de un día, pero también está la posibilidad de que he estado mucho
tiempo inconsciente como para haberme dado cuenta o para recordarlo, pero
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creo que mientras este aquí es mejor no ver la noche, porque creo que al ver la
noche en este lugar… ya no volvería a ver el día.
Y ahí estaba yo, recargado en esa deteriorada pared, era increíble el contraste
entre el frio viento de aquel entonces invierno y el sol inclemente del desierto,
que no sabía perdonar, solo quería con desesperación que me dejara de caer el
sol en todo mi rostro que ya casi ni sentía, decline mi cabeza casi dejándola
caer a mi costado izquierdo y al hacerlo vi a alguien a mi lado, del mismo
modo que yo él también estaba recargado a mi lado a la misma altura que yo,
mi visión ya era borrosa y solo vi la silueta de eso de lo que me estaba
haciendo compañía, desde quien sabe cuánto tiempo estuvo ahí, tal vez él ya
estaba antes de que yo estuviese, antes de que yo hubiere llegado.
Y solo me quede ahí, observando ¿que era? ¿De dónde provenía? ¿Qué estaba
haciendo aquí? Todo esto pasaba por mi cansada y ya frágil mente. Y vi como
el volteo a mirarme lentamente, al menos pienso eso, porque no podía
distinguir, lo más que puedo decir sin errar es que volteo hacia donde yo
estaba y entre yo y el/eso solo había unos escasos 20cm, estábamos muy
cercas uno del otro, demasiado como para mi conveniencia; y solo quede ahí,
mi rostro frente al suyo, al menos pienso que ese era un rostro, mi nublada
visión era lo que me permitía captar, cara a cara con eso.
Caray, que horror sentí, nunca pensé que haría algo así, no pensé que
me hablara.
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– ¿Qué estás haciendo aquí? Eres ajeno a este lugar –añadió el–
¡Dios! Eso hablaba, pero ¿de qué me sorprendía? Yo, ya estaba más allá
que para acá.
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–Y ¿porque te quedaste en este sitio? si estabas huyendo ¿qué te queda?
¿Qué ganabas? porque veo que ya no te queda nada, y muy pronto ya ni vida
en tu demacrado cuerpo quedara.
Grite como loco, hasta que oí una voz, pero no la voz de aquel ser, sino de otra
persona, creo que estaba a la derecha, pero ya no podía voltear a ver
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Sonara muy ridículo, pero tengo muy buenas razones para pensar que
ese fue uno de los momentos de mi vida en que fue tanto mi esfuerzo,
que casi pierdo la conciencia de mi ser, volteé mi cabeza a la derecha
con direcciona hacia arriba, y vi a esa persona, que me estaba hablando.
-A lo que yo le respondí- si
-Me enviaron, por ti, llevo 2 días buscándote, -dijo con toda normalidad
en su rostro- no se supieron explicar bien donde esta usted, ellos tenían
mucha prisa.
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