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El desierto donde rondaban los leones

POR

BERNAL.R. ALAN

Capítulo I: la esperanza

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Ya era invierno, y el aire recorría los alrededores del lugar, toda la desolación
que se podía presenciar era asombrosa, pero ya no me quedaba más, era solo
cuestión de esperar.

Y ahí estaba recargado, en un muro de lo que tal vez fue una casa, ya solo son
ruinas y lo que quedaba en pie solo era esa pared ya muy deteriorada, el
cansancio era tanto que me costaban fuerzas hasta respirar; en esos momentos
el sol estaba en el punto más alto y no había lugar donde hubiese sombra,
claro tenia suerte de que fuese invierno, en cualquier otro tiempo ya hubiere
muerto.

En el estado en el cual estaba, la percepción de la realidad se distorsiona, un


minuto puede sentirse como una hora o una hora puede sentirse como un
minuto, puedes quedar inconsciente por unos 7 minutos y pensar que duraste
días dormido, en el desierto el tiempo es relativo, aquí frecuentemente el
tiempo es lento y el aire es hipnotizante y cautivador.

Despertaba solo para volver a la inconciencia, no sabía cuánto tiempo pasaba,


pero veía el sol y seguía en la misma posición , no cambiaba, la verdad es que
la única razón por la que no caí en desesperación fue porque no tenia ni
fuerzas para pensar, solo tenía una sola cosa en mente, era que tenían que
llegar.

No sé con claridad, cuanto llevaba ahí si 2 días si media hora, el desierto no


conoce lo que se llama piedad, el solo se rige por leyes, y la principal es la ley
del más fuerte, solo así vivirás; mi agua, la poca que había llevado con migo
ya había sido bebida, tal vez por el sol, tal vez por la desesperación o tal vez
por mí.

La soledad puede acercarse demasiado, me he puesto a pensar de 4 decisiones


que pude tomar porque decidí esta, las otras 3eran mejores, al menos con la
numero 2 estaría descansando tranquilamente… bajo tierra, claro esta y las
otras 2 ya son más complejas.

¿Cuánto llevare aquí? He visto el sol, y creo que solo lo he visto a él al día,
no he visto la noche desde que llegue aquí, eso me hace pensar que no llevo
aquí más de un día, pero también está la posibilidad de que he estado mucho
tiempo inconsciente como para haberme dado cuenta o para recordarlo, pero
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creo que mientras este aquí es mejor no ver la noche, porque creo que al ver la
noche en este lugar… ya no volvería a ver el día.

Nunca olvidare la consistencia de la tierra de ese lugar, era el tipo de tierra


más dura que había en la vida, tan dura como el concreto sólido, lo único que
podía serle algún tipo de daño un cambio, era el sol que agrietaba el suelo, era
un claro ejemplo de la piedad que tendría con migo, el sol, era un reflejo de lo
que pasara con migo, solo de pensarlo un poco, y valla que me estoy
esforzando porque con este cansancio es muy difícil hacer cualquier acto de
cualquier tipo de esfuerzo hasta ya lo mencionado de pensar; solo pensar que
si el sol le hizo esto al duro suelo que no le haría a mi débil cuerpo humano,
que le hará a mis restos, los evaporizara y hará polvo mis quebradizos huesos
y el frio aire se los llevara hasta esparcirlos por este lugar maldito.

Y ahí estaba yo, recargado en esa deteriorada pared, era increíble el contraste
entre el frio viento de aquel entonces invierno y el sol inclemente del desierto,
que no sabía perdonar, solo quería con desesperación que me dejara de caer el
sol en todo mi rostro que ya casi ni sentía, decline mi cabeza casi dejándola
caer a mi costado izquierdo y al hacerlo vi a alguien a mi lado, del mismo
modo que yo él también estaba recargado a mi lado a la misma altura que yo,
mi visión ya era borrosa y solo vi la silueta de eso de lo que me estaba
haciendo compañía, desde quien sabe cuánto tiempo estuvo ahí, tal vez él ya
estaba antes de que yo estuviese, antes de que yo hubiere llegado.

Y solo me quede ahí, observando ¿que era? ¿De dónde provenía? ¿Qué estaba
haciendo aquí? Todo esto pasaba por mi cansada y ya frágil mente. Y vi como
el volteo a mirarme lentamente, al menos pienso eso, porque no podía
distinguir, lo más que puedo decir sin errar es que volteo hacia donde yo
estaba y entre yo y el/eso solo había unos escasos 20cm, estábamos muy
cercas uno del otro, demasiado como para mi conveniencia; y solo quede ahí,
mi rostro frente al suyo, al menos pienso que ese era un rostro, mi nublada
visión era lo que me permitía captar, cara a cara con eso.

