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Artículo 7. Se entiende por acto administrativo, a los fines de esta ley, toda declaración
de carácter general o particular emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos
establecidos en la ley, por los órganos de la administración pública.
En general, todo acto administrativo para que pueda ser dictado, requiere: a) que el
órgano tenga competencia; b) que una norma expresa autorice la actuación; c) que el
funcionario interprete adecuadamente esa norma; d) que constate la existencia de una
serie de hechos del caso concreto, y e) que esos supuestos de hecho concuerden con la
norma y con los presupuestos de hecho. Todo ello es lo que puede conducir a la
manifestación de voluntad que se materializa en el acto administrativo. En tal sentido,
los presupuestos fácticos o los supuestos de hecho del acto administrativo son la causa o
motivo de que, en cada caso, el acto se dicte. Este requisito de fondo de los actos
administrativos es quizás el más importante que se prevén para el control de la legalidad
de los actos administrativos a los efectos de que no se convierta en arbitraria la
actuación de un funcionario. Por ello, la Administración está obligada a comprobar
adecuadamente los hechos y a calificarlos para subsumirlos en el presupuesto de
derecho que autoriza la actuación. No puede, por tanto, la Administración, dictar actos
fundados en hechos que no ha comprobado. La necesidad de comprobar los hechos
como base de la acción administrativa y del elemento causa está establecida
expresamente en el artículo 69 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
Actos de la administración publica.
La administración pública como aparato estatal, para el logro de los fines que el Estado
persigue y los que se refieren a la propia administración, realiza los actos de de la
administración publica, que comprende las operaciones materiales y los actos
administrativos. Las primeras constituyen medidas de precaución o de ejecución, ambas
necesarias en la actividad administrativa para la realización de esta misma.
Por ello, hay que distinguir claramente el acto administrativo del acto material de
ejecución del derecho. Como por ejemplo: una orden de detención de una persona,
dispuesta por un prefecto, en ejercicio de una potestad legal, es un acto administrativo;
la ejecución de la misma orden por los agentes de policía es una acto material. Una
resolución, es un acto administrativo; la publicación de su texto, es una operación
material.
Causa.
Es el motivo particular que impulsa a la administración a emitir un acto administrativo.
Finalidad.-
El fin es su propósito general. El fin es siempre de interés público, por que tiende a la
satisfacción de necesidades sociales que son requerimientos mas o menos urgentes de
una comunidad determinada.
Objeto.-
Es la materia o contenido del acto administrativo, es decir, la sustancia de que se ocupa
este. El objeto debe ser cierto, licito y real, es decir identificable, verificable y conforme
a la ley.
El objeto comprende, las materias que necesariamente forman parte del acto y sirven
para individualizarlo. En cuanto a sus requisitos, el objeto debe ser licito, cierto, posible
y determinado. El objeto no debe ser prohibido por orden normativo.
Requisitos de los Actos administrativos.
Son los elementos formales, concierne a las formas que revisten los actos
administrativos, que deben ser escritos, motivados, firmados, por la autoridad que los
emite, consignar el nombre del o de los destinatarios, etc.
Requisitos Forma.
Requisitos Legales.
Los actos administrativos deben cumplir siertos requisitos esenciales para surtir efectos.
El acto que no ha sido notificado no produce efectos jurídicos inmediatos. Por lo tanto
la notificación es elemento del acto, forma parte de el.
Caducidad.
Nulidad.
En el derecho son nulos los actos cuyos vicios es insubsanable y carecen de validez, en
el cual no surten ningún efecto jurídico.
La nulidad absoluta se aplica en las reglas siguientes:
Puede ser declarado de oficio por el juez.
Puede pedir que se lo declare todos los interesados, con excepción del que ha realizado
el acto conociendo o debiendo conocer al vicio que lo invalidaba.
Puede pedir su declaración del Ministerio Público.
No es susceptible de confirmación.
La acción de nulidad es imprescriptible.
La nulidad relativa se aplica:
No puede ser declarada de oficio por el juez, sino a petición de partes.
No puede pedir su declaratoria el Ministerio Público.
Puede ser confirmado por los interesados.
La acción prescribe con el transcurso del tiempo.
La doctrina clasifica las nulidades en expresa o textuales y virtuales. Ambas nulidades
deben ser declaradas formales por el órgano competente, y ese es un principio que se
aplica en el derecho privado como en el derecho público.
También son nulos los actos administrativos que padecen de incompetencia radicar por
razón de materia o de territorio. Esos actos no pueden ser convalidados por prescripción
ni por ratificación.
Cuando la incompetencia es por grado, el acto puede ser convalidado por el órgano
competente. Son también nulos los actos que contravienen una ley expresa, aunque no
se trate de competencia ni de forma.
Actos anulables.
Son aquellos actos que nacen a la vida jurídica con vicisitudes, o sea que tienen vicios
coetáneos en su nacimiento o cumplimiento, estos vicios son subsanables siempre y
cuando exista la voluntad de las partes de darles validez.
Pueden ser convalidados por el transcurso del tiempo, la acción prescribe en el plazo de
5 años, solo puede ser de demanda por las personas perjudicadas.
La anulabilidad a diferencia de la nulidad es la única que puede ser ratificada o
conformada siempre y cuando exista la voluntad de las parte de subsanar los vicios y
darles plena validez.
El saneamiento del acto administrativo consiste en hacer desaparecer las causas del
vicio del acto, es realizado por el órgano que lo emitió o sus superiores dependiendo
este de la gravedad del vicio.
Ratificación.
El administrativo viciado de incompetencia en razón del grado, puede ser ratificado por
el órgano superior siempre que sean admisibles, en tal supuesto, la abocación y la
delegación. Ello es lógico puesto que la entidad de los defectos de incompetencia en
razón de la materia y del territorio (nulidad absoluta), torna absoluta la incompetencia.
Es semejante a la aprobación porque ambos son posteriores al acto, pero se diferencian
porque la aprobación se da a un proyecto de acto administrativo que aun no a producido
efecto jurídico, pero que estaba viciado.
Confirmación.
Por confirmación del acto se entiende aquellas especie de saneamiento por la cual la
administración o el administrado proceden a subsanar el vicio que lo afectan. Por la
actitud del concepto se trata de la especie mas importante del saneamiento del acto
administrativo, y hasta casi podría sostenerce en el campo teórico, que ella abarca todas
las demás.
Conversión
Consiste en el dictado de un nuevo acto administrativo a través del cual se declara la
voluntad de aprovechar los elementos validos que contenía el acto viciado,
integrándoles en otro acto distinto y extinguiendo los elementos y cláusulas afectados
de invalides (absoluta o relativa).
Esta figura que aparece originalmente en el campo del derecho privado no tarda en
extenderse al derecho administrativo donde si bien produce una fisura del principio que
consagra la imposibilidad de subsanar un acto afectado de una invalidez originada,
erigida en protección del orden público administrativo, tal como es la nulidad absoluta,
no ocasiona la quiebra del sistema en virtud de aquella transformación del acto que se
hace aprovechando solo los elementos validos del mismo y si n violentar el orden
público, importando siempre un carácter excepcional en la verdad y realidad.
Privilegio de las Administraciones públicas según el cual sus actos se presumen válidos
y pueden ser impuestos a los ciudadanos, incluso coactivamente, sin necesidad del
concurso de los tribunales, y al margen del consentimiento de aquéllos. Una
comparación entre la posición que ocupan los administrados y la administración frente a
los tribunales muestra claramente el alcance de este privilegio. Según los profesores
GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, «Rige en las sociedades
actuales [...] un principio al que puede llamarse de 'paz jurídica', y que de un modo muy
simple puede esquematizarse como sigue. Cualquier sujeto que pretenda alterar frente a
otro la situación de hecho existente (statu quo) no puede hacerlo por propia autoridad; si
el otro sujeto no aceptase de grado esa alteración, tiene la carga de someter su
pretensión a un Tribunal, el cual la valorará desde la perspectiva del Derecho y la
declarará conforme o no con éste, dándole en el primer caso fuerza ejecutoria, esto es,
una virtud especial que la hace indiscutible y de cumplimiento forzoso para la parte
obligada. A su vez, si esta resolución ejecutoria no fuese cumplida de grado, tampoco el
sujeto beneficiado con la misma podrá imponerla a la otra parte por su propia coacción
privada, sino que deberá impetrar el respaldo coactivo mediante una segunda pretensión
dirigida al Tribunal, el cual dispondrá la asistencia de la coacción pública (única
legítima) si se acredita que, en efecto, la resolución que trata de imponerse goza de
fuerza ejecutoria. La primera carga de sometimiento a un Tribunal es la carga de juicio
declarativo; la segunda, la de un juicio ejecutivo». Pues bien, la situación de la
Administración, comparada con la de los ciudadanos, es justamente la contraria, puesto
que, como hemos dicho, no precisa del concurso de la autoridad judicial para alterar las
situaciones de hecho existentes, ni para imponerlas. Así, podríamos distinguir dos tipos
de autotutela: la declarativa, consistente en el privilegio de la Administración de emitir
decisiones (actos) capaces de crear, modificar o extinguir derechos y deberes de los
administrados sin el concurso de los Tribunales y sin el consentimiento de los
destinatarios; y la ejecutiva, por la cual estas decisiones pueden ser impuestas por la
Administración, incluso coactivamente (ejecución forzosa), sin precisar la aprobación
judicial ni el consentimiento de los destinatarios. La autotutela tiene sus límites,
derivados del respeto a los derechos fundamentales, como, por ejemplo, la necesaria
autorización judicial de entrada en el domicilio para ejecutar decisiones administrativas
(art. 96.3 L.R.J.P.A.C.), que corresponde a los Juzgados de lo Contencioso-
Administrativo (art. 8.5 L.J.CA), así como los supuestos de supensión de la ejecución
de los actos en vía recurso admininstrativo o contencioso-administrativo (V. suspensión
de actos administrativos).