–que rápido se oye tu respiración.

Caray, que horror sentí, nunca pensé que haría algo así, no pensé que
me hablara.

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– ¿Qué estás haciendo aquí? Eres ajeno a este lugar –añadió el–

¡Dios! Eso hablaba, pero ¿de qué me sorprendía? Yo, ya estaba más allá
que para acá.

–Estoy huyendo –me sorprendió lo cansado y la decadencia de mi voz,


salía forzosamente de mi seca garganta, valla que me esforcé en
pronunciar esas 2 palabras de cómo me rasparon desde el vientre, la garganta
y salieron desalentadoramente de mi apenas abierta boca – y por eso estoy
aquí.

–morirás, Como todos los que vienen aquí.

Su voz, tan tranquila, me infundio un profundo sentimiento de


inquietud, hubiera expresado erráticamente de no ser por mi imposibilidad de
que mi cuerpo ya no me obedecía.

–Y quien no muere en esta vida, no es nada fuera de lo común, –dije


eso solo por cambiar su punto de hacerme perder la razón, solo quería hacerle
saber que no le sería tan fácil– lo raro fuera que no, se pudiera morir.

–Así es, tiene toda la razón, pero la cuestión es cuando, el momento, el


modo y el tiempo –dijo con la misma intención, tono y serenidad que antes–
en que sucederá.

–Tal vez tenga razón, pero ya de nada sirve quejarme, no se puede


cambiar lo inevitable, si este es mi destino pues que así sea.

Capitulo II: la llegada de la esperanza

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–Y ¿porque te quedaste en este sitio? si estabas huyendo ¿qué te queda?
¿Qué ganabas? porque veo que ya no te queda nada, y muy pronto ya ni vida
en tu demacrado cuerpo quedara.

–Espero, eso es lo que me queda, esperar.

–tus esperanzas se desvanecen, al igual como corre el agua entre manos,


agua que sacian la sed, y tu vida corre como esas aguas, que ahora saciaran mi
sed de soledad, cuando el sol te deje sin tu vida, te quedaras aquí, y me serás
por compañía. –dijo con la misma paz, pero yo lo percibí con desesperación y
algo de maldad–

–No, te equivocas, la esperanza es lo que me ha permitido seguir estado


en este mundo, es lo que a lo largo de esto, me ha mantenido, lo que después
de todo esto, es lo que me ha quedado, lo que ha permanecido, y no porque
crea en ella, sino porque ¿qué pierdo en pensar que viviré? – dije demostrando
que no me importaba tener esperanza, sino seguir adelante mediante mi
esfuerzo, esfuerzo del cual yo era decadente, y solo me quedaba esperar,
esperar 2 cosas, la primera que llegaran por mí y me llevaran; la segunda, que
era, a que llagara el otro, que en realidad no quería que llegara y me llevara de
aquí, que claro creo que sería un alivio, pero un alivio momentáneo, porque
me al otro lugar al cual me llevaría seria pero en el cual estoy residiendo– es el
motivo por el cual espero, es la opción que me da una razón de seguir, y es el
camino, un camino que trato de seguir, sí que puedes pudrirte aquí ¡solo! –dije
gritando –.

Grite como loco, hasta que oí una voz, pero no la voz de aquel ser, sino de otra
persona, creo que estaba a la derecha, pero ya no podía voltear a ver

– ¿con quién habla? –Preguntaron a mi derecha –¿tu nombre es


Asamán?

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Sonara muy ridículo, pero tengo muy buenas razones para pensar que
ese fue uno de los momentos de mi vida en que fue tanto mi esfuerzo,
que casi pierdo la conciencia de mi ser, volteé mi cabeza a la derecha
con direcciona hacia arriba, y vi a esa persona, que me estaba hablando.

-Y me volvió a preguntar -¿tu nombre es Asaman?

-A lo que yo le respondí- si

-Me enviaron, por ti, llevo 2 días buscándote, -dijo con toda normalidad
en su rostro- no se supieron explicar bien donde esta usted, ellos tenían
mucha prisa.

El aspecto de él era, de un persona seria, así era su semblante, tenía


cejas muy pobladas, y un bigote muy grueso, su color de piel era
moreno, y ojos penetrantes, vestía con un poncho café oscuro y un
sombrero tejano, era lo que mayormente llamo mi atención.

El bajo de su caballo, y se acerco a mi, -déjeme ayudarle a subirlo a mi


caballo- dijo mientras sacaba una cantimplora y me daba de beber,

